Gestión de Riesgos y acciones frente a la posible ocurrencia del Fenómeno El Niño. Apuntes sobre: DESASTRES SOCIONATURALES

Transcripción

1 Gestión de Riesgos y acciones frente a la posible ocurrencia del Fenómeno El Niño Apuntes sobre: DESASTRES SOCIONATURALES Una concepción comprensiva de la vulnerabilidad de nuestra gente El impulso del debate sobre la integralidad de los desastres y, en lo concreto, la intención de instalar de manera clara el concepto de socionatural, calificando a esos desastres en reemplazo del de natural, no busca la simple generación de nuevas categorías teóricas o el mero remozamiento de palabras, para que, con distintos términos, se siga diciendo lo mismo. Sucede a veces que, tanto los conceptos como los informes o las normativas nacionales o internacionales que acompañan la formalización de avances, adelantos o mejoras, técnicas o teóricas, van un paso atrás de las propias transformaciones. Los países del Hemisferio, todos, sin excepción, al igual que los del resto de las regiones del Mundo, abrazaron hace ya más de un lustro el Marco de Acción de Hyogo para el : Aumento de la Resiliencia de las Naciones y las Comunidades ante los Desastres. Al construir dicho Marco, nuestros países, reconocieron y dieron forma de propuesta a las prácticas y compromisos que, desde nuestros ancestros y hasta los actuales esfuerzos de distintos sectores gubernamentales y de la sociedad civil, se realizan para poner el centro de gravedad de acciones y políticas, públicas y privadas, vinculadas a la gestión integral de riesgo de desastres, en la reducción de los propios riesgos y de la generación de los factores de riesgo y en la prevención, por encima del diseño exclusivo de dispositivos de respuesta a las consecuencias desastrosas que los distintos eventos generan en nuestros países y afectan a nuestras comunidades. Esa forma de enfocar la problemática que nos ocupa, permitió incluir variables centrales de la situación de las comunidades, de las que, en realidad, el peligro o la amenaza de los eventos son complementarios. De ese modo, la realidad cruda de nuestros pueblos, de sectores numerosos de nuestras poblaciones pudo 1

2 instalarse de manera rotunda en el escenario del desastre, eludiendo el carácter inevitable de algunas situaciones, hasta ese momento presentadas poco menos como de ocurrencia mágica. cuando no trascendente. El reconocimiento de las vulnerabilidades que padecen distintas poblaciones es lo que permite hoy entender al desastre de modo integral. Al hablar de vulnerabilidad nos referimos a situaciones estructurales, fundamentalmente la pobreza, que se relaciona con la distribución de la riqueza y la tenencia de la tierra y, también, a las situaciones de debilidad que soportan diferentes sectores de nuestras comunidades por cuestiones de género, edad, origen u otras. Entender que existen eventos desastrosos que impactan de diferente manera, generando distinto volumen de daño en distintas poblaciones, en función de esos determinantes de vulnerabilidad, como así también del grado de organización de sus comunidades y de las políticas de reducción de riesgo, es incluir el conjunto de variables intervinientes y presentar con claridad al desastre, como una compleja situación socionatural. En todo caso, en algunas circunstancias podrán seguir hablando de eventos naturales, pero el desastre, consecuencia del mismo, será, siempre, socionatural. Los países adecuan sus normas y sus lenguajes a estas realidades; Brasil, por ejemplo, apunta a dar un paso más allá, yendo incluso más allá del concepto de socionatural para desarrollar el de socioambiental ; Venezuela avanza normativamente en esta dirección y sanciona una Ley de Gestión Integral de Riesgos Socionaturales y Tecnológicos. La biblioteca teórica sobre el tema, incluso, empieza a nutrirse de autores que consideran que el desastre pone al descubierto situaciones de pobreza y segregación social y/o urbana, ya existentes pero no consideradas hasta el momento de las catástrofes. Del mismo modo que desnuda los problemas, hace más visibles las carencias, diferencias y problemas estructurales no resueltos y pone en evidencia la debilidad de las instituciones para evitarlos o paliarlos. En paralelo se generan espacios de investigación transdisciplinaria para la comprensión de los factores que aumentan o disminuyen la vulnerabilidad social, en comunidades 2

3 afectadas por distintos tipo de desastres socionaturales, a partir de la consideración de las dimensiones subjetivas, políticas y estructurales presentes en dichas comunidades y en sus acciones para enfrentar el riesgo. Si las comunidades tienen edificios seguros, si se tiene un uso adecuado del territorio, no van a ser tan vulnerables y, por ejemplo, los huracanes y las lluvias sostenidas, causarán menos o mínimos destrozos y las inundaciones podrán evitase. Comprender estos fenómenos como socionaturales, facilita el camino hacia políticas gubernamentales y prácticas comunitarias de reducción de riesgos; en síntesis, estamos hablando de la disminución de pérdidas de vidas humanas, del recorte dramático del número de víctimas y, por supuesto de pérdidas materiales. En la actualidad, incluso, la comunidad humanitaria se plantea estudios de entrecruzamiento de los riesgos relativos en una geografía física propensa a los eventos desastrosos, con la proporción de población en situación de pobreza habitacional, del que se deduce que el riesgo en una zona determinada. Quienes trabajamos en esa dirección, remarcamos que, en el origen del evento, también, y cada vez más, hay causas relacionadas con acciones antrópicas; básicamente vinculadas a los efectos negativos del cambio climático. No puede soslayarse la acción del hombre asociada a esas consecuencias adversas, la degradación de los ecosistemas, el uso inadecuado del territorio, la pobreza y la inequidad. Todo ello, dando marco a fenómenos que desencadenan desastres socio naturales; es decir, desastres que no son mera obra de la naturaleza, sino hechos calamitosos que, según la acción o inacción humana, impactan de diferente forma en nuestras comunidades. En los distintos foros de la comunidad internacional, con el asentimiento de expertos y representantes gubernamentales, son cada día más los países y actores internacionales que afirman que los elementos antrópicos están en el origen del desastre, como causa, y en las consecuencias de su ocurrencia. El supuesto hecho natural puede incluso no constituir un desastre si no tiene impacto en nuestras sociedades y, a su vez, dicho impacto se puede reducir al 3

4 mínimo mediante la reducción previa de los riesgos y la gestión integral de los mismos una vez producidos. Es común que organismos, encuentros y espacios de debate se apoyen en lenguajes compartidos ; es lógico que apuntemos a manejarnos con conceptos ya madurados, aceptados y reflejados en los instrumentos formales de las instituciones. Sin embargo, también es importante que los lenguajes den cuenta de los avances que realizan las Naciones y sus pueblos a la hora de definir estrategias y políticas de comprensión integral de situaciones desfavorables para nuestras poblaciones y, especialmente, que faciliten la construcción de herramientas de protección de las comunidades. La incorporación del concepto social junto al de desastre es fundamental porque, además describir el proceso de manera integral, con la definición de las distintas variables negativas intervinientes y del impacto en sus víctimas, implica una nueva manera de enfrentar las situaciones y abre la posibilidad de reducir riesgos, evitar eventos, disminuir impactos y, lo más importante, salvar vidas humanas. 4

5 Gestión de Riesgos y acciones frente a la posible ocurrencia del Fenómeno El Niño Teniendo presente ese marco de referencia, y dando un paso más hacia el abordaje de la Gestión de Riesgos y las Acciones frente a la posible ocurrencia del Fenómeno El Niño, se puede incorporar las advertencias de los científicos de las Naciones Unidas en su Informe especial sobre la Gestión de riesgos de fenómenos extremos y desastres para fomentar la adaptación al cambio climático, aprobado en noviembre del año pasado en Kampala por los representantes gubernamentales del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Entre los elementos más destacados expresados en ese documento, podemos citar que el cambio climático provocará desastres meteorológicos más intensos y con mayor costo humano, social y material; gobiernos y empresas deben prepararse para un aumento en la intensidad de las tormentas, sequías y otros fenómenos meteorológicos extremos ya que se verán intensificados por el cambio climático. no hay ningún lugar en el mundo que esté libre de riesgos, y las zonas más pobres y las regiones con mayor densidad de población son las que están más expuestas a estos impactos. se tiene suficiente conocimiento sobre estos riesgos para frenar las actividades antropogénicas del cambio climático, los cambios demográficos y la pobreza. Sin embargo, pocos países adoptan enfoques globales y hacen frente, por ejemplo, a los cambios proyectados en la exposición y vulnerabilidad a los fenómenos extremos. Lamentablemente, los informes de las aseguradoras de riesgos confirman las presunciones: En 2011 se registraron las mayores pérdidas económicas en la historia provocadas por desastres (socio)naturales y catástrofes derivadas de la acción del hombre: se 5

6 estimaron pérdidas de 370 mil millones de dólares, contra los 226 mil millones de 2010 (Fuente: aseguradora Swiss Re) Frente a estas certezas: Es imprescindible que los países evalúen los sectores de la población afectados y las zonas que sean más vulnerables a los desastres climáticos, distribuir los riesgos financieros que suponen dichos impactos, contribuir con los países más desfavorecidos a hacer frente a esas situaciones desastrosos (micro seguros, depósitos para catástrofes, consorcios de riesgo nacionales y regionales que colaboren con la reconstrucción y la recuperación económica). La gestión de riesgos de desastre y la adaptación contribuyen a que las comunidades vulnerables afronten en mejores condiciones los problemas generados por los efectos adversos del cambio del clima, agravados en regiones, países y comunidades desiguales. En este sentido, vale recordar que la vulnerabilidad social, comunitaria, familiar, hace que en determinados países, en diferentes comunidades, barrios dentro de sus propios fronteras, determinados eventos se convierten el en desastres, mientras que en otras zonas las consecuencias pueden ser menos graves. Y si las estadísticas confirman los datos sobre el aumento internacional de los costes de los desastres, también se confirman una serie de datos sobre cuestiones climáticas. Los científicos tienen certeza, por ejemplo, acerca de que tanto las temperaturas diarias máximas como las mínimas han aumentado a escala mundial, y atribuyen dichos cambios al aumento de los gases de efecto invernadero. También existen observaciones sobre la variación de otros fenómenos extremos, como la mayor intensidad y duración de las sequías, en ciertas regiones, aunque la falta de observaciones directas y de concordancia entre los estudios científicos disponibles impiden que la verosimilitud de los datos tenga un grado medio y la contundencia de la certeza, aunque las poblaciones sufren, en lo concreto, los efectos de esos cambios. 6

7 El propio Informe del Grupo de expertos de Naciones Unidas asegura que las precipitaciones intensas serán también más frecuentes y que la velocidad del viento en los ciclones va a aumentar. Apostando a las posibilidades de reducir el riesgo los expertos confían en que su documento siente bases científicas para adoptar decisiones acertadas en materia de infraestructura, desarrollo urbano, salud pública y seguros, así como para la planificación, desde el nivel de las organizaciones comunitarias hasta la gestión de riesgos de desastre a nivel internacional". Esa expresión de deseos va dirigida hacia un mundo que muestra disparidades profundas y en el que se multiplican los eventos extremos, como tsunamis, terremotos, huracanes, inundaciones, sequías, oleadas de calor y otras calamidades destructivas (como un potencial ascenso del nivel de los mares) Sin embargo, ese mundo sigue en pañales a la hora de enfrentar la gestión de desastres, algo que se hace más grave aún en zonas geológicamente inestables, en localidades costeras vulnerables y en países donde los suelos resecos anulan la actividad agrícola. El panorama no estaría completa si no agregásemos algún dato sobre lo que ha dado en llamarse índice de insustentabilidad urbana, incorporado a las presiones urgentes, que marca la ONU (agencia Hábitat/Asentamientos Humanos). Sencillo, Las ciudades ocupan solo el 2% de la superficie terrestre, absorben entre el 60 y el 80% de la energía disponible y emiten el 75% de los gases carbónicos Y, en Latinoamérica y el Caribe, la población subió de 166 millones de individuos en 1950 a 513 millones en 2000 y se estiman millones para

8 El crecimiento poblacional, de modo inevitable, ejerce presión en regiones de escaso desarrollo material / urbano (Ej Amazonía); los aglomerados urbanos, con multiplicación de las situaciones de inequidad social, aumentan la vulnerabilidad de las comunidades en todos los órdenes, también frente a los fenómenos que generan desastres socionaturales. Carlos Alberto Villalba 8