CONSIDERACIONES FINALES

Transcripción

1 CONSIDERACIONES FINALES Transcurridos cincuenta años de actividades del Banco Central de Venezuela, creo puede afirmarse en forma inequívoca que el saldo de su gestión es positiva. Nuestro Banco Central pasó a ser una de las instituciones fundamentales dentro del proceso de modernización del Estado venezolano iniciado en Su contribución al país en las cuestiones de su específica competencia, y aun en aquéllas consideradas originalmente como subsidiarias, han pasado a ser tareas trascendentes cubiertas por el Instituto Emisor y representan un aporte invalorable al desarrollo armónico ya la adopción de criterios racionales en la toma de decisiones dentro del país. En la actualidad no se concibe que pueda operar un sistema financiero integrado sin la presencia del Banco Central. Y como lo advirtieron los redactores de la Exposición de Motivos a su Ley de creación:... La funciones de un Banco Central no se hacen resaltantes y trascendentes sino en los momentos extraordinarios que se presentan en la vida de los pueblos. Es entonces cuando todo el mundo se da cuenta de su utilidad, si existe, y de su falta, si no existe. A lo largo de su existencia, el Banco Central ha cubierto múltiples actividades que han redundado en provecho de un mejor manejo de las operaciones pertinentes en el 383

2 país. Bastaría mencionar al respecto 10 que ha significado encomendar la exclusividad de la emisión de billetes a un solo instituto, como fórmula orientada a influir más racionalmente sobre la circulación monetaria y el crédito. En este sentido, el Banco Central ha brindado su apoyo y ha servido a todo el sistema, bancario y demás instituciones crediticias del país, tanto a través de los instrumentos clásicos y en condiciones normales de desenvolvimiento en las instituciones prestatarias, como también en casos excepcionales cuando ha sido necesario agudizar el entendimiento para poder brindar la asistencia financiera requerida. No menos significativo ha sido el papel jugado por el Banco Central como centralizador de las reservas monetarias internacionales del país, hecho que se ha visto favorecido por ser el Banco Central el receptor único de las divisas aportadas al país por el sector petrolero. Tal vez, de no haber mediado esa circunstancia, parte del cambio extranjero generado por nuestro principal renglón de exportaciones hubiese quedado en el exterior, como suele ocurrir en muchos de los países latinoamericanos donde el contravalor de sus exportaciones es dejado por sus titulares en el exterior, en perjuicio de la balanza internacional de pagos del correspondiente país. Fenómeno que también ha estado ocurriendo entre nosotros parcialmente con las exportaciones no tradicionales. Nuestro Banco Central ha visto reflejarse en sus saldos de reservas monetarias internacionales los períodos de bonanza y también los de apremios, y los criterios de administración de dichas reservas han tenido que ajustarse a las cambiantes coyunturas. El Banco Central de Venezuela ha desempeñado un útil cometido como banquero del Estado. Así lo revelan 384

3 sus actuaciones como agente auxiliar de tesorería, como agente financiero único del Gobierno Nacional, como prestamista del Estado, tarea esta última cubierta sólo muy ocasionalmente en el pasado y en cuantía moderada, pero con tendencia a utilizarlo con mayor intensidad en la medida en que la precariedad fiscal se acrecienta. Así lo revelan las últimas reformas legales a las normas que rigen sus actividades. No menos significativa ha sido la función cubierta por el Banco Central como depositario y agente de inversión de una serie de instituciones públicas, a propósito de lo cual pueden citarse el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, Petróleos de Venezuela, el Fondo de Inversiones de Venezuela y el Fondo de Garantía de Depósitos y Protección Bancaria. Entre las responsabilidades atendidas por el Banco Central ha jugado un papel trascendente el asesoramiento del Instituto a los Poderes Públicos, especialmente a través de la formulación de opiniones en torno a decisiones del Ejecutivo, cuando éstas requieren conocer el criterio al respecto del Banco Central o cuando esa opinión es solicitada para el pronunciamiento del Poder Legislativo. En este sentido, la discusión en el Congreso Nacional de las operaciones de crédito público promovidas por el Gobierno Nacional han sido muy importantes y las sucesivas leyes de crédito público promulgadas a partir de 1959 dieron una gran injerencia al Banco Central en el procesamiento de las leyes que autorizarían la contratación de las respectivas negociaciones de deuda pública. Bueno es tener presente, tal como lo recordó un ex-presidente de la República en discurso pronunciado en el Banco Central, que las opiniones de éste no son vinculantes, razón por la cual muchas de sus sensatas observaciones y recomendaciones en materia de endeudamiento público no fueron oportunamente aco- 38.5

4 gidas, por 10 que caímos en el agobiante problema de la deuda externa que tan nefastas consecuencias ha tenido para la Venezuela contemporánea. El Banco Central de Venezuela ha ejercido moderadamente muchas de las facultades legales que posee, principalmente porque la peculiar estructura económica y financiera del país le da alta preponderancia al sector externo y al fiscal en la determinación de los niveles de liquidez interna y de los recursos con los cuales opera el sistema financiero. En fechas muy recientes, sin embargo, y como reflejo de la crítica situación económica por la cual ha venido atravesando el país, el Banco Central ha incursionado en el uso de instrumentos novedosos y ha renunciado al ejercicio de otros que le son propios. Entre los primeros están la utilización de la mesa de dinero y la emisión de bonos cero cupón del Banco Central, instrumentos heterodoxos, de alto costo financiero y con resultados que hasta el presente no han colmado todos los objetivos que de ellos se esperaba. En cambio, el Banco Central ha renunciado virtualmente al ejercicio de unas facultades que técnica y legalmente son de su incumbencia, como es el caso de la regulación de las tasas de interés en el sistema bancario, el manejo de los encajes legales mínimos ha sido empleada sólo una vez dentro de la coyuntura imperante al momento de concluir este libro y después de haber iniciado la aplicación de la mesa de dinero y de los bonos cero cupón con resultados no totalmente satisfactorios. Por otra parte, cabe admitir que el manejo de la política monetaria del Banco Central con miras a corregir los problemas de desequilibrio externo, de liquidez doméstica y, consecuencialmente, del tipo de cambio, difícilmente podrá ser exitoso si no está acompañado de una armoniza- 386

5 ción simultánea con la política fiscal del país. Mientras el Banco Central propicia una acción moderadamente restrictiva en el circulante, el Fisco ha venido siguiendo una política de gasto público expansivo, financiado usualmente con los recursos aportados por el sector petrolero y por el endeudamiento externo más el registro de un déficit en la gestión fiscal, todo lo cual aminora o anula la acción de la política monetaria auspiciada por las autoridades del ramo. La consecuencia de la enumeración de estos hechos es que el Banco Central ha llegadoa sus cincuenta años de existencia en una etapa difícil para el país y para la institución. Los índices de inflación interna, el deterioro persistente del tipo de cambio y los niveles de las tasas de interés domésticas han llegado a cifras sin precedentes en lo que va de siglo, con incidencia adversa para el desenvolvimiento de la economía nacional. Paralelamente ha habido unos embarazosos episodios en los cuales se ha visto envuelto el Banco Central y que han puesto en duda la credibilidad que debe merecer la institución. Bastaría recordar al respecto la sentencia dictada por la Corte Suprema de]usticia ordenando reasumir el ejercicio de la regulación de las tasas de interés cobradas y pagadas por el sistema crediticio organizado, o el de las cartas de crédito abiertas por importadores que invocan un presunto derecho a obtener divisas a un tipo de cambio preferencial o el de la deuda privada externa, compromisos que ahora resultan difícil de honrar por las disponibilidades de divisas y por la precariedad fiscal, a pesar de los contratos suscritos al respecto. Estos hechos ponen en duda la procedencia de la responsabilidad asumida al celebrar los contratos, pero en definitiva han repercutido adversamente sobre la confianza y pulcritud que deben caracterizar las actuaciones del Banco Central. 387

6 Las actividades en escala internacional del Banco Central, sus análisis sobre el acontecer económico, interno y externo, y las incursiones del Instituto en el ámbito cultural son materias todas de evidente signo favorable y comentadas en sus pormenores en la presente obra. El Banco Central de hoy día cubre áreas mucho más vastas de las que se le asignaron inicialmente. Y es lógico que sea así. En cincuenta años se han operado profundas transformaciones en el ámbito político, económico y financiero, interna y externamente. Obviamente, esas transformaciones se han reflejado en la concepción y tareas a cumplir por el Banco Central. Pero esas transformaciones, ineludibles en razón de los avances propios del acontecer histórico, no siempre han estado encuadradas dentro de las mejores orientaciones. Muchas. de las nuevas atribuciones atentan contra el logro de los objetivos fundamentales de la institución y priva la tendencia a utilizarlo más para fines que requieren aportes presupuestarios o, en todo caso, la actuación de organismos concebidos con finalidades distintas a las de los bancos centrales. Estimo que en futuras reformas a la legislación del Banco Central debería incorporarse alguna fórmula que restituya una conveniente autonomía de acción al Instituto, en la cual se preserven, por mandato de ley, los períodos para los cuales son designados su Presidente, los Directores y los altos funcionarios administrativos como fórmula encaminada a evitar que el Banco Central sea meramente una institución al servicio del Gobierno de turno. Sería deseable que el período de esas funciones no coincidan en su totalidad con el período constitucional del Presidentes de la República. 388

7 Bueno es tener presente aquella sensata observación de la Exposición de Motivos a la Ley original del Banco Central cuando se afirmaba que estas instituciones deben ser un instrumento de cooperación de los poderes públicos y ser un aliado consciente y responsable del Gobierno, pero no que obedezcan siempre sin análisis y réplica. La bondad de estas observaciones adquiere mayor relevancia cuando se le han encomendado nuevas y significativas responsabilidades al Banco Central, entre ellas, una mayor capacidad de préstamos al Estado, la fijación de los encajes de la banca, antes establecidos en la Ley y que ahora los fija el Banco Central en función de variados parámetros. Igual hecho ocurre cuando se recaba su opinión vinculante, junto con la Superintendencia de Bancos, en materias tan importantes como determinar la proporción que debe existir entre los recursos propios y la capacidad de obligarse de los bancos y demás institutos de crédito, así como los pasivos contingentes que éstos pueden asumir. El Banco Central ha sido y es una institución útil al país y para ello debe dotársele de las facultades que le permitan ejercer con propiedad las delicadas responsabilidades que se le han confiado. Sobra decir que, adicionalmente a las normas legales que lo rigen, importan mucho las calificaciones profesionales y éticas de quienes tienen la función de administrarlo. Cuestión que compete fundamentalmente a los Presidentes de la República cuando designan al Presidente del Banco y a los Directores del sector público, además de la responsabilidad de las instituciones privadas que postulan aquellos Directores vinculados a las áreas financieras, empresariales y laborales. Pienso que incorporar a la Ley la norma según la cual la designación del Presidente del Banco requiere la aprobación del Senado de la República, con- 389

8 tribuiría a garantizar el mejor cumplimiento de los requisitos exigidos para el desempeño de esa responsabilidad. Si bien esa exigencia implica una injerencia de tipo político, también evitaría excesos en la discrecionalidad confiada al Primer Magistrado de la República. Al momento de reseñar el medio siglo de existencia de nuestro Banco Central es justo evocar nuevamente el nombre de quienes como el Presidente Eleazar López Contreras y el Dr. Manuel R. Egaña, acompañados por un grupo de ilustres compatriotas y calificados técnicos extranjeros, a quienes se alude en el capítulo relativo al aporte humano, a la concepción, creación, funcionamiento y evolución de nuestro Banco Central, hicieron posible que el Instituto exista y haya prestado útiles servicios al país. Caracas, junio