TÍTULO DEL TRABAJO: El estigma: un extraño forastero en la comunicación intersubjetiva.

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1 TÍTULO DEL TRABAJO: El estigma: un extraño forastero en la comunicación intersubjetiva. AUTOR: Alejandra Patricia Gómez Cabrera CORREO ELECTRÓNICO: INSTITUCIÓN DE PROCEDENCIA: Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales RESUMEN DEL TRABAJO: La comunicación intersubjetiva es un proceso clave en la conformación de la identidad personal y una premisa fundamental en la consolidación de la sociedad. A pesar de ello, existen elementos que obstaculizan el desarrollo integral de las personas y la sana convivencia cotidiana, tal es el caso del estigma o la identidad deteriorada. El estigma es una herramienta que permite desprestigiar la biografía, acciones o ideología de determinados individuos o colectivos a través de la imposición social de una etiqueta que los identifica como diferentes o peligrosos. En este terreno, el estigma posibilita la violencia cultural, la marginación y la discriminación, sobre todo entre agrupaciones cualitativamente opuestas o cuantitativamente minoritarias a las representaciones hegemónicas vigentes. El estigma involucra entonces, no sólo una condición, sino el resultado de múltiples negociaciones a través de las cuales se organizan los miembros de una sociedad. Aún cuando el estigma tiende a originarse en suposiciones, idealizaciones o estereotipos, generalmente resulta en la exclusión o cosificación de ciertos individuos. A pesar de la carencia de investigaciones que analicen las implicaciones del estigma en el ámbito comunicativo, su incidencia es cada vez más grave para la seguridad ontológica del sí mismo, la articulación y permanencia de las relaciones 1

2 interpersonales, y la seguridad y confianza como debieran vivenciarse los entornos cotidianos, De allí, el interés por reflexionar sobre la incidencia de este fenómeno en la comunicación intersubjetiva: pilar de la sociabilidad y la convivencia humana. PALABRAS CALVE: estigma, comunicación intersubjetiva y empatía. 2

3 EL ESTIGMA: UN EXTRAÑO FORASTERO EN LA COMUNICACIÓN INTERSUBJETIVA El estigma constituye, no un conjunto alineado de atributos a la espera de ser percibidos y clasificados, sino el resultado de las continuas negociaciones de perspectivas que consolidan o modifican las identidades de los miembros de una comunidad quienes de un momento a otro, pueden transitar de la aceptación a la exclusión, ya sea total o parcial, manifiesta o encubierta, dependiendo del ámbito geográfico, situacional e ideológico en el que se ubiquen. Hablar de perspectivas y no sólo de atributos, ubica al estigma en el plano comunicacional. Referirse al estigma involucra entonces, un proceso de intersubjetividad en el que interactúan tanto los miembros de la sociedad (los «normales») como los individuos y colectivos «estigmatizados. Dicha interacción permite consolidar y perpetuar los prejuicios y estereotipos necesarios para legitimar, histórica y culturalmente, las acciones excluyentes tanto en el ámbito social como en el personal. La comunicación puede entenderse como la interacción mediante la cual los seres vivos acoplan sus conductas frente al entorno (Rizo, 2007, p.1) al mismo tiempo que el entorno adquiere consistencia social. La interacción no sólo es una mediación, sino un proceso simbólico que afecta la comprensión del mundo y la forma cómo se actúa en él a través de los vínculos intersubjetivos establecidos con los otros. Según Marta Rizo (2007) La interacción comunicativa es un proceso de organización discursiva entre sujetos que mediante el lenguaje, actúan en un proceso de afectación recíproca. ( ) Al margen de qué o quién inicie el proceso de interacción, el resultado es siempre la modificación recíproca de los estados iniciales de los participantes La interacción es la trama discursiva que permite la socialización del sujeto por medio de sus actos dinámicos, su adaptación al entorno y la comprensión de las acciones propias y ajenas (p.5). 3

4 Decir que el estigma está incrustado en la comunicación, es afirmar que el estigma es producto de un proceso (su carácter procesual, se evidencia a través de la noción de intersubjetividad) en el que interactúan distintos ámbitos de la realidad (el intrapersonal, el interpersonal y el socioestructural) a propósito de definir y redefinir el tipo de situaciones y adscripciones vigentes entre los miembros de la sociedad. En otras palabras, el estigma es el punto de encuentro de múltiples factores en interconexión entre los que destacan: 1) la definición que hace de sí la persona a través de conceptos como la identidad y la autoestima, 2) el sin número de negociaciones que hace el individuo con otros para construirse como actor social, y 3) las tipificaciones en las que se inserta la persona a través de los grupos a los que pertenece y del modo cómo es interpretada y clasificada en un nivel social. Desde el ámbito social, la construcción del estigma consiste en una serie de representaciones cognitivas (o prejuicios), socialmente compartidas, que asocian (de manera estereotipada) a los individuos con características negativas, lo que conlleva a reacciones y comportamientos negativos (Hsin Yang, 2007, p.6) que atentan contra la existencia de quienes son etiquetados con un estigma. En este ámbito, las expectativas se ven quebrantadas en término de oportunidades a causa de las decisiones del Estado y la sociedad civil. Estas acciones suelen obstaculizar el acceso de individuos y comunidades en términos de empleo formal, educación de calidad, acceso a la salud, a la alimentación, al esparcimiento y a una vivienda digna, respeto a las prácticas y creencias culturales, entre otras acciones que permiten el pleno desarrollo de cualquier ciudadano sin distingo. En el ámbito personal, el estigma comienza cuando los individuos conocen las imágenes culturales negativas que caracterizan a su grupo (autoestereotipamiento) lo cual lleva al auto-prejuicio y la auto-discriminación (Hsin Yang, 2007, p.6), actitudes que amenazan la identidad y que soportan el riesgo, no sólo de devaluar, sino de quebrantar en lo más íntimo a una persona o agrupación a través de sentimientos como la vergüenza, la humillación y la 4

5 desesperación. Una persona que nunca ha tenido acceso al sistema educativo, experimenta desesperanza cuando se dispone a encontrar empleo; asimismo, se convierte en objeto de burlas, humillaciones y regaños por parte de sus familiares y amigos. Esto atenta contra la identidad y la forma de convivir con el entorno inmediato. Aunque parecieran separadas, tanto la dimensión social como la personal están dialécticamente articuladas a través de la comunicación intersubjetiva. Referirse al estigma como producto de la intersubjetividad, involucra también, que el estigma se consolida en el «mundo de la vida cotidiana» en el cual la experiencia sobre «sí mismo» y la tipificación a la que se pertenece, dependen de la conexión comunicativa con los otros. Por su parte, la experiencia con el otro depende de la inmediata aprehensión de él, no como alguien ajeno, sino semejante al «sí mismo» y a su realidad. Al respecto, el estigma representa un obstáculo en la conexión comunicativa (interpersonal), ya que el otro no se presenta como alguien semejante, sino como alguien ajeno y además, peligroso. Esta situación complica la instancia reflexiva hacia el «sí mismo» (comunicación intrapersonal) y la tipificación a la que está adscrito (comunicación intragrupal), pues le faltan argumentos suficientes para consolidarse como un ser en interconexión con el otro. En este escenario, la persona o grupo «normal» se ve a sí mismo como alguien superior a cualquier otro, sólo se interesa por sí y por nadie más, ya que para él los otros son una «pérdida de tiempo» y un estorbo. Aunque alguien pueda servirle, siempre lo verá en un contexto de inferioridad y cosificación. Por ejemplo, el Consejo Nacional para la discriminación apunta que el 41% de los mexicanos opinan que las personas con alguna discapacidad no trabajan tan bien como las demás. Esta situación ha originado que 50% de las personas con alguna discapacidad, se sientan imposibilitadas para tener algún rol importante en la sociedad, aún cuando crean que pueden responder a esa responsabilidad (2010, 5

6 p.85). Sin embargo, como se ha venido explicando, la construcción de identidades y oportunidades sociales, depende de la negociación de sentidos a través de la interacción, y en este caso, el «normal» obstaculiza las oportunidades del «estigmatizado» al cosificar su autonomía individual. La comunicación entre el «normal» y el «estigmatizado» implica una interacción desigual, devaluatoria e inestable para el segundo de los participantes, debido a un proceso en cual el «normal» es quien asigna y juzga el etiquetamiento a través de un trato denigrante, llegando en algún momento a alterar la concepción del «estigmatizado» quien no puede menos que vivir su etiquetación como un despojo de su identidad personal y de su autoestima (Giménez, 2003, p.10). El despojo implica una actitud de violencia, de ruptura de derechos y libertades que victimiza al «estigmatizado» haciendo de él alguien impedido para gozar de su individualidad. El despojo, por ende, implica un conflicto entre víctimas («estigmatizados») y victimarios («normales») en el que los primeros son forzados a abandonar aquello que les es propio y frente a lo cual tienen derechos y obligaciones. En este conflicto lo que está en juego es la identidad, el rostro social. Por lo tanto, el estigma significa el deterioro o despojo de la identidad como el elemento principal de la comunicación y el pensamiento: los cimientos de la socialización humanizada. Esta forma de socialización ambivalente, conlleva a un proceso de tipificación social que actúa como los papeles de una tómbola y no en forma equitativa y consensuada. Mientras los «normales» son reconocidos por su fusión al discurso social, aún cuando practican acciones discriminatorias, a los «estigmatizados» se les asignan capacidades contaminantes que amenazan a la «población sana», aún cuando cumplan con las normas exigidas por la comunidad. Por ejemplo, un joven puede adquirir competencias en la escuela a fin de incorporarse al campo laboral y tener un poder adquisitivo suficiente para desarrollarse como persona adulta. Sin embargo, las posibilidades de que acceda a un trabajo mal pagado y 6

7 sin prestaciones puede ser su único escenario. A causa de este obstáculo el joven será estigmatizado como holgazán. Por su parte, al empresario le serán exigidas cada vez menos obligaciones como patrón y su falta de responsabilidad social será justificada a causa del mal desempeño del joven. Dicha situación, sujeta al «estigmatizado» a condiciones adversas, involuntarias y despersonalizadas, pues gran parte de su identidad y aún de las oportunidades incentivadas por el contexto para revertir el estigma están controlada por variables que no dependen de él, sino de aquellos quienes motivaron el estigma que ahora lo etiqueta. Aún así, el estigma suele atribuirle una significativa responsabilidad a la persona «estigmatizada». El «estigmatizado» llega a suponer que el «normal» es incapaz de reconocerlo y aceptarlo como una «persona total», pues mientras que él se define a sí mismo como igual a cualquier otro ser humano, es definido por quienes lo rodean como un individuo marginal (Goffman, 2008, p.139), reducido al supuesto de aquello que lo hace diferente y peligroso en comparación con los demás. Llevar una vida que en cualquier momento se puede desplomar, debido a la permanente inseguridad en la acogida social, el estado de inferioridad, subversión y peligro al que rutinariamente se es expuesto y la ausencia de un código común que le sirva como plataforma para considerar su apego a los estatutos sociales, aumentan las posibilidades de aislamiento y rezago social, disminuyen los insumos para adaptarse provechosamente al entorno, obstaculizan las oportunidades para expresarse con plena libertad y confianza. Ello va hundiendo a su poseedor ya sea en la mentira, en la exhibición ofensiva y morbosa o en el confinamiento y la ignominia. Si se acepta la tesis de que la comunicación inicia con un proceso de autoidentificación (nivel intrapersonal), entonces para el «estigmatizado» la comunicación es un obstáculo que le impide ser congruente con sus pensamientos e ideales. Esto, a razón de que ninguna persona mentalmente sana está dispuesta 7

8 a ser representada como peligrosa, inferior o discapacitada, y menos aún, de que está situación obstaculiza su interacción con otras personas y contextos. Al analizar la comunicación y al tratar de que ésta sea lo más efectiva posible, lo primero que debemos preguntarnos es: cuál es el fin que persigue y qué resultados espera el emisor al emitir su mensaje. ( ) Qué es lo que desea que la gente crea como resultado de su comunicación y qué quiere que ésta sea capaz de decir, de hacer? ( ) Cuando aprendemos a expresar nuestros propósitos en términos de respuestas específicas con respecto a aquellos a quienes van dirigidos nuestros mensajes, hemos dado el primer paso hacia la comunicación eficiente (Berlo, 1969, p.11). La aportación subjetiva del «estigmatizado» es devaluada durante su participación en la interacción social. En este caso, la comunicación intersubjetiva no representa un esquema implicativo entre el «sí mismo» y la otredad, sino la reducción de uno de ellos a través del estigma. La actitud natural no presupone más al otro como experiencia ni trayectoria, sino como instancia de una comparación deficitaria. Por ejemplo, el mexicano promedio considera que no existe un trato de exclusión hacia la población indígena, sin embargo, uno de cada tres opina que lo único que tienen que hacer los indígenas para salir de la pobreza es no comportarse como indígenas (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, 2010, p.p ). Ante esta realidad, los indígenas tienen que optar si es mejor despojarse de sus creencias, identidad y tradiciones para darle gusto a una sociedad que en el fondo los margina y discrimina o mantenerse «en pie» a riesgo de que sigan empeorando sus condiciones de vida. La pérdida de la seguridad identitaria -la cual le otorga a la persona un rostro, una posición y el respeto de la sociedad- no sólo motiva al individuo a sentirse desprotegido, sino a cultivar el terreno para ser «estigmatizado» una y otra vez, a razón de que se muestra con miedo, ambivalencia, resentimiento y generalmente anticipa reacciones de rechazo, a veces fundadas en irrealidades. El temor a que los demás puedan faltarle el respeto por algo que ese individuo sabe que no puede arreglar, representa una deficiencia casi fatal en el sistema del yo. ( ) La formulación definida por el estigmatizado es: «Soy inferior. Por lo tanto, la gente me tendrá aversión y yo no me sentiré inseguro con ellos» (Goffman, 2008, p.27). 8

9 Por su parte, los «normales» evalúan al «estigmatizado» como un exhibicionista que utiliza su diferencia como un elemento de protección emocional (chantaje y victimización), propenso a poner a prueba los límites de aceptación social debido a su desapego a las instancias de legitimidad (moral-legal), tendiente a juzgar negativamente la ayuda propuesta y a interpretar en las acciones de los otros significados incongruentes con la realidad. Debido a esto, los «normales», más que producir una cortés desatención, una amable y sutil indiferencia hacia el «estigmatizado», tienden a juzgarlo con desprecio, a criminalizarlo y deteriorar, aún más, la relación interpersonal. Habitualmente el rechazo de los «normales» hacia los «estigmatizados» deriva en una conducta que relaciona la diferencia con actitudes de miedo al desconocimiento, al supuesto gasto inútil de tiempo y energía, así como al impedimento del desarrollo «normal» que resulta de la convivencia con este. Ante ello, el «normal» suele responder con actitudes de segregación, sobreprotección o prácticas que aseguran lo mínimo al «estigmatizado» con lo cual cohesiona su libertad individual. Regresando al ejemplo de los indígenas, las diferentes creencias, prácticas religiosas, modos de alimentación y la propia separación del espacio (rural vs urbano) incentiva a tratar a estas comunidades de modo degradante. Ello, se junta a los pocos espacios que estos grupos tienen en los medios de comunicación y en la participación política, económica y religiosa del país. Ante este contexto, el simple contacto con el «estigmatizado» se convierte en todo una faena de análisis y confrontación, que provoca el encubrimiento, la falsedad (hacerse «pasar por otra persona») y la mistificación (generar una «doble vida») por parte del «estigmatizado». Al mediano plazo, estas acciones constituyen facetas de auto-discriminación y sufrimiento emocional, no sólo para el «estigmatizado» y sus grupos más cercanos, sino también para quien estigmatiza y para el resto de la sociedad. Esta asimetría niega cualquier forma de 9

10 negociación, pues la negociación se da entre iguales y en este caso, el otro está cosificado, no es una persona como tal (Giménez, 2007, p.16). Entendida desde la metáfora de una cuerda jalada por los «normales» de un lado y los «estigmatizados» del otro, la interacción se convierte en un lazo que a cada contacto se vuelve más débil, pues la ambivalencia en las formas de comprender la realidad y de apostar por un equitativo y mutuo reconocimiento desde el ámbito de la intolerancia, hacen que de un momento a otro, el lazo se rasgue, tornándose en un conflicto. Las relaciones, al no involucrar ni compromisos morales ni compromisos formales ineludibles, son potencialmente inestables. Los compromisos son mediadores especialistas en motivar la interacción aún cuando existen diferentes estilos de vida y visiones del mundo (Pelerman, 2010, p.119). La intersubjetividad es un antecedente de compromiso comunicacional. En términos fenomenológicos, la intersubjetividad implica un mínimo de «empatía», que en términos pragmáticos se traduce como funcionalidad. La «empatía» (einfühlung) es el medio por el cual el «sí mismo» se ve motivado a entender al otro no sólo como cuerpo físico, sino como conciencia viva, como subjetividad. La empatía permite considerarse uno a otro como semejantes (porque comparte un entorno y un sentido de comunidad) a pesar de las diferencias individuales y grupales existentes. La «empatía» permite la reciprocidad valorativa, la comprensión de uno y otro por el hecho de compartir una misma realidad: el «mundo de la vida cotidiana». La empatía, aunque tienen una cualidad subjetiva, se objetiva a través del lenguaje para compartirse en un nivel social. La empatía permite acceder al otro, en un plano de reciprocidad reflexiva y afectiva. Los seres humanos tienen experiencias sobre sí mismos, ya sea por recuerdo o reflexión, y de sus semejantes por la empatía, medio por el cual entran en intercambio recíproco. Todos los modos como se presenta la comunicación, sean signos orales, corporales o escritos, presuponen la experiencia empática inmediata como base (Guangama, 2006, p.15). 10

11 En la estigmatización, la empatía no es premisa ni compromiso, a caso rendirá desde el ámbito funcional, pero tendrá consecuencias de violencia o conflicto, pues al socavar al otro, llegará un momento en que éste se harte y responda de modo ególatra y vengativo a su vez. Si bien, el estigma incorpora a la comunicación, sólo lo hace en términos de un ciclo infinito de violencia y vejación. Por su parte, el lenguaje, como medio de objetivación de la empatía, para el caso del «estigmatizado» sólo sirve como un mecanismo para acentuar la presencia de una tipificación negativa. A veces, el lenguaje estigmatizará de modo explícito a una persona (eres pobre, tonto e inútil) o comunidad (son unos nacos, mal vestidos y drogadictos). En otras ocasiones, el lenguaje servirá como una forma de etiquetamiento implícito mediante burlas («no me burlo de ti, sino de lo que hicieron tus padres»), apodos («álgebra» está llena de operaciones) o chistes ( por qué sólo el 10% de los hombres llegan al cielo? Porque si todos fueran, sería el infierno). El lenguaje al ser una objetivación de la conciencia, refiere que el estigma inicia como un pensamiento del otro como alguien degradado, aún cuando esto se haga explícito hasta verbalización del discurso o la actitud de desprecio. Ahora bien, la comunicación tiene una característica importante: su difusión a través del rumor. Una broma o un chisme pueden dar origen a un rumor. El rumor (del latín rumor-rumoris) empieza a difundirse de boca en boca y puede ser asumido después por los medios de comunicación (Corral, 2010, p.56). El rumor crece de manera vertiginosa como una «bola de nieve». Comienza como un suave murmuro hasta convertirse en un grito estridente. El rumor es una voz que corre entre el público, un ruido confuso de voces, una red de comunicación no estructurada, estimulada por la incertidumbre. Suele ser bastante nocivo para afectar la identidad y el desempeño social de aquellos a quienes desprestigia. La difusión del estigma suele utilizar al rumor para afectar, 11

12 no sólo al «estigmatizado», sino a sus grupos de pertenencia. De allí el famoso dicho popular de: dime con quién andas y te diré quién eres? Este proceso implica que, no sólo el «estigmatizado» peligra ante el rumor, sino también aquellos círculos más cercanos a él tales como la familia y los amigos. Al estigmatizar a estos grupos, una cosa es segura, se rompen las conexiones vitales que vinculan a la persona con una red social de apoyo, recursos y oportunidades de vida. (...) El resultado final puede ser una especie de muerte social que amenaza la propia existencia, el valor y la perpetuidad de la gente cercana (Hsin Yang, 2007, p.9). Esta idea, hace que el «estigmatizado», en muchas ocasiones responda con chantaje, violencia (física o psicológica), segregación y exclusión frente a los demás. Podría afirmarse que, el «estigmatizado» estigmatiza a su vez, debido a que él también siente miedo y peligro de poder ver contaminado su entorno y deterioradas sus relaciones más queridas a causa de la discriminación a la que es sujeto por los demás. En otras ocasiones, el «estigmatizado» optará por aislarse de la convivencia social, aún de aquellas redes que representan un tesoro para su supervivencia y su posible retorno a la «normalidad», tal es el caso de los familiares quienes, en varias ocasiones, representan un sinónimo de acogida y apoyo. Bajo este tenor, lo único real es que la carencia de la saludable retroalimentación (feed-back) del intercambio social cotidiano, llevan a la persona que se aísla a volverse desconfiada, depresiva, hostil, ansiosa y aturdida (Goffman, 2008, p.26). La comunicación en el contexto de la vida cotidiana es el punto de encuentro por el que se genera un estigma y al mismo tiempo, es la única vía para revertirlo y prevenirlo. Los miembros de la sociedad, sus autoridades y las instituciones que han erigido tendrán que comprometerse a retomar la confianza a través de un capital que depende del «estar allí» (cercano), del ser empático, del permitirse 12

13 interactuar sin confines de victimización, desaprobación o expectativas ideales. Este compromiso involucra un mínimo de respeto mutuo a pesar de las diferencias culturales. Asumir este compromiso de manera perenne y equitativa es una obligación y un derecho. Evadir este compromiso implica un gran precio: la salud mental, física y social, no sólo de las personas «estigmatizadas», sino de la colectividad en su conjunto quien tendrá que vivir el deterioro de todos sus miembros («normales» y «estigmatizados»), los desequilibrios estructurales que ello conlleva y la desintegración de una convivencia equitativa y fructífera, necesaria para la supervivencia y el desarrollo humano. BIBLIOGRAFÍA Berlo, David. (1969). El Proceso de la Comunicación. Introducción a la Teoría y a la Práctica. Buenos Aires: El Ateneo. Corral, Manuel de Jesús. (2010). Comunicación y Vida Cotidiana 2 (2ªed.). México: Edere. Giménez, Gilberto. (2003). Las Diferentes Formas de Discriminación desde la Perspectiva de la Lucha por el Reconocimiento Social. Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. (20/08/2010) Goffman. Erving. (2008). Estigma. La Identidad Deteriorada (2ª ed.). Buenos Aires: Amorrortu Editores. Hsin Yang, Lawrence, et. al. (2007). Cultura y Estigma, La Experiencia Moral. Junio, número. 195, México: Este País. Tendencias y Opiniones. Guamanga Anaconas, Miguel. (2006). Aproximación al problema de la Intersubjetividad en la fenomenología de Husserl y en la de Merleau Ponty. Revista Légein, Enero-Junio, número 2, Universidad del Valle, Colombia. manga.pdf Perelman, Mariano. (2010). El Cirujeo en la Ciudad de Buenos Aires. Visibilización, Estigma y Confianza. Revista de Antropología Iberoamericana, vol. 5, número. 1, enero-abril 2010, Universidad de Buenos Aires. 13

14 Rizo, Marta. (2007). El Interaccionismo Simbólico y la Escuela de Palo Alto. Hacia un Nuevo Concepto de Comunicación. Portal de la Comunicación. (23/04/2010) 14

15 Reflexiones de la intersubjetividad: La comunicación interpersonal como elemento para el desarrollo de la colectividad. Autor: Alejandro Gutiérrez Lizardi Correo electrónico: Instituciones de Procedencia: Universidad Iberoamericana y Universidad de Londres Resumen del trabajo: La AMIC ha señalado como pauta para análisis a la comunicación intersubjetiva, lo anterior como un punto de partida a ser investigado con el fin de encontrar soluciones que resuelvan conflictos o problemas existentes en la comunicación social (Fernández y Rizo, 2009). Desde esta perspectiva, no podemos generar una comunicación efectiva en lo macro, sin antes saber cómo hacerla efectiva a partir del establecimiento de elementos que permitan describirla en un nivel interpersonal. Los cambios globales actuales y la crisis que vivimos, representan un reto para la comunicación entre los individuos. Hoy en día comunicarse sin prestar atención a lo que sucede en ese proceso resulta común. En lo que refiere a la ciencia de la comunicación, este ensayo de investigación pretende servir como detonante para continuar realizando mayores investigaciones, sobre todo a nivel cualitativo, de las formas en las que los individuos se relacionan entre sí, a fin de generar conceptos y teorías dentro de la ciencia de la comunicación para que se pueda mejorar la calidad de vida de las personas y mejorar su capacidad de éxito y estabilidad social, como lo mencionaba el Dr. Cisneros en el coloquio del año pasado, en el marco del grupo de investigación.

16 Reflexiones de la intersubjetividad: La comunicación interpersonal como elemento para el desarrollo de la colectividad. Para la medicina, estudiar el cuerpo en su complejidad antes de conocer las partes que lo conforman; sus células, órganos, aparatos y sistemas, podría parecer arriesgado, pues no conoceríamos las variables que conforman o modifican las reacciones que ese cuerpo pueda tener en particular. Algo similar ha sucedido al momento de desarrollar la investigación sobre comunicación, nos hemos ocupado por analizar lo macro del fenómeno: los medios masivos y las organizaciones, cuando ambos están conformados por individuos que modifican y transforman el entorno. El nivel básico de comunicación al que hago referencia en este escrito es el de comunicación interpersonal, área que fue relegada de la esfera de la investigación en comunicación en los inicios para darle un mayor peso a los análisis relacionados con los alcances y efectos que tienen los medios de comunicación de masas (MMC) en las audiencias o sociedades. La AMIC ha señalado como pauta para análisis a la comunicación intersubjetiva, lo anterior como un punto de partida a ser investigado con el fin de encontrar soluciones que resuelvan conflictos o problemas existentes en la comunicación social (Fernández y Rizo, 2009). Desde esta perspectiva, no podemos generar una comunicación efectiva en lo macro, sin antes saber cómo hacerla efectiva a partir del establecimiento de elementos que permitan describirla en un nivel interpersonal. Los cambios globales actuales y la crisis que vivimos, representan un reto para la comunicación entre los individuos. Hoy en día comunicarse sin prestar atención a lo que sucede en ese proceso resulta común. En lo que refiere a la ciencia de la comunicación, este ensayo de investigación pretende servir como detonante para continuar realizando mayores

17 investigaciones, sobre todo a nivel cualitativo, de las formas en las que los individuos se relacionan entre sí, a fin de generar conceptos y teorías dentro de la ciencia de la comunicación para que se pueda mejorar la calidad de vida de las personas y mejorar su capacidad de éxito y estabilidad social, como lo mencionaba el Dr. Cisneros en el coloquio del año pasado, en el marco del grupo de investigación. La comunicación entre sujetos incide directamente en aspectos de la cotidianeidad y en la conformación de significados y de la cultura, restarle importancia a su estudio significaría negar una base importante del desarrollo de los seres humanos. INTEGRACIÓN DE LA COMUNICACIÓN i De acuerdo a Cisneros (2007) un desarrollo que se ha empezado a abordar en materia de comunicación desde la psicología es el que se refiere a la comunicación interpersonal. Sin embargo, también la ciencia de la comunicación debe preocuparse por dar respuesta y apoyar al entendimiento que dicho proceso tiene en la vida de las personas. Para Antoni Paoli, la comunicación es establecer la conciencia profunda del mutuo respeto, y dar respeto es dar valor. Dar valor es reconocer lo que de verdaderamente valioso tiene el ser humano (Paolo en Cisneros, 2005, p44.) Para Kvale (en Kaufman, 2004), las carreras de comunicación, contienen importantes segmentos conocidos como talleres, cursos y seminarios en los que se producen objetos comunicacionales. Contrario a lo realizado por las carreras de ciencias físicas o naturales que emplean laboratorios, las humanísticas y de ciencias sociales comprenden diversos espacios de prácticas y aplicaciones de los conocimientos teóricos y críticos, a través de los cuales se generan productos y conocimiento. Los exámenes y tesis contribuyen de manera instituyente a la constitución del conocimiento de una disciplina. Tales productos de investigación son el resultado de la aplicación de conocimientos teóricos, una creación que reconoce como singularidad una

18 concurrencia de desarrollos tecnológicos y estéticos. En tal sentido, el comunicador es un escritor del tipo de elaboraciones que se definen como pertinentes del campo de comunicación y cultura. Así como es también un periodista de radio y televisión o un documentalista, o un ensayista, o un divulgador científico. Martínez de Velazco y Nosnik la definen como el proceso mediante el cual una persona se pone en contacto con otra a través de un mensaje, y espera que esta última dé una respuesta, sea una opinión, actitud o conducta (2004). Es decir, es la forma en la que establecemos contacto con otros a través de la herramienta del lenguaje. Satir, menciona considera que sin ésta definitivamente no podríamos sobrevivir (en Devito, 2002). Fernández (2001) el desarrollo de la disciplina de la comunicación ha pasado por tres fases importantes durante el siglo XX: la primera, centrada en el análisis de la profesión de la oratoria, la segunda en el desarrollo del campo de la comunicación y la tercera en el surgimiento de la disciplina de la comunicación como tal. Dentro de las etapas anteriores comenzó a desarrollarse un área especializada en lo relacionado a la comunicación. Dicho de otra forma, la tradición retórica se fundió con la oratoria, el campo del lenguaje y mezcló al mismo tiempo al enfoque humanista con el científico, situación que dio como resultado el nacimiento de la ciencia de la comunicación. Para Cisneros (2007) la comunicación es una acción generada por los seres humanos que tienen la voluntad de entenderse, por lo que establecen un acuerdo de principio en el cual se reconocen recíprocamente como seres humanos valiosos, se respetan en cuanto tales y valoran sus diferencias y autonomía ética, desarrollan un intercambio recíproco de mensajes que los lleva a crear un nuevo conocimiento y una verdad conjunta, así como un vínculo que los compromete recíprocamente, teniendo mutua conciencia de todo ello.

19 LA IMPORTANCIA DE LA COMUNICACIÓN HUMANA 1 Los esfuerzos de la investigación en comunicación rara vez van acompañados de auto reflexión o autoanálisis de sí mismos (Hardt, 1992). Por ello, es importante señalar los conceptos necesarios para el entendimiento de la comunicación humana en el nivel de comunicación interpersonal. Para éste documento, al igual que Hardt reconocemos que la investigación en comunicación está alineada con una variedad de áreas y disciplinas de las que obtiene soporte y apoyo. La comunicación humana se ha estereotipado pajo el esquema en el que siempre existe un individuo que escucha y un elemento que sirve como referente del que se habla. Sin embargo, la comunicación humana resulta un proceso mucho más complejo. Ello, debido a que existen otros factores que inciden dentro de la comunicación, tales como: el significado de las palabras y el contenido social de las mismas (Morris, 1955 en Danzinger, 1982, Berger y Luckmann, 1997). Para Hardt la comunicación es definida en términos de efectividad o eficiencia, concentrándose en las funciones del mensaje o de las habilidades de los individuos o grupos para procesar información, más que en términos de intenciones individuales, identidad cultural o momentos históricos. A pesar de ello, considero que el estudio de la efectividad de la comunicación interpersonal (y en un siguiente nivel, de la comunicación intersubjetiva) puede permitir estudiar de mejor manera los procesos de identidad cultural e intencionalidad, pues es a través de la construcción de significados compartidos que se llega a la construcción de un sentido o una identidad cultural (Berger y Luckmann, 1997). Dentro de la transmisión de significados, existen dos dimensiones en las que los seres humanos se vinculan con los otros (Fernández, 2001). La primera, se refiere a lo verbal, algo con lo que los individuos y las personas están familiarizados, dado que es una herramienta empleada para entender a los demás a lo largo del desarrollo de la vida. La segunda, relacionada a un aspecto en 1 Este Apartado persigue recopilar aquellas definiciones sobre comunicación que puedan robustecer el marco teórico y conceptual de la comunicación interpersonal y la comunicación intersubjetiva

20 ocasiones olvidado: lo no verbal. Dentro de lo no verbal aparecen elementos como: apariencia, movimientos corporales, características físicas, el ambiente, etc. El habla y el lenguaje son dimensiones de lo verbal. En ocasiones se utilizan indistintamente los términos de habla y lenguaje. El habla es la expresión verbal del lenguaje e incluye la articulación, que es la forma en la que se forman las palabras; en tanto que el lenguaje resulta estar en un nivel más complejo, ya que busca que los actores de la comunicación se comprendan entre sí, por medio de todos los niveles de comunicación: verbal y no verbal (Gavin y Meduri, 2005). La importancia del lenguaje y el habla dentro de la comunicación radica en que ambos son recursos que sirven para generar un nivel de entendimiento con el otro (Goffman, 1981). De acuerdo a Kline (1997) el arte de escuchar es la habilidad más descuidada en la comunicación humana. Durante la instrucción escolar primaria se reciben los conocimientos para aprender a leer, escribir y hablar, no obstante, pocas personas son las que se preocupan por el factor escuchar. Al igual que con el habla y el lenguaje, es que se emplean indistintamente los verbos escuchar y oir. Ambas son acciones que realiza el ser humano para obtener información, sin embargo la diferencia entre oír y escuchar puede expresarse como sigue: Oír denota la recepción del sonido, escuchar es la adición del significado al sonido. Oír es algo pasivo, escuchar es algo activo. Entender la diferencia entre oír y escuchar es un importante prerrequisito para escuchar con eficacia (Kline, 1997). El proceso de escucha activa comprende prestar atención verdaderamente al individuo en lo que dice y en el significado de las palabras que transmite. El lenguaje no verbal es en parte innato, en parte imitativo y en parte aprendido, de acuerdo a lo que maneja Albert Bandura en su teoría del aprendizaje social. Su teoría parte del principio de que se puede aprender a través de la observación, es decir, otra persona realiza la acción y experimenta sus consecuencias. El observador aprende por medio de la experiencia ajena. EN este