Don Ignacio Escolar Director del Diario 'Público'

Transcripción

1 Don Ignacio Escolar Director del Diario 'Público' Celebrado el 10 de diciembre de Madrid Con el patrocinio de:

2 Don Ignacio Escolar, Director del diario Público No quiero hablar de crisis económica ni de la crisis de los medios de comunicación. Esta semana se ha declarado en suspensión de pagos el grupo del Chicago Tribune, uno de los grupos de comunicación más importantes de Estados Unidos, dueño de cabeceras históricas como Los Ángeles Times. Es posible que no sea el único grupo de comunicación que quiebre en el mundo en esta crisis, pero estoy convencido de que el periodismo sobrevivirá siempre que siga siendo periodismo. Está el periodismo en crisis? Depende. En España la prensa escrita de pago siempre ha estado por detrás de Europa. En Noruega se venden 600 periódicos por cada mil habitantes, en Alemania 300, en Francia 200. En España se venden 100. Hay un dato aterrador que suele citar mi padre, el director de 20 minutos, Arsenio Escolar, cuando argumenta sobre los problemas de la prensa en España. En tiempos de la II República, en 1935, en España se vendían unos cuatro millones de periódicos al día. Más o menos los mismos ejemplares diarios que se venden ahora, con la diferencia de que en estas siete décadas la población ha aumentado en 15 millones y las tasas de analfabetismo han descendido drásticamente. Hay muchísima más gente que sabe leer pero, proporcionalmente, cada vez son menos los que leen diarios. En los últimos años, la prensa española tiene culpables a los que acusar de esta crisis: Internet, los gratuitos pero la raíz del problema es mucho más profunda, pues las tasas de venta de diarios en España siempre han sido bajas, no sólo ahora. En España las causas de que no se lean más diarios que en otros países europeos son otras. No se puede culpar al retraso de España con otros países, porque si se comparan otros indicadores culturales como la compra de libros, no existe un salto tan grande. En mi opinión, hay dos razones históricas. La primera es la dictadura, que con su censura impidió que la prensa española se desarrollase en los años en los que lo hacía en toda Europa. A casi nadie le gusta la propaganda. La segunda razón histórica es la Transición. Con la muerte de Franco, llega a las redacciones una nueva generación de periodistas para crear la prensa de la democracia. Son necesariamente jóvenes porque lo anterior es, en cierto sentido, cómplice del franquismo, pues eran periodistas que trabajaban bajo censura. Algunos periodistas de esa nueva generación consiguen hacerse con el poder de la prensa y no lo abandonarán durante casi tres décadas. E instauran un modelo de prensa que fue muy acertado en esos años, pero que treinta años después se ha quedado viejo. A diferencia del mundo de la política, que ha hecho ya dos o tres relevos generacionales desde la Transición, en la prensa ese sano mecanismo ha estado detenido durante casi tres décadas y sólo ahora, en los últimos años y cuando ya era inevitable, ha vuelto a funcionar. Hasta hace apenas cuatro años, todos los directores de diarios de Madrid ya estaban en puestos de muchísima responsabilidad en Y aún hoy permanecen al frente de los grandes grupos de prensa en España periodistas que ya dirigían diarios durante la Transición. Al tiempo, se está despidiendo a muchos otros veteranos con el argumento de que hay que abaratar costes y dejar sitio a los jóvenes. El tapón de la Transición no sólo creó dos generaciones perdidas en la prensa española, aquellos que eran muy jóvenes en 1978 y ahora se les considera demasiado viejos y ya los quieren prejubilar. También provocó un modelo de director de prensa acostumbrado

3 a poner y quitar presidentes. Tras el franquismo había tal vacío en la vida pública que algunos de los espacios de poder que debían llenar la sociedad civil, o los políticos, aquí los ocupó la prensa. Y algunos de esos periodistas se acostumbraron a mandar sin el incordio de tener que pasar por las urnas. Aún hoy actúan como si su trabajo fuese la política en lugar del periodismo, pero con la ventaja de no tener que presentarse a las elecciones cada cuatro años. En Público no creemos en ese tipo de periodismo, que conspira para cambiar presidentes y líderes de la oposición. Es posible que hace treinta años fuese necesario un papel más activo de la prensa ante la ausencia de una sociedad civil vertebrada, pero hoy no es así. Y en democracia el poder y la responsabilidad que tiene la prensa ya es de por sí lo bastante grande como para que sea necesario ir más allá. Los periodistas estamos para contar las cosas, no para protagonizarlas. Como escribió el Gran Wyoming en una columna en Público, la ética periodística es muy sencilla de resumir. Basta con no mentir. Eso no significa una ausencia de compromiso. Al contrario, en Público creemos que efectivamente la prensa está obligada a comprometerse, que hay cuestiones en las que es necesario ser militante y en las que no se puede ser neutral. La objetividad es un buen principio para la prensa pero también es importante la honestidad. Hay veces que la manipulación se oculta bajo una enorme capa de objetividad, de hipocresía. Por ejemplo, si yo publico que a la enésima manifestación del siglo en la plaza de Colón han asistido dos millones de personas según los organizadores y según la Policía estoy siendo objetivo. Reflejo las dos versiones sin mentir. Pero no estoy siendo honesto, pues basta una pequeña cuenta aritmética, medir los metros cuadrados y multiplicarlos por el número de personas que caben en un metro cuadrado, para saber que en Colón no entran dos millones de personas ni haciendo un enorme castell. También hay una serie de compromisos donde la prensa puede hacer algo más que indignarse desde las páginas editoriales. Me refiero, por ejemplo, a la lucha contra las mafias de la prostitución. Los accionistas de Público decidieron, desde el primer día, que igual que no se pueden vender diarios a cualquier precio tampoco se puede vender publicidad a cualquier precio. Y por eso Público se niega a aceptar anuncios de prostitución. Es un compromiso que sale caro, pues las mal llamadas páginas de relax qué tendrá que ver el relax con la trata de personas- son de las páginas de publicidad más rentables. Pero es un compromiso valiente de los accionistas de Público del que yo, como director, me siento muy orgulloso. En el periódico para el que trabajo no somos hipócritas: no decimos una cosa en las páginas de opinión y hacemos la contraria veinte páginas después. El tipo de periodismo en el que creemos en Público no sólo se diferencia por la manera de entender el papel de la prensa en la sociedad sino también por el modelo de prensa en el que creemos. En mi opinión, el corte histórico que supuso la Transición también se nota ahí, en el modo en el que hoy esa prensa se acerca a los lectores más jóvenes y a las mujeres y en la manera de contar las noticias, un modelo que en Público hemos querido romper. La relación entre las mujeres y la prensa es especialmente llamativa. La mujer está por delante del hombre en España en cualquier indicador cultural que se escoja: lee más libros, compra más revistas, va más al cine o al teatro, compra más música. En todos,

4 menos en lectura de prensa diaria. Ahí arrasa el hombre y yo creo que la culpa no es de la mujer sino de la prensa. Cada vez que un diario quiere aumentar su cuota de lectoras lo hace creando un gueto para lectoras. Y qué le gusta a las mujeres? Según algunos diarios, a la mujer le interesa sólo la cosmética, la maternidad, las dietas y los cotilleos de corazón. Antes de lanzar Público, hicimos un amplio estudio previo y descubrimos que las mujeres les interesas otra cosa de los diarios. No quieren política o deportes: buscan información de cultura y de ciencia, y por eso en Público le damos tanta importancia a estas dos secciones. Creo que somos el único diario del mundo que tiene tantos periodistas en la sección de Ciencias como en la sección de Deportes. Nuestras lectoras lo agradecen: según el EGM somos el diario de pago de Madrid con más porcentaje de lectoras. También nos preocupaba como enganchar a los jóvenes. No porque Público sea un diario sólo para jóvenes nos leen personas de todas las edades- sino porque sin jóvenes ningún negocio tiene futuro. En Estados Unidos, el instituto Poynter elabora desde hace unos cuantos años un interesante estudio sobre lectura de diarios. Se llama Eyetrack y consiste en colocar una cámara de vídeo que analiza los movimientos de la retina del lector para así ver qué cosas mira en cada página, cómo reparte su atención sobre el diario. A partir de estos estudios, se ha descubierto que a los lectores de prensa se les puede dividir en dos grandes grupos: los lectores delfín y los lectores tiburón. Los tiburones leen las páginas de los diarios de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha, en diagonal. Devoran los textos y no desvían apenas su atención. Los lectores delfín, por el contrario, saltan entre los distintos elementos de la página miran el titular, después el sumario, luego la foto y el pie de foto y sólo se sumergen en el texto principal cuando el resto de los elementos de la página ha conseguido captar su atención. Son un tipo de lectores más difíciles de cazar. El estudio eyetrack también demuestra que esta división entre delfines y tiburones es generacional. Los tiburones son lectores más mayores, por encima de los 40 años, mientras que el lector delfín se da entre los más jóvenes de esta edad. Los tiburones tienen mayor capacidad de atención, mientras que los delfines han nacido ya con mando a distancia en la televisión. Esta tendencia, con Internet, se está acentuando. En grandes líneas, se puede decir que las generaciones más jóvenes tienen menor capacidad de atención y de concentración pero al tiempo una mayor capacidad de relacionar distintos conceptos, de zapear entre varios canales de televisión, de surfear entre distintas páginas web con ocho navegadores abiertos al mismo tiempo, de enlazar una idea con otra. Esta tendencia, que ya es clara en mi generación, en los que nacimos en los 70, es aún más marcada entre los lectores más jóvenes, entre aquellos que han vivido toda su vida con más tiempo dedicado al ordenador que a los libros. Esta división afecta a la manera de hacer los diarios, nos afecta en Público, donde queremos que los tiburones encuentren toda la chicha que necesiten, pero también atraer a los nuevos lectores delfin, que son el futuro. Yo en la redacción, cuando explico a los redactores cómo hay que tratar la información, utilizo una metáfora culinaria. En grandes rasgos, en el mundo existen dos tipos de tradiciones gastronómicas, la oriental y la occidental. La oriental toma como premisa resolver en la cocina todos los problemas al comensal; todo llega a la mesa sin

5 espinas, sin huesos y en bocados que se pueden comer sólo con los palillos. En la tradición culinaria occidental, mientras tanto, la cocina traslada algunos de los problemas a la mesa, y en algunos restaurantes hasta nos cocinamos nosotros mismos la carne en platos calientes. Cada comensal se quita sus propias espinas y huesos y trocea cada bocado. En Público queremos preparar la información como lo haría la mejor cocina oriental. Resolver problemas al lector para que entienda mejor la información. No se trata de dar las noticias masticadas ni en forma de puré, no se trata de tratar al lector como si fuese tonto. Pero sí hay que hacer un esfuerzo diario para escribir para el que no lo conoce, no para los expertos que ya se saben la noticia. Y transformar la información en conocimiento. Este trabajo en la cocina de la redacción no consiste sólo en escribir de forma clara y didáctica. También requiere un esfuerzo previo para sacar partido de todos los elementos informativos. Una página de prensa ya no sólo es una foto y un interminable texto. Hay cosas que se explican mejor con infografía, con piezas de apoyo, con cronologías, con una pequeña entrevista, con una comparativa Pero el cambio en las audiencias de prensa no sólo se nota en esta división entre delfines y tiburones donde a la larga, sólo sobrevivirá el delfín. También en la competencia de Internet. Yo vengo de la red pero tengo claro que el papel sobrevivirá. Aunque lo hará con fórmulas muy diferentes a las actuales. La propia existencia de Público, nuestras cifras, son ya la demostración de que el dogma de que el papel inevitablemente se muere es falso. No está en crisis la prensa. Está en crisis cierto modelo de prensa. Con cada llegada de un nuevo tipo de medio de comunicación los anteriores se redefinen y cambian su foco, pero no desaparecen. Ni la radio mató a la prensa ni la televisión mató a la radio ni internet nos matará a todos. Pero sí que nos cambiará el paso. Antes del nacimiento de la televisión, en la radio, antes que la información, triunfaban los espectáculos de variedades, con concursos, actuaciones en directo, o radionovelas. Esos géneros se han transformado porque funcionan mejor en televisión. Tampoco vemos ya informativos en cine, como el viejo NoDo. Internet va a transformar al resto de los medios. En Público partimos de la base de que nuestros lectores nos son infieles por naturaleza, porque nos dirigimos a uso ciudadanos que no sólo se informan por nuestras páginas sino que también son radioyentes, telespectadores, internautas, lectores de otros diarios de pago o gratuitos Eso nos obliga a replantearnos la forma de enfocar la información para disimular nuestro drama: que los diarios siempre se escriben ayer. En la prensa, este proceso no es nuevo: ya lo han vivido antes los mensuales y los semanales. Antes, en el origen de los periódicos (entendido periódico como aquello que se publica en una determinada periodicidad), los medios contaban todo lo que había pasado en las anteriores semanas o meses. Se registraba lo que había pasado. Después, los mensuales y más tarde los semanales dejaron de contar lo que había pasado para analizarlo o explicar qué va a pasar. Hay un ejemplo que siempre se cita, la cobertura de Newsweek de la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba. La semana antes hizo una portada con varias páginas de información contando todas las reuniones que estaban previstas, con quién se iba a sentar, que iba a decir, con reportajes desde Cuba. Estaba todo muy pactado, el viaje en sí era sólo la representación de unas negociaciones diplomáticas

6 muy largas y medidas. A la semana siguiente, Newsweek publicó sólo un breve: en efecto, El Papa estuvo allí. Los diarios no lo tenemos tan fácil como las revistas para hacer esta transición entre el registro y la anticipación. Tenemos un difícil equilibrio cara al futuro: cómo contar al lector todo lo que necesita saber lo que ha pasado- al tiempo que se explica y se analiza lo que va a pasar. Pero en ese equilibrio es donde creo que está el modelo del futuro. En Público creemos que la portada no puede ser obvia el día antes, por eso no nos parece ningún demérito que la mayoría de los días no coincidamos en nuestra portada con las noticias de apertura de los demás diarios, todo lo contrario. Para nosotros, la portada es un reto diario. Si el lector se encuentra en el diario las mismas noticias que ya leyó en Internet o escuchó en las radios el día anterior, para qué ir al kiosco y pagar? De momento, en Público no nos va nada mal. Vamos a cerrar el año 2008 con una difusión media diaria, según OJD, que rozará los ejemplares. Y estamos creciendo. Este mes pasado, noviembre, a falta del certificado OJD, la difusión media nos subió hasta los ejemplares. Para ponerlo en contexto, se trata del lanzamiento de mayor éxito de prensa en España en casi 20 años. Ninguno de los diarios de ámbito estatal que han salido en este tiempo ha conseguido mejores ventas. La Razón, a nuestra edad, vendía tres veces menos: ejemplares de difusión media diaria fue su primer OJD. Y El Sol y El Independiente, en los dos años que estuvieron en los kioscos, nunca consiguieron ventas similares a las nuestras. En nuestro plan de negocio figuraba para este año ejemplares, así que hemos vendido un 40% más de lo previsto. Es cierto que estamos notando la crisis en los ingresos publicitarios, pero lo más difícil ya lo hemos hecho: hemos demostrado que había un hueco para un diario así. Insisto: no está en crisis la prensa. Está en crisis cierto modelo de prensa.