JUICIO ETERNO: JUICIOS SOBRE ISRAEL

Transcripción

1 Página 1 de 5 JUICIO ETERNO: JUICIOS SOBRE ISRAEL Por Ricardo Vivas Arroyo En realidad este estudio forma parte del juicio sobre las naciones, sin embargo, siendo Israel el pueblo elegido de Dios, del cual vino Cristo Jesús, nuestro Señor y Salvador, la Biblia nos muestra con más detalle los tratos de Dios para con él. ORIGEN DEL PUEBLO DE DIOS El pueblo de Israel tuvo su origen en los patriarcas: Abraham (Gn. 15:18, 17:4-9), Isaac (Gn. 17:21) y Jacob (Gn. 28:10-14), con quienes Dios se relacionó, los probó e hizo pactos con ellos para bendecir a su descendencia y mediante ella a todas las familias de la tierra, siendo el canal de Dios para traer al Mesías (Gn. 22:15-18). A Jacob Dios le cambió el nombre cuando lo probó e hizo un pacto con él, llamándolo Israel (Gn. 35:9-12), por los que sus doce hijos fueron el origen de las doce tribus que constituyeron la nación de Dios: Israel (Gn. 49:1-2, 28). Durante los siete años de hambre que hubo sobre la tierra, Jacob y sus hijos con sus familias se fueron a Egipto y vivieron protegidos por José (Gn. 46:27). Durante 400 años permanecieron en Egipto y el pueblo creció, fue esclavizado por un faraón que no supo de José (Ex. 1:1-17). Dios liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto mediante Moisés y los condujo por el desierto hacia la tierra que les prometió, donde había vivido el patriarca Abraham (He. 11:9, Ex. 3:8, Ex 13:5). Acaudillados por Josué conquistaron la tierra prometida y se establecieron en ella como nación (Jos. 23:1-14) y por un tiempo fueron juzgados por jueces que Dios levantaba (Jue. 2:12-16). Luego se constituyeron en un reino con Saúl (1º Sm. 9:15-17), el segundo rey fue David (1ª Sm. 16:6-13), le sucedió su hijo Salomón (1º Rey. 2:12) y después Roboam su hijo (1º Rey. 11:43). El reino se dividió en dos, quedando por un lado el reino de Judá con sólo 2 tribus: Judá y Benjamín, y el otro reino de Israel, con las diez tribus restantes (1º Rey. 12:17-24). En el reino de Judá reinaron siempre los hijos de David, con quien Dios había hecho un pacto (Sal. 89:3, 28-33), siendo su capital Jerusalén (2º Sm. 5:4-10), la ciudad donde se erigió el templo y Dios puso su Nombre. En cambio el reino de Israel tuvo diferentes reyes que no conservaron su linaje real y tuvo su capital en Samaria (1º Rey: 16:23-24). Dios siempre trató con ambos reinos como su pueblo y los juzgó según el camino que escogieron.

2 Página 2 de 5 JUICIOS SOBRE ISRAEL Israel se ha distinguido por ser un pueblo duro de servís, lo que le ha traído diferentes juicios de Dios, siempre con el propósito de purificarlo y restaurarlo a su bendición: En el tiempo de los jueces Dios los juzgó y castigó cuando se apartaban de su ley, mediante los pueblos que quedaron y otros pueblos como los amalecitas y los madianitas (Ju. 2:16-23). Cada juez fue un redentor que restauró a Israel por un tiempo, pero luego el pueblo se corrompía y volvía a ser oprimido de sus enemigos. Ese tiempo se distinguió porque cada uno hacía lo que bien le parecía (Ju. 21:25). Dios juzgó y castigó la apostasía del reino de Israel llevándolo cautivo por mano de los asirios (2º Rey. 17:21-24). De este cautiverio no volvieron, aunque Dios aún los tiene en su mano según su fidelidad a su pacto con los patriarcas (Ro. 11:25-29). También Judá apostató y de la misma manera, Dios la juzgó y castigo deportándolos a Babilonia (2º Cr. 36:15-23), sólo que en este caso fue determinado un período de 70 años de cautiverio, después del cual el reino de Judá sería restaurado (Jr. 25:8-12), y como hemos visto, Dios usó a los caldeos para castigar a Judá, pero luego Dios castigó a los caldeos por su maldad y por haber afligido a su pueblo. El reino de Judá fue conquistado después por Roma, cuando vino el Mesías para redimir a su pueblo de su pecado, ellos creyeron que los salvaría pero del yugo de Roma, así que, al no comprender su misión no lo reconocieron, por lo tanto Cristo predijo su destrucción por ese motivo (Mt. 23:37-39, 24:1-2), lo cual ellos aceptaron cuando lo crucificaron (Mt. 27:22-25, Dn. 9:26). Este juicio de cumplió en el año 70 de nuestra era, ejecutado por el emperador Tito Vespasiano, quien destruyó a Jerusalén, todos los judíos fueron esparcidos y los cimientos de la ciudad fueron removidos con arados, de modo que se cumplió el juicio de Cristo, que no quedaría de ella piedra sobre piedra Miq. 3:12). Dios prometió a Abraham dos simientes, una como el polvo de la tierra y otra como las estrellas del cielo (Gn. 13:14-16, 15:4-6, 22:17), una simiente terrena, el pueblo de Israel, y una simiente celestial, la iglesia (Ro. 4:9-12, 16). Por esta razón el pueblo de Israel siempre fue un tipo de la iglesia, hay un paralelismo muy claro en el que Israel recibe cosas terrenas que prefiguran las cosas celestiales destinadas para la iglesia.

3 Página 3 de 5 Desde que la nación fue dispersa en el año 70 de nuestra era, hasta el año 1948, los judíos se esparcieron por todos los rincones de la tierra y sufrieron cosas tremendas, persecuciones en todos lados. En la 2ª guerra mundial, se verificó el llamado holocausto, donde Hitler y el nazismo se propusieron exterminar al pueblo judío, y muchos millones de judíos fueron aniquilados, pero indudablemente Dios siempre se ha guardado un remanente de Israel por su fidelidad. Ese año de 1948, la ONU reconoció a los judíos como nación, llamándole pueblo Israelí y asignándole un lugar en Palestina, lo cual cumplió profecías en donde Dios reuniría nuevamente a su pueblo de los cuatro cabos de la tierra (Is. 43:1-6, Jr. 23:1-8, Ez. 11:17). Que Israel volviera a ser nación y tuviera un territorio estaba en plan de Dios, para ser un reloj que marque los tiempos de Dios para el fin de esta dispensación, el pueblo de Dios, la higuera, reverdece, por lo que sabemos que el tiempo de que Cristo regrese está cerca (Mt. 24:32-33). Ellos intentarán recuperar el lugar donde estaba el templo y cuando lo logren edificarán el nuevo templo e iniciarán el sacrificio cruento en su altar. Esto marca en inicio de la semana setenta de la profecía de Daniel con respecto a Israel, que es la Gran Tribulación (Dn. 9:27). El Anticristo hará un pacto con Israel, al inicio de la semana, mismo que romperá cuando llegue la mitad de la semana de años, por lo que interrumpirá el sacrificio en el templo, dando inicio al tiempo de refinamiento para obtener las reliquias de Israel. Juicio de la gran Tribulación para Israel. Será un horno de aflicción, para quitar la escoria del pueblo y purificarlo como a la plata (Ez. 20:33-44, 22:17-22, Is. 48:9-10). Antes de la tribulación Dios sellará a su remanente, doce mil de cada tribu, excepto la tribu de Dan (Ap. 7:3-8). En ese tiempo el templo será dado a los gentiles para ser hollado (Ap. 11:1-2). Será el tiempo de la abominación desoladora en el que el Anticristo siente sus reales en Jerusalén y quiera ser reconocido y adorado como si fuera Dios (2ª Ts. 2:3-4). Al final muchos ejércitos se congregarán para destruir al pueblo de Dios, comandados por el Anticristo, en el valle de Armagedón, allí clamarán a Dios y será el momento en que Cristo descenderá y pisará la tierra con su ejército de vencedores en sus caballos blancos y defenderá a su pueblo y finalmente establecerá su reino milenial, tiempo de paz en el que Israel será restaurado, ocupará por fin la tierra que Dios le prometió a Abraham, desde el Eúfrates hasta el Nilo, y Dios cumplirá todas las promesas pendientes para con su pueblo. En ese tiempo será Israel quien evangelizará al mundo (Is. 2:3, Miq. 4:2, Zac. 8:22-23).

4 Página 4 de 5 Juicio de Dan. Desde el principio la tribu de Dan fue identificada por una serpiente, mostrando que tendría que esperar para ser salva (Gn. 49:1, 16-18). Dan juzgará a Israel como pueblo, será una serpiente al asecho, una cerasta junto a la senda, que muerde los talones de los caballos y hace caer a los jinetes, y dice literalmente, que Dan tendrá que esperar para ser salvo. Veamos su significado: Cuando vemos que entre los sellados, de cada tribu de Israel, Dan no es contado, pero en cambio son consideradas las dos medias tribus de los hijos de José, como tribus enteras con su doble porción de primogénitos (Ap. 7:4-8), la de Manasés y la de Efraín, que por la bendición de la primogenitura es llamada tribu de José (Gn. 41:51, Gn. 48:5-6, 8-20). Sabemos que algo impidió que Dan fuera contado entre el remanente del pueblo de Dios que sería salvo. Veamos por qué: Desde el principio Jacob profetizó sobre sus hijos, lo que sería de ellos en los postreros días (Gn. 49:1), en especial veamos lo que dijo de Judá. Sería el cachorro de León, que como rey el cetro no le sería quitado; fue la tribu real, de la cual vino David, y por ende el Mesías como su hijo (Gn. 49:9). En cuanto a Dan, Moisés profetizó que sería como león que saltaría desde Basán (Dt. 33:22), es decir, un león que viene de un lugar del diablo, prefigurado por Basán, reino de Og, un rey gigante que Israel venció antes de cruzar el Jordán (Nm. 32:33, Dt. 3:1-4, 11), cuya tierra fue dada como heredad precisamente a Manasés (Dt. 3:13). Basán prefigura el infierno cuando el Mesías sufriría el ataque a su alma de fuertes toros de Basán (Sal. 22:11-13); también, cuando Cristo resucita, regresa de Basán, donde primero sufrió, pero venció y despojó al diablo de las llaves del infierno y de la muerte (Sal. 68:22-23, He. 2:14-15). Todo lo anterior se refuerza con la manera en Dios nos permite identificar a nuestro enemigo el diablo: como un león rugiente, que ataca a los creyentes causándoles tribulación (1ª P. 5:8-9). Es pues Dan un falso león de Basán, un suplantador del verdadero León, el de la tribu de Judá, nuestro Señor Jesucristo, es decir, de Dan proviene el Anticristo, es la cerasta junto al camino, literalmente la víbora cornuda, y por esa razón, siendo la Gran Tribulación el momento del breve reinado del Anticristo, que es en donde se cumplirá la palabra de que Dan juzgará a Israel, instrumento para refinarlo y obtener las reliquias de Dios. Así que por esa causa Dan tendrá que esperar hasta el juicio final, para ser salvo, mostrando la fidelidad de Dios, para tener también un remanente de esta tribu de Israel.

5 Página 5 de 5 Así que, como ya dijimos, para la iglesia Israel es una señal, es la higuera que reverdecerá para mostrarnos que el tiempo de la venida del Señor por su iglesia se acerca, es el reloj que ha marcado los tiempos de Dios y la iglesia debe estar atenta para discernir todo lo que le pasa. Por Ejemplo, su restauración como nación, también anuncia la restauración espiritual de la iglesia, el avivamiento previo al rapto. Israel se prepara para edificar el templo y reiniciar el sacrificio cruento que fue interrumpido cuando fueron dispersos, y sabemos bien que cuando esto suceda, el rapto de la iglesia vencedora se habrá verificado y la semana setenta de Daniel se habrá iniciado. Iglesia despierta, Cristo ya viene pronto, las ramas de la higuera se enternecen, el advenimiento del Mesías es un evento inminente. Aleluya! -----o-0-o-----