Marco Aurélio Garcia. Día 1 (01)

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1 Marco Aurélio Garcia. Día 1 (01) Sr. Garcia.- Quiero empezar agradeciendo a la Universidad, a Aníbal en particular. Veo, además, que la familia Jozami está cambiada, lo que me encanta porque hace tiempo que no nos vemos. Al amigo Bertrand, y, especialmente, a los embajadores, a los intelectuales y tantos amigos que están acá. Es un gran gusto poder compartir esta mesa con el profesor Bertrand, con mi querido amigo Agustín Colombo y, también, con el ministro Tomada. Quiero señalar antes que nada que me parece que tiene gran importancia este debate. Voy a decirlo después al final de manera más precisa. Pienso que no hay una reflexión suficientemente amplia frente no sólo a situaciones negativas como la que se vive, por ejemplo, en Europa, sino que tampoco en relación con situaciones que podríamos calificar como positivas, como estas que estamos viviendo en los últimos años en América del Sur, sobre todo. Pienso también que nosotros estamos frente a transformaciones internacionales, que van a exigir que esta reflexión se haga de manera mucho más profunda. Aníbal se refirió a un texto que hice para la revista Archivos del presente, sobre el fortalecimiento de un mundo multipolar. Hoy en día, ese desarrollo gana nuevos espacios: Estados Unidos va saliendo sorprendentemente de la crisis y va creando condiciones para volver a tener un protagonismo económico, político, y militar por supuesto; la situación compleja que vive Europa; la presencia cada vez más importante de China e incluso el factor de América del Sur y otras regiones. El profesor Badie nos llamó la atención sobre algo que es absolutamente fundamental. Nosotros vivimos hoy en día en una situación de internacionalización de las relaciones. Las relaciones internacionales ya no se centran en pequeños espacios. Recuerdo que hace algún tiempo leía un editorial de Le Monde Diplomatique, el que corresponde a finales de la Segunda Guerra Mundial. Allí decía dos cosas que hoy en día nos hacen pensar. Decía: Le Monde Diplomatique tendrá una importancia muy grande porque va a ser escrito en la lengua de la diplomacia internacional. Ya no es así. En segundo lugar, porque va a ser editado en la capital de la diplomacia internacional, París. Eso ya no es así. Y tampoco podemos decir que haya un polo, un centro, efectivamente, una irradiación de la política internacional. Nosotros sí estamos confrontando y enfrentados a cambios muy profundos. Y pensar la especificidad de nuestra región y lo que significa nuestra región para el mundo, me parece que es algo que tiene gran relevancia. Y pienso, en esta breve introducción, lo importante que es que este seminario se realice acá, en Buenos Aires, no sólo por el encanto de la ciudad, lógicamente, sino también por el momento, la posibilidad que tenemos de profundizar una reflexión sobre las relaciones Argentina- Brasil, que son relaciones, en mi opinión, fundamentales. No agotan la problemática sudamericana de la integración sudamericana, pero sin estas relaciones no habrá integración sudamericana. Y eso también nos remite a cuestiones importantes para pensar los procesos de integración. Cómo estos procesos deben realizarse sin pretensiones hegemónicas y colocando en el centro del debate la cuestión de la solidaridad de los países y de los pueblos. Quiero dividir en cuatro puntos mi intervención. Voy a hacer una rápida reflexión que es, en realidad, un resumen de las dos décadas perdidas que hemos vivido. Y la construcción de alternativas que, aunque sean precarias y provisorias, pudieron ser diseñadas en ese período, centradas, lógicamente, en el caso brasileño, que no agota, ni mucho menos, lo que sucedió en la región, pero es una expresión de lo que sucedió en ella. 1

2 Creo que sería importante también decir algo sobre la crisis y sus efectos en la región, un par de reflexiones sobre Europa y, finalmente, una conclusión para llamarles la atención sobre los retos que tenemos hoy en día tanto en cuanto la reflexión intelectual como política. Lo que voy a decir sobre las dos décadas perdidas será, más bien, una síntesis muy resumida de lo que hemos tenido. Hemos tenido una situación en los años 80 y 90 de estagnación, de endeudamiento interno y externo, de concentración del ingreso y exclusión social. Ya se ha observado acá que América del Sur es todavía, a pesar de los cambios que hubo en los últimos años, la región más desigual. Además, hemos tenido también un predominio de regímenes autoritarios o una transición lenta y difícil hacia la democracia. En ese momento, el equilibrio macroeconómico fue elegido como un valor y un objetivo central. Para lograrlo, lo que hemos tenido fue la aplicación de políticas monetarias, cambiarias y fiscales estrictas, que tuvieron, en el caso argentino, tal vez la manifestación más impactante. Hemos tenido también en ese período una reducción del tamaño y de la intervención del Estado a favor de un mercado que se encargaría de lograr los equilibrios macroeconómicos necesarios. Nosotros conocemos bastante bien los resultados de esas políticas. Y no por casualidad llamamos a estos veinte años "las dos décadas perdidas". A todo esto debemos agregar que el proceso de inserción internacional y de integración de la región se vio profundamente comprometido. Por un lado, porque la inserción no aparecía como un valor más importante, como un valor preferencial, sino que estábamos asistiendo a una búsqueda de un acercamiento cada día más fuerte con las potencias, particularmente con Estados Unidos. Obviamente, no voy a entrar en grandes consideraciones sobre las relaciones carnales con Estados Unidos, enunciadas aquí por un canciller, como el buen camino. Tampoco las reflexiones que en mi país se hacían sobre un nuevo renacimiento en curso en el mundo y cómo ese nuevo renacimiento atribuía a Brasil un papel fundamental en el que Brasil debía tratar de conocer exactamente cuál era su tamaño y cuáles podían ser sus pretensiones en materia internacional. No debíamos ir más allá, debíamos encargarnos de algunas cosas. A lo sumo la política regional y punto. Y los otros iban a hacer la política por nosotros. Pero hubo un cambio sumamente importante, yo diría que a partir de comienzos de siglo. Y aunque tenga especificidades en cada uno de nuestros países, tuvo evidentemente algunos rasgos comunes en toda América del Sur. Voy a tratar de concentrarme en el caso brasileño porque no quiero hacer una generalización que sería precaria. Pero quiero decir que cuando hable de este caso, sin duda alguna estaré hablando de muchas situaciones. No es porque Brasil haya generado un efecto en otros países, sino que nosotros enfrentamos en nuestro país problemas más o menos de la misma forma en que se dio en otros países de la región; vale decir, en la Argentina, en Uruguay, incluso en Chile, en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia, etcétera. Cuando empezó el gobierno de Lula en el año 2003, nosotros teníamos una situación compleja de estagnación, una situación macroeconómica muy difícil porque había un brote de inflación. Se calcula que la inflación anual en ese año podía alcanzar el 30% después de un esfuerzo de estabilización enorme, que fue el Plan Real. Y también con una situación de vulnerabilidad internacional muy grande. En la medida en que nosotros teníamos reservas de millones de dólares, gran parte de esas reservas era un préstamo del Fondo Monetario Internacional. Ustedes pueden ver que, cuando hablo de Brasil, también estoy hablando de otros países de la región. No es un caso aislado. 2

3 Para nosotros, el primer acercamiento a este tema no fue justamente tratar de enfrentarlo con los métodos tradicionales, sino que hubo una mirada sobre un problema importante pero secundario, que era el problema de la desigualdad. Un ex presidente brasileño dijo: "Miren, tenemos que conformarnos con que treinta, cuarenta, cincuenta o tal vez 60 millones de brasileños no van a poder integrarse a la vida nacional. Y, para eso, vamos a tener políticas compensatorias que resuelvan un poco la situación. Podemos decir también, que no transformen a esas personas en insurgentes. Pero esa era una visión muy conformista que había en relación con el problema de la desigualdad. Pero el tema de la desigualdad fue erigido en nuestro caso como tema fundamental. Y cuando se diseñaron nuevas políticas económicas, este tema de la desigualdad no era un tema secundario; era el tema central. Nosotros también enfrentábamos en aquel momento, en el debate político, algunas disyuntivas: crecer o distribuir. Crecer o establecer un equilibrio macroeconómico, combatir la inflación. Mercado interno o mercado externo. Cito algunas; sin duda, hay otras. Entonces tratábamos de construir una alternativa que previera crecimiento con distribución del ingreso. Antes, distribución del ingreso para provocar el crecimiento. Y eso se hizo en gran medida por medio de algunas políticas específicas. La primera, una elevación constante del salario mínimo. Ese es un tema importante. Hoy yo veo que gran parte del debate en Europa apunta, por parte de algunos sectores, a la idea de que es necesario eliminar el salario mínimo en Francia, el SMIG. Porque eso va en contra del mercado, lo cual, en el fondo, es un factor de aumento de la desocupación. Entonces, nosotros, en ese período, en doce años, tuvimos aumentos constantes del salario mínimo, con una particularidad: siempre por encima de la inflación. Por lo tanto, hubo aumentos reales del salario mínimo. Una serie de programas de transferencia de ingresos vía Estado ustedes lo conocen como "Beca Familia", que permitió la salida de la condición de pobreza extrema de 45 millones de brasileños. Una política de expansión del empleo, compatible con este aumento del salario mínimo, que nos permitió crear 18 millones de empleos en Brasil. Y, hoy en día, tenemos números muy cercanos al pleno empleo: alrededor del 5% de desocupados. Crédito, sobre todo crédito popular; y políticas sociales, como educación, vivienda, etcétera. Esto también se pudo hacer con control de inflación a pesar del hecho de que a veces hay más en la prensa que en la realidad ya que la inflación es un proceso de corrosión del ingreso, sobretodo, de los pobres. Tenemos hoy promedios de inflación muy tranquilos en Brasil, que obviamente siembre deben ser observados con preocupación. Pero creo que hoy en día estamos en una situación tranquila; deuda interna que se redujo de manera impresionante y la deuda externa, muy ligada a la expansión del comercio exterior. Pero no solamente eso. Nosotros teníamos una situación de deudores internacionales y, hoy en día, estamos en una situación de acreedores internacionales. Me acuerdo, además, de algo sumamente significativo. Que en una misma semana, Argentina, Uruguay y Brasil pagaron su deuda ante el Fondo Monetario Internacional y, hoy en día, somos nosotros los que prestamos dinero al Fondo Monetario Internacional. Y logramos mejorar considerablemente nuestras reservas. Todo esto se ha hecho y no es poco con el fortalecimiento de la democracia en todos los países de la región y con una política de integración regional muy fuerte. Y creo que si nosotros observamos no solamente los números del comercio de la región, que tuvieron una expansión extraordinaria - incluso el comercio, con productos de valor agregado - sino también las iniciativas que fueron siendo diseñadas, vemos que en el Mercosur, en la Unasur y, finalmente, en la Celac, se fue creando una nueva dinámica de integración. 3

4 Quiero decirles que, en lo que se refiere a Brasil, hubo una clara decisión en el gobierno de Lula, que se mantuvo en el actual gobierno, el de Dilma Rousseff, de asociar en gran medida el desarrollo de nuestro país con el desarrollo de la región. Y creo que eso es importante porque plantea una dinámica de integración de la región, completamente diferente de otras regiones del mundo. No hay espacio para hegemonismos. Aunque la economía brasileña sea, obviamente, más importante que las otras economías, no hay espacio para hegemonismos. Y debemos desarrollar una política que permita, incluso, resolver los grandes problemas que enfrenta la integración. Por ejemplo, la asimetría de nuestras economías no se resuelve solamente con el comercio. Al revés, si insistimos exclusivamente en la dimensión comercial, lo que vamos a tener es una profundización de las asimetrías. Eso se resuelve con la creación de cadenas de valor, pero sobre todo con la resolución de los gravísimos problemas de infraestructura que tenemos en la región. No hay integración si no hay infraestructura física, energética. Y creo que esa es una de las tareas que la Unasur tiene por delante. Paso a la segunda cuestión. Cuando nosotros vivimos la crisis de 2008, una crisis cuyos efectos se hacen sentir hasta el presente, tuvimos una reacción por parte de las economías sudamericanas bastante distinta de la de otros lugares del mundo. Uno de los factores muy importantes en ese período fue el hecho de que las políticas en curso en casi todos los países, pero estoy pensando en particular en Argentina y Brasil, habían permitido la creación de un gran mercado de bienes de consumo. Claro, si se aumentan los salarios, se agranda el crédito, se da más crédito, se reducen la pobreza absoluta y la pobreza general, pasamos a tener personas que ahora tienen un rol importante en la producción, en el consumo. Y yo diría: en la ciudadanía. Porque, si uno no está en la producción, no está en el consumo, está en la ciudadanía formal pero no en la ciudadanía real. Y eso nos permitió tener un colchón, crear un colchón que garantizó que la crisis no nos atacara de manera muy intensa. El primer año sí, pero no llegamos siquiera a situaciones de recesión. Ya en 2009 y 2010 tuvimos crecimientos muy importantes en Argentina, en Brasil y en otros lugares de nuestro continente. Eso se hizo también en varios países con una reconstitución de la infraestructura. Ya no hablo solamente de la infraestructura regional, sino también a nivel nacional. Tenemos en claro que en las dos décadas perdidas se perdió también un gran esfuerzo en función de la infraestructura. Y nuestros países se organizaron para ser países pequeños y desiguales. Para qué tener ferrocarriles, para qué tener grandes carreteras, para qué tener aeropuertos, puertos, etcétera, si el país tenía una actividad económica reducida y no tenía expectativas de que su actividad creciera? Hoy en día, una de las cosas que la gente reclama en Brasil, algo que lo grafica muy bien, es el hecho de la situación de los aeropuertos y de los aviones. Qué terrible es tener gente pobre en los aviones, que no saben portarse bien en los aviones. Los aviones se han convertido en algo insoportable. Sí, es verdad. Esa es la herencia de décadas de preparación de nuestro país para tener un país pequeño y desigual. Y ahora, obviamente, nosotros tenemos ese desafío. Lo mismo que en el ámbito de la educación. Para qué la educación? Aunque todos digan que la educación es un gran valor, que es fundamental, y se cite a Corea, etcétera. Pero, en realidad, si esa gente va a empezar a tener ideas propias y, además, esa gente va a ir cayendo, va a ser empujada a la desocupación o al empleo precario. Entonces, durante un largo período, nuestros ingenieros se transformaron en economistas y fueron a trabajar en los bancos. Otros ocuparon puestos de taxistas. No había un estímulo a ese tipo de profesiones. Hoy en día, nosotros tenemos un déficit de ingenieros en Brasil y nos va a demorar algunos años resolverlo, más allá de todos los esfuerzos de creación de nuevas universidades. 4

5 Y también tenemos un déficit de científicos y técnicos, razón por la cual el gobierno actual decidió enviar estudiantes a las mejores universidades extranjeras, solamente en carreras técnicas, más allá de los becarios en otros sectores, para poder resolver algo que es fundamental. No va a haber desarrollo si nosotros no enfrentamos los retos de un nuevo modelo de industrialización y de construcción de la economía en el mundo. Además, estamos formando a ocho millones de obreros, calificando a estos ocho millones de obreros, porque el gran tema que enfrentamos es que, muchas veces, tenemos una ausencia de una fuerza de trabajo calificada para los nuevos retos. Hoy, gracias a estas nuevas políticas económicas y sociales, tenemos en América del Sur un mercado de aproximadamente 300 millones de consumidores. Y eso tiene, como dijo acá el ministro Tomada, un efecto virtuoso sobre la economía y quiebra la situación anterior. Quiero decir dos o tres cosas sobre la situación europea. No, obviamente, para juzgar, sino para indicar cómo nos preocupa esta situación y la crisis en Europa. En primer lugar, nos preocupa un poco que en un importante número de países, no solamente los gobiernos, sino que, en algunos casos, las fuerzas de oposición, están promoviendo políticas que, en el fondo, repiten los errores que nosotros cometimos aquí durante dos décadas. Y afirman que esos errores y esas políticas de austeridad económica y financiera van a resolver los problemas. No. Y lo que observadores más bien imparciales y que no tienen ninguna marca ideológica afirman, es que esas políticas de austeridad, lejos de resolver los problemas macroeconómicos, por no decir los problemas sociales, los están agravando. Esto nos preocupa por varias razones. Primero, porque la economía europea tiene un rol importante en la economía mundial y tiene un significado muy importante para nosotros. Es muy difícil pensar hoy en un acuerdo Mercosur-Europa sin tener en cuenta los problemas que afectan a Europa y la forma en que Europa va a reaccionar a las propuestas que les hagamos o las propuestas que ellos harán de cualquier forma. En segundo lugar, creo que también tiene un importante significado la crisis europea, porque la Unión Europea, durante un largo período, se nos apareció como un modelo, como un proyecto, con los ajustes necesarios, ya que siempre fue necesario hacer ajustes de apreciación... Pero había un criterio de que la Unión Europea era una experiencia que nosotros podríamos repetir aquí, y sobre todo podríamos repetirla con más facilidad, incluso, porque no teníamos en el pasado litigios tan grandes como tuvo Europa. Y apreciábamos el valor de aquellos que hicieron de la "Europa de los seis", que después fue creciendo, una respuesta a tragedias que había sufrido Europa durante cien años. Entonces, el colapso "colapso" tal vez sea una palabra muy fuerte, la crisis de este modelo, deja un poco en la orfandad a los proyectos de integración tal como nosotros habíamos pensado. Por otro lado, también nos preocupa mucho la inestabilidad social y política que se está generando. Y cuando hablo de inestabilidad, no estoy hablando sólo de lo que muchos presentan como populismos de derecha o, en algunos casos, populismos de izquierda. A mí no me gusta esa calificación. Los argentinos saben muy bien por qué no me gusta esa calificación. Pero, sin duda, hay una crisis de los partidos políticos. No es por casualidad que en Italia tenga tanto derecho un clown, los piratas tengan tanto éxito en Alemania, y así sucesivamente. No me refiero solamente a estas formas antipolíticas, a estas formas que algunos califican de populismo de 5

6 derecha. Me refiero también a los intentos de dar solución a las crisis en algunos países: en Italia y en Grecia, en particular. Muchos dicen yo no lo voy a decir porque tengo ciertas responsabilidades y, entonces, sólo tengo que transmitir lo que otros dicen que esos fueron golpes de Estado. Golpes de Estado sui géneris, en los que no hubo una participación con tanques y fuerzas armadas, sino a través de las finanzas, a través de los bancos. Son ellos los que lo hicieron, y nuestro amigo Papandreu, que no tenía un desempeño muy brillante, tuvo que irse. Y el gran presidente del Consejo italiano, Berlusconi, también tuvo que irse y ceder su lugar a un equipo del área de finanzas. Yo me tomé el trabajo de leer los currículum de los ministros del gobierno de Monti; todos habían salido de organismos financieros internacionales o de bancos. Este es un problema grave, un problema real. Porque nosotros no podemos estar de acuerdo con que con todos los logros democráticos que hubo en el mundo tengamos este tipo de soluciones ante las crisis. A lo mejor, algunos se deben estar animando y queriendo resolver lo que ellos consideran crisis de esta forma en nuestra región. Para finalizar, nosotros vemos también la crisis de un proyecto político, que yo osaría llamar "poscomunista" y "possocialdemócrata"; possocialdemócrata en su última fase, que también nos deja un vacío importante. Quiero concluir con un tema que mencioné en el comienzo. El hecho de que en la práctica hayamos dado una respuesta importante a nuestra crisis, a las dos décadas perdidas, y por eso hayamos podido enfrentar la crisis del año 2008, no significa que no tengamos gravísimos desafíos por delante. Desafíos que no son solamente consecuencia de las herencias recibidas, sino también consecuencias por nuestra dificultad en el plan económico y social y en el nivel político, todo lo que la situación exige. Creo que esto nos permite valorizar este tipo de encuentros y otros, muchos otros. Recuerdo que hace muchos años tuvimos un debate en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos. Estaban presentes algunos candidatos a la presidencia de la república en nuestro país, que no ganaron las elecciones inmediatamente o las ganaron después. Lula estaba presente. Y Lucho Maira, que fue embajador de Chile acá en Argentina, un intelectual que tiene una gran sensibilidad en relación con los problemas de la política internacional. Dijo algo que puede parecer un poco exagerado, pero que tiene sentido. Él constataba ya que las izquierdas estaban mejorando mucho su posición en la región, pero que no tenían un proyecto claro. Entonces, citó una frase que había escuchado: "Antes teníamos ideas y no teníamos votos; hoy tenemos votos pero no tenemos ideas". Es cierto que tenemos votos pero no es tan cierto que no tengamos ideas. Pero creo que una cosa importante es que hasta ahora no fuimos capaces siquiera de construir una narrativa de nuestras experiencias. Este me parece un aspecto fundamental porque, sin construir esta narrativa, no creo que podamos dibujar, diseñar efectivamente un proyecto con significado más estratégico. Yo hoy ya no me siento fascinado por proyectos completos, acabados, porque sabemos que en la mayor parte de los casos eso no resulta bien. O peor, resulta equivocado. Creo que debemos avanzar en algo. Acá estamos avanzando en una cuestión fundamental que es la de las relaciones internacionales. En los casos nacionales, creo que es fundamental ver que no es posible decir que estos diez o doce años hayan sido solo un paréntesis en una historia marcada por desigualdades y autoritarismos. Muchas gracias. (Aplausos). 6