La doctrina estratégica militar norteamericana

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1 ANALISIS La doctrina estratégica militar norteamericana Daniel H. Carrasco Leiva 1 Introducción Hoy en día, las tecnologías aplicadas al campo militar juegan un rol fundamental en los procesos de planificación estratégica de los estados mayores. Ellas tienden cada día a mejorar, permitiendo conocer con relativa precisión, entre otras cosas, la realidad geográfica del territorio de los potenciales adversarios, su capacidad de producción bélica, sus intereses nacionales, el surgimiento de alianzas, la composición y despliegue de sus fuerzas armadas. Hoy más que nunca, los conductores militares deben neutralizar estas nuevas tecnologías o bien incorporarlas en sus procesos de planificación. El empleo de ellas a futuro tendrá aún mayores efectos cuando se incorporen en guerras de tipo convencional contra fuerzas militares modernas y también, con un mayor efecto, contra fuerzas no convencionales. En este sentido, no han sido precisamente los estadounidenses quienes han tenido la capacidad para predecir las características de las guerras del futuro, su naturaleza, sus causas, ubicación, momento, adversario o adversarios, y aliados, resultando vital planificar sin perder la perspectiva del espectro de duración del conflicto y, más aún, las repercusiones de su resultado. Resulta interesante conocer la estrategia que postula la OTAN sobre el tema, al señalar que la guerra futura se caracterizará por una maniobra muy dinámica, con operaciones aeroterrestres simultáneas de gran velocidad y alta intensidad, conducidas sobre vastas zonas geográficas y extendiéndose incluso hacia el espacio exterior mediante el empleo de la munición de precisión, casi tan eficaz como las armas nucleares tácticas, pero sin causar graves daños colaterales, para destruir, en el más breve plazo, las capacidades más determinantes del enemigo y preferentemente sus centros de comando, control, coordinación, comunicaciones, inteligencia e informática (C4I), sus municiones de dirección precisa, medios de defensa antiaérea (alerta temprana) y otros elementos de detección operacionales. Así, la guerra táctica se volverá cada vez más mortífera y menos lineal. Las fuerzas de primera línea tenderán a desaparecer, al mismo tiempo que las comunicaciones serán más esporádicas y el control se tornará más difícil. Ganar la guerra de la información será decisivo y esto incluye el procesamiento, clasificación y análisis de los productos de los sistemas de la tecnología de punta para la recolección oportuna de inteligencia y el manejo adecuado de la información de comando y control. Esta visión ya tuvo su primera demostración en la Operación Tormenta del Desierto, donde Estados Unidos y unos cuantos países europeos tuvieron la capacidad para conducir este tipo de guerra a nivel de teatro de operaciones. Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4,julio-diciembre,

2 La doctrina estratégica militar norteamericana Pero la característica del atentado del 11 de septiembre no se ajustó a este modelo estratégico concebido para una guerra de tipo convencional. Acá se trató de un ataque terrorista ( amenaza emergente ) muy bien planificado, con un efecto psicológico difícil de superar, por lo cual la planificación de la operación de reacción no resultó del todo fácil. Doctrina norteamericana antes del 11 de septiembre Producto de la reorganización del aparato militar y de las reducciones presupuestarias dispuestas en la administración Bush, las Fuerzas Armadas norteamericanas se vieron obligadas a concentrarse en reemplazar a miles de efectivos por diferentes nuevas tecnologías. De acuerdo con los pronósticos, una guerra futura, se decía, se caracterizaría por el empleo de armas de largo alcance de la más alta tecnología y la preeminencia de medios computarizados. Una de las lecciones perdurables de «Desert Storm» es que una nación no querrá enfrentar las municiones de precisión y misiles cruceros de Estados Unidos, a menos que tenga tales armas o bien, como mínimo, cuente con medios eficaces de defensa antiaérea o los objetivos de un eventual ataque estadounidense sean limitados e insignificantes. De aquí que resulte poco probable que aquellos países que actualmente poseen grandes existencias de armas de alta tecnología entren en guerra contra Estados Unidos en un futuro próximo. Lo anterior no significaba que Estados Unidos iba a vivir una época de paz garantizada, ni que aquellas naciones o grupos que no cuentan con grandes cantidades de armas de alta tecnología siempre evitarán todo conflicto con este país. Porque los compromisos e intereses estadounidenses en todas partes del mundo chocan con aquellos de naciones o grupos hostiles, los cuales posiblemente opten por desafiarlos con un esfuerzo por neutralizar su ventaja tecnológica. Esto lo podrían lograr a través de las siguientes acciones: 1. Confrontar a Estados Unidos en un lugar donde una infantería bien adiestrada, más que la Daniel H. Carrasco Leiva magia tecnológica, resulte ser el factor decisivo de la victoria. 2. Equipar a la fuerza con una cantidad selecta de sistemas tecnológicos disponibles en el mercado abierto, capaces de anular o desbaratar la ventaja tecnológica estadounidense. 3. Contrarrestar a la fuerza militar estadounidense con armas económicas, comunicacionales o sociales. El Ejército de Estados Unidos estaba -y estápreparado para lograr una victoria rápida y decisiva en una guerra de aniquilación tecnológica, con un mínimo de bajas. Lo anterior mediante la aniquilación de los sistemas de comando y control del enemigo y sus principales formaciones, preferentemente desde una distancia considerable. Un problema importante es que el Ejército estadounidense, en este momento, no enfrenta ninguna amenaza preeminente, situación que le dificulta la planificación de una guerra futura contra un adversario real, aunque en la actualidad sí enfrenta múltiples amenazas poco definidas (las denominadas por ellos amenazas emergentes ) y no tiene una reciente experiencia de combate en qué enfocarse. Otro problema importante reside en la preparación de un campo de batalla tecnológico en el presente mundo de posguerra fría. El campo de batalla tecnológico del futuro exigirá un teatro de operaciones preparado con una infraestructura bien desarrollada. En el año 1996, el ex Secretario de Defensa Caspar Weinberger postuló cinco escenarios para una futura guerra, implicando cinco teatros de guerra diferentes y permitiendo que Estados Unidos desplegara sus fuerzas desde sus bases en estos teatros previamente preparados. En el pasado, Estados Unidos planificaba la guerra para un teatro específico; hoy día enfrenta contingencias globales. Las realidades de un mundo multipolar son tales que Estados Unidos puede verse obligado a comprometer a sus fuerzas en teatros no desarrollados, similares a Somalia y Ruanda. Por lo tanto, de estallar una guerra, existe la posibilidad de que el teatro exija alguna preparación. 54 Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4, julio-diciembre, 2001

3 ANALISIS El tercer problema importante para Estados Unidos es que está planificando una guerra de aniquilamiento, y se encuentra inmerso en el proceso de desarrollar la estructura de la fuerza, el equipo y la doctrina necesaria para apoyarla. Aunque Estados Unidos tradicionalmente ha planificado para librar guerras rápidas de aniquilación, se ha visto más comúnmente comprometido en guerras prolongadas de desgaste. Sólo la guerra con México, la Guerra Hispanoamericana y la Guerra del Golfo Pérsico han sido guerras de aniquilamiento. En el caso eventual de que Estados Unidos se comprometa en una guerra futura y logre vencer al enemigo con una estrategia de aniquilamiento se habrá justificado su convicción de que el uso de la tecnología en asuntos militares es el mejor camino hacia una victoria rápida y decisiva. Pero, por otro lado, si se planifica para librar una guerra de aniquilación y el enemigo logra preservar su potencia de combate lo suficientemente para convertir la guerra en un conflicto prolongado de desgaste, se perderán las ventajas que supuestamente brinda un Ejército más pequeño y profesional. Habrá elevadas cantidades de bajas, será necesario desplegar a una fuerza de mayor magnitud para proseguir la guerra y las fuerzas de la Reserva, entre otras, tendrán que ser movilizadas. La selección con antelación de una estrategia de aniquilación o desgaste (Fijación del Objetivo Político de Guerra) es necesaria para estructurar una fuerza, conducir el entrenamiento requerido y efectuar las actividades apropiadas de investigación y desarrollo. Dejar de prever la estrategia correcta puede acarrear graves consecuencias. A pesar de que los elementos tiempo y tecnología han logrado modificar el teatro de guerra, continúa el debate entre quienes abogan por la estrategia de aniquilación y los que defienden la estrategia de desgaste. El ejército estadounidense espera emplear la tecnología en asuntos militares para evitar comprometerse en una costosa guerra de desgaste. Sin embargo, les conviene a sus adversarios potenciales neutralizar las ventajas tecnológicas y forzar a Estados Unidos a luchar una guerra de desgaste. La dependencia de este país de una fuerza militar reducida y profesional, respaldada por la tecnología en asuntos militares, presenta algunos problemas críticos en esta era de compromisos diversos en todas partes del mundo. La vigencia de la infantería La ventaja brindada por la tecnología depende de las circunstancias del combate, incluyendo el teatro de operaciones, el adversario y el objetivo. La tecnología no constituye una ventaja decisiva en la guerra de guerrilla, en combate urbano, en operaciones de imposición de la paz y en combate en terreno dificultoso. El arma preferida en todas estas condiciones sigue siendo una fuerza contundente de soldados de infantería bien entrenados. Sin embargo, resulta muy caro mantener a una moderna fuerza de infantería y su despliegue en un conflicto representa un compromiso nacional de potencia y voluntad. Muchas veces las operaciones en terreno urbano o dificultoso, o aquellas conducidas contra una fuerza guerrillera, se tornan en contiendas prolongadas en las cuales cualquiera victoria resulta evasiva. A esto se debe sumar el hecho de que el número de soldados de infantería estadounidenses disponibles es cada vez menor, debido a la continua reducción de fuerzas del Ejército. A aquellos países o facciones carentes de costosos medios electrónicos, la guerra de guerrilla les proporciona una forma eficaz de combatir contra un país o coalición dotado de armas y equipo de tecnología de punta. La guerra de guerrilla, la cual pone a prueba la voluntad y resistencia de una nación, puede neutralizar muchas de las ventajas obtenidas a través de la tecnología más avanzada. Los guerrilleros permanecieron después que Francia se retiró de Argelia e Indochina; Estados Unidos abandonó su lucha en Vietnam del Sur, y los soviéticos salieron de Afganistán. La posibilidad de que Estados Unidos se comprometa en este tipo de guerra aumenta en aquellas regiones que han sufrido disturbios civiles o Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4,julio-diciembre,

4 La doctrina estratégica militar norteamericana étnicos, tales como Somalia, Ruanda, la ex Yugoslavia y Haití. Se deben dar varias condiciones para que una guerra de guerrilla triunfe en un conflicto contra una potencia extranjera. Primero, una proporción importante de la población debe apoyar o, como mínimo, aceptar la presencia de fuerzas guerrilleras nativas. Segundo, debe demostrarse la voluntad de sufrir una cantidad importante de bajas, pues la guerra de guerrilla cuesta muchas vidas de los no combatientes. Tercero, los guerrilleros deben contar con una zona segura en donde refugiarse y una fuente de reabastecimientos. Lo que no necesitan es una victoria militar. Para el guerrillero, la victoria táctica muchas veces no es más que la supervivencia de la fuerza guerrillera y la voluntad de seguir resistiendo al enemigo durante décadas, de ser necesario. El partido que tenga el mayor compromiso moral ya sea patriótico, religioso o ideológico- finalmente vencerá en virtud de una moral más alta, mayor tenacidad y la pura voluntad de sobrevivir. Daniel H. Carrasco Leiva A una fuerza dotada de medios tecnológicamente superiores, en lugar de una abrumadora potencia humana, se le presentan varios desafíos si se compromete en una guerra de guerrilla. Primero, las líneas de comunicaciones, ciudades, bases e infraestructura civil deben ser aseguradas, lo cual requiere el empeño de fuerzas terrestres más que el empleo de la tecnología. El grueso de la fuerza se comprometerá en misiones de seguridad. Segundo, el equipo, la estructura y el entrenamiento de las fuerzas deben ser readecuados para enfrentar a una fuerza guerrillera. Tercero, los sistemas que permiten lograr la victoria en combate, tales como tanques modernos, aeronaves de alto rendimiento y proyectiles de artillería guiados por láser, tienen poco efecto contra una fuerza guerrillera que conoce cabalmente el teatro de operaciones. Cuarto, ventajas como la sofisticación tecnológica, adiestramiento, apoyo material y superioridad numérica, no producen la victoria en una guerra de guerrilla. La fuerza convencional también debe poseer fortaleza psicológica, tenacidad y paciencia, y estar motivada para enfrentar un combate prolongado, el cual finalmente quizás no sea su propia lucha. La población que apoya a la fuerza convencional también debe tener paciencia y creer en la rectitud de la causa. Los ejércitos modernos por lo general tratan de evitar todo combate urbano, debido a los gastos que conlleva en personal, medios logísticos, y tiempo. El combate urbano puede formar parte de una guerra de guerrilla, así como se puso de manifiesto en Chechenia y Somalia; por otra parte, también puede ser librado por fuerzas convencionales. Cualquiera que sea la situación, la tecnología desempeña un papel mínimo en la brutalidad de una lucha urbana, la cual exige el compromiso de grandes fuerzas de infantería en combate casa por casa. En el caso eventual de que los civiles permanezcan en la ciudad durante el combate, tal situación exigirá una mayor cantidad de fuerzas terrestres convencionales para atender las necesidades de la población. Combate en terreno accidentado. Las ventajas que puede brindar la tecnología son pocas en selvas y junglas densas, montañas y pantanos. Las armas convencionales, equipo de campaña y de comunicaciones, y medios de transporte, muchas veces funcionan con menos eficacia o incluso dejan de funcionar en este terreno. Las experiencias vividas por Estados Unidos en Vietnam y Camboya demostraron las limitaciones de la tecnología, al mismo tiempo que pusieron de relieve el hecho de que la infantería desmontada, aunque se componga de fuerzas convencionales o guerrilleras, es el elemento más eficaz en terreno dificultoso. Opciones basadas en tecnologías baratas Una nación o grupo que enfrenta una fuerza dotada de medios de tecnología avanzada no tiene que poseer sistemas igualmente sofisticados. Tiene la posibilidad de obtener ciertos sistemas de baja tecnología de los traficantes en armas, los que les posibilitarán neutralizar o, como mínimo, contrapesar la ventaja tecnológica de su adversario. Antes de la Guerra de las Malvinas, el Ejército argentino sólo contaba con cinco misiles tipo Exocet. Gran Bretaña, por su parte, se dedicó tanto a proteger sus buques clave a saber, 56 Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4, julio-diciembre, 2001

5 ANALISIS los portaaviones HMS Hermes y HMS Invinciblecontra la amenaza presentada por los misiles Exocet, que Argentina pudo concentrarse en el remanente de la flota y averiar o hundir 14 buques británicos con bombas convencionales. Si las bombas hubieran tenido espoletas navales, Argentina podría haber hundido más buques. Los temidos misiles Exocet lograron hundir el buque contenedor Atlantic Conveyor y el destructor HMS Sheffield. Los sistemas basados en la tecnología más avanzada muchas veces dependen de una cantidad limitada de sistemas de apoyo. Por ejemplo, la pérdida, interferencia o neutralización de varios satélites pueden dejar paralizado el Sistema de Posicionamiento Global (GPS) que tan crítico es en un teatro de operaciones. Abundan escenarios hipotéticos basados en un grupo de expertos en computación resueltos a obtener acceso y posiblemente control de un sistema de comando y control de alta tecnología, para luego poder negarle a su dueño el uso de su propio equipo. Es más, ciertos sistemas relativamente baratos y fáciles de conseguir pueden derrotar sistemas costosos de alta tecnología. Una buena cantidad de misiles móviles de superficie a superficie poco precisos, pero difíciles de detectar y con carga química o de municiones capaces de abrir cráteres, pueden impedir el empleo de campos de aviación por parte de una fuerza equipada de los medios de más alta tecnología. Los misiles crucero pueden imposibilitar a una fuerza de alta tecnología el empleo de los golfos marítimos y puntos restrictivos. Las sencillas minas marítimas como aquellas empleadas por los iraquíes para derrotar a un crucero clase Aegis de la Armada estadounidense y un porta helicópteros durante la Guerra del Golfo Pérsico, aún son eficaces en algunas situaciones. Hace ya 50 años que existe la tecnología requerida para la manufactura de cabezas de guerra atómicas. Su producción es cuestión más bien de ingeniería que de conocimientos científicos. El arma atómica quizás represente la contramedida primitiva a la superioridad tecnológica estadounidense, de forma que este país tal vez se encuentre en oposición a su propia doctrina de respuesta flexible. La sola posesión de estas armas puede ser suficiente para darle a una nación o grupo el poder de influir o disuadir al gobierno de una fuerza de alta tecnología. El arma o sistema de armas decisivo no se ha inventado, y lo más probable es que nunca exista. Cada avance tecnológico implica el desarrollo de una contramedida para neutralizarlo. La guerra y la preparación para su conducción son procesos dialécticos que involucran las acciones y contraacciones de las partes beligerantes. El poder de la alta tecnología Una fuerza equipada de medios de alta tecnología puede ser igualada o incluso superada mediante el empleo hábil de contramedidas económicas, sociales o comunicacionales. Sadam Hussein intentó aprovecharse de una contramedida económica y ecológica cuando ordenó incendiar los campos petrolíferos en Kuwait, aunque esta acción no sirvió en beneficio de su causa. La muerte de la hija adoptada del líder de Libia, Moamar al-gaddafi, producto de los ataques aéreos de Estados Unidos, disminuyó el apoyo desde un inicio débil de los europeos para el ataque. Los norvietnamitas y el Vietcong combatieron a las fuerzas estadounidenses con una ofensiva propagandística, en la cual diseminaron fotografías de aldeas en llamas, niños atormentados y políticos corruptos de Vietnam del Sur. Este tema resonó en los medios de comunicación occidentales, y la agresión de Vietnam del Norte quedó abrumada por el tema más amplio de la intervención inútil de Estados Unidos en una guerra asiática. El objetivo de una contramedida económica, comunicacional o social es ejercer influencia en los líderes políticos y la población nacional de la fuerza de alta tecnología. La finalidad es evitar que esta fuerza se emplee, o bien imponerle graves limitaciones a su eficacia a través de la implantación de zonas de no fuego, reglas de enfrentamiento y largas treguas producto de interminables negociaciones. Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4,julio-diciembre,

6 La doctrina estratégica militar norteamericana Los efectos de la tecnología, sus bondades y desventajas Las naciones o grupos más grandes, cuando se enfrentan a una potencia tecnológica, tal vez tengan que aceptar sufrir muchas bajas en un esfuerzo por agotar los sistemas técnicos de sus adversarios e infligir bajas. Una nación con un ejército reducido y profesional no puede luchar una guerra prolongada y finalmente debe movilizar al componente de Reserva y a nuevos conscriptos. Con el fin de prolongar el conflicto, la nación menos tecnológicamente avanzada acepta una cantidad desproporcionada de bajas. En un conflicto prolongado, una fuerza de alta tecnología inevitablemente se convierte en una fuerza de baja tecnología, debido a que los sistemas de armas de alta tecnología se desgastan en forma más rápida de lo que pueden ser reemplazados. A pesar de que los componentes de estos sistemas requieren extensos esfuerzos de mantenimiento, la demanda por estos componentes es mayor que las capacidades existentes para su mantenimiento. El empleo continuo de los sistemas de armas aumenta la proporción de fallas de los subsistemas de alta tecnología. Además, los sistemas de alta tecnología optimizados en un teatro de operaciones quizás no sean los más aptos en otro teatro. El empleo de estos sistemas degradados aumenta sus posibilidades de descomposición. Después de varias semanas o meses de combate, la situación de los medios de mantenimiento y la reducción de las existencias en el teatro de guerra pueden obligar a una fuerza de alta tecnología a luchar con sistemas parcialmente funcionales, de una forma relativamente primitiva. Daniel H. Carrasco Leiva Una nación puede librar un conflicto con éxito cuando planifica lograr el éxito político sin obtener una victoria militar. Egipto hizo esto en su guerra con Israel en Israel había obtenido una victoria decisiva contra Egipto en 1967 y planificó con confianza librar la próxima guerra de la misma forma. Egipto determinó cómo contrarrestar los medios de inteligencia, potencia aérea y fuerzas blindadas de Israel y resolvió ganar una batalla, pero no planificó ganar la guerra. Aunque Egipto no triunfó en la guerra de 1973, los tremendos mejoramientos en su desempeño militar sorprendieron a Israel, produciendo un colapso del gobierno israelí y un tratado de paz que le devolvió toda la península del Sinaí a Egipto. Bibliografía consultada 1. Coronel General Anatoli Alanasyevich Shirko. 2. Charles E. Heller y William A. Stofft, America s First Battles (Lawrence, Kansas: University Press of Kansasm 1988), pág. Xiii. 3. La experiencia rusa en Chechenia del Mayor Ray Finch, Una cara del combate del futuro: El combatiente checheno Shamil Basayev. 4. Richard J. Newman, Warfare 2020 y Battles without Soldiers?. 5. Caspar Weinberger y Peter Schweizer, The Next War (Washington, DC: Regnery Publishing Inc., 1995). 6. La Guerra del Golfo Pérsico fue una operación terrestre de aniquilación después de una campaña aérea de desgaste. Esta última se condujo en dos fases: desarticulación seguida de desgaste. La guerra fue limitada, tanto en su alcance como en su objetivo. El objetivo fue la expulsión del Ejército iraquí de Kuwait; no fue la rendición incondicional de Iraq (nota del autor). 7. Teniente Coronel Lester W. Grau, Continuity and Change: A Soviet General Staff View of Future Theater War, Military Review 16. Richard Betts, The Downside of the Cutting Edge, The National Interest (otoño de 1996). 8. George W. Gawrych, The 1973 Arab-Israeli War: The Albatross of Decisive Victory, Leavenworth Paper nro. 21 (Fuerte Leavenworth, Kansas: Instituto de Estudios de Combate, Nota 1. Brigadier (r) del Ejército de Chile. 58 Fasoc, Año 16, Nº 3 y 4, julio-diciembre, 2001