"Una Licencia Para Conducir. Reflexiones Sobre Manía Melancolía"

Transcripción

1 "Una Licencia Para Conducir. Reflexiones Sobre Manía Melancolía" (*) Jornadas De Escuela, Acto E Interpretación. Escuela Freudiana De Buenos Aires, Adriana Bauab Sorprendida recientemente por una intervención con una paciente, a la que llamaré Ana, fue mi sorpresa la que me brindó la hebra que tejió el texto de este trabajo. Creo además que no es casual que sea en el seno de estas Jornadas, sobre Acto e interpretación. Ana tiene cuarenta y dos años. Se presenta a la consulta, derivada por su hermana, quien me había llamado previamente. Recién, había salido de una internación a la que llegó por haber ingerido una cantidad considerable de ansiolíticos y antidepresivos. Desmayada e inconsciente la encontró su marido cuando regresó imprevistamente a su casa. Refiere con cierta decepción haber hecho más de veinte años de análisis y menciona a algunos de los que habían sido sus analistas. De varios de esos tratamientos se había ido enojada. No le gusta que la presionen. Le pregunto por esto y dice que a veces cuando se sentía mejor, ella proponía finalizar y la analista no acordaba, esto le provocaba enojo. Pero la última vez había sido diferente, ella comenzó a acelerarse. La aceleración fue el primer síntoma. Me sentía eufórica, hiperkinética. Mi cabeza era una fábrica de ideas, hablaba con todos, quería enviarle una carta a la presidenta, pensaba que le podía ayudar. La analista se asustó y me derivó a un psiquiatra. Me diagnosticaron bipolaridad. Al tiempo de esto es que comete el pasaje al acto y toma las pastillas. Me pregunta Vos pensas que soy bipolar? Etiqueta que a veces traen los pacientes, cuando oscilan alternativamente entre una tristeza agotadora y una euforia desbocada. Parecen intentar encontrar allí algún lugar de nominación. No lo llamaron así ni Freud, ni Lacan. Lo que si podemos encontrar en la letra de los maestros son unas brevísimas menciones respecto a lo denominado clásicamente como maníaco - depresivo, o locura cíclica. Se trata de neurosis, de psicosis, o de locura?. Es una pregunta, esa que me hace Ana, que decido dejar en suspenso y la invito a que comencemos a charlar de ella, de lo que había sucedido. - Página 1 de 5 -

2 Deponer las etiquetas diagnósticas y dar lugar a que Ana diga. Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha. Hay una distinción que nos ofrece Lacan al final del Seminario de la Angustia, que me parece crucial, para orientarnos en la dirección de la cura. Describe dos ciclos por donde el parletre podrá transitar, y tropezar cuando es afectado por las pérdidas acaecidas en las vicisitudes de la vida. Una es el ciclo duelo deseo. Aquí la pérdida es la ocasión para la reinscripción de la falta instituyente del sujeto y así recuperar la posición deseante. Y otro que es el ciclo manía melancolía, donde estas operaciones están dificultadas. Y afirma que en el ciclo manía melancolía no hay función de objeto a. No hay función de objeto a? Varias preguntas se me abren a partir de dicha afirmación sobre el objeto. Suponiendo que sí se instituya la transferencia, qué particularidades tendría su manejo? Cuál sería la función deseo de analista que propiciaría algún modo de funcionamiento del objeto a, en la estructura? Las vicisitudes en el tratamiento con Ana que alternaba en la transferencia entre la idealización y el maltrato hacia la analista, con enojos llegando a decirme, mirá que un día de estos te podes ligar una trompada, también fueron las hebras que me llevaron a producir este escrito. Hija menor de cuatro hermanos. Cuenta que su mamá quedó embarazada de ella esperanzada de que su nacimiento resolviera los problemas del matrimonio. Dice : Mucha responsabilidad para un bebe No te parece? Describe una infancia plagada de peleas entre sus padres. Su padre llegaba borracho y cualquier cosa podía volar por los aires. Recuerda aterrorizada como sillas y mesas salieron arrojadas en una discusión por la ventana. Luego de la separación de los progentores, siendo ella niña, quedó viviendo con la madre y no volvió a ver al padre por muchos años. Hasta que ella retomó el contacto y se reencontraron en varias ocasiones, de las que guarda lindos recuerdos por las charlas amenas que mantuvieron relacionadas con el arte, la literatura y las visitas a un taller de pintura de un amigo. Ana siendo jovencita había comenzado la carrera de Letras, que no pudo finalizar. Aunque si continuó asistiendo a talleres literarios y escribiendo. Enamorada de los libros siempre había trabajado en librerías o haciendo alguna tarea afín. En los últimos años vendía para una editorial libros en escuelas. En tres ocasiones intentó sacar su licencia de conducir, ya que esto le permitiría acceder a un ascenso en su trabajo. - Página 2 de 5 -

3 Relata que antes de la ingestión ese había sido otro de los puntos en que fracasó. No había podido obtener su licencia de conducir, por tercera vez había fallado. Ese había sido al comienzo del tratamiento uno de los temas que la preocupaban intensamente. Obtener una licencia para conducir. Frase cargada de significaciones, que dio pie a que una letra allí sea leída. Seguramente sus análisis anteriores, cada uno tuvo alguna eficacia, pero en esta ocasión parece que de eso se trata de obtener una licencia para conducir..para caminar por esta vida. A la siguiente sesión trae un sueño. Va caminando por la calle y encuentra un billete de lotería, prende la televisión y ve que estaba premiado. Asocia que se ganó la lotería cuando su marido volvió inesperadamente y la encontró tirada, luego de ingerir las pastillas. No fue un episodio menor, estuvo en coma dos semanas en terapia intensiva. A partir de este sueño, Ana en repetidas ocasiones refiere que para ella el intento de suicidio, fue como morir y volver a nacer. Renací luego de eso, lo decía sonriendo, casi humorísticamente pero insistía alguna verdad en ello. Se inscribe para asistir en un taller literario. Trae los cuentos que escribe y los lee en sesión. Es una prosa interesante, que cautiva, siempre hay un personaje o perseguido, u hostigado. En una ocasión trae un cuento en el que relata de un modo ficcional y disfrazado qué la llevó a ingerir las pastillas y su internación en la clínica psiquiátrica. Con un tono entre humorístico e irónico relata esa experiencia y la relación con los internados. Surge que para esa época se sentía presionada por su jefe. Dice: mi jefe me presionaba, metía presión con el trabajo, decía que tenía que vender más libros y ponía cifras ridículas. De paso relata que este a quien ella continuaba llamando de mi jefe, aún le adeudaba los últimos meses de su sueldo y ella temerosa no podía reclamárselos. Asocia que siempre tuvo problemas con la patronal. Le pregunto si este a quien ella insiste en llamar jefe le hace recordar a alguien que se ponía en lugar de patrón. Mi abuelo materno. Ibamos a trabajar en los veranos a una hostería que él tenía en Carhué. Nos mandoneaba y nos trataba muy mal, siempre enojado y sin embargo mamá nos decía que teníamos que obedecerle. El miedo y la inseguridad a reclamarle al jefe lo que le debía lo asocia al temor que sentía por ese abuelo y también recuerda cuando era una niña y su padre llegaba borracho. Todo tambaleaba, era un desequilibrio permanente. El se llamaba Coco, debe ser por eso que yo ando mal del coco? Estaba enfermo, el alcoholismo era su enfermedad algunas veces llegó a tomar alcohol puro. No quiso nunca - Página 3 de 5 -

4 tratarse, eso lo mató, fue como suicidarse. Le digo, Tal vez él se suicidó, vos estás renaciendo Al poco tiempo consigue que le paguen lo adeudado por su jefe. También consigue trabajar en la Feria del libro y luego entrar en una pequeña empresa familiar. El análisis de Ana cursa con más de un año en el que no faltaron sobresaltos, por querellas varias, con el portero, con algún familiar, conmigo. Viene puntualmente las dos veces por semana que acordamos y tolera poco cuando ocasionalmente debemos cambiar el horario. Sabes qué pasa? Me banco poco los abandonos, dice. El abandono, la lleva a hablar de cuando el padre se fue del hogar. Ella tenía 9 años y al poco tiempo tuvo un absceso en el cerebelo, casi muere, tuvieron que intervenirla de urgencia. Su cuerpo haciéndose eco de las rupturas afectivas, de las separaciones, de las decepciones amorosas. Un abceso que hay que extirpar, un corte en lo real. Y también habla del abandono por parte de su madre. Sólo le gustaban los bebes, cuando cumplí diez años sólo me contaba sus problemas, y dejó de darme bolilla. Diferenciar esos abandonos de otra cualquier ausencia que ella vivía como tal, ocupó un tiempo del análisis. Si su hermana a veces no iba a visitarla, o si su marido debía hacer horas extras o si yo a veces que de hecho eran pocas veces- debía cambiarle el horario no era un abandono. Sino era la posibilidad de inscribir la presencia ausencia del otro, el fort- da, inscribiendo, tallando la relación al objeto amado. Ocurre que en una ocasión Ana me llama por teléfono en el horario previsto para la sesión para decirme que llovía mucho y que prefería quedarse escribiendo, así que no iba a venir. Sin embargo, empieza a relatarme una discusión que había tenido con su hermana, y me dice podemos hablar, ya que este era el horario de mi sesión, no? A lo que respondo que no, que si no asistía, su sesión la perdía, y agregué, que cómo estaba lloviendo mucho iría a buscar a un hijo mío al colegio. Cuando ella venga la próxima sesión, sí hablaríamos. Esta intervención fue la que me sorprendió. Luego de cortar me pregunté Habré reduplicado de un modo explícito ese abandono del que veníamos hablando? Qué efectos tendría en Ana? O sería un modo de ir inscribiendo así, vía el analista en el lugar del semblant, la función de objeto a, esa que Lacan propone ausente en la manía- melancolía? - Página 4 de 5 -

5 Lo que fue dicho telefónicamente por parte de la analista, dejaba leer, que por un lado introducía la falta (por la pérdida de la sesión) y también que no estaba yo toda para ella, un objeto tercero, mi hijo mencionado incautamente, introducía una cuña allí. A la sesión siguiente me dijo que había estado pensando y que hasta ese momento había aceptado que su hermana pague el tratamiento pero que ahora quería pagar parte del mismo, aunque sea una parte simbólica, y agregó yo necesito pagar algo. Sin duda es mejor pagar con dinero que con tanto sufrimiento o entregarse en un pasaje al acto. Arriesgaré la hipótesis de que la función de objeto a, el objeto a como producto de la constitución subjetiva, es lo que permite pasar del plano de lo especular, o sea del espejo, lugar donde se constituye la imagen del propio cuerpo, del yo unificado en el espejo plano, al registro de lo imaginario, lugar de constitución del narcisismo: un nuevo acto psíquico, como lo llamaba Freud, que anuda el cuerpo al deseo y al goce. Para finalizar, así es como leemos que en la estructura la no función de objeto a. Lo que ocasiona que el sujeto se identifique alternativamente o con el desecho en la fase melancólica o al Yo ideal inflado de la megalomanía.. Escasez de lo simbólico que se traduce en signos delirantes, alucinatorios y del lenguaje, pero sin tratarse de una psicosis. Se identifica a un Yo en el plano de la idealización, no elidido por la valencia simbólica de la metáfora paterna, propicia para que se constituya el Ideal del yo. - Página 5 de 5 -