TEMA 22: LA PINTURA ESPAÑOLA: RIBERA, ZURBARÁN Y MURILLO. VELAZQUEZ

Transcripción

1 ESQUEMA: 1. La pintura barroca en España Ribera Zurbarán Velázquez Murillo. 1

2 1. La pintura barroca española. La pintura barroca española está dotada de una gran personalidad que la diferencia de la pintura del resto de Europa. La situación socio política y religiosa de España influyó en el desarrollo de la pintura barroca. La corte es el núcleo de máximo interés artístico del país, en torno al cual se agrupan los pintores más interesantes y donde van a confluir todas las principales corrientes europeas. Los Austrias tenían una importante colección de arte que fue incrementándose a lo largo de todo el siglo. El concepto de escuela resulta bastante insuficiente, muchos pintores trabajan de manera itinerante y porque apenas encontramos elementos unificadores entre los miembros de una misma escuela, ya que la pintura barroca española se compone de fuertes y brillantes personalidades que evolucionan de un modo independiente. También es cierto que este criterio es bastante útil a la hora de organizar el estudio de este momento tan esplendoroso de nuestra pintura. España careció de una burguesía que invirtiese en obras de arte, como sucedía en Holanda. Por consiguiente no existió la figura del pintor que establecía su taller de forma independiente esperando sus encargos que le permitiesen vivir de su trabajo. El mecenazgo corrió a cargo de la monarquía y de la Iglesia. Se encargaron obras para decorar el interior de los conventos y de los monasterios. Pintores como Zurbarán pasaron casi toda la vida pintando para este tipo de clientes. Esto hace que abunden los temas religiosos, muy influenciado por el espíritu de la Contrarreforma, en detrimento de los temas mitológicos. Irrumpió con fuerza el bodegón o naturaleza muerta, detrás del cual se suele esconder un fuerte simbolismo de carácter moral e incluso religioso. También lo hace el retrato, mientras son muy escasos los paisajes y los asuntos de carácter histórico. La situación del artista seguía siendo muy injusta. No se consideraba que este realizase una actividad de tipo intelectual, seguía siendo considerado un simple artesano. El pintor nunca era compensado con títulos nobiliarios ni con el reconocimiento social. Uno de los pintores que más incidencia artística tuvo en España fue Caravaggio y el tenebrismo. Casi todos los pintores españoles pasarán por una fase tenebrista José de Ribera. ( ). Conocido también como Il Spagnoletto, ya que aunque nació en Játiva, pasó casi toda su vida en Italia. Es probable que estudiase en el taller de Francisco Ribalta, pintor tenebrista valenciano. A los veinte años, se encuentra ya afincado en Italia, concretamente en Roma, donde entra en contacto con Caravaggio y con la Antigüedad clásica. Durante estos primeros años pinta la serie de Los cinco sentidos, cinco cuadros en los que los modelos son hombres y mujeres de la calle, la luz es tenebrista, la pincelada es ajustada, apretada y minuciosa y pastosa. Además de la influencia ejercida por la pintura italiana es muy fuerte el impacto de los pintores nórdicos. Entre sus cuadros religiosos sobresalen La Inmaculada (1653), que pintó para el conde de Monterrey y múltiples representaciones de santos y ascetas, en los que demuestra captar magistralmente los pliegues de los cuerpos secos y 2

3 envejecidos de estos personajes, lejos de cualquier idealización. El sueño de Jacob (1639), El martirio de San Felipe (1639), Ticio (1632) o La cabeza de Baco. En sus obras mitológicas los dioses carecen de la dignidad de la que deberían de estar dotados, lo mismo que carecen de dignidad los filósofos que pintó y que forman parte de una serie. Tal es el caso de Arquímedes (1630), del Museo del Prado. Ribera no rehuye la verdad del personaje representado, aunque esta sea grotesca o desagradable. Tal es el caso de la Mujer barbuda (1631) o El patizambo (1642). Ribera es uno de los más importantes pintores barrocos. Demostró que conocía y dominaba la técnica del grabado y que era un buen dibujante de trazo firme y conciso. Su paleta pasará del tenebrismo caravaggiesco, a unos colores más claros en sus últimas obras Francisco de Zurbarán. Nació en Badajoz en 1598 y murió en Madrid en tradicionalmente se le inscribe junto a Alonso Cano, Murillo y Valdés leal dentro de la escuela andaluza. Zurbarán se educó en la pintura en el taller de Pedro Díaz Villanueva y fue amigo de Pacheco y Velázquez. Fue un pintor especialmente religioso aunque realizó alguna obra mitológica como Los trabajos de Hércules (1634) para el Palacio del Buen Retiro. Hacia 1626 comienza a pintar sus primeros cuadros importantes. La mayor parte de sus obras fueron encargadas por órdenes religiosas. Pintó la Vida de San Pedro Nolasco (a partir de 1628) para el convento de la Merced, inspirándose en grabados hechos en Roma con motivo de la beatificación. Desde el principio demuestra que es un pintor manierista, naturalista e interesado por los colores cálidos y especialmente por el blanco. Son particularmente importantes las pintura del Monasterio Jerónimo de Guadalupe. A partir de 1639 la situación económica del pintor se complica y se ve obligado a hacer cuadros para América. Además irrumpió con fuerza la figura de Murillo que le hace la competencia, de tal manera que sufrirá un giro importante en su manera de pintar. Sus temas cambian considerablemente y se aproxima a una religiosidad más dulce, que no va demasiado a su estilo. Donde brilló con luz propia fue en la elaboración de bodegones, tan sobrios como los de Sánchez Cotán, en los que demuestra una gran devoción por los objetos sencillos que emergen silenciosamente de la oscuridad, por la simplicidad que invadió toda su obra Diego Rodríguez de Silva y Velázquez. Es el más grande de todos los pintores españoles. Dotado de un gran talento natural evolucionó hacia una genialidad absoluta. Nació en Sevilla en 1599, uno de los lugares más cosmopolitas de la España del XVII. En 1609 comenzó a formarse en el taller de Herrera el Viejo, y más tarde, ingresó en el de Pacheco, con cuya hija Juana se casó. En Sevilla comenzó su 3

4 andadura como pintor caracterizándose por el naturalismo, el gusto por las tonalidades terrosas, la pintura de género, los bodegones y la elección de los personajes de la calle para protagonizar sus obras. De este primer momento son La vieja friendo huevos (1618) y El Aguador (1620). Esta última encierra, tras su aparente simplicidad una alegoría de las tres edades: juventud, madurez y vejez. El artista se detiene en la captación de las calidades de los objetos que demuestra su interés por el cultivo del bodegón en este primer momento. En 1621 va a Madrid y se aproxima a la vida de palacio gracias a una carta de recomendación que le hace su suegro Pacheco. Uno de sus primeros encargos en este nuevo ámbito es el Retrato del joven Felipe IV. A partir de este momento inicia su trabajo para la corte que habría de durar toda su vida. Una vez allí comienza a desarrollar su evolución artística, entre otras cosas porque tiene la oportunidad de ver la colección real de pintura. Le llaman la atención de un modo especial las obras de Rubens, Tiziano, Veronés y Sánchez Coello, lo que motiva que se aclare su paleta y su técnica sea más suelta y vaporosa. En 1628, Rubens visita España y le recomienda que viaje a Italia, cosa que hace en 6129 gracias a un permiso que le concede el conde duque de Olivares. En este viaje conoció a Espínola, protagonista español de la rendición de la ciudad de Breda. Gracias a las cartas que le concedió el conde duque pudo conocer gran parte de las colecciones privadas que existían en Italia, obras de Miguel Ángel, Rafael, Guercino, Guido Reni. A su regreso a España se inicia un nuevo período que cristaliza en la ejecución de La túnica de José (1630) y de la fragua de Vulcano (1630). En esta última obra se evidencia el interés por la anatomía y por las proporciones de las figuras humanas. En Los Borrachos (1629) funde el mundo de lo mitológico con el de los personajes más populares, demostrando que conoce la mitología y el tratamiento del desnudo clásico y el mundo que recrean las novelas picarescas. También hizo retratos del príncipe Baltasar Carlos, del Conde Duque de Olivares, cuadros de caza con el Guadarrama al fondo y del rey Felipe IV, sobriamente vestido de negro y con su rostro cargado de melancolía y abulia que caracterizaron a los últimos Austrias y que anuncia el fin de la dinastía. También pintó retratos de bufones en los que se hace patente la tremenda complicidad que existía entre algunos de estos seres y Velázquez, especialmente el de Sebastián de Morra ( ), en cuya mirada se refleja toda la resignación y la conciencia de su situación. En La rendición de Breda vemos a Espínola recibiendo cortésmente la llave de la ciudad sitiada de mano del derrotado. Aquí utiliza un recurso utilizado ya por Paolo Ucello (Batalla de San Romano): representa un gran número de lanzas para sugerir idéntico número de soldados sin necesidad de tener que pintarlos. En 1648 viaja por segunda vez a Italia con el cometido de adquirir algunas obras de arte. En Roma le encargan que haga un retrato del Papa Inocencio X (1650) y antes de pintar el que sería uno de sus más bellos retratos, ensaya haciendo el de su criado Juan de Pareja. Es posible que sea en Italia, y en estos momentos, cuando pinta los paisajes de La villa Médicis que demuestran la manera en que ha evolucionado su pincelada haciéndose más suelta. La Venus del Espejo es un cuadro pintado tras este segundo viaje a Italia en el que vuelve a retomar el tema mitológico. Es obvia la influencia veneciana de Tiziano, por la anatomía de forma redondeadas, la piel tersa y nacarada y la tela roja que llama nuestra atención. En el espejo vemos el rostro desdibujado de la diosa que contrasta, por 4

5 su vulgaridad, con la magnífica anatomía. También el mitológico el tema de Marte, que recuerda notablemente a un cuadro de Rembrandt. Las últimas obras de Velázquez son Mercurio y Argos, algunos retratos de la infanta Margarita, Las Hilanderas y Las Meninas. En ellas la pincelada es totalmente suelta y emplea mayor cantidad de masa pictórica. Las Hilanderas (1657) narra la fábula de Aracne recogida de Las Metamorfosis de Ovidio. En el fondo de la escena se sitúa la verdadera cuestión del cuadro, mientras que en la parte delantera se coloca lo que podríamos denominar tema secundario. Lo prioritario9 es la defensa de la intelectualidad, la liberalidad y la nobleza de la pintura y del pintor. Este cuadro ha sido considerado como el antecesor del futurismo al intentar captar el movimiento; la rueda del telar gira tan rápido que los radios apenas pueden ser vistoso, por lo que aparecen desdibujados Bartolomé Esteban Murillo. Nació en Sevilla en 1618, en el seno de una familia acomodada. Entró en el taller de Juan Castillo, donde aprenderá a dotar a sus figuras de un carácter amable, sereno y dulce. Alcanzó gran fama como pintor en su ciudad natal. En 1658 comenzó a trabajar para la catedral de Sevilla y viajó a Madrid donde permaneció dos años que le sirvieron para conocer la colección de pintura del rey y la obra de Velázquez de los últimos años, lo que ejerció una gran influencia sobre él. Sus imágenes religiosas suponen la aparición de una nueva sensibilidad. Las Sagradas Familias de cordial ambiente y las imágenes de la Inmaculadas sustituyen a escenas de martirios. Una de sus obras más conocidas es la sagrada Familia del Pajarito (1650). Las Inmaculadas responden todas ellas a un mismo esquema: la Virgen, vestida con un manto azul, somete a una serpiente como símbolo del mal o se apoya sobre una media luna. Donde más creativo y libre se mostró fue en las pintura de niños (Los Niños de la concha, 1670), generalmente mendigos sacados de la calle que se pueden relacionar con los personajes de la literatura picaresca (Niños comiendo uvas y melón, 1650). Una de sus obras más difundidas y, al mismo tiempo una de las más bellas, es El sueño del patricio (1656) que narra la historia del patricio y su mujer que tienen un sueño en que se les aparece la Virgen y les revela su voluntad de que construya una basílica en su honor en el monte Esquilino. 5