PROGRAMA No JEREMÍAS. Capítulos 18 y 19

Transcripción

1 PROGRAMA No JEREMÍAS Capítulos 18 y 19 En el día de hoy, amigo oyente, llegamos al capítulo 18 de Jeremías. Tal vez usted podría reconocer este capítulo como un capítulo que nos habla de la visita que Jeremías hizo a la casa del alfarero. Jeremías comenzó un método que Ezequiel desarrolló y perfeccionó, y era el de representar personalmente las parábolas que él decía. Él hizo eso en realidad, los dos hicieron eso para llamar la atención de la gente. Era algo difícil lograr la atención de esta gente que estaba endurecida por el pecado; gente muy sofisticada, que había ahora rechazado a Dios, y entonces, era difícil lograr su atención. Y es difícil hoy también, el hacer que muchas personas le escuchen a uno. Se cuenta que en una ocasión un campesino tenía un burrito para ayudarle en su trabajo diario. Un amigo quería viajar con él cierto día, y este amigo se subió al carretón, y el campesino luego de haber preparado todo antes de salir, tomó un pedazo de madera y va donde está el burro y le da un golpe en la cabeza. Luego regresó a su carretón, se sentó, y comenzó la marcha. El amigo, que estaba sentado en el carretón, estaba sorprendido completamente por lo que este hombre campesino había hecho en la forma tan deliberada, y que simplemente, sin ninguna razón, le había dado en la cabeza a este pobre burro con un pedazo de madera. Y luego le dijo: Oye, pero ese burro no hizo nada; por qué lo golpeaste de esa manera? A lo cual, el campesino respondió: Bueno, hice eso para TTB 4850 Página 1 de Programa No. 0884

2 llamar su atención. Y, amigo oyente, el Señor, hay veces que usa métodos que nos parecerían extremos para lograr nuestra atención. El Señor Jesucristo utilizó parábolas, como usted bien recordará. Él utilizó ese método para poder alcanzar el corazón de la gente. Así es que, aquí tenemos que el profeta Jeremías representa o actúa una parábola. Este hombre fue a la casa del alfarero. Y en los primeros 6 versículos, los versículos 1 al 6, de este capítulo 18 de Jeremías, leemos lo siguiente: 1 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. 4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. 5 Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: 6 No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. (Jer. 18:1-6) Esa es la visita que realiza Jeremías a la casa del alfarero, y de esto él hace una aplicación para la nación. De seguro que alguno de nosotros en alguna ocasión, ha podido ver trabajar a un alfarero. Y si usted no lo ha hecho amigo oyente, hasta ahora, pues, debería hacerlo. Esto le dará a usted un cuadro muy nítido del mensaje que recibió Jeremías en aquel día. Quizá los alfareros del presente no trabajan como lo hacían en la época de Jeremías. En aquella época no había electricidad para hacer andar la rueda, y tenían que hacerlo con el pie, mientras que con las manos trabajaban el barro. Y por supuesto que la tarea principal era la del alfarero trabajando el barro con sus manos. Muchos de ellos son muy diestros en la forma en TTB 4850 Página 2 de Programa No. 0884

3 que trabajan. Es sorprendente poder mirar a esta gente trabajar y ver las cosas que forman, de simplemente un pedazo de barro. Ellos toman un pedazo de barro y en pocos momentos forman una vasija o una cosa de adorno muy hermosa. Hay dos cosas que podemos destacar al observar trabajar a un alfarero. Una de ellas es ese pedazo de barro con el cual comienza la tarea, que es una cosa completamente sin atractivo, sin forma, y fea; eso es algo que uno no puede dejar de notar. Otra cosa que uno puede notar es la obra completa o finalizada del alfarero. Cuando uno puede ver la vasija o el adorno acabado ya por el alfarero, puede notar que es algo muy hermoso. Y el cuadro que tenemos aquí es fácil de comprender. Dios hizo una aplicación a esto. Dios es el Alfarero, Israel es el barro, en este caso en particular. Pero también esto se puede aplicar a toda la humanidad en general a usted y a mí, nosotros somos ese barro en las manos del divino Alfarero. Ahora la figura del alfarero y el barro es muy impresionante y muy importante. Y Pablo la usó en el Nuevo Testamento. Allá en el capítulo 9 de la epístola a los Romanos, en los versículos 21 y 22, leemos: O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción... Esta es una declaración tremenda, a propósito, y es algo difícil de digerir para muchas personas. Ahora Dios es el Alfarero. Creemos que eso es bastante obvio, y Pablo habla de eso. Pablo habla también del barro. Allá en su Segunda Epístola a Timoteo, capítulo 2, versículo 21, leemos así: Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra. Instrumento aquí quiere decir una vasija de barro. Notemos ahora, volviendo a Jeremías, lo que hizo el alfarero. Este alfarero estaba TTB 4850 Página 3 de Programa No. 0884

4 trabajando sobre la rueda y haciendo una vasija de barro, y la vasija se echó a perder en sus manos. No tomaba la forma que él quería. El barro tiene que ser de la textura correcta, y este barro con el que el alfarero estaba trabajando, no respondía a lo que él quería. Quizá no era lo suficientemente blando como para trabajar. Entonces, se echó a perder en su mano y él lo puso a un lado. Ahora, qué fue lo que hizo? Bueno, él lo tomó otra vez un poco más tarde, e hizo otra clase de vasija. Él hizo eso. Aquí tenemos dos cosas que queremos que usted note, amigo oyente. Una, es el poder del alfarero y la personalidad del barro. Eso es algo interesante. Y luego vamos a ver todo lo opuesto a eso: la personalidad del alfarero y el poder del barro. Esto parecería una paradoja, pero observémoslo primero. En primer lugar, el poder del alfarero. Dios, como un gigantesco Alfarero, tomó el barro y formó al hombre; la parte física del hombre. En Génesis, capítulo 2, versículo 7, leemos: Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Dios fue el Alfarero. Hay algo muy interesante en cuanto a este Alfarero. Nadie puede detener a este Alfarero. Nadie puede poner en duda Su derecho. Nadie puede resistir Su voluntad. Nadie le puede decir a Él, no. Nadie puede alterar Sus planes. Nadie puede disputar o discutir con Él. En cierta ocasión, un niño estaba jugando en el barro, en una cañada de un pequeño río, y estaba construyendo un hombre de barro. Él le hizo todo menos un brazo, y la razón de no hacerlo fue porque su papá lo llamó para que lo acompañara a ir a la ciudad. Así es que, cuando estaba en la ciudad, este muchachito estaba caminando y vio a un hombre a quien le faltaba un brazo; y lo seguía mirando fijamente y finalmente se dirigió a él y le preguntó: Por qué te fuiste antes de que concluyera mi tarea? Bueno, debemos decir que Dios sí completó Su tarea con todos nosotros. En ningún otro lugar puede usted encontrar un cuadro más gráfico que aquí, de la soberanía de Dios. Se dice mucho hoy en cuanto a los derechos del hombre; pero la gente se ha olvidado en cuanto a los derechos de Dios. Y Dios, amigo oyente, es soberano y por cierto que Dios también tiene Sus TTB 4850 Página 4 de Programa No. 0884

5 derechos. Y Dios tiene una autoridad indiscutible. Además posee una habilidad irresistible, ya que tiene una voluntad inexorable e inflexible para formar a los individuos y a las personas, a las naciones y también al mundo, y al universo. Dios tiene el poder para llevar a cabo Su voluntad en el día de hoy. Él no tiene que responder ante ninguna persona, Él no tiene un jefe. Él no está trabajando para un patrón. No tiene que estar mirando el reloj. Él no es responsable ante un directorio o una comisión de diáconos. Él es soberano. Y Él es un Dictador absoluto y soberano. Y usted y yo, amigo oyente, vivimos en un universo que está andando, que está marchando para agradarle a Él. Quizá a usted no le guste esto; pero así es. Cierto hombre que vivía al pie de una montaña decía: Estas montañas que nos rodean son un poco deprimentes; me dan como una fobia y me hace sentir como si estuviera encerrado o atrapado. Me gustaría correrlas un poco más allá. Y alguien que le escuchaba le preguntó: Y, por qué no lo hace? Él miró a esta otra persona sorprendido y le dijo: Bueno, yo no lo puedo hacer. La otra persona que era un creyente, le preguntó: Sabe usted por qué están allí? Bueno, respondió: Creo que es porque tuvo lugar un gran movimiento de la naturaleza en el pasado. Entonces el creyente le dijo: Sí, yo creo que fue eso lo que sucedió. Pero, sabe usted por qué están allí ahora? No, en realidad, no lo sé. Bueno, continuó el creyente creo que se lo puedo decir; están allí porque allí es donde Dios quiere que estén. Y amigo oyente, usted y yo estamos viviendo en un universo que está moviéndose, andando para Él, es para Su gloria. La rebelión del hombre en el día de hoy, es como una tempestad en un vaso de agua. Usted no puede sorprenderle a Él. Tampoco le puede engañar. Usted no puede molestarle. Dios avanza triunfalmente en el día de hoy, en Su propio carro, y quién le va a decir que no? Quién va a decirle que está equivocado, o que no lo está? Amigo oyente, Dios es soberano, ese es el poder del Alfarero. TTB 4850 Página 5 de Programa No. 0884

6 Ahora, notemos la personalidad del barro. Alguien nos puede decir: Bueno, eso es una metáfora mixta. El barro no tiene ninguna forma, no tiene vida, es una cosa completamente embarrada. Es inepto, es inerte, no puede hacer nada. Y después de todo, la Escritura dice por parte del salmista David en el Salmo 103, versículo 14: Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo. Pero hay ocasiones cuando nos olvidamos de esto. Sin embargo, cuando el polvo se pega a sí mismo, se convierte en barro. Amigo oyente, no existe una habilidad intrínseca. Pablo deja esto bien en claro cuando él habla a los Efesios. Él indicó esto cuando él les muestra que el hombre es un pecador. Y dice Pablo: Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados. Y también se nos dice allá en la epístola a los Romanos, capítulo 5, versículo 8: Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Amigo oyente, usted y yo necesitamos reconocer hoy que nuestro Dios es un Dios soberano y que nosotros somos nada más que barro. Pero, lo interesante de notar es que Él tiene algo que decir en cuanto al barro. En su epístola a los Romanos, el Apóstol Pablo dice en el capítulo 9, versículo 16: Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Dios es quien está en control de todo. Ninguno de nosotros puede reclamarle nada a Dios. Dios expresa eso de una manera muy clara. Él le dijo a Moisés: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. (Rom. 9:15) Él le está diciendo a Moisés: Yo te voy a escuchar, pero no te escucho porque tú eres Moisés. Te escucho nada más porque Yo tengo misericordia. Esa es la razón por la cual Dios le escuchó. Dios no está obligado a salvar a nadie. Dios es libre para actuar como quiera. Él es justo y Él es santo. Y este es un mundo perdido y puede permanecer de esa forma. TTB 4850 Página 6 de Programa No. 0884

7 Pero, ahora, aquí tenemos la segunda cosa: tenemos la personalidad del alfarero y el poder del barro. Veamos lo que dice este pasaje de las Escrituras que estamos considerando aquí en Jeremías. En el capítulo 18, versículo 4 leemos: 4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. (Jer. 18:4) Ahora, si Dios fuera un dictador cruel y absoluto, esto sería una de las verdades más terribles que uno pueda ver. En realidad, si Dios hoy, fuera absolutamente brutal y no tuviera ninguna clase de preocupación, entonces sería algo muy chocante hoy. Sería hasta repugnante si Dios fuera negativo; si Él fuera motivado por un capricho o antojo; y si Él fuera petulante y desleal; si Él fuera cualquiera de esas cosas. Pero, aquí dice: y volvió y la hizo otra vasija. Por qué? Por Su paciencia. Usted amigo oyente, no tiene ningún derecho de dudar de Dios. En realidad, eso es una blasfemia. El Dr. Shedd lo dice de la siguiente manera: Es el igualar irreverentemente al hombre con Dios. En el momento en que usted comienza a dudar de Él, se pone usted en Su lugar. Usted está diciendo que usted es un dios. Y hay muchas personas hoy, que dicen que ellos van a ser salvos por sus propios métodos. Cierto hombre le dijo a un Pastor: Yo voy a resolver esto por mis propios medios. Yo soy un hombre bueno y voy a hacer cosas buenas. El Pastor le contestó: Lo que usted está tratando de hacer es tratar de obrar a su manera para lograr ocupar un lugar en el trono. Y cuando usted llegue allá, va a querer decirle a Él: Córrase un poquito, somos dos ahora. Amigo oyente, usted no es Dios. Usted tiene que ir a Él de la manera que Él lo ha dispuesto. Él es benévolo, Él es muy amable. Y Dios actúa con toda sabiduría, con todo amor y con toda justicia. Él podría arrojar ese barro lejos de Él para siempre. Si yo fuera Dios. Ese es un TTB 4850 Página 7 de Programa No. 0884

8 juego que usted puede tratar de jugar alguna vez. Hace algunos años hubo una representación teatral llamada Verdes Pastos. Y allí había un hombre que representaba a Dios. (Probablemente era una blasfemia, nunca lo vimos), pero se nos cuenta que la persona que representaba a Dios en esa obra, miraba hacia la tierra y decía: Parecería que mis hijitos se han olvidado completamente de mí. Bueno, Adán pecó, Jacob fracasó, y Dios no los arrojó a ellos a un lado. Dios aún no había terminado con ellos. Él tomó ese barro y volvió a formarlo. Y en el libro de Jonás, una de las palabras que da más ánimo, más vigor o más aliento, es lo que dice allá en el capítulo 3, versículo 1: Vino palabra de Jehová por segunda vez a Jonás. Jonás había fracasado la primera vez; y Pedro, le podía decir al Señor, cuando Él se le acercó a él, cuando había estado pescando en el Mar de Galilea con los otros discípulos, él le dijo al Señor: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. (Luc. 5:8) Lo que Pedro estaba en realidad diciendo era: Bueno, por qué no vas y buscas a otra persona, yo he fracasado tantas veces. Pero el Señor Jesucristo le dijo: Tú eres barro en la rueda del alfarero, y Yo te amo y voy a hacer un vaso de ti. Y por cierto que así fue. En el día de Pentecostés Pedro predicó el mejor sermón que jamás haya escuchado la Iglesia. Amigo oyente, lo que allí tenemos es la personalidad del alfarero. Hablemos ahora del poder de barro. Alguien puede decir: Bueno, quiere decirme usted que el barro tiene algún poder? Por cierto que sí, amigo oyente. La condición del barro es lo que determina su destino final. Y cuando dice la Biblia que Faraón endureció su corazón; en realidad, no fue Dios el que endureció el corazón de Faraón. Dios demostró que este corazón ya estaba endurecido. Lo que Dios hizo fue revelar que así era. TTB 4850 Página 8 de Programa No. 0884

9 Hay muchas personas hoy que son hipócritas, y esa es una de las razones por la cual opinamos que Dios permite que venga el sufrimiento a tales personas. El sol brilla sobre el barro y lo hace endurecer; brilla y calienta un pedazo de hielo y lo hace derretir; eso es lo que provoca. Amigo oyente, Dios nunca endureció el corazón de Faraón. Una y otra vez Él le dio a este hombre una oportunidad de volverse a Él. Hasta los magos se acercaron al faraón y le dijeron: Ese es el dedo de Dios. También sus siervos se le acercaron y le dijeron: Deja ir a esa gente. Y hasta él mismo comenzó a ceder después de cada plaga; y en cierta ocasión él exclamó: Yo he pecado esta vez y el Señor es justo. Pero él no se volvió a Dios. Y qué es lo que sucede? Veamos lo que dice aquí el versículo 6, de este capítulo 18 de Jeremías: 6 No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. (Jer. 18:6) Qué cuadro el que tenemos aquí, amigo oyente! Dios permitirá que ellos sean engañados en los últimos días. Ahora, a quién le está haciendo eso Él? A aquellos que no reciben el amor de la verdad. Amigo oyente, usted puede apreciar que el barro tiene poder. El barro puede determinar lo que va a ser. El Señor Jesucristo dijo a Sus discípulos: Queréis acaso iros también vosotros? (Juan 6:67) Ellos podrían haberse ido. Ese joven rico que vino a Jesús, se apartó del Señor, entristecido. Y el Señor Jesucristo no dijo entonces: Bueno, vamos a cantar catorce estrofas más para ver si este joven pasa adelante. Él dejó que se fuera. El barro, amigo oyente, tiene poder; usted puede darle la espalda a Dios; usted puede levantar su puño ante Él; usted puede hacer eso. Usted también puede entregarse a Su misericordia y ceder ante Su dulce influencia. Esa es la lección que sacó de aquí Jeremías y él lo presentó aquí a su TTB 4850 Página 9 de Programa No. 0884

10 pueblo, y ellos lo rechazaron. Ellos le dieron la espalda a Dios. Y en el versículo 18, de este capítulo 18 de Jeremías, leemos: 18 Y dijeron: Venid y maquinemos contra Jeremías; porque la ley no faltará al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Venid e hirámoslo de lengua, y no atendamos a ninguna de sus palabras. (Jer. 18:18 Ellos rechazaron a Jeremías. Ellos estaban diciendo: Este hombre no está diciendo aquello que es cierto. El barro, amigo oyente, tiene poder. Y también lo tiene el alfarero, digamos de paso. Y en el capítulo 19, ahora, los primeros dos versículos dicen: 1 Así dijo Jehová: Ve y compra una vasija de barro del alfarero, y lleva contigo de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes; 2 y saldrás al valle del hijo de Hinom, que está a la entrada de la puerta oriental, y proclamarás allí las palabras que yo te hablaré. (Jer. 19:1-2) Ese valle allí mencionado llegó a ser el lugar donde se arrojaba la basura. También en ese lugar se llevó a cabo una de las grandes batallas, en el Valle de Hinom. Y Dios le dice al profeta Jeremías: Ve tú a ese lugar y quiebra esa vasija de barro, y luego regresa. Ahora, cuál es el mensaje? Dios dice: Eso es lo que Yo voy a hacer con la casa de Israel. Eso es lo que les va a suceder a ellos. Y Jeremías fue y presentó ese mensaje al pueblo. Leamos los versículos 14 y 15 del capítulo 19, de Jeremías: 14 Y volvió Jeremías de Tofet, adonde le envió Jehová a profetizar, y se paró en el atrio de la casa de Jehová y dijo a todo el pueblo: 15 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí, yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus villas todo el mal que TTB 4850 Página 10 de Programa No. 0884

11 hablé contra ella; porque han endurecido su cerviz para no oír mis palabras. (Jer. 19:14-15) Y a causa de ese mensaje, ellos comienzan ahora a perseguir a Jeremías. Estos eran los últimos días de esta nación; y este hombre, con un corazón quebrantado y con sus ojos llenos de lágrimas, presenta ese mensaje al pueblo. Qué profeta! Pero él no era popular. Nunca fue popular. Y tampoco este mensaje es popular en el día de hoy. Y aquí, amigo oyente, vamos a detenernos por hoy. En la continuación de este estudio sobre el libro de Jeremías, retornaremos a usted en el próximo programa. Será pues, hasta entonces, es nuestra ferviente oración que Dios continúe haciendo de usted una vasija de barro, digna para Su honra y Su gloria! TTB 4850 Página 11 de Programa No. 0884