VALORACIÓN DEL IMPACTO AMBIENTAL DEL TURISMO COMERCIAL SOBRE LOS ECOSISTEMAS ANTÁRTICOS

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1 VALORACIÓN DEL IMPACTO AMBIENTAL DEL TURISMO COMERCIAL SOBRE LOS ECOSISTEMAS ANTÁRTICOS EQUIPO DE INVESTIGACIÓN Investigadores principales: Javier Benayas del Álamo (Dpto. de Ecología, UAM) Martí Boada Juncá (Dpto. de Geografía, UAB) Equipo de investigación: Pablo Tejedo Sanz (Facultad de Biología, IEU) María Muñoz Santos (Dpto. de Ecología, UAM) Luís Rodríguez Pertierra (Dpto. de Ecología, UAM) Ana Justel Eusebio (Dpto. de Matemáticas, UAM) Colaboradores: Jordi Oliver-Sola (Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales, UAB) Ramón Farreny (Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales, UAB) Xavier Gabarrel (Dpto. de Ingeniería Química, UAB) Joan Rieradevall (Dpto. de Ingeniería Química, UAB) OBJETO DEL ESTUDIO La investigación tiene como meta determinar si la presencia del turismo conlleva un impacto negativo significativo sobre los ecosistemas de la Antártida. Se pretende establecer si la explotación turística que se desarrolla en la actualidad en la Antártida es compatible con la correcta conservación de sus valores naturales. La hipótesis de partida es que la autorregulación ejercida por las empresas del sector hasta hoy día ha permitido preservar los ecosistemas de una forma adecuada debido a que las cifras de turistas no resultaban excesivas. No obstante, el crecimiento en los últimos años del número de visitantes que acuden a la Antártida ha generado serias dudas entre la comunidad científica internacional sobre la capacidad de los frágiles ecosistemas antárticos para soportar este incremento en la demanda turística. Este estudio coincide con el III Año Polar Internacional, el cual se ha desarrollado de marzo de 2007 a marzo de Se trata de una triple conmemoración que constituye el mayor programa científico centrado en el Ártico y el Antártico: el 150 aniversario del I Año Polar Internacional, el 75 aniversario del II Año Polar Internacional y, finalmente, el 50 aniversario del Año Geofísico Internacional, el cual supuso el comienzo de la etapa científica de la exploración antártica y sirvió como foro de encuentro de la comunidad internacional para iniciar la elaboración del Tratado Antártico. Este documento, firmado en Washington en 1959, es de suma importancia ya que asegura la protección de la Antártida al dedicar el continente por entero a la investigación científica con fines pacíficos. Con motivo de este evento se ha realizado la campaña más ambiciosa en la historia de la investigación antártica española, con más de 145 investigadores trabajando en la Antártida, incluyendo a tres de los integrantes del equipo de investigación del presente estudio. METODOLOGÍA Para evaluar las consecuencias del turismo comercial antártico sobre los ecosistemas terrestres antárticos se optó por un diseño participativo, es decir, los investigadores asumieron el papel de turistas para poder analizar una expedición antártica en un crucero que realizaba una visita tipo en la Antártida de 9 días de duración. Aunque se recogieron datos durante la totalidad del trayecto, los miembros del equipo no se identificaron y 1

2 permanecieron en todo momento en el anonimato como si fueran unos turistas más de la expedición. Durante el trayecto, realizado del 8 al 16 de febrero de 2008, se visitaron 10 emplazamientos, de los cuales 6 están dentro del Top-10 de lugares más visitados en la Antártida según las estadísticas para la temporada de la IAATO (International Association of Antarctica Tour Operators). A continuación se relacionan los espacios visitados indicando la cifra de turistas para la campaña y el puesto que ocupan en el ranking de visitas a tierra*: Bahía Balleneros ( visitantes, 1) Bahía Neko ( visitantes, 3) Isla de Media Luna ( visitantes, 4) Isla Cuverville ( visitantes, 5) Isla Petermann ( visitantes, 6) Isla Barrientos (7.123 visitantes, 10) Waterboat Pt. - Estación González Videla (5.929 visitantes, 11) Caleta Péndulo (4.751 visitantes, 14) Isla Danco (3.935 visitantes, 16) Bahía Yankee, Isla Greenwich (3.562 visitantes, 19) *: También se visitó el Canal Lemaire, más conocido como el Canal Fuji o Paso Kodak pos su calidad paisajística, pero no se ha incluido en la relación anterior al tratarse de una visita en la que los pasajeros no desembarcan. Para cada uno de los emplazamientos visitados se elaboró una ficha que contenía la siguiente información: Localización. En este apartado se indicaba tanto la situación geográfica del lugar como algunas anotaciones históricas de interés. Asentamientos humanos. Si es que los hubiera, algo que no es muy habitual en la Antártida. Geología. Se señalaban únicamente aquellos elementos geológicos de mayor interés. Biodiversidad del área. Se indican las especies presentes, el tamaño aproximado de las colonias de fauna, así como cualquier rasgo destacado. Grado de protección. Indicando si se trata de una zona protegida: Zonas Antárticas Especialmente Protegidas (ZAEP), o bien Zonas de Especial Interés Científico (ZEIC). Presencia turística. Se mostraba la evolución en los últimos años de las cifras de visitantes del lugar, los elementos de atracción del entorno más relevantes y el puesto que ocupaba en el ranking de visitantes de la campaña Gestión de la visita. Se analiza el papel de los guías-intérpretes: gestión del grupo de visitantes, conocimientos y explicaciones aportadas, calidad del trabajo desarrollado, etc. Impactos. Se anotan todas las alteraciones en el entorno que pueden deberse a la presencia de los turistas: basuras, molestias a la fauna, pisoteo de musgos y líquenes, recolección de souvenirs, erosión edáfica, contaminación acústica, etc. Observaciones. Anotaciones finales relevantes al margen de la anterior información, incluyendo en ocasiones cuestiones de interés para la gestión de la industria turística antártica o impresiones personales de los investigadores. También se indican algunos comentarios emitidos por los turistas durante el desembarco a tierra. La visita se realizó a bordo del crucero Antarctic Dream, el cual puede alojar 78 pasajeros, por lo que está algo por debajo de la media para este tipo de embarcaciones. Se trata de una de las dos únicas embarcaciones que realizan esta visita con guías que trabajan mayoritariamente en castellano (la otra es el Ushuaia), razón por la cual el perfil del pasaje difiere del habitual para los turistas antárticos. 2

3 La investigación se completó con sendos trabajos de gabinete. El primero revisaba la historia, funcionamiento, regulación, cifras básicas y consecuencias ambientales del turismo comercial antártico en base a una amplia revisión bibliográfica, sirviendo como punto de partida y contexto teórico para el estudio. El segundo abordaba el análisis de los impactos ambientales de este sector en lo relativo a su metabolismo ambiental y energético, considerando para ello los flujos energéticos consumidos durante las etapas de transporte hasta Ushuaia (subsistema avión) y desde este puerto hasta el continente antártico para desarrollar la visita (subsistema crucero). La metodología aplicada se basaba en el Análisis del Ciclo de Vida (ACV), el cual es un procedimiento de evaluación ambiental que evalúa la carga ambiental asociada a un producto, proceso o actividad, considerando todas las etapas de su ciclo de vida, siempre de acuerdo con las normas ISO, International Standards Organisation. BREVE RESUMEN DE LA INVESTIGACIÓN Aunque la evaluación de un único crucero limita considerablemente la posibilidad de obtener resultados generalizables a la totalidad del sector, la actividad desarrollada ha permitido identificar una serie de tendencias interesantes debido a que durante el trabajo de campo se han llevado a cabo entrevistas con diferentes agentes sociales relacionados con el turismo antártico. En estas reuniones con representantes de la industria turística antártica se ha detectado un crecimiento estabilizado y no muy fuerte en el número de turistas que transportan los barcos más pequeños de hasta 100 pasajeros, mientras que el mayor incremento se debe a los cruceros de más de 500 pasajeros, los cuales suelen incluir la Antártida como parte de un recorrido transoceánico con otras escalas internacionales. Afortunadamente, este tipo de embarcaciones permanecen menos días en las aguas antárticas debido a que el elevado número de pasajeros impide la realización de desembarcos al ser necesarios demasiados viajes en zodiac para permitir el descenso de todo el pasaje. Aunque este producto resulta suficientemente atractivo para la mayoría de pasajeros al incluir buques con mayores comodidades y que pueden hacer trayectos más rápidos, los turistas con motivaciones más naturalísticas o educativas suelen decantarse por los cruceros de menor tamaño que permiten una vivencia directa de los que es la Antártida. Otro de los problemas detectados es el incremento de yates privados y veleros que acceden por su cuenta a la Antártida sin ningún tipo de control. Aunque su contribución relativa es poco importante, su capacidad de atracar en prácticamente cualquier sitio podría conllevar impactos significativos en localizaciones muy sensibles a la presencia humana, sobre todo en el caso de colonias costeras de pequeño tamaño o con especies muy vulnerables como el cormorán imperial o de ojos azules (Phalacrocorax bransfieldensis). Otro aspecto que puede ser un problema para los próximos años son los cruceros turísticos que no pertenecen a la IATOO y que por lo tanto no tienen obligación de cumplir las recomendaciones ambientales que el Tratado Antártico establece para la industria turística. Por último, respecto al impacto ambiental global de las emisiones de CO 2, señalar que cada turista antártico genera aproximadamente 4.4 toneladas de dióxido de carbono, gastando energéticamente el equivalente a cinco veces el consumo eléctrico medio anual de un hogar europeo con 3 inquilinos. El transporte marítimo (subsistema crucero) contribuye al 56% del total de emisiones, mientras que el subsistema avión (transporte aéreo hasta Ushuaia) concentra el 44 % restante. En lo relativo a la experiencia en el Antarctic Dream, señalar que este producto turístico lleva años ofertándose con éxito, constituyendo una opción acertada para obtener una vivencia directa de lo que es la Antártida. Aunque existen otros cruceros que incluyen más actividades de aventura como desplazamientos en kayak, dormir una noche en tienda en el continente, etc., la oferta turística de este crucero se ajusta mejor a una experiencia-tipo de la industria turística antártica. Como es habitual, los desembarcos se concentran en determinados puntos que se caracterizan por presentar una elevada diversidad biológica y una buena accesibilidad por vía marítima. El problema surge cuando la presión antrópica desencadena impactos no reversibles en los lugares visitados. Este es el caso de la Isla Barrientos, único emplazamiento antártico en el que se han observado niveles de degradación edáfica similares a los que se pueden encontrar en otros espacios naturales del mundo que están sometidos a un importante nivel de uso. Esta tendencia a utilizar los mismos lugares por parte de todos los tour operadores antárticos ha generado algunos problemas de masificación de ciertos enclaves, lo cual afecta al nivel de satisfacción de su clientela. Para evitar estas situaciones, los patrones de las embarcaciones han comenzado a 3

4 buscar nuevas localizaciones para el desarrollo de visitas a tierra, por lo que cada año las empresas turísticas intentan llevar a sus pasajeros a lugares nuevos donde antes no ha llegado otro crucero. Estas actuaciones permite evitar la concentración de la presión y de los impactos en unos pocos lugares, pero por otra parte se genera una gran dispersión de los lugares visitados. Esta estrategia puede afectar a las tendencias observadas en los últimos años en diversas especies de fauna antártica, las cuales han incrementado sus efectivos poblacionales. Por ejemplo, en las expediciones de los últimos años es mucho más fácil ver ballenas y en mayor cantidad que décadas anteriores, lo cual es indicativo de que las políticas de conservación de los últimos años pueden estar dando sus primeros frutos. Estas tendencias positivas no deben ser afectadas por a industria turística, la cual depende en gran medida precisamente de la buena salud de los ecosistemas antárticos. Respecto al perfil de los pasajeros del Antarctic Dream, llama la atención el bajo grado de motivación que presenta una gran mayoría, un hecho detectado tanto por los investigadores como por los guías de la expedición. Muchos se muestran cansados de ver pingüinos tras su primer desembarco, cuando aún restan cinco días de actividades en tierra. Bastantes pasajeros no bajan a tierra cuando el tiempo no acompaña o bien no llegan a agotar las tres horas de duración de la visita. También es interesante resaltar que al preguntar a los pasajeros del crucero por los motivos por los que realizan el viaje, un gran número señala como principal razón el disfrute de pisar el único contienen en el que no habían estado previamente, alejándose de este modo de la búsqueda de una experiencia única en un continente mítico y aislado que transmite una imagen de aventura y en el que la presencia humana ha sido muy escasa y limitada. De forma general, se constata que un gran número de los usuarios de la oferta turística antártica proceden de sectores sociales con elevado poder adquisitivo y en general de edad avanzada. La mayoría de este colectivo no tiene una especial sensibilidad ni una gran motivación por disfrutar del importante patrimonio natural del continente helado. Es un público que demanda un viaje con unas ciertas comodidades y que es muy exigente con la comida y el servicio que se les presta, pero que quizás no valoran la cantidad y calidad de información que les puede proporcionar un buen guía. Señalar en este sentido que algunos de los pasajeros se quejaban de que no había casino o programas de entretenimiento a bordo del crucero. En opinión de nuestro equipo de investigación, toda actividad turística en la Antártida debería tener como prioridad sensibilizar e implicar a los turistas sobre la importancia de conservar y proteger el patrimonio ambiental de este continente, lo que hace imprescindible en el caso de los productos turísticos que se dirigen a un público más generalista y con baja motivación ambiental el hecho de contar con buenos guías y actividades que permitan cumplir con este objetivo. En este sentido, se ha señalar que la gestión de las visitas guiadas en el Antarctic Dream es quizás uno de los aspectos más deficientes, ya que se incumplen parcialmente las recomendaciones del Tratado Antártico y de la IAATO. Estas instituciones aconsejan que los barcos cuenten con un guía especializado cada turistas. En nuestro caso, el barco debería contar con al menos 3-4 guías para los 69 turistas de la expedición, a razón de uno por cada 20 pasajeros. En la realidad, sólo dos personas realizaban esta función en todos los desembarcos, considerándose en ocasiones como guía a la recepcionista del barco y a alguno de los responsables de las zodiacs para cumplir con la normativa. Tampoco el perfil profesional de los dos guías que acompañaron al grupo, tanto en experiencia como en estabilidad laboral, parecía el más apropiado. En ambos casos eran estudiantes que habían acabado su licenciatura de forma reciente y, aunque estaban muy motivadas y contaban con buenos conocimientos de la Antártida, carecían de una experiencia sólida en técnicas de comunicación y en estrategias de gestión de grupos de visitantes. Su juventud y, en ocasiones, su timidez, hacían que los turistas desobedecieran de forma sistemática sus indicaciones y mantuvieran continuamente comportamientos que no respetaban las normas establecidas, acercándose por ejemplo de forma excesiva a sacar fotos a ejemplares de pingüinos o de otras especies. Un grupo de adultos poco motivado por la conservación requiere de guías muy experimentados para evitar que incumplan los códigos de comportamiento establecidos por la propia IATOO en base a las recomendaciones del Tratado Antártico. En cuanto a las conferencias temáticas ofertadas durante trayecto en relación con distintos aspectos relacionados con los valores naturales de la Antártida, destacar la escasa afluencia de público (un máximo de 32 personas, con una media de 17.5 asistentes en las seis sesiones realizadas). Tal vez un enfoque excesivamente biológico y unos recursos interpretativos limitados motivaron este escaso éxito entre el pasaje. 4

5 CONCLUSIONES Existe una gran preocupación internacional sobre los impactos ambientales que el turismo pueda generar en unos ecosistemas que llevan siglos en su estado natural sin la presencia masiva de seres humanos. El turismo es sin duda la actividad que esta permitiendo una mayor afluencia de personas a este continente y, por tanto, es normal que sea identificada como una fuente potencial de cambios irreversibles sobre el entorno. No obstante, el mayor impacto de este sector hasta el momento parece ser el costo ambiental del desplazamiento en emisiones directas e indirectas de CO 2, y no tanto la degradación física y/o ecológica de los lugares visitados por los turistas. Esto podría cambiar de producirse, bien un accidente catastrófico por parte de alguno de los cruceros turísticos que visitan la zona (como ya sucedió en el 2007 cuando el MS Explorer se hundió en el océano antártico), bien un incremento descontrolado de las cifras de turistas antárticos. Aunque el sistema de autorregulación desarrollado por la industria turística en la Antártida a través de la IAATO se ha mostrado relativamente eficaz hasta el momento, es muy posible que no sea lo suficientemente sólido para asumir los nuevos retos a los que se enfrenta este sector. Las condiciones extremas del lugar, el incremento en el número de visitantes y de barcos que se desplazan a la zona, así como la diversificación de las actividades desarrolladas por éstos, van a poner a prueba la sostenibilidad de dicho modelo. Por todo ello, es necesario más que nunca implementar sistemas de seguimiento y control tanto de los impactos generados como del cumplimiento de las medidas acordadas. En este sentido, nuestro equipo propone tres medidas concretas: a) Formación y acreditación de guías: el personal responsable de gestionar la visita de los turistas que acuden a la Antártida constituye una importante herramienta de gestión debido a que son la primera línea de defensa frente a la generación de impactos ambientales por parte de los visitantes. Por ello es imprescindible contar con un sistema de acreditación de guías que asegure su correcta formación. b) Inspección independiente: la combinación de los mecanismos de autorregulación por parte de la industria turística con la presencia de observadores independientes a bordo de los cruceros podría garantizar el cumplimiento de la normativa existente en la actualidad. c) Barcos de vigilancia turística: la implantación de un sistema de control directo que inspeccionase las operaciones de los cruceros turísticos en las localizaciones más sensibles y los lugares más visitados podría complementar la anterior propuesta. Otras funciones complementarias de estas embarcaciones podrían incluir el seguimiento y control de otros acuerdos del tratado antártico como los relacionados con la pesca ilegal, o el apoyo logístico en operaciones de rescate. Para la financiación de estas medidas se propone recurrir a la creación de una tasa por visitante destinada a la preservación de los recursos del entorno más prístino del planeta. Se ha estimado que una tasa de 10 US$ por visitante sería suficiente para implementar las dos primeras medidas, mientras que la última precisaría una inversión mayor (100 US$ por turista). Para que un sistema de este tipo sea viable y eficaz, es imprescindible que alguna institución internacional de reconocido prestigio, y con una dilatada experiencia a la hora de gestionar proyectos internacionales, se postule para asumir las competencias trasnacionales necesarias para crear un marco legal reconocido por los estados. Esto implica iniciar un profundo debate sobre las distintas opciones entre las instituciones implicadas (el propio Tratado Antártico, la IAATO y la ONU, entre otros). Dos opciones que podrían resultar válidas son el PNUMA y la UICN. En cualquiera de los casos, este debate y la correspondiente decisión deberían adoptarse en el marco del Tratado Antártico. 5