Israel y Palestina: lo que se busca, lo que se pierde y lo que nunca se recuperará

Transcripción

1 La incursión israelí en Gaza rompe un frágil cese al fuego que el Estado judío había pactado con el gobierno de Hamas desde junio pasado. El análisis y el debate se han centrado en realidades que resultan obvias y desgastadas tras un conflicto que cumple ya seis décadas: es innegable la superioridad bélica israelí, la situación gravísima de pobreza, violencia y exclusión sufrida por el pueblo palestino y la disparidad en las bajas civiles de un lado a comparación del otro. Con ello hemos dividido este debate en dos bandos: uno a favor de la intifada y otro a favor del sionismo más radical. Pero acotar este conflicto a pro-palestinos contra pro-israelíes resulta limitado e inútil, en especial si el objetivo primordial es acabar con la violencia y la inestabilidad no solo en la tierra santa sino en todo Medio Oriente. Es necesario despegarnos de las ideologías, de las pasiones y hasta cierto punto de las innegables injusticias para hacer un diagnóstico balanceado de este conflicto, que se ha convertido en el principal bastión de enfrentamiento entre las potencias occidentales y amplios sectores del mundo musulmán. Al-Qaeda, la teocracia iraní basada en Teherán, los

2 atentados en Nueva York, Londres y Madrid, la guerra en Irak todos estos hechos y actores de alguna manera son influenciados por este conflicto entre dos pueblos que atribuyen su origen a Abraham. Los motivos reales de la incursión, la geopolítica en la región, los intereses de EE.UU., el Islam más dogmático y radical, los regímenes islamofascistas que surgen de éste y el fenómeno del terrorismo global dependen en gran parte de la resolución de este conflicto. En 1948, 1956, 1967, 1973, 1982, 2006 y 2009 los palestinos y los israelíes se han ido a guerra, con sólo periodos intermitentes de cese al fuego entre cada una. Por ello este mes los invito a que nos alejemos de los típicos bandos y que con imparcialidad exploremos las complejidades de la guerra entre palestinos e israelíes, entendiendo que sólo así podremos aclarar las ideas de lo que se nunca se recuperará. Radiografía de un conflicto La guerra entre palestinos e israelíes es sui generis. De entrada no es una guerra normal en el sentido de una invasión, son dos pueblos luchando por una misma porción de tierra y ninguno piensa salirse de ahí. También está la religión. Ambas partes involucradas en el conflicto han reclamado su derecho divino sobre esta tierra. Comprender la naturaleza de esta guerra resulta vital para poder encontrar alguna posible solución. Por ello debemos hacer una radiografía del conflicto para analizar sus adentros, sus detonantes y los factores que lo han alimentado por tantas décadas. Hamas es un movimiento político religioso que se niega a reconocer al Estado Judío en tierra santa musulmana. Mientras tanto Israel se ha convertido lentamente en una suerte de democracia teocrática, en la que los movimientos judíos más dogmáticos y ortodoxos tienen una amplia

3 representación en su legislativo, el Knesset. Las acciones y motivaciones de Israel no pueden entenderse sin tomar en cuenta su entorno geopolítico más inmediato: desde su formación el Estado judío ha pugnado por el reconocimiento de sus vecinos árabes; otro factor que ha complicado aún más la obtención de la paz entre ambos pueblos. Esto en parte explica la masividad de la escalada israelí en Gaza en los últimos días, más que desarmar a Hamas buscan mandar un mensaje simple al mundo musulmán: están ahí, cuentan con un poderío militar enorme y no piensan irse. Los bombardeos a gran escala no intentan acabar con Hamas y sus brazos armados que operan en la clandestinidad, son para demostrar su superioridad bélica ante cualquier agresión ya sea local con los palestinos o regional con Siria e Irán. Un elemento vital en el conflicto es el sionismo, que se mantuvo como un movimiento secular nacionalista hasta la Guerra de los Seis Días en Desde entonces la corriente se vio contaminada por la bruma del dogmatismo religioso y con ello amplios sectores de la política y la sociedad Israelí se unieron a la causa de perpetuar el gran Israel con lo que se empezó a colonizar las dos zonas donde históricamente se había pactado crear un Estado palestino, Gaza y Cisjordania. A raíz de esta ocupación Israel ha optado por la única opción que le queda, amurallarse y depender de su poderío militar para garantizar la existencia de su nación en una región que le es totalmente hostil. Por otro lado Hamas fue electo por los palestinos en Parece que la decisión de elegir a este movimiento islamista fue fundada en la necesidad de sacar a la OLP del poder, que tras varios años gobernando se habían convertido en una elite política profundamente corrupta. Pero occidente no entendió eso. Temiendo una obvia radicalización antisemita de los nuevos gobernantes palestinos, las potencias de Europa y Estados Unidos no tardaron en imponer embargos comerciales y de

4 ayuda humanitaria, lo que pauperiza aún más al pueblo palestino y lo orilla cada vez más a apegarse al islam más fundamentalista. Una encuesta aplicada en Gaza en 2007 demostró que la percepción mayoritaria creía que era viable llegar a una resolución pacífica del conflicto (ésta aumentó de 34% en junio de 2006 a 44.9% para marzo de 2007) (ir a la encuesta). Valdría la pena mencionar que la OLP encabezada por Yasser Arafat, renunció a la vía armada hasta 1988, cuando se ofreció a reconocer la existencia de Israel tras varias décadas de enfrentamiento inútil. La elección de Hamas no fue un movimiento colectivo hacia la radicalización, se fundamentó en el hartazgo por una elite política corrupta pero que estaba a favor de los Estados Unidos y a aceptar la existencia de una nación judía en Medio Oriente. He aquí todo un dilema para la política democrática liberal predicada por occidente: Hamas fue electo democráticamente en las urnas, ha ofrecido un alto al fuego a condición de que Israel vuelva a sus fronteras originales pero jamás ha ofrecido reconocerlo. En qué medida el mundo debe respetar aquella elección que fue democrática pero que a su vez llevó a un movimiento radical que no está dispuesto a reconocer a Israel? Castigar a los palestinos por posicionarlos en el poder definitivamente no es la respuesta, en especial si eligieron por medio de un proceso democrático, lo que resulta todo un acontecimiento en el mundo musulmán de hoy. El hecho es que con su elección, Hamas se ha unido a Hezbollah y a Irán en la lista de actores influyentes que buscan la destrucción de Israel. Esto complica aún más la situación y limita a las partes a optar por las acciones bélicas sobre las políticas. Hace tres años Israel se volcó sobre Líbano para acabar con Hezbollah, pero obviamente no aplastó su estructura que opera en la clandestinidad. Y como mencioné antes la acción bélica israelí no busca acabar realmente a ambos movimientos (que en cierta

5 medida cuentan con patrocinio de Irán). En el año 2000 ambas partes acordaron sentarse a negociar pero no pudieron ponerse de acuerdo en el manejo de Jerusalém, que es la ciudad más sagrada para el judaísmo y la tercera para el islam después de Meca y Medina. Tampoco se pudieron alcanzar consensos en torno al masivo éxodo palestino que volvería a su nación de crearse el Estado, ni cómo garantizar la aprobación del mundo musulmán tan demandada por Israel. Esto demostró que alcanzar un estatus de negociación es solo el principio de un difícil proceso que está obstaculizado por décadas de sangre y odio. En 2002 Fatah (el partido político de la OLP) y Egipto lograron que las naciones árabes le hicieran un ofrecimiento único a Israel: su reconocimiento a cambio del retiro judío de los territorios ocupados. Israel tontamente rechazó la oferta. El radicalismo y el dogmatismo religioso han dificultado la tan necesitada negociación al grado de volverla inexistente. Mientras tanto Irán ha pasado a reemplazar a la URSS como el patrocinador del terrorismo palestino. Ahora resulta necesario comprender los detonantes que viciaron al sionismo al grado de convertirlo en una doctrina más mística que política. Y que han convertido a Israel más en una teocracia que en una democracia liberal. Qué fue del sionismo? A finales del siglo XIX el sionismo en Europa era una doctrina secular liberal, que defendía el derecho histórico de los judíos a tener una nación propia en lo que hoy es Israel. Para aquél momento el movimiento se apegaba a los principios de la libre empresa, la democracia y el respeto a los derechos humanos. El sionismo religioso, que predicaba la necesidad de colonizar la Tierra Santa como una misión divina para garantizar la llegada del mesías hebreo era una corriente minoritaria. El representante más recalcitrante de esta corriente era el rabino Abraham Isaac Kook, el cual fue su más grande promotor y defensor en las décadas de los veinte y los treinta.

6 Para la década de los setenta, ya con Israel formada como nación, el sionismo nacionalista comenzó a tomar fuerza como una respuesta al nacionalismo árabe (su líder era Ze'ev Jabotinsky, esta rama dio origen al partido político nacionalista Likud). Esta línea del sionismo ha defendido la ocupación israelí de Cisjordania y Gaza mientras que ha apoyado siempre la acción militar por encima de la negociación en el conflicto con los palestinos (y fue la corriente dominante en el Ejecutivo israelí entre los ochentas y noventas). Después de la Guerra de los Seis Días el sionismo religioso cobró una enorme importancia en la política del Estado judío, organizándose en el Partido Nacional Religioso y el Gush Emunim. Los militantes de ambos partidos son judíos ortodoxos que predican reconstruir el Templo de David, destruyendo la Mezquita de la Roca desde la cual según los musulmanes Mahoma subió al cielo. El sionismo radical ha encontrado apoyo en el sistema de representación proporcional que impera en Israel y que ha ayudado a fundamentar su belicismo extremo y la ocupación de Gaza y Cisjordania. Para instaurar las negociaciones ese sistema debe cambiar, para dar mayor cabida a los movimientos liberales al interior del Knesset. Israel y sus vicios de representación Este año y tras varios escándalos de corrupción entre su clase política (el último tiró al Primer Ministro Ehud Olmert), Israel irá a las urnas. El momento no podía ser más difícil, la población civil siente un enorme repudio por su sistema político, Irán está cada vez más cerca de convertirse en una potencia nuclear en la región y la situación en Palestina amenaza con una nueva intifada, con el riesgo que ésta se propague sobre Cisjordania. Todo este descontento y entorno de crisis está enmarcado por un sistema de representación

7 proporcional que debilita profundamente a la figura del Primer Ministro y orilla a los partidos mayoritarios, el Laborista, el nacionalista Likud y el partido de centro fundado por Ariel Sharon Kadima a hacer alianzas con partidos religiosamente ortodoxos para mantener la coalición gobernante. Esto le ha permitido a los grupos más ortodoxos ocupar los territorios en disputa para perpetuar el destino divino del Gran Israel. Estos partidos además han logrado instaurar diferentes políticas sociales conservadoras, como el monitoreo rígido del sector alimenticio en su cumplimiento del kosher, la prohibición del aborto y la desaparición de la laicidad en el sistema educativo público. El principal partido religioso es el Agudat Israel el cual recibe apoyo principalmente de grupos ultraconservadores de la diáspora judía en todo el mundo. Han logrado también forjar instituciones teocráticas al interior del aparato de gobierno israelí como el Ministerio de Asuntos Religiosos. Históricamente los partidos religiosos en Israel han logrado moldear la política hacia el mundo árabe y hacia los palestinos, convirtiendo a esta democracia en un régimen semiteocrático controlando apenas entre el 12 y el 15 por ciento de los escaños del Knesset. Mientras estos grupos moldeen una parte importante de la vida política interna de Israel se están sumando todos los elementos para una catástrofe: una teocracia judía en una región donde las teocracias islámicas proliferan como una pandemia. Una encuesta llevada a cabo en 2007 demostró que el 62% de los israelíes creen que la causa de la creación de un Estado palestino es legítima y justa (ver artículo). Este sistema viciado de representación está relegando a los grupos liberales a las sombras y debe desaparecer. Por el bien de los israelíes y los palestinos.

8 Si el dogmatismo es uno de los principales impedimentos para alcanzar la paz del lado israelí, el lado palestino evidentemente no es la excepción. Las teocracias islámicas fundamentalistas se han convertido en los sistemas políticos más comunes en Medio Oriente y África. La pobreza y los tres focos de guerra (en Irak, Gaza y Afganistán), están sirviendo para alimentar a regímenes fundamentalistas autoritarios en toda la región. Estos regímenes no respetan los derechos humanos y llegan a tomar su peor versión en la sharia más radical en países africanos como Nigeria, en la que las penas severas, como el adulterio, son castigadas con la lapidación, los azotes y con la amputación de una mano. La política norteamericana bajo el mandato de Bush no ayudó en absoluto a esta situación y también en Israel. Sus acciones en Irak terminaron por posicionar a Irán como la potencia del Golfo Pérsico y que ahora juega un importante papel al apoyar, en diferentes medidas, a Hamas y a Hezbollah. La lucha contra el terror de la pasada administración gringa se enfocó exclusivamente a tratar a la región con acción militar. Pero con el gobierno de Obama se abre una nueva oportunidad para moderar al islam, se necesitará ser más sensato hacia la región y para ello habrá que usar muchas otras medidas que van más allá de las armas. Moderar al islam El conflicto entre los palestinos y los israelíes no puede explicarse sin ubicarlo dentro de su contexto regional. Medio Oriente se ha convertido en una de las regiones de mayor inestabilidad política y social que sólo rebasa a la África subsahariana. Y el elemento dominante para las naciones de Medio Oriente es el islam. Las condiciones sociales y la intervención internacional han generado un entorno donde las visiones más fundamentalistas del islam se imponen sobre las más moderadas, engendrando regímenes

9 autoritarios teocráticos que ya se han ganado un término: islamofascistas. Para resolver el conflicto en Israel será necesario hacernos una pregunta: Cómo moderar al islam? Primero habría que explicar el perfil demográfico de la región. Alrededor del 60 por ciento de los árabes tienen menos de 20 años, el Medio Oriente es una región de gente joven en la que no hay trabajos y donde subsiste mucha pobreza. En Gaza, volviendo al conflicto que le atañe a esta investigación, la tasa de desempleo alcanza un impactante 49 por ciento. Trágicamente los norteamericanos se ensañaron en los últimos 8 años en llevarles a los musulmanes libertad cuando lo que en realidad necesitaban eran trabajos. Entre 1950 y 1990 la PEA de la región fue de 47 millones de personas jóvenes. Para la siguiente década el Banco Mundial estima que 43 millones de jóvenes musulmanes estarán en busca de un empleo. En total la PEA crecerá en un 80% entre 2000 y Se calculan que hay 95 millones de pobres en la región (de un total de 290) y que el 70 por ciento de la población total habita en zonas rurales. Estos son los factores de exclusión que fortalecen al islam más radical, que no le permiten a la gente tener una mejor educación y que deja como única alternativa para entender su realidad los sermones predicados en las mezquitas. Es urgente implementar una suerte de New Deal en el que se invierta en la región para crear proyectos productivos y combatir el desempleo. Para reducir las tendencias sería necesario crear 20 millones de trabajos en los siguientes años. Y también valdría la pena pensar en el potencial femenino al interior del mundo musulmán. Las mujeres musulmanas, con una tasa de empleo de 30%, son las que menos contribuyen en la población económicamente activa de su región a nivel global. Son las primeras víctimas de la exclusión económica de las teocracias islámicas fundamentalistas, lo que las hace cargar con un estigma social muy negativo. El islam como religión no

10 establece en momento alguno que las mujeres no puedan trabajar y generar su propia riqueza; Khadija la primera esposa de Mahoma era una comerciante acaudalada totalmente autosuficiente. Moderar al islam implicaría apoyar a las mujeres musulmanas, facilitándoles el acceso a microcréditos que les permitan desarrollar proyectos productivos propios. Empoderar económicamente a las mujeres musulmanas sería un primer gran paso para iniciar un proceso encaminado hacia la inclusión educativa, social y política que tanto requiere el Medio Oriente. Atacar estas fuentes de dogmatismo será más eficaz que llevar a la libertad misma montada en tanques. Para esto las potencias occidentales deberán cambiar radicalmente su postura hacia las naciones árabes, la cooperación facilitaría la aprobación a Israel por parte de sus vecinos y generaría condiciones menos adversas para la negociación. Estados Unidos debe convencer a los israelíes de que vuelvan a sus fronteras originales previas a Sin embargo aunque la intervención de Estados Unidos será vital para moderar al islam, el rompecabezas no quedaría completo sin la otra potencia que está involucrada en el conflicto y que sin su cooperación no existirán jamás los canales políticos que detendrán la violencia. El papel de Irán Irán es una nación única en Medio Oriente. Es mayoritariamente chiita, el grupo minoritario del mundo musulmán que cree que su pueblo debe ser gobernado por los descendientes del profeta, que son los clérigos. En 1979 el gobierno del sah Mohammad Reza Pahlevi fue derrocado para instaurar una república islámica el 1 de abril de aquél año. Estados Unidos, temiendo un avance de una revolución islámica en toda la región, armó hasta los dientes al régimen sunita de Saddam Hussein e inició una guerra que estalló el 23

11 de septiembre de Los ocho años de guerra dejarían como saldo de un millón de muertos entre ambos bandos (de los cuales Irán puso a 600 mil), fortaleciendo la legitimidad interna del régimen del Ayatolá Seyyed Ruhollah Musavi Jomeini. Con la invasión de Irak en el 2003 Estados Unidos se encargó de posicionar a la nación chiita como la potencia única en el Golfo Pérsico. Desde 2002 se han encontrado evidencias importantes de que Irán se encuentra en proceso de producir ojivas nucleares armadas. Los ocho años de la pasada administración norteamericana colaboraron con una incomprensión inútil, con sanciones comerciales y con la inclusión de la potencia pérsica en el eje del mal de Bush. Todas estas medidas no surtieron resultados e Irán está al borde de la bomba. La administración del presidente Obama ya ha declarado su disposición a negociar, sensatez muy necesitada tras ocho años del conservadurismo norteamericano más recalcitrante. Impactar en cualquier medida la obsesión nuclear iraní necesitará de la participación de Rusia, el principal proveedor de tecnología para el régimen del Ayatolá Khamenei (sucesor de Jomeini). Irán es en realidad gobernada por un consejo de clérigos que pueden desechar cualquier legislación o reforma proveniente del ejecutivo y el legislativo, que son electos democráticamente, argumentando que van en contra de las enseñanzas del Corán. Irán, con su nueva posición dominante en el Golfo Pérsico, se ha posicionado como la potencia que apoya la causa palestina financiera y políticamente. Las sanciones internacionales poco afectan a su economía dependiente de su sector petrolero. El diálogo es el último canal que queda para llegar a un acuerdo sobre su programa nuclear y cambiar su influencia sobre Hamas y Hezbollah para empujarlos a reconocer a Israel. Pero antes debemos definir el papel iraní en el conflicto, para entender qué tanto puede cambiar su posible cooperación.

12 Durante la última invasión el gobierno de Israel acusó continuamente el apoyo iraní a Hamas, declarando que los de Teherán estaban presentes en Gaza apoyando militarmente al grupo islamista. Pero la conexión Hamas-Irán no es muy sólida por lo menos en lo armamentístico. Desde el comienzo de la más reciente invasión el presidente Mahmoud Ahmadinejad ha presionado a Egipto y a Arabia Saudita para condenar el genocidio palestino, por lo que el apoyo discursivo por parte de Irán a Hamas resulta indiscutible. Sin embargo Hamas es un movimiento cuyas cúpulas dirigentes están exiliadas en Damasco, no en Teherán. Es sunita, característica que lo diferencia profundamente de los chiitas iraníes. Todo parece indicar que la mayoría del apoyo a los brazos armados de los gobernantes de Gaza proviene de naciones sunitas como Qatar y Arabia Saudita. Los misiles de mortero lanzados sobre Israel, que detonaron este conflicto, son en su mayoría fabricados caseramente aunque se encontraron algunos modelos Katyusha provenientes de Irán. Todas las evidencias apuntan a que Irán apoya más a Hezbollah que a Hamas; y en esta ocasión su intervención fue mínima. El apoyo además se materializa más en lo discursivo que en lo estratégico o lo militar. Detrás de todo esto está el disputado programa nuclear. Parece que la nación que ahora se erige sobre lo que alguna vez fue el Imperio Persa está tanteando el terreno global ante la llegada de un nuevo presidente en Estados Unidos. Aunque Hamas sea el segundo grupo islamista protegido dentro del conflicto árabe-israelí, el papel de Irán para llegar a una posible negociación será vital. También ayudaría un cambio discursivo que urge en esta inestable región. Irán ahora está esperando (por eso Hezbollah no ha intervenido para apoyar a Hamas), mientras nosotros debemos esperar que un Estados Unidos más sensato y conciliador pueda incluir a la potencia chiita en un proceso que lleve a los palestinos y a los israelíes a negociar.

13 Lo que Durante las operaciones israelíes murieron mil civiles, incluyendo 400 mujeres y niños. Eso es lo que. Hamas sobrevivirá el ataque, se rearmará y saldrá fortalecido del conflicto entre su población. Por ahora aspirar a una negociación entre ambos pueblos se ve muy distante y aún más lo que sería la solución al conflicto: la creación de un Estado palestino. Estados Unidos debe convencer a Israel de retirar sus asentamientos de Gaza y Cisjordania para empezar. Así podrá lanzar señales positivas a los palestinos y a sus vecinos de su voluntad por alcanzar una paz duradera. Su sistema de representación debe replantearse totalmente. Desde hace muchos años las condiciones locales e internacionales han favorecido a los grupos más dogmáticos. Ahora hay que darle un chance a los moderados. Por lo menos con ellos comenzará un proceso de negociación que será tan sólo el inicio de un largo y difícil camino.