LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA EN LOS SISTEMAS PRODUCTIVOS LOCALES: LOS DESAFÍOS DE LA GLOBALIZACIÓN

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1 LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA EN LOS SISTEMAS PRODUCTIVOS LOCALES: LOS DESAFÍOS DE LA GLOBALIZACIÓN Gonzalo Sánchez Vizcaíno Universidad de Granada 1 INTRODUCCIÓN El éxito de una serie de fenómenos de industrialización local situados en lo que se ha denominado Tercera Italia, dio paso, a partir de la década de 1970, a una amplia investigación orientada hacia el desarrollo de modelos de desarrollo regional o local alternativos a las tradicionales estrategias de industrialización territorial basadas en un alto grado de concentración de capital y en la existencia de grandes empresas, utilizando como unidad de análisis una adaptación del concepto marshalliano de distrito industrial. Sin embargo, el entorno socioeconómico en el que se desarrolló la experiencia italiana poco tiene que ver con el ritmo acelerado de cambio al que se ve sometido la economía en la actualidad. La creciente globalización de la economía y el acelerado cambio tecnológico al que se asiste hoy día han creado no pocas dudas sobre la capacidad de supervivencia esta forma de organización industrial. En el presente trabajo se analiza la naturaleza de estos desafíos a los que se enfrentan los distritos industriales o sistemas productivos locales 1 y se argumenta la necesidad de articular medidas de apoyo por parte de los poderes públicos dada la incapacidad de estos sistemas productivos para elaborar respuestas autónomas. El trabajo se estructura como sigue: en primer lugar se realizará un análisis de las características del proceso de innovación tecnológica que tiene lugar en los sistemas productivos; a continuación de comentarán los desafíos que la globalización y el cambio tecnológico representan para la supervivencia de los sistemas locales, para terminar con una reflexión sobre la necesidad de la intervención pública en este contexto dada la imposibilidad de los distritos para enfrentarse a estos problemas. 2 EL PROCESO DE INNOVACIÓN TECNOLÓGICA EN LOS SISTEMAS PRODUCTIVOS LOCALES Antes de entrar de lleno en materia parece conveniente recordar el concepto de distrito industrial. Becattini, (1992: p.62) lo define como "una entidad socioterritorial que se caracteriza por la presencia activa tanto de una comunidad de personas como de un conjunto de empresas en una zona natural e históricamente determinada" y, más adelante, explica que cada una de las pequeñas y medianas empresas que conforman esta población están especializadas en una única o en unas cuantas fases y funciones de una industria concreta o sus subsidiarias. La capacidad de adaptación e innovación se considera como un aspecto esencial del distrito industrial, tanto como factor explicativo del funcionamiento de esta forma de organización como condicionante de su supervivencia y desarrollo (Pyke y Sengenberger, 1992; Garofoli, 1986). A continuación se pretende concretar las especiales características del proceso de innovación tecnológica en los sistemas productivos 1 En adelante se emplearán indistintamente ambos términos a pesar de que el término distrito industrial pueda estar más relacionado con el concepto tradicional marshalliano o con el modelo canónico referido a la Tercera Italia. La terminología adoptada en el presente trabajo se corresponde con el concepto de Zeitlin (1993) sobre un modelo de distrito industrial "tenue" o "abierto". 291

2 locales partiendo de la interacción entre competencia y colaboración que caracteriza este modelo de organización socioeconómica (Dei Ottati, 1996; Brusco, 1993; Becattini, 1992). De la definición y caracterización del distrito industrial se deduce que, para asegurar la viabilidad económica del mismo, es necesario contar con algún mecanismo de coordinación que garantice la correspondencia cuantitativa, cualitativa y temporal entre las distintas actividades especializadas. En las circunstancias que rodean a los sistemas productivos descentralizados, dicha coordinación se realiza a través de la cooperación, formal e informal, entre las empresas que lo componen (Costa et al., 1993; Dei Ottati, 1996). Pero la cooperación no sólo delimita el funcionamiento del sistema, sino también la propia existencia de economías externas locales en las que se basa su eficacia y competitividad. Así, la formación especializada de la oferta de la mano de obra local, el crecimiento de industrias subsidiarias y de servicios a las empresas, la formación de infraestructuras básicas y la generación y difusión de innovaciones no pueden entenderse fuera de un marco de colaboración y cooperación entre los distintos agentes económicos que conforman el distrito industrial. Las relaciones de colaboración entre las empresas de un sistema productivo local pueden adoptar diversas modalidades. Así, los proveedores de bienes de equipo y materiales pueden orientar y canalizar las innovaciones de las empresas que se encuentran hacia delante en la vinculación productiva, y de igual modo las demandas de los clientes son una importante fuente de ideas para los productores de maquinaria especializada. Esta cooperación de carácter vertical entre empresas que pertenecen a distintas fases del proceso productivo no sólo derivan en innovaciones de proceso, sino también en innovaciones técnicas que afectan al producto o a alguno de sus componentes, caso éste que quizás sea el más frecuente. En los distritos también se pueden apreciar relaciones de colaboración de carácter horizontal entre empresas que pertenecen a segmentos distintos de un mismo mercado de bienes finales y entre las cuales existe cierta afinidad o complementariedad en cuanto a sus capacidades tecnológicas. Por último, una importante formula de colaboración que suele detectarse en la dinámica de los sistemas productivos locales, gira en torno al intercambio informal de know-how tecnológico a través de contactos directos entre los responsables técnicos de las empresas, lo que constituye una importante fórmula de difusión de innovaciones incrementales (Costa et al., 1993). Hay que recordar que la coordinación sobre la base de una profusa colaboración interempresarial se apoya en la aceptación por parte de los agentes del conjunto de normas y valores que rigen la vida de la zona, tanto desde el punto de vista económico como social (Becattini, 1992). La admisión de las costumbres locales respecto a la ética empresarial, la calidad o a las condiciones y plazos de entrega de los bienes intercambiados así como la existencia de controles sociales dificultan los comportamientos oportunistas de los participantes (Dei Ottati, 1996). La subdivisión del trabajo en los sistemas productivos no sólo se refiere a actividades complementarias sino también respecto a sustitutivas, lo cual deriva en la formación de numerosos mercados distintos. En concreto, puede afirmarse que hay un mercado para cada fase del proceso productivo, en cada uno de esos mercados, las empresas que realizan un proceso análogo de trabajo o que producen un producto similar, y mas o menos sustitutivo, practican una viva y a veces dura competencia. La razón de esta fuerte competencia radica en el hecho de que dos de las condiciones clave de la competencia tiene plena vigencia en los distritos industriales: el número de operadores es alto y la cuota de mercado de cada empresa es baja (Brusco, 1993). Esta competencia está basada en precios, calidad, plazos de entrega, diversificación, etc., pero la propia esencia de los distritos industriales enfatiza la importancia de la competencia en innovación, de modo que las empresas son más competitivas cuanto más innovadoras. Además, la propia capacidad innovadora se ve estimulada cuando entre las empresas predomina la competencia en otro aspecto diferente a los precios, con lo cual se produce un circulo de retroalimentación que repercute fomentando la innovación del sistema. 292

3 Así pues, siguiendo a Dei Ottati (1996), los mercados locales de los sistemas productivos deben ser competitivos en todos los aspectos, pero debe orientarse para evitar una excesiva competencia en precios que impida a las empresas concentrarse en otras esferas aun más importantes como es la innovación. Esta orientación o "regulación" de la competencia puede realizarse a través de la cultura local de cooperación, de las asociaciones de empresarios o incluso del gobierno local. De este modo, las empresas especializadas en varias fases de la producción realizan esfuerzos continuos en el ajuste de sus instalaciones y equipos o en la combinación de sus factores productivos a fin de ser más productivas o adaptarse mejor a condicionantes impuestos por la competencia. El resultado es normalmente una innovación de mejora tanto técnica (una maquina sustancialmente modificada o nueva) como organizacional (una diferente división del trabajo). De manera similar, las empresas finales se ven impelidas a desarrollar diseños originales del producto o a ampliar su gama. También en este caso se trata de innovaciones incrementales, cuya importancia económica se acrecienta si las empresas trabajan en segmentos de mercado con demanda fragmentada y variable. Por tanto, se puede afirmar que el éxito del sistema productivo local y su dinamismo económico pasa por que sus empresas sean competitivas para lo cual éstas han de ser innovadoras, aunque la única forma de conseguirlo dentro de los mercados del distrito es a través de la cooperación entre ellas tal y como se señaló anteriormente. De esta forma cooperación y competencia alcanzan un equilibrio característico de los distritos industriales viables. A nivel empresarial, todos estos procesos de generación y difusión de innovaciones implican una gran capacidad de adaptación, cuyo potencial se basa en la mayor o menor cualificación de los trabajadores y también en su nivel de motivación e implicación con los objetivos de la empresa (Barceló, 1992; Brusco, 1996). En este sentido, esquemas y modos de organización mas descentralizados y participativos, como el propuesto por Aoki 1 basado en el procesamiento horizontal y participativo de la información y las comunicaciones entre todos los empleados, talleres y departamentos, son determinantes de la capacidad de innovación de la empresa. Estos modelos de organización participativa ponen manifiesto otro tipo de colaboración que se produce mediante la "interrelación creativa" 2 en el seno de la propia empresa, a la luz de la cual se puede analizar la generación de know-how tecnológico, el proceso de generación incremental de innovaciones tecnológicas y la acumulación de conocimientos en la empresa. (Barceló, 1992; Costa et al., 1993). A este respecto, Sabel (1992) destaca que la evolución continua que suele producirse en los distritos industriales en lo que respecta a la gama de productos y a las técnicas de producción, está estrechamente relacionada con dos rasgos del proceso de producción e innovación típicos de estos sistemas productivos. Esta asociación se manifiesta, en primer lugar, con el enfoque "desde abajo" de la innovación, puesto que los cambios en el producto y en la tecnología de producción surgen en el taller o en colaboración con el taller. En segundo lugar, el mismo taller es "abierto": los productores visitan las empresas de los demás y discuten libremente sus problemas de producción entre ellos, cambiando impresiones y, en definitiva, compartiendo innovaciones. 3 En definitiva, el funcionamiento y organización de los distritos, tanto a nivel empresarial como global, favorece los procesos de generación y de difusión de innovaciones tecnológicas de carácter incremental. En el cuadro 1 se resumen las cinco formas de acceso al conocimiento tecnológico que pueden ser utilizdas por las empresas. Puede apreciarse que la cooperación en I+D para proyectos de innovación de pequeña (relativamente) envergadura, la adquisición externa de la tecnología y el intercambio informal de know-how se ven potenciados por el entorno socioeconómico y territorial que caracteriza los distritos 1 Una revisión a la aportación teórica de Aoki en esta dirección puede verse en Costa et al. (1993) 2 Barceló (1992). 3 Esta afirmación de Sabel debe matizarse desde la perspectiva teórica de las limitaciones del intercambio informal de know-how. En este sentido debemos recordar los comentarios de Brusco (1992, 1993) sobre los estrechos límites en los que se produce la colaboración entre empresas que compiten en los mismos mercados de bienes finales. 293

4 industriales. De este modo, puede afirmarse que los distritos industriales constituyen una base óptima para el desarrollo de la cooperación tecnológica a escala intermedia y para el establecimiento de centros de transferencia de tecnología. Por otra parte, es indudable que los intercambios informales de tecnología, procedimiento muy utilizado por parte de las pequeñas empresas de carácter local y regional para la adquisición de conocimientos tecnológicos, multiplican su efectividad en función del soporte territorial donde tienen lugar (Costa et al., 1993). Bajo esta perspectiva, Becattini 1 desarrolla el concepto de distrito industrial como un "medio creador". Esta noción parte de la idea de que el sistema de vínculos personales, empresariales e institucionales que configuran un territorio favorece activamente el intercambio de experiencias y conocimientos más allá de la mera difusión de nuevas tecnologías, constituyéndose el propio sistema en una organización con características propias dotada con capacidad propia de generación de innovaciones. La concepción de "milieu" es análoga a la noción de empresa como organización generadora de innovaciones específicas propias y no incorporables a ninguno de los medios físicos o humanos particulares que la componen. Así como el know-how empresarial no es transferible, tampoco lo es, a corto plazo, el know-how del distrito industrial, y esa es la base de su ventaja competitiva como sistema (Costa et al., 1993; Maillat, 1988). Es este un tipo de conocimiento contextual (Becattini y Rullani, 1996) de naturaleza tácita informal que está ligado al contexto en que se forma, y que sólo mantiene su validez en dicho contexto, esto es en el sistema productivo local. El know-how del distrito, esto es, la asunción, no siempre formalizada, de una serie de métodos o procedimientos, de una "forma de hacer" por parte de las personas y de los grupos sociales que actúan en un territorio, es para Barceló una de las más importantes concreciones de la CUADRO 1 Forma de acceso a la innovación tecnológica a) Actividad I+D avanzada interna b) Cooperación grandes proyectos I+D c) Cooperación proyectos menores d) Adquisición externa de tecnología e) Intercambio informal de know-how CANALES DE ACCESO A LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Proyectos y actividades típicos Plasmación de la organización funcional Tamaño empresa típica * Investigación aplicada vinculada a la ciencia (farmacia, semiconductores, satélites). * Desarrollo de productos sofisticados para mercados globales (aviones, aparatos de precisión). * Ventaja competitiva basada en el monopolio tecnológico. * Investigación precompetitiva con fusión de tecnologías. * Desarrollo de productos globales de gran consumo que requieren compatibilización de sistemas (ordenadores, alta definición, telecomunicación). * Ventaja competitiva basada en el oligopolio tecnológico y marketing mundial. * Innovaciones de orden menor, incrementales, mercados segmentados (maquinaria especializada, productos químicos, aleaciones). * Ventaja competitiva en diferenciación de producto y/o adaptación al cliente. * Sectores tradicionales poco dinámicos tecnológicamente. Bienes de consumo (confección, madera, conservas alimentarias). * Subcontratación tradicional. * Ventajas competitivas basadas en coste o la proximidad. * Todo tipo de sectores: dinámicos y tradicionales. * Bienes de consumo y de equipo de baja o media * Laboratorio o centro de I+D propio. * Autofinanciación. * Centros propios y posible recurso a centros de investigación de punta. * Acuerdos bilaterales o consorcios. * Frecuente ayuda gubernamental (compras). * Coordinación entre centros propios y recurso a centros externos independientes. * Acuerdos bilaterales y consorcios. * Creación de empresas conjuntas e instituciones de investigación. * Frecuente subvención pública elevada. * Licencias. * Acuerdos de transferencia de knowhow. * Centros de transferencia de tecnología. * Encargos a centros de investigación. * Contactos informales: visitas, ferias, congresos. Grande. Multinacional. Grande. Multinacional. Medianas alta tecnología Medianas innovadoras. Pequeñas innovadoras. Medianas. Pequeñas. Medianas. Pequeñas. 1 Becattini (1990) : The Industrial District as a creative milieu. Citado en Costa et al. (1993). 294

5 Fuente: Costa et al. (1993). sofisticación. * Ventaja competitiva basada en costes o en diferenciación. denominada "cultura industrial" "Metodologías relacionadas con la gestión de la producción, con técnicas propias de la cultura de la calidad, con el uso cotidiano de todo el enorme stock de conocimientos que representan las distintas colecciones de normas técnicas de todos el mundo, etc., representan un capital acumulado de conocimientos que forman parte de la cultura de una zona geográfica determinada, de difícil -quizás imposible- improvisación, que conviene no minimizar y que no se ven reflejados en los índices al uso que pretenden medir la capacidad de innovación de una empresa o de un territorio" (Barceló, 1992: p.78). En suma, el entorno económico y social que configura los distritos industriales (o los sistemas productivos locales), comporta una determinada cultura industrial y unos comportamientos tanto individuales como colectivos frente a la innovación. Algunos de estos comportamientos colectivos se producen entre parejas de empresas, mientras que otros tienen un carácter asociativo cuya finalidad es proveer a las empresas del distrito de una serie de servicios de difícil acceso para la pequeña empresa individual. La importancia de este último tipo de colaboración, reflejada por la investigación sobre los distritos industriales de la Tercera Italia y de otras zonas, adquiere una mayor dimensión ante los nuevos retos económicos, sociales y tecnológicos a los que han de hacer frente en la actualidad los distritos industriales. En el siguiente epígrafe se analizará este tema así como sus repercusiones políticas. 3 LA GLOBALIZACIÓN Y EL CAMBIO TECNOLÓGICO ACELERADO El creciente desarrollo de nuevos mercados y nuevas tecnologías sobre todo desde comienzos de la década de 1980, ha planteado nuevos desafíos al modelo de distrito industrial que condicionan su supervivencia y desarrollo, y que justifican un cierto nivel de intervención pública que o bien no existía antes o era poco evidente (Brusco, 1992; Piore, 1992). Los peligros que amenazan actualmente a los distritos industriales pueden agruparse en cuatro categorías según Julien (1993): 1) La creciente transformación y segmentación de los mercados, que implica una competencia internacional más intensa que se acentúa con la volatilidad de los productos, lo cual exige una innovación sistemática y un uso mayor de servicios especializados, muchos de los cuales sólo pueden prestarse en las grandes ciudades. 2) La emergencia de nuevas potencias industriales y económicas que, gracias a la combinación de sus especiales estructuras sociales con la utilización masiva de las nuevas tecnologías de fabricación flexible, han logrado ventajas competitivas casi inalcanzables. 3) La mejora de los niveles educativos y la creciente influencia de los medios de comunicación están transformando rápidamente las condiciones y percepciones de los trabajadores (y principalmente de las mujeres) que trabajan en los sistemas locales. En otras palabras, los valores postindustriales empiezan a llegar a todos los ambientes y socavan seriamente la ética tradicional del trabajo. En el caso de los jóvenes, que ya no aceptan un proyecto económico compartido, este proceso amenaza la clase de disciplina que no sólo aportaba gran parte de la fuerza competitiva de los distritos, sino que sostenía la formación y renovación gradual de la clase empresarial. 4) Finalmente, pero no por ello menos importante, hay que añadir la nueva revolución tecnológica, que, si bien ha aportado una gama de medios de producción mucho más adaptados a las necesidades de las pequeñas y medianas empresas o a la producción flexible, también ha permitido a las grandes empresas reducir el coste de su flexibilidad ofreciéndoles nuevas oportunidades en mercados que, bien por su tamaño o por su especificidad eran hasta ahora privativos de las PMES. Por supuesto, no hay que olvidar 295

6 los nuevos retos que para las pequeñas empresas que componen los distritos supone el acceso, uso y dominio de estas nuevas tecnologías. Bajo estas circunstancias el problema del control de la información es crucial para los distritos: información para el descubrimiento o creación de nuevos nichos abiertos por la segmentación del mercado y el desarrollo del mercado internacional; información que permita comprender y responder a las nuevas aspiraciones de los trabajadores; información y formación para preparar la próxima generación de empresarios; información para descubrir de entre las tecnologías disponibles aquella o aquellas que pueden ayudar a la empresa a ser más competitiva; información para adaptarse a las cambiantes exigencias del mercado, lo que supone a su vez información sobre nuevos métodos de gestión, normalización del producto, normas de calidad o diseño. Información sobre las más recientes y sofisticadas técnicas de financiación así como de la amplia gama de nuevas fuentes de financiación. En resumen, la información es esencial para conseguir una mayor flexibilidad, creatividad e innovación (Julien, 1993; Maillat, 1988). Como ya se ha indicado, la producción en un distrito industrial se lleva a cabo como un proceso social apoyado en una estructura social que fomenta la interacción entre todas las personas que viven y trabajan en él. Esta comunicación de información económica, pero también sociocultural y política explica la cohesión de los distritos a lo largo del tiempo (Vaggagini, 1989) 1, y también es la que en gran medida permite la formación y transmisión de nuevas ideas que garantizan la capacidad de innovación e invención del distrito, para lo cual es esencial que muchas personas conozcan y comprendan la tecnología con la que trabajan (Brusco, 1992). En este orden de ideas, Julien (1993: p.262) sostiene que los distritos pueden considerarse como "sistemas con un control limitado de la información interna y externa con el fin de minimizar los costes de transacción". Estos sistemas de control pueden explicarse porque cada empresario obtiene más ventajas (económicas y sociales) de compartir, con las empresas del distrito, un fondo más amplio de información que de reservarse para sí mismo una cantidad menor de información. En los distritos, esta comunicación o intercambio de información se ha institucionalizado gradualmente, lo cual explica su fuerte estructuración económica y social. Puesto que el cambio y la innovación representan las condiciones de supervivencia de los sistemas productivos locales (por cuanto este modelo es esencialmente dinámico), los distritos industriales, han de adaptarse a los nuevos desafíos de su entorno, caracterizados por una creciente apertura en términos económicos (mercados), en términos tecnológicos (nuevos procesos y productos) o en términos sociológicos (influencia en los sistemas de valores de trabajadores y empresarios), lo que plantea nuevos retos al control de la información. Esto implica que para sobrevivir y crecer, han de desarrollar nuevos sistemas de captación de información y nuevas aptitudes de filtrado, evaluación 2 y uso de esa información procedente de su entorno, sin olvidar que,al mismo tiempo, los distritos deben adaptar esa nueva información a sus necesidades socioculturales y políticas a fin de garantizar su cohesión interna (Julien, 1993). En definitiva se trata de acceder a lo que Becattini y Rullani (1996) denominan conocimiento codificado, transferible o no contextual, y traducirlo e incorporarlo al conocimiento local ligado al contexto del sistema productivo. Los sistemas locales que tienen éxito serán por tanto aquellos en los que se produzca una continua interacción de las dos esferas del conocimiento citadas. En este sentido, el distrito industrial se configura, como un "nudo de instituciones, valores y formas de conocimiento específico que, sólidamente anclados en una comunidad, historia y territorio geográfico, son capaces, sin embargo, de dialogar y comerciar con el sistema de conocimiento codificado y, de esta forma, con los últimos avances de la comunidad científica y técnica mundiales" (Brusco, 1996: p.69). 1 Citado en Julien (1993) 2 No hay que olvidar que hoy día, el exceso de información puede suponer un problema equivalente a la falta de información. A este respecto Rivero (1991) resalta la necesidad de garantizar el acceso a la información realmente relevante y tratar de obtenerla de forma "preprocesada". 296

7 4 LA INTERVENCIÓN PÚBLICA Y LA SUPERVIVENCIA DE LOS SISTEMAS PRODUCTIVOS LOCALES En este necesario proceso de adaptación a las nuevas circunstancias del entorno, los sistemas productivos locales se enfrentan a una serie de obstáculos para cuya superación la intervención pública puede jugar un papel determinante. Estas dificultades se derivan, por un lado, de la propia organización industrial del distrito y, por otro, de ciertas ineficiencias del mercado de la información. En las grandes empresas, el seguimiento tecnológico y comercial es fruto de una decisión (o decisiones) adoptadas bajo un sistema unitario de mando capaz de coordinar y dirigir hacia dicho fin todos los recursos financieros y organizativos necesarios (Trigilia, 1993). En los distritos industriales este seguimiento ha de realizarse a escala de la comunidad empresarial, del distrito en su conjunto. Pero estos sistemas productivos no tiene un jefe ni una estructura jerárquica que dirija este proceso. Este conglomerado de empresas de pequeña dimensión mantienen entre sí una particular relación socioindustrial, pero carece de un centro de decisiones estratégicas 1. Por tanto, en este contexto, parece necesaria una intervención supraempresarial (Garofoli, 1986) capaz de comprender la posición relativa del distrito y de prever los futuros escenarios a medio y largo plazo. El segundo problema de adaptación del distrito se deriva de que está compuesto por unidades productivas de pequeño tamaño, incapaces por sí mismas de interiorizar los recursos y servicios necesarios con los que hacer frente a los nuevos desafíos tecnológicos y de mercado anteriormente citados. Pero quizás, la mayor dificultad a la que se enfrente el distrito ante su imperiosa necesidad de información sea la imposibilidad de encontrar, y por tanto de adquirir, dicha información en el mercado. En otras palabras, el mercado es incapaz de suministrar a las empresas del distrito ciertos servicios que garanticen a las mismas la necesaria información sobre el mercado y sobre el uso y dominio de las nuevas tecnologías. La intervención pública es así justificada para paliar los fallos del mercado en la esfera del suministro de información. Para Brusco (1992, 1993, 1996) esta intervención debe centrarse en el suministro de lo que denomina "servicios reales" en detrimento de los incentivos financieros, lo que significa ofrecer a las empresas los servicios que necesitan en lugar de dinero para comprar esos servicios en el mercado. Siguiendo a este autor 2, hay varios motivos por los que el mercado no produce los servicios requeridos por el distrito. En primer lugar, el conocimiento técnico necesario para prestar los servicios reales considerados no se encuentra en el entorno social en el opera el distrito industrial y, por tanto, ha de traerse de fuera. En segundo lugar, aunque existan en el entorno social del distrito esos conocimientos, por ocultos que estén, se necesita una gran inversión para producir los servicios requeridos y los rendimientos de esa inversión pueden tardar mucho tiempo en materializarse. Ello se debe a que el desigual conocimiento disponible no genera necesariamente tanta demanda de servicios o bienes como podría generar. En tercer lugar, puede suceder que la propia naturaleza del mercado de información dificulte a las empresas privadas la venta de información con arreglo a criterios comerciales. La información tiene, en algunos aspectos, naturaleza de "bien público" en cuanto puede ser disfrutado gratuitamente por el individuo o la organización y, por tanto, nadie estará dispuesto a comprometer recursos para su producción En consecuencia, si lo que se pretende es que la mayoría de las empresas del distrito utilicen la información producida, nos encontramos ante una contradicción: ninguna empresa privada está dispuesta 1 Esto ha llevado a Brusco (1992) a afirmar que el distrito se caracteriza por una especie de "pesada inercia", que dificulta cualquier inclinación hacia el conocimiento y dominio de nuevas tecnologías por cuanto esto alteraría las complejas relaciones socioeconómicas en las que se apoya la producción de un distrito industrial. Por su parte Bellandi (1996) concluye que si bien los sistemas productivos locales poseen la destreza necesaria para ajustarse a los cambios graduales, su capacidad para enfrentarse a al cambio discontinuo es dudosa o claramente escasa. En términos similares se expresan Becattini y Rullani (1996). 2 Brusco (1993). 297

8 a producir la información necesaria y, sin embargo, su uso general es esencial para el bienestar de la comunidad y el crecimiento de toda la economía del distrito. Debido a esa contradicción se ha calificado esta información como una clase especial de bien público, lo que justifica la intervención pública en su producción y difusión. El tejido social identificado en el sistema local necesita grandes conocimientos técnicos y le resulta difícil adquirirlos, en parte porque han de comunicarse a toda la estructura en lugar de ser propiedad exclusiva de unos pocos. De este modo, la antigua combinación de mercado y relaciones de confianza base de todo distrito industrial limita la posibilidad de innovación al impedir la concentración de recursos y la asignación de los riesgos correspondientes, provocando un estrangulamiento y un obstáculo al crecimiento (Trigilia (1993). Sin embargo, al facilitar a la estructura social en que operan las pequeñas empresas el acceso y dominio de esos conocimientos y experiencias técnicas, el obstáculo se convierte en oportunidad. En palabras de Brusco: "nuevos conocimientos técnicos compartidos por centenares e incluso miles de personas pueden generar una gran creatividad, originalidad y comprensión, no sólo en la fase de diseño del producto, sino también en la fase de diseño del proceso" (Brusco, 1993: p.250). Habría que puntualizar, no obstante, que la actuación de los poderes públicos no debe entenderse, al menos de forma exclusiva, desde la perspectiva de una prestación directa de servicios. La acuciante necesidad de información sobre tecnología y mercado y la imposibilidad de distrito de acceder a la misma, dadas sus propias limitaciones intrínsecas, deben conducir al desarrollo de nuevas formas de cooperación al margen del mercado y de la jerarquía que contribuyan a la creación de "bienes colectivos" (Trigilia, 1993). Aunque quizás no se observe en cada agente individual un interés inmediato por contribuir al desarrollo de estos bienes colectivos, su creación es esencial para el futuro de cada uno de ellos en el distrito. Por este motivo, es de vital importancia que el contexto institucional, y más concretamente el contexto institucional regional y local 1 sea capaz de promover la creación de bienes colectivos fomentando la innovación y la cooperación, la formación profesional, el control de los recursos de infraestructura y medio ambiente y la gestión de los conflictos. Así pues, el papel de la autoridad publica a nivel regional o local no se debe circunscribir a la prestación directa de servicios mediante la creación de centros de servicios de empresa sino que debe ampliarse a la promoción de otros tipos de organización que puedan cumplir esas funciones desde el interior del distrito: asociaciones de empresas, consorcios, cooperativas, asociaciones de empresarios, etc. (Piore, 1992; Trigilia, 1993; Sengenberger y Pyke, 1993). En definitiva, la administración territorial no puede establecer por sí sola todas las instituciones capaces de satisfacer todas las necesidades del distrito, pero, sin embargo, puede coordinar todas las instituciones existentes y asegurarse que se desarrollan de modo que satisfagan las necesidades de las empresas y, por tanto, del distrito industrial. Establecer una relación detallada de las actuaciones concretas de la administración pública en la materia que nos ocupa no es nada fácil, fundamentalmente porque los distintos servicios que compondrían esta lista así como la forma de ser prestados, pueden variar de un sistema productivo a otro e incluso dentro de una misma zona. Sin embargo parece conveniente esbozar brevemente, siguiendo a Julien (1993), las líneas maestras que puede seguir la intervención pública en cuanto a favorecer el suministro de formación e información a los distritos industriales. En cuanto a la investigación y desarrollo y a la transferencia de tecnológica, la administración territorial dispone de diversos medios. Por un lado, puede actuar a través de organismos de investigación e innovación a escala regional, tales como universidades y consultores territoriales para transferir 298

9 información. En caso necesario puede desarrollar unidades especiales con ayuda de agentes a escala nacional e internacional, por ejemplo para recoger, filtrar y adaptar información. Así mismo, la administración territorial puede tratar de desarrollar mecanismos de intercomunicación para transmitir información a las empresas según sus necesidades y recursos. Puede conceder fondos especiales o emprender otras iniciativas para la participación de directivos en ferias internacionales o en cursos especiales en centros extranjeros de investigación. En resumen, ha de articular la organización territorial con redes extraterritoriales e internacionales La necesidad de una constante actualización de las capacitaciones aumenta con la creciente complejidad de la producción. Por tanto, el método tradicional de formación de empresarios mediante la transmisión gradual de los conocimientos acumulados en el distrito, es cada vez menos eficiente. El motivo radica en que parte de ese conocimiento ha de modificarse regularmente e incluso reinventarse. Así, ante las nuevas exigencias del entorno económico, es preciso contar con directivos más preparados para comprender y asimilar información compleja. Por lo que se refiere a la formación de la mano de obra, el perfeccionamiento profesional es cada vez más necesario, al menos para los técnicos y el personal clave. Por consiguiente, la administración territorial ha de favorecer la adaptación de los recursos educativos de la zona a las nuevas necesidades, incentivando el contacto con otras fuentes y desarrollando, si es preciso, programas de reconversión profesional para el personal directivo, administrativo y técnico. Por último, la región ha de obtener o promover los servicios de consulta y los conocimientos técnicos en su zona. La masa crítica creada por la existencia de un gran número de empresas que operan en el mismo sector debe facilitar la creación de esa capacitación en la especialidad en cuestión. La administración regional o local deberá promover la creación bien de centros de servicios a empresas, bien de nuevas formas de cooperación entre los agentes del sistema, que habrán de ocuparse, por ejemplo, de la formación de especialistas en diseño, investigación y consulta, transferencia de tecnología, comercio internacional, promoción de exportaciones y control de calidad 2. 5 CONCLUSIONES De todo lo expuesto puede concluirse que, en el actual marco competitivo internacional, los sistemas locales de producción han de obtener mayor apoyo del Estado, y no solo a corto plazo (ayudas financieras) como hasta ahora, sino más bien a largo plazo. Ese apoyo ha de llevar a la coordinación de energías tanto en la industria como en los servicios, y también a la creación de nuevos servicios de información que mejoren los lazos entre las organizaciones territoriales y las redes extraterritoriales e internacionales de información. Con la ayuda de las instituciones públicas locales y regionales, los distritos deben promover la creación de amplias redes que comprendan empresas de producción, organizaciones de servicios e instituciones locales. Dichas redes deben ofrecer nuevas facilidades para el seguimiento e intercambio de información dentro del sistema productivo local con el fin de favorecer la transferencia del ahorro e inversión, la innovación tanto de producto como organizacional, la adopción de nuevas tecnologías y una mano de obra altamente cualificada que el distrito no puede formar por sí solo. El objetivo de esta intervención es crear un círculo de organización/información/innovación por medio del cual el conocimiento codificado que marca la evoloción y el dinamismo tecnológico pueda ser asimilado por las estructural locales de producción e incorporado a su saber contextual. 1 La administración local, por ser la más próxima geográficamente, está más capacitada para actuar en estrecha colaboración con el distrito o la pequeña empresa y, lo que es más importante, para integrar las dimensiones específicas sociales y económicas de cada distrito respetando el entorno y el contexto general (Julien, 1993). No obstante, como apunta Schmitz (1993), los gobiernos regionales están igualmente capacitados para pilotar estas iniciativas. El predominio de la administración local sobre la regional, o viceversa, en este tipo de actuaciones, dependerá de la zona. Así, en la Tercera Italia desempeñan un papel más preponderante las autoridades municipales, mientras que en Baden-Württemberg o en los distritos valencianos la iniciativa parte de los gobiernos regionales (Schmitz, 1993; Más, Rico y Mafé, 1990). 2 Una relación más concreta de este tipo de servicios reales puede verse en Brusco (1992; 1993). 299

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