En un primer momento, en Sevilla, donde nació y se formo, Velázquez sigue la moda "tenebrista" y sus cuadros presentan:

Transcripción

1 DIEGO RODRIGUEZ DE SILVA Y VELÁZQUEZ (VELÁZQUEZ) Junto con Goya y Picasso, Velázquez ( ), es la máxima aportación española a la pintura mundial. Sus logros han influido de manera determinante en la Historia del Arte. El museo del Prado tiene un amplio repertorio de obras velazqueñas, pues no en vano fue el pintor de Felipe IV. En un primer momento, en Sevilla, donde nació y se formo, Velázquez sigue la moda "tenebrista" y sus cuadros presentan: Fuertes contrastes lumínicos Unas descripciones muy naturalistas Unas figuras muy escultóricas Los colores no son muy variados, tendiendo a la gama ocre. Además, destaca ya un profundo estudio psicológico de los personajes, lo que va a ser una de las características de la genialidad de Velázquez. Velázquez, "La Fragua de Vulcano" (1630) En 1623, Velázquez se establecerá en Madrid y comenzará a pintar para Felipe IV, conocerá y estudiará las pinturas de las colecciones reales y trabará contacto con Rubens (estuvo en Madrid en 1623). Su estilo comienza a evolucionar: Su paleta irá ganando en riqueza cromática El tenebrismo se irá atenuando Cobrarán mayor influencia Tiziano y Moro. De 1629 a 1631, Velázquez realiza su primer viaje a Italia, donde conoce el tesoro artístico de ese país, que influye en su estilo: Su pincelada va alcanzando gran fluidez Aparecen el desnudo y el paisaje Comienza a utilizar la perspectiva aérea, en la que la atmósfera se encarga de difuminar las figuras en la lejanía, originando la percepción del espacio. Por otro lado, la atmósfera cumplirá otras funciones: unirá las figuras al fondo y dará carácter a la escena (servirá para que el espectador perciba el ambiente en el que se desarrolla). Durante este viaje pintó Velázquez este cuadro. El tema es el momento en que Apolo informa a Vulcano del adulterio de su esposa Venus con Marte.. Como elementos importantes del cuadro destacamos: Este tratamiento estoico del tema: el asunto, que podría dar lugar a interpretaciones jocosas, es tratado con un gran respeto. Se representa la sorpresa de Vulcano (que no manifiesta ni ira, ni pena) y la conmiseración de sus compañeros. Esta forma de tratar las desgracias será otra de las características de la pintura velazqueña. Se utiliza el desnudo y el equilibrio, tanto de las figuras como de la composición, son dos aspectos que Velázquez conoce en Italia. Aún aplica al tema el naturalismo, por ello, la escena aparece como cotidiana, situándose en una fragua real. Utilización de la "perspectiva aérea": el aire se espesa, haciendo que los objetos lejanos y secundarios aparezcan con los contornos borrosos, mientras los de primer plano son nítidos, dando al espectador una sensación de distancia muy visual.

2 Velázquez, "Pablo de Valladolid" (1633) De vuelta de Italia, Velázquez inicia una etapa que se denomina de "idealismo en la representación", y que se caracteriza por: El trabajo sobre el espacio. Los estudios sobre la composición (se hace más compleja). Uso de tonos plateados. La utilización de una pincelada cada vez más fluida, pero más significativa. El progresivo alejamiento del naturalismo. Velázquez pintó, siguiendo la costumbre de la época, a bufones de la corte, plasmando figuras de físico pobre, pero, manteniendo ese punto de vista estoico, huyendo de la burla y dando una imagen noble y digna de los personajes, aunque sin perder verosimilitud. El naturalismo, así, es un vehículo, describe con rasgos "naturales", aporta un conjunto de datos, pero no para quedar en una imagen "fotográfica", como sería la descripción de la realidad de un bufón, sino para hacernos verosímil una escena, que nos dice algo más. Efectivamente, en Pablo u otros bufones, Velázquez pinta la dignidad de esos seres humanos, su cristiana conformidad con su "status". En este sentido, es tremendamente barroco, sus cuadros plantean una realidad creada por Velázquez, aunque, dados sus enormes recursos técnicos y su genialidad, sea extraordinariamente creíble, y en esta credibilidad radica la objetividad de la obra de arte. Descartes plantea algo similar: la verdad del "pienso luego existo" está en que es tan lógico (creíble) que, al pensar, yo existo, que no necesita explicación exterior alguna. Así, los productos lógicos (contrastados racionalmente, pero no necesariamente experimentados) se convierten en lo objetivo, en la realidad, y el mundo de la experiencia (lo fotográfico) en algo accesorio. Velázquez es, pues, barroco porque en sus cuadros nos plantea una realidad muy verosímil, pero creada por él, una realidad "moralizada que alcanza el grado de convincente en la medida que conjuga dos aspectos: nos gusta (es bella) y es verosímil. Por otro lado, este cuadro representa el momento en el que Velázquez ha conseguido dominar el espacio. La composición es extremadamente simple, pero también enormemente difícil: un personaje sobre un fondo absolutamente vacío, en el que no se delimitan ni paredes ni suelo; así, queda el personaje "en el aire". La originalidad consiste en que Velázquez consigue, mediante el trazado de la sombra de Pablo, que su figura "no se caiga", sino que de la impresión de estar firmemente asentado en el suelo. Manet quedó tan impresionado al contemplar el cuadro que, inspirándose en él, pintó "El Pífano". Velázquez, "Las Meninas" (1657)

3 En 1649, Velázquez inicia su segundo viaje a Italia, que durará dos años, realizado por encargo de Felipe IV para comprar cuadros para las galerías reales. De vuelta en Madrid, Velázquez inicia su período más fecundo ("período final"), en el que alcanza una síntesis genial de los caminos seguidos hasta entonces: La caracterización psicológica de los personajes. La captación de la atmósfera y de la luz. El naturalismo descriptivo. El "impresionismo velazqueño": pintura a base de manchas de color, buscando los efectos de la luz y el aire, que en la retina del espectador se funden en una unidad de tal fuerza expresiva, que captamos las calidades de los tejidos, los brillos de las joyas, etc. El título del cuadro hace referencia a la palabra portuguesa «menina», que quiere decir «muchacha», que en el Palacio Real se aplicaba a las damas de honor. 1. El espacio y la perspectiva en Las Meninas: La ambientación del cuadro tiene lugar en el «Cuarto bajo del Príncipe Baltasar Carlos» (a su muerte fue obrador de los pintores del rey). La atmósfera es el resultado de un estudio sistemático. Deliberadamente, Velázquez deja el suelo de la habitación sin enlosado (tampoco plantea un sistema de vigas o líneas de fuga en el techo), dificultando, por lo tanto, una perspectiva óptica. El espacio se deja en manos del trabajo con las luces y la atmósfera. El pintor plantea tres focos de luz: Uno se sitúa en frente del cuadro, donde nos encontramos los espectadores, e ilumina directamente la escena principal. Otro se sitúa en los supuestos ventanales que se encuentran a la derecha de la escena, que iluminan lateralmente a los personajes, realzando su volumetría. Un tercer foco se encuentra en la puerta que se abre al fondo, que lanza una luz diagonal de derecha a izquierda y que amplía el espacio hacia el interior. El resultado de la síntesis de estos tres puntos de iluminación es: El planteamiento de un conjunto de sombras proyectadas sobre el suelo y las paredes, que generan una percepción del espacio. Un conjuntado sistema de disolución de las formas (progresivo desenfoque de las mismas) que reafirma la percepción de la profundidad. Una percepción de la atmósfera de la habitación que articula al conjunto de las figuras y personajes, a la par que ambientar la escena.

4 2. La composición y el tema de Las Meninas: Algunos críticos señalan que Velázquez intentó en esta obra integrar en el cuadro la cuarta dimensión: integrar en el cuadro el espacio del espectador. Analicemos el cuadro. La escena pintada refleja a Velázquez pintando a los reyes (que aparecen reflejados en el espejo del fondo), mientras que la Infanta Margarita, las meninas y otros personajes de la corte asisten a la sesión de pose real, y el aposentador de palacio aparece súbitamente por la puerta del fondo y contempla la escena. Las propias meninas están actuando: la Infanta siente sed y una menina le ofrece agua, mientras, otra le hace una reverencia. El momento en que las damas de honor se agachan, es aprovechado por Velázquez para hacer aparecer a los reyes en el espejo. Esta es la escena representada en el cuadro. Pero Velázquez dejó pintado algo más: si nos fijamos, las miradas de los personajes vienen hacia donde estaban los reyes. Pero ahora nosotros, estamos donde estaban los reyes que Velázquez estaba pintando (y que están en el espejo). El lienzo, la luz lateral (de la ventana) y la atmósfera señalan el lugar en el que comienza el cuadro y acaba la realidad, pero la propia composición entrelaza las dos: el tema del cuadro es una escena de corte, pero en realidad Velázquez está pintando el propio hecho de la pintura: -Por un lado, resulta obvio que representa el hecho de pintar: Velázquez pintando. -Por otro lado, nos muestra lo que es la pintura: la escena de corte no es sino la excusa para decirnos algo que más: En un primer momento, podemos deducir que Velázquez está pi8ntando a los reyes: el cuadro ya no es una escena de corte, sino un complejo retrato de la familia real.

5 En un segundo momento, podemos intuir que Velázquez está introduciéndonos en el propio cuadro: no vemos lo que hay en el lienzo, todos los personajes dirigien sus miradas hacia nosotros, que podemos estar perfectamente en torno a los reyes, pero no ser reflejados en el espejo. Así, lo representado (la escena de Las Meninas) no tiene más función que la de dar verosimilitud (hacer creíble) a una representación más profunda y abstracta, la de la propia pintura, que no copia la realidad, sino que la crea, e incluso nos plantea dudas acerca de las distancias entre esa realidad y la nuestra. El éxito del pintor está en que esta creación sea bella y creible. El recurso al espejo ya había sido utilizado por los renacentistas flamentos (recordemos el cuadro de Campin, analizado antes) pero ahora es utilizado con absoluta maestría: ya no se trata solo de integrar este lado en el cuadro, ahora Velázquez pretende algo más: integrar realidad e imaginación en el lienzo.

6 Velázquez, Las Hilanderas (1657)

7 Tradicionalmente se consideraba que este cuadro representaba una escena de género, una escena cotidiana de la Manufactura de Tapices de Santa Isabel. En 1948, Diego Angulo descubrió que se trataba de un tema mitológico, basado en las "Metamorfósis" de Ovidio. EL MITO DE ARACNE: Aracne era famosa por su gran habilidad para el tejido y el bordado. Las alabanzas que recibía se le terminaron subiendo a la cabeza y terminó tan engreída que empezó a afirmar que sus habilidades eran superiores a las de Minerva, la diosa de la artesanía, además de la sabiduría y la guerra. La diosa se enfadó y disfrazada de anciana, visitó a Aracne para reprenderle por ofender a los dioses, pero esta se burló y retó a la diosa a un concurso de tejido, donde pudiera demostrar su superioridad. Minerva, enojada, aceptó el reto. Minerva tejió la escena de su victoria sobre Neptuno, que inspiró a los ciudadanos de Atenas a bautizar la ciudad en su honor, y Aracné representó veintidós episodios de infidelidades de los dioses, entre ellos el rapto de Europa. Minerva admitió que la obra de Aracne era perfecta, pero acabó de enfadarse por la irrespetuosa elección del motivo, destruyó el tapiz y el telar de Aracne, golpeándolos con su lanzadera, y también a la joven en la cabeza. Aracne advirtió su insensatez y quedó embargada por la vergüenza. Huyó y se ahorcó. En el relato de Ovidio, Minerva se apiadó de Aracne. Rociándola con un líquido, que se convirtió en una telaraña y transformó la propia Aracne en una araña. EL MITO DEL RAPTO DE EUROPA: Zeus estaba enamorado de Europa (una mujer fenicia de Tiro) y decidió seducirla. Para ello, se transformó en un toro blanco y se mezcló con las manadas de su padre. Mientras Europa y su séquito recogían flores cerca de la playa, ella vio al toro y acarició sus costados y, viendo que era manso, terminó por subir a su lomo. Zeus aprovechó la ocasión y corrió al mar, nadando con ella a su espalda hasta la isla de Creta. Entonces reveló su auténtica identidad, y Europa se enamoró de él, convirtiéndose en la primera reina de Creta. El acto amoroso tuvo lugar bajo un plátano, árbol que, según la mitología, debe el que sus hojas sean perennes a este acontecimiento. El cuadro, según Angulo, tiene dos planos: En primer lugar, está representado el reto de Minerva, disfrazada de anciana, y Aracne, joven que se atrevió a retar a la diosa; junto a ellas los instrumentos para tejer, el gato y tres acompañantes. Al fondo, en un segundo plano, el resultado: Minerva, ahora vestida de diosa, reprende a Aracne por la soberbia de haber representado en su tapiz los vicios de los dioses (en la pared del fondo está colgado el tapiz que ha realizado Anacne con el tema del rapto de Europa por Zeus). Entre los dos planos, tres mujeres que sirven para enlazarlos, y que representarían a las mujeres que solían acudir al taller a ver como se hacían los tapices. La viola representa a la música, tradicional antídoto contra la picadura de araña, animal en el que fue convertida Aracne, castigada por Minerva. Posteriormente se ha establecido una nueva interpretación, basada en el estudio de los libros que poseía Velázquez y en los ideales de su época. Según la interpretación de S. Sebastián, en "Las Hilanderas" hay dos lecturas. 1ª lectura: se puede seguir a Ángulo; se trata del tema del mito de Minerva y Aracne y la represión de la soberbia. Pero, las tres mujeres que hay entre los dos planos son tres sirenas, que, según uno de los libros en los que se inspiró Velázquez, «eran discretísimas, una en música de voz, otra en tañer la flauta, la tercera en tocar la cytara o vihuela, con tanta gracia que ninguno las oya que no quedase arrobado de tanta melodía y dulçura...» En otro texto que poseía Velázquez se dice de ellas que «su ejercicio es música y cantares-, con que mueven a lujurias, porque con la dulzura del canto atraen a los hombres a su amor». Así, las sirenas representarían la lujuria (más o menos lo que le sucedió a Zeus por Europa).

8 En resumen, esta primera lectura sería moralizante, una representación de la soberbia y la lujuria. Además, la escalera solía representar "la escalera de la virtud". 2ª lectura: según Sebastián, hay una segunda y más compleja lectura. En el siglo XVII estuvo de moda la metáfora del rey como "buen tejedor". Así, el cuadro podría ser una referencia al "buen gobierno;' que no debe caer en la soberbia o la lujuria. Brunel, viajero francés de la época, describe así a Felipe IV: «el desarreglo de este Príncipe duró mucho tiempo, y fue tal, que le hacia caer lo mismo sobre la meretriz más tirada que sobre la más reservada dama...» Elliot señala como Felipe IV, tras la caída de Olivares, «quería gobernar por sí mismo, sin ayuda de ningún privado. El rey hizo cuanto pudo: asistió personalmente a todas las reuniones del consejo de estado y despachó los asuntos con prontitud encomiable y con gran eficacia. Pero, aunque el espíritu era fuerte, la carne era débil y, gradualmente, el poder fue pasando de manos del monarca a las de Don Luis de Haro...» Así, esta segunda lectura sería política y estaría en la línea de los comentarios de la época. No cabe entender, no obstante, una crítica a Felipe IV, pues Velázquez no sólo fue su fiel servidor y pintor, sino además su amigo. Es mejor entender el cuadro como la plasmación de una idea, ajeno a cualquier matiz crítico.