Aportes y controversias de la clínica del autismo en observatorio de la época. Comentadoras: Cristina Bisson (Apdeba)- Aurora Favre (EFBA)

Transcripción

1 PANEL REVISTA CONTROVERSIAS Aportes y controversias de la clínica del autismo en observatorio de la época Presentadora relato clinico: Dolores Santos Barreiro (Apdeba) Comentadoras: Cristina Bisson (Apdeba)- Aurora Favre (EFBA) Coordinación: Karina Soldati (SPP) Mi hijo está autista, es una frase que hoy podríamos escuchar sin que por ello nos sorprendamos. Así se describe al adolescente que se encierra en la habitación y evita el contacto con sus semejantes, a aquel que con sus auriculares borra el resto de los estímulos, o al que, atrapado por la imagen de la pantalla de la computadora es insensible a lo que ocurre a su alrededor El corpus teórico del autismo ha dado a luz conceptos que la sociedad utiliza para poder nombrar hechos de la observación cotidiana. Pero es que nos hemos vuelto más autistas de la misma manera que se afirma hoy en día que ya no existen los neuróticos? O es que los cambios importantes de nuestra época han ofrecido un soporte diferente a la sintomatología, correspondiendo al psicoanálisis la tarea de re-pensar y re-elaborar sus conceptos? El autismo ha generado cierta incomodidad a los psicoanalistas. Las razones son múltiples: situada fuera de la representación, en esa franja que Freud no visitó, puso en tensión al modelo teórico obligando a la creación de una metapsicología ampliada. El término de autismo ha sido incluido en la jerga psicoanalítica, sin embargo, a la hora de utilizar los modelos, algunos autores prefieren tomar como marco referencial a las teorías de la psicosis infantil. Cuál es entonces el aporte que el autismo ha hecho a la psicopatología psicoanalítica? Cuál es su aporte a la investigación fundamental en psicoanálisis? El analista que se encuentra frente a un niño autista debe enfrentarse a un mundo que le es extraño, fuera de la naturaleza humana, y al mismo tiempo tan 1

2 ligado a la sensorialidad, a la sensualidad, a todos aquellos estímulos que justamente fundan lo humano. La dificultad es que el otro, el analista, no está convidado a la partida Sólo con sus teorías o apoyándose en ellas, el analista se enfrenta al no sentido, a la soledad que genera el no encuentro con el otro. No se trata acaso de todas aquellas emociones y sensaciones que podemos suponer que el niño autista pudo haber sentido en la inadecuación entre su propia naturaleza y la de su madre? El autismo testimonia un fallo en el proceso de subjetivación y el trabajo del analista encuentra allí su lugar. Con el auge del cognitivismo asistimos a la imposición del modelo de la máquina. La respuesta para el niño autista viene entonces desde el afuera, se le da normas, se lo educa, se lo estimula para que aquello que se presenta como un déficit sea corregido. El supuesto engañoso de que el niño autista no sufre, justamente porque la defensa es tan masiva como lograda, deja de lado un elemento fundamental: el vínculo. No estamos en realidad frente a una dificultad mayor en el encuentro con el otro? Y qué es, sino ese encuentro mismo el que permite la construcción del sujeto humano? Pensamos que es la labor y la responsabilidad del analista contemporáneo la de ocupar este espacio haciéndose las preguntas pertinentes. Si elegimos comenzar por la adolescencia, fue con el objetivo de transmitir cómo, conceptos teóricos que nacen de la construcción de teorías, ayudan a la investigación fundamental en psicoanálisis. La sensorialidad auto-inducida, como refugio evitativo para ciertos adolescentes frente a la angustia suscitada por el contacto con el otro, o su falta de adecuación en un momento en que los ajustes ya no pueden ser los mismos, nos reenvían a momentos constitutivos de la subjetividad. Entre el polo sensorial- sensual pasando por la constitución de los autoerotismos hasta el polo representacional, la multiplicidad de regulaciones de las que dispone el ser humano para defenderse es enorme. La clínica del autismo nos da elementos nuevos para poder pensar a nuestros pacientes teniendo en cuenta detalles de precioso valor que nos suministran herramientas que amplían nuestra comprensión teórica. 2

3 Es en este contexto, que deseamos presentar el relato clínico de Cati. Esta niña ingresa en un centro educativo-terapéutico contando con cuatro años y cinco meses. Presenta severas dificultades para relacionarse con pares y adultos, rechaza el contacto corporal. No tiene lenguaje, emite grititos ; muestra múltiples estereotipias. No logra sostener su mirada. Su manejo en el espacio es idiosincrásico, a veces parece atravesar objetos y personas como si no existiesen, sus movimientos parecen querer ir en contra de la gravedad, contorsiona su cuerpo hasta llevarlo a posiciones imposibles. Presenta conductas de aferramiento a objetos que encuentra ocasionalmente. No reconoce su imagen en el espejo. No manifiesta ansiedad frente a la separación, se despega de quien la trae pegándose a quien la recibe. Frente a los miembros del equipo que la asiste no manifiesta conductas discriminadas, con todos se relaciona de la misma manera. Presentamos este relato como pre-texto para transitar las múltiples preguntas y las pocas respuestas que se nos presentan ante esta realidad clínica. Comentarios: Cristina Bisson: Prof. Sup. de Filosofía (Universidad Nacional de Buenos Aires), Lic. en Psicología (Universidad Nacional de Buenos Aires), Psicoanalista, Analista Didacta de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (IPA), Especialista en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes de la IPA, ex Directora del Departamento de Niñez y Adolescencia de Apdeba, ex Secretaria Docente de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes del Instituto Universitario de Salud Mental (Apdeba), ex Directora de la Revista Controversias Antes de analizar el caso de Cati quisiera referirme al autismo y su historia. Cuando Melanie Klein analizó a Dick, Kanner acababa de publicar su libro sobre autismo, de manera que Klein no pudo haberlo leído ni saber que Dick era un autista. A los 6 meses de tratamiento, Dick salió del autismo. Kanner 3

4 opinaba que los niños autistas no hablaban, y si lo hacían, era sólo un lenguaje sin sentido: una imitación o una ecolalia. Y tenía razón, pero no sabía que en el curso del análisis un niño puede tener palabra propia. Después, los analistas como Tustin culparon a los padres por el autismo de sus hijos: padres narcisistas que no se relacionaban con los niños (la madre heladera de Kanner). El concepto de Mahler de autismo normal no ayudó al diagnóstico precoz del autismo. Hoy se sabe que no existe algo así como un autismo normal. Incluso Tustin se retractó en un libro por este concepto que tomó de Margaret Mahler. El autismo ha convocado a muchos estudiosos de las estadísticas. Estudios hechos en gemelos idénticos mostraban una correlación del 80%, mientras que dicha correlación caía a un índice de entre el 2 y 3% en el caso de los mellizos. Durante muchos años la estadística de la frecuencia de niños autistas sobre la población de niños fue de uno cada , pero ahora es muchísimo más alta, y ello no significa que haya aumentado el autismo, sino que de la mano del cognitivismo aparecieron las mediciones por rasgos y luego se modificó el DSM: en la categoría de TGD (Trastorno General del Desarrollo) cabe casi cualquier rasgo, tanto los que tienen que ver con el retraso mental como los que son más propios de la psicosis infantil o los del autismo propiamente dicho. Incluso hay sindromes muy característicos de elevado cociente intelectual y ausencia de empatía, como el Asperger, que aún son considerados sindromes autistas. Hoy hay una importante corriente de especialistas europeos que trabaja muchísimo en el diagnóstico precoz del autismo, entrenando a pediatras en ello. No es tan difícil de observar la correlación de la mirada entre el bebé y la madre, que se produce ya a las 12 horas de nacido, cuánto más si el bebé tiene varios meses. Sin embargo, es raro que los padres pidan una consulta antes de los 2 años, cuando habría muchas más chances de un tratamiento exitoso que después. Lo más común es que consulten cuando el jardín lo indica, luego de encontrarse con un nene aislado, que nunca está con nadie, que no habla, que no coordina la mirada con nadie, que es un niño quieto y prolijo, que no tiene deseos de nada, que no escucha la voz humana aunque sí 4

5 los ruidos, que tiene estereotipias marcadas, rituales que no hay que desobedecer porque si no, tiene un ataque de angustia, y que vive pegado a objetos pero nunca a personas. Este chico no incomoda a nadie. La consulta por un nene o nena psicótico tampoco es más precoz, dado que la psicosis no aparece tan tempranamente: en general alrededor de los 2 años, meses más, meses menos. Creo que para los padres, lo que marca la diferencia es si el niño habla o no. A los psicoanalistas las estadísticas no nos convencen, tampoco nos convence el TGD. Sabemos que el diagnóstico se va haciendo en el análisis y a veces recién se puede completar a posteriori, cuando el niño ya termina el análisis, cuando salió del autismo, o cuando a la salida del autismo desarrolla una psicosis, o cuando comprobamos que sigue sin decir palabra después de mucho tiempo de tratamiento. O, por qué no, cuando sentimos que a este nene no podemos tratarlo, que es demasiado costoso y nos aliviamos cuando interrumpe el tratamiento pero al mismo tiempo reconocemos que allí había algo tremendo, inaccesible al análisis. En el caso de Cati estamos entre dos diagnósticos básicos: autismo o psicosis simbiótica. El niño autista rechaza alienarse en el otro, el niño psicótico no soporta separarse. Aurora Favre: Psicoanalista, Miembro fundadora y directora de docencia e investigación de Fundación CISAM. Analista miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Autora de publicaciones de la especialidad La clínica del autismo nos pone a trabajar en torno al meollo del objeto en psicoanálisis que es la función del sujeto, y de la incidencia de la función significante del lenguaje en la constitución del mismo en el tiempo de la infancia. El infans (el niño sin palabra aún) nace al mundo de lo humano por la incorporación de la estructura del lenguaje que apresando sus necesidades en su malla lo constituye como tal. Que incorpore la estructura del lenguaje no es 5

6 incorporar el código solamente sino una función la del Nombre del Padre- que es la inscripción en la serie de las generaciones con un lugar de filiación por la que entra en discurso como sujeto a advenir a una palabra propia, con un cuerpo libidinal propio en el lazo con los otros. En algunos niños al no darse esta operación, en lugar de esta marca simbólica, se da la petrificación de la marca y esto ocurre en el autismo. El niño con autismo al no entrar en el sistema del discurso está permanentemente expuesto al mundo como pura amenaza. Freud dijo que los analistas que atienden niños tienen que vérselas -para su posición en la transferencia- con el niño que llevan en sí, pero en esta clínica se trata de lo que está por fuera de la captación simbólica- imaginaria o sea toca problemas del orden de la existencia (no del tener o no tener el falo) y por lo tanto es fundamental el trabajo con otros en dispositivos que den lugar al analisis del niño, al discurso familiar, y a la construcción de lazos que posibiliten la entrada del niño en discurso como excelentemente lo muestra el material clínico de Cati. Se trata de dispositivos en sus variantes respecto del que nos legó Freud, que implica la construcción de una escena en la que el niño está incluido en un orden, con otros que lo contienen, que lo miran, que lo nombran, para que en un segundo tiempo la existencia de esta escena ubique al niño en su propia existencia. 6