LLENOS DEL GOZO DEL ESPIRITU SANTO EXPRESEMOS LIBREMENTE NUESTRA ALABANZA

Transcripción

1 Hermanos, En el tema anterior compartimos que un corazón lleno del amor de Dios es la fuente de una vida de Alabanza. En esta ocasión los animamos a descubrir como la alabanza brota como un torrente que no puede contenerse y tiene que expresarse libremente inspirada por el Espíritu Santo y haciendo uso de todo nuestro ser: Tema 04 LLENOS DEL GOZO DEL ESPIRITU SANTO EXPRESEMOS LIBREMENTE NUESTRA ALABANZA Alabar a Dios es proclamar sus maravillas, su grandeza, es expresarle nuestra admiración principalmente por lo que Él es y también por lo que hace. Es la reacción natural del que tiene un encuentro con Dios y con sus obras. Es así como la alabanza brota espontáneamente entre la gente de Jerusalén que veía entrar a Jesús triunfal montado en un pollino (Mateo 21,9) ; así pasó con la Virgen María, quien cantó llena de alegría el Magníficat como respuesta de amor al Señor que se había fijado en su pequeñez (Lc 1,46-55). Así ocurrió con Bartimeo, el ciego de Jericó, luego de ser sanado (Lc 18,43); y así sucedió con el tullido a quien curaron Pedro y Juan luego de Pentecostés (Hech 3,7-9). En cualquiera de los casos la alabanza brota desde el corazón del hombre como un río que desborda y que no es posible contener porque busca como un torrente salir de nuestro interior arrasando todo nuestro ser para ir al encuentro de ese mar que es nuestro Dios: Jesús respondió: Os digo que si éstos callan gritarán las piedras (Lc 19,40). Es así que la alabanza tiene la característica de ser expresiva y gozosa. El padre Borragán lo explica de esta manera: La alabanza es una manifestación jubilosa, un reconocimiento entusiasta de Dios, de sus maravillas o de sus atributos. Es un gesto externo, acompañado de manifestaciones clamorosas. Cuando Jesús entró en Jerusalén, fue el pueblo de corazón sencillo quien se puso a alabar y a aclamar a Dios a grandes voces (Mt 21,9). San Mateo menciona que eran los niños quienes gritaban mas fuerte Hosanna!; sin embargo, también estaban los fariseos, intelectuales estudiosos de la ley de Dios quienes se escandalizaban del emocionalismo de la chusma y menospreciaban la expresión sincera de los sentimientos de un pueblo que se encontraba cara a cara con su Salvador (Mt 21,15). También hoy en día hay muchos fariseos y escribas, hombres preparados y leídos de postura imperturbable quienes menosprecian al que expresa sus emociones ante la presencia del Señor y

2 consideran que el levantar la voz para alabar, el aclamar a grandes voces, el mover las manos y el cuerpo e incluso el llorar son expresiones de inmadurez afectiva, de personalidad descontrolada, poco elegantes e incluso signo de mala educación. Si revisamos la palabra de Dios, entre los pobres del Nuevo Testamento encontramos en muchos pasajes la expresión de sentimientos y emociones: lágrimas, aclamaciones a voz en cuello y otras manifestaciones que desahogan el corazón: Isabel saluda a María con una gran voz (Lc 1,42). El leproso glorificaba a Dios a grandes gritos (Lc 17,15), el paralítico curado en la Puerta Hermosa daba brincos de gozo (He 3,8). Y el mismo Jesús ante la muerte de Lázaro Se conmovió interiormente y se echó a llorar (Jn 11, 34-35). Es necesario recuperar la expresividad afectiva de nuestra experiencia personal y comunitaria con Dios; y la alabanza es el medio ideal para hacerlo. La vivencia que no se expresa acaba marchitándose dentro de nosotros. Hay que hacerse como niños para entrar en el Reino de los Cielos que es un reino de alabanza, de bendición, de salvación y de amor; pero para llegar a él hay que cambiar la mirada fría, la mirada crítica, las opiniones inquisidoras que todo lo juzgan, por una mirada infantil que se parezca mas a la mirada de Dios Que todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera (1Cor 13,17) que sea capaz de emocionarse ante la presencia de Dios como lo hace un niño que levanta sus brazos a su padre y le dice Papito! Abbá!. Pero De dónde viene la fuerza del gozo que rompe la roca de nuestras corazones para que brote de ella la alabanza como la de un niño?. Es el mismo Jesús en un pasaje narrado por San Lucas quien nos da la respuesta: En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito (Lc 10,21). El Espíritu Santo es quien viene en nuestra ayuda llenándonos de gozo y haciendo brotar una fuente de alabanza en nuestros corazones. Es el mismo Espíritu Santo que llenó a María y le inspiró a decir Mi alma alaba al Señor y mi espíritu se goza en Dios mi Salvador. Es esa misma Promesa del Padre que se cumplió en Pentecostés derramando sus dones e impulsando a los discípulos y apóstoles a salir de su temor y proclamar las maravillas del Señor haciendo nacer nuestra Santa Iglesia. Es ese mismo Dulce Huésped del Alma quien inspiró a la Beata Elena Guerra a que consagrara su vida como un apóstol del Fuego de Dios. Es ese mismo Dador de los Dones quien suscitó el nacimiento de nuestra Renovación Carismática Católica encargándonos la misión de vivir en un continuo Pentecostés y constituir la alabanza como uno de los pilares que sostiene la Vida en

3 el Espíritu. Es por eso que en nuestros grupos de oración, a los que asiste gente de corazón sencillo, se escuchan y resuenan aclamaciones como Bendito seas Señor! Gloria Dios! Aleluya! Santo! Santo!, se levantan los brazos, se entonan canciones de alabanza y cánticos nuevos de alabanza, se baila y se danza como niños para el Señor. El profeta exclamaba: Haz resonar fuertemente tu voz para que te oigan los de Jerusalén, grita sin miedo, diles a la ciudad de Judá aquí está tu Dios, sí, aquí está el Señor Yahvé que viene con mucho poder (Is. 40, 9-10). Hay formas de alabar en las que se emplea la voz y otras en las que no, pero cualquiera que sea la forma de demostrar la alabanza, los demás se dan cuenta de que se está alabando. Algunos hermanos temen alzar la voz en la asamblea porque alguien podría oírlos o reconocerlos como malos cantantes. Las alabanzas a Dios no se limitan a los que tienen buena voz o tienen buen ritmo o saben danzar. Si uno no puede cantar, debe expresar con aclamaciones las alabanzas a Dios. Si alguien es mudo, puede mostrar las alabanzas a Dios en las expresiones del rostro y el cuerpo. Vale aclarar que no se alaba a Dios cada uno a su manera. Dios quiere que se le alabe de la manera auténtica y genuina, incorporando las formas bíblicas de alabanza como sacrificio voluntario y a partir de ahí enriquecerla, renovarla y desarrollarla haciendo uso de los dones que su mismo Espíritu nos regala de manera gratuita e incondicional. Muchas veces la alabanza es una decisión. Hay que tener la voluntad y determinación de alabar al Señor, aunque no se tenga deseos de hacerlo. La alabanza no depende de los sentimientos del hombre, pues se basa en la grandeza de Dios que nunca cambia. La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace sino por lo que Él es, afirma el Catecismo de la Iglesia Católica (N 2639). David dijo: Alma mía bendice al Señor, alaba de corazón su Santo Nombre (Sal. 103,1). A veces uno se siente seco de espíritu, y entonces uno debe decirle al alma: Bendice al Señor, alma mía!. La alabanza debe funcionar según la voluntad y no según las emociones. Uno se puede preguntar: Pero, Cómo puedo alabar cuando me siento deprimido? La respuesta se puede hallar en los Salmos, pues lo escribieron hombres que también experimentaron la prueba y el sufrimiento. Un Salmista describe sus sentimientos de esta manera: Yo me acuerdo que mi alma dentro de mí se muere por ir, hasta su templo, a tu casa mi Dios, entre vivas y cantos de la turba feliz. Qué te abate alma mía, porque gimes en mí?, pon tu confianza en Dios, que aun le cantaré a mi Dios Salvador (Sal. 42,5-6). El Señor quiere que todos los creyentes lleguen al punto en que decidan alabarle sin importar cuáles sean los sentimientos y circunstancias. Para cada uno de los miembros de la Renovación Carismática Católica la alabanza es por excelencia oración y comunicación con Dios, sin embargo, debe ser también un estilo de vida: el estilo de vida del que se deja renovar por la Gracia del Espíritu y proclama con toda su vida y en toda circunstancia alabanzas a Dios. Él es El Ayudador, quien derrama continuamente en nosotros

4 el don de la fe y nos llena de gozo cambiando nuestros brazos caídos, quejas y lamentos en brazos levantados, aclamaciones y danza en honor de Aquel que nos sacó de las tinieblas a la luz. Para el presente tema se han tomado como base enseñanzas del R. P. Juan Manuel Martín Moreno en su libro Alabaré a mi Señor (Cap 6),así como enseñanzas del Seminario de Alabanza y Adoración desarrollado por M. Música Arquidiocesano de Trujillo en su tema Qué es la Alabanza?(año 1996) Eduardo Ocampo Ludeña Carol Azabache Rodríguez Eddy Pérez Sifuentes Coordinación Nacional de la RCC Perú: Escuela Nacional de Alabanza

5 APLICACIÓN VIVENCIAL DEL TEMA 04 A continuación se propone una serie de actividades que complementarán el desarrollo del tema. El equipo de servicio deberá estar atento a lo que el Espíritu Santo inspire para enriquecer y complementar estas actividades propuestas con amor y creatividad. Actividades a desarrollar Actividad 1: A nivel personal: 1. Escribe 3 diferentes maneras en las que expresas tu alabanza al Señor Ejemplo: Yo alabo a Dios con expresiones corporales, como levantando las manos, danzando para Él. Yo alabo al Señor con canciones de alabanza. Yo alabo al Señor con frases inspiradas, con gestos de agradecimiento, con gritos. Yo alabo a Dios escribiendo poemas y recitándolos a Él 2. Piensa de qué otras maneras puedes expresar tu alabanza a Dios. Actividad 2: A nivel comunitario: 1. Se formarán grupos de 2 personas y compartirán sobre las diferentes manifestaciones y expresiones que el Espíritu Santo les ha inspirado para alabar al Señor. Este compartir no será hablado sino directamente expresado con la manifestación de alabanza que cada uno realiza ante el Señor. Ejm: Si yo alabo al Señor danzando, entonces danzaré. Si yo doy gritos de júbilo al Señor, entonces gritaré. Si yo alabo al Señor cantando, entonces cantaré. 2. Se realizará la oración comunitaria y cuando el Espíritu lo propicie se alabará a Dios utilizando las diferentes expresiones y manifestaciones compartidas anteriormente. 3. En ese mismo espíritu, con el deseo de proclamar la grandeza de Dios, la comunidad saldrá en caravana de alabanza a las calles aledañas al lugar de reunión, llevando al Santísimo Sacramento, o un crucifijo, o una imagen del Señor. Todos los hermanos irán expresando su alabanza al Señor con danzas, cantos, gritos de júbilo, vitoreando y tocando los instrumentos, según los inspire el Espíritu Santo.

6 Actividad 3: Tarea para la semana a nivel personal: 1. Durante toda la semana alaba permanentemente al Señor de las formas que Él mismo te inspire, pero fíjate especialmente en aquellos momentos difíciles, o de prueba y en aquellos multiplica tu alabanza, pide al Espíritu Santo que te ilumine. 2. Pide al Espíritu que durante la semana te inspire nuevas formas de glorificarlo.