PARROQUIA DE SAN RAFAEL.

Transcripción

1 PARROQUIA DE SAN RAFAEL. Hoja Parroquial nº 95 año 2014 I. Jesús es condenado a muerte. LA PARROQUIA Y EL VIA CRUCIS A. Llegada la mañana todos los príncipes de los sacerdotes, los ancianos del pueblo, tuvieron consejo contra Jesús para matarlo, y atado lo llevaron al procurador Pilato (Mt 27, 1-2). B. Soy el niño pequeño, que no tiene nombre en la sociedad, me quieren condenar a no vivir. Los Poncios Pilatos de este siglo se lavan también las manos como en aquel entonces y me dejan sin amparo jurídico. A su lado se mantienen las autoridades que no quieren saber dónde está la dignidad de los inocentes y la vida que necesita ser protegida y defendida por unas leyes justas y humanas. Esta es la primera estación del Via Crucis que estamos padeciendo en cualquier aldea, pueblo o ciudad de la tierra de hoy. II. Jesús carga con la cruz. A. Entonces se lo entregó para que lo crucificasen. Tomaron, pues a Jesús, que llevando la cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota (Jn 19, 16-17). B. Soy un joven de los muchos que vivimos en este mundo. Nuestra cruz viene de las maldades que nos rodean. Prefieren cargarnos con las injusticias dejándonos sin trabajo y sin una familia sana y esperanzada. Cogemos la Cruz y con paciencia y fortaleza avanzamos humillados hacia el Calvario que martiriza y redime. Jesús, tu ejemplo de juventud, nos alienta a que no desfallezcamos en este duro caminar. III. Jesús cae por primera vez. A. Dijo Jesús: El que quiera venir en pos de mi, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame, pues el que quiera salvar su vida la perderá: pero el que pierda su vida, ese la salvará (Mt 16,24). B. Los que más caen y oprimidos se sienten en la sociedad de hoy son los millones de pobres, los que tienen hambre y no encuentran el pan de cada día. Están caídos como cayó Cristo en la calle de la amargura. Sus dolores y desamparos son totales.

2 Las instituciones se quitan de en medio y los cercanos, ni siquiera, intentan ayudar. Ahora mismo son miles y miles de personas las que morirían por un bocadito de amor y de aprecio. Esta es una estación del Vía Crucis donde vemos que Jesús se hace hermano con los hermanos y se cae de hambre. IV. Jesús encuentra a su Madre. A. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí. (Lc. 1, 45-49). B. Cuántas madres a semejanza de la Virgen María encuentran a sus hijos desposeídos de los derechos del ser humano! Su dolor es tan profundo que no hay muro que detenga el turbión de sus lágrimas. Ven que sus hijos están sentenciados a una pasión sin límites. El final lo presienten muy duro e injusto. Solamente un corazón de madre es capaz de entender y comprender la cruz que lleva a cuestas su hijo. La Virgen María, como madre, no se evadió de cargar también con la cruz pesada de su Hijo. Ella comparte todas las cruces de los hijos condenados como el suyo. V. El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz. A. Cuando le llevaban a crucificar echaron mano de un tal Simón de Cirene que venía del campo y le obligaron a ayudarle a llevar la cruz (Lc 23,26). B. Son también muchos los Cirineos que hoy día salen al encuentro de las personas necesitadas para ayudarles con su poquita fuerza a llevar su cruz. Quién no recuerda los gestos de solidaridad con las víctimas de la crisis actual? Quién de nosotros no se ha sentido movido ante la falta de alimentos a familias cercanas y conocidas? El ser Cirineo en tiempos de hambre y de humillación es hacernos más responsables de las cruces injustas que muchos cristos van llevando diariamente por su calle de amargura. A cada uno de nosotros nos toca, si tenemos caridad fraterna, poner nuestro granito de arena en la tarea comunitaria. VI. La Verónica limpia el rostro de Jesús. A. Porque tuve hambre y me distéis de comer, tuve sed y me disteis de beber (Mt, 25,35).

3 B. Se necesita tener corazón de mujer para limpiar con ternura y amor las lágrimas y heridas de tantos desamparados de este mundo. El dolor se agolpa en los rostros demacrados de los pobres. La belleza de Jesús se desangra con los violentos roces de una corona atiborrada de espinas. Tiene que ser una mujer compasiva y valiente, la Verónica del pueblo, la madre de unos hijos engendrados con amor, la que se arroja, sin protocolos ni barreras, a devolverle parte de la belleza al rostro de Jesús. Su pañuelo suave consuela y devuelve por momentos la sonrisa perdida del rostro divino del Señor. La sangre era tanta que apenas veía Jesús quién era la que limpiaba sus heridas. Gracias por las Verónicas que nunca faltan ante el dolor ajeno. Gracias por tantas mujeres valientes y decididas, compasivas y tiernas. VII. Jesús cae por segunda vez. A. Quiénes son mi madre y mis parientes? Y extendiendo su mano sobre sus discípulos dijo Jesús: He aquí a mi madre y a mis parientes, quien quiera que haga la voluntad de mi Padre. (Mt 12, 48-50). B. No le basta a Jesús una sola caída para demostrarnos su flaqueza humana. Necesita aplastar todavía más su cuerpo caído en el suelo. Las piedras y el polvo del camino le perforan la piel que, aún, le queda sin heridas. Apenas tiene reservas de energía para levantarse y llegar a la meta del Monte Calvario. La cruz pesa demasiado y las fuerzas se sangran lentamente. Así vemos en nuestro Siglo XXI a muchos jóvenes que las cruces del alcohol, de la droga, de la marginación les dejan sin voluntad y, muchas veces caen y, apenas, pueden levantarse. Cuántos seres humanos tirados en los parques de nuestras ciudades, viéndose solos, no deseados, no cuidados, abandonados! y cuántas caídas repetidas en criaturas desahuciadas y excluidas! VIII. Jesús consuela a las mujeres. A. Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se lamentaban y lloraban por Él. Vuelto hacia ellas les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos (Lc. 23, 27-28). B. Jesús es capaz de todo. Cuando le falta sangre y energía para avanzar con la cruz tiene el mayor gesto de cariño y ternura: hijas de Jerusalén no lloréis por mí, llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos. La pedagogía del Maestro también aparece en los momentos trágicos y difíciles de la vida. No se conforma con ser consolado, sino que Él mismo quiere consolar. En esto radica el amor. No buscar tánto el ser consolado, como consolar; ser amado como amar; ser curado como curar. Esta es la lección magistral que Jesús deja a sus discípulos en el Viacrucis. Amar, consolar, animar desde su propio sufrimiento. Limpiar las lágrimas de tantísimas mujeres que necesitan ternura y cariño, ellas mismas y sus familias.

4 IX. Jesús cae por tercera vez. A. Os he dicho esto para que tengáis paz conmigo. En el mundo tendréis tribulaciones, pero confiad: yo he vencido al mundo (Jn 16, 33). B. Resulta demasiado impactante constatar cómo Jesús cae por tercera vez. Su pasión y deseo clamoroso es llegar cuanto antes al Calvario. La aceptación de la muerte es total. Piensa que sus órganos están ya tan agotados que va a morir en esta calle sin poder llegar al lugar de la crucifixión. Su tercera y última caída es inevitable. Jesús nos quiere todavía más. Se levanta sin fuerzas y con la ayuda de su Padre anda unos metros más, hasta coronar el Monte de la Calavera. Qué ejemplo tan heroico para los seres humanos que están al límite de sus posibilidades! Cuántas exclamaciones de impotencias, escuchadas por nosotros mismos en personas que nos dicen: ya no puedo más! Ojalá, el testimonio de Cristo sea el ejemplo eficaz para llegar hasta el final de la justicia, de la verdad y de la paz! X. Jesús es despojado de sus vestiduras. A. Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, haciendo cuatro partes, una para cada soldado y tomaron también la túnica (Jn 19,23). B. Al pensar que despojaron a Jesús de su empapada túnica de sangre nos horroriza y nos avergüenza tanta maldad. Por ningún resquicio llega la compasión. Cada momento se hace más avasallador hacia la dignidad de Jesús. Si las tres caídas le habían dejado sin fuerzas, ahora, Él mismo desnudo y sin pudor se siente avergonzado frente a esta jauría humana Quién es capaz de soportar ignominias semejantes? Cuando los pecados de los demás se ceban en la pureza e inocencia del prójimo, la propia luz de la conciencia se quiere apagar. Qué duro será verse frente a los energúmenos que abusan sin el más mínimo escrúpulo de tanta vida inocente y de tantos niños indefensos y tiernos. Hagamos un rio de penitencia por tantos desatinos y agravios. XI. Jesús es clavado en la cruz. A. Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí con dos malhechores. Jesús decía: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc 23,33). B. La cruz de madera está tendida en el suelo del Calvario esperando a que Jesús llegue y sea, en ella, clavado. Horroriza pensarlo, pero, así, lo tenían programado en la sentencia injusta dada a Jesús. Los legalistas, sin amor ni compasión, siempre llegan al final. Su aplicación produce en las víctimas, sangre y muerte. Hoy, le ha tocado a Jesús de Nazaret, el Hijo de la Virgen María, el que vino para curar y salvar a los más

5 oprimidos y pobres de la tierra, el que invita a perdonar con amor sin límites. Se le acaba el poco aliento de vida terrenal y, acepta dejarse clavar sin resistencia, humillándose como el cordero que llevan al matadero. Así termina la estancia en este mundo el Hijo de Dios, el Hijo del Hombre que ha venido, como Mesías, a rescatarnos de todos nuestros pecados. Así queda clavado en un madero el Autor del cielo y la tierra. Este ejemplo será nuestro faro que ilumine cualquier suspiro de fraternidad, que hagamos los unos por los otros, hasta el último instante de nuestra vida terrenal. Nuestras miradas para los cristos clavados en sus cruces nos hacen llorar de pena y amargura. No entendemos que nuestra sociedad se haga cómplice de los clavos que perforan tantísimas vidas inocentes. XII. Jesús muere en la cruz. A. Después de probar el vinagre, Jesús dijo: Todo está cumplido, e inclinando la cabeza entregó el espíritu (Jn 19,30). B. Llegar a la muerte es la meta de todo ser humano, pero Jesús entra de forma injusta y cruel. Han sido las autoridades y sus paisanos los cómplices de este anticipo mortal. Todavía no le correspondía despedirse de los suyos. Para ellos el dolor era más profundo y misterioso. Esperaban mucho de Él cuando le veían predicar y curar enfermos y, sin embargo, la llegada de la muerte apaga toda esta vida terrenal. Las lágrimas de su madre y los temores de sus discípulos, hacen que su muerte sea sentida y vivida, la zozobra llega al extremo de hacerlos ocultarse en las casas últimas de Jerusalén. No les queda ánimo ni valentía para cerrarle los ojos y empaparle sus últimos goterones de sangre. Jesús se queda sólo en la cruz. La muerte despide soledad y silencio. Los más cercanos, ni siquiera, se atreven a acompañarle en estos instantes últimos. El monte llamado Calavera y el sol de la tarde se oscurece para no tener que testificar tan duro homicidio. Solamente la Voluntad infinita del Padre ilumina el cuerpo ya muerto y crucificado de Jesús. La Providencia divina acepta que el Hijo único de Dios termine su presencia vivificadora de esta forma y, de esta manera, tan inhumana. Miremos nosotros a los miles de muertos que, día a día, terminan crucificados injustamente en los calvarios de este mundo. XIII. Jesús es bajado de la cruz. A. Al caer la tarde vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era discípulo de Jesús, tomó su cuerpo y lo envolvió en una sábana limpia (Mt 27, 57.59). B. Se necesitaba al final de la Pasión que alguien apareciera con entrañas de misericordia. Su madre no podía sacar más fuerzas de debilidad para bajar a su hijo muerto en la cruz. Tuvo que llegar un hombre justo y bueno: José de Arimatea. Qué suerte para él tener en sus manos al Santo de Dios! El que ha venido a liberarnos de toda clase de

6 pecados, el que ha permitido con su sangre derramada lavar nuestras inmundicias. Esta recompensa que recibe José de Arimatea es la misma que sentimos nosotros, cuando bajamos de su cruz a tantísimos pobres, que piden ayuda y comprensión fraternal. No basta para el amor cristiano dejarlos que mueran en la cruz. Se necesita decisión y valentía como las de José de Arimatea. Seguramente que estaría más tranquilo en su casa, pero, su conciencia de hombre creyente y honrado le movió a bajar de la cruz a Jesús. Estos ejemplos los necesitamos también frente a las muertes de tantos pobres del mundo. Nos dicen que cada día mueren jóvenes en las guerras, drogadictos en las barracas, niños en los senos maternos, ancianos desamparados. Es la cultura de la muerte. Es el progreso de unas sociedades egoístas, soberbias, deshumanizadas. Pongamos la sábana tejida con hilos de amor, ternura y esperanza. XIV. Jesús es sepultado. A. Había un huerto cerca del sitio donde fue crucificado Jesús, y en él un sepulcro nuevo, en el cual aún nadie había sido enterrado y pusieron allí a Jesús (Jn 19, 41-42). B. Por fin todo está consumado y cumplido. Jesús llega al sepulcro donde queda su cuerpo muerto y enterrado. La vigilia de la Resurrección empieza con estos últimos rayos de un sol apagado. Jerusalén va oscureciéndose y nadie sale de su casa. Están celebrando la Pascua judía. Las calles huelen a carne de cordero asado y el Monte Calvario está en soledad y silencio. La cruz, sin Cristo, vela el sepulcro dónde Jesús está enterrado. Bendito Viernes que se ha convertido para los cristianos en día único y santo! Jesús, ya ha entrado en el mundo de los muertos, abriéndole puertas a los resucitados. Su fuerza y energía divina no podían ser enterradas y sepultadas. Dejó bien dicho que Él era la resurrección y la vida. Hoy al tocar su cuerpo mortal en la oscuridad de su tumba se hace el milagro de vivir para siempre y, le oímos decir: Quien crea en mí no morirá, sino que tendrá la vida eterna! Bendito Viacrucis con final de resurrección! Tu sepulcro, Señor, fue transitorio y tu vida se hace eterna. Así meditamos tu pasión. Así veneramos tu muerte, sepulcro y Resurrección. Así creemos que nuestras historias se hacen y terminan como la tuya. Hoy y siempre pondremos en nuestra tumba tu Palabra única y definitiva: YO SOY LA VERDAD Y LA VIDA. Santiago Baena.