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Transcripción

2 Parte II Que quede claro el hecho, de que Dios encomendó a Moisés y su hermano Aarón el guiar al pueblo en el Éxodo, y por encima de este último (Aarón) estaría Moisés. Moisés, estaría a cargo de la dirección general de Israel desde su salida de Egipto; pero, dependiendo en todo del consejo de Dios, en nada podría legislar él sin el consentimiento de Dios: Éxodo 6: 26 Este es aquel Aarón y aquel Moisés a los cuales Jehová dijo: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus escuadrones. Además los Profetas cumplen con un orden específico para su ministerio, no involucra jerarquía de mando, pero si reconocimiento de primacía de llamado: Consideremos las siguientes palabras de Daniel: Daniel 9: 6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Un aspecto importante, en este último texto del libro de Daniel, es el orden en la línea de los Profetas, podemos ver que un Profeta posterior siempre está en una posición inferior con respecto a los anteriores o antiguos Profetas. Un Profeta posterior y que se halle en una total fidelidad a Dios, siempre estará dispuesto a sujetarse a un anterior, en quien a su vez se cumpla lo mismo. En el texto citado de Daniel, podemos notar, esa sujeción manifiesta del Profeta al decir: No hemos obedecido a tus siervos los profetas. Esa sujeción estricta, se puede ver desde los tiempos bíblicos más remotos. Por su parte el Nuevo Testamento, no se encuentra ajeno a este principio, ya que el mismo Apóstol Pablo se encarga de recordárnoslo: 1 Corintios 14: 32 Y los espíritus de los que profetizaren, sujétense a los profetas. Este principio es clave, para diferenciar al verdadero Profeta de Dios del profeta falso. Este es un orden característico de la Organización de Dios en relación al don de Profecía. Ningún profeta que venga posteriormente puede poner en tela de juicio la obra de un profeta antiguo que haya cumplido a su vez con este principio. Si algún profeta a través del tiempo hubiere irrumpido en faltar a este principio, con seguridad es profeta que Jehová Dios jamás envío. De estos, Dios dice:

3 Jeremías 23: 21 No envíe yo a aquellos profetas y ellos se adelantaban, yo no les hablé y ellos profetizaban. Para el caso específico de los Profetas tendríamos el siguiente orden: Profeta 1 Profeta 2 Profeta 3 El número menor (1), representa al más antiguo y el número mayor (3), al más reciente. La sujeción de acuerdo al principio divino, es que el más reciente (2 ó 3) se sujeta al más antiguo (1 ó 2). Es decir que el Profeta 3, se sujeta al Profeta 1 y al Profeta 2, siempre y cuando el Profeta 2 se sujete al Profeta 1. Nunca un Profeta de Dios último cuestiona a uno más antiguo. Un Profeta de Dios que vino posteriormente, puede traer nueva luz, pero jamás colocarse en contradicción a la luz traída por el más antiguo. Finalmente, los Profetas tienen un cometido que los coloca por encima de cualquier personaje del pueblo, independientemente de los cargos que los del pueblo posean, estos están obligados a sujetarse cuando traen palabra de Jehová. Por tanto, no interesa si es el Rey mismo, el Sumo-sacerdote, General del ejército o un simple ciudadano, están bajo sujeción de toda palabra que trajere de parte de Jehová. Por esto el texto nos dice: Daniel 9: 6 No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Este principio, el de que un Profeta traiga mensaje, debe ser recibido por cualquiera del pueblo, sin distinción ni excepción alguna, ya fue dado personalmente por Dios al Profeta Moisés, diciéndole: Deuteronomio 18, 19 Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú, y pondré mis palabras en su boca y el les hablará todo lo que yo le mandare. Pero será que cualquiera que no oyere mis palabras que el hablare en mi nombre yo le pediré cuentas. Lo importante es saber que nadie está exceptuado de recibir la Palabra dada por Dios a través de sus Profetas. Nuestra tarea es verificar si lo que el tal Profeta presenta viene de Dios o no. Se nos dice: 1 Juan 4: 1 Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. El ejemplo de los Bereanos es nuestra temática a seguir: Hechos 17: 10, 11 Entonces los hermanos, luego de noche, enviaron a Pablo y a Silas a la ciudad de Berea; los cuales habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los Judíos. Y fueron los de Berea más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando las Escrituras, para ver si estas cosas eran así. Cómo probamos?, pues ya tiene el secreto, ir a la Sagrada Escritura y verificar en ella si todo lo que nos predican es verdad y va de acuerdo a ella. Por tanto, no debemos aceptar nada, que no tenga fundamento en lo que está escrito en la Palabra de Dios, esta será nuestra única seguridad. Sigamos el consejo del Apóstol Pablo: 1 Corintios 4: 6 Peo esto hermanos, ha pasado como un ejemplo, en mi y en Apolos, por amor de vosotros; para que en nosotros aprendáis a no saber más de lo que está escrito, llenándose por causa de otro el uno contra el otro.

4 Si hacemos esto no erraremos el camino. 2. La Estructura de Soporte: Llamamos a esta parte de la Organización del pueblo de Dios, la Estructura de Soporte, porque simplemente sería eso. De esta Estructura de Soporte no emanaría ninguna directiva, era solo una división del trabajo realizado por el enviado por Dios. Esta Estructura de Soporte estaría sujeta a todo aquello que emanaba de parte de Dios a través del Profeta. La base de esta Estructura de Soporte era un auxilio a las labores del Profeta, era la mano de ayuda por medio de un consejo atinado, que hoy pueden brindar muchos dentro del pueblo de Dios, tal cual lo hizo Jethro, suegro de Moisés, quien propuso no un cambio, sino un refuerzo en la Organización del pueblo de Dios, la cual era llevaba hasta entonces sobre Israel, sólo por Moisés. Dicho refuerzo tendría el propósito de una división del trabajo, para así aliviar la labor que desarrollaba Moisés. Lo que había acontecido hasta entonces, era que Moisés, solo se encargaba de atender al pueblo en sus problemas, esto a la larga acarrearía un declive en el estado de salud del patriarca: Éxodo 18: Y aconteció que otro día se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde. Y viendo el suegro de Moisés todo lo que el hacía con el pueblo dijo: Qué es esto que haces tu con el pueblo?, por qué te sientas tu solo y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?. Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mi para consultar a Dios: Cuando tienen asuntos, vienen a mi, y yo juzgo entre el uno y el otro y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes. Ante esta respuesta qué ocurre?: Éxodo 18: 17, 18 Entonces el suegro de Moisés le dijo: No haces bien. Desfallecerás del todo, tú y también este pueblo que está contigo, porque el asunto es demasiado pesado para ti, no podrás hacerlo tu solo. Si muchos ministros entendiesen, que la tarea de predicación, jamás podrán hacerla solo ellos, darían cabida a muchos a quienes Dios está enviando a su viña para ser un soporte en esta obra. Por esta razón es entonces que, Jethro, el suegro de Moisés, da el siguiente consejo administrativo: Éxodo 18: Oye ahora mi voz, yo te aconsejaré y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios y somete tú los asuntos a Dios. Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes y muéstrales el camino por donde deban andar y lo que han de hacer. Además inquiere tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia y constituirás a estos sobre ellos jefes de mil, jefes de cien, jefes de cincuenta y jefes de diez. Los cuales juzgarán al pueblo en todo tiempo, y será que todo asunto grave lo traerán a ti y ellos juzgarán todo asunto pequeño; alivia así la carga de sobre ti y la llevarán ellos contigo. Este consejo dado por Jethro, no fue dado por él para que fuese ejecutado inmediatamente, sin saber cual era el consentimiento de Dios sobre este mismo consejo, por esto aun Jethro añadió: Éxodo 18: 23 Si esto hicieres y Dios te lo mandare, tu podrás persistir y todo este pueblo se ira también en paz a su lugar. Nótese la humildad de Jethro, dejando la libre disposición del consejo a Dios, al decir y si Dios te lo mandare. Esta debe de ser una lección hoy, para todos aquellos que ostenta puestos de dirigentes. Debería caracterizarlos la humildad de saber recibir consejo de personas de más experiencia y conocimiento de las Sagradas Escrituras. Y a su vez con mucha humildad, someter ese consejo a Dios, yendo a su Palabra, para saber si no la contradice y esta en conformidad con ella. Entonces, qué ocurrió?: Éxodo 18: Y oyó Moisés la voz de su suegro e hizo todo lo que dijo. Y escogió Moisés varones de virtud de todo Israel y los puso por cabezas sobre el pueblo, jefes de mil, jefes de cien, jefes de cincuenta y jefes de diez. Y juzgaban al pueblo en todo tiempo, el asunto difícil lo traían a Moisés y ellos juzgaban todo asunto pequeño. De igual manera hoy, los dirigentes en la causa de Dios, deberían caracterizarse por depender de un consejo atinado, dado por personas de experiencia y conocimiento de las Palabras de Jehová, y a su vez, depender de los que están por cabeza por encima

5 de ellos; es decir, depender de sus superiores, pero nunca por encima de la Palabra de Dios. Al patriarca Moisés, lo caracterizaba esta conducta, nunca hizo solicitudes ni pedidos sin ser sometidos primeramente a Dios. Cuando alguna vez actúo más allá de lo que Dios había mandado, su vida eterna puso en peligro, perdiendo su vida temporal. El mandato expreso de Dios en las aguas de la rencilla fue: Números 20: 7, 8 Y habló Jehová a Moisés diciendo: Toma la vara y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña en ojos de ellos y ella dará agua y les sacarás aguas de la peña y darás de beber a la congregación y a sus bestias. Considérese la orden de Dios. Dios dijo: hablarás a la peña. Qué hizo Moisés?: Números 20: 9-11 Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó. Y juntaron Moisés y Aarón la congregación delante de la peña y les dijo: Oíd ahora, rebeldes, os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Entonces alzó Moisés su mano, e hirió la peña con su vara dos veces y salieron muchas aguas, y bebió la congregación y sus bestias. Recordemos que Dios le dijo: hablarás a la peña, no le dijo golpearás la peña ; sin embargo Moisés la golpeó contrariamente a las palabras de Dios y hasta dos veces. Cualquiera que este desposeído de una firme convicción en los mandatos de Dios, dirá: Pero, dónde está el mal? ; respondemos en conformidad al texto: Justamente el mal estuvo en no haber acatado tal como Dios lo mandó. Sino, veamos lo que le dijo Dios: Números 20: 12, 13 Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme en ojos de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con Jehová y él se santificó en ellos. Acuérdese que el que cree es el que obedece: Hebreos 3: 18, 19 Y a quienes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que no obedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad. De donde tenemos: Sinónimo Bíblico: Desobediente = Incrédulo Por esto Moisés tampoco entró en la tierra prometida. Por tanto Dios dijo lo siguiente, al hablar para el caso específico de Aarón: Números 20: 23, 24 Y Jehová habló a Moisés y Aarón en el monte de Hor, en los confines de la tierra de Edom, diciendo: Aarón será reunido a sus pueblos, pues no entrará en la tierra que yo di a los hijos de Israel, por cuanto fuisteis rebeldes a mi mandamiento en las aguas de la rencilla. Y a Moisés, en ocasión de sus 120 años de edad, cuando extendió su cántico sobre Israel, Dios aun le añadió: Deuteronomio 32: Y habló Jehová a Moisés aquel mismo día diciendo: Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, que está en la tierra de Moab, que está en dirección de Jericó y mira la tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel. Y muere en el monte al cual subes y se reunido a tus pueblos; al modo que murió Aarón tu hermano en le monte de Hor y fue reunido a sus pueblos; por cuanto prevaricasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de la rencilla de Cades, en el desierto de Zin; porque no me santificasteis en medio de los hijos de Israel. Verás por tanto delante de ti la tierra; mas no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel. Aparentemente no fue grave el pecado de Moisés, pero este iba en contra del mandato expreso de Dios, por eso Dios le dijo por cuanto prevaricasteis contra mí. Contrariamente y a sabiendas de lo que Dios había mandado, desobedeció la orden dada por Dios, esto es prevaricar. Dirigentes de esta índole jamás entrarán en la Canaán celestial, por muy alto puesto y posición que ostenten dentro del pueblo de Dios.

6 El consejo dado por Jethro, fue dado con el propósito de aliviar la carga de aquel que tenía una mayor responsabilidad. Hoy también deberían ser bienvenidas las sugerencias, que hombres de experiencia en el conocimiento de la Palabra de Dios, extiendan a los dirigentes. Moisés, manifestando la humildad y mansedumbre que lo caracterizaba, aceptó de buena gana el consejo de su suegro. El Patriarca no increpó su suegro diciéndole: Tu eres un madianita y nada tienes que ver con Israel o quizás decirle, Tu eres un sacerdote que nada tiene que ver con mi pueblo. Piense Vd., que hasta ese entonces no existía el sacerdocio Levítico. Jethro a pesar de no poseer un puesto o cargo alguno dentro del pueblo de Dios, y más aun, sin ser parte del pueblo de Israel, al dar un consejo a Moisés, fue recibido por este, por la sola razón de que Jethro, aceptó ser un hombre temeroso de Dios. Éxodo 18: Y Jethro dijo: Bendito sea Jehová que os libró de mano de los egipcios y de la mano de Faraón y que libró al pueblo de la mano de los egipcios. Ahora conozco que Jehová es grande, más que todos los dioses, pues se ha mostrado grande haciendo recaer sobre los egipcios su maldad. Y tomó Jethro, suegro de Moisés holocaustos y sacrificios para Dios Lo que Jethro propuso lo podemos ver resumido en el siguiente organigrama: DIOS Profeta o Mensajero de Dios Jefe de 1000 Jefe de 1000 Jefe de 100 Jefe de 100 Jefe de 50 Jefe de 50 Jefe de 10 Jefe de El Sacerdocio: Este sistema no funcionó desde el principio en el pueblo de Israel, es algo que se introdujo posteriormente y bajo los lineamientos expresos de Dios. El propósito del sacerdocio esta sujeto a un primer propósito, la construcción del Santuario, el que fue hecho bajo un propósito supremo, como Dios lo dijo: Éxodo 25: 8 Me harán un Santuario y habitaré entre ellos. Por tanto el sacerdocio no existiría de no existir el Santuario. Es el propósito supremo de Dios, de habitar en medio de su pueblo, que trajo como consecuencia que hubiese un Santuario y como un resultado de este último el sacerdocio. a. La línea Sacerdotal: En el pueblo de Israel la casta sacerdotal se hallaba bien organizada. Su organización era sencilla pero sólida. La solidez del sistema sacerdotal estaba bien fundada en principios claves otorgados por Dios a Moisés. Si desea profundizar su estudio sobre el Sacerdocio, vaya al Tema: El Santuario.

7 A Moisés se le dio la orden siguiente: Éxodo 28: 1 Y tu allega a ti a Aarón tu hermano y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes: a Aarón, Nadab, Abiú, Eleazar e Ithamar hijos de Aarón. Además Dios agregó dirigiéndose a Aarón: Números 18: 6, 7 Porque he aquí yo he tomado a vuestros hermanos los Levitas de entre los hijos de Israel, dados a vosotros en don de Jehová, para que sirvan en el ministerio del Tabernáculo del Testimonio. Por tanto, el sistema y organización sacerdotal estarían conformados en general por toda la tribu de Leví, quien era tercero de los doce hijos de Jacob en Lea su mujer. Jacob Lea Zilpa Raquel Bilha Rubén Gad José Dan Simeón Aser Benjamín Neftalí Leví Judá Isacar Zabulón