25 Años de Diálogo Social: Balance y Perspectivas de Futuro

Transcripción

1 Sr. D. Jesús Bárcenas Vicepresidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) Gracias, Presidente. Buenos días. Excelentísimo Sr. Presidente del CES nacional, amigo Jaime, Excelentísimo Sr. Presidente de CES regional, querido Justo, Excelentísimas e Ilustrísimas autoridades, señores Secretarios Generales de UGT y de CC.OO, tanto nacionales como regionales, Señoras y Señores. Quiero, antes que nada, excusar la ausencia del Presidente de CEOE, D. José María Cuevas, al que compromisos ineludibles le han impedido estar hoy en este acto, tal y como tenía previsto; lo cual ha determinado que mi intervención tenga lugar en un momento diferente al inicialmente programado, y que era en la tarde. Intentaré pues, como Vicepresidente de la CEOE y Presidente de CEPY- ME, transmitirles nuestra visión institucional de lo que desde el punto de vista de nuestra Confederación han significado estos "25 años de Diálogo Social" que hoy conmemoramos, para la mejora del clima social y en general para el progreso de la sociedad española. Ante todo, expresarles mi satisfacción porque el motivo de reflexión propuesto en estas Jornadas creo que contribuye a que recordemos entre todos nuestras recientes trayectorias, para reafirmarnos en la convicción de que el diálogo y la negociación constituyen el mejor método de trabajo para alcanzar acuerdos eficaces, y más en momentos difíciles. Estos "25 años de Diálogo Social" no es casual que coincidan con la misma efeméride de la Constitución Española, si no que también se derivan de mismo espíritu con la que nuestra carta magna vio la luz. También creo importante recordar que este período es por ahora el más brillante de toda la historia de España. Sea en términos de libertad política, sea en datos de prosperidad económica, sea en términos de cohesión social o en apertura e integración internacional. El cuarto de siglo transcurrido ha visto el avance de un país libre y democrático, que ha multiplicado por cuatro su nivel de renta, ha limado sus diferencias sociales y ha conseguido abrirse al mundo en medio de una dura competencia, formando parte por derecho propio del tramo de cabeza de las naciones más prósperas y libres de este planeta

2 Desde su fundación, las Organizaciones Empresariales, CEOE y CEPY- ME, hemos tenido dos objetivos claros: la defensa y promoción del principio de libertad de empresa y la negociación, el diálogo y la concertación como instrumentos más eficaces para alcanzar estos objetivos. En coherencia con este convencimiento, desde el principio los representantes empresariales dimos muestras de nuestra capacidad y voluntad de diálogo, en todas aquellas materias que resultaban de incumbencia de empresarios y trabajadores. Además de los importantes acuerdos alcanzados, en el transcurso de estos 25 años, se han fundando vías institucionales permanentes para el diálogo social. Sin duda, en estos momentos podemos afirmar que la concertación social ha contribuido en estos años a ir otorgando progresivamente, una mayor relevancia a los protagonistas de las relaciones laborales, las organizaciones empresariales y sindicales, empresas y trabajadores. La concertación social ha contribuido en este cuarto de siglo, a reducir en más de un noventa por ciento la tasa de inflación, a ir adaptando y flexibilizando progresivamente el marco laboral, a reducir significativamente la conflictividad laboral, a mejorar los sistemas de protección social, y sobre todo, a contribuir a rebajar a la mitad la tasa de paro, incrementando de manera importante la creación de empleo. Creo que es oportuno recordar que el primer acuerdo suscrito en este marco de diálogo social, fue el Acuerdo Básico Interconfederal, que CEOE, CEPYME y UGT firmamos en 1979 y que dio origen a nuestro principal cuerpo normativo laboral, que es el Estatuto de los Trabajadores de Señalaba que todo el modelo de marco normativo de relaciones laborales, pasa necesariamente por dos principios básicos: el reconocimiento del más amplio y profundo juego de la autonomía de las partes interlocutoras en las relaciones laborales y el reconocimiento de la presencia y actuación de las organizaciones sindicales y empresariales en todos los ámbitos de estas relaciones laborales. Principios que, hasta hoy, siguen siendo el pilar de nuestras relaciones laborales y del diálogo social. Al principio de 1980, CEOE, CEPYME y UGT firmamos el Acuerdo Marco Interconfederal, al que se adhirió posteriormente USO. Este acuerdo suponía un giro radical en lo que hasta entonces se venía haciendo en política de rentas e incrementos salariales. Hasta entonces, las subidas salariales de cada año se

3 calculaban tomando como referencia la inflación del año anterior. Un sistema endiablado que, como sabemos, alimentaba una espiral inflacionista en constante aumento y que repercutía muy negativamente en el conjunto de nuestra economía. El gran avance del AMI fue que la referencia para la negociación colectiva se estableciera sobre la inflación prevista más la cláusula de revisión. De esta forma, la lucha contra la inflación se convertía en un objetivo prioritario para cuyo logro debíamos aunar todas nuestras fuerzas. Con las perspectivas que nos dan los veintitrés años transcurridos desde la firma de este primer Acuerdo, podemos considerar como un gran paso adelante el mismo y como uno de los grandes éxitos de la política de concertación. De hecho, desde entonces la inflación no ha cesado de reducirse. Pero además el AMI consiguió reducir la conflictividad social y el número de horas perdidas por huelgas, ya que proporcionó a los negociadores de los convenios unos puntos de referencia y una zona de encuentro para alcanzar acuerdos, reduciendo las posiciones de conflicto. La siguiente referencia importante en la historia de la concertación social la encontramos en junio de Entonces las organizaciones empresariales CEOE y CEPYME, y los sindicatos UGT y CC.OO, suscribíamos un Acuerdo Nacional de Empleo, con las siglas ANE, con vigencia para 1982, al que también se sumó el Gobierno. Este primer acuerdo de carácter tripartito, además de abordar contenidos propios de la negociación colectiva, recogía otros que rebasaban la capacidad de decisión de las fuerzas sociales y requería la intervención gubernamental o parlamentaria. Así, se regulaban nuevas formas de contratación de trabajadores, se propiciaba la inserción laboral de los jóvenes, se planteaba la modificación de la estructura y financiación de la Seguridad Social, se regulaba el seguro de desempleo y se habilitaban créditos presupuestarios para todo ello. Sin embargo, aunque el ANE contribuyó a reducir la conflictividad laboral, no fue suficientemente eficaz para conseguir la necesaria moderación salarial, de manera que la tasa de inflación a final de año alcanzó el 14%. Tampoco se produjeron las reformas estructurales previstas en el ámbito de la Seguridad Social ni en el marco laboral. Sin embargo, el mérito del ANE reside por todo en lo que tuvo de voluntad política, en unos momentos especialmente difíciles, de reafirmar el compromiso de los interlocutores sociales con la libertad y la consolidación de la democracia

4 El Acuerdo Interconfederal de 1983, nuevamente bipartito, fue eficaz en materia de moderación salarial y la reducción de la conflictividad social aunque, al igual que el ANE, no contribuyó especialmente a la modernización de nuestro marco legislativo laboral. En 1984, aunque no se alcanzó ningún acuerdo social, los representantes de los trabajadores y de los empresarios, negociamos cerca de cuatro mil convenios, manteniendo así vivo el espíritu de la concertación social, que era ya una costumbre asumida y parte importante de nuestro Derecho de Trabajo. Este espíritu hizo posible que en octubre de ese mismo año alcanzásemos el primer gran acuerdo tripartito, y el más ambicioso de los firmados hasta entonces: el Acuerdo Económico y Social (AES), con vigencia para 1985 y 1986, que se inscribía en el proceso histórico de culminación y de las negociaciones para la adhesión de nuestro país a la entonces Comunidad Económica Europea. El AES, pretendía favorecer la inversión generadora de empleo. Para apoyar esas inversiones que vinieran a combatir el paro, eran necesarias medidas de política fiscal, presupuestaria, de empleo, de reducción de carga de la Seguridad Social y del acercamiento de nuestra legislación laboral a los modelos más flexibles que estaban vigentes en los demás países de Europa. Por ello el AES tenía dos partes fundamentales: los acuerdos tripartitos, firmados por el Gobierno, que se orientaban a promover reformas estructurales en materia laboral y de Seguridad Social, y los acuerdos bipartitos, que fijaban pautas y compromisos para la negociación de los Convenios Colectivos. Como en anteriores ocasiones, mientras que el Acuerdo contribuyó a que la negociación colectiva discurriera sin conflictividad, quedaron pendientes las grandes reformas estructurales en legislación laboral, así como en la Seguridad Social. El AES culminó lo que podíamos considerar la primera etapa de la concentración social, cerrando ocho años de acuerdos sucesivos y abriendo un paréntesis en el proceso de diálogo social que abarcaría hasta En esos años, España vivió la primera huelga general en democracia, el 14 de diciembre de 1988, y atravesó una grave crisis económica en los años 93/ 94, en las que se disparó de nuevo el desempleo. A partir de 1994 se abre una etapa nueva en el diálogo social en nuestro país, caracterizada por el desarrollo de una nueva modalidad de acuerdos que establecían compromisos más puntuales, así como sectoriales en distintas

5 materias, reformas de las ordenanzas laborales, solución extrajudicial de conflictos, formación continua y un largo etcétera. Dichos pactos, sumados a la constitución del Consejo Económico y Social como órgano de encuentro permanente entre los interlocutores sociales, papel que tiene su correspondencia en los respectivos Consejos Económicos y Sociales Autonómicos, permitieron acometer a partir de 1996 negociaciones más intensas en el marco del diálogo social. A principios de 1996, CEOE, CEPYME, UGT, y CC.OO. suscribimos el Acuerdo sobre Solución Extrajudicial de Conflictos Laborales (ASEC), con vigencia para cuatro años, y que fue renovado en 2000, de cuya eficacia en la resolución rápida y eficaz de los conflictos que se producen en el ámbito de las empresas ha quedado constancia en estos años. A finales de ese mismo año se firmó el II Acuerdo Nacional de Formación Continua, que renovaba el vigente desde 1992, y consolidaba el sistema de formación continua desarrollado en nuestro país, de cuya eficacia en la mejora de la formación de empresarios y trabajadores, especialmente en las empresas de menor dimensión, nadie puede dudar hoy día. En 2000, los representantes empresariales, sindicales y el Gobierno firmamos el III Acuerdo Nacional de Formación Continúa, que con algunas novedades venía a mejorar dicho sistema de formación. Los resultados más importantes de esta nueva etapa del diálogo social se producen no obstante en 1997, cuando CEOE, CEPYME, CC.OO. y UGT, suscribimos el Acuerdo Interconfederal para la Estabilidad en el Empleo, el Acuerdo Interconfederal sobre Negociación Colectiva y el Acuerdo sobre Cobertura de Vacíos, que tenían unos objetivos perfectamente definidos: mejorar la estabilidad y la flexibilidad en el empleo e impulsar la competitividad de todas las empresas, especialmente de las Pymes. Estos acuerdos contribuyeron a triplicar la contratación indefinida, de manera especial en las Pymes, durante los seis primeros meses de la reforma, y así el balance de estos Acuerdos sin duda, es muy positivo, y constituyeron un paso decisivo en la modernización de nuestro sistema laboral. Tras algún tropiezo en el año 1998 y el paréntesis de 1999, en el que las negociaciones entre los interlocutores sociales no se plasmaron en ningún acuerdo, el año 2000 supuso un nuevo impulso para el diálogo social. Además de la renovación ya mencionada de los acuerdos en materia de formación continua y de solución extrajudicial de conflictos laborales, los inter

6 locutores sociales dimos un fuerte impulso a las negociaciones para una nueva reforma laboral, con unos objetivos claros: la consecución del pleno empleo, el fomento de la estabilidad laboral y la reducción de la temporalidad en un marco normativo más acorde con las necesidades de flexibilidad y de adaptación de las empresas. Tras largos meses de negociaciones, la Mesa para la Reforma del Mercado Laboral se cerró sin acuerdo en febrero de 2001, y unas semanas más tardes el Gobierno aprobó el Real Decreto de Medidas Urgentes de Reforma del Mercado de Trabajo, en el que se recogían nuevas medidas para incentivar el mercado laboral, entre ellas la ampliación de las bonificaciones a la contratación indefinida. Ese mismo año, CEOE, CEPYME y CC.OO, firmamos con el Gobierno un acuerdo para la reforma de la Seguridad Social en nuestro país, el Acuerdo para la Mejora y el Desarrollo del Sistema de Protección Social, que contribuía a asegurar la viabilidad del sistema y hacer compatible la mejora de las prestaciones sociales con el equilibrio financiero y la reducción de las cotizaciones sociales. El año 2001 se cerró con la firma de otro importante acuerdo, el Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva 2002, en el que CEOE, CEPYME, UGT, y CC.OO. expresamos nuestro compromiso con la mejora del empleo en un año marcado por las incertidumbres económicas y por la transición al euro. Los principios para abordar la negociación colectiva que se contenían en este Acuerdo han contribuido a mantener el empleo en tasas relativamente aceptables en un año lleno de dificultades para la situación económica y social. Este balance nos ha llevado a renovar y ampliar los contenidos de este Acuerdo en el II Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva, con vigencia para este año y que hemos firmado hace solo unos días, en el que las organizaciones empresariales y sindicales reiteramos nuestra voluntad de contribuir al control de la inflación y al crecimiento del empleo, y para ello nos comprometemos a continuar con la política de moderación salarial y mejora de la competitividad de las empresas. La eficacia de este Acuerdo deberemos analizarla dentro de unos meses, pero estoy seguro que los resultados sobre la mejora del empleo serán muy positivos. Permítanme concluir mi intervención con unas breves reflexiones sobre lo que a mi juicio a supuesto el diálogo social en estos 25 años

7 El clima del diálogo social imperante durante estos años ha contribuido a reducir la conflictividad laboral y ha permitido generar un marco de mayor estabilidad de precios y de competitividad exterior, e igualmente ha contribuido a mejorar la situación económica y financiera de las empresas y la confianza empresarial a favor de las inversiones, lo que se ha traducido en un positivo crecimiento del empleo y de la capacidad de competir de nuestro sistema económico. Además, los interlocutores sociales hemos asumido compromisos que han implicado en algunos casos importantes reformas estructurales, tanto en nuestro marco socioeconómico, contribuyendo a su sustantiva mejora, como en el marco laboral, dotándolo de mayor flexibilidad, adecuándolos en mayor medida a las necesidades de los trabajadores así como de las empresas, y en especial de las Pymes. Por todo ello, tanto en CEOE como en CEPYME nos sentimos legítimamente satisfechos de haber logrado ámbitos de entendimiento de trascendencia social tan evidentes. Esta vía de diálogo va a seguir siendo el pilar de nuestras actuaciones en el futuro. Sin duda deberemos enfrentarnos a nuevos retos y a nuevas situaciones, pero estamos seguros que el diálogo y la negociación seguirán siendo los mejores instrumentos para abordarlos con eficacia y con garantía de éxito. Muchas gracias