REVOLUCIÓN INDUSTRIAL E INDUSTRIALIZACIÓN Introducción En el siglo XVIII, el restringido grupo de científicos e intelectuales que formaron el círculo

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1 REVOLUCIÓN INDUSTRIAL E INDUSTRIALIZACIÓN Introducción En el siglo XVIII, el restringido grupo de científicos e intelectuales que formaron el círculo de los ilustrados, forjó la idea de vivir en un tiempo nuevo, de renovación, de dominio del hombre sobre la naturaleza para su provecho y con el fin de lograr su bienestar y felicidad. La conciencia del propio tiempo que vivían y de que las mejoras conseguidas no eran más que un paso hacia tiempos futuros que las mejorarían aún más, dejó acuñado en el lenguaje del siglo XVIII un espíritu optimista recogido en el término de "progreso". El propio siglo XIX manifestó cierto triunfalismo por medio de los capitalistas, los entusiastas de la ciencia y de la técnica y, de los gobiernos; y celebraba ese progreso mediante exposiciones (la primera fue la Gran Exposición en el Crystal Palace de Londres, en 1851) que intentaban correlacionar el progreso técnico, industrial y económico con el prestigio internacional. Posteriormente, el análisis realizado básicamente por demógrafos y economistas sobre las transformaciones producidas a lo largo de los siglos XVIII y XIX, centrado en el resultado global de las cifras de población y de producción agraria e industrial, insistía en los términos de progreso material y de calidad de vida que culminarían en la formulación político-económica del estado del bienestar. Si se centra la atención solamente en el avance científico, en los nuevos instrumentos mecánicos, en los nuevos productos, en los nuevos mercados, en las nuevas fábricas, en los nuevos medios de transporte, es decir, en los sectores innovadores y en su cuantificación, no hay duda de que la era del progreso había comenzado; e incluso se considera afortunado el término generalmente aceptado de "revolución industrial", que implica un cambio profundo respecto a épocas anteriores afectando a todos los niveles de la vida del hombre de una manera radical. Pero si se consideran algunos interrogantes, como cuándo comenzó este proceso?, en qué sector económico?, dónde?, cómo se generalizó?, responde a un modelo único?, qué costes sociales llevó consigo?, la visión es más compleja, detallada, con muchas lagunas en su explicación y con balances distintos que dependen del lugar, del tiempo y de la posición del observador. 1. La primera Revolución Industrial Sin lugar a dudas se produjo en los siglos XVIII y XIX un crecimiento de la población, un desarrollo agrario, un desarrollo industrial y un desarrollo comercial, pero habría que contemplar los siguientes matices: En primer lugar, que se trata de un proceso dilatado en el tiempo. Constatable en el siglo XVIII, se prolonga en los siglos XIX y XX y aún no ha finalizado. En segundo lugar, es un proceso desigual en el tiempo. No afecta a la vez a distintos países, ni estos siguen el mismo ritmo temporal. A la innovación seguirá un tiempo más o menos prolongado de aplicación, asimilación o rechazo; en otros lugares la imitación acortaría el proceso, permitiendo saltar 1

2 pasos; en algunos casos la aceleración sería espectacular, y quedan aún países que, salvo en el crecimiento de la población, no se han incorporado a la era del progreso. 2

3 Es un proceso desigual en el espacio, no sólo en el ámbito mundial (piénsese en la contraposición actual desarrollo-subdesarrollo) sino también en el continental y nacional. En el interior de bastantes países desarrollados aún se puede ver en un ámbito regional esa contraposición existente en el internacional. No es un proceso unidireccional, que supondría un arranque, una continuidad y una culminación, sino que se trata de un proceso cíclico, con aceleraciones, estancamientos y crisis que pueden hacer desaparecer determinadas producciones, alterar la localización geográfica de una fabricación o cultivo hundiendo unas regiones en provecho de otras o unos sectores con o sin sustitución alternativa. Por último, se trata de: un proceso multidimensional, complejo, que no presenta un modelo único, y en el que hay que considerar tanto las novedades como la pervivencia de formas tradicionales, no sólo como mero resto a extinguir sino también activas e importantes tanto en el ámbito económico como en el social. Así, poco a poco, se ha ido imponiendo, entre cierto número de historiadores, el pasar de la noción de revolución industrial a la de crecimiento económico, definida como el aumento rápido y sostenido de la producción real per cápita y las transformaciones correspondientes en la esfera tecnológica, demográfica y económica de una sociedad. Además, se incluye cada vez más el término desarrollo que aludiría a los "cambios mentales y sociales de una población, cambios que la preparan para que su producto real global crezca de modo acumulativo y duradero". La revolución industrial vendría a ser, desde este punto de vista, el punto crítico de paso de un crecimiento tradicional -fundamentalmente discontinuo- a un crecimiento moderno -fundamentalmente continuo o autosostenido-. Lo dicho anteriormente -la relativización de la ruptura que supone la revolución industrial- no es compartido, ni mucho menos, por todos los historiadores. Algunos resaltan la discontinuidad o la ruptura que establece para el conjunto de la historia de la humanidad: "Desde un punto de vista estrictamente técnico y económico, la revolución industrial puede definirse como el proceso por medio del cual la sociedad obtuvo el control de amplias fuentes de energía inanimadas. Sin embargo, una tal definición no da una idea bastante clara de la envergadura del fenómeno, por lo que se produce una ruptura total. Desde luego, la revolución industrial no surge de la nada, se va preparando, pero es evidente que se producen cambios irreversibles y no sólo en términos de producción o de crecimiento económico. Por otra parte, la revolución industrial requiere e impone transformaciones socioculturales enormes: las técnicas sólo pueden funcionar allí donde se considere que son ventajosas o suponen un progreso. Por Revolución Industrial se entiende un proceso caracterizado por los siguientes elementos: a) En la organización económica, con el triunfo del capitalismo. b) En la estructura económica, con el desplazamiento de recursos del sector primario al secundario y al terciario, de los artículos suntuarios a la producción en gran escala, de los bienes de 3

4 consumo a los de producción, y del campo a la ciudad, y la aparición del crecimiento económico autosostenido. c) En la tecnología, con la introducción de innovaciones en los procesos de producción y distribución. Este proceso arrancó en la segunda mitad del siglo XVIII para el caso inglés, con unas fechas iniciales que se han fijado entre 1760 y 1780; y posteriormente para Estados Unidos, Francia, Bélgica, Alemania, etc. La búsqueda de las causas de este fenómeno lleva a resaltar, sin embargo, la importancia de los siglos anteriores, encontrándose precedentes de los cambios apuntados en plena Edad Media y en la Edad Moderna. En una línea similar, se ha revitalizado la idea de protoindustrialización o industrialización antes de la revolución industrial con el protagonismo de una industria artesanal rural que proporcionó un aprendizaje crucial para el progreso económico al fomentar la movilización de capital, de trabajo y de tierra, la ampliación del mercado, y el desarrollo de conocimientos técnicos de iniciativas empresariales. Este proceso se produjo a principios del XVII en ciertas regiones de Europa que habían acumulado concentraciones considerables de industria rural, también llamado domestic system que consistía en: - La existencia de trabajadores dispersos. - Empresarios urbanos que les proporcionan las materias primas y venden su producción en mercados lejanos. - Los trabajadores deben comprar al menos, una parte de sus medios de subsistencia. - Se da sobre todo en la producción textil. Hoy en día, el debate sigue abierto sobre las causas de este proceso. CAMERON rechaza el término "revolución industrial" por considerarlo inexacto y equívoco, cree que distrae la atención de otros tipos de revolución en la Europa continental con su empleo. Emplea la definición de "nacimiento de la industria moderna". Característica concretas que la diferencian de la "industria premoderna": El uso extensivo de maquinaria mecánica. Introducción de nuevas fuentes de energía inanimadas, especialmente los combustibles fósiles. Uso generalizado de materias que normalmente no se encuentran en la naturaleza Factores La transición del feudalismo al capitalismo La economía preindustrial se basaba en la autosuficiencia. Existía un mercado, desde el siglo XI, en el que monarcas, nobles y eclesiásticos obtenían los productos que no podían conseguir de sus propiedades, dedicando el excedente procedente de las mismas a tal objetivo. Este mercado implicó el florecimiento urbano y el desarrollo de una burguesía comercial que pudo especializarse en su actividad, guiándose por criterios puramente económicos, y siguiendo los principios de una organización cercana al capitalismo (propiedad privada, libre iniciativa, economía monetaria, desarrollo de mecanismos de cambio y crédito). A la vez y paulatinamente, se fue liberando la estructura rural 4

5 europea de sus ligaduras tradicionales, abriendo además el paso a la protoindustrialización. La aparición del liberalismo político culminaría el proceso. Este proceso tomó un ritmo diferente en Inglaterra y en el continente europeo. Mientras que Inglaterra tuvo su revolución liberal en el siglo XVII y realizó un cambio económico que culminó en el siglo XVIII, en el conjunto del continente fue la oleada revolucionaria de la que, recogiendo una evolución anterior muy desigual en el tiempo, en el espacio y en las formas, generalizó las nuevas relaciones económicas La diferenciación de la economía tradicional y la especialización económica En el siglo XVII y comienzos del XVIII, es decir, antes de la revolución industrial, tuvieron lugar importantes transformaciones agrarias en algunas regiones del noroeste europeo (Gran Bretaña, Países Bajos, países nórdicos), haciendo que la agricultura tomase un papel dinamizador en la economía. Estas transformaciones agrarias fueron acompañadas de otras en la producción manufacturera. Al margen de la organización gremial urbana, fue surgiendo en la economía rural un sistema artesanal doméstico ligado a la actividad agrícola y protagonizado por pequeños y medianos propietarios, arrendatarios, asalariados, que realizaban a la vez tareas agrícolas y artesanales. En un principio, la actividad artesanal era básicamente complementaria, pero las mejoras que tuvieron lugar en todos los sectores productivos crearon un juego de interrelaciones que potenciaron los cambios y llevaron a la especialización agrícola y artesanal. Esta evolución se presentó como un trasvase del sector primario al sector secundario. Ese trasvase no sólo permitió el surgimiento de unos empresarios y asalariados artesano-industriales, sino también de un capital, que sirvió para autofinanciar el proceso de industrialización. Una autofinanciación lograda gracias a las necesidades limitadas de capital que requería la modernización de las primeras industrias de consumo, a la explotación del trabajo (autoexplotación en muchos casos), y a una dedicación agrícola-artesanal que proporcionaba beneficios y permitía satisfacer necesidades básicas, y por tanto realizar un mayor ahorro-inversión de los ingresos procedentes de la actividad artesanal. El factor clave que potenció todos esos cambios fue el desarrollo del mercado, que permitía absorber esa producción El marco regional y el papel del Estado La génesis de estas transformaciones que acabamos de explicar se situó, además, en un marco regional, y en un contexto nacional y mundial marcado por el papel del Estado. Respecto al primero, algunas regiones bien dotadas de materias primas y de recursos energéticos (agua, madera, carbón) pudieron tomar ventaja sobre otras. Su situación geográfica influyó, además, sobre las posibilidades de transporte. Esta combinación de factores, tuvo su manifestación tanto en Gran Bretaña como en el continente europeo, pero con una diferencia de intensidad y de extensión, ya que en la primera nación citada fue generalizado, lo que permitió la revolución industrial. El segundo factor sería el Estado con diferente papel en Europa que en Gran Bretaña. En este país, las trasformaciones económicas fueron consecuencia básicamente del triunfo del individualismo y 5

6 del mercado más que del gobierno; de un ambiente socioeconómico dinámico que potenciaba el papel de la propiedad privada, de la libre empresa, del mercado, de la inversión productiva y el desarrollo técnico, y de una organización política que permitía el libre movimiento de hombres y recursos. Pero el Estado realizó una función indirecta muy importante asegurando la estabilidad política, la armonía social, la unificación política y administrativa del país, y un sistema fiscal y arancelario estable. Además, en el orden mundial, el Estado creó un imperio que aseguró materias primas y mercados. Por el contrario, en los países del continente, los estados actuaron con una política intervencionista en todos los ámbitos. Una intervención que encontraba justificación, además, en el nacionalismo, en la superación del atraso económico y en la debilidad de la iniciativa privada El papel del comercio exterior y el capital Deane dio especial importancia al comercio triangular que se desarrolló entre América, África y Europa en el siglo XVIII, y en torno a materias como los esclavos, las armas, el tabaco, el oro y el marfil. Según el historiador británico, este comercio aportó: a) Facilitó materias primas para la industria y productos básicos, además de actuar como creador de mercados. b) Aceleró el desarrollo urbano y regional. c) Generó capitales. Precisamente el último de estos puntos, el capital ha sido especialmente resaltado por T. S Ashton quien sostiene la tesis de que "el tipo más bajo de interés que proporcionaba el capital" fue la razón de que "la marcha del desarrollo económico se acelerara alrededor de mediados del siglo XVIII". Este capital procedía, como ya sabemos, del comercio exterior, y durante esta centuria pasó del 7 al 8% en 1700, al 3 o 4% en Realmente quién utilizó este capital fueron los terratenientes que querían mejorar sus explotaciones agrarias, y fue clave para los empresarios que financiaron la construcción de canales, de la que luego hablaremos. Sin embargo, los industriales textiles mejoraron sus establecimientos gracias a la reinversión de los beneficios como ya hemos indicado. No obstante, el desarrollo de la banca inglesa fue espectacular en el siglo XVIII, con 52 bancos privados en Londres, y 400 más en provincias, en torno al año 1800, que manejaban en conjunto la mayoría del capital. Éste sistema bancario fue fundamental en un aspecto clave de la Revolución Industrial: la financiación del comercio internacional, que hicieron de la capital británica el centro financiero-comercial del mundo, como afirmaba el gran banquero Nathan Rotschild en Además, sirvió para poner en marcha toda una amplia gama de servicios mercantiles, seguros marítimos o créditos a corto y largo plazo. Sin este sistema financiero, Gran Bretaña jamás hubiera podido mantener su primacía comercial en el siglo XIX y comienzos del XX. En el continente, el sistema bancario iba a tener una mayor implicación en el proceso de industrialización, pero eso será, como veremos, a partir de la Segunda Revolución Industrial Las innovaciones técnicas En 1906, cuando Paul Mantoux elaboró su célebre tesis titulada "La Revolución Industrial", consideró los avances técnicos como la base sobre la que se había sostenido dicha revolución. Pero, 6

7 ahora se considera que las innovaciones tecnológicas del siglo XVIII fueron más un efecto que una causa del proceso que acabamos de describir. De hecho, la mayor parte de las innovaciones fueron promovidas o realizadas por la tradición empirista, pericia artesanal e ingenio individual de hombres prácticos (herreros, carpinteros, tejedores o hiladores...), a la vez empresarios y obreros, que necesitaban resolver los problemas técnicos que les planteaba su actividad productiva. Además, inicialmente el número de sectores donde el cambio dio grandes resultados y se difundió rápidamente fue más bien escaso. De hecho, antes de 1820, se limitaba prácticamente a la industria algodonera, siderurgia y minería. No obstante, estos cambios limitados, terminaron produciendo tales efectos sociales y económicos que sobrepasaron ampliamente los impulsos que los habían originado. De hecho, desde entonces el cambio tecnológico fue creciendo sin límites. Durante el siglo XIX, el equilibrio entre innovaciones técnicas e incentivos económicos se vio radicalmente alterado. Los inventos tomaron valor por sí mismos al mostrarse capaces de crear sus propios mercados; y en esta tecnología que asumía plenamente el papel de iniciadora del cambio económico jugó un papel cada vez más importante la ciencia El cambio de mentalidad Si la ciencia no desempeñó inicialmente un papel fundamental en la génesis de las innovaciones técnicas, sí contribuyó, en cambio, de una forma decisiva a la gestación de un cambio de mentalidad que acompañó las transformaciones políticas, sociales y económicas que hicieron posible la revolución industrial. En este sentido fue especialmente importante la Ilustración, con una cosmovisión que replanteaba las formas de entender y las relaciones existentes entre Dios, el hombre y la naturaleza, de formas muy diferentes (espiritualismo, deísmo, agnosticismo...). El resultado fue una autonomía del hombre y de la naturaleza respecto a lo sobrenatural. Estos planteamientos ayudaron a destruir el Antiguo Régimen, y pusieron las bases de una nueva organización política (liberalismo político) y socioeconómica (liberalismo económico o capitalismo) El pensamiento económico Los primeros autores que elaboraron una teoría económica científica que iba a justificar el nuevo sistema fue la escuela fisiócrata. François Quesnay, con su obra Tableau économique (1758), afirmó la existencia de unas leyes naturales y de un orden económico natural que no debía ser obstaculizado, ni mediatizado por intervenciones humanas: "Dejar hacer, dejar pasar, el mundo marcha sólo". Sin embargo, los efectos de estos principios al dar primacía al sector primario, pues consideraba a la tierra como la única fuente de riqueza, quedaron restringidos. Sería la escuela histórica escocesa, representada por Adam Smith y su obra Ensayo sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones (1776), la que pondría las bases del liberalismo económico. Sus aportaciones más importantes fueron: a) Planteaba una dinámica económica natural en la que la riqueza era inicialmente el producto del trabajo humano. b) La libertad económica individual se constituye en el auténtico motor de la evolución económica, condenando el dirigismo del Antiguo Régimen y limitando las funciones del Estado. 7

8 c) Plena confianza en el mercado libre (orden natural) que conduce a un máximo de armonía, por cuanto hace que el individuo, al perseguir su interés personal, promueva involuntariamente el colectivo. La obra de Adam Smith será la base donde se asiente ideológicamente la Primera Revolución Industrial La revolución demográfica Los datos indican que desde principios del siglo XVIII se produce un crecimiento de la población sostenido a lo largo de toda la centuria y la primera mitad del siglo XIX, aunque no tienen un alto grado de fiabilidad, puesto que hasta 1801 no se realizan censos de población, pero, a pesar de todo, podemos confirmar un aumento de población, que casi se duplica en el período que va desde Europa pasa de tener 110 millones de habitantes en 1700 a 423 millones en 1900; y en el caso concreto de Gran Bretaña, de 10,9 millones en 1800 a 20,9 en Era la consecuencia de la llamada revolución demográfica, del tránsito de un ciclo demográfico antiguo caracterizado por altas tasas de natalidad y de mortalidad, y crisis demográficas provocadas por hambres, guerras y epidemias, lo que traía como consecuencia un crecimiento demográfico bajo, a otro moderno, caracterizado por una disminución de la mortalidad y un alto crecimiento, inicialmente. Este crecimiento viene determinado por dos factores fundamentales: - La disminución drástica del índice de mortalidad después de 1740 que se debió a una mayor producción agrícola y ganadera, hay mayor consumo de carne y de pan blanco, y a los avances en la higiene y la medicina, vacuna de Jenner contra la viruela en 1796, abastecimiento de agua a las ciudades, alejamiento de los cementerios de los poblados, etc. Estas teorías deben ser matizadas: si ciertamente las innovaciones de la ciencia ilustrada ganan también terreno en la medicina y en todo género de prácticas sanitarias, la realidad es que esas transformaciones no se generalizan hasta el siglo XIX. Por otra parte, a la hora de comprobar la correlación entre la difusión de los nuevos cultivos (principalmente la patata) y el comienzo de la expansión demográfica, los resultados son simplemente negativos. Por lo tanto los problemas planteados en el siglo XVIII consistían en cómo alimentar a la población creciente y, al igual que en otras épocas en que sucedió algo similar aunque en menor medida, se recurrió a la roturación de muchas tierras nuevas, a la ampliación de los cultivos y a la aplicación de nuevos métodos de cultivo. Pero lo cierto es que la producción agraria, aunque mejoró, aún no era suficiente para alimentar a la población, y que el nivel de vida no había mejorado tanto como para explicar ese crecimiento demográfico. Esto explica en parte dos aspectos: por un lado la marcha lenta de un cambio en el mundo agrario y, por otro, la postura adoptada por el inglés Robert Malthus en su "Ensayo sobre el principio de la población" que exponía su preocupación por el problema, Malthus defiende que la capacidad de generar riqueza crecería de forma aritmética, mientras que la población crecía de forma geométrica, la conclusión era que debía controlarse la natalidad. - El elevado número de nacimientos existentes en toda la centuria. 8

9 Las consecuencias del crecimiento son: que a partir de 1770 se agravan las crisis de alimentación por la presión del aumento de población y las irregularidades climáticas, lo que contribuye al tono de agitación social frecuente en las últimas décadas de la centuria. El consiguiente excedente demográfico tiene ante todo tres refugios inmediatos: la migración intercontinental, la urbanización y la colonización interior. Cómo influyó este aumento de población en el desarrollo económico? De forma positiva, ya que aumentó la demanda de productos y aumentó la oferta de mano de obra. Además, el mercado internacional facilitó unos mecanismos correctores importantes: el exceso de población encontró en la emigración una válvula de escape (Gran Bretaña); y la escasez, en la inmigración un complemento importante (Estados Unidos). Por otra parte, las posibilidades limitadas del mercado interior encontraron un complemento básico en la exportación de mercancías y capitales. Además, se adelantó la edad de nupcialidad La revolución agrícola Como en tiempos anteriores, también a lo largo del siglo XIX la agricultura conservaba un papel esencial en la economía europea. En 1860 todavía ocupaba algo más del 60% de su población activa (media que oscilaba entre el 26% de Gran Bretaña y más del 80% en Rumania, Rusia o Yugoslavia), constituía una de las partidas fundamentales del comercio nacional e internacional, y sus momentos o períodos de crisis influían considerablemente no sólo en los demás sectores económicos, sino también en la vida política. Aunque con ritmo mucho más lento que en la industria o en el comercio, también en el terreno agrario se produjeron transformaciones que se inician ya a principios del siglo XVIII y que se irían asentando, de forma desigual, a lo largo del siglo XIX conviviendo con los modos tradicionales. La revolución agrícola, consolidada en el siglo XVIII en Inglaterra y extendida después al occidente europeo, Estados Unidos y algunas regiones centroeuropeas, supuso en gran parte la difusión de prácticas y técnicas desarrolladas anteriormente donde destacaron: a) La disolución del régimen señorial y de la agricultura comunal autosuficiente, y el desarrollo de unas actitudes empresariales que conducen al triunfo de la agricultura capitalista. Las enclosures o bocages (cercamiento de las propiedades agrícolas) son un proceso que se intensifica en Inglaterra a partir de 1760 estimulado por la subida del precio del trigo, debida al crecimiento demográfico (mayor demanda de pan) y a las circunstancias internacionales (guerras napoleónicas). Se llevó a cabo mediante concesiones (Enclosures Acts) que obtenían del Parlamento los grandes propietarios particularmente, hasta que en 1801 la "General Enclosure Act" fijó por ley el cercamiento de las propiedades. b) Nuevas técnicas de producción, que se traducen en la gradual eliminación del barbecho y su sustitución por nuevos sistemas de rotación, introducción de nuevos cultivos (maíz, patatas, plantas forrajeras...), etc. El sistema de campos abiertos (openfield) fue sustituido por el de campos vallados. 9

10 Se produjo una concentración de la propiedad a costa de los terrenos comunales y de los pequeños propietarios que, incapaces de costear los gastos de cercado, se vieron obligados a vender sus tierras y, en ciertos casos, emigrar a la ciudad. La eliminación del barbecho mediante el abonado y la rotación cuatrienal de cultivos, (trigo, nabos, cebada y trébol) que hacían que la tierra siempre estuviera ocupada y evitaba su agotamiento. Este era el famoso sistema de Norfolk. Asociación de agricultura y ganadería gracias a la introducción de plantas forrajeras (remolacha y alfalfa) en el sistema de rotación. El mayor peso del ganado, que comenzó a estabularse y especializarse, y que dada su rentabilidad, sobre todo la del ganado lanar, impulsó la ampliación de las praderas artificiales. Aparición de nuevo utillaje agrario (arado Rotherham, la primera máquina de sembrar de Jethro Tull). Sistema de drenaje, que permitía aumentar la superficie cultivada, como la bomba de Newcombe. Cierta especialización comercial favorecida por la nueva maquinaria y las plantas nuevas (patata, maíz...). c) Organización racional de la explotación agraria con el beneficio como criterio fundamental. Estos cambios produjeron tales incrementos de la producción y de la productividad, que justifican el que se hable de revolución agrícola. Pero, cómo influyó esta revolución en el desarrollo económico? La revolución agrícola fue el requisito previo, motor y causa de la revolución industrial. Este papel se puede resumir de la forma siguiente: a) impulsó la revolución demográfica, alimentando el crecimiento de la población y facilitando las concentraciones industriales y urbanas. b) Posibilitó el incremento de la demanda de productos industriales al incorporar nuevos útiles y técnicas al sistema productivo agrario, al elevar el poder adquisitivo de los empresarios agrarios y al facilitar una alimentación más barata. c) Provocó la emigración rural y el trasvase de mano de obra agraria hacia los sectores industriales. d) Suministró capital y empresarios. Consecuencias derivadas de la revolución agrícola fueron básicamente: - Aumentó considerablemente la producción de alimentos y carnes, necesarios para cubrir las necesidades del considerable aumento demográfico. - Incrementó los niveles de consumo en el interior del país, ya que elevó la renta familiar de muchos propietarios agrícolas que aumentaron sus compras de productos industriales (textiles, ferreteros, mecánicos, etc.). Algunos historiadores conceden gran importancia al despegue del sector agrícola como impulsor del crecimiento del mercado interior de consumidores. Consideran fundamental que el fenómeno se produzca en los países, hoy día, subdesarrollados porque potencia la consolidación del mercado interior, requisito previo para un posterior crecimiento de otros sectores económicos. 10

11 - Permitió aminorar las importaciones del sector primario y por lo tanto reducir las divisas que por este concepto salían del país. Esto acrecentó la disponibilidad interior y una mayor capacidad de inversión en empresas industriales. - Permitió articular los diversos sectores económicos nacionales; las zonas agrícolas perdieron su autosuficiencia y se integraron en los circuitos comerciales de toda la nación. Los medios de transporte permitieron esta articulación. Merced a ellos los productos agrícolas llegaron a todas las zonas de la Gran Bretaña. Es decir, la agricultura cumplía las funciones que son propias de una economía moderna: a) Producir más alimentos para hacer frente al incremento demográfico. b) Aumentar las rentas reales de la agricultura por un acrecentamiento de la productividad, lo que permite comprar más máquinas Cambios en el sistema financiero Las fuentes de financiación del crecimiento industrial fueron internas y externas. Las internas se refieren a la autofinanciación, pero cuando las inversiones tuvieron que ser más fuertes surgieron las externas: comercio de ultramar y la agricultura. Para el desarrollo industrial fue necesario la aparición de un sistema bancario que permitiese créditos para realizar inversiones. Por lo tanto, podemos afirmar que la situación del sistema de financiación de la actividad económica es justamente más un factor retardatario que progresivo; porque, con las únicas excepciones del Reino Unido y de los Países Bajos, el mecanismo crediticio es en el resto del mundo casi inexistente. A la cabeza de las excepciones marchan, según queda dicho, los Países Bajos, cuyo aparato financiero muestra incluso mayor grado de madurez que en Inglaterra y permite que la holandesa sea la única economía en la que los intercambios internacionales tienen peso decisivo en el conjunto de las transacciones. En Gran Bretaña, por su parte, el sistema bancario se halla articulado en tres pisos: bancos provinciales primero, que actúan como establecimientos de depósito principalmente; bancos privados (todos con casa en Londres, dedicados al crédito, frecuentemente especializado en sectores económicos o sociales concretos) y el Banco de Inglaterra, creado en el siglo XVII, que hace las funciones de Banco de Estado aunque también negocia con capital privado. En 1815 es ya el mayor depósito de capitales del mundo. En distinta medida esta estructuración apenas se va esbozando en el resto de Europa, incluida Francia, donde (como en España) los intentos de articular un sistema eficaz de crédito fracasan con frecuencia por su supeditación a las necesidades del mismo Estado Las características de la Primera Revolución Industrial La Primera Revolución Industrial, calificada como paleotécnica, por la convivencia de viejos y de nuevos sistemas de producción, es también la era del carbón y del vapor como nuevas fuentes de energía. A estos símbolos se añaden los textiles y la siderurgia como industrias más importantes, y el 11

12 ferrocarril, como medio de transporte más característico, y el establecimiento del liberalismo como sistema económico Las nuevas fuentes de energía: La máquina de vapor y el carbón Es el descubrimiento de la máquina de vapor el que da verdadero carácter de revolución industrial a los cambios producidos en esta época. Es éste un caso de anticipación de la investigación experimental sobre el conocimiento científico, pues hasta el siglo XIX no se domina la teoría de la termodinámica y, sin embargo, los antecedentes de este invento técnico datan del siglo XVII con Caus, Cardan, Porta, Branca, Savery o Papin. No obstante, ninguno de estos intentos se pone en práctica, y ya en 1705 cuando Newcomen diseña su "bomba atmosférica", de aplicación muy importante en el bombeo de agua de las minas, problema grave que se pone de manifiesto en esta etapa al profundizarse cada vez más en la extracción de mineral. Es ese el punto de partida de las investigaciones de Watt, que establece las necesarias modificaciones para obtener la máquina de vapor, cuyo método de funcionamiento difiere de Newcomen considerablemente. Se trata, por tanto, de la culminación de un periodo de investigación, pudiendo calificarse la obra de Watt más como un trabajo crítico y constructivo que como un descubrimiento casual. Pero es tan importante y revolucionario que es estimada con todo derecho como una verdadera creación. Watt concluye su invento en Con la ayuda de Bulton, un dinámico fabricante de juguetes de Birmingham, se inicia su construcción y explotación algunos años después. Cuando en 1800 expira la validez de la patente, funcionaban 500 máquinas de vapor, multiplicándose esta cifra rápidamente al poder ser construida libremente. Watt incorpora nuevos descubrimientos al procedimiento base de la máquina de vapor en años sucesivos: la máquina de doble efecto, el movimiento circular y el regulador. Pero en cualquier caso la máquina de vapor abre el principio de utilización de una nueva fuente de energía motriz, de uso universal: el vapor, que proporciona al trabajo industrial las condiciones de la industria moderna en todos los dominios, extendiéndose éstas a toda Europa y a EE.UU. a lo largo del siglo XIX. La aparición de la máquina de vapor supuso también otro hecho de enorme trascendencia: la primacía del carbón como fuente de energía. Así, pasó de 2,6 millones de toneladas en 1700, a 6,4 millones en 1780; 10,1 millones en 1800 y 30 millones en Las industrias básicas En la evolución de la revolución industrial destacan dos motores o palancas: la industria textil y la siderúrgica. La lana constituyó durante muchos siglos la materia prima de los tejidos ingleses; con la revolución industrial queda desplazada por la importancia creciente del algodón. En las primeras fases de la industrialización es el sector-palanca, el que provoca el crecimiento. Por qué posee el algodón esta importancia básica? En primer lugar por su abundancia, la producción americana y la de Egipto y la India llegó a ser enorme y, a lo largo del siglo XIX, algunas comarcas europeas iniciaron su cultivo. Es una materia prima barata y que puede satisfacer las exigencias de una demanda en auge. Además se trata de un 12

13 sector tecnificado precozmente. La revolución industrial se basa en la mecanización del trabajo, y, precisamente, en la industria textil se aplicaron las primeras innovaciones técnicas. En el algodón se resumen todos los rasgos de la primera revolución industrial: - materia prima abundante y barata; - concentración de la producción en una región reducida; - renovación continua de las técnicas: el vapor como fuente de energía, y procedimientos estándar de fabricación en cadena, desde 1830; - importancia del comercio y del mercado como estímulos para la industrialización. Inglaterra comienza a comprar trigo y a vender tejidos de algodón; - necesidad de capitales. Las compañías de Liverpool transportaban a América esclavos (en el siglo XVIII) y tejidos y volvían con algodón. Los beneficios permitieron invertir grandes sumas en aumentar el volumen de las industrias; - finalmente, el crecimiento continuo, que hemos señalado como rasgo característico de la revolución industrial, es evidente en la industria algodonera, llegando a alcanzar en 40% del total de las exportaciones. En el último tercio del siglo XVIII y primero del siglo XIX, el crecimiento económico inglés fue debido en gran parte al desarrollo del sector textil algodonero. De hecho, fue esta industria la primera que cobró formas auténticamente revolucionarias al incorporar avances tecnológicos a la producción. Con ello, obtuvo los mayores índices de crecimiento en la producción y en la productividad, dominando la economía entre 1780 y 1840, y convirtiéndose en la industria más importante de la primera fase de la Revolución Industrial. Este éxito fue el resultado de la interacción de varios factores: a) El papel del mercado interior y las conexiones coloniales, que permitieron la creación de un mercado. b) Las ventajas del algodón como materia prima, ya que era más fácilmente manipulable con las nuevas técnicas y se adaptaba mejor a cualquier uso y clima que la lana. c) Los cambios organizativos. Inicialmente tuvo mucha importancia la expansión del sistema doméstico con su carácter artesanal, familiar disperso y rural. De ahí se pasó a un sistema fabril, con la actividad concentrada en talleres mecanizados y mano de obra asalariada. Elemento clave en este desarrollo fue, como se ha indicado, la autofinanciación, es decir, la reinversión de los beneficios procedentes de la propia actividad artesanal, que permitió su gran desarrollo. d) Los cambios tecnológicos. Estos cambios fueron claves, aunque las técnicas incorporadas no fueron muy sofisticadas. El difícil equilibrio existente a principios del siglo XVIII entre las dos fases fundamentales de la producción textil (la fabricación de hilo y su transformación en tejido) utilizando las técnicas tradicionales del torno y el telar manual, sufrió alteraciones muy grandes. Primero fue la lanzadera volante, de John Kay, creada en 1733, que incrementó la productividad en la fase de tejido y elevó la demanda de hilo. La respuesta vino de la mano de James Hargreaves, con la hiladora Jenny, en 1764, y posteriormente con la maquina hiladora continua movida por energía hidroeléctrica, de Richard Arkwright, en 1768, y la Mule-Jenny, una síntesis entre los dos anteriores, de Samuel Crompton, en 13

14 1779. Por tanto, tres inventos que permitió mecanizar la fase de hilado. A continuación y como respuesta, Edmund Cartwright, inventaría en 1784, el telar mecánico. La difusión de estas máquinas de hilar y de tejer, y la utilización de energía hidráulica primero y de la máquina de vapor más tarde, permitieron no sólo incrementar la producción y la productividad, sino también los cambios organizativos ya apuntados. La segunda industria clave en la Primera Revolución Industrial fue la siderúrgica. Las transformaciones ocurridas en este sector no fueron tanto consecuencia del cambio en la estructura y organización empresarial (ya contaba con algunas características del sistema fabril -inversiones importantes, concentración, mano de obra asalariada-que se fueron perfeccionando), como de la renovación tecnológica y el incremento radical de la demanda. El combustible tradicional de las forjas, e incluso de los primeros altos hornos, era el carbón vegetal, pero ante la escasez de madera, utilizada en la construcción naval, se realizaron ensayos para sustituirlo por el carbón mineral o hulla, que ya se usaba como combustible doméstico. El primer invento trascendental fue realizado 1709 por Abraham Darby, quien consiguió fundir hierro con carbón mineral de bajo contenido de azufre sometido a un proceso de calcificación para que se eliminasen las impurezas lo que originó el coque (hulla sometida a un proceso de calcinación). El perfeccionamiento del proceso de Darby para transformar la hulla en coque metalúrgico, y el incremento de la capacidad de los altos hornos, permitió su difusión en la segunda mitad del siglo XVIII. El carbón se impone, es más barato, más abundante, posee una mayor potencia calorífica; los centros industriales empiezan a establecerse en las cercanías de las minas. Pero seguía sin resolverse un problema de utilidad. El hierro colado inglés resultante no servía para obtener el hierro forjado, utilizado en la mayor parte de utensilios y herramientas, porque el elevado contenido de carbono y azufre hacía dicho producto muy quebradizo. De ahí la importancia del hierro colado de Suecia, de mayor calidad. Henry Cort en 1784, encontró la solución, mediante el procedimiento de pudelado y laminación que permitía eliminar el carbono y el azufre. El método de Cort revolucionó totalmente la producción de hierro forjado al permitir elaborar un hierro de calidad similar al sueco y reducir los costes de producción. El "pudelaje" o pudelación es un sistema ideado por Henry Cort en 1784 que purificaba el hierro fundido batiéndolo en el horno con grandes barras para eliminar el azufre y el carbono. Con la aplicación de la máquina de vapor se consiguió acelerar la producción de hierro más puro y maleable mediante la inyección automática de una corriente de aire oxigenante. Las innovaciones se completaron con la incorporación, por esos mismos años, de la máquina de vapor a los procesos siderúrgicos. Estos avances tecnológicos tuvieron unas repercusiones inmediatas. Consolidaron una estructura fabril y capitalista, y permitieron un crecimiento importante de la producción: entre 1750 y 1790 se triplicó la producción de hierro colado; entre 1788 y 1806 se cuadruplicó. El desarrollo de la industria siderúrgica dependió, además; de la evolución de la demanda. La coyuntura bélica de finales del siglo XVIII y principios del XIX estimuló excepcionalmente la producción siderúrgica para satisfacer las necesidades militares; pero acabadas las guerras, se produjo 14

15 una contracción del mercado, y el sector siderúrgico entró en crisis. Habría que esperar a la llegada del ferrocarril y la generalización de la mecanización a partir de 1830, para que el enorme aumento de la demanda, revitalizase la industria siderúrgica, como indica Hobsbawm (HOBSBAWM), 1989). A partir de entonces esta industria incrementó enormemente su producción, incorporó nuevas innovaciones técnicas, ya en la segunda mitad del siglo XIX, y sustituyó a la industria textil en el papel de impulsora de la revolución industrial entre 1830 y La revolución de los transportes: el papel del ferrocarril. El comercio Los primeros pasos de la revolución en este campo estuvieron ligados a la generalización y perfeccionamiento de los medios tradicionales: las carreteras realizadas por iniciativa privada a cambio de cobrar un peaje, aumentaron en extensión y mejoraron sus firmes al emplear nuevas técnicas de construcción (Método MacAdam), navegación de altura y de cabotaje; y en especial, el impulso dado a la navegación interior combinando vías fluviales y canales, que en Gran Bretaña alcanzó, en 1858, 6720 km. El principal motivo impulsor de estas construcciones fue el crecimiento de las ciudades y la demanda de carbón para las necesidades domésticas y los pequeños talleres de la época preindustrial. Posteriormente, las perspectivas y necesidades de la gran industria ayudaron a la extensión de estos medios de comunicación. A pesar de toda la importancia que tuvieron esos medios tradicionales, la auténtica revolución en este sector no llegó hasta la utilización de la máquina de vapor y la difusión del ferrocarril a partir de La invención del ferrocarril estuvo íntimamente ligada al progreso de las explotaciones carboníferas, al desarrollo de la industria siderúrgica y al perfeccionamiento de la máquina de vapor. El proceso comenzó en 1760, cuando se empezó a estudiar la posibilidad de aplicar la máquina de vapor al transporte terrestre, aunque con poco éxito, y culminó con George Stephenson, quien desde 1814 fue perfeccionando la locomotora. En 1830, el ferrocarril unía el centro algodonero de Manchester con el puerto de Liverpool. A partir de entonces, el ferrocarril se convirtió en el símbolo de la primera revolución industrial. Junto a la demanda de transporte eficaz y el progreso técnico, el nuevo invento exigió grandes cantidades de capital. Sus conexiones iniciales con la minería y la siderurgia, y la tradición financiera de los medios de transporte, facilitaron su financiación inicial, pero su difusión exigió grandes inversiones. Según Hobsbawm, el hecho fundamental fue la acumulación de capital generada en las dos primeras generaciones de la revolución industrial en los textiles (HOBSBAWM, 1989). El resultado fue espectacular: en Gran Bretaña, de 157 km existentes en 1830 se pasó a 2390 km en 1840 y 9797 km en 1850; y en todo el mundo, de 4500 km en 1840, a en Las consecuencias de este éxito del ferrocarril fueron muy importantes: a) Facilitó los intercambios comerciales y la movilidad de la población. b) Estimuló el crecimiento económico al incrementar la demanda de productos siderúrgicos, de carbón, de mano de obra. c) Relanzó la revolución industrial al acelerar las innovaciones técnicas de la siderurgia, el desarrollo del sector clave de la maquinaria especializada y de precisión, así como otras industrias auxiliares. 15

16 d) Contribuyó a configurar y difundir el gran capitalismo financiero y empresarial, pues las enormes masas de capitales que necesitaba para su construcción exigió la aparición de nuevas instituciones financieras, mucho más dinámicas y capaces. Así cobraron gran protagonismo las sociedades anónimas y la bolsa. - Actuó de estímulo en la fabricación de productos siderúrgicos y de carbón. - Se convirtió en un campo de inversión de capital para la construcción de las vías, dado lo costoso de su financiación. - Favoreció otros sectores industriales auxiliares. - Fue un polo de atracción de mano de obra. - Favoreció el comercio. - Acercó la ciudad al campo con las repercusiones económicas y demográficas que esto conlleva. Se producen cambios tanto en el comercio interior como en el exterior. En el interior se pasó de un comercio de feria a un verdadero mercado nacional, como consecuencia de la eliminación de las aduanas interiores, la fuerte demanda de las ciudades y, sobre todo, las mejoras de los medios de transporte (las carreteras y los canales que, entre otras cosas, acercan el productor al consumidor, y el agricultor al industrial). A esto se añadía la progresiva unificación de los sistemas de medidas, tanto de pesos y de superficie como de monedas y de aduanas, que contribuyeron a reducir las dificultades con que se encontraba el comercio Evolución del sistema económico liberal-capitalista Con la revolución industrial se consolidó la evolución de una economía reglamentada, mercantilista y organizada en torno a una propiedad corporativa, vinculada y relativa, típica del Antiguo Régimen, a una economía liberal caracterizada por una propiedad privada, libre y absoluta, libre empresa y un método libre regulado por la búsqueda de beneficios y una ley de la oferta y la demanda aplicada al intercambio comercial, que sentaron las bases de un sistema económico capitalista que fue cobrando matices diferentes. Inicialmente primó una perspectiva netamente individual, el capitalismo clásico, con una propiedad privada individual, un mercado entendido como la libre competencia entre individuos, tanto empresarios capitalistas como trabajadores, tanto en el ámbito interno como externo; y con el Estado como garante de este proceso (ASHTON, 1979). Sin embargo, en otros países como Alemania y EE.UU., partiendo de los postulados del liberalismo clásico destacaron los desequilibrios económicos internacionales y defendieron una política proteccionista, un nacionalismo económico y dieron un protagonismo al Estado dentro de la economía a través de la política aduanera. El desarrollo de la primera revolución industrial dominada por el capitalismo clásico, y sus crisis, junto con sus justificaciones teóricas y la búsqueda de soluciones que aportaban los pensadores liberales, llevaron a la segunda revolución industrial, caracterizada por una modificación de la organización económica, a partir de mediados del siglo XIX (RONDO CAMERON, 2003). 16