RAZONES POR LAS QUE LOS PROFESIONALES DEBEN RECIBIR UNA EDUACIÓN ÉTICA DURANTE SU FORMACIÓN UNIVERSITARIA

Transcripción

1 Anales Acad. Nac. de Ing. Buenos Aires, Tomo III (2007): pp RAZONES POR LAS QUE LOS PROFESIONALES DEBEN RECIBIR UNA EDUACIÓN ÉTICA DURANTE SU FORMACIÓN UNIVERSITARIA (Basado en el artículo de la referencia indicada al final del texto) Extracto, ordenamiento, adaptación y corrección ARÍSTIDES BRYAN DOMÍNGUEZ Académico de Número ÉTICA: Parte de la filosofía que trata de la moral, de los principios que rigen al bien. Comprende las obligaciones que el hombre, como ser racional y moral, tiene para con Dios, para con el prójimo y para consigo mismo. La ética, aparte de su base primordial, tiene un fondo eminentemente de moral social basada en la justicia y estudia no los actos como son en sí, sino con relación a lo que idealmente deben ser. 1. Introducción Las preguntas acerca de si los estudiantes de ingeniería deberían recibir educación ética en forma regular y sistemática y, siendo así, cuál forma y contenido debería darse a esta educación, son sólo parte de una serie más amplia de preguntas acerca de la formación apropiada para profesionales en todos los campos. En todas las profesiones, la formación ética es considerada a menudo como contraria a la práctica profesional efectiva. En este sentido, muchos consideran que los principios éticos representan restricciones al buen juicio y a la acción profesional, y que, si son respetados, frecuentemente reemplazan el desempeño superior con un desempeño mediocre. Este juicio es una clara advertencia sobre la importancia del por qué la educación ética y el adiestramiento en la aplicación de los

2 322 ACTIVIDADES DE LAS SECCIONES DE LA ACADEMIA principios de la ética es un compromiso absolutamente indispensable en la formación profesional. Las consecuencias de no hacerlo son formar profesionales que asignen un escaso valor a la vida y a la salud de sus semejantes, y me inclino a pensar que esto interesa de un modo muy especial en la formación de los ingenieros. Cada profesión tiene su propio dominio de especialización, el cual está determinado por los bienes que sus practicantes quieren respetar y proteger y por los estándares de práctica a los cuales están comprometidos. Una pregunta clave es si los profesionales pueden realmente hacer su trabajo al máximo cuando han recibido una educación y un adiestramiento en el campo de la ética. Personalmente considero que la formación ética no sólo es útil sino esencial en el ejercicio de una profesión. Para entender las razones profundas de esta afirmación es necesario observar de cerca la naturaleza de la actividad profesional. 2. Naturaleza de la práctica profesional Sabemos que no se puede hacer que la vida sea completamente simple, rutinaria y predecible. Siempre existe un elemento de complejidad, de interferencia, de incerteza y de caos que no se puede reducir. En las sociedades más organizadas, gran parte de la vida es más controlable mediante el empleo de la planificación y de la aplicación de rutinas que son el resultado de la experiencia y del conocimiento compartido, logrando así reducir la dimensión del caos. No obstante, aún en ellas, se presentan problemas y crisis inesperadas y a veces completamente nuevas. Cada sociedad utiliza y valora los servicios de algunos de sus miembros, cuya función es diseñar e implementar soluciones que aumentan el número de problemas controlables. En las sociedades primitivas, los brujos trataban de enfrentar los problemas a través de la magia o invocando la ayuda de espíritus poderosos. En las sociedades modernas y organizadas, la magia, la brujería y la idolatría han sido reemplazadas por los conocimientos de los profesionales. Ellos utilizan sus habilidades, muchas veces especializadas, para dar solución a problemas de la vida cotidiana en todas sus dimensiones. En cierto sentido, los profesionales viven en el primer plano entre lo pasado y probado y lo nuevo e incierto. La sociedad depende de ellos para proporcionar

3 323 niveles confiables y firmes en áreas como la salud, la justicia, los transportes, el suministro de agua y de energía, las comunicaciones, etc., en situaciones muy complejas, en las cuales está involucrada la política, que es tenebrosa, cuyos caminos son tortuosos y donde las tentaciones son demasiado fuertes. En principio, los profesionales representan lo mejor que ofrece una comunidad para responder a los nuevos desafíos. Mediante el empleo de sus conocimientos, logran incluir un número creciente de problemas en las categorías de predecibles y controlables. En un gran número de aspectos, la sociedad moderna es el producto de la actividad profesional. Un ingeniero se caracteriza por su idoneidad, su habilidad y su buen juicio en asuntos de importancia bajo condiciones de incertidumbre. A mi entender, esta característica involucra tres factores que creo son condiciones necesarias para ejercer esta noble profesión. El ingeniero debe: poseer los conocimientos específicos de su profesión, asumir ciertos compromisos fundamentales, tener libertad para tomar decisiones en forma independiente. Analicemos cada uno de estos factores con algún detalle. a) Los conocimientos específicos Son la parte indispensable de una profesión y son acumulados, organizados y concentrados a través del tiempo mediante las experiencias y opiniones analíticas de sus predecesores. Son los conocimientos que penetran en la raíz misma del asunto y dan a quien los posee un entendimiento no sólo de cómo se hace sino de por qué lo hace. Adquirir y aprehender este conocimiento requiere tiempo y esfuerzo y son relativamente pocos los que están dispuestos a dedicar el tiempo y el esfuerzo necesarios para hacerlo. En cierto sentido, el profesional es el opuesto del hombre auto formado, ya que desde el principio debe mucho a otras personas. Entre éstos, y como figuras principales, se encuentran sus predecesores, de quienes ha recibido el legado de sus conocimientos y experiencia. Más aún, el profesional debe mucho a su comunidad. Virtualmente, toda la educación profesional de hoy en día se realiza en el contexto de una universidad y, aunque no nos demos cuenta, las comunidades apoyan fuertemente a las universidades en muchas formas. La comunidad ofrece este apoyo porque valora las contribuciones de los profesionales que egresan de ellas y porque espera una acción recíproca por parte de ellos. Por las razones precedentes, en justicia, el profesional tiene la obligación de emplear sus conocimientos de la mejor manera posible, como una compensa-

4 324 ACTIVIDADES DE LAS SECCIONES DE LA ACADEMIA ción parcial por los esfuerzos y los sacrificios de aquellos que han posibilitado su educación. Por otra parte, el profesional debe realizar su contribución al cuerpo de conocimientos existentes, corrigiéndolo, refinándolo y extendiendo su profundidad y amplitud. Este tipo de conocimiento es poderoso y, como en el caso de muchas cosas poderosas, puede producir grandes beneficios si es bien empleado y grandes males si es mal utilizado. En general, los profesionales han sido cuidadosos en compartir sus conocimientos sólo con aquellos comprometidos a emplearlos bien y no con quienes manifiestan profundas fallas en sus principios éticos. Pero sabemos que han existido y que existen excepciones. Por esta razón, cada profesión, y más aún, la comunidad entera, deben ocuparse de filtrar fuera del sistema a aquellos candidatos no merecedores de ejercer una profesión dignamente, no obstante sus habilidades técnicas. b) Los compromisos fundamentales Para profesar es necesario asumir públicamente ciertos compromisos ante la comunidad y ante la sociedad. El primer compromiso es el de abordar problemas de acuerdo con los principios y prácticas aceptadas en la profesión. Como consecuencia de ello, alguien que acude a un profesional sabe con antelación un poco acerca de cómo éste va a abordar los problemas relacionados a un determinado campo, y el profesional no sólo se obliga a cumplir con su deber, sino que también acepta la estructura propia de la profesión. El segundo compromiso, aún más importante que el primero, es el de emplear sus conocimientos especializados principalmente para servir a otros y no para servirse a sí mismo. Esto no significa que los profesionales deban ser totalmente desinteresados en sus prácticas sino que pueden y deben recibir compensación por lo que hacen. No obstante, su primera consideración debe ser el beneficiar a quien se sirve, teniendo presente que la comunidad espera de ellos un mayor nivel de dedicación que el que esperaría de un no profesional. Los profesionales generalmente reciben más dinero y ventajas que los no profesionales, así como un estatus especial en la comunidad. Incidentalmente, la comunidad que no honra sus deudas relativas a los profesionales se arriesga a perder los servicios de éstos o a sufrir abusos del poder profesional. Esta puede ser una situación dolorosa para la sociedad con respecto a algunas profesiones y ello puede desembocar en situaciones lamentables.

5 325 c) La autonomía en la toma de decisiones La tercera característica clave, la autonomía o la autodeterminación, es la libertad de elegir metas concretas y cursos de acción específicos sin interferencias, o por lo menos tomar decisiones dentro de límites extensos. La autonomía brindada a los profesionales se basa en una presunción subyacente: la noción de que las circunstancias reales en las cuales les toca tomar decisiones son potencialmente tan variadas que no pueden ser descriptas de antemano. En otras palabras, las condiciones bajo las cuales surgen problemas en el mundo real son de por sí impredecibles. Por ello es imposible desarrollar con antelación rutinas y planes detallados para abarcar cada contingencia. Para formar un plan realizable en el contexto en el cual surge un problema, la sociedad depende de personas que poseen un conocimiento profundo de los principios que subyacen en la base de soluciones exitosas. El valor de los profesionales en la comunidad reside precisamente en sus habilidades para idear nuevos planes exitosos para las nuevas situaciones que se presentan, y para poder hacerlo deben contar con la libertad para poder actuar fuera de límites rígidos todo cuanto sea necesario. No obstante, esta libertad de acción no significa libertad sin control. Esta libertad depende de dos tipos de criterios, y estos criterios establecen algunos límites. El primer criterio es el bienestar de la persona o del grupo al que el profesional sirve. La libertad del profesional es legítima hasta el punto en que apoya ese bienestar y no admite cursos de acción que atenten contra él. El segundo criterio es el estándar de práctica generalmente aceptado por otros profesionales y aun tal vez delineado en un código de ética o de conducta profesional. Mientras los profesionales respeten los límites impuestos por estos dos criterios, deben gozar de la libertad para ejercer su buen juicio a fin de dar respuesta a los problemas reales que se presentan en el ejercicio de su profesión. En un orden más fundamental, esta libertad también depende de la confianza. En general, estamos dispuestos a otorgar a los profesionales una libertad para actuar dentro de límites extensos, a condición de que tengamos confianza en: su competencia y habilidad técnica, el grado con que van a anteponer a sus propios intereses el bienestar de aquellos a quienes sirven (ciudadanos, clientes, pacientes, estudiantes, etc.). Normalmente, la confianza depende del conocimiento personal y de la fe que tengamos en una persona en especial. Esta confianza es obvia en la profesión

6 326 ACTIVIDADES DE LAS SECCIONES DE LA ACADEMIA médica, donde establecer un entendimiento mutuo con un paciente puede ser crucial. Menos obvia, tal vez, es la confianza que tenemos en los arquitectos, ingenieros, abogados, maestros y profesores, considerados en forma individual. Es importante tener presente que un profesional no inspira confianza si no hay evidencia de habilidad y de compromiso. Sin embargo, los profesionales a veces traicionan esta confianza, y la comunidad, con motivos válidos, se torna escéptica de otorgar poder a quienes tienen conocimientos especiales. Estos conocimientos pueden ser empleados para ayudar o para causar daño, y a menudo nos damos cuenta tardíamente de cómo van a ser empleados. El juramento de Hipócrates puede ser interpretado como una promesa de honrar las obligaciones del médico con respecto a aquellos de quienes aprendió el arte de curar, de ejercer este arte con un estándar alto, y de rechazar las oportunidades de utilizar sus conocimientos en perjuicio de sus pacientes. Es importante tener presente que la respuesta normal de una persona, cuando un profesional traiciona su confianza, es llevar el caso ante una corte de justicia. En el orden público, a esta respuesta se añade el incremento de la regulación, cuyo resultado tiende a restringir aún más la libertad del profesional. En consecuencia, para la mayor parte de los profesionales, son la regulación y la vigilancia y no la ética las limitaciones en la práctica profesional, y este tipo de limitación sí socava la excelencia. Un ingeniero se caracteriza por su idoneidad, su habilidad y su buen juicio en asuntos de importancia bajo condiciones de incertidumbre. Es razonable creer que la combinación de conocimientos y experiencia le permite ejercer buen juicio aun cuando deba enfrentar situaciones diferentes, nuevas y aún sin precedentes. Esto no significa que un profesional con un muy buen juicio en su área de competencia necesariamente lo tenga también fuera de ella. En la filosofía moral, la habilidad general de ejercer buen juicio se llama prudencia, que es una sabiduría práctica que involucra el saber distinguir aquellas partes de un problema que merecen mayor atención y aplicar los métodos que tendrán una mayor probabilidad de éxito. Cabe señalar también que cada área profesional tiene su propia prudencia específica. Adicionalmente, se espera que un profesional sea capaz de adaptar su plan de acción de acuerdo con acontecimientos inesperados, sin perder la visión de la meta final. Para ser genuinamente competente y verdaderamente útil a la sociedad, el juicio profesional debe abarcar la aplicación de métodos eficientes y eficaces en la búsqueda de verdaderos beneficios humanos. El juicio que no satisface estos requerimientos no puede ser considerado como un juicio profesional de un modo integral, y esto último también depende de la educación ética.

7 Necesidad de una adecuada educación ética La descripción precedente de la naturaleza de la práctica profesional permite identificar al menos dos razones para concluir que los profesionales no pueden desempeñar las funciones que les son propias sin una adecuada educación ética y sin haber confrontado y resuelto situaciones éticas significativas durante su carrera universitaria. La primera razón es que los profesionales no pueden poseer ni sostener la autonomía necesaria para ejercer el buen juicio sin el entendimiento profundo y abarcativo de su práctica profesional, y ello debe incluir un compromiso público ante la sociedad. La segunda razón es que el juicio profesional debe ser mucho más que la capacidad creativa o de innovación o la habilidad de valorar la eficiencia y eficacia de una solución, ya que debe incluir el juicio acerca de lo bueno y de lo malo de los métodos que va a emplear, de las metas que va a definir y de los procedimientos que va a utilizar. Consideremos cada una de estas razones más en detalle. 1) La ética y la autonomía. El tipo apropiado de autonomía de los profesionales de toda índole no está determinado por la ausencia de regulación o de autoridad. Es más bien una forma de libertad que les permite dar respuesta a los desafíos planteados por situaciones concretas con toda su singularidad y complejidad. En principio, la autoridad civil es responsable del bienestar de toda la sociedad, en consecuencia gobierna y coordina en forma legítima los elementos constitutivos de la sociedad, incluyendo la práctica profesional. No obstante, esta autoridad civil sólo se extiende apropiadamente a las cuestiones generales. Por ejemplo, el poder ejecutivo o la legislatura pueden establecer un presupuesto para los servicios de salud o para la construcción de carreteras, pero no ejercen ninguna autoridad legítima para indicar el diagnóstico y tratamiento médico de ni para diseñar una carretera. Si la comunidad ha de recibir genuinamente los beneficios de las aptitudes de profesionales bien capacitados y comprometidos, debe permitirles aplicar con libertad sus conocimientos y habilidades. Pero para que los no profesionales tengan confianza en los profesionales, los primeros deben sentirse persuadidos de que los profesionales en cuestión verdaderamente poseen el conocimiento apropiado y especializado. En la práctica profesional, para establecer este clima de confianza, los médicos colocan en las salas de espera de sus consultorios, a la vista de sus pacientes, sus diplomas y certificados. Muchos otros profesionales también hacen lo mismo con el propósito de denotar sus capacidades y adies-

8 328 ACTIVIDADES DE LAS SECCIONES DE LA ACADEMIA tramiento. Esto no constituye un simple caso de narcisismo, sino que se trata de una indicación simbólica de que han pasado las pruebas correspondientes y que verdaderamente poseen los conocimientos necesarios. El compromiso profesional no se demuestra tan fácilmente, y muchos profesionales omiten demostrarlo en favor de exhibir sus competencias técnicas. El compromiso particular que los profesionales deben asumir se refiere al bienestar de aquellos a los que sirven. Cuando un profesional debe prestar un servicio a la comunidad, este servicio se refiere en general a un importante bien común que es aprovechado por toda la comunidad. Para ello los profesionales deben saber exactamente qué es el bien común y conocer la manera de protegerlo en forma concreta y efectiva. Ésta es precisamente la misión de la educación ética. 2) La ética y el buen juicio profesional. El trabajo de la mayoría de los profesionales es práctico, lo cual significa que está principalmente orientado a la acción (tal vez el entorno académico sea la excepción más notable). Debido a esta orientación, es tentador para los profesionales juzgar las posibles opciones principalmente en términos de eficiencia y eficacia. Sin duda alguna, estos valores gemelos son importantes. No pensaríamos bien de un profesional cuyos antecedentes estuvieran plagados de derroches y de fracasos. A pesar de todo, el pensamiento genuinamente práctico es mucho más que estimar costos y calcular la probabilidad de éxito. El pensamiento práctico completo incluye dos componentes: El primero es, de hecho, el juicio acerca de la eficiencia y la eficacia de los métodos. Podemos denominar a esto el pensamiento técnico. El segundo consiste en el juicio acerca de lo bueno o lo malo de las metas y de los resultados y los efectos de sus acciones. Podemos denominar a esto el pensamiento ético. Para ser completamente prácticos, debemos pensar no sólo en el grado de éxito que lograremos con respecto a las metas, sino que también debemos considerar si las metas valen la pena y si los métodos que elegimos producirán otros efectos que sean intolerables. El adiestramiento profesional suele orientarse al pensamiento técnico, y ello significa que suele enfatizarse con exceso el desarrollo de una serie de habilidades particulares, como por ejemplo la de estimar costos. No importa cuán cruciales estas habilidades sean, es un error de primer orden creer que el pensamiento técnico es la totalidad del pensamiento práctico o que es la esencia del profesionalismo. Más bien es un primer paso indispensable que debe ser completado con el pensamiento ético.

9 Conclusiones Las habilidades técnicas sin el entendimiento y el compromiso moral son como un barco sin timón, y esto es muy peligroso. El profesional amoral es como una herramienta poderosa ofrecida en alquiler. De hecho, una persona así sólo es apreciada por sus habilidades técnicas pero no por su juicio; en consecuencia, no es un verdadero profesional. Mucho más grave aún es el profesional inmoral. Las exigencias crecientes en todas las áreas profesionales ponen una considerable presión en la formación técnica. El adiestramiento técnico suele ser predominante en la preparación universitaria debido al período de tiempo limitado de las carreras. El resultado, en la mayoría de los casos, es una caricatura de un profesional. De hecho, habilidades técnicas altamente desarrolladas sin el pensamiento ético no resultarán en la excelencia profesional. La esencia de la excelencia profesional yace en la habilidad de proteger personas humanas y bienes humanos concretos. Cada área profesional debe contribuir al bienestar común de la comunidad. La educación ética permite a un profesional trasladar su atención más allá del análisis de la eficiencia y la eficacia al análisis de lo bueno y lo malo. Referencia Robert G. Kennedy, La razón por la cual los oficiales militares deben recibir educación ética.