Lina Ximena Aguirre. Ohio State University Taller de Letras N 48: , 2011 issn

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1 Taller de Letras N 48: , 2011 issn Lina Ximena Aguirre Sin tetas no hay paraiso: normalización del cuerpo Sin tetas no hay paraíso: normalización del cuerpo femenino en el mundo del narcotráfico* Sin Tetas No Hay Paraíso: Normalization of Feminine Body in Drug-traffic World Lina Ximena Aguirre Ohio State University aguirre.22@buckey .osu.edu La telenovela colombiana Sin tetas no hay paraíso (Caracol televisión 2006), causó intensa controversia debido al tratamiento que hace de la cirugía estética de senos y la prostitución adolescente como vías de ascenso social en el contexto del narcotráfico. La telenovela no sólo hace visible el estándar de belleza artificial predominante en la actualidad, sino que pone énfasis en la experiencia subjetiva de las jóvenes que se someten a tal estándar y a diversas formas de dominación, con el objetivo de participar de la opulencia del mundo de los narcotraficantes. Este trabajo analiza cómo la telenovela aborda la regulación de la estética del cuerpo femenino, entendiéndola como un proceso de normalización producido dentro de la institucionalidad paralela del narcotráfico. Profundiza en la relación entre cirugía estética e identidad femenina, considerando la complejidad adicional que la pobreza y la vivencia en un régimen altamente opresivo imprimen al proceso. Palabras clave: Telenovela, telenovela Colombia, cultura del narcotráfico, cirugía estética, cuerpo femenino, normalización del cuerpo. Colombian soap-opera Sin tetas no hay paraíso (Without breasts there is no paradise) (Caracol televisión 2006) caused intense controversy because of its treatment of breasts plastic surgery and adolescent prostitution as ways of social promotion within the context of drug traffic. This soap opera makes visible the current dominant standard of artificial beauty, and it also emphasizes on the subjective experience of the young woman who submit themselves to this standard and other forms of domination, with the only objective of participating in the opulence of drug traffic world. This paper analyzes how Sin tetas no hay paraíso deals with the aesthetic regulation of feminine body, which can be understood as a process of normalization produced within the parallel institutional system founded by drug traffic. Additionally, it explores the relationship between aesthetic surgery and feminine identity, considering the complexity that poverty and the experience of a highly oppressive regime add to the process. Keywords: Soup-opera, Colombian soup-opera, drugdealer culture, esthetic surgery, female body, body s normalization. Recibido: 23 de septiembre de 2010 Aprobado: 31 de enero de 2011 * Texto traducido, del inglés al español, por Javiera Barrientos Guajardo. 121

2 Taller de Letras N 48: , 2011 En el año 2006, el canal de televisión colombiano Caracol batió los récords de audiencia con la serie Sin tetas no hay paraíso, basada en la novela del mismo título escrita por Gustavo Bolívar (quien también se encargó de escribir la versión televisiva). Esta producción, que a pesar de sus 23 episodios y su temática distante de los amores melodramáticos se instaló entre la audiencia como telenovela, generó una fuerte controversia debido al tratamiento que hace de la cirugía estética de senos y la prostitución adolescente como vías de ascenso social en el contexto del narcotráfico. Sin tetas no hay paraíso cuenta la historia de Catalina, una muchacha provinciana de diecisiete años, que se obsesiona con la idea de aumentar el tamaño de sus senos para hacerse más atractiva a los narcotraficantes que merodean su barrio y, a cambio de favores sexuales, tener acceso al paraíso de lujos y opulencia que caracteriza este estilo de vida. Para lograr acceder a sus implantes, Catalina acepta ponerse en situaciones de dominación y riesgo físico, incluyendo el abuso sexual y el sometimiento a procedimientos quirúrgicos en condiciones inadecuadas. Después de una corta pero intensa experiencia en el mundo del narcotráfico y la prostitución, junto con una serie de dolorosas cirugías que terminan obligándola a quitarse los implantes, Catalina pierde la voluntad de vivir y se suicida. A pesar de enfocarse inicialmente en una realidad social altamente sensible, esta serie ha sido muy criticada por varios sectores de la sociedad. Algunas de las principales preocupaciones expresadas en periódicos, revistas culturales y foros de internet son la estigmatización de las mujeres colombianas como prostitutas al servicio de la industria del narcotráfico, la consolidación de ideales corporales imposibles y artificiales, y la superficialidad con la que es tratada la compleja realidad de la cirugía cosmética en un contexto de pobreza (Cuervo, Liberos, Semana) 1. También fue criticada la representación del cuerpo, ya que seguía la misma línea que otras telenovelas que claramente promueven la sumisión a ideales artificiales de belleza, haciendo de esta historia otra estrategia para elevar la audiencia (Duzán). A pesar de las críticas, considero que la telenovela plantea una representación de los ideales corporales bastante singular. En contraste con otros programas de televisión (telenovelas y otras ficciones narrativas), Sin tetas no hay paraíso no sólo hace visible la importancia de seguir los estándares de belleza, sino que hace énfasis sobre la experiencia subjetiva de quien se somete a ellos; elabora las percepciones que la protagonista tiene de su propio cuerpo en relación con el ideal voluptuoso y sensual, sus conflictos identitarios, sus razones para practicarse su cirugía y su transformación más allá de la mera superficie de su cuerpo. 1 Ver Cuervo (2006). En este artículo, el columnista colombiano ofrece un análisis del fenómeno del narcotráfico y su incidencia sobre la configuración social y económica de Colombia. Aborda las razones políticas e institucionales que han facilitado la prevalencia de la cultura del narcotráfico, así como los aspectos de la vida social donde su influencia ha sido más notoria: los patrones de consumo y estética, las expectativas de los jóvenes y el desarrollo urbano, entre otros. 122

3 Lina Ximena Aguirre Sin tetas no hay paraiso: normalización del cuerpo En esta presentación me propongo realizar un análisis más profundo sobre la forma en que Sin tetas no hay paraíso retrata la regulación de la estética del cuerpo femenino, enfocándome en la relación que hay entre la cirugía cosmética y la identidad femenina en la experiencia de la protagonista. Esta aproximación toma como punto de partida la propuesta de la investigadora Cressida Heyes, quien sostiene que este tipo de cirugías son más que un intento de la mujer por obedecer un estándar estético cultural, e involucran imágenes y sentimientos sobre su propio cuerpo, sobre ella misma. Así, la cirugía cosmética es vivida como una intervención no sólo en la belleza física, sino en la identidad. Debido a la conexión permanente que existe entre estos dos conceptos (belleza e identidad), Heyes propone que la dinámica de la cirugía cosmética puede ser vista como un proceso de normalización dentro del cual se despliegan estándares de desarrollo para las poblaciones, para, simultáneamente, medir y reforzar la conformidad al tiempo que generan modos de individualidad (55). Partiendo de lo anterior, sostengo que la historia de Catalina es usada para ilustrar y criticar la dinámica de normalización del cuerpo femenino en el contexto de la narco cultura, intención que es menoscabada por la falta de profundidad en la vivencia subjetiva de la protagonista, la trivialización del sufrimiento físico y la creación de personajes femeninos incapaces de cuestionar o resistir las normas de belleza. Sólo una muñeca con dinero. Cuerpo femenino y narcotráfico Claramente, los senos grandes no corresponden a un ideal de cuerpo exclusivo del mundo del narcotráfico; sin embargo, en Colombia, es reconocido como una característica típica de la cultura traqueta 2, identificada comúnmente con una estética regida por la extravagancia y el exceso, la cual se manifiesta en diversos aspectos, desde la arquitectura y el consumo suntuario, hasta el lenguaje y los ideales de cuerpo femenino. Estas tendencias pueden verse como manifestaciones de identidad de un grupo que, explicado por Liliana Ovalle, encuentra la cohesión en la práctica de una actividad violenta e ilegal que produce una enorme ganancia económica (299). La dinámica y la naturaleza ilegal del negocio del narcotráfico generan una permanente necesidad de ratificación de poder, que conlleva no solamente a la ostentación, sino también al reforzamiento de jerarquías verticales, especialmente con relación a la mujer. De aquí se deriva un estereotipo femenino al que Ovalle se refiere con el término de Mujer trofeo. Las mujeres trofeo son aquellas quienes, debido a su belleza (de acuerdo con los estándares de la cultura traqueta), pueden ser exhibidas en espacios públicos como bienes lujosos (Ovalle 34). Son mujeres caras por la ropa y los accesorios que visten, pero también por su precio, en el caso de las prostitutas cuya posesión transmite poder y masculinidad. Las mujeres trofeo normalmente no se involucran en el negocio del narco 2 Traqueto es un término de uso común en Colombia para referirse a los narcotraficantes y cualquier asunto relacionado con su estilo de vida. Los términos Cultura traqueta y moda traqueta aparecen en varias de las reseñas y comentarios críticos sobre Sin tetas no hay paraíso. 123

4 Taller de Letras N 48: , 2011 tráfico en sí, pero cumplen roles que implican actividad sexual, incluyendo el de esposa, y, por su rol suplementario (para completar la imagen traqueta) están expuestas a la dominación y diversos tipos de violencia. A causa del poder económico y una autonomía forzada por la ilegalidad, la industria del naracotráfico en Colombia ha adquirido el estatus de institución, de autoridad, y desde esa posición ha producido procesos de normalización, que clasifican y controlan a los individuos, manipulando sus movimientos y gestos, para así dar forma a su economía en términos más generales. (Heyes 57). Desde esta perspectiva, la mujer trofeo se convierte en mucho más que un simple estereotipo; puede ser vista como el producto de un proceso de normalización que crea un estándar de mujer bella/deseable (pechos grandes, cuerpo sensual), y define para ella, tanto un grupo de roles sociales (amante, novia, esposa) como tipos de individualidad (asociados al consumismo). En Sin tetas no hay paraíso la figura de la mujer trofeo y la contradictoria dinámica de esta normalización es clara desde un comienzo. En una de las primeras escenas, Catalina y dos de sus amigas, las cuales ya tienen sus respectivos implantes, esperan en la plaza del barrio a un traqueto que va a buscarlas para pasar el fin de semana en su casa campestre. Después de negociar con su amiga Jessica, quien está encargada del negocio, el hombre rechaza a Catalina porque es muy linda, pero muy plana. Ante su decepción y sorpresa, Jessica le dice: a ellos les gustan grandes, pueden ser de plástico, de piedra o de madera, lo que importa es que sean grandes, revelándole a Catalina cómo funciona el negocio de ser una mujer trofeo. A partir de esa frase determinante, cien por ciento telenovelesca, tener senos grandes se transforma en una norma para Catalina. Es un requisito para ser aceptada por los traquetos como prostituta, novia o cualquier otro tipo de compañía, y también por sus amigas más cercanas, quienes, debido al trato con los traquetos, tienen mejores cuerpos, ropa, dinero y una exitosa vida social a la cual ella no tiene acceso. Catalina no recibe presión por parte de sus amigas, pero se siente excluida, desviada de una identidad que llega a ser la identidad normal de su circuito social, por lo que hace de la cirugía un proyecto personal y legislativo que promete beneficios materiales, así como su rearticulación a una identidad compartida socialmente (Heyes 58). El clip que abre cada episodio ilustra con más detalle cómo se elabora la normalización del cuerpo en la telenovela. Aquí, la representación de cuerpos femeninos rígidos, confinados, inmóviles, sugiere a una mujer que, a pesar de la comodidad y la supuesta libertad dada por el dinero, es dependiente y está limitada a adoptar posiciones sociales muy restringidas. A través del empaque y exhibición de las mujeres, también se revela cómo la conformidad con los estándares intensifica el poder del traqueto (Heyes 57) y una reproducción de la norma de belleza, lo cual es claramente una crítica a la normalización; sin embargo, al hacer de la obediencia la única forma de convertirse en sujeto (la mujer no toma vida antes de ser ensamblada) y al construir personajes incapaces de hablar o reaccionar, la telenovela fracasa en abrir un espacio para la reflexión y la resistencia ante la norma. El uso de una muñeca en la introducción de la serie no debe ser confundido con la mera cosificación del cuerpo femenino. Las mujeres son objetos 124

5 Lina Ximena Aguirre Sin tetas no hay paraiso: normalización del cuerpo en tanto son ensambladas con el dinero de un traqueto (muchas veces ellos costean las cirugías) y exhibidas en espacios públicos; pero como diría Susan Bordo, it s never just bodies; su modelado también implica una actitud deseada (Bordo 459), una manera determinada de lucir y de ser. La protagonista es consciente de tal conexión; quiere una nueva forma corporal no porque aprecie esa estética en particular, sino porque necesita personificar algunas de las actitudes requeridas para ser una mujer trofeo. Ella asocia la figura voluptuosa a sensualidad y éxito social, así como a una actitud joven y encantadora que forma parte de su ideal de vida. Sólo cuando accede al estándar de belleza a través de la cirugía se da cuenta de que hacerse una mujer trofeo también implica docilidad sexual, dependencia, el abandono de su espontaneidad adolescente y de metas individuales como educación, trabajo, estabilidad. A pesar de reconocer la existencia de la frustración, la telenovela minimiza su importancia al menos de dos formas: primero, dejándola únicamente al nivel del diálogo. Catalina solamente habla sobre sus sentimientos, pero sus palabras no son apoyadas por actitudes corporales que tengan relación con la tristeza y desesperación que siente ante el excesivo control al cual es sometida, o con su obligación de tener sexo con hombres que le desagradan. Y en segundo lugar, su incomodidad es trivializada a través de la sustitución de las situaciones que la hacen sufrir por otras que le permiten adoptar actitudes que forman parte de su yo ideal. Por ejemplo, cuando se siente más frustrada, le pide a su esposo traqueto que le compre un concurso de belleza, es decir que soborne a los jueces a su favor. En cuanto su marido le avisa que la transacción está lista, su frustración se desvanece; se siente feliz porque puede exhibir su nueva figura y su familia podrá verla triunfando en televisión. Finalmente, Catalina no gana el concurso, y su decepción (aliviada con un jugoso cheque del marido, aparece como algo mucho más significativo que su sufrimiento ante situaciones dolorosas tales como el abuso sexual y el confinamiento. A través de esta representación asimétrica que trivializa las frustraciones de Catalina, la serie minimiza la represión involucrada en el ideal de un cuerpo voluptuoso, y muestra el cumplimiento de la norma de belleza (y las actitudes que ésta requiere) como una fuente de satisfacción capaz de aliviar cualquier sufrimiento producido dentro del mismo proceso. Hacia el final de la serie, el sufrimiento de Catalina se ve intensificado, y el lado negativo de la obediencia se hace más visible. Además del dolor físico que le causa haber tenido que quitarse los implantes (debido a problemas médicos), cae en la pobreza y el abandono, sintiendo que ya no existe un futuro para ella. No tiene otra razón para vivir. No obstante, las causas de su tristeza están siempre vinculadas con la imposibilidad de alcanzar el cuerpo ideal. Durante su depresión, Catalina dice, No ves? Sin tetas no hay paraíso, insistiendo en el hecho de que ser voluptuosa y hacerse mujer trofeo puede ser una mala opción, pero al menos ES una opción. Así, cuando se suicida, es más fácil asociar su decisión a la pérdida de sus implantes y el estilo de vida que encontró con ellos, que a no tener un proyecto de vida sólido. En este punto, cuando las promesas del cumplimiento de la norma de belleza han fracasado, la telenovela no logra ofrecer una alternativa; la norma no 125

6 Taller de Letras N 48: , 2011 solamente se transforma en el centro de la vida de la protagonista, sino en el único marco posible para narrar su historia. Pesadillas plásticas. Cirugía estética e identidad La atención otorgada por las académicas feministas a la relación entre cirugía estética e identidad me refiero principalmente a los estudios de Heyes, Bordo y Davis se ha basado en la razón que motiva a las mujeres a someterse a este procedimiento y las emociones que acarrea tener un cuerpo indeseado. Asumen que, una vez tomada la decisión, la cirugía se transforma en una meta lograda, y sólo le dan importancia tangencial a la experiencia misma de la intervención y la satisfacción real que se alcanza. Para entender la relación entre belleza e identidad en la experiencia de Catalina, creo que también es necesario prestar atención a estos momentos elididos de la crítica. Para la protagonista de la telenovela, y para muchas otras mujeres que viven en contextos en los cuales la presión social coexiste con la pobreza y las prácticas médicas poco éticas (esta es una de las realidades que la serie pretende criticar), no existen elipsis, no hay momentos poco problemáticos; la experiencia de la cirugía puede ser incluyendo el antes y el después una trayectoria de sufrimiento privado que modifica tanto las razones iníciales como los sentidos existentes tras la operación. Una vez que Catalina decide que necesita implantes, la realidad de su cuerpo se convierte en causa de sufrimiento. Ella ve la cirugía como la única posibilidad de tener una vida productiva; al acercarse al narcotráfico, cualquier forma legal de ganar dinero, lo que implicaría esfuerzo y perseverancia, no es atractiva ni produce suficientes ganancias. Mantener su cuerpo inalterado significa fracasar, ser incapaz de quebrantar la barrera de la pobreza en busca de un mejor futuro para su familia. En este sentido, Davis diría que Catalina vive una clase de sufrimiento que justifica ampliamente la realización de una cirugía, e incluso para ponerse en situaciones de riesgo. En un comienzo, esta es exactamente la forma en que la serie construye el personaje de Catalina; se le presenta como una persona que sufre y que, a pesar de su extrema ingenuidad, está decidida a dejar atrás lo que le causa dolor, y que además es capaz de definir y concretar metas individuales. Para una chica como Catalina, con opciones limitadas, determinar un deseo personal es visto como el paso de una actitud pasiva a una activa, en relación con el carácter opresivo de su realidad. Su determinación es tan significativa que, a pesar de no estar de acuerdo con su decisión, su familia y amigos celebran sus esfuerzos y la apoyan cuando deja la ciudad para marcharse a Bogotá con la cirugía como único proyecto. Sin embargo, el empoderamiento de Catalina se disuelve, paradójicamente, en el momento en que comienza a ejecutar acciones para lograr su meta. Siguiendo la lógica del dinero rápido, ella prefiere vender su cuerpo antes de tener que trabajar. Su cuerpo se plantea como una barrera para ser quien verdaderamente quiere ser, y al mismo tiempo como el instrumento para acercarse a esa identidad. En esta contradicción, el cuerpo de Catalina se fija como un objeto funcional que, al menos temporalmente, no puede ser usado 126

7 Lina Ximena Aguirre Sin tetas no hay paraiso: normalización del cuerpo para definirla. Y es precisamente esa sensación de distancia entre el propio cuerpo y la identidad, la que, a pesar de las dudas morales y de los visibles riesgos, impulsa a la muchacha a aceptar prácticas degradantes y a experimentar el dolor físico como algo natural e inherente a su yo deseado. A través de esta dinámica, en la cual el sufrimiento es el precio por aliviar otros tipos de dolor, y la relación entre el cuerpo y la identidad parece romperse, Sin tetas no hay paraíso hace visible el problema ético que se teje en torno a la cirugía plástica (Heyes 67). Qué nivel de dolor o degradación es admisible para solucionar, temporal o parcialmente, un defecto corporal o un vacío creado por una cultura opresiva? En el largo trecho de la serie en que Catalina intenta hacerse la cirugía, su sufrimiento pareciera no valer la pena, por ser degradante e inefectivo; sin embargo, la facilidad con la cual ella logra superar el dolor y regresa a la prostitución reducen la importancia del mismo. En una segunda etapa, cuando la muchacha finalmente logra hacerse la cirugía, el sufrimiento se vuelve trivial y secundario tras la satisfacción de la meta lograda. Y finalmente, cuando pierde sus implantes de manera definitiva, su sufrimiento se intensifica más que nunca. La serie parece sugerir que la cirugía cosmética, como acceso a una vida más feliz, justifica el sufrimiento; pero al mantener a Catalina en un conflicto constante con su cuerpo, también cuestiona el poder de este tipo de cirugías practicadas para calzar con estándares que esconden consumismo y subordinación de proveer una identidad sólida y auténtica. Davis explica que la cirugía plástica permite a las mujeres negociar la relación que establecen con su cuerpo, y así abre oportunidades para redefinir su apreciación de sí mismas (2003, 83). En la historia de Catalina, esta renegociación tiene lugar, pero hay muchas más variables en juego que la mera intervención quirúrgica; es todo el proceso asociado a la cirugía y vivido en su cuerpo lo que transforma su identidad, y no exactamente en la dirección planeada. En vez de sentirse más cercana a la idea que tenía de sí misma al comienzo de la serie, su experiencia produce una completa ruptura en su identidad. Nunca llega a ser lo que esperó la sensual, poderosa y rica amante de un traqueto y tras la experiencia con la prostitución y su contacto con un mundo ilegal, pierde la posibilidad de volver a su lugar de origen e identificarse como hija o como novia. Sin tetas no hay paraíso exhibe el fracaso de la búsqueda de identidad a través de la cirugía plástica, lo cual constituye una crítica contra el enceguecimiento producido por los estándares de belleza. También hace visible la dinámica de la normalización tras la cirugía cosmética en un contexto de pobreza, violencia y escasez de alternativas. Sin embargo, la excesiva atención que se le da a la etapa en que la protagonista se prostituye y degrada su cuerpo (veinte de los veintitrés episodios), su aceptación indiferente del sufrimiento, la espectacularidad de las escenas sexuales, de exhibición y sumisión femenina, entre otros gestos que ya he mencionado, disuelven en gran medida su potencia crítica. La controversia generada por la telenovela en diversas audiencias, hizo visible la variedad de connotaciones asignadas a la cirugía estética dentro de la sociedad colombiana, demostrando que es una realidad compleja frente a 127

8 Taller de Letras N 48: , 2011 la cual es difícil adoptar una posición fija. Si bien los ambiguos significados sugeridos en la telenovela que son fruto, desde mi perspectiva, del obvio conflicto entre rating y responsabilidad social la hacen fracasar a la hora de transmitir un mensaje en contra de la cirugía estética como solución instantánea, considero aprovechable su poder para generar discusiones públicas y abrir espacios a posteriores elaboraciones sobre el tema, en la televisión y en otros medios masivos. Obras citadas Bordo, Susan. Never Just Pictures. The Feminism and Visual Culture Reader. London and New York: Routledge, Cuervo, Jorge Iván. Otra mirada al narcotráfico. Revista Soho. Septiembre 9, (consultada mayo 25, 2008). Davis, Kathy. Reshaping the Female Body: The Dilemma of Cosmetic Surgery. New York: Routledge, Davis, Kathy. Dubious equalities and embodied differences: Cultural studies on cosmetic surgery. Lanham: Rowman & Littlefield, Duzán, María Jimena. Dónde está lo educativo?. El tiempo. Septiembre 11, (consultada Mayo 28, 2008). Heyes, Cressida. Normalisation and the Psychic Life of Cosmetic Surgery. Australian Feminist Studies 22 (2007): Ovalle, Liliana Paola y Corina Giacomello. La Mujer en el Narcomundo. Construcciones Tradicionales y Alternativas del Sujeto Femenino. Revista de Estudios de Género. La Ventana 24 (2006): Revista Semana. Editorial Entre la repulsión y la fascinación. Septiembre 9, (consultada Mayo 31, 2008). Tait, Sue. Television and Domestication of Cosmetic Surgery. Feminist media studies 7:2 (2007): Agosto 26, (Consultada Mayo 28, 2008). Sin tetas no hay paraíso (Consultada Mayo 15 a Junio 8, 2008). 128