Semana Santa en familia

Transcripción

1 Semana Santa en familia La Semana Santa nos brinda la oportunidad de sumergirnos en los acontecimientos centrales de la Redención. Puede vivirse, personal y familiarmente, como una gran meditación, que comienza el Domingo de Ramos y termina el Domingo de Pascua. Con esta finalidad, ofrecemos un repaso de estos días santos, distinguiendo tres aspectos: a) los acontecimientos que tuvieron lugar en ellos, distinguiendo entre los días previos y el Triduo Pascual; b) las celebraciones litúrgicas, que hacen presente de manera misteriosa pero real esos acontecimientos. Se describen en letra cursiva. c) la piedad popular, especialmente rica en esta Semana, que a diferencia de la Liturgia hace presente únicamente de modo intencional lo que recuerda. Recuadramos algunas manifestaciones de piedad popular para vivir en la familia. 1. Del Domingo de Ramos al Jueves santo Los Evangelios narran los principales sucesos de estos días. Sin embargo, esos escritos no pretenden ser un diario, y cada evangelista hace aportaciones personales sin precisar la cronología de los hechos. A continuación proponemos una posible secuencia de los mismos. Domingo de Ramos Como todos los años, una multitud de judíos peregrina a Jerusalén para la gran fiesta de la Pascua. También Jesús se acerca con sus discípulos desde Betania, donde se hospeda en casa de Marta, María y Lázaro, al que hace pocos días ha resucitado. Al llegar a la cima del Monte de los Olivos, ante los ojos del caminante aparece una magnífica panorámica de la Ciudad Santa. En ese punto Jesús lloró por los gracias que todos los hombres, judíos o no, desperdiciamos. Allí se levanta una pequeña iglesia llamada Dominus flevit (Jesús lloró), que tiene como retablo un ventanal a través del cual se contempla Jerusalén. Jesús entra en la Ciudad montado en un borriquillo, como estaba profetizado: Mira a tu Rey, que viene a ti humilde, montado en un asno, en un pollino (Zacarias). En aquel entonces, el caballo era manifestación de poder militar (algo similar a lo que hoy es un carro de combate). El borrico, en cambio, significa que Jesús es Rey de un reino de paz, que su poder no es la fuerza física, sino la verdad, la justicia y el amor. Sus discípulos echan sus mantos encima del borrico, y los peregrinos que vienen con Jesús alfombran con sus mantos el camino por donde pasa, cortan ramas de

2 los árboles y gritan palabras del salmo 118: Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor! La Iglesia naciente vió en cada Santa Misa un Domingo de Ramos en que Jesús viene de nuevo bajo la humilde apariencia de pan y vino, e introdujo este canto en la Plegaria Eucarística: Santo, santo, santo es el Señor La liturgia de este día celebra la entrada triunfal en Jerusalén, mediante la procesión con palmas o ramos de olivo. Pero también el Sacrificio redentor de Cristo, finalidad última de esa entrada, mediante la Misa y la lectura de la Pasión en la Liturgia de la Palabra. No son dos partes independientes, sino elementos de un todo: de hecho, ni la procesión tiene un final ni la Misa un principio, pues aquella desemboca en esta como su rito de entrada. Después de la ceremonia, muchas familias colocan los ramos en sus casas o balcones como testimonio de su fe en Cristo. Lunes Santo Jesús ha pasado la noche en Betania, y por la mañana temprano vuelve a Jerusalén. Siente hambre, y se acerca a una higuera que hay junto al camino buscando algo que comer, pero no encuentra más que hojas. Entonces la maldice: Que nunca más des fruto y nadie coma ya de ti. Al llegar al templo lo encuentra lleno de comerciantes haciendo negocios con los peregrinos. Al verlo, echa a los vendedores y derriba las mesas de los cambistas de monedas, porque han convertido en un mercado el lugar más sagrado de Israel. Por la noche, después de orar en el Monte de los Olivos, regresa a Betania. Martes Santo Haciendo de nuevo el camino hacia Jerusalén, los discípulos se asombran al comprobar que la higuera maldecida se ha secado. El Señor quiere enseñarnos con ese gesto que Dios espera de cada uno frutos y no sólo apariencias de santidad. Jesús pasa el día en el Templo. La mente y el corazón de los escribas y fariseos están endurecidos. No prestan atención al mensaje de Jesús, y le acosan con preguntas capciosas. Por la tarde cruza el torrente Cedrón y se sienta en el Monte de los Olivos para rezar contemplando la Ciudad. Los discípulos comentan admirados la grandeza del Templo, y Jesús predice que será destruido hasta no quedar piedra sobre piedra. De vuelta a Betania, Simón, un leproso curado por Jesús, le invita a cenar. Asisten también sus discípulos, Marta, María y Lázaro, y mucha gente de Jerusalén. En un momento de la cena, María se acerca y unge los pies de Jesús con un perfume muy caro, de nardo auténtico, y se los seca con sus cabellos, y luego rompe el frasco, de alabastro, y derrama el resto del perfume sobre su cabeza. Jesús lo agradece mucho, por el amor y la fe que demuestra, y porque está prediciendo su próxima muerte, pues es costumbre amortajar así los cadáveres. En cambio, Judas dice que con lo que vale ese perfume se podía haber socorrido a muchos pobres. Pero en realidad lo dice porque es el administrador del grupo de los apóstoles, y roba de de lo que se echa en la bolsa. Judas lleva tiempo siendo infiel, a pesar de los detalles de cariño y las advertencias de Jesús. La generosidad de María es la gota de agua que colma el vaso, y decide vender a Jesús.

3 Miércoles Santo Jesús permanece en Betania. Judas va a hablar con los sacerdotes principales, y les promete entregarles a Jesús si le pagan. Se alegran mucho de que también uno de sus discípulos juzgue a Jesús como ellos, y prometen pagarle 30 monedas de plata. Desde este momento, Judas anda buscando la ocasión oportuna para entregarle. Jueves Santo por la mañana De ordinario, en la Catedral de cada Diócesis el Obispo concelebra con su presbiterio la denominada MISA CRISMAL. En ella, los sacerdotes renuevan las promesas de su ordenación, y se manifiesta la unidad entre el Obispo y su presbiterio. También se consagra el santo crisma, y se bendice el óleo de los catecúmenos y de la Unción de los enfermos. 2. El Triduo Pascual Los Evangelios narran con precisión la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Por eso, cada año podemos revivirlas en tiempo real. Estos días son como piezas de un puzzle: el Jueves Jesús transforma su Pasión en amor, el Viernes hace real su entrega del Jueves, el Sábado su Cuerpo yace muerto en el sepulcro, y el Domingo resucita glorioso. Es la Pascua de Cristo, su paso de este mundo al Padre. Se celebran con el denominado Triduo sacro. A excepción del domingo, no son días de precepto, pero las ceremonias litúrgicas de estos días rebosan piedad y amor. Jueves santo Jesús celebra con sus discípulos la última cena. Antes, les lava los pies para enseñarles cómo han de comportarse también ellos. Terminada la cena, Jesús toma pan, lo bendice y se lo reparte diciendo: Tomad, comed, esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros. Toma una copa de vino, lo bendice y la pasa diciendo: Tomad, bebed, esta es mi Sangre que será derramada por vosotros. Y añade: Haced esto en memoria mía. Con esto, acaba de instituir los Sacramentos de la Eucaristía y del Sacerdocio. Luego, pronuncia una larga oración, en la que entrega a sus discípulos el mandamiento nuevo del amor fraterno: amaos como Yo os he amado. El ambiente está cargado de tragedia y de misterio. Los discípulos no comprenden: Jesús podía esconderse o huir de Jerusalén; podía acabar con los soldados que van a apresarle; podía defenderse de las acusaciones falsas ante Anás y Caifás, y más tarde ante Pilatos Pero nada de esto hace: se entrega voluntariamente a la muerte.

4 Por la tarde, en la MISA IN COENA DOMINI se conmemora el triple misterio de este día: la institución de la Eucaristía, la institución del Sacerdocio, y el amor fraterno. Después de la homilía, con el gesto humilde pero sumamente expresivo del lavatorio de los pies, se nos invita a recordar lo que el Señor hizo a sus Apóstoles: al lavarles los pies proclamó de manera concreta el primado del amor, un amor que se hace servicio hasta la entrega de sí mismo, anticipando también así el sacrificio supremo de su vida que se consumará al día siguiente, en el Calvario. Viernes santo Jesús es condenado a muerte y carga con la Cruz. En el camino del Calvario y en la misma Cruz, en todo momento, puede decir: Ya basta! Por el contrario, toma la Cruz con todas sus energías, y entrega hasta la última gota de su sangre, hasta que todo se ha cumplido. Después de la Misa, el Santísimo se reserva en un lugar especial, para la Comunión del día siguiente y de los enfermos. El sagrario de la reserva es una invitación a la adoración silenciosa y prolongada del Sacramento de la Eucaristía, instituido en este día. En algunos sitios es tradicional visitar varios de estos sagrarios (hasta siete, según la conveniencia y posibilidades). Puede vivirse como acompañamiento a Jesús en la soledad de la Oración del Huerto, pero no en el sepulcro (y por tanto no es correcto llamarlo monumento ), porque aún nos encontramos en el Jueves. Después de media noche, la adoración al Santísimo se realiza sin solemnidad, pues ya ha comenzado el día de la Pasión del Señor. En este día, la liturgia de la Iglesia no prevé la celebración de la Santa Misa, pero la asamblea cristiana se reúne para meditar en el gran misterio del mal y del pecado que oprimen a la humanidad, para recordar, a la luz de la palabra de Dios y con la ayuda de conmovedores gestos litúrgicos, los sufrimientos del Señor que expían este mal. Los OFICIOS de este día constan de tres partes: - Liturgia de la Palabra. Se proclama el Evangelio es la Pasión del Señor según San Juan. La Oración de los fieles sigue el esquema de la tradición romana: invitación a orar por una intención concreta, breve silencio y oración de petición. - Adoración de la cruz. El ministro la desvela progresivamente, y todos se acercan a adorarla. - Comunión. Se consumen las especies eucarísticas conservadas desde la Misa in Coena Domini del día anterior. PROCESIONES Las procesiones religiosas son actos de culto público. Manifiestan y fomentan la fe popular. Simbolizan a la Iglesia, pueblo que avanza hacia el Cielo. Con todo ello, pueden ayudar a la oración y a los deseos de mejorar (de ir adelante) de todos. Las procesiones de Semana Santa se dirigen a imprimir en el corazón el deseo de com-padecer con Cristo por todos los hombres. El aprovechamiento de una procesión requiere, por tanto, captar su sentido teológico y mantener la actitud adecuada. Así, por ejemplo, los pasos de Cristo muerto se suelen desarrollar en un clima de silencio y oración. Los pasos de la Dolorosa no buscan únicamente condolerse ante una madre desolada, sino ayudar a comprender el amor corredentor de María. Además, las procesiones de Semana Santa tienen una larga tradición, que las ha recargado de simbolismos. Ayuda a su aprovechamiento conocer el sentido de sus múltiples elementos: cofradía, paso, nazareno, penitente, emblema, capirote

5 VÍA CRUCIS REPRESENTACIONES Es el día del año más apropiado para esta práctica Conviene elegir el texto y el modo según las circunstacias de quienes lo realicen. En algunos lugares son tradición. Si se desea participar en un acto de piedad, convendrá cerciorarse antes que esa concreta representación transcurre en un clima de oración. Sábado santo El Cuerpo de Jesús reposa en el sepulcro: ha muerto verdaderamente. Es el día de descanso judío. Para los discípulos de Jesús son horas de silencio y dolor. Sólo María mantiene encendida la llama de la fe. Las iglesias están desnudas y no se celebra ninguna liturgia. Los creyentes, mientras aguardan el gran acontecimiento de la Resurrección, perseveran con María en la espera, rezando y meditando en la realidad de la vida humana, en las fuerzas del mal y en la gran fuerza del bien que brota de la pasión y de la resurrección del Señor. En este día se da gran importancia a la participación en el sacramento de la Reconciliación, camino indispensable para purificar el corazón y prepararse para celebrar la Pascua íntimamente renovados. Al menos una vez al año necesitamos esta purificación interior, esta renovación de nosotros mismos. Domingo de Resurrección El Sábado santo desemboca en la Vigilia pascual, que introduce el Domingo más importante de la historia, día en que Jesús resucita con Cuerpo glorioso: es él mismo (tiene las llagas de la Cruz), pero no está sometido a las limitaciones de nuestra materia. Los Evangelios narran las apariciones de Jesús en este día a María Magdalena, a Pedro, a dos discípulos que caminan hacia Emaús, a los Once La Tradición siempre ha afirmado que en primer lugar se apareció a su Madre. La Vigilia Pascual tiene cuatro partes: 1. Liturgia de la luz. Consta de una serie de acciones simbólicas: - Bendición del fuego (símbolo de Cristo, luz de la humanidad); - Bendición del cirio (también símbolo de Cristo). Los gestos que se realizan están cargados de belleza: la cruz simboliza la humanidad de Cristo, pues es signo de muerte; el alfa y la omega, el señorío de Cristo sobre el principio y el fin de la historia; los números del año en curso, el tiempo transcurrido desde la primera Pascua; los cinco granos de incienso, las llagas gloriosas del Resucitado; - Procesión: simboliza el camino de los cristianos hacia el Cielo, siguiendo a Cristo que nos ilumina con su luz; - Pregón Pascual: es una oración lírica de gran belleza y antigüedad (probablemente se remonta a San Ambrosio).

6 2. Liturgia de la Palabra. Están previstas entre tres y siete lecturas del Antiguo Testamento, y dos del Nuevo Testamento, que recuerdan los principales acontecimientos de la historia de la salvación: la creación, el sacrificio de Abrahán, el paso del Mar Rojo y el relato de la Resurrección. 3. Liturgia bautismal. - Según una antigua tradición, durante la Vigilia pascual los catecúmenos reciben el bautismo para poner de relieve la participación de los cristianos en el misterio de la muerte y de la resurrección de Cristo. - Incluso si no se confiere el bautismo, la Vigilia Pascual posee siempre una liturgia bautismal: la bendición del agua, y la renovación de las promesas bautismales. 4. Liturgia eucarística. Es la cumbre de la Vigilia, memorial del sacrificio de la Cruz, presencia de Cristo Resucitado, prenda de nuestra Pascua Existe la posibilidad de celebrar una segunda Eucaristía diurna el Domingo de Resurrección. PROCESIÓN DEL ENCUENTRO En algunas ciudades, la mañana de Pascua dos procesiones, una con la imagen de la Virgen Dolorosa y otra con la de Cristo Resucitado, se encuentran para significar que la Virgen fue la primera que participó del misterio de la Resurrección de su Hijo. AGUA BENDITA Es un sacramental: por la oración de la Iglesia, su empleo piadoso va acompañado de efectos espirituales: recuerda el bautismo, aleja los malos espíritus, ayuda a la fecundidad espiritual de a la familia... Se puede llevar a casa, y conservar en una pequeña pila o en un frasco digno, y usarse al entrar y salir de casa, al bendecir la mesa, al acostarse para implorar un buen descanso de cuerpo y alma HUEVOS DE PASCUA Los huevos coloreados simbolizan la fecundidad y la vida que renace. Es un buen modo de celebrar la Pascua y explicar a los más golosos su sentido: Cristo crucificado ha resucitado y ha vencido a la muerte. El amor es más fuerte que el odio, el bien es más fuerte que el mal, la vida es más fuerte que la muerte. A las 12.00, Benedicto XVI imparte la Bendición Urbi et orbi (para Roma y para todo el mundo), lucrada con indulgencia plenaria también para quien la siga por televisión o radio. El Domingo de Resurrección es la fiesta litúrgica más importante del año, es el Domingo de los Domingos. Da inicio al Tiempo de Pascua, 50 días de alegría por la presencia del Señor Resucitado, hasta la Solemnidad de Pentecostés (don del Espíritu Santo y nacimiento de la Iglesia).