Relaciones de género: sexualidad y trabajo en Argentina, Chile y Costa Rica

Transcripción

1 Relaciones de género: sexualidad y trabajo en Argentina, Chile y Costa Rica Mariano Andrés Morato Facultad de Ciencias Sociales- Universidad de Buenos Aires ST 54 La mujer americana en los discursos: los imaginarios sociales, políticos y culturales Introducción El trabajo se propone, a partir de las categorías de género, trabajo y sexualidad, hacer un análisis comparativo de tres textos que abordan dichos conceptos y que tienen un común denominador: mundos laborales que están en construcción. El primer texto es de Thomas Klubock Hombres y Mujeres en El Teniente: la construcción de género y clase en la minería chilena del cobre, , el segundo es el de Silvana Palermo Trabajo masculino, protesta femenina? La participación de las mujeres en la gran huelga ferroviaria de 1917 y el tercero es el de Carmen Murillo Chaverri Masculinidad y Cultura del Trabajo Ferrovial en Costa Rica ( ). Veremos cómo cada uno de las autoras y autores de estos tres textos abordan las relaciones de género en un contexto de trabajo dominado por los hombres en el texto de Murillo Chaverri las mujeres están ausentes en todo el proceso de construcción ferrocarril-, sobre todo si tenemos en cuenta la definición de género que utiliza Klubock, en la cual las relaciones de género son entendidas como la definición ideológica, social y cultural de la sexualidad. Así como Klubock propone abordar los mecanismos a través de los cuales las ideologías de género y las construcciones de la sexualidad moldearon la formación de la clase trabajadora de El Teniente, trataremos de ver en qué condiciones se realizó la huelga ferroviaria argentina de 1917 y si las categorías aplicadas a uno y otro caso pueden ser intercambiables con las utilizadas para el análisis el caso chileno. A su vez, podremos analizar el caso de Costa Rica y cómo se construye la sexualidad en ese caso. Miradas alternativas al mundo laboral en construcción El texto de Klubock se propone hacer una análisis de las relaciones de género, entendidas como la definición ideológica, social y cultural de la sexualidad, en una determinada mina del centro-norte de Chile, El Teniente, partiendo de la premisa que, en el marco de los estudios sobre el mundo de trabajo minero, los análisis que más se acercan a una relación de género tienen que ver con resaltar la hombría, como elemento de la combatividad de ese grupo laboral, a la vez que se transformaba en la masculinidad esencial del mundo del trabajo. Por lo tanto se propone abordar los mecanismos a través de los cuales las ideologías de género y las construcciones de la sexualidad

2 moldearon la formación de la clase trabajadora de El Teniente y la forma en que las mujeres respondieron a los nuevos arreglos de género y de clase en ese enclave. Si bien la fuerza de trabajo se fue incrementando y se estabilizó con el tiempo, en la década del 20 ante la variabilidad de la fuerza de trabajo producto de las duras condiciones que la minería impone, la empresa adoptó una serie de medidas, de carácter paternalista, destinadas a retener la mano de obra. Algunas de ellas estaban orientadas a la regulación y reorientación de las relaciones de género en los campamentos mineros. Una parte de las mujeres que se encontraban presente en los campamentos mineros tenían el objetivo de estar un tiempo corto, hacerse de un dinero mínimo que les permitiera emprender negocios en otra parte y marcharse. Para esto se empleaban en servicios domésticos, vendedoras ilegales de alcohol y trabajadoras de bares y prostíbulos. Para la empresa esta situación generaba una serie de vicios, además de una tendencia al activismo sindical, participación en huelgas, etc. Por este motivo adoptó una serie de medidas entre las que se encuentran el fomento del matrimonio como una salvaguarda a estas desviaciones. Esta política se complementó con otras como el establecimiento de colegios para capacitar a las esposas diligentes, que instruían a las mujeres sobre las virtudes de la maternidad, incluían recetas de cocina, y consejos obre la salud y educación de los niños. Por otro lado se implementó una asignación familiar que se pagaba a los trabajadores casados con hijos y que constituía un incentivo para que hombres y mujeres contrajeran matrimonio. De esta manera el bono se convirtió en un gran incentivo, ya que significaba un renglón importante dentro del ingreso de un trabajador, a la vez que a las mujeres las estimulaba a casarse como una estrategia visible de subsistencia. Para reforzar esta visión de la empresa, hacia fines de la década del 30 el Estado comenzó a hacerse presente a través de los inspectores de trabajo, pertenecientes al Ministerio de Trabajo y de los juzgados locales. El juzgado, localizado en los campamentos mineros, proporcionaba un apoyo importante a las políticas de la compañía en lo referente al género y a la vida familiar. Tendieron a controlar aspectos como el aborto, la huída del hogar. El abandono del hogar era un crimen femenino. Otro aspecto que se convirtió en importante, para la empresa y que intervinieron los juzgados fue la violencia domestica, ya que esta amenazaba el orden familiar. Para reafirmar todo lo dicho, Klubock, decide reconstruir las relaciones de género que las mujeres van tejiendo en los campamentos mineros. En este sentido, analiza las distintas opciones de sobrevivencia que las mujeres tienen y las estrategias que utilizan sean ellas casadas o solteras. La división sexual del trabajo relegaba a las mujeres a las labores menos remuneradas dentro de la actividad minera. Es más, estas labores eran consideradas marginales dentro de dicha actividad

3 siendo tan extenuantes como la de los propios mineros, pero la ideología dominante de género y laboral le otorgaba escaso valor. Klubock comienza el análisis repasando las distintas estrategias que utilizaban las mujeres para enfrentar los regímenes de género de los campamentos. Así las solteras reafirmaban tanto su independencia económica como social, a pesar de los códigos morales populares que condenaban su comportamiento y de los esfuerzos del Estado, la compañía y los mineros por controlar sus cuerpos y su trabajo. Establecían contratos y relaciones informales con los hombres, con lo cual mejoraban su posición económica y adquirían cierta libertad sexual. Por otro lado las casadas para proteger su posición económica y defenderse de las aspiraciones de dominio total de sus compañeros, recurrían a la ideología de la domesticidad y a los derechos y privilegios que ésta concedía a las mujeres casadas y a las madres. Si bien las casadas van a envidiar las libertades de las solteras, las estrategias antes mencionadas son las que van a primar entre las mujeres. Así las solteras recurrían frecuentemente, al trabajo sexual como estrategia económica importante, sobre todo a partir de relaciones informales basadas en el intercambio de servicios sexuales por dinero o bienes. Junto con esta práctica aparecía otra en la cual las solteras establecían uniones sexuales informales, monógamas, una especie de contrato sexual. Por otro lado las casadas van a encontrar en el matrimonio la seguridad relativa a los ingresos de sus esposos y de la protección del Departamento de Bienestar de la compañía y del juzgado local. El contrato sexual matrimonial otorgaba a las mujeres derechos y garantías que les eran negados a la solteras, además les confería un posición social legítima. Pero esta separación entre casadas y solteras, que parece casi ideal, está atravesada por una serie de problemas que Klubock va desarrollando: la pretensión de control del cuerpo femenino por parte de los hombres, que nos lleva al comienzo del texto cuando habla de la masculinidad que la labor minera otorga. La labor de la compañía en conjunto con el Estado que van a trabajar en común para erradicar los vicios -prostitución, juego, etc.- como una forma de disciplinamiento laboral. Para las casadas la vida no era más fácil, debían enfrentar la violencia doméstica posiblemente la contraparte de los abusos, violaciones, etc. a las que eran sometidas las solteras- y además el acceso al mercado laboral de los campamentos les estaba vedado, ya que no eran apropiados para ellas. Por lo tanto la forma de acceder a un ingreso extra que permita mantener a sus familias, se encontraba en una serie de actividades informales en sus hogares. Si bien en el texto de Palermo no podemos rastrear una división tan tajante entre solteras y casadas al interior del mundo ferroviario argentino, si podemos plantear un paralelo a partir de la defensa que hacen las mujeres del hogar proletario, como una defensa que no solo suponía obligaciones, sino también derechos. Derechos que van a llevarlas a participar activamente en la

4 huelga de 1917, participación que retrotrae a las mujeres a un papel protagónico previo a la revolución industrial. La idea de un salario digno que le alcanzara, al hombre, para mantener a su familia, no solo es parte de la demanda sindical, sino que va a ser parte también del paternalismo empresarial y de la aplicación de políticas públicas orientadas en ese sentido. Sin embargo a pesar de los intentos de la compañía y del Estado por fomentar el matrimonio, como una forma de tranquilidad económica y de status social, a la vez que se empeñaban en combatir la violencia doméstica, el privilegio social y sexual de los hombres, el monopolio del mercado de trabajo y del espacio público en los campamentos y su control sobre el ingreso familiar. Todavía seguía siendo la moneda corriente en la minería chilena. En cuanto a la violencia doméstica, Klubock, plantea que no se puede separar (a ésta) de la red de códigos y prácticas sociales que estructuraban las relaciones de género en El Teniente. El poder económico de los hombres, la masculinización del espacio público y del trabajo en los campamentos y en la mina, y la consiguiente restricción de la mujer al ámbito doméstico, contribuían a la capacidad de los hombres para usar la violencia en contra la mujer. Si bien Klubock utiliza una variedad de fuentes primarias, a mi entender, es de gran utilidad en este caso la utilización de los archivos del Juzgado de Letras de Menor Cuantía y el archivo de la Compañía Minera Braden, dueña de El Teniente, ya que le sirve para ver, por un lado, cómo se asocian la compañía y el Estado para desterrar determinadas prácticas de los campamentos y fomentar otras, pero también nos muestra cómo esas mismas instituciones eran una herramienta al servicio de las mujeres que acudían a ellas para defender sus derechos o reclamar por ellos. Así tenemos que muchos de los casos de violencia física denunciados por solteras estaban relacionados con los contratos sexuales. O registran también la presencia de mujeres denunciando el abandono de sus maridos, con todo lo que esto suponía. Pero tanto los archivos como los periódicos de la época muestran también cuán condicionadas y expuestas estaban las mujeres a la violencia física y a la estructuración del sistema de género entre hombres y mujeres. Es muchas veces el riesgo que se corre al elegir las fuentes, muchas muestran casos que posiblemente sean excepcionales, quizá una gran mayoría caía presa de un sistema de relaciones de género donde predominaban las actitudes propias de la masculinidad minera. En este sentido, se expresan con mucha fuerza relaciones de poder anteriores a la irrupción del Estado o al deseo de la compañía de intervenir en las relaciones de género. La opresión de clase patronos versus obreros- determina una relación de poder básica que se va a trasladar luego a la opresión de género hombres versus mujeres- por el control de sus cuerpos y de la moralidad al interior de los campamentos. El nivel de explotación y las condiciones de trabajo determinan una

5 forma de violencia que se va a transmitir de arriba hacia abajo contaminando todas las relaciones de género. Esto mismo puede ser aplicado a los casos de Argentina y Costa Rica, en donde los niveles de explotación y las diferenciaciones en las tareas a realizar son tan grandes que suponían remuneraciones diferentes y donde las diferencias salariales acercaban a algunos más a las compañías y a otros a la pauperización. De este modo, también se ejercía una violencia que descendía desde las compañías hasta los hogares proletarios, desatándose una violencia manifiesta en cada diferencia de poder, y si bien en los textos de los casos ferroviarios no lo analizan, debemos suponer que las relaciones de género se encontraban contaminadas por esta violencia. En el caso de Costa Rica, la violencia de clase se expresa en violencia de género al interior del escalafón laboral del ferrocarril, donde los que hacen los trabajos de barrido y limpieza, son aquellos que más bajo se encuentran en la escala, por lo general inmigrantes chinos, condenados a realizar la tarea de mujeres. Klubock, si bien no lo analiza explícitamente, deja entrever la relación que se establece entre clase obrera y relaciones de género. De hecho, el texto, comienza con algunos comentarios respecto del desarrollo de la clase obrera y cómo la minería tiene un lugar destaca dentro de esa historia, a diferencia de los textos de Palermo y Murillo Chaverri quienes si tratan en sus textos la relación explícita entre género y clase obrera. Como se puede ver en el caso chileno las relaciones de género se encuentran dominadas por la concepción de la masculinidad minera masculinidad esencial- que determina la subordinación de las mujeres a un ámbito formal en los campamentos mineros: el hogar o los prostíbulos, cantinas, etc. Estas dos posibilidades terminan, en última instancia, subordinando a las mujeres a una situación de desprotección donde la mayoría de las veces la compañía y el Estado son cómplices de la situación. En el caso argentino las posibilidades no van a ser tan drásticas, principalmente porque las opciones se reducen muchísimo en los talleres alejados de los grandes centros urbanos. De ahí la defensa de un salario que satisfaga las necesidades del hogar proletario, porque la necesidad de completar el ingreso supone la salida de la mujer a trabajar fuera del hogar. En cuanto al estudio de las relaciones de género y el mundo del trabajo, en los casos argentino y costarricense existe un análisis más fino que para el caso chileno, que busca dar cuenta de esta relación. En el caso de Costa Rica, la autora marca la importancia de la construcción del ferrocarril en términos sexuales: la penetración de la selva, (la naturaleza) por parte del progreso y por ende, los que operen el tren, los que trabajen en su tendido, guardas, personal administrativo, etc., serán quienes representen esa virilidad del progreso, por lo tanto provee a un sector de la clase obrera de esos atributos de virilidad, es decir, de masculinidad.

6 En este caso, al igual que en la minería chilena se están gestando los grandes momentos del mundo del trabajo. La clase obrera está siendo la protagonista de este momento de la historia y se está constituyendo a sí misma, por lo tanto estamos en presencia de las definiciones de género más importantes: la construcción de las masculinidades. Atrevido, intrépido, fuerte, podrían ser algunos adjetivos necesarios para describir ya sea las tareas de los mineros o de los ferroviarios, mientras que en cada caso en particular, se convierten en esenciales, en masculinidades por excelencia. Seguramente algunos de los adjetivos que hemos utilizado para describir a un trabajador minero de Chile o a un ferroviario de Costa Rica, también lo son para un ferroviario argentino. La tarea a desempeñar es la misma y sin embargo cuando Palermo hace el análisis de la huelga encuentra que, lejos de ser exclusivamente masculina, en algunos casos son las mujeres las que más luchan a través de acciones directas como sabotajes, y otras formas de presión para lograr la mayor adhesión posible al movimiento de huelga. En este caso, la incorporación de categorías de género al análisis de la huelga, le da a esta un punto de vista diferente al tradicional análisis del mundo del trabajo, ya que supone incorporar a las mujeres a la historia de este proceso, no solo como protagonistas pasivas, sino como activas militantes de las causas de sus maridos y compañeros. Las relaciones de producción nos muestran, en los casos de Chile y Costa Rica, a las mujeres ausentes de los procesos laborales o arrinconadas a aquellas tareas menos remuneradas. En Argentina la situación no es muy diferente, ya que las posibilidades de conseguir trabajo, sobre todo en aquellos pueblos del interior del país donde la actividad ferroviaria lo es todo, es casi imposible. Si bien es importante destacar la diferencia de contextos. Mientras que en Chile la producción minera impone una geografía diferente a partir de la concentración de actividades en un mismo punto con la instalación de los campamentos mineros, especie de creación de ciudades nuevas. En el caso de los ferrocarriles, también estos son un factor de desarrollo de actividades alrededor suyo, pero no en el nivel de los campamentos mineros. Sin embargo en las grandes ciudades la posibilidad de trabajar en tareas domésticas fuera del hogar se multiplica, pero no así en el caso de los talleres más alejados. El reclamo de los trabajadores de los talleres de Tafí Viejo de conseguir una compensación que les permitiera vivir allí, abaratando los alquileres o rebaja del boleto desde Tucumán, es una muestra de la falta de oportunidades en los lugares más alejados. Esta posibilidad marca una diferencia con los análisis de Chile y Costa Rica, ya que en Argentina las relaciones de género, por lo que muestra Palermo, estarían en una etapa en la cual la redefinición de roles sería positiva para las mujeres. Esto no significa que las mujeres, a este lado de la cordillera, gocen de mayor libertad respecto de si mismas, y seguramente están sometidas a la violencia doméstica como allá, pero no podemos dejar de pensar en esas semanas de huelga, que

7 describe Palermo, en las cuales los hombres se quedaban en casa producto de la huelga y las mujeres militaban fuera del hogar. Pero ganar la calle para las mujeres suponía no solo defender los intereses de clase de su compañeros varones, sino además luchar por sus propios intereses. Que las mujeres dejaran el hogar para manifestarse en las calles y tribunas tenía que ver con la imposibilidad de conseguir trabajo por fuera del hogar. Como sostiene Palermo la movilización femenina a favor del derecho del trabajador a ganar un salario para afrontar las necesidades básicas de su familia, más que probar las expectativas de las mujeres de convertirse en amas de casa y limitar su incorporación al mercado de trabajo- es decir la adopción de normas burguesas-, revelaba en cambio su dependencia del salario masculino dadas las pocas oportunidades para las mujeres en la economía local. Por último, es interesante ver cómo distintos autores analizan las relaciones de género en espejo con la categoría de clase, de movimiento obrero, etc. Los tres casos nos muestran, haciendo hincapié en diferentes situaciones, como la construcción de uno no supone automáticamente la construcción del otro. Además que las relaciones de género dependen de marcos culturales e históricos que determinan relaciones diferentes, aunque la autopercepción de los miembros pueda ser definida como igual o similar en los tres casos. Me refiero en concreto a la idea de masculinidad que desarrollan tanto Klubock como Murillo Chaverri y que podría ser extensiva a Argentina. Bibliografía Chavarri, Carmen Murillo (2000) Masculinidad y cultura del trabajo ferrovial en Costa Rica, , en Rodríguez Sáenz, Eugenia (ed) Entre silencios y voces: género e historia en América Central, San José de Costa Rica, Editorial de la Universidad de Costa Rica. Kublock, Thomas (1995) Hombres y mujeres en El Teniente: la construcción de género y clase en la minería chilena del cobre, , en Godoy, Lorena (ed) Disciplina y Desacato: construcción de identidad en Chile. Siglos XIX y XX, Santiago de Chile, CEDEM. Palermo, Silvana (2007) Trabajo masculino protesta femenina?. La participación de la mujer en la gran huelga ferroviaria de 1917, en Bravo, María Cecilia, Gil Lozano, Fernanda y Pita, Valeria Historias de Luchas y representaciones. Mujeres en la Argentina, siglos XIX y XX, San Miguel de Tucumán, EDUNT.