Las Organizaciones no gubernamentales en la Unión Europea. La cooperación para el desarrollo y los retos de la ampliación.

Transcripción

1 1 Las Organizaciones no gubernamentales en la Unión Europea. La cooperación para el desarrollo y los retos de la ampliación. "Conferencia de Presidentes de las Comisiones de Cooperación Internacional para el Desarrollo de Parlamentos de la Unión Europea y del Parlamento Europeo". Madrid, 12 de abril de 2002 Intervención del Presidente de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja D. Juan Manuel Suárez del Toro Rivero. Saludos cordiales, Señoras y Señores: Quisiera en primer lugar agradecer la invitación a participar en este debate por la posibilidad que me da de reflexionar con ustedes sobre algunos de los temas más relevantes de la agenda internacional, como el de la lucha contra la pobreza a través de la cooperación internacional para el desarrollo. Es, además, una satisfacción poder hacerlo con los representantes de los Parlamentos de los países candidatos a la adhesión pues supone un enriquecimiento de la experiencia y la reflexión para el

2 2 conjunto de la Unión Europea. Bienvenidos pues a mi país, España y espero que pronto a la Unión en su conjunto. Para mi, como representante de una organización social con gran implantación en todo el mundo, es un privilegio poder transmitirles algunas de nuestras inquietudes y propuestas, en la convicción de que problemas como el subdesarrollo, la extrema desigualdad o las crisis humanas provocadas por conflictos o desastres, requieren de la aportación de todos los sectores sociales. La cooperación para el desarrollo, tema central de sus trabajos, se mueve en un escenario internacional cada vez más complejo y confuso. Los preocupantes acontecimientos del 11 de septiembre han contribuido a que cambie nuestra percepción de muchos problemas y las prioridades que establecemos. Esta nueva percepción de problemas y nueva visión de las amenazas no debiera, sin embargo, hacernos olvidar el contexto, el telón de fondo de la situación de nuestro planeta. La última década ha sido especialmente virulenta en materia de desastres naturales que se han multiplicado por tres respecto a la década de los sesenta, según datos del Informe Mundial sobre Desastres que elabora anualmente

3 3 nuestra Federación Internacional. Las pérdidas en vidas humanas, población damnificada y los efectos negativos sobre los mecanismos de producción, también se han incrementado durante el decenio. Más de 150 mil personas fallecen anualmente a causa de desastres naturales y se cuentan en cientos de millones los damnificados por estos acontecimientos. Además, el impacto de muchos de los desastres crónicos que sufre nuestro planeta como las inundaciones, las sequías o los ciclones se ha agravado a consecuencia de la mala gestión de los recursos naturales, el calentamiento climático y el aumento de la vulnerabilidad ecológica. La distinción entre desastres naturales y provocados por el ser humano comienza a ser puesta en cuestión. Pero tal vez, el dato más relevante de la década pasada, desde la perspectiva humanitaria, haya sido el aumento de conflictos y guerras, sobre todo internas, con sus enormes secuelas de muerte, sufrimiento y destrucción. En la mayor parte de los casos, además, el conflicto se une a la hambruna, el colapso del Estado, la violación sistemática de los derechos humanos, los desplazamientos forzosos de población, la aparición de grupos que obtienen beneficio del conflicto, la extrema pobreza como causa y efecto del conflicto, entre otras

4 4 variables, que componen lo que se ha dado en llamar emergencias humanitarias complejas para expresar la enorme complejidad de los conflictos actuales tanto en sus causas como, por supuesto, en las posibles soluciones. Las respuestas que la comunidad internacional da normalmente a estos hechos son normalmente insuficientes y tardías y están motivadas, en muchos casos, más por intereses geostratégicos y políticos que por motivos propiamente humanitarios. El nuevo orden internacional surgido tras el fin de la Guerra Fría no ha sabido adaptarse ni dar respuestas efectivas a esta nueva situación internacional. La globalización tal vez haya tenido efectos positivos en los países desarrollados, pero ha agrandado la brecha Norte - Sur y un gran número de países, sobre todo del continente africano, se ven excluidos de la economía global. Esta exclusión no es solo un frío dato macroeconómico; afecta a las condiciones de vida y sume en la pobreza a millones de personas en todo el planeta. El continuo avance de enfermedades como el VIH- SIDA o la tuberculosis, para las que ya se cuenta con tratamientos de gran eficacia, está condicionando el desarrollo de numerosos países, pero poniendo también de

5 5 manifiesto las posibilidades de una acción conjunta a escala planetaria En este contexto, me interesa destacar tres elementos de particular importancia para los que aquí estamos y que están en las agendas, tanto de los organismos no gubernamentales como de parlamentos y gobiernos. En primer lugar el respaldo a la necesidad de aumentar la financiación del desarrollo acordado en la reciente Cumbre de Monterrey. El compromiso adquirido por la Unión Europea de llegar al 0,39 % del Producto Interior Bruto en 2006 como ayuda oficial al desarrollo es un paso positivo y debería avanzarse más en el futuro. La comunidad internacional en su conjunto debe reafirmar su compromiso con el desarrollo invirtiendo medios y recursos. En segundo lugar, la consolidación en todo el mundo y especialmente en Europa de una nueva conciencia global, en la que los ciudadanos y los propios Estados ya no pueden considerar como ajenas a ellos las situaciones de necesidad extrema, hambruna, injusticia y violación de los derechos humanos básicos y el derecho internacional humanitario, aunque estas se produzcan en países remotos. En la era de la mundialización hemos pasado

6 6 vertiginosamente del viejo lema pensar globalmente actuar localmente a tratar de actuar también globalmente. La solidaridad también puede globalizarse y como decía un viejo lema de la Cruz Roja nada nos es ajeno. El tercer elemento al que quisiera referirme es el proceso de integración europea y de ampliación de la Unión. Desde la perspectiva de una organización social como a la que pertenezco, junto a los aspectos económicos y políticos, por supuesto importantes, nos interesa destacar los aspectos positivos que la Unión debe tener en términos de ciudadanía, de valores comunes, de mejora de condiciones de vida de los colectivos más vulnerables, y, en definitiva de construcción de una Europa más social e integradora. Por eso, saludamos el proceso de ampliación y estamos seguros que supondrá un enriquecimiento cultural y social. Pensamos que la construcción europea debe ser comprensiva con los problemas de inmigración, asilo y refugio y vemos con preocupación el riesgo de encerrarse en si misma. La presencia de inmigrantes contribuye al desarrollo de la sociedad de acogida y debiera también redundar en beneficio de la sociedad de origen. Señoras y Señores,

7 7 La visión y la práctica del desarrollo han cambiado en las últimas décadas y también el Movimiento Internacional de Cruz Roja y Media Luna Roja, que ha ido evolucionando en su visión del desarrollo. Es necesario trabajar con un enfoque de desarrollo humano que contemple la participación de las comunidades y especialmente de las mujeres en todos los procesos. Que contemple de modo integral aspectos culturales, medioambientales, de género, de derechos, sectoriales. Que contemple, además, la necesaria dimensión de fortalecimiento institucional de las organizaciones que trabajamos por el desarrollo. Esta faceta de desarrollo institucional no es, en ocasiones, bien entendida por los donantes y no se dedican a ella los suficientes recursos. Por ello es básico insistir en la necesidad de contar con instituciones fuertes tanto en el Norte como en el Sur, tanto gubernamentales como no gubernamentales que trabajen con eficacia y eficiencia y que contribuyan a lo que se ha dado en llamar el buen gobierno y contribuyan a la gobernabilidad global. En el caso de las organizaciones no gubernamentales, su fortalecimiento es la única garantía de que puedan cumplir su aspiración de ser representación de la sociedad civil organizada y de que puedan trabajar con la necesaria coordinación, pero también con independencia de las

8 8 autoridades públicas. En este proceso de fortalecimiento institucional, la creación de redes de trabajo conjunto entre ONG de diversos países es un elemento fundamental que contribuye a la consolidación de planes y proyectos y a la estabilización de relaciones que permitan construir proyectos futuros. En el ámbito europeo las ONG son una realidad palpable desde hace muchos años y su presencia social en numerosos sectores es un hecho indudable. El peso del Tercer Sector en términos de empleo se sitúa en torno al 7 por ciento del empleo total en Europa y si incluyéramos en estas cifras la aportación de los voluntarios se superaría el 10%. Tal vez, los ámbitos más conocidos del trabajo de las ONG sean el de acción social dentro del territorio de la Unión y el de cooperación internacional con el resto de países por lo que haré referencia a ambos, aunque especialmente al ámbito del desarrollo. Las ONG, de hecho, constituimos verdaderas redes de solidaridad ciudadana que contribuyen a acercar culturas y sociedades y, en ese sentido, contribuimos, incluso sin pretenderlo, a la construcción de una conciencia global europea. Sin embargo, en los últimos tiempos y, tal vez debido a la propia ambigüedad del término ONG, definición por

9 9 negativo que a nadie satisface, se está produciendo cierta confusión sobre el carácter de las ONG y el papel que deben cumplir y las relaciones que deben tener con las autoridades públicas. Querría, por ello, dedicar una parte de mi intervención a este tema expresando de entrada mi convicción de que en sociedades avanzadas como quieren ser las nuestras, los tres sectores clásicos: iniciativa pública o Estado; iniciativa privada o mercado; y sociedad civil y su expresión organizada las ONG, tenemos mucho que hacer en común. Pero estas relaciones debieran ser claras transparentes y, si me lo permiten, honestas. No se trata simplemente, de que la iniciativa social vaya recogiendo, como se ha dicho, "todo aquello que el Estado va tirando por la borda para poder seguir navegando y no irse a pique". Esto permitiría, es cierto, un crecimiento del Tercer Sector a corto plazo pero no modificaría el origen de los problemas sino que convertiría a la iniciativa social en meramente asistencialista y gestora. La iniciativa social, el Tercer sector, las ONG, como ustedes quieran, no somos, no debemos ser una alternativa al Estado del Bienestar. Nuestra lógica es la de la corresponsabilidad social, donde cada sector aporta lo que le es propio a la mejora de la sociedad y a la construcción de una verdadera sociedad del

10 10 bienestar. En esa responsabilidad compartida las ONG tenemos ventajas y responsabilidades específicas, pero los otros sectores también. Cuál es por tanto esa especificidad de los sectores no gubernamentales?. Telegráficamente diríamos que las ONG son los instrumentos que canalizan la iniciativa social a través de la participación de los ciudadanos y el voluntariado. Como se ha dicho, representan el capital de buena voluntad que existe en toda sociedad, aportando iniciativas y esfuerzos a la mejora de su propia sociedad o dedicando esos esfuerzos a la cooperación con otros países. En muchas ocasiones las ONG colaboramos con políticas publicas de salud, bienestar social, desarrollo, educación u otras y en esa medida somos entidades privadas con compromiso público, si bien nuestra labor sólo tiene sentido si conserva la independencia. Independencia que debe ser compatible con la transparencia y la rendición de cuentas ante los, beneficiarios, el conjunto de los ciudadanos y los poderes públicos. Desde una perspectiva práctica, tal vez, la labor más conocida de las ONG en al ámbito del desarrollo sea la

11 11 realización de proyectos y actividades de cooperación, pero la realidad de las ONG de la Unión Europea va más allá. Por supuesto que las ONG gestionamos programas y proyectos, pero no debemos ser sólo entidades gestoras de proyectos ya sean de cooperación o de acción social. Nuestro valor añadido está en incorporar a los ciudadanos a través del voluntariado; en sensibilizar a la sociedad respecto de los nuevos retos y problemas y transmitir valores solidarios; en ejercer de mediadores entre la ciudadanía y los poderes públicos; en ser portavoz de sectores desfavorecidos; en aportar innovaciones y proponer nuevos campos de actuación, y también, en incidir sobre las autoridades públicas, los otros sectores sociales y la sociedad en su conjunto. Incluso en la gestión de proyectos, las ONG debemos aportar un elemento diferenciador. Por supuesto que estamos interesados en mejorar la eficacia, la eficiencia y la calidad de nuestras intervenciones y en eso coincidimos con muchos donantes y con las empresas, pero tratamos de hacerlo al servicio de unos valores y no con una simple visión tecnocrática de la eficiencia económica. Nuestro trabajo está dirigido a personas y debe tener una visión

12 12 humanista y no dirigida solo a la mejora de indicadores macroeconómicos. Por ello, las ONG compartimos la posición de la comunidad internacional, expresada en recientes Cumbres y Conferencias, de que la cooperación al desarrollo haya ido definiendo con más rigor la lucha contra la pobreza y la vulnerabilidad extrema como el objetivo fundamental al que deben dirigirse sus acciones. Ello no es incompatible con la dedicación de recursos a programas dirigidos a otros sectores, pero tratando de enfatizar la necesidad de dedicar más recursos hacia aquellos que más lo necesitan y a evitar su exclusión de los sistemas productivos y sociales en general. La cooperación al desarrollo abarca una multiplicidad de instrumentos, formas de actuación, actores, estrategias, etc que la hacen, a veces, muy compleja, por lo que es conveniente recuperar su verdadero carácter y orientar hacia el combate de la extrema pobreza la mayor parte de sus energías. Señoras y Señores: La consideración de la cooperación para el desarrollo como una política comunitaria, que se inició con el Tratado

13 13 de Maastricht, supuso una consolidación del papel de la Unión Europea como primer donante mundial y una incorporación al acervo comunitario de toda una tradición de cooperación que existía en la Comunidad Económica Europea desde su creación. Las ONG y sobre todo las ONG de desarrollo u ONGD hemos valorado positivamente este hecho, así como la reforma de la gestión de la ayuda iniciado hace algún tiempo y que condujo a la creación de EuropeAid y que supone una agilización de los mecanismos, una mejora del rigor y la transparencia, la clarificación de procedimientos, etc. Ello debe traducirse en un avance en la calidad de la ayuda comunitaria y en el cumplimiento de las famosas tres C : coherencia, complementariedad y coordinación. En ese sentido, la aprobación de numerosos Reglamentos que desarrollan la política de cooperación al desarrollo nos ha parecido muy adecuada. Especial referencia querría hacer al Reglamento de ayuda humanitaria de 1996 que recoge con rigor y reconoce los valores clásicos de la ayuda de las ONG: imparcialidad, independencia, neutralidad. y del carácter no político y no condicional de la ayuda humanitaria. Pensamos que este enfoque debiera continuar y por ello vemos con preocupación el riesgo de supeditar la acción humanitaria a

14 14 la naciente Política Exterior y de Seguridad Común. La acción humanitaria, más aún en estos tiempos de convulsión, debe reafirmar su espacio, sus valores y su independencia de lo político, lo económico o lo militar. También hemos saludado como un avance importante la reflexión de la Comisión Europea sobre la Vinculación de la ayuda, la rehabilitación y el desarrollo y la mayor conciencia sobre la dimensión preventiva de la cooperación, tanto en materia de prevención de conflictos como de preparación para desastres. Sin embargo, pensamos que la excesiva diferenciación todavía existente entre los mecanismos comunitarios de financiación para el desarrollo y la asistencia humanitaria reducen considerablemente su coherencia y su eficacia. Las herramientas y procedimientos debieran ser más flexibles y adaptados para garantizar esta continuidad entre diversos instrumentos de ayuda. Durante décadas la colaboración entre las instituciones comunitarias, especialmente el Parlamento Europeo y la Comisión Europea y las ONG de desarrollo fue considerada como modélica y con un verdadero espíritu de asociación (partenariado) en la búsqueda de soluciones comunes. Creemos que este espíritu de colaboración

15 15 debiera retomarse y que el trabajo conjunto de instituciones políticas y ONG redundará en beneficio de los beneficiarios de nuestra acción. El proceso de descentralización de la ayuda, el énfasis que la Comisión pone actualmente en la participación local y en instrumentos como los country strategy papers que definan mejor los aspectos estratégicos de la ayuda, ha sido saludado positivamente por las ONG. Debe permitir más participación de la sociedad civil de los países receptores, que puede ser impulsada desde las ONG europeas. Tanto en el Norte como en el Sur ONG y autoridades podemos hacer mucho en común. Señoras y Señores Permítanme para terminar que como ciudadano español les reconozca el fuerte impacto positivo que la incorporación a la Comunidad Económica Europea en 1987 tuvo sobre los dos sectores que hoy nos ocupan: cooperación al desarrollo y organizaciones no gubernamentales. Ambos sectores hemos aprendido mucho de la experiencia de nuestros homólogos europeos y hemos podido incorporarnos a los debates en curso, aportando también, nuestra experiencia en regiones más cercanas a nosotros cultural o geográficamente como

16 16 Iberoamérica o el Magreb. La Unión Europea debe concretar su visión universalista incrementando su cooperación con zonas del mundo que, como estamos viendo estos días, también pasan por momentos difíciles como América latina o la ribera sur del Mediterráneo. Estoy convencido de que esta misma experiencia positiva que ha vivido mi país con la incorporación a la Unión será la que se viva en sus países. Señoras y Señores, estimados amigos, en el camino hacia un mundo en el que todos los ciudadanos y ciudadanas encuentren posibilidades para la realización de sus potencialidades y puedan desarrollarse integralmente, estamos todos involucrados. La sociedad civil organizada, la iniciativa social, las ONG pueden y deben contribuir al desarrollo y a la mejora del bienestar poniendo en primer lugar los valores de la solidaridad y convirtiéndose, de hecho, en un mecanismo regulador de Estado y mercado. Y en este proceso de bienestar compartido, las ONG también debemos, y estamos dispuestas a hacerlo, rendir cuentas de nuestra acción tanto a los otros dos sectores como a la sociedad en general.

17 17 No tengan dudas de que desde la Cruz Roja y el conjunto de las ONG estamos dispuestos a esta tarea de construir entre todos una sociedad más justa, colaborando y trabajando de modo eficaz con los otros actores. Los retos a los que nos enfrentamos no son patrimonio de ningún sector y sin la colaboración todos, su resolución tampoco es posible. Muchas gracias