CEPAL, Santiago de Chile, de noviembre de 2006

Transcripción

1 PALABRAS DEL SR. JOSÉ LUIS MACHINEA, SECRETARIO EJECUTIVO DE LA CEPAL, EN EL SEMINARIO LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN EN LA ENCRUCIJADA: PERSPECTIVAS DE FUTURO CEPAL, Santiago de Chile, de noviembre de 2006 En nombre de CEPAL quiero darles la más cordial bienvenida a todos quienes nos visitan, tanto desde la región como desde Europa. Mis saludos cordiales al embajador Wolfgang Plaza, Embajador en Chile de la Comisión Europea, al Embajador de Finlandia en Chile, Sr. Iivo Salmi y a los colegas Ramón Torrent de OBREAL y Ricardo Carciofi, de BID/INTAL, socios en la organización de este evento. Mis saludos de bienvenida los hago extensivos a otros participantes, en particular, a los representantes de la academia y la sociedad civil que han aceptado nuestra invitación para compartir con nosotros sus visiones. Me es muy grato abrir este Seminario de reflexión sobre las perspectivas de los procesos de integración en Europa y en América Latina, el que ha sido posible gracias a una iniciativa del Observatorio de las Relaciones Unión Europea-América Latina (OBREAL), con la colaboración de la Secretaría de Estado de Turismo y Comercio del Gobierno de España y del Banco Interamericano de Desarrollo, a través del Instituto para la Integración de América Latina y el Caribe. A pesar de que la integración regional en la región no pasa por uno de sus mejores momentos, la distinguida y amplia cobertura que ha conseguido este seminario, junto al hecho de que las distintas iniciativas de integración han sobrevivido las distintas crisis por las que ha atravesado la región en los últimos años, es una muestra de que el tema sigue latente y, más aún, que se percibe la urgencia de lograr avances que consoliden y potencien los distintos procesos de integración. Nos complace, pues, que en este seminario podamos beneficiarnos de la presencia de autoridades de ALADI, del MERCOSUR, de la CAN, de CARICOM y de SIECA, quienes nos presentarán las perspectivas y los desafíos de sus respectivos procesos de integración subregionales. Conoceremos también el balance que México hace de los doce años del TLCAN, así como la visión con que Chile avanza en su proceso de inserción internacional. Tendremos también el aporte de agencias plurilaterales de financiamiento como el BID y la CAF. Por último, contaremos con el aporte de la academia, expresado a través de FLACSO y Universidad de San Andrés en Argentina; el Centro de Estudios Internacionales de la U. Católica y CIEPLAN de Chile; el CIDE de México, la U. Autónoma de Madrid, la University of Adelaide de Australia y la experiencia de la GTZ, entre otras. Se trata pues de un interesante mosaico de experiencias regionales y extraregionales que esperamos pueda contribuir a enriquecer el actual debate sobre estrategias de inserción internacional y sobre el espacio que se concede en ellas a los procesos de integración regional. Nada más apropiado para ello que asociarnos a entidades europeas

2 que nos puedan transmitir, tanto la forma en que abordaron las dificultades iniciales como las modalidades que hoy exploran para hacer frente a las dificultades que hoy enfrenta la ampliación y la consolidación del espacio europeo. El Seminario que hoy inauguramos tiene lugar en un momento muy particular en la región y en el mundo. Las negociaciones comerciales multilaterales en el marco de la OMC están suspendidas y su futuro es incierto. En el plano económico y en el político, el multilateralismo enfrenta duras pruebas. En nuestra región se está produciendo un reordenamiento de los esquemas subregionales de integración que obliga a reflexionar acerca del tipo de integración que tendremos en el futuro. Como indican los documentos que se han distribuidos, la Unión Europea también se encuentra en un momento importante de definiciones estratégicas. Con distintas historias de éxitos y fracasos, el comprender estas realidades nos puede ayudar a entender mejor nuestra problemática y, particularmente, a entender la forma en que los diversos intereses nacionales pueden articularse en una visión de conjunto de mediano plazo que potencie, no sólo el espacio regional, sino también esos intereses nacionales. Los procesos de integración subregionales están pasando por momentos difíciles. Luego de avances y retrocesos, nuestra región aún se debate en la búsqueda de una visión común que permita avanzar en pos de una unión económica que potencie las oportunidades de desarrollo y bienestar social para todos los países. El gran reto sigue siendo reducir la brecha entre la voluntad política que parecen mostrar los gobernantes, que se manifiesta en la perdurabilidad de los procesos de integración, y las acciones concretas, entre el discurso integracionista y la práctica cotidiana. Desde la perspectiva latinoamericana, el momento difícil de la integración admite matices. El ejemplo del Caribe y de América Central así lo demuestra. En particular, el Mercado Común Centroamericano busca utilizar las negociaciones comerciales con Estados Unidos y los potenciales acuerdos de asociación con la UE para actualizar y modernizar su propio esquema de integración subregional. Nada de esto es fácil, pero da cuenta de una importante voluntad de abordar estos desafíos de manera conjunta. En América del Sur también se aprecian algunos avances como los programas de desarrollo social en la CAN, el Fondo para Convergencia Estructural en el MERCOSUR y los esfuerzos en materia de códigos aduaneros únicos y en la aplicación completa del arancel externo común. Sin embargo, la lentitud de la integración regional, unida a la urgencia y relevancia de los retos relacionados con la inserción internacional en un mundo globalizado hace insuficientes tales avances, y pone de relieve las debilidades del proceso integracionista. Europa es, por los extraordinarios avances en el proceso de integración, un referente básico para alimentar nuestra propia reflexión y debate. Hay consenso en que la experiencia europea ofrece valiosas lecciones, que deben ser analizadas para determinar cuales pueden ser adaptadas a la realidad latinoamericana, dadas nuestras especificidades estructurales e institucionales. Así, por ejemplo, en este Seminario discutiremos la 2

3 experiencia europea en materia de fundamentos jurídico-institucionales de las relaciones económicas y comerciales, así como del diseño y cumplimiento de las reglas comerciales. Frente a las tendencias y los avances de la economía mundial la integración regional requiere avanzar más de prisa. La actual fase de globalización tiende a acrecentar las exigencias de competitividad e innovación, en tanto el salto competitivo de países como China, India y otros de Asia, redefine drásticamente el mapa mundial de producción, comercio y ventajas comparativas. Para crecer con equidad, hoy son fundamentales los mercados ampliados, la seguridad jurídica, la convergencia de normas y disciplinas, así como también los avances en infraestructura, energía y conectividad, y qué decir de los desafíos en competitividad e innovación tecnológica. Por otra parte, el desafío de la integración no se vincula solo al libre comercio y la ampliación de mercados. También se refiere a diversas políticas y normas más allá del campo comercial, que incluyen infraestructura y energía, regulaciones en esas y otras áreas, migraciones, previsión, salud, educación, innovación tecnológica y medio ambiente y, por cierto, cooperación en el ámbito macroeconómico. La experiencia europea incluye, además, políticas para reducir las asimetrías económicas entre sus miembros y entre las distintas regiones, estimular la cohesión social en sus respectivas sociedades y dotarse de una institucionalidad acorde con el sentir del conjunto de los miembros. Estas experiencias, como muestran diversos trabajos, entre ellos varios de esta Casa, no son necesariamente replicables en la región. Sin embargo, la visión que pone a la cohesión social como un factor esencial del proceso de integración es crucial, no solo desde el punto de vista de la equidad, sino desde la óptica del fortalecimiento del propio proceso de integración. Ante los problemas de la integración regional (y, por cierto, de las negociaciones multilaterales en el marco de Doha), como así también por las necesidades asociadas al proceso de globalización, varios países de la región han orientado sus estrategias para ampliar el acceso a mercados mediante la negociación de acuerdos de libre comercio con economías más grandes. Además de los acuerdos con Estados Unidos, en el 2007 se espera que la UE inicie las negociaciones de asociación con Centroamérica y con la Comunidad Andina de Naciones. Desde ya que los acuerdos bilaterales incluyen también otras disciplinas cuyos costos y beneficios no han sido totalmente evaluados. (por ejemplo, un documento de próxima aparición de la CEPAL sobre propiedad intelectual presenta una evaluación crítica de las negociaciones en esta materia en los acuerdos bilaterales). La proliferación de estos acuerdos de libre comercio puede, y de hecho genera, ciertos problemas para la integración regional, pero también puede ser una oportunidad para fortalecer el proceso integracionista, en la medida que permitan abordar temas que han sido postergados en los esquemas de integración y que han sido trabajados en los acuerdos bilaterales Norte-Sur. 3

4 Una opción que CEPAL viene promoviendo es, aprovechando la iniciativa de la Comunidad Sudamericana de Naciones, la convergencia de los acuerdos comerciales intra-américa del Sur. En efecto, la posibilidad de homogeneizar estos acuerdos en materia de procedimientos aduaneros, verificación de origen, defensa comercial, temas sanitarios y fitosanitarios, así como en normas técnicas y en solución de controversias, abriría enormes posibilidades al intercambio regional y a las oportunidades de crecimiento. Si, junto con homogeneizar disciplinas, pudiésemos avanzar en la acumulación de origen (en los acuerdos intra- A. del Sur), la ampliación de mercado que esto supondría sería un estímulo adicional para la atracción de IED y para rentabilizar las operaciones de infraestructura y conectividad que permanecen en la agenda pero sin despegar efectivamente. De hecho, a pedido de los Presidentes de la Comunidad Sudamericana de Naciones, las agencias subregionales de integración (CAN, ALADI y MERCOSUR) han trabajado documentos serios y profundos que van en esta dirección y que la CEPAL apoya con entusiasmo Da la impresión entonces que los principales insumos técnicos, al menos para dar un nuevo impulso a la integración, ya están. Sólo parece ser necesario una efectiva voluntad política y los adecuados liderazgos para dar un salto de calidad en la integración subregional. Lo relevante en Sudamérica es concordar en un diagnóstico sobre las debilidades de la integración y en propuestas que, aceptando la diversidad de estrategias comerciales y preservando logros y facilitando la gradual convergencia de la diversidad de acuerdos, converjan en una visión común y en un programa de trabajo realista, que parta por reconocer la urgencia de una renovada integración regional. Si se profundiza la integración con una óptica de regionalismo abierto, ésta podrá actuar como factor de competitividad, complementando la inserción dinámica en los principales mercados internacionales y, al mismo tiempo, favoreciendo una mayor presencia de las pymes en las corrientes de exportación. De este modo, la integración colaboraría en crear un vínculo más apropiado entre competitividad y cohesión social. La magnitud de las tareas propuestas es considerable, pero debemos recordar que la tarea de la integración ha sido difícil y lo seguirá siendo. Es complejo concordar en la institucionalidad comunitaria, por lo que se requiere de un gran impulso para incorporar tales compromisos a la legislación nacional. Es duro comprobar que los intereses estratégicos de las economías pueden divergir en temas a veces relevantes. En tal contexto, es fundamental preservar la calidad del proceso integracionista. Esto quiere decir, respetar las diferencias, cuidar el lenguaje, incorporar flexibilidades, ponerse en el punto de vista del otro, privilegiar los consensos y trabajar de preferencia en las áreas donde éstos sean más significativos. A veces estos detalles pueden ser más determinantes en el avance que la eventual aparición de divergencias en complejidades técnicas relevantes pero posibles de asimilar en espacios de diálogo que pongan, por encima de todo, la vigencia del esfuerzo de integración y la necesidad de adecuarlo a las exigencias del mundo actual. La ponderación conjunta de los costos y las concesiones recíprocas posibles para minimizarlos, garantizando su aceptación por parte de las respectivas sociedades, es tarea primordial para avanzar en la creación de consensos y, por ende, para mejorar la calidad de los procesos de integración. 4

5 Finalmente, quiero señalar que avances como los mencionados facilitarán los acuerdos políticos que permitan adoptar posiciones comunes de la región en temas relevantes de la agenda global. Es sobre estos delicados y relevantes cuestiones que los invito a debatir hoy y mañana en nuestra casa, la CEPAL, tan íntimamente vinculada a todas las iniciativas de integración regional que han surgido en América Latina y el Caribe. Esperando que estos debates contribuyan a una adecuada puesta al día de los esquemas de integración, les deseo a quienes nos visitan desde el exterior una cordial estadía y a todos un fértil intercambio de opiniones. 5