Renacer. del HOSTAL DEL SOL. Las calles empedradas de Colonia guían el recorrido hasta el Hostal del Sol del

Transcripción

1 T EXTO: DÉBORA C AMPOS F OTOS: DANIELA M AC A DDEN P RODUCCIÓN: VIRGINIA B RAUN Renacer del HOSTAL DEL SOL Las calles empedradas de Colonia guían el recorrido hasta el Hostal del Sol del matrimonio de Millaray Gavilán y Adolfo Vaeza Baqué. Ubicado en el corazón del barrio histórico de esta pequeña ciudad nacida en el hostal reúne lo que alguna vez fueron dos viviendas: un típico rancho portugués del siglo XVIII y la arquitectura ecléctico-historicista de fines del siglo XIX.

2 Si bien los sillones ya pertenecían al hostal, Millaray Gavilán eligió tapizados de lino comprado en La Compañía. El tapiz antiguo sobre la chimenea llegó de Guatemala y la alfombra fue encontrada en un remate. Para el comedor, la antigua mesa enorme fue reemplazada por cinco mesas pequeñas que dan mayor intimidad. Todos los cuadros fueron comprados al artista Piñeirua en la feria de Punta del Este. Las cerámicas portuguesas originales de la escalera son las protagonistas indiscutidas de este ambiente.

3 COLONIA DEL SACRAMENTO surgió de manos portuguesas en el año 1680 en medio de la contienda fronteriza sostenida por España y Portugal en las tierras del Río de la Plata. Fue así que el Gobernador de Río de Janeiro, Manuel Lobo, bajo las órdenes del Príncipe Regente de Portugal, Pedro II, asentó una defensa en las costas para contrarrestar el avance de las fuerzas españolas. Sin embargo, desde ese momento y durante cien años se generaron luchas entre lusitanos y españoles, los primeros asentados en lo que hoy es el Barrio histórico, los segundos en la península distante a 5 kilómetros, denominada Real de San Carlos en honor a Carlos III, regente español del momento. Restos de ambos sitios hoy se conservan como vestigios de la lucha centenaria. En la actualidad, esta pequeña ciudad es la capital de Colonia, uno de los diecinueve departamentos en los que se divide la república Oriental del Uruguay, y desde 1995 ostenta el título de Patrimonio Histórico Cultural de la Humanidad que le otorgó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Precisamente, en el corazón del barrio histórico de Colonia es que se encuentra el Hostal del Sol, ubicado sobre el Río de la Plata y extendiéndose sobre la superficie de dos viviendas que responden a épocas bien diferentes: sobre la calle San Pedro fue reconstruido (sobre la base original) un típico rancho portugués del siglo XVIII, y sobre la calle Solís, la arquitectura ecléctico-historicista de fines del siglo XIX. Toda la edificación fue restaurada cuidando hasta los más mínimos detalles ya que habla de 300 años de historia, aclara Millaray Gavilán de Vaeza. Antes de que llegara a manos de la familia Vaeza, la propiedad perteneció al embajador argentino en Uruguay, Guillermo de la Plaza, que restauró la casa para transformarla en lugar de descanso para él y su familia. La cama con baldaquino es obra de Martín Elicagaray que asesoró a los dueños de casa. Los géneros, claros, adoptaron el lenguaje homogéneo del blanco de las paredes y las mesas de luz fueron alguna vez columnas compradas en un remate.

4 Otra cama con baldaquino de hierro forjado de Martín Elicagaray e impactantes géneros de La Compañía para los acolchados de Toile de Jouy y de Ronchamp para las cortinas. La pianola alemana ya cuenta 150 años. El instrumento perteneció a la Iglesia San Benito (fundada en 1763) cuyos muebles y objetos se remataron hace algunos años. El farol fue comprado en la tienda uruguaya Morroco.

5 De hecho, gran parte de los muebles antiguos que se conservan en la actualidad en el hostal son europeos y fueron adquiridos por el diplomático durante sus viajes. Tiempo después, el embajador vendió la casa con su mobiliario y el nuevo propietario los preservó. Para nosotros, la idea de dar vida a una pequeña posada nació en 1982, durante nuestra luna de miel recuerda Millaray. Pasamos varios días en esos pequeños hospedajes y ahí nació el sueño de tener algún día nuestra propia posada en algún lugar especial. Ese lugar especial es Colonia: Sinónimo de encuentro, de tranquilidad, de amigos. Mi marido es uruguayo, yo soy chilena y nuestras cuatro hijas son argentinas y todos vivimos en Buenos Aires y disfrutamos del tiempo libre en Uruguay... Somos por naturaleza una familia del Mercosur, se divierte la dueña de casa. Se remata esta propiedad. Esas cuatro palabras pintadas en un cartel se cruzaron en las vidas de los Vaeza mientras Las cerámicas de los baños fueron conservadas y las refacciones apenas alcanzaron a algunos artefactos que pedían ser reemplazados por el paso de los años. En uno de esos cuartos, las cortinas de telas dejaron espacio a una mampara de vidrio que permite apreciar la composición de color y forma de las cerámicas. En algunos cuartos, las camas no fueron reemplazadas. Esta, por ejemplo, sigue compartiendo espacio con un ropero europeo y sillas del mismo origen.

6 Buena parte del hostal fue levantado sobre las rocas mismas del Río de la Plata y parapetado detrás de la antigua rompiente. Hasta ahí llegan las callejuelas, la calle de los Suspiros, San Pedro, San Francisco, Solís, del Comercio, de las Flores o Real. La mayor parte del año, el río permanece manso, sin avanzar demasiado sobre la costa y yuyos y flores se hacen de ese espacio colonizándolo a fuerza de color e intensidad. Pero hay veces que el ímpetu del agua devora esa extensión y los golpes de las olas sacuden el alma de los que curiosos se asoman por las ventanas del hostal. recorrían las calles empedraras de la ciudad de Colonia. Viajaron hasta Montevideo y en una contienda bien reñida se hicieron del hostal. Aunque lo compraron sin haberlo visitado, los enamoró su cuidado exterior y la promesa (corroborada una vez que se hicieron de la llave) de un interior de ensueño. Muros de piedra, muebles antiguos y la posada funcionando. Eso fue lo que encontraron y lo que potenciaron. Los Vaeza optimizaron los espacios, revistieron los dormitorios con géneros de Ronchamp y blanquería de La Compañía, dotaron toda la propiedad con lámparas de hierro especialmente diseñadas en San Isidro, y contaron con el asesoramiento de Ricardo Paz y la decoradora René Saenz. Y el resto fue continuar mejorando el servicio de un hostal exclusivo y familiar en el que el silencio y la calma imperan. El Hostal del Sol es administrado por los padres de Millaray (don Joaquín y doña Laura) que dejaron su Chile querido para disfrutar de la mansedumbre de Colonia. Ahí, entre callejuelas que invitan a visitar el faro o descansar frente al Río de la Plata, entre casas blancas con sus típicas rejas españolas o portuguesas y las paredes de piedra que se descubre en las construcciones más antiguas, se levanta este sueño hecho realidad.