b) Existe una relación directa entre el cuadro ocupacional y la situación de pobreza por ingresos que caracteriza a la sociedad argentina.

Transcripción

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2 2 A MODO DE SÍNTESIS Este trabajo señala que: a) El % de la Población Económicamente Activa tiene problemas laborales ( personas). b) Existe una relación directa entre el cuadro ocupacional y la situación de pobreza por ingresos que caracteriza a la sociedad argentina. c) Las políticas recomendadas por los organismos internacionales, dirigidas a focalizar políticas sociales sobre poblaciones en situación extrema, resultan inconsistentes e inadecuadas para la tipología que exhibe la pobreza argentina. d) De mantenerse el rumbo actual aún con tasas de crecimiento importantes, la tasa de desocupación no sólo no bajaría en los próximos diez años sino que podría llegar a alcanzar niveles cercanos al 28 %. e) En la próxima década, de no mediar rectificaciones, las personas con problemas laborales podrían llegar a representar el 79 % de la PEA. Claudio Lozano

3 3 El trabajo recientemente presentado por Luisa Montuschi 1 (investigadora del Conicet y docente del CEMA) ayuda a instalar más seriamente el debate respecto de la difícil situación laboral que atraviesa la Argentina. Indudablemente, que un integrante del instituto que hoy provee los cuadros técnicos que conducen el Ministerio de Economía afirme que el 45 % de la PEA tiene problemas laborales, constituye todo un reconocimiento para todos aquellos investigadores que en los últimos años hemos trabajado en la caracterización de las tendencias que presentaba el mercado laboral argentino. Aprovechando esta circunstancia intentaremos presentar un conjunto de informaciones y análisis complementarios que reflejan la elaboración y el seguimiento que nuestro Instituto ha efectuado en base a información del INDEC. 2 I) LA SITUACIÓN OCUPACIONAL ACTUAL Es indudable que cualquier análisis serio del mercado laboral argentino rápidamente concluye en que el desempleo es la manifestación extrema de un proceso global de degradación de la situación ocupacional. Trabajando con la información que provee el Banco de Datos Público del INDEC, y en base a los datos de la EPH, pudimos acceder a un indicador que puede considerarse una medida adecuada del grado de insatisfacción que tiene la población frente al cuadro laboral. Al mismo tiempo, este indicador proporciona información respecto de la verdadera presión de búsqueda de empleo que existe en el mercado de trabajo. Este índice se denomina intensidad de disponibilidad de mano de obra para la actividad laboral. El mismo se construye preguntando a cada encuestado (más allá de la situación laboral que presenta) si necesita trabajar más. Asimismo, en este indicador se establece si esa necesidad se traduce en una activa demanda de empleo en el mercado laboral o no. Los valores para mayo de 1996 (última EPH publicada) indican que el 50.8 % de la Población Económicamente Activa (PEA) declara su necesidad de trabajar más. En este agregado se incluyen desocupados, subocupados, ocupados e incluso sobreocupados. En el caso de estas dos 1 Luisa Montuschi, El Empleo en la Argentina. Difundido por Clarín el 4/12/96. 2 Claudio Lozano. Convertibilidad y desempleo y Boletín de Coyuntura de Julio de 1996.

4 4 últimas categorías es evidente que la insuficiencia en los ingresos y las malas condiciones laborales fundamentan el carácter afirmativo de la respuesta. Cabe destacar que si tomamos en cuenta aquellos que además de decir que necesitan más trabajo, también declaran que lo buscan activamente, la proporción se ubica en el % de la PEA. Puede confeccionarse así un límite inferior y otro superior en torno de la insatisfacción registrada en el mercado laboral. El inferior, ubicado en el % identifica la verdadera presión de búsqueda de empleo existente en el mercado laboral. El su-perior, ubicado en el % de la PEA señala el conjunto afectado por problemas laborales y refleja el nivel de degradación que exhibe la situación ocupacional. Por ende, sobre una PEA de personas en el Gran Buenos Aires, presentan problemas laborales y están activamente buscando empleo. Extendiendo estos porcentajes al conjunto de la PEA puede concluirse que sobre personas que representan la PEA urbana, personas presentan problemas laborales y ejercen activamente la búsqueda de empleo. Extender la información proporcionada por el Cuadro Nº 1 al conjunto de la PEA puede justificarse ya que en el interior del país, si bien puede haber zonas que exhiben menores niveles de

5 5 desempleo abierto, a su vez suelen presentar mayor nivel de informalidad y subocupación por ingresos. Por ende, puede haber variación en cada una de las categorías ocupacionales presentadas pero no en los niveles globales que el cuadro exhibe. Una demostración de lo expuesto se puede observar en el Cuadro Nº 2 que compara el déficit ocupacional en los distintos aglomerados del país (desempleo + subempleo) y donde resulta evidente que la medición para el Gran Buenos Aires es prácticamente equivalente al promedio del país.

6 6 Si esto es así, tomando el conjunto de la PEA (urbana y rural) que según Montuschi se ubica en 14 millones para 1996, personas presentan problemas laborales y de éstas, ejercen activamente la búsqueda de empleo. En tanto el Cuadro Nº 1 presenta valores comparables de mayo de 1996 y mayo de 1990, puede afirmarse que en lo que va de la década del 90 y en el marco de las transformaciones económicas vividas en la Argentina, la degradación del mercado laboral se expandió en un 31 % y la presión efectiva sobre el mercado laboral se incrementó aún más, un 76.2 %. Lo expuesto permite concluir con una consideración casi obvia. En tanto se degrada el mercado laboral por la vía del incremento del desempleo y el deterioro en la calidad de las ocupaciones existentes, crece la presión de la oferta laboral en la búsqueda de empleo. II) LA DESOCUPACION SEGUN TRAMOS DE INGRESO DE LOS HOGARES Presentado el cuadro global de degradación que caracteriza el mercado laboral argentino, existe un segundo aspecto que interesa destacar. Se trata de la desigual distribución de la desocupación según tramos de ingresos. Trabajando sobre la información que proporciona la Encuesta Permanente de Hogares hemos elaborado el Cuadro Nº 3. Este desnuda de manera elocuente el impacto diferencial de la desocupación. El primer quintil con ingresos totales inferiores a los $612 exhibe una tasa de desempleo del 32.7 %, tasa que prácticamente duplica la registrada en la misma fecha para todo el país. En el otro extremo del cuadro, los hogares de mayores ingresos evidencian una tasa de desocupación muy inferior al promedio (apenas un 5.7 %). Agregando números, la información disponible permite afirmar que el 60 % de los hogares del Gran Buenos Aires vive con ingresos menores ($942) al valor que exhibe una escuálida canasta familiar para la región ($1.003). Esta situación de absoluta vulnerabilidad en materia de ingresos se vincula con una tasa de desocupación superior al promedio (23.4 %). A su vez, el 40 % de los hogares percibe ingresos menores a los $704 soportando tasas de desempleo del 27.2 %. La conclusión es clara: a mayor nivel de desocupación, mayor vulnerabilidad en materia de ingresos.

7 7 Esta afirmación, pese a su obviedad, merece destacarse. Máxime frente al discurso hoy vigente en buena parte de los organismos internacionales, que señala como eje de las estrategias a implementar en América latina la necesidad de aplicar políticas sociales fuertemente focalizadas y eficaces sobre las poblaciones más pobres. Es indispensable destacar que el supuesto que subyace en estos planteos es la atención focalizada sobre poblaciones en situación de pobreza estructural. Es decir, lo que suele caracterizarse como población NBI y que presenta déficit en materia habitacional, sanitaria y educacional. Se trata de poblaciones claramente identificables (villas de emergencia, asentamientos, etc.) y, por ende, susceptibles de una atención por parte de la política pública de carácter focalizado. Traemos a colación este punto porque lo que permite afirmar el Cuadro Nº 3 que hemos expuesto junto con los estudios sobre pobreza que nuestro Instituto ha efectuado 3, son dos cosas: a) En la Argentina el 70 % de la pobreza es pobreza por ingresos y no de carácter estructural. b) La pobreza por ingresos está indisolublemente ligada a la situación ocupacional y concretamente al desempleo. Una parte significativa de la pobreza que hoy exhibe la Argentina se esconde detrás de las puertas de los departamentos y las casas. No es registrable como población marginal ni atendible por la vía de una estrategia de focalización. Estas dos afirmaciones señalan que las políticas hoy recomendadas por el FMI y el Banco Mundial no atienden al cuadro dominante que exhibe la pobreza en la Argentina. Más aún, en tanto las políticas sociales de carácter focalizado tienden a acompañarse por mecanismos de mercado en el campo de la salud, la educación y la previsión social, la autoridad pública tiende a evadirse de la tarea de dar respuesta a los problemas que presenta la mayor parte de 3 Artemio López. FUIMOS. Desempleo y pobreza en el Gran Buenos Aires. Acerca de la declinación de la clase media.

8 8 la población. En tanto, la idea de mercado aplicada al campo de las políticas sociales se funda en la resolución individual de los problemas de orden sanitario, educacional y previsional en base a la capacidad de ahorro que cada uno posea, y ésta depende del nivel de ingresos asociado al cuadro ocupacional descripto, la consecuencia es el abandono de importantes sectores poblacionales a una situación de desprotección y precariedad. Por otra parte, en tanto los estudios sobre pobreza señalan que en la década del 90 el 80 % de los pobres estructurales son también pobres por ingresos 4, esto indica que en tanto se mantenga el presente cuadro ocupacional, las políticas sociales de carácter asistencial recomendadas por los organismos internacionales tienden a disminuir su grado de efectividad. En este sentido, cabe destacar que las políticas sociales desplegadas por el presente gobierno (Ej.: provincia de Bs. As., Ente de Reparación del Conurbano) gozaron de efectividad en tanto se implementaron en un contexto de menor desocupación y de sustancial mejoría relativa en la situación de ingresos de los hogares como consecuencia de la caída de la tasa de inflación. Este contexto menor desempleo, baja inflación y política asistencial reveló eficacia y garantizó la construcción de consenso político por parte del partido gobernante. La situación actual, donde la mejoría por efecto de la reducción de la inflación ya se ha agotado y donde el cuadro ocupacional agudiza los problemas en materia de ingresos, tiende a recortar la capacidad de las políticas sociales incluso sobre aquellas poblaciones donde su accionar suele ser más efectivo. Así las cosas, parece conveniente examinar las perspectivas que el cuadro ocupacional puede exhibir en nuestro país en los próximos diez años. III) PERSPECTIVAS Presentaremos a continuación distintas proyecciones respecto del comportamiento esperable de la tasa de desempleo. A estos efectos se consideraron tres tasas de crecimiento del PBI posibles (2 %, 5 % y 7 % anual acumulativo). Se trabajó con una hipótesis de crecimiento de la PEA del 1.8 % anual. Para proyectar la evolución del empleo se consideraron dos valores distintos de la elasticidad empleo/producto (0.25 % y 0.44 %). La tasa prevista para el crecimiento de la PEA responde a lo ocurrido en los últimos años. 4 Luis Beccaria. Revista Oikos.

9 9 Asimismo, la elasticidad empleo-producto equivalente al 0.25 % es la registrada para el período ; la de 0.44 % responde a los patrones de comportamiento previos de la economía local (desde comienzos de siglo hasta 1989). Las tasas de crecimiento del PBI llevan implícitas para su concreción comportamientos específicos de la tasa de inversión. Así, un crecimiento del 2 % anual acumulativo requiere una tasa de inversión del 19 %, uno del 5 % exige 26 % en términos de inversión y para el 7 % anual de crecimiento del PBI se requiere de tasas de inversión cercanas al 30 % anual. Debe destacarse que en la actualidad la economía argentina no llega siquiera al 19 % en materia de inversión y que las tasas compatibles con un crecimiento sostenido del 7 % se asemejan a las registradas en los países asiáticos. Los resultados obtenidos en las seis proyecciones presentadas no resultan alentadores. Respetando la elasticidad empleo-producto que la economía argentina registró en los últimos años (período expansivo de la Convertibilidad), aun con tasas del 7 % anual acumulativo, la desocupación dentro de diez años se mantendría en los niveles actuales (18 %). Ni qué hablar si el crecimiento fuese del 2 % anual donde el desempleo en el año 2006 alcanzaría el 27.6 %, o con el 5 % anual donde se ubicaría en el 22 %. Si la elasticidad empleo-producto mejorara y se ubicara en el 0.44 %, sólo con un crecimiento similar al registrado por los países asiáticos podríamos retornar dentro de diez años a las tasas de desempleo características de la década del 80 en nuestro país (6.7 %). Si con esta elasticidad el crecimiento fuera del 2 % o del 5 %, la desocupación se ubicaría en el 24 % para el primer caso y el 14.4 % en el segundo. Frente a los resultados expuestos conviene efectuar algunas precisiones: a) Las tasas de inversión requeridas para un crecimiento del PBI de entre un 5 % y un 7 % anual, suponen una modificación en el comportamiento inversor de los agentes económicos dominantes. Por otra parte, tasas de inversión ubicadas entre el 26 % y el 30 % no parecen consistentes con una modalidad de acumulación centrada en el sector servicios y en la apropiación de rentas naturales. b) La mejoría en la elasticidad empleo-producto no parece ser algo fácilmente esperable en el futuro argentino. Si bien es cierto que el patrón de precios relativos del período puede haber impuesto condiciones favorables para la expulsión de mano de obra en los sectores

10 10 productivos, también es cierto que dicho esquema de precios indujo el comportamiento dinámico del sector servicios, casualmente el de mayor generación de empleo de la economía local. Por lo tanto, si bien la nueva etapa económica que parece abrirse a partir del segundo trimestre de 1996 tiende a favorecer una salida centrada en el dinamismo exportador, la baja capacidad de generación de empleo de este último no permite abrigar demasiadas esperanzas respecto de la modificación en la elasticidad empleo-producto de la economía argentina. Varios elementos abonan esta consideración. Luego de las transformaciones económicas vividas, las características del núcleo exportador son las siguientes: a) Fuertemente concentrado en un número reducido de firmas b) Más del 70 % de las exportaciones observan un marcado sesgo primario (agro, energía y manufacturas de origen agropecuario) con un débil impacto en términos de generación de empleo. c) Las exportaciones industriales son dominantemente capital-intensivas y, por ende, tampoco generan, de manera directa, demasiado empleo. d) El proceso de apertura profundizó la sustitución de proveedores locales por oferentes extranjeros. Por ende, las firmas exportadoras articulan su dinamismo hacia el exterior y no hacia el conjunto económico local. Tenemos así dos economías, una que funciona y otra que permanece estancada. Esto debilita el impacto en términos de generación de empleo indirecto del dinamismo exportador. e) La concentración de las exportaciones en sólo tres provincias supone el desplazamiento de buena parte de las economías regionales. Así, el 83 % de las MOA salen de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, con el 86 % de las MOI ocurre lo mismo e idéntico comportamiento exhibe el 66 % de los recursos primarios que se exportan. f) Más allá de los puntos expuestos, debe consignarse también que un crecimiento del PBI centrado en la exportación de productos primarios tiene múltiples límites para sostenerse sin fuertes oscilaciones en un mundo signado por el cambio tecnológico.

11 11 g) Ni se ha tomado en cuenta en estas proyecciones los límites que a un crecimiento permanente en el tiempo impone la elevada dependencia financiera que exhibe nuestra economía. En función de lo expuesto, la conclusión es obvia. Difícilmente la Argentina modifique su elasticidad empleo-producto si no median rectificaciones expresas del rumbo productivo que ha impuesto el modelo en vigencia. De no mediar esta circunstancia, la desocupación dentro de diez años nunca sería menor al nivel actual y podría alcanzar cifras cercanas al 27.6 %. En tanto esto sea así y entendiendo que la desocupación es la expresión de una degradación más global del mercado laboral (tal cual se exhibió en el punto I de este informe), el total de personas con problemas laborales podría seguir creciendo en el futuro argentino partiendo de los alarmantes niveles ya expuestos. Estableciendo algunas relaciones elementales, surge que si para una tasa de desocupación del 18 % la gente con problemas ocupacionales se ubica en un % de la PEA, los problemas ocupacionales podrían llegar a afectar al 79 % de la población. De más está decir que en este escenario la instrumentación de políticas sociales para atacar situaciones de pobreza extrema pueden llegar a resultar directamente irrelevantes. Así las cosas, una estrategia seria frente al desempleo y la pobreza, exige la modificación del paradigma productivo que hoy exhibe la economía argentina y, simultáneamente, políticas específicas para atender el desempleo.

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