LAS 7 OBRAS DE MISERICORDIA CORPORALES

Transcripción

1 7.-Enterrar a los muertos Sepultarlos no significa olvidarlos, por el contrario, esta obra de misericordia corporal nos lleva a la obra de misericordia espiritual que nos invita a rezar por los vivos y los muertos. Al enterrarlos no debemos olvidar que es nuestro deber mantener sus sepulturas en buen estado, pues en ellas se contienen los restos mortales de aquellos que fueron Templo del Espíritu Santo. Acompañar en el duelo a los familiares y amigos. Asistir al funeral. Debemos saber estar junto al que sufre en estos momentos de profundo dolor para dar esperanza. Saber hablar y guardar silencio, junto con la oración son el mejor medio para acompañar en el dolor. (Leer Tob 1, 17; 12,12s; Jn 5, 25-28) Preparar comida para la familia del fallecido y cuidar a los niños. Ofrecer Eucaristías por su eterno descanso Consolar a los que sufren Limpiar y disponer desinteresadamente de lo que deja un pariente fallecido. Acompañar y animar a las personas que se están recuperando de las diversas adicciones con sabor a muerte (juego, alcohol, sexo, droga, etc ) 6.-Visitar a los encarcelados En los centros de reclusión muchos de nuestros hermanos sufren la soledad y la indiferencia. La fe en Jesús nos llama a llevarles, no solo cosas materiales, sino el cariño de toda la comunidad a cada uno de ellos, para que se sientan parte del rebaño del Único Pastor. Significa también defender y rescatar a los inocentes y secuestrados. Escribir cartas a un familiar o a un amigo preso o a alguien del barrio o vinculado a nuestra Parroquia o Cáritas parroquial. Enviarle paquetes (si es permitido) con cosas básicas: jabón, dulces, libros, dulces Estar al pendiente de los padres, esposa e hijos del preso.

2 Trabajar por la reinserción de presos y de los que están prohibidos o desajustados por cuestiones de droga u otras adicciones. Liberar de todo tipo de opresiones. Denunciar el maltrato, los abusos, las violaciones de los derechos humanos, las injustas fronteras asesinas. 5.-Visitar a los enfermos Nuestros hospitales están llenos de enfermos olvidados por sus familiares, o bien, personas que por lejanía con el centro hospitalario, no reciben visita alguna. Es bueno dar dinero para los necesitados, pero qué bueno es darnos nosotros mismos. Compartamos de nuestro tiempo con ellos y llevémosles una palabra de aliento, un rato de compañía a esos cristos en su monte de los olivos. Se trata de una verdadera atención a los enfermos y ancianos, tanto en el aspecto físico, como en hacerles un rato de compañía. El mejor ejemplo de la Sagrada Escritura es el de la Parábola del Buen Samaritano, que curó al herido y, al no poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados que necesitaba a otro a quien le ofreció pagarle. a tener en cuenta: Llevar un enfermo al médico. Estar pendiente de sus citas médicas. Ir a la farmacia y comprar las medicinas. Tomarle la temperatura o la presión sanguínea. Llevarle a terapia física. Visitar a familiares o amistades en el hospital o asilo. Visitar a personas solas o ancianas. Participar en la Pastoral de la Salud de la Parroquia. Implicarse en el cuidado de enfermos mentales y terminales, así como gestionar los apoyos sociales para ancianos y personas que están solas. 4.-Dar posada al peregrino Existen muchos inmigrantes que esperan nuestra ayuda para poder vivir dignamente junto a su familia, ayuda que debe hacerse presente en toda forma y a todo momento. Recordemos que esos hermanos desposeídos son Sagrarios del Espíritu Santo que merecen al menos una Tienda de Encuentro con el amor Divino.

3 Acoger al extranjero. Prejuicios, falsos cuidados y sospechas hacen que tengamos miedo a que nos quiten lo que tenemos, a que nos engañen Practicar la hospitalidad es un signo de fraternidad. No temer comprar en tiendas de personas de otras culturas. Superar distanciamientos. Ofrecer el empadronamiento a personas sin techo; establecer pisos solidarios para acoger a desahuciados y sin techo. Combatir la pobreza y la xenofobia uniéndose a entidades ONG,s que defienden los derechos de los marginados. Hacer buen uso de nuestras viviendas. Posibilitar el alquiler de aquellas vacías. No especular. Acompañar a las familias endeudadas en la negociación y refinanciación de las deudas con entidades bancarias; también renegociar el pago de las deudas por alquiler, o por servicios de agua, luz, gas, etc... Desarrollar la interculturalidad, la convivencia y la acogida fraterna, así como denunciar (si fuera necesario), las situaciones de injusticia que se viven a nuestro alrededor. Establecer, también, un servicio de atención y apoyo psicológico y emocional a personas víctimas directas de la crisis. Acoger a los refugiados sin tantos miedos paralizadores. Dar tiempo y espacio al nuevo bebé (nieto, sobrino o primo). Aceptar hijastros. Aceptar a los yernos, nueras, suegros y sus familias. Dar la bienvenida a los nuevos vecinos. Alojar a los padres, abuelitos o tía soltera y anciana 3.-Vestir al desnudo A menudo nos encontramos con hermanos que están vestidos con harapos o bien se encuentran desnudos, viéndose disminuida su dignidad de hijos de Dios. Ayudémosles a recobrarla brindándoles una vestidura limpia y respetable, que les permita reencontrar al Señor en la bondad de los demás. En la carta de Santiago se nos anima a ser generosos: Si un hermano o hermana están desnudos y carecen de sustento diario, y alguno de vosotros le dice: Id en paz, calentaos y hartaos, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, de qué sirve? (St 2, 15-16)

4 Regalar nuestra ropa en buen estado Colaborar con los roperos de Cáritas u otras entidades que faciliten ropa a los transeúntes y personas carentes o sin techo Lavar la ropa de la familia. Limpiar zapatos. Planchar. Comprar solo la ropa necesaria o remendarla Cambiar los pañales a los pequeños Debemos recordar que la ropa y los zapatos de quienes andan descalzos y desnudos están en muchos de nuestros armarios. Estas tres primeras se complementan y se refieren a la ayuda que debemos procurar en alimento y otros bienes a los más necesitados, a quellos que no tienen lo indispensable para poder comer cada día. Jesús, según recoge el evangelio de san Lucas recomienda: El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene, el que tenga para comer que haga lo mismo 2.-Dar de beber al sediento Con cuántas ganas nos bebemos un vaso de agua fresca luego de recorrer un largo trecho para calmar nuestra sed. Cuántas veces pensamos en nuestros hermanos que no tienen un lugar donde beberlo? Pensemos en aquellos que enferman porque deben calmar su sed con agua contaminada, aquellos que mueren de sed porque otros la desperdician, incluso Jesús, en su trance de muerte, sintió sed y lo exclamó con tanta vehemencia, que un soldado romano le acercó una esponja con hiel y vinagre para que la calmara. Somos nosotros peores que ese soldado romano como para negar agua al sediento? Conservar agua al ducharse o cepillarse los dientes No dejar secar nuestras plantas o árboles Evitar contaminar de cualquier manera dada su importante repercusión en la climatología, las lluvias y el equilibrio ecológico Ser sensibles a la importancia de la lluvia, al cuidado y respeto de los mares y ríos

5 Defender la justa distribución del agua 1.-Dar de comer al hambriento Jesús nos llama a compartir con el necesitado cuando nos dice: El que tenga dos capas dé una al que no tiene, y el que tenga alimento, comparta con el que no (Lucas 3, 11) Al compartir nuestro alimento, no solo les llenamos el estómago a nuestros hermanos necesitados, sino que les mostramos el amor de Dios que no los deja desfallecer. Estar atentos a donar comida a Cáritas o Bancos de Alimentos Colaborar con el comedor infantil tanto como voluntario como en la asignación de cuotas Revisar el tema de mi capacidad de compartir, de mi uso del dinero, de si mi bolsillo ha de dejarse también evangelizar Apadrinar algún niño. Colaborar con ONG,s destinadas a paliar el hambre y la miseria Optar por la Comunicación Cristiana de bienes No solo se trata del pan y del agua en sentido físico. Debemos llenar los estómagos de todas las criaturas, pero también la mente y los corazones. Los pobres deben ser los primeros destinatarios del Evangelio. Leer Mt 6, 9-13 y Lc 11, 1-4 Ir de compras al supermercado aliviando la carga de quien lo suela hacer en la familia Preparar la comida. Empaquetar los almuerzos para el trabajo y la escuela. Estar en actitud de servicio y humildad en todo lo que concierne a la mesa y la comida Levantarse de noche para preparar el biberón

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