Mario Payeras, las razones de su pasión política

Transcripción

1 gazeta INFORMES gazeta I. Palabras iniciales Una de las últimas empresas que Mario Payeras acometió fue la revista Jaguar Venado. Lo acompañaron en ésta última quimera, Gilberto Castañeda, quien fuera decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos de Guatemala, el viejo sindicalista y revolucionario José Alberto Cardoza y Jorge Grijalva. Quiero mencionar aquí que fueron Gilberto Castañeda y José Alberto Cardoza quienes acompañaron a Mario en los últimos momentos de su existencia. Por diversas razones ellos no pueden estar aquí en este homenaje, pero me han pedido enviar un saludo a los organizadores y participantes del mismo, al público que ahora se hace aquí presente y en especial a las familias de Mario, la familia Payeras y la familia Colom, en especial a don José León padre de Mario y a Yolanda, su compañera. Para mí en lo personal, es un gusto saludar al hermano de Mario, Carlos Payeras, a quien no veía desde hace veinte años, cuando éramos colegas en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos. II. De los actos como las más grandes obras filosóficas Prisionero en una de las cárceles fascistas, Antonio Gramsci, el dirigente comunista italiano y uno de los grandes teóricos innovadores del marxismo, llamó a esta corriente de pensamiento político la «filosofía de la praxis». El nombre no era solamente una manera de evadir la censura de sus carceleros a efecto de que pudieran sobrevivir sus notas, las que después serían llamadas Los cuadernos de la cárcel (Gramsci, 1975). Además de este motivo, que hizo que el brillante dirigente político disfrazara nombres de personas, de hechos y hasta de organizaciones, había una razón más profunda. Gramsci era particularmente sensible a las apreciaciones que Karl Marx hiciera en sus Tesis sobre Feuerbach (Marx y Engels, 1971), particularmente aquella que sentenciaba que hasta el momento los filósofos solamente se habían contentado con interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trataba era de transformarlo (Loc. Cit., p. 403). La mediación mutuamente transformadora entre el ser humano y la naturaleza y la sociedad era la praxis. Partiendo de este criterio, en algunos pasajes de Los cuadernos de la cárcel, Gramsci dijo que algunas personalidades habían hecho con sus actos políticos de transformación, las «más grandes obras filosóficas». Al iniciar esta reflexión sobre la visión política de Mario Payeras, recordé lo que sabía de sus años mozos, de su inclinación hacia la filosofía, de cómo había

2 hecho de esta disciplina su vocación más temprana, primero en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos de Guatemala y luego en la Universidad de Leipzig en Alemania. Fue Mario Payeras un hombre culto en materia filosófica, su formación continuó durante toda su vida, pese a que en 1968 abandonó las aulas universitarias para incorporarse a la lucha por la transformación de su patria. Pero no es su formación filosófica, sino su trayectoria política y los efectos que esta tuvo, lo que ahora me hace recordarlo como filósofo en el más estricto sentido gramsciano. Mario fue parte de aquella legión de hombres y mujeres que, parafraseando a Gramsci, hicieron con sus actos las más grandes obras filosóficas. Y si hoy lo recordamos es porque en él se encuentra personificada una de las más notables síntesis de la teoría y de la praxis que puede encontrarse en todos aquellos que han buscado la transformación revolucionaria de Guatemala. Así, es imposible desvincular de su práctica política, su creación literaria, su visión ecológica (Payeras, 1993) y su reflexión con respecto a la cuestión étnica. Me atrevería a decir que es esta práctica política el motor de la voluntad creadora y de la capacidad cognoscitiva que subyace en los otros aspectos de su pensamiento. Esto es definitivo: la política se encuentra detrás de su indagación con respecto a lo humano y la naturaleza, de su percepción de la identidad de los pueblos de Guatemala, de la búsqueda de la belleza literaria. Acaso es posible pensar en el intelectual preocupado por la cuestión ecológica y la cuestión étnica sin su larga travesía guerrillera por las selvas del Ixcán? Es posible desvincular esta travesía de la concepción de lo humano y lo natural que está presente en El mundo como flor y como invento (Payeras, 1987)? Y su paso por el combate urbano a la dictadura guatemalteca acaso no impregna la concepción que se formó con respecto del Estado y de la política en Guatemala? Hoy que Mario Payeras se ha ido y se le empieza a evocar y se comienza a construir su imagen póstuma, cabe insistir que él fue ante todo un revolucionario de vocación socialista. Como él mismo lo diría en alguno de sus poemas, si bien su proeza más grata fue besar la boca de las muchachas en flor, su verdadero oficio fue defender con la vida la puerta que resguarda la libertad de la especie. III. La pluma y la espada Con las anteriores precisiones puede ubicarse la obra política de Payeras, en su más estricto

3 sentido. Esta se encuentra en las reflexiones que él hizo para decirlo con las palabras de Kautsky sobre el camino del poder para la izquierda en Guatemala. No es de extrañar que en un país como la Guatemala que él vivió, en el que una dictadura militar ahogó a sangre y fuego las posibilidades para las fuerzas del centro y de la izquierda, el camino del poder y de la transformación se hubiese planteado en el ámbito de la violencia. Por ello mismo, buena parte de las reflexiones de Mario en lo que se refiere al camino del poder, están ubicadas en las relaciones entre guerra y política. Quizás para entender en toda su profundidad estas reflexiones, hubiera que acometer primero una tarea de indagación histórica imposible de hacer el día de hoy: la reconstrucción de la historia de la izquierda revolucionaria en Guatemala desde 1954 hasta el momento actual, esa historia clandestina llena de miserias y grandezas, de mártires visibles y anónimos y también de héroes oscuros [1]. Hay en el país, por razones obvias, mucho desconocimiento sobre este tema. Pero para los propósitos de esta exposición, contentémonos con hacer alguna exploración sobre el pensamiento propiamente político de Mario Payeras sin reconstruir su contexto entero. Mario formó parte de aquella generación que vio frustrado el intento de transformación social iniciado por la Revolución de Octubre de Que también fue influida y estimulada por el triunfo de la Revolución cubana en enero de A partir de estos dos hechos y de las experiencias revolucionarias en otras partes del mundo, Payeras y muchos otros más iniciaron el camino que habría de desembocar en la conclusión de que la violencia era una necesidad ante la asfixia que generaba el sistema dictatorial que se desarrolló a partir de la contrarrevolución de Fonseca y sus seguidores harían lo mismo desde principios de los sesenta en Nicaragua, mientras en El Salvador tal conclusión tendría sus efectos hasta Podemos distinguir en el pensamiento político de Mario Payeras dos etapas al menos: la primera que se gesta desde fines de los años sesenta y que se plasmará en los setenta en su esencial aporte a la formulación de la línea militar del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y en su labor de dirección en la construcción de los frentes noroccidentales de dicha organización. Su épico testimonio Los días de la selva (Payeras, 1984), estará asentado en este primer momento. La segunda etapa, probablemente inicie en , a partir de la evaluación de los efectos que la contrainsurgencia ha tenido en el escenario político guatemalteco. Será este análisis pletórico de autocrítica el que lo conducirá al camino de la

4 disidencia y a la fundación, en 1984 junto a otros cuadros del EGP, de una nueva organización que más tarde llevará el nombre de Octubre Revolucionario. Podemos rastrear este ajuste de cuentas consigo mismo y con el proyecto político del cual él fue uno de los principales formuladotes, en su libro El trueno en la ciudad (Payeras, 1987) y su colección de ensayos políticos que lleva por título Los fusiles de octubre (Payeras, 1991). Puede decirse que el gran mérito de Mario Payeras fue el haber captado con lucidez tendencias del movimiento revolucionario así como sus posibilidades e imposibilidades, y haber sistematizado estas experiencias y percepciones convirtiéndolas en la materia prima de toda su creación. No fue el único que lo hizo, ni tampoco las ideas que se plasman en sus trabajos fueron su reflexión exclusiva. En ese sentido, Mario fue portavoz de tendencias sociales, de colectivos de opinión, aunque también organizador de las primeras y formador de los segundos. Tal vez la diferencia radique en que Mario Payeras fue el que de manera más destacada difundió un saber que nacía de la práctica colectiva de importantes segmentos del movimiento revolucionario. Acaso también sea que en Mario la vocación revolucionaria fue polifacética: así lo veremos como dirigente político, militar revolucionario, cuentista, poeta, ecologista y ensayista sobre diversos temas. Es evidente que pertenecía a la estirpe de seres como el general mexicano Ignacio Manuel Altamirano, quien ejerció en siglo XIX las artes de la guerra contra los conservadores y contra la invasión francesa, en la esfera de la política se perfiló como admirable ideólogo liberal y en el terreno de las letras, se convirtió en su país uno de los exponentes más destacados del romanticismo. III. El incendio y el horror La concepción política-militar en la que Mario Payeras participó como importante formulador y organizador tuvo efectos políticos notables. Puede decirse que su organización, el EGP, junto al trabajo de otras organizaciones revolucionarias como las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) y la Organización del Pueblo en Armas (ORPA), generaron el levantamiento campesino indígena más notable en la Guatemala del siglo XX. Este levantamiento llevó al Estado y a la sociedad en Guatemala a un estremecimiento tan formidable, que hoy puede decirse que el país nunca volvió a ser el mismo que el de antes de dicha sublevación. Cuatro eran los planteamientos centrales de la línea militar de la cual Payeras fue importantísimo formulador: la organización revolucionaria no debía ser un partido sino una organización que resolviera la contradicción entre lo político y lo militar (la organización

5 político-militar); el campesinado indígena debía ser la fuerza motriz principal de la revolución; la implantación guerrillera debía iniciarse en territorios con débil presencia enemiga; la guerrilla rural no debía depender del suministro citadino. El país fue dividido en tres planos estratégicos (la montaña, la ciudad y el llano) y las etapas de desarrollo de la guerra irían de la implantación, a la generalización de la guerra de guerrillas hasta la disputa de masas, terreno y poder local (Payeras, 1991, pp ). En esta concepción la lucha armada guerrillera era el eje de la concepción estratégica y el factor militar el decisivo en última instancia (Ibid.). Esta concepción, que como él mismo lo dijo no se llevó con exactitud a la práctica, sería una de las que influiría en una expansión guerrillera sin precedentes en el país y, lo que resultó más notable, en la aparición del campesinado indígena como un actor político nacional. La implantación de un puñado de guerrilleros en 1972 (entre los cuales se encontraba el propio Mario) en las zonas selváticas y serranas de los Cuchumatanes en Quiché, se convertiría, a fines de la década, en un acelerado y masivo desarrollo guerrillero en todas las zonas montañosas del noroccidente del país. La presencia de las otras organizaciones guerrilleras expandiría la guerra de guerrillas hacia tres cuartas partes del país. En lo que también fue la irradiación de los efectos de la revolución nicaragüense por toda Centroamérica, Guatemala presenció un incremento notable del accionar guerrillero. Según recuentos que pude hacer con base en las noticias publicadas en los principales periódicos del país (Figueroa Ibarra, 1991), si en 1979 se habían observado 179 acciones de diverso tipo, tal número se incrementaría a 500 en 1980 y llegaría a 932 en El estremecimiento también se observaría en los cascos urbanos: a la agitación de masas por sus reivindicaciones le siguieron formas de lucha paramilitares y una radicalización en la confrontación con el terror estatal que se fue incrementando. A fines de 1978 empezaba a ser evidente que Centroamérica se encaminaba hacia el estallido revolucionario. El asesinato de Chamorro en Nicaragua había desencadenado en dicho país una situación revolucionaria y en El Salvador y en Guatemala la inestabilidad política se incrementaba. Para los estrategas de la contrainsurgencia había llegado el momento del terror profundo. Este comenzó a partir de 1978 con el asesinato colectivo de dirigentes populares sobre todo en los cascos urbanos, en 1979 se expandió con el terror ejercido en contra de activistas y líderes de los partidos de centro-izquierda, para llegar a un

6 momento climático en Si bien el terror estatal se observó en las áreas rurales desde esos años, particularmente en Quiché, no fue sino hasta 1981 cuando se empezó a observar de manera sostenida (Figueroa Ibarra, Op. Cit.). Según Mario Payeras, a partir de aquel año, el factor militar se convirtió en el decisivo. El golpe de Estado de 1982, que llevó al poder a Ríos Montt, fue un hito político que transformó al terror en una expresión más integral. Además de las masacres y asesinatos selectivos que originaron la muerte de guatemaltecos en 17 meses, que originaron refugiados (principalmente en México) y que desplazaron internamente a un millón de personas, el Estado apareció en las zonas insurgentes en las cuales antaño su presencia había sido casi nominal: la proliferación de caminos, la expansión de las patrullas de autodefensa civil, la creación de las coordinadoras interinstitucionales, la utilización del protestantismo reaccionario, las aldeas modelo y los polos de desarrollo, el reformismo contrainsurgente, la proliferación de bases militares en todo el territorio nacional (Ibid.) serían las armas contrainsurgentes que inclinarían el desenlace militar a favor de la contrainsurgencia (Payeras, 1991). IV. La desgarradora ruptura Alguna vez en el contexto de una discusión política le escuché a Mario Payeras repetir aquel refrán que dice que a grandes males grandes remedios. Sería esta lógica la que lo llevaría, junto a un grupo de militantes del EGP, a encabezar una ruptura política que en un principio se vio como un simple fraccionamiento. El tiempo fue clarificando que tal ruptura no era solamente con una organización, sino una de mucho mayor envergadura. Si uno analiza los textos escritos por Mario entre 1984 y 1986, advertirá que tal ruptura implicaba la crítica implacable de todas las concepciones dominantes en la izquierda guerrillera guatemalteca. Una vez más expresando el sentir y pensar de una corriente política que iba mucho más allá de él, Mario Payeras encarnaba la ruptura brutal y desgarradora con un pasado de casi un cuarto de siglo. El comandante Benedicto, el segundo de a bordo de la organización guerrillera más eficaz del momento, el principal formulador de la línea militar de la misma, el organizador de los frentes noroccidentales (es decir del principal escenario donde se jugaba la sobrevivencia de la dictadura) se atrevía a decir que la estrategia de la cual él fue uno de los diseñadores había sido derrotada por la contrainsurgencia. A partir de esta sustancial conclusión, Payeras inició una revisión crítica de todas las

7 revoluciones o movimientos insurreccionales victoriosos en diversas partes del mundo y en la propia Guatemala. Así, en Los fusiles de octubre es posible encontrar reflexiones sobre la revolución rusa, china, cubana, nicaragüense y sobre la guerra de Vietnam. Y también ensayos sobre hechos sustanciales de la historia de Guatemala como la Revolución Liberal de 1871, la insurrección unionista de 1920, la Rrevolución de Octubre de La conclusión general de la revisión de todas estas experiencias fue la de que en ellas el desenlace militar fue precisamente eso, el resultado de una laboriosa o vertiginosa acumulación política. En su ensayo acerca del foco guerrillero, Mario Payeras aparece implacable en su reflexión: pese a sus autocríticas la insurgencia en Guatemala no había logrado salir de la lógica foquista que le asignaba al núcleo guerrillero el papel de generar toda la agitación política que conducirá a la revolución. El proyecto del EGP tuvo esta matriz y lo mismo puede decirse del resto del movimiento insurgente (Payeras, 1991, especialmente pp ). El planteamiento de Payeras invierte y subvierte todo el razonamiento que ha animado al movimiento guerrillero: lo político precede a lo militar, lo militar debe ser el resultado de una acumulación política de fuerzas, la organización revolucionaria debe ser política y si las condiciones lo exigen debe asumir su rol militar, la acumulación política debe hacerse en las zonas neurálgicas del capitalismo guatemalteco (los cascos urbanos, la región paracentral y la costa sur), el prever un desenlace violento no implica el construir desde el principio la organización revolucionaria como una organización militar ni centrar el esfuerzo revolucionario en acciones militares, la lucha armada no debe ser criterio esencial de definición ideológica para la organización revolucionaria. Poco más de dos décadas atrás, en un documento emitido en marzo de 1972 y que fuera conocido como el «reajuste táctico», la dirección histórica del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), la misma que sería asesinada por el gobierno de Arana en septiembre del mismo año, llegaría a similares conclusiones al evaluar la experiencia guerrillera de la década de los sesenta. Naturalmente en los textos de Mario Payeras y en los que fueron suscritos por la organización que él fundó, las conclusiones aparecen con la ventaja de una experiencia histórica y una experiencia militar que la dirigencia histórica del PGT no llegó a tener. Sin embargo, además de los elementos anteriores, existe un elemento común: la reflexión con respecto a lo que debe ser el camino más efectivo para lograr la ruptura revolucionaria del orden establecido.

8 Al parecer Mario mantuvo hasta el final los ojos puestos en ese momento. Conservo con gran afecto el ejemplar de Los fusiles de octubre que me regaló. En una dedicatoria que él me escribió en enero de 1992 dice: «con el aprecio de siempre, esta teoría de una flor que todavía no nace». La obra propiamente política de Mario, al menos la que ha sido publicada hasta el momento, conserva este sueño y es este sueño el que recupera de todas las experiencias históricas que analiza. V. El héroe y su tragedia La cuestión que hoy se plantea a la izquierda guatemalteca es si este sueño rupturista es una posibilidad objetiva. Dándole implícitamente la razón a Mario Payeras en su apreciación sobre los logros contrainsurgentes, la URNG transitó del apetito rupturista al camino de la solución negociada. Al igual que en El Salvador, en Guatemala la guerra pasó del anhelo de la repetición de la experiencia sandinista de conquista del poder a través de la ruptura revolucionaria, a una realista presión bélica que busca lograr un acuerdo que siente las bases de una transición democrática, en la que la URNG sería la parte más importante de una oposición de izquierda. Más que hacia la ruptura del orden establecido, hoy la URNG se encamina hacia ser una fuerza sistémica, aunque sea la parte del sistema que buscará cambiar al sistema. No hay condena ni alabanza en esta apreciación, solamente constatación de lo que será el saldo del siglo XX en Centroamérica. Pronto acaso será en 1996?, veremos aparecer a la izquierda insurgente guatemalteca en el terreno de la legalidad. La veremos con sus grandezas y con sus miserias, con sus sombras y con sus luces. La veremos transitar de sus tiempos heroicos a aquellos en que la acumulación de un caudal electoral deberá ser uno de sus objetivos. La veremos actuar como ya ha sucedido en Nicaragua y en El Salvador, en un medio político en el que las alianzas oportunistas, los pactos convenencieros, el olvido de los principios y aún la corrupción son el pan de cada día. En un medio en el que abundan los individuos de acción que alguna vez retratara Goethe, cuando dijo que «el individuo de acción es desleal; solamente el contemplativo tiene conciencia» (en Weber, 1979, p.93). En un medio, en fin, en el que como lo dijera el gran ideólogo del sistema político mexicano, Jesús Reyes Heroles, «los amigos son de mentiras y los enemigos de verdad». Cuando recuerdo a Mario Payeras y a su verticalidad, cuando evoco su ascetismo cotidiano, su gusto por los principios, su afección por las regularidades, me es muy difícil imaginarlo

9 haciendo política en un medio en el que el cinismo impera. Quizás, tan aolo quizás, con todo el dolor que nos ocasiona su partida, se ha ido en el momento en el que se tenía que ir. Mario pertenecía a los tiempos heroicos, a la especie de los seres humanos, que como dijera Max Weber cuando hablaba de la política como vocación, contribuyen a conseguir lo posible porque siempre luchan por lo imposible (Weber, 1973, p. 244: 1984, 178). Acaso por ello también fuera parte de todos aquellos para los cuales la vida es demasiado corta para el tamaño de sus sueños. Como él mismo lo escribió en uno de sus poemas: Es cierto que los días que habremos de vivir nunca serán suficientes sobre todo si nuestros actos son mayores que las palabras que digamos. Mayo de 1995, en el centenario de la muerte de José Martí. (Discurso pronunciado durante el acto de homenaje póstumo a Mario Payeras realizado en la ciudad de Guatemala, el viernes 26 de mayo de 1995, en la sede de la Asociación de Periodistas de Guatemala.) Por Carlos Figueroa Ibarra [1] Esta afirmación, que resultaba válida en 1995, ya no lo es en Han aparecido ya ensayos sobre la historia del movimiento revolucionario desde 1954 a En la actualidad la sede de Flacso en Guatemala ha propiciado la elaboración de una historia contemporánea de Guatemala la cual incluye varios trabajos sobre la historia del movimiento revolucionario guatemalteco (CFI). Bibliografía a. Figueroa Ibarra, Carlos. El Recurso del Miedo. Ensayo sobre el Estado y el Terror en Guatemala. EDUCA, San José, Costa Rica b. Gramsci, Antonio. Los cuadernos de la cárcel. El Materialismo Histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Juan Pablos Editor, México D.F c. Marx, Kart y Friedrich Engels. Obras escogidas. (Vol. II). Editorial Progreso, Moscú 1971.

10 d. Payeras, Mario. Los días de la selva. Editorial Nuestro Tiempo, México D.F e. Payeras, Mario. El trueno en la ciudad. Episodios de la lucha armada urbana de 1981 en Guatemala. Juan Pablos Editor, México D.F f. Payeras, Mario. El mundo como flor y como invento. Joan Boldo i Clement, Editores. México D.F g. Payeras, Mario. Los fusiles de octubre. Juan Pablos Editor, México, D.F h. Payeras, Mario. Latitud de la flor y del granizo y otros escritos sobre el medio ambiente mesoamericano. Serie Centroamérica. Gobierno del Estado de Chiapas, Consejo Estatal de Fomento a la Investigación y Difusión de la Cultura, DIF-Chiapas, Instituto Chiapaneco de Cultura. México i. Weber, Max. Ensayos sobre metodología sociológica. Amorrortu Editores, Buenos Aires, j. Weber, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. La red de Jonás, Premia Editora, México D.F k. Weber, Max. El político y el científico. Alianza Editorial, Madrid, Fotografía principal proporcionada por Yolanda Colom.