LA VIDA MUERTA MARTÍN SOTELO

Tamaño: px
Comenzar la demostración a partir de la página:

Download "LA VIDA MUERTA MARTÍN SOTELO"

Transcripción

1

2 LA VIDA MUERTA MARTÍN SOTELO

3 a Daniel Carrillo

4 I. Barbarroja El cielo rosa humedecía la ciudad de Argel. El pirata renegado Barbarroja imaginaba ríos de sangre cristiana anegando las calles al otro lado del mar, en su antigua, odiada patria. Mientras esta visión le fanatizaba los ojos, en los baños se oían los arañazos de los cautivos, el rumor de pactos y sobornos, sodomías, súplicas, el tintineo de monedas... Cuando las letras empezaron a diluirse en la página, el barquero plegó hacia arriba el ala de su sombrero de paja, lo deslizó hasta la nuca, cerró el libro y, poniéndose en pie, empuñó el remo largo. La vio entonces sobre el muelle musgoso y resquebrajado, como una aparición surgida del vuelo de la noche, no tan desdibujada ni tan inmóvil como sugerían la distancia y las sombras. Sabía que un anochecer como aquel la vería esperándolo con el anhelo casual de una fuga necesaria y pasajera y un motivo concreto oculto en 4

5 algún resquicio de su cuerpo destemplado, rígido en la cita con el deseo. Y la oyó decir: Quiero cruzar el río. El barquero clavó la hoja del remo en el filo de la ribera. Había envejecido sin probar la utilidad del oficio, desde que su padre, a su muerte, le dejara en herencia aquella barcaza vieja y aquel trozo sucio de río entre dos lindes; también, al lado, la mole del puente que los intimidaba con su altura de hormigón. La mujer asomó unos billetes, excesivos, y se los tendió. Después aplazó el barquero. Ella volvió a guardar el dinero en el bolso. Cuando levantó la cabeza se encontró con la mano tendida del barquero para ayudarla a subir. Gracias sonrió ella, y al estirar la pierna se le abrió el abrigo, dejando al descubierto las ligas. Siguió avanzando hasta el extremo opuesto de la embarcación, como si al enfrentar con la mirada la otra orilla acelerara el arribo. El remero observaba el aspecto aterido de la anhelada viajera, su espalda de abrigo negro, los altos tacones sobre los que se sostenía mejor que si hubiera ido descalza, su melena escarlata encendida por el crepúsculo; franqueaba la frontera con el aire imprevisible de quien se ha perdido en otras tierras durante demasiado tiempo y al fin ha encontrado el camino de retorno, o como quien 5

6 cumple una rutina que empieza al retirarse el día, con ese eufórico estrago que imponen los placeres eventuales, el forzoso y solapado tránsito hacia una mala costumbre. De pronto la vio girarse para decirle: Desde arriba parecía más pequeño como si se arrepintiera. Temiendo no volver a verla, que ella se convirtiera en todo el mundo y, en adelante, de haber otras ocasiones, eligiera el puente, el barquero agarró con más fuerza el remo y trató de intensificar el braceo que los conducía al otro lado, acordándose de cuando era niño y miraba con asombro las caras adustas de mujeres y hombres fronterizos, la barca llena de valijas y cestos de mimbre, dentro de los cuales imaginaba paquetes de tabaco y botellas de alcohol, pistolas y lingotes de oro. No era extraño que los viajeros pagaran el traslado no con monedas, sino sacando de aquellos cestos o maletas alguna botella de vino, longanizas o cigarrillos, peaje que su padre agradecía efusivamente: «Mejor que el dinero. Dinero, para qué». Y los gusanos en su tumba aún estarían festejando el atracón de grasa, nicotina y alcohol, y a él, a su hijo, qué le había dejado?: el recuerdo de rostros huraños y de cerradas conversaciones, una madre que ejercía de viuda, el aburrimiento, el letargo de las tardes leyendo al pairo en el río, la contemplación de las dos orillas vacías, un embarcadero de madera po- 6

7 drida que desde la construcción del puente nadie usaba, devorado por ramas y vegetación parásitas, y por supuesto aquella vieja barcaza quejumbrosa que le servía más para tomar el sol y leer tranquilo sobre el ondear de las aguas que para trasladar clientes. Perniabierto en la popa, sudoroso, miraba la enconada espalda de la mujer de negro, preguntándose adónde iría tan sola, sin sol, abrigada, digna, emputecida, qué o quién la esperaba al otro lado. Y cuando al fin llegaron y la barca se remansó en el recodo de la ribera, ella dio las gracias, pagó el viaje y adelantó igualmente el dinero del de vuelta. Pero yo... balbució el barquero. Sí, lo sé le agarró la mano ella. Supongo que a esas horas ya no trabaja; estará en la cama cumpliendo con su esposa, o cuidando la respiración de sus hijos. No es eso, es que... Solo esta noche. En la mano yerta que le tenía asida, ella agregó más billetes. Sobre las cuatro. Para estar de vuelta antes del amanecer. Y la vio remontar las dunas, confundirse en la espesura de los arbustos y entre los árboles, perder un zapato y volver en su busca palpando la noche... 7

8 II. El paciente La mayoría de la gente no sabe lo que dice ni lo que hace ni por qué lo hace, pensó el doctor Dangel observando al paciente cuellicorto, mofletudo y sudoroso que se eternizaba al otro lado de la mesa, perdida la vista en una casilla negra del suelo ajedrezado de la consulta. Miedo al miedo. Exacto. Un psicólogo. Él sabrá entenderle mejor. Ya. El paciente no mostraba voluntad de irse; tenía delante la prescripción médica (unos ansiolíticos para ir tirando) y ni siquiera había hecho amago de tocarla. A qué esperaba allí sentado como un pasmarote, con su patética pose de víctima? Miedo, sí, miedo a todo, a la cama, a la noche, al silencio, al pensamiento enredándose, a los demás y a uno mismo, miedo de tener miedo y al hecho simple de haber nacido y respirar. Un psicólogo, él sabría. «Porque yo no comprendo la angustia en la insig- 8

9 nificancia; no me hago cargo de aburrimientos, dudas, chascos o decepciones, no concibo poses ni cuitas, alegrías desmedidas ni hundimientos. Respiro el mismo aire que usted no por obligación mía (es lo que me exonera), sino de la misteriosa casualidad que me puso aquí, enfrente de usted, preguntándole como si me interesara, hablándole como si supiera de lo que hablo, sintiéndome poderoso por manejar dosis, períodos, hábitos, histerias, menudos y calculados martirios. Ni siquiera es cansancio. Cómo decirle. Ánimo de desaparecer, de nunca haber sido nadie, de no haber dejado huella ni semilla entre los hombres, no compartir ni participar, el sol, la lluvia, el cielo arriba, hasta que esta farsa dure...» Entonces? Un psicólogo repitió Elio Dangel. Y se incorporó y entonces sí: el hombre tomó la receta, abandonó su silla de enfermo y buscó la salida. Tras despedir a su último paciente, Elio Dangel pasó a la salita contigua al consultorio. Entre aquellas cuatro paredes desnudas de cualquier adorno, en lo que había sido un antiguo trastero, el doctor Dangel se relajaba sentado en su viejo sillón, junto a una mesita con todo lo indispensable: el vaso lleno, cigarrillos, una botella de agua, un teléfono inalámbrico, algún libro, pañuelos de papel, los anestésicos o la bolsita traída por el barquero y el estuche siempre abierto de las jeringuillas y 9

10 las agujas. Podía pasarse allí sentado, sin necesidad de otras cosas, horas enteras de tardes desocupadas, madrugadas insomnes sin ninguna noción del tiempo, sintiéndose a ratos otra persona, desdoblado y feliz, a menudo sin sentirse. Cuando los efectos cuajaban y le entraban ganas de hablar sin parar, hablaba solo, paseándose por la salita, gesticulando ante las paredes desnudas como si estuvieran llenas de ojos y de orejas y de bocas; a veces las paredes se dejaban abrazar con gusto; de ellas se despegaban, como sombras, fantasmas que le confiaban secretos y le hablaban de la muerte deseada. Desde que certificó el contagio, se había rendido orgullosamente a esos fantasmas. Ni trasplante de hígado, ni tratamientos que seguir, ni síntomas esperanzadores o frustrantes de una posible mejoría o del fatal empeoramiento. Lo último que deseaba era convertirse en uno de sus pacientes. Continuar igual, quedaba, con el disfrute más voraz y desarrollado de los vicios y la destrucción. Morir poco a poco, lenta y rápidamente, como quien se sacude un agravio, con odio, con alegría, sobresanando siquiera el paulatino dolor mediante inyecciones de opiáceos, morfina anticuada, sedantes de uso común o la siempre mal vista heroína. El doctor Dangel se arremangó el brazo izquierdo notando cómo se le aceleraba la respiración. Luego, como siempre que se inyectaba, reflexionó sobre irresponsabilidades y abusos. No me atreve- 10

11 ré, se dijo una vez más. Y entonces volvió a verse en el cuartucho de cortinas y cojines bermellones, esperando el impacto que lo dejara tendido en el suelo, desnudo como había nacido, mientras el color de su sangre enferma se teñía del vital bombeo policromado de los neones que se colaba por la ventana. No había terminado aún cuando sonó el teléfono. El susto descolocó la aguja, la hundió más, vio la sangre. Continuó ausente, desoyendo los timbrazos, pensando que la aguja se habría obturado con la sangre del músculo y sería preciso cambiarla. Quienquiera que llamara exigía respuesta, insistía tanto como él con el calmante. Dejó la jeringuilla clavada en su antebrazo izquierdo, y con la mano que hasta entonces apretaba el émbolo alcanzó el teléfono. Diga... la voz le salió enmarañada, ronca. No, ahora no... Esta tarde tampoco. Tengo hospital. Por la noche, mejor... Ah, es nuevo... Bien... Sí, no importa. Mejor... De acuerdo. A la noche, entonces... Sí, sí, como siempre. Todo igual. Aquí en mi consulta... 11

12 III. La clínica Se dirigió a la ciudad en su motocicleta, vestido con su elegante traje verde, rígidamente acoplado en el sillín, doblándose lo justo sobre el manillar, brazos estirados y la mirada entornada, escudada tras la visera del casco fija en la carretera, inmutable para con los coches que lo adelantaban. Al fondo, la ciudad se contemplaba desde la distancia como un destino puntual y monótono, una mancha gris de fábrica y roja de ladrillo edificado, la torre románica de la iglesia descollando en la parte vieja y los terrados alambicados y miserables del extrarradio luciendo revoloteo de harapos al sol rabioso de la tarde, bajo las nubes panzudas y tumefactas. En la clínica, tras aparcar la motocicleta, cambió un saludo con uno de los guardias de seguridad y al pasar por la sala de espera arrojó un «buenas tardes» a quien le quisiera responder desde el miedo sentado en filas. Idéntica cordialidad em- 12

13 pleó con las enfermeras del puesto de Urgencias, convencido de que aún resultaba atractivo para el otro sexo. Luego, mirándose en el espejo del ascensor, el médico soportó con desdén su piel verdusca, enferma, las entradas devorando el cráneo. Haberse dejado crecer el cabello hasta tener que apartarse los mechones de los ojos para poder ver se debía al propósito de ocultar aquellas entradas. Pero el pelo le crecía desfibrado, remoto, como pelo de muerto. Se apartó el flequillo con gesto maquinal, combatiendo con incrédula sonrisa el deterioro de la dentadura. Su tez, que en su juventud había sido pálida, hacía bastante tiempo que presentaba una tonalidad rojiza, casi amoratada. Las mejillas sueltas, descolgadas sobre el bigote espeso y rubio, con una mancha pardusca en el centro; la boca endurecida, medio oculta en el escurridizo mentón rasurado y fino. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, antes de salir, se humedeció los labios con la punta de la lengua, deslizando el cinismo por ellos como si fuera una espuma sabrosa. Había un hombre en el pasillo, sentado en el borde de una de las sillas de plástico ancladas a la pared; mantenía las manos apresadas entre las rodillas y la mirada clavada en el ángulo que trazaban sus toscas zapatillas de deporte, a juego con el chándal que vestía. Gastaba un aspecto derrotado, pero no tenía aire de preocupación, ni mostraba nerviosismo o incomodi- 13

14 dad. Había que pasar el trance y eso hacía, pensando en lo que iba a hacer por la noche o al día siguiente. Cada vez que cruzaba aquel pasillo, en dirección al vestidor donde le esperaban las perchas con las batas, el doctor Dangel acostumbraba pasar de largo, dejando a su paso esa granítica e indefectible pasividad implantada como una orden entre el personal clínico. Pero le pareció que aquel individuo solo en el silencio del corredor, con la grasienta cabeza hundida, las manos inertes y sus sucias zapatillas deportivas, ni siquiera merecía el escrúpulo de la indiferencia. Le tendió la mano al llegarse hasta él y el hombre lo miró a hurtadillas, con recelo, sin levantar la cabeza. Por respeto, sin incorporarse, alargó tardíamente su mano, y el médico la estrechó como quien da el pésame. Usted es el cirujano? No, solo el anestesista. Y, tras una pausa : Algún familiar? Mi mujer. Asintió el médico, cruzándose de brazos. Adivinó que un nuevo silencio entre ambos lo obligaría a explicarse. Y que, si se explicaba, mentiría. Se cayó por la escalera de casa, sabe usted? Lo mismo de siempre, pensó el anestesista. Ni siquiera elaboran la mentira. Se conforman con la primera que les venga a la cabeza. Todo saldrá como debe le dijo el doctor Dangel antes de alejarse por el pasillo. 14

15 En la sala de anestesia, la paciente, tumbada, quiso erguirse al verlo entrar con la bata puesta. El anestesista ojeaba el informe quirúrgico. En su hoja de anestesia, cumplimentó mecánicamente los datos requeridos, la fechó y firmó antes de ponerse los guantes. No la miró cuando le dijo: No se preocupe, señora empujándola del hombro para tumbarla de nuevo, totalmente, sobre la camilla. La cadera, no? Sí, señor. Me caí por la escalera del sótano. También la pierna... Elio Dangel se había dado la vuelta para preparar la jeringuilla. No cogió agujas sin estrenar, sino de las suyas, de las usadas por él aquel día para calmarse. Ahora, por venganza, procedía así, pero hacía unos meses el método había sido justo el inverso, utilizaba las agujas de la clínica para inyectarse él, hasta que erróneamente, debido a una confusión de agujas buenas y malas, había contraído una hepatitis que deseaba compartir con sus semejantes. Ha tenido suerte dijo, sereno, mientras cargaba la jeringuilla. La podía haber matado. Ya sé que lo llevo escrito oyó la voz de la mujer como si le llegara desde ninguna parte. El soportar se lleva en la cara como los ojos, la boca, o esta nariz rota. También la nariz? preguntó el médico, volviéndose hacia ella, sin ganas de mirarla aún. 15

16 Lo primero. Unos días después de casarnos. En el quirófano, el cirujano y sus auxiliares acondicionaban la mesa operatoria. Se les oía hablar entre risas. Pero no se ponga triste dijo el doctor Dangel. No le dé ese gusto. Es usted muy guapa añadió, a pesar de seguir sin mirarla. Y joven, aún. Por qué no se lo devolvió? El qué. El golpe respondió el médico. Y ya sí la miró para poder ver cómo se le endurecía la expresión de su rostro con la firmeza de un odio que no parecía saber que tuviera dentro o que fuera capaz de manifestar. A cada uno hay que darle su propia medicina. Envidia al envidioso. Tiranía al tirano. Odio al que odie. Esclavitud al esclavo. Violencia al violento. No cree? La otra mejilla ha hecho siempre tanto daño. Tiene hijos? Ella miraba desde hacía rato al techo. Tres suspiró. Aun teniendo el don de adivinar las respuestas de las personas, Elio Dangel no acababa de acostumbrarse al comportamiento de los seres humanos. El odio, en él arraigado sin furia, controlado incluso en los momentos de desahogarlo, le redescubría al médico ingenuidades que creía enterradas. Cuando la compasión, o la lástima, amenazaban con desbordarse en su interior, se decía: «Hay que respetar la felicidad de las personas». Enton- 16

17 ces el odio se apaciguaba, y cada cual, sin engaños, volvía a ser lo que era. Y qué dicen ellos? Le dirigió al anestesista una mirada resignada, y él ya no esperó más, supo que había llegado el momento de las ilusiones: Olvide a los hijos empezó. Olvide al marido. Por qué aguantar? Viva de una vez. Para cuándo, si no. O es que acaso cree en un cielo donde sonríen los infelices? La vida puede ser hermosa aquí en la tierra, hay un mundo nuevo que ni se imagina pueda existir, lleno de buenas personas, de amistades, de bellos paisajes que contemplar, repleto de luz y gozo, de libertad y aliento. El mundo no se acaba entre las cuatro paredes de un hogar. La verdadera vida, la única que vale, comienza el día en que la cabeza se vacía de preocupaciones y la rutina deja de estorbar, el día en que uno decide cerrar la puerta a su espalda y mirar hacia delante, siempre adelante, con esperanza, con fe. Porque ya es hora de que se ocupe de usted y de nadie más. Quién puede haber más importante? Viva la vida, disfrútela, diviértase. La vida es mucho más sencilla de lo que pensamos. Consiste en creer en uno mismo, en lo que uno sienta, y en hacerlo. No tema a la muerte, lo mismo da que venga a los ochenta que a los cuarenta o a los veinte, si uno ha comprendido que no existe. Tampoco tema a los hom- 17

18 bres, ni los obedezca. Trate a las personas como ellas la traten a usted; nunca las quiera, utilícelas. Y los hijos? Los hijos ya se han puesto de parte del padre, callan y la odiarán por haber soportado lo que no es digno soportar. Los hijos crecen solos, y por mucho que los eduque, los cuide y los atienda, ellos no se lo agradecerán, se harán mayores y se irán dejándola sola con los golpes. Porque usted debió, debe aprender a devolverlos, a llegar a matar cuando el destino le diga «usted o él»; lárguese, si no, a qué espera. Abandone para siempre esta vida que lleva de hospitales y silencios, de miedos y anestesias. El aspecto que ahora tiene, aquí tendida en esta camilla, el rostro que yo veo es triste, ciertamente, sus ojos son tristes. Pero es tan fácil, tan sencillo y simple, volver a embellecerlos con el candoroso brillo de la felicidad... Y en el letargo de la amable comprensión, mientras la paciente, con la cadera rota, lo miraba arrepentida de no haber intentado merecerse un hombre como aquel que se acercaba con la jeringuilla dispuesta, ilusionada con encontrarlo en un futuro, le inyectó el anestésico y la mujer fue cerrando los ojos con complacencia, soñando ya con ser otra y con esa nueva vida que le esperaba al despertar. 18

19 IV. El visitador Sabe lo que le digo? Que no quiero invitaciones, ni cruceros, ni pesadas plumas estilográficas ni entradas para el fútbol. Sus ojos, hundidos en las cuencas, parecían negros pero a veces asomaban como alimañas cautelosas y eran del color del acero. Me harté. El nuevo visitador, incómodo, se retrepó en la silla. Se arrepentía de haber declinado la ayuda desinteresada del gerente regional. Se las veía ante un tipo larguirucho y encorvado que lo miraba desdeñoso y que hablaba como haciéndole un favor. El catálogo con los productos farmacéuticos estaba, desde hacía rato, impoluto sobre la mesa del médico, entre el estetoscopio y un pequeño esqueleto de goma que parecía tener vida propia, lo mismo se erguía como si despertara de un sueño que se arqueaba lánguidamente sobre el filo de la mesa con intenciones suicidas. No le entiendo, señor Dangel. 19

20 Pues ponga atención. Estoy harto de visitadores lisonjeros y sabihondos. Hay otros laboratorios, además. Ya sé que sin mí no perderían gran cosa. Pero uno a uno se hace multitud. Y las multitudes no dependen de nadie. Y luego está el orgullo. El de ustedes; y el mío, por supuesto. En la carpeta que mantenía apoyada sobre las piernas, el joven visitador leyó: Sexo: varón. Edad: 51 años. Nacionalidad: español de origen alemán. La mano diestra del médico, yerta sobre el escritorio, junto a las gafas, recogía la luz azulada de la lamparilla: una mano huesuda, venosa, de piel tersa y amarillenta. En la otra, más expresiva, humeaba un cigarrillo. Una invitación para la importante cena de congresistas que se celebrará en la capital el próximo mes con voz estudiada, como si lo leyera, el nuevo visitador volvió a intentarlo. El doctor Dangel miraba la punta encendida de su cigarrillo, pinzado entre los dedos de su mano izquierda como si fuera un bolígrafo con el que fuera a hacer alguna anotación. Cuál me dijo que era su nombre? preguntó sin levantar la voz, en un murmullo apenas inteligible. Detrás del médico, en la ventana abierta, vibraba la noche calurosa. A lo lejos, caídas como estrellas, diminutas luces inmóviles e intermitentes, casi imperceptibles, fijaban el cerco de la ciudad dormida. 20

21 Asistirá el presidente de la Junta. Es un congreso de... Usted, me refiero. Su nombre. Leo Rufo comprendió el visitador. Creo haberme presentado antes. Leo repitió el doctor Dangel, como si lo memorizara. Leo de Leonardo? De León? De Leopoldo aclaró el joven. Se oyó de pronto, cerca, el ladrido de un perro. El médico torció la cabeza con retraso, como si no le hubiese asustado el ladrido, sino su eco. Era eso lo que al visitador le incomodaba desde que había tomado asiento en aquella consulta con baldosas blancas y negras como casillas de un tablero de ajedrez, la impresión de que el doctor Dangel vivía alejado de cualquier realidad inmediata, de que solo podía sufrirla con posterioridad. Era como si la realidad compartida y común (esa realidad dogmatizada, estipulada, legislada y enjuiciada que separa el mundo libre de los tarados de la fatua engañifa de los cuerdos) en su caso tuviera que sortear, para alcanzar su cerebro, manías y propósitos celosamente suyos, hasta llegar, deshilachada, esencial, al absurdo que permite el negocio de la vida: lo que todos vemos, olemos, tocamos o escuchamos. En la cena podrá hablar con empresarios y políticos de relieve insistió el visitador. Si se lo propone, hasta podría intercambiar unas palabras 21

22 con el presidente de la Junta, cuya presencia en el congreso se da por segura. Pero eso ya depende de su habilidad. Nosotros, desde la compañía, lo único que podemos hacer es ofrecerle una invitación a tan importante evento, guardarle silla en alguna mesa. Se acuerda del señor Dorrego, el que hace unos años fue ministro de Sanidad? Empezó así. Solo hay que saber vestir bien, hablar con unos y con otros, exagerar méritos, tener claro lo que uno quiere... Nada. Elio Dangel manoteó como sacudiéndose el zumbido de algún mosquito atraído por la luz. No me interesa prosperar, a estas alturas. Se levantó y avanzó hasta el mueble botiquín que había en un rincón de la consulta, y que no contenía medicamentos; o sí: de aquel mueble lacado en color marfil, en realidad mueble bar, sacó el doctor dos vasos y una botella de whisky sin estrenar, como preparada para la ocasión. Por qué se dedica a esto? preguntó mientras llenaba los vasos. A Leo Rufo la pregunta le pilló de improviso. Pensaba en el regreso: la carretera por la que subió hasta la casa del médico le había parecido amenazante, enroscada y angosta, con bruscos precipicios a los lados. Rezaría para no cruzarse con ningún camión durante el descenso. Desde hacía un rato le dolía la cabeza. Hay que ganarse la vida respondió. 22

23 Con dignidad. El médico afiló la sonrisa. Tras una pequeña pausa, añadió : Y qué tal le va? Soy nuevo. Hasta cuándo le durará la excusa? Nuevamente vio sus ojos asomar en la negrura de las cuencas, azules pero sucios. El visitador rehuyó la mirada, la dirigió hacia la carpeta sostenida sobre su pierna montada: Perfil: consulta privada, clínica pública. Y en otro renglón: Liderazgo: ambivalente. Qué quería decir «ambivalente»? Leo Rufo se llevó, despacio, el vaso a los labios y allí lo aburrió. Pero le comprendo dejó de observarle el doctor. Alzando la cabeza, distorsionó una turbia sonrisa, la misma de antes pero más resignada. Beba, es buen whisky. Y pierda cuidado: no le he echado ningún veneno. Aguantó aquella sonrisa un instante y luego la escondió, menguada, en su barbilla inexistente. Se manoteó las piernas como limpiándose la ceniza del pantalón. También a él le agotaba aquel diálogo que parecía condenado a ningún acuerdo. A pesar del cansancio, en un tono más amable, añadió : Usted no parece uno de tantos. La primera impresión no engaña. Aquí vienen, a mi casa, charlatanes y prepotentes, con la baba del regalo miserable o el desprecio de desplantes ajenos. Vienen y se sientan ahí, sin esperar permiso, donde yo le indiqué que se sentara usted. Espero que no pierda la educación con la experiencia. Vienen y me marean con antibióticos, paroxetinas, ibuprofenos 23

24 y ranitidinas. Otros hay que tienen más labia y se saben reclamados; entonces la atención es recíproca, se establece el vínculo: comprende? Le habrán hablado de ello, supongo. Le queda el crucero asintió el visitador. Pero en este caso ha de comprometerse mediante firma a continuar con nosotros por un período de tiempo estipulado... Ladró de nuevo el perro en la calle y esta vez fue Leo Rufo quien se asustó. Se engañaba cuando en la soledad de su apartamento se convencía de que valdría para eso, para engatusar a médicos cínicos que daban la impresión de estar de vuelta de todo. Depositó el vaso sobre la mesa, disimulando el temblor que le provocaba el verse de regreso, cuesta abajo, por entre acantilados y abismos ignorados. Una vuelta por los fiordos, qué le parece? intentó animarlo animándose él. O las Bahamas. La mayoría de sus colegas prefiere el Caribe. No tanto por el agua cristalina de sus playas como por el conocimiento de aborígenes. Leo Rufo notaba la lengua más suelta por efecto del alcohol. Allí no hay tanta corrección política y hay más necesidad, usted me entiende. Y a los niños de allí les gusta el dinero tanto como a los de aquí... Va mejorando recuperó el interés el médico. Ve como todo es cuestión de vínculo? El whisky ayuda, indudablemente. 24

25 Y quiso servirle más, pero Leo Rufo tapó el vaso con la mano. He venido en coche. Oh, sí, lo comprendo retiró la botella el doctor Dangel. La vida. Su preciada vida. Sensibilidad social: nula, leyó el visitador en su carpeta, deduciendo la falta de escrúpulos, es decir, su rentabilidad. Quiso acabar con aquello cuanto antes. Cada vez le dolía más la cabeza y además le esperaban otros clientes, probablemente igual de odiosos que aquel. Así que decidió mostrar las cartas e ir al grano. Entonces qué es lo que quiere le espetó. Mañana se lo diré emplazó el médico. Por qué no hoy? Míreme, acaso estoy presentable? Elio Dangel lo miró muy fijo a los ojos. Apartó la mirada al esbozar algo así como una explicación : Necesito que me acompañe a un lugar. Y que usted corra con los gastos. Mañana? El médico asintió mientras espachurraba el pitillo. A esta misma hora, por ejemplo. Para ir adónde? Ya lo verá. Igual hasta le gusta. Y por qué yo? Usted no, la compañía. Leo Rufo tomó conciencia de que no obtendría 25

26 mucho más y, colocándose la carpeta bajo el brazo, se puso en pie. Al incorporarse vio que el médico, justo entonces, tomaba el catálogo y lo abría con visible interés. Veo que hay innovaciones ventajosas dijo tras ponerse las gafas que tenía sobre la mesa. Haré una lista... Buenas noches se despidió un tanto ofendido el visitador. No hace falta que me acompañe agregó, a pesar de que el médico no había hecho ningún amago de levantarse. Y antes de cerrar la puerta de la consulta, oyó, a su espalda: Cuidado con el descenso. La carretera es estrecha y está llena de barrancos la voz del doctor Dangel previniéndole desde su sillón de cuero, recortado en el paisaje negro que mostraba la ventana detrás, abierta al pálpito de la noche. 26

27 V. La madrugada Deprisa dijo, saltando dentro de la barca. Empieza a clarear. Se arrebujó en la popa, junto al barquero. Había surgido de entre la espesura, jadeante y estragada, cuando ya Gundi pensaba que no regresaría. Ahora, mientras remaba para llevarla de vuelta, la miraba de reojo, allí a su lado, custodiando un secreto que desde aquella noche ambos sabían que debían silenciar. Lamento la tardanza se excusó ella. Había sacado del bolso una polvera y, contemplándose en su espejuelo, se empolvaba concienzudamente las mejillas. Aunque Gundi guardaba silencio, por dentro le embargaba un profético gozo, el de tomar conciencia de saber que habría otras veces, otras oportunidades, que las necesitaría; más encuentros para discernir si esa mujer conocida de niña, ahora adulta, que en esos momentos se ajustaba las 27

28 medias en su barca, tirando del encaje, arrastraba un cansancio nuevo o antiguo, un deseo o una renuncia. Un camión cruzó ronroneante sobre sus cabezas, atravesando la mole del puente. Si al conductor se le ocurriera desviar la vista hacia su izquierda, pensó el barquero, mirándose a través de los ojos de ese camionero anónimo, los divisaría allí, pequeños en medio de una oscuridad con tintes legañosos, atravesando la resaca con una lentitud de reto. Después de maquillarse, ella se quedó mirando hacia la orilla que los aguardaba, sin ver nada, sumida en el recuerdo de vicios recientes. Estaba rígida pero serena, con esa bella expectativa que da el desaliento, el capricho o la sumisión. Su expresión, entre plena y confusa, era la de quien sabe que ha olvidado algo pero no acierta a saber el qué. Su cuerpo acumulaba un rastro de fatiga, de languidez saciada, un resabio contraído en algún punto de la noche y que la pujante luz del amanecer no tenía el poder de disipar del todo. Inermes, somnolientos, oponían, frente al bostezo naciente del nuevo día, un envite de deserción, de travesura ilusoria y clandestina. Ella sacó del bolso un cigarrillo y se lo puso en la boca. Lo prendió protegiendo la llama con una mano, después de varias cerillas apagadas por el viento, y, al dejar de nuevo el bolso a sus pies, 28

29 sus dedos tropezaron con el libro de Barbarroja; lo cogió y lo abrió con interés. Una historia de piratas apuntó el remero. Le gusta leer? se extrañó ella. Gundi arrugó los labios. Para matar el rato dijo, como le podía haber dicho que en realidad la lectura de aquellas historias de piratas le hacía evocar la infancia con ella, cuando no había conciencia del paso del tiempo y se pensaba que todo iba a ser siempre así, jugar y soñar, ella con dos coletas y un parche en el ojo, él con su espada de madera, subidos en el bote de su padre e imaginándose que la llevaba hacia una isla donde les esperaba un tesoro enterrado. Se aproximaban al muelle carcomido. La mujer, después de soltar la novela, se incorporó sobre sus tacones de aguja, mientras el sol, pálido, desdibujado, iba alzándose tras ellos, inaugurando quehaceres y desafíos, destinos y culpas. Vislumbraban cada vez más cerca la sombra de la orilla y ella ya no se volvió a sentar, permaneció de pie junto al barquero, cerrándose las solapas del abrigo, retraída, como si no quisiera llegar al otro lado. Y, en efecto, necesitó más noches. De modo que predijo otras no muy distintas, la barca remansándose en el recodo, ella saltando al agua descalza, empapándose las medias que el barquero supuso se quitaría por el camino, los zapatos de aguja en una mano y con la otra recogiéndose el bajo del 29

30 abrigo. Una vez en tierra, apoyando una mano en el hombro del barquero, se calzó un pie, luego el otro; después abrió el bolso para entregarle el dinero ya contado en el muelle: una cantidad excesiva e innecesaria que incluía igualmente el viaje de vuelta. No tema se negó él a cogerlo. Estaré aquí esperándola. Ella cerró el bolso mecánicamente, con ademán aprendido. Luego la vio girarse y abrirse paso entre la maraña de arbustos, desaparecer tras ella en la arboleda oscura. La esperaría fumando. Sentado en una piedra, mientras se liaba el primer pitillo, fantaseaba un mundo sin tantas complicaciones, donde ganar fuera más accesible y la verdad se alcanzara mediante la imaginación. Pues no era difícil imaginarla llegar en un coche conducido por su chófer, quien, habituado a los súbitos caprichos de la señora, no habría torcido el gesto cuando ella lo hubiese sacado de la cama con la orden de llevarla hasta el río y dejarla allí, puesto que le apetecía dar un paseo en barca bajo las estrellas, eso era todo, hacía tan buena noche... Esperaría saboreando el humo, despegando de la lengua, de vez en cuando, alguna hebra suelta de tabaco. Esperaría recorriendo con los ojos ambas riberas cubiertas de espesos arbustos, pendiente de alguna señal lumínica o de humo. Esperaría 30

31 sintiéndose un paria y un héroe; esperaría, en fin, aunque ella no pensara en él ni lo recordara y se retrasara, aunque en el regreso saltara a la barca sin dedicarle un saludo y le metiera prisa, aunque le dejara en un recoveco de la barca, como a traición, para que no hubiera equívocos sentimentales, los billetes que ella sabía que no quería aceptar porque lo convertían en su esclavo. La luna le iría marcando las huellas de los tacones, sus agujeritos en la tierra. Siempre que se adentraba en el bosque podía escuchar las respiraciones de los viajeros que su padre había desembarcado allí, alientos rumorosos, como voces suspirando en la densa negrura; y se sentía observado por muchos ojos emboscados entre el follaje, que para tranquilizarse le gustaba confundir con las señales de los contrabandistas aunque supiera que no, que eran ojos, grandes y amarillos, abiertos a la noche como bichas, y que lo miraban a él, siguiendo sus pasos. Y en ocasiones hasta le parecía distinguir, a lo lejos, entre la bruma, una espalda ancha y pasiva, encorvada, alejándose despacio entre los árboles: la imagen de su padre que regresaba al neblinoso lugar del que salió para confirmar que todo seguía igual o peor. Caminaba en pos de las huellas (ni siquiera pasos) de una mujer que calzaba tacones de aguja, manchados de cieno y turba, y en cuyo abrigo negro se habrían ido adhiriendo hojas secas y pe- 31

32 queñas ramas desprendidas. Al llegar a la ruinosa caseta del guardabosques, la realidad se le abrió delante y tomó conciencia de sí mismo. Era en esos momentos de angustiosa desmesura cuando el barquero solía hundir una mano en el peto del mono vaquero y sacar unas píldoras de las que le daba gratis el doctor para echárselas a la boca. Nada más espectral, más inquietante, que la pura realidad. Pero esta vez se contuvo. Porque le bastó aquella visión de la cabaña medio derruida para albergar, tan inopinadamente como instantes antes había tomado entera conciencia de su dudosa pisada sobre el mundo, nuevas impresiones que despertaron en su mente una grata y riesgosa locura que esta vez no estaba dispuesto a aletargar con química: el hecho radicaba en vivir con ella, juntos, bajo aquel techo de chamizo, entre aquellas paredes de piedra que no solo le servirían como escondrijo para sus fines y que no estarían tan desmoronadas porque él se encargaría, con sus propias manos, de volver a levantarlas firmes y seguras, de rehabilitar como nueva la caseta para ellos dos solos, para su intimidad fuera del resto. Y cuando, cada amanecer, la supiera aún durmiendo en la cama, él se separaría momentáneamente de su lado y saldría al sendero de fina arena donde se hallaba. Y, como hacía ahora, también entonces se calaría mejor el sombrero de paja y otearía complacido, fumando, el horizonte de mar y costa: sobre los acantilados, 32

33 detrás de los riscos, junto al faro, las luces coloreadas del cafetín teñían el descalabro de las rocas con guiños de espuma. 33

LA OLA. Cinco cuentos para leer en voz alta. Autor: Antonio Pons

LA OLA. Cinco cuentos para leer en voz alta. Autor: Antonio Pons LA OLA Cinco cuentos para leer en voz alta. Autor: Antonio Pons Desde hace unos días cuando le tiro la pelota a Chispa, no sale corriendo a por ella para luego volver a traérmela. Los papás me han dicho

Más detalles

Algar Editorial. La casona

Algar Editorial. La casona La casona Mi casa no era un castillo, pero se parecía mucho porque era de piedra, y tan grande que todos la llamaban «la casona». Entonces yo vivía en lo más alto, en el desván, y se estaba bien allí.

Más detalles

CÓMO SUPERAR LA ADICCIÓN A LA COMIDA

CÓMO SUPERAR LA ADICCIÓN A LA COMIDA CÓMO SUPERAR LA ADICCIÓN A LA COMIDA SOBRE COMER Y TENER HAMBRE 9 En momentos como ése, me resulta muy útil conversar conmigo misma, formular un diálogo en el cual una voz pregunta y otra responde, ya

Más detalles

Gastón y Toulouse Chloé Angélica Loubiere Torres

Gastón y Toulouse Chloé Angélica Loubiere Torres Gastón y Toulouse Chloé Angélica Loubiere Torres Había una vez un ratón llamado Gastón que vivía en un lugar muy especial, vivía bajo la Torre Eiffel. Un día Gastón estaba dando un paseo por la Torre Eiffel,

Más detalles

El viaje. horas. Como no tenía nada de hambre, metí unas galletas y un yogurt en el bolso y antes de salir

El viaje. horas. Como no tenía nada de hambre, metí unas galletas y un yogurt en el bolso y antes de salir El viaje 1 Hoy me he despertado con una paz interior poco usual. Normalmente tengo la cabeza llena de preocupaciones desde la primera hora de la mañana. Pero hoy mi cabeza estaba vacía. Era como un libro

Más detalles

Algar Editorial. Amarilla

Algar Editorial. Amarilla Amarilla Martina juega con su nueva amiga mientras todos duermen. Hace días que encontró a la pequeña hada durmiendo en su casita de muñecas. Al principio le pareció que era una muñequilla nueva que su

Más detalles

El teléfono mágico. Delamarre Enzo y Courtel Quentin 2 nde 7

El teléfono mágico. Delamarre Enzo y Courtel Quentin 2 nde 7 El teléfono mágico Delamarre Enzo y Courtel Quentin 2 nde 7 Había una vez un hombre en la calle. Se podía ver que estaba privado de todo. Su ropa estaba estropeada y sus zapatos estaban arruinados. El

Más detalles

Actividad 1: Olivia y los osos polares

Actividad 1: Olivia y los osos polares Actividad 1: Olivia y los osos polares Cuento Olivia y los osos polares Olivia estaba muy nerviosa, era la primera vez que se subía a un avión durante tantas horas. Su papá y su mamá, que eran personas

Más detalles

La nueva aventura. s a r a g i r a l d o j i m é n e z p e r e i r a

La nueva aventura. s a r a g i r a l d o j i m é n e z p e r e i r a 46 La nueva aventura s a r a g i r a l d o j i m é n e z p e r e i r a Nací el 20 de octubre de 1995 en Pereira, Risaralda. En mi tiempo libre estudio danza, música, técnica vocal y teatro, pues son las

Más detalles

Carlos Martín Beristain Universidad de Deusto- País Vasco Master en Ayuda Humanitaria

Carlos Martín Beristain Universidad de Deusto- País Vasco Master en Ayuda Humanitaria Carlos Martín Beristain Universidad de Deusto- País Vasco Master en Ayuda Humanitaria EL DUELO EN LA INFANCIA. En la comunidad puede haber muchos niños y niñas que se encuentran afectados por la muerte

Más detalles

Actividad 2.- Cuento y vídeo de Ubuntu

Actividad 2.- Cuento y vídeo de Ubuntu ANEXO 3 Actividad 2.- Cuento y vídeo de Ubuntu Antes de leer el cuento Nos sentamos en el rincón de lectura. Leemos el titulo del cuento: Ubuntu Yo soy porque nosotros somos. Les preguntamos a los alumnos

Más detalles

Juan el de la vaca. Esto había de ser un hombre que tenía un hijo y una vaca. La vaca era muy hermosa y el hijo algo tonto.

Juan el de la vaca. Esto había de ser un hombre que tenía un hijo y una vaca. La vaca era muy hermosa y el hijo algo tonto. Cuentos populares Juan el de la vaca Esto había de ser un hombre que tenía un hijo y una vaca. La vaca era muy hermosa y el hijo algo tonto. El padre lo mandó un día a vender la vaca, porque les hacía

Más detalles

Narcisos Negros. Por. Mary Coleman. Jorge me trajo una docena de narcisos, mi flor favorita. Él

Narcisos Negros. Por. Mary Coleman. Jorge me trajo una docena de narcisos, mi flor favorita. Él Narcisos Negros Por Mary Coleman Jorge me trajo una docena de narcisos, mi flor favorita. Él necesitaba pedir perdón por los eventos de anoche. Tuvimos una pelea, como siempre. Está bien, yo sé que tuve

Más detalles

Pero lo que más le gustaba hacer a la princesa Tesa era jugar al fútbol. Por eso, le llamaban la princesa futbolista, y a ella le gustaba mucho ese

Pero lo que más le gustaba hacer a la princesa Tesa era jugar al fútbol. Por eso, le llamaban la princesa futbolista, y a ella le gustaba mucho ese 1 2 Había una vez, en un país muy lejano, una princesa que era preciosa. Casi todas las princesas de los cuentos se pasaban el día esperando a que llegase un príncipe azul, sentadas en la ventana bordando

Más detalles

Prefiero las muñecas de trapo que hace mi abuela.

Prefiero las muñecas de trapo que hace mi abuela. HISTORIAS VERDADERAS Por Juanita Conejero No me gustan mucho los juguetes plateados, dorados y fosforescentes que venden en las vidrieras de mi ciudad. Prefiero las muñecas de trapo que hace mi abuela.

Más detalles

LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS Y DE LAS NIÑAS

LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS Y DE LAS NIÑAS LOS DERECHOS DE LOS NIÑOS Y DE LAS NIÑAS Ma. Guadalupe Próspero Sánchez A todos estos niños que tienen una vida que vivir y un futuro por delante. A quién debo culpar, me preguntó, para poder salvar a

Más detalles

Mientras, yo estoy aquí, en Alemania, escondido, hay muchas personas que continúan

Mientras, yo estoy aquí, en Alemania, escondido, hay muchas personas que continúan Refugiados, bienvenidos Mientras, yo estoy aquí, en Alemania, escondido, hay muchas personas que continúan sufriendo en la que en su momento, fue mi casa. Eso era lo que pensaba aquel pequeño inocente.

Más detalles

Sesión 14: Visión general

Sesión 14: Visión general Sesión 14: Visión general El poder de las señales sociales Las señales sociales nos hacen actuar de cierta manera en ocasiones cuando estamos con otras personas. Por ejemplo, ver un partido de fútbol con

Más detalles

Lección 57. 4. Era capaz el hombre endemoniado de salvarse el mismo del poder de todos los demonios que lo controlaban? -No.

Lección 57. 4. Era capaz el hombre endemoniado de salvarse el mismo del poder de todos los demonios que lo controlaban? -No. Lección 57 1. Por qué se cansó Jesús? -Aunque Jesús era plenamente Dios, Él también era completamente humano. 2. Cómo fue capaz Jesús de ordenar al viento y al mar que se calmaran? -Porque Jesús era Dios.

Más detalles

Título: Educar para fabricar ciudadanos emisión 49 (13/12/2009, 21:00 hs) temporada 14

Título: Educar para fabricar ciudadanos emisión 49 (13/12/2009, 21:00 hs) temporada 14 Entrevistas de Eduard Punset con Linda Darling-Hammond, profesora de educación en la Stanford University, y con Robert Roeser, psicólogo de la Portland State University. Washington, 9 de octubre del 2009.

Más detalles

PEDRO VÍLLORA: La muerte

PEDRO VÍLLORA: La muerte La muerte Pedro Víllora Un pequeño claro en el bosque. Diana entra corriendo. Agitada, se detiene a tomar aliento, mira hacia atrás, se acerca a un matorral y se esconde. Enseguida aparece Rosa. En las

Más detalles

ENCENTRO NACIONAL DE JUVENILES 2015. CATEQUESIS PREVIA: ENCUENTRO nacional de JUVENILES 2015

ENCENTRO NACIONAL DE JUVENILES 2015. CATEQUESIS PREVIA: ENCUENTRO nacional de JUVENILES 2015 CATEQUESIS PREVIA: ENCUENTRO nacional de JUVENILES 2015 1 DESCUBRE TUS SUEÑOS! Jesús ha resucitado! Estamos viviendo los días después de la Pascua y queremos que Él nos siga contagiando de sus sueños,

Más detalles

El APLAUSO. Cinco cuentos para leer en voz alta. Autor: Antonio Pons

El APLAUSO. Cinco cuentos para leer en voz alta. Autor: Antonio Pons El APLAUSO Cinco cuentos para leer en voz alta. Autor: Antonio Pons Mamá me despertó como todas las mañanas para ir al cole. A mí no me gusta que me despierte dándome golpecitos en el hombro, pero ella

Más detalles

ANECDOTARIO UN TRATO VENTAJOSO

ANECDOTARIO UN TRATO VENTAJOSO UN TRATO VENTAJOSO Un millonario regresaba contento de un viaje, durante el cual había tenido un encuentro con un desconocido que le prometía grandes ganancias. Se lo contaba así a sus familiares: -Hagamos,

Más detalles

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------

----------------------------------------------------------------------------------------------------------- Llovía y venteaba bastante. Era difícil ver. Había un hombre alto, pelirrojo, que corría por la calle gritando. Una mujer manejaba un pequeño coche verde. De repente el coche paró en frente del banco.

Más detalles

y con la sangre de mi propio barro se levanta.

y con la sangre de mi propio barro se levanta. Repetición El día termina envejeciendo y enterrándose, sin dejar nada como todos. Y nosotros, habitantes de ese mismo día lo recibimos en el mismo sitio, con el mismo traje y el saludo hecho de antemano.

Más detalles

MANIFIESTO DE CAMPAÑA

MANIFIESTO DE CAMPAÑA MANIFIESTO DE CAMPAÑA Cáritas Diocesana de Burgos Programa de Personas sin hogar 1 Han pasado muchas cosas por nuestras vidas. Hoy me vuelvo, miro a mis compañeros y revivo en las miradas sus historias

Más detalles

Azul o Rosa? Fernanda González Viramontes

Azul o Rosa? Fernanda González Viramontes Azul o Rosa? Fernanda González Viramontes Azul o Rosa? Fernanda González Viramontes 1 Hagamos que se escuchen nuestras ideas y pensamientos dando a conocer que las niñas y los niños somos iguales. 2 Hola

Más detalles

Me llamo Adolfo, y soy un lobo. Nací en el bosque que se ve a mis espaldas. El bosque es mi casa. En él hay de todo lo que necesito para vivir: gansos, cerditos, conejos y otros manjares. Muchos dicen

Más detalles

EL JEFE DE LA MANADA. Inés Garland. Las Tres Edades

EL JEFE DE LA MANADA. Inés Garland. Las Tres Edades EL JEFE DE LA MANADA Inés Garland Las Tres Edades Para Paz, que me escuchó en las siestas de Colonia. 1 EL DÍA EN QUE EMPEZÓ ESTA HISTORIA Si mis padres y los padres de Milo hubieran sabido que en el Rosedal

Más detalles

Jesús es Mi mejor Amigo

Jesús es Mi mejor Amigo Jesús es Mi mejor Amigo 1) Empezar con la Señal de la Cruz y el Ave María o el Padrenuestro (en mímica cuando se lo sepan) 2) Canto Yo tengo un Amigo que Me Ama 3) Presentación, Cada uno dice su nombre

Más detalles

EL SECRETO DE MI ABUELA

EL SECRETO DE MI ABUELA EL SECRETO DE MI ABUELA Esa noche no había podido dormir, me tocaba ir a casa de mi abuela. Con ella me pasaba horas y horas hablando, me contaba todas sus experiencias, todas sus historias y me ayudaba

Más detalles

Lección 62. 2. Marta pensó que Jesús iba a resucitar a su hermano en el último día. Es eso lo que Jesús quería decir? -No.

Lección 62. 2. Marta pensó que Jesús iba a resucitar a su hermano en el último día. Es eso lo que Jesús quería decir? -No. Lección 62 1. Cuando Jesús oyó que Lázaro estaba enfermo Por qué no fue inmediatamente a ver a Lázaro? -Porque Jesús quería mostrar su inmenso poder como Dios el Salvador. 2. Marta pensó que Jesús iba

Más detalles

Las 5 causas más comunes de porque la gente. no se arregla

Las 5 causas más comunes de porque la gente. no se arregla Las 5 causas más comunes de porque la gente no se arregla En algún momento de nuestras vidas nos hemos preocupado por la imagen, sea por interés propio o porque alguien nos haya dicho algo acerca de ella.

Más detalles

Susana Gómez-Leal Martín 3 ESO A - Canillejas

Susana Gómez-Leal Martín 3 ESO A - Canillejas EL REGALO DE DANI Susana Gómez-Leal Martín 3 ESO A - Canillejas EL REGALO DE DANI Os voy a contar una historia sobre un joven que se llama Dani. Ahora tiene casi treinta años, pero nuestra aventura comienza

Más detalles

la primavera surge, cada vez con más frecuencia,

la primavera surge, cada vez con más frecuencia, 6 Montserrat del Amo 1 PEDRO CHICO OCTAVO. Último curso. A medida que avanza la primavera surge, cada vez con más frecuencia, esta pregunta: Y tú qué quieres ser de mayor? Los hay que lo tienen muy claro:

Más detalles

RottWeiler. Empezamos: lo primero que tenéis que hacer es desbornar la batería. Después hay que quitar la guantera:

RottWeiler. Empezamos: lo primero que tenéis que hacer es desbornar la batería. Después hay que quitar la guantera: Este brico está realizado en un compact E46, pero puede ser valido para todos los E46 (no se si para las demás series), lo único que puede variar un poco es la ubicación de algunos los tornillos. La primera

Más detalles

MI HERMANA LOLA. Financiado por: Texto: Àngels Ponce Ilustraciones: Miguel Gallardo

MI HERMANA LOLA. Financiado por: Texto: Àngels Ponce Ilustraciones: Miguel Gallardo MI HERMANA LOLA Financiado por: Texto: Àngels Ponce Ilustraciones: Miguel Gallardo Soy Javier, tengo 10 años, soy un gran portero jugando al fútbol, me gusta mucho leer Cuentos y tengo una hermana: LOLA.

Más detalles

UNIDAD 1. LOS NÚMEROS ENTEROS.

UNIDAD 1. LOS NÚMEROS ENTEROS. UNIDAD 1. LOS NÚMEROS ENTEROS. Al final deberás haber aprendido... Interpretar y expresar números enteros. Representar números enteros en la recta numérica. Comparar y ordenar números enteros. Realizar

Más detalles

DIEZ HOMBRES SON SANADOS (A.2.1.10)

DIEZ HOMBRES SON SANADOS (A.2.1.10) DIEZ HOMBRES SON SANADOS REFERENCIA BÍBLICA: Lucas 17:11-19 VERSÍCULO CLAVE: CONCEPTO CLAVE: OBJETIVOS EDUCATIVOS: "Demos gracias " (Hebreos 12:28b, Dios Habla Hoy). Soy agradecido con Jesús por todas

Más detalles

Seguir Saludables. Ideas Principales. Esta Sesión presenta la depresión como un resultado posible de tener diabetes.

Seguir Saludables. Ideas Principales. Esta Sesión presenta la depresión como un resultado posible de tener diabetes. LA DIABETES Y LA UNIÓN FAMILIAR Seguir Saludables S ESIÓN #5 Ideas Principales Esta Sesión presenta la depresión como un resultado posible de tener diabetes. Esta Sesión sigue tratando las experiencias

Más detalles

Hace ya varios años que todos nosotros, los que hoy terminamos, llegamos, igual que cada generación de residentes, en una fría mañana de

Hace ya varios años que todos nosotros, los que hoy terminamos, llegamos, igual que cada generación de residentes, en una fría mañana de Me toca hoy la difícil tarea de dar el discurso de despedida. Hace ya varios años que todos nosotros, los que hoy terminamos, llegamos, igual que cada generación de residentes, en una fría mañana de junio.

Más detalles

Muñeco de serrín. Había pasado una mala noche, tenía el cuerpo bañado en sudor y el recuerdo de

Muñeco de serrín. Había pasado una mala noche, tenía el cuerpo bañado en sudor y el recuerdo de Había pasado una mala noche, tenía el cuerpo bañado en sudor y el recuerdo de algún sueño inquietante, que ahora ya despierto, aún me hacía ver el mundo con ojos extraños suerte que ella estaba a mi lado.

Más detalles

LA BIBLIA ME DICE QUE JESÚS ES EL HIJO DE DIOS (A.2.1.1)

LA BIBLIA ME DICE QUE JESÚS ES EL HIJO DE DIOS (A.2.1.1) LA BIBLIA ME DICE QUE JESÚS ES EL HIJO DE DIOS (A.2.1.1) REFERENCIA BÍBLICA: Juan 1:49-51 VERSÍCULO CLAVE: CONCEPTO CLAVE: OBJETIVOS EDUCATIVOS: "Tú eres el Hijo de Dios". (Juan 1:49b, Dios Habla Hoy).

Más detalles

El BOSQUE DEL MILLÓN DE HUELLAS

El BOSQUE DEL MILLÓN DE HUELLAS El BOSQUE DEL MILLÓN DE HUELLAS ALICIA TOMÉ MURCIEGO H ace ya unos años descubrí un bosque cercano a mi casa con muchos árboles. Nunca me había acercado tanto como el otro día y cuál fue mi sorpresa cuando

Más detalles

ENTREVISTA A OLGA GÓMEZ

ENTREVISTA A OLGA GÓMEZ ENTREVISTA A OLGA GÓMEZ OG: Mi nombre es Olga Gómez, y recién en este año estoy como testigo Hemos tenido bastantes proyectos, acá con el Presidente del barrio y hemos querido hacer muchas cosas. Por ejemplo,

Más detalles

Música. Tocar y cantar Autor: Carlos Guido

Música. Tocar y cantar Autor: Carlos Guido Música. Tocar y cantar Autor: Carlos Guido 1 Presentación del curso Curso de música en el que te damos información acerca del cantar y tocar un instrumento musical al mismo tiempo, y el mecanismo que implica

Más detalles

BRILLAR CON LUZ PROPIA:

BRILLAR CON LUZ PROPIA: BRILLAR CON LUZ PROPIA: Cada vez que la noche caía y cuando el cielo se volvía oscuro un grupo de luciérnagas salían a volar y mientras jugaban, mostraban sus maravillosos destellos de luz. Pero entre

Más detalles

www.mihijosordo.org Estás en: Mi hijo de 0-6 años > Educar en casa > Rabietas

www.mihijosordo.org Estás en: Mi hijo de 0-6 años > Educar en casa > Rabietas Educar en casa Rabietas Un día cualquiera vais a hacer la compra, y nada más entrar en la tienda vuestra hija o hijo sordo ve ese caramelo maravilloso y os lo pide. Dentro de nada hay que comer así que

Más detalles

La mitad de Juan Gemma Lineas y África Fanlo. Ed. La Galera

La mitad de Juan Gemma Lineas y África Fanlo. Ed. La Galera La mitad de Juan Gemma Lineas y África Fanlo. Ed. La Galera Juan está harto. En casa, todo el mundo le riñe para que no haga nada de lo que hacen las niñas. - Juan, por qué pintas el árbol de color plata?

Más detalles

La Quimioterapia y el Cáncer De Próstata

La Quimioterapia y el Cáncer De Próstata La Quimioterapia y el Cáncer De Próstata (La siguiente información está basada en la experiencia general de muchos pacientes con cáncer de próstata. Su experiencia puede ser diferente.) 1 Contenido Introducción...3

Más detalles

Capítulo 23. El encuadre terapéutico (C)

Capítulo 23. El encuadre terapéutico (C) Capítulo 23 El encuadre terapéutico (C) El encuadre terapéutico es lo que hacemos, con el cliente, en la primera sesión: encuadrar la terapia. Qué comprende el encuadre? 1. Saber qué le pasa al cliente

Más detalles

QUE DA. Parte 1. nosotros). Tienes gripa,

QUE DA. Parte 1. nosotros). Tienes gripa, LAS VUELTAS QUE DA LA GRIPA Parte 1 Hola! mi nombre es Carolina y vivo en Colombia. Me gusta mucho ir al colegio, pero desde hace dos días no he podido ir porque me siento muy enferma. Tengo tos, me duele

Más detalles

CUESTIONARIOS DE STEINBERG

CUESTIONARIOS DE STEINBERG 1 CUESTIONARIOS DE STEINBERG Instrucciones: Por favor, ponga un número para cada ítem, indicando la frecuencia máxima con la que le ocurre cada experiencia. Si le ocurre únicamente bajo el efecto de, anotar

Más detalles

El príncipe y el poder mágico

El príncipe y el poder mágico El príncipe y el poder mágico El príncipe y el poder mágico. Franelógrafo Estas figuras de franelógrafo sirven para narrar el relato «El príncipe y el poder mágico». Pueden encontrar el relato completo

Más detalles

EL FUTURO SERÁ UN REGALO DE DIOS (B.5.4.11)

EL FUTURO SERÁ UN REGALO DE DIOS (B.5.4.11) EL FUTURO SERÁ UN REGALO DE DIOS REFERENCIA BÍBLICA: Génesis 37-50 VERSÍCULO CLAVE: CONCEPTO CLAVE: OBJETIVOS EDUCATIVOS: "Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar a fin de darles

Más detalles

REFLEXIONES DE LOS ALUMNOS EN PRÁCTICAS SOLIDARIAS

REFLEXIONES DE LOS ALUMNOS EN PRÁCTICAS SOLIDARIAS REFLEXIONES DE LOS ALUMNOS EN PRÁCTICAS SOLIDARIAS Este proyecto nos enseña no solo a ser solidarios y mejores, sino también que los problemas hay que verlos de un modo optimista y que no debemos echarnos

Más detalles

www.globalhumanitaria.org

www.globalhumanitaria.org www.globalhumanitaria.org A Kukuri le gustaba soñar despierto. Le gustaba soñar mirando el cielo. Imaginaba que detrás de aquella niebla blanquecina había montañas altas y llenas de árboles. Montañas preciosas

Más detalles

www.mihijosordo.org Estás en: Mi hijo de 6-12 años > Educar en casa > Rutinas

www.mihijosordo.org Estás en: Mi hijo de 6-12 años > Educar en casa > Rutinas Educar en casa Rutinas Ya me lavo los dientes, como solo, ayudo a mamá a bañar al hermanito y a papá a poner la mesa Qué mayor soy! Crecer es un camino largo en el que día a día aprendemos cosas nuevas.

Más detalles

INNOVACIÓN DE LA PRÁCTICA EDUCATIVA. Angélica María Guerrero Escamilla. Estudiante de la Licenciatura en Derecho

INNOVACIÓN DE LA PRÁCTICA EDUCATIVA. Angélica María Guerrero Escamilla. Estudiante de la Licenciatura en Derecho PRESENTA: INNOVACIÓN DE LA PRÁCTICA EDUCATIVA.. Asesora INEA Estudiante de la Licenciatura en Derecho Col. Rancho Nuevo, Mpio. de Apaseo el Grande, Gto. Octubre de 2003 1 INNOVACIÓN DE LA PRÁCTICA EDUCATIVA

Más detalles

1. Calentamiento general

1. Calentamiento general EL CALENTAMIENTO Por qué es importante? Nos prepara para el ejercicio que vamos a hacer Nos permite concentrarnos Evita que nos hagamos daño con el ejercicio Nos ayuda a rendir mejor en el ejercicio Cómo

Más detalles

TEST DE DEPRESIÓN DE BECK

TEST DE DEPRESIÓN DE BECK TEST DE DEPRESIÓN DE BECK Instrucciones para el entrevistador para la aplicación del Cuestionario de Depresión de Beck Se han preparado las siguientes instrucciones con el fin de estandarizar la aplicación

Más detalles

Pinocho Autor: Carlo Collodi

Pinocho Autor: Carlo Collodi www.soncuentosinfantiles.com Pinocho Autor: Carlo Collodi Erase una vez, un carpintero llamado Gepetto, decidió construir un muñeco de madera, al que llamó Pinocho. Con él, consiguió no sentirse tan solo

Más detalles

EL JUEGO DE LA OCA DEL CAMINO DE SANTIAGO

EL JUEGO DE LA OCA DEL CAMINO DE SANTIAGO EL JUEGO DE LA OCA DEL CAMINO DE SANTIAGO Querido catequista: Te presentamos un Juego de la Oca del Camino de Santiago, con él queremos que los chicos aprendan, que vivir siempre es ponerse en camino,

Más detalles

LA ESTRELLA BONDADOSA (Dibujos y Texto: Rosama Baena Bernal)

LA ESTRELLA BONDADOSA (Dibujos y Texto: Rosama Baena Bernal) LA ESTRELLA BONDADOSA (Dibujos y Texto: Rosama Baena Bernal) PERSONAJES... UN PERRO COJO. UNA MARGARITA SIN PETALOS. UN JILGUERO CIEGO. UN GATO QUE TIEMBLA. LA LUNA Y EL SOL... Yo soy una estrella que

Más detalles

Tarea 1 Instrucciones

Tarea 1 Instrucciones Tarea 1 Instrucciones Vas a escuchar siete conversaciones. Escucharás cada conversación dos veces. Después debes contestar a las preguntas (de la 1 a la 7). Selecciona la opción correcta (A / B / C). EJEMPLO:

Más detalles

Lección 11. -En el principio, Dónde vivían Adán y Eva? -En el Jardín del Edén.

Lección 11. -En el principio, Dónde vivían Adán y Eva? -En el Jardín del Edén. Lección 11 -En el principio, Dónde vivían Adán y Eva? -En el Jardín del Edén. - Cómo estaban Adán y Eva en el Jardín del Edén? -Adán y Eva estaban muy felices. - Por qué Adán y Eva estaban felices? -Porque

Más detalles

Recursos asociados a El cuento con viñetas

Recursos asociados a El cuento con viñetas El voluntariado y el acompañamiento y el apoyo emocional Acceder a las instrucciones del juego Recursos asociados a El cuento con viñetas Objetivos específicos Reconocer que nuestras relaciones cambian

Más detalles

Capítulo 2 Los niños que no oyen bien necesitan ayuda desde pequeños

Capítulo 2 Los niños que no oyen bien necesitan ayuda desde pequeños 13 Capítulo 2 Los niños que no oyen bien necesitan ayuda desde pequeños En los primeros años de vida, todos los niños, incluso los niños que son sordos o que no oyen bien, desarrollarán más habilidades,

Más detalles

Francisco Javier del Puerto García I.E.S. Jardines de Puerta Oscura Málaga 1º Premio Regional Categoría B

Francisco Javier del Puerto García I.E.S. Jardines de Puerta Oscura Málaga 1º Premio Regional Categoría B UN PADRE SOLO Francisco Javier del Puerto García I.E.S. Jardines de Puerta Oscura Málaga 1º Premio Regional Categoría B Raquel vive lejos de su padre, a unos mil kilómetros de distancia. Ella está en el

Más detalles

LAS FRONTERAS DEL INFIERNO

LAS FRONTERAS DEL INFIERNO 114420 Las fronteras del infier 21/06/2007 8:06 Página 3 LAS FRONTERAS DEL INFIERNO JORDI SIERRA I FABRA 114420 Las fronteras del infier 21/06/2007 8:06 Página 5 1 Solo cuando el avión tocó tierra, se

Más detalles

Rosa es una niña muy simpática. Siempre tiene una sonrisa para todo el mundo, y lo que más le gusta en la vida es vestirse con ropas de colores.

Rosa es una niña muy simpática. Siempre tiene una sonrisa para todo el mundo, y lo que más le gusta en la vida es vestirse con ropas de colores. 1 2 Rosa es una niña muy simpática. Siempre tiene una sonrisa para todo el mundo, y lo que más le gusta en la vida es vestirse con ropas de colores. A Rosa también le gusta salir a pasear al parque. Lo

Más detalles

El mejor maestro del mundo

El mejor maestro del mundo El mejor maestro del mundo Texto: Mireia Vidal Ilustraciones: Estudio Nimau. Ilustración infantil y juvenil Los cuentos de la abuela Ese día, en la escuela del pueblo de la pequeña Colina, todo el mundo

Más detalles

DIOS HIZO LA LUZ (A.1.2.2)

DIOS HIZO LA LUZ (A.1.2.2) DIOS HIZO LA LUZ REFERENCIA BÍBLICA: Génesis 1:3-5 VERSÍCULO CLAVE: CONCEPTO CLAVE: OBJETIVOS EDUCATIVOS: "En el comienzo de todo, Dios creó el cielo y la tierra" (Génesis 1:1, Dios Habla Hoy). Dios me

Más detalles

CRIS Y EL BOTÓN ROJO. Alba Alayon. Literatura infantil y juvenil, febrero de 2010

CRIS Y EL BOTÓN ROJO. Alba Alayon. Literatura infantil y juvenil, febrero de 2010 CRIS Y EL BOTÓN ROJO Alba Alayon Literatura infantil y juvenil, febrero de 2010 CRIS Y EL BOTÓN ROJO Alba Alayon Cris estaba agotada. Había tenido un día terrible, así que se fue a la cama un poco más

Más detalles

QUÉ HABRÍAS HECHO TÚ?

QUÉ HABRÍAS HECHO TÚ? QUÉ HABRÍAS HECHO TÚ? ESTHER BLANCO IGLESIAS INSTITUTO CERVANTES DE SALVADOR DE BAHÍA Nivel B2 del MCER y del PCIC Gente 3, unidad 10 TAREA DE COMPRENSIÓN AUDITIVA Lucía y el sexo, de Julio Medem http://www.youtube.com/watch?v=nwqe3orbv4e

Más detalles

DISCURSO DE DESPEDIDA DE LA XXXV PROMOCIÓN DEL COLEGIO SANSUEÑA

DISCURSO DE DESPEDIDA DE LA XXXV PROMOCIÓN DEL COLEGIO SANSUEÑA DISCURSO DE DESPEDIDA DE LA XXXV PROMOCIÓN DEL COLEGIO SANSUEÑA Buenas tardes a todos, como delegada de curso me han encargado dirigiros estas palabras. Pero, aunque sea yo quien las pronuncie, voy a hablar

Más detalles

ojos en el retrato de la rubia con gafas de la fotografía situada delante, sobre el aparato de televisión. Practicaría el sexo aquí, en el sofá, para

ojos en el retrato de la rubia con gafas de la fotografía situada delante, sobre el aparato de televisión. Practicaría el sexo aquí, en el sofá, para ojos en el retrato de la rubia con gafas de la fotografía situada delante, sobre el aparato de televisión. Practicaría el sexo aquí, en el sofá, para que me vieras desde todas tus posiciones. Con una gitana...

Más detalles

El relato de Génesis 24 nos muestra hermosamente

El relato de Génesis 24 nos muestra hermosamente MIS PRIMEROS AMIGOS DE LA BIBLIA Lección 11 Una esposa para Isaac Lectura bíblica: Génesis 24 Texto para memorizar: Romanos 8:14 Objetivo: Que los niños aprendan que el Señor dirige nuestros pasos y que

Más detalles

XXII CONVENCIÓN NACIONAL FAMILIAS ANÓNIMAS

XXII CONVENCIÓN NACIONAL FAMILIAS ANÓNIMAS XXII CONVENCIÓN NACIONAL FAMILIAS ANÓNIMAS "Hoy estoy en un camino mejor" 3ª Ponencia LA ORACION DE LA SERENIDAD A.- LA SERENIDAD B.- EL VALOR C.- DISTINGUIR LA DIFERENCIA Queridos compañer@s: Deseo compartir

Más detalles

Trabajo de creación COLOR. Historia de un género en pintura. Autor: Carlos González Mancera. Cód. 20131176008

Trabajo de creación COLOR. Historia de un género en pintura. Autor: Carlos González Mancera. Cód. 20131176008 ESPECIALIZACION EN DESARROLLO HUMANO CON ENFASIS EN CREATIVIDAD Y PROCESOS AFECTIVOS Trabajo de creación COLOR Historia de un género en pintura Autor: Carlos González Mancera Cód. 20131176008 UNIVERSIDAD

Más detalles

[ TALLER DE RADIO-TEATRO PARA JÓVENES] Guión de radiofónico Voces Mesoamericanas Acción con Pueblos Migrantes A.C.

[ TALLER DE RADIO-TEATRO PARA JÓVENES] Guión de radiofónico Voces Mesoamericanas Acción con Pueblos Migrantes A.C. Locutora: - Bueno, hombres, mujeres y todos los que están presente y los que están escuchando la radio vamos a escucharla historia niña que quiere estudiar. porque antes las niñas no tenían derecho a estudiar

Más detalles

Gracias, mamá. Por Eduardo y Gisela, Bilbao.

Gracias, mamá. Por Eduardo y Gisela, Bilbao. Gracias, mamá Por Eduardo y Gisela, Bilbao. El tres de septiembre de 2003 nace Manuel, nuestro hijo. Crece con total normalidad, a los dos añitos va a la guardería, a los tres comienza su andadura escolar

Más detalles

Reglas del juego Versión detallada

Reglas del juego Versión detallada Reglas del juego Versión detallada En una partida de LOBO, pueden participar de 2 a 4 jugadores, y puede durar entre 20 y 30 minutos. Cada jugador es el pastor de un rebaño (rojo, azul, amarillo o negro)

Más detalles

AL PRINCIPIO TE ASUSTASTE. ENTON- CES SABÍAS MUY POCO, PERO HABÍAN 100 GREMLINS ALREDEDOR DE TÍ ESA NOCHE

AL PRINCIPIO TE ASUSTASTE. ENTON- CES SABÍAS MUY POCO, PERO HABÍAN 100 GREMLINS ALREDEDOR DE TÍ ESA NOCHE No. 1 ÓCULO, ESTOY PERCIBIENDO UN CAMBIO EN LOS GREMLINS ES BASTANTE DIFÍCIL CONTROLARLOS. ESTÁN VOLVIÉNDOSE MÁS FUERTES PORQUE LA GENTE YA NO SABE QUÉ HACER EN UNA EMERGENCIA. RECUERDAS TU PROPIA EMERGENCIA

Más detalles

Podéis encontrar mucha información sobre estos temas en una página web, que seguro que os encantará y a vuestros hijos e hijas también!

Podéis encontrar mucha información sobre estos temas en una página web, que seguro que os encantará y a vuestros hijos e hijas también! Educar en casa Internet y redes sociales Iker todavía es muy pequeño pero ya usa Internet y habla sobre una red social en la que están algunos chicos de su colegio. La verdad es que nosotros no somos muy

Más detalles

Personajes. Narrador Aidún Mario Dunia. Nota: Los textos correspondientes a las acotaciones escénicas figuran en color rojo.

Personajes. Narrador Aidún Mario Dunia. Nota: Los textos correspondientes a las acotaciones escénicas figuran en color rojo. Personajes 28 Narrador Aidún Mario Dunia Nota: Los textos correspondientes a las acotaciones escénicas figuran en color rojo. 1 Luz cenital y suave sobre el Narrador, que es una presencia algo etérea.

Más detalles

El Conejo y Los Cocodrilos

El Conejo y Los Cocodrilos El Conejo y Los Cocodrilos Una linda mañana Conejo caminó fuera de su casa, estiró sus brazos y miró los campos en frente de él. Mira esas briznas de pasto secos y café, se quejó. Me he comido toda la

Más detalles

www.mihijosordo.org Familias inmigrantes Somos muchos en casa

www.mihijosordo.org Familias inmigrantes Somos muchos en casa Familias inmigrantes Somos muchos en casa Cuando llegamos a España nos encontramos muchos problemas para alquilar una casa: los pisos eran muy caros y nosotros todavía buscando trabajo. Además nos pedían

Más detalles

REFLEXIÓN PARA LA REUNIÓN POR GRUPOS.

REFLEXIÓN PARA LA REUNIÓN POR GRUPOS. LECTURA DEL EVANGELIO: REFLEXIÓN PARA LA REUNIÓN POR GRUPOS. "Salió Jesús con sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Filipo, y en el camino les preguntó: «Quién dice la gente que soy yo?». Ellos

Más detalles

Controlando la fatiga o cansancio

Controlando la fatiga o cansancio Controlando la fatiga o cansancio La siguiente información está basada en las experiencias generales de muchos pacientes con cáncer de próstata. Su experiencia podría ser diferente. Si tiene alguna pregunta

Más detalles

Docencia compartida 1. CASO PRÁCTICO

Docencia compartida 1. CASO PRÁCTICO 1. CASO PRÁCTICO Hace algunos años el trabajo de dos maestros/as en el aula era un hecho normal en la escuela. Cuando digo normal no quiero decir que todos lo hicieran sino que la gente estaba acostumbrada

Más detalles

LEYENDO UN CUENTO. Cinco cuentos para leer en voz alta. Autor: Antonio Pons

LEYENDO UN CUENTO. Cinco cuentos para leer en voz alta. Autor: Antonio Pons LEYENDO UN CUENTO Cinco cuentos para leer en voz alta. Autor: Antonio Pons Hoy, vamos a leer cuentos en voz alta, dijo el maestro. Pero si hoy tocan mates, pensé yo enfadado. El resto de los niños gritaron

Más detalles

En un país cálido y lejano había un. Prólogo

En un país cálido y lejano había un. Prólogo Prólogo En un país cálido y lejano había un rey bueno y sabio que tenía siete hijos, seis varones y una niña, hijos de siete mujeres diferentes. El rey se sentía viejo y cansado, y sabía que pronto tendría

Más detalles

El castillo de irás y no volverás

El castillo de irás y no volverás El castillo de irás y no volverás En un hermoso pueblo al lado del mar vivía un pescador con su mujer. Eran ya mayores y no tenían hijos. Sólo se tenían el uno al otro. Todas las mañanas, muy temprano,

Más detalles

EL EQUIPO ODONTOLÓGICO. Paciente

EL EQUIPO ODONTOLÓGICO. Paciente EL EQUIPO ODONTOLÓGICO Paciente persona que recibe los servicios de un profesional de la salud, como es el dentista, sometiéndose a un examen dental, un diagnóstico y un tratamiento. En la sala de espera,

Más detalles

Una mañana bajó al río con un puchero de cobre para llenarlo de agua, mezclarla con la harina y así poder hacerse un pan.

Una mañana bajó al río con un puchero de cobre para llenarlo de agua, mezclarla con la harina y así poder hacerse un pan. El Príncipe Serpiente Hace muchos años en una pequeña ciudad de la India, vivía una mujer viejecita tan pobre, que sólo tenía harina seca para poder comer. Una mañana bajó al río con un puchero de cobre

Más detalles

URL DEL VIDEO: http://www.educarchile.cl/portal.base/web/vercontenido.aspx?id=186845

URL DEL VIDEO: http://www.educarchile.cl/portal.base/web/vercontenido.aspx?id=186845 TÍTULO DEL VIDEO: Mazapán. Capítulo VI, I Parte AUTOR/PRODUCCIÓN: producción: TVN DURACIÓN: 00:22:54 GÉNERO: No Ficción DURACIÓN: 00:22:54 DESCRIPCIÓN: Trabaja junto al conocido y querido grupo Mazapán.

Más detalles

"Amarte como me amo a mi mismo es buscar oirte como quisiera ser escuchado al igual que comprenderte como quisiera ser comprendido.

Amarte como me amo a mi mismo es buscar oirte como quisiera ser escuchado al igual que comprenderte como quisiera ser comprendido. "Amarte como me amo a mi mismo es buscar oirte como quisiera ser escuchado al igual que comprenderte como quisiera ser comprendido." David Augsburger Sonido: Ernesto Cortazar - Eternity LA MAESTRA RODRIGUEZ

Más detalles