SOBRE EL MINISTERIO QUE DESEMPEÑAN LOS DIÁCONOS EN LA

Transcripción

1 SOBRE EL MINISTERIO QUE DESEMPEÑAN LOS DIÁCONOS EN LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA DISPOSICIONES GENERALES - Las indicaciones para este apéndice han sido tomadas de la Institución General del Misal Romano, tercera edición (n ), del Ordinario de la Misa (n. 1-32; ) y del Ceremonial de los Obispos (n ). - Por la extensión del apéndice, se irá publicando por partes; próximamente podrá ver las indicaciones para la Misa en las que asisten dos diáconos. - La vestidura litúrgica del diácono en la celebración eucarística es la dalmática; cuyo color será determinado por la festividad que se celebre. - Para mayor comprensión del documento, téngase en cuenta lo siguiente: o La palabra sacerdote hace referencia al Obispo y al presbítero al mismo tiempo. o Cuando se necesite indicar algo que corresponde directamente al Obispo o al presbítero, se utilizará alguna de estas palabras para diferenciarlos. - Cuando hay un solo diácono, hay servicios litúrgicos que -si bien es cierto le corresponden- pueden dificultársele por la secuencia de los ritos; éste es el caso del uso de los libros litúrgicos, que él debe presentar al sacerdote. Por esta razón: o cuando está en el altar, puede ser ayudado en el uso del Misal Romano por un acólito instituido; o cuando está en otro lugar fuera del altar (por ejemplo, en la sede, para presentar al sacerdote la introducción y conclusión de la oración universal de los fieles; la oración colecta o la bendición solemne) puede ser ayudado por un librero (ya sea acólito instituido o monaguillo). A. MISA EN LA QUE ASISTE UN DIÁCONO a. Ritos iniciales 1. En la procesión de entrada, el diácono puede desempeñar dos servicios particulares: - En las celebraciones solemnes en que se lleva el Evangeliario, al diácono le corresponde llevarlo un poco elevado (acompañado por dos o cuatro ministros con velas encendidas), y se ubica delante de los concelebrantes o -en ausencia de estosdel sacerdote que preside. - Cuando no se lleva el Evangeliario, el diácono irá al lado del sacerdote que preside. 2. Al llegar al presbiterio, si el diácono lleva el Evangeliario, omite la reverencia y lo coloca sobre el altar. Luego, permanece cerca para que, al mismo tiempo que junto con el sacerdote que preside, venere el altar con un beso. Sin embargo, si el Evangeliario no se lleva en procesión; al llegar al presbiterio: - Si el que preside es un Obispo (y antes de hacer cualquier inclinación), el diácono le retira la mitra y el báculo (y los entrega a - Si el que preside es un presbítero, inmediatamente hacen profunda reverencia al altar.

2 los ministros respectivos); inmediatamente hacen profunda reverencia al altar. Luego, suben para venerarlo con un beso y: - Si se está utilizando incienso, el turiferario le entrega el turíbulo humeante al diácono para que éste lo entregue al sacerdote que preside. Luego, el diácono permanece a la par del sacerdote durante la incensación; si fuera necesario, puede recordarle al sacerdote la manera de proceder: Primero se inciensa la cruz, haciendo reverencia profunda, incensando con tres golpes dobles y repitiendo la reverencia (si no se encuentra detrás o junto al altar, éste se inciensa primero y la cruz se inciensa cuando se pase frente o cerca de ella. Después se inciensa el altar, pero en este caso rodeándolo. Por último, si se está celebrando alguna festividad de la Virgen María o de algún otro santo, finalizada la incensación del altar se inciensa la imagen, a la cual se le venera únicamente con dos golpes dobles. - Si no se está utilizando incienso, el diácono se dirige junto con el sacerdote que preside a la sede, y se sienta a su lado para servirle (a partir de la tercera edición del Misal Romano, específicamente en su institución general en el numeral 310, se deja claro que la ubicación de los sacerdotes concelebrantes -y de aquellos presbíteros que estén desempeñando otro ministeriodebe ser en el presbiterio; sin embargo, también se aclara que el lugar de los diáconos es cerca de la sede. Por tanto, en ausencia de diáconos, el sacerdote que preside permanecerá solo). 3. En el acto penitencial, cuando se emplea la tercera fórmula, el diácono puede decir las invocaciones. Si las dice el sacerdote u otro ministro idóneo, después de cada tropo el diácono puede conducir a la asamblea para que responda. 4. En el caso de que se sustituya el acto penitencial por la aspersión, el diácono sostiene cerca del sacerdote la caldereta con el agua que será bendecida. Luego, sosteniendo la caldereta, acompaña a quien preside para que asperje a la asamblea. 5. En la oración colecta, como bien se indicó al inicio del documento, el diácono puede presentar el libro según las circunstancias. 6. Finalizada la oración colecta, toma asiento a un lado o cerca de la sede para permanecer allí asistiendo al sacerdote que preside. b. Liturgia de la Palabra 7. Para la proclamación del Evangelio, pueden darse tres situaciones: * Cuando se utilizan el Evangeliario y el incienso: - Mientras se entona la aclamación antes del * Cuando no se utiliza el Evangeliario pero sí se hace uso del incienso: - Mientras se entona la * Cuando no se utilizan ni el Evangeliario ni el incienso: - Mientras se entona la aclamación antes del

3 Evangelio, el diácono toma la naveta y -junto con el turiferario- se acerca al sacerdote para que bendiga el incienso, luego entrega la naveta al navetero. Inmediatamente, se inclina frente al sacerdote y le dice en voz baja: Padre, dame tu bendición. Él lo bendice con la oración indicada, al final de la cual el diácono se signa y responde: Amén. - Después, se dirige al altar, hace profunda reverencia y toma el Evangeliario para dirigirse en procesión hacia el ambón (la procesión se ordena del siguiente modo: el turiferario y el navetero, y el diácono con el Evangeliario un poco elevado en medio de dos o cuatro ministros con velas encendidas). - Llegado al ambón, coloca el Evangeliario y manteniendo las manos juntas se dirige a los fieles diciendo: El Señor esté con ustedes, luego dice: Lectura del santo Evangelio según y con el dedo pulgar signa el libro y se signa a sí mismo, en la frente, la boca y el pecho. Después, venera el libro de los Evangelios haciendo una reverencia profunda, incensándolo con tres golpes dobles y repitiendo la reverencia. - Luego, proclama el Evangelio, diciendo al final: Palabra del Señor. aclamación antes del Evangelio, el diácono toma la naveta y -junto con el turiferario- se acerca al sacerdote para que bendiga el incienso, luego entrega la naveta al navetero (el turiferario y el navetero se dirigen de una vez al ambón, donde ya están colocados dos o cuatro ministros con velas encendidas). Inmediatamente, se inclina frente al sacerdote y le dice en voz baja: Padre, dame tu bendición. Él lo bendice con la oración indicada, al final de la cual el diácono se signa y responde: Amén. - Después, se dirige al ambón (si pasa frente al altar, hace profunda reverencia). - Llegado al ambón, con las manos juntas se dirige a los fieles diciendo: El Señor esté con ustedes, luego dice: Lectura del santo Evangelio según y con el dedo pulgar signa el libro y se signa a sí mismo en la frente, la boca y el pecho. Después, venera el Evangelio (que se encuentra en el leccionario) haciendo una reverencia profunda, incensándolo con tres golpes dobles y repitiendo la reverencia. - Luego, proclama el Evangelio, diciendo al final: Palabra del Señor. Inmediatamente, lo besa Evangelio, el diácono se inclina frente al sacerdote y le dice en voz baja: Padre, dame tu bendición. Él lo bendice con la oración indicada, al final de la cual el diácono se signa y responde: Amén. - Después, se dirige al ambón (si pasa frente al altar, hace profunda reverencia). - Llegado al ambón, con las manos juntas se dirige a los fieles diciendo: El Señor esté con ustedes, luego dice: Lectura del santo Evangelio según y con el dedo pulgar signa el libro y se signa a sí mismo en la frente, la boca y el pecho. - Luego, proclama el Evangelio, diciendo al final: Palabra del Señor. Inmediatamente, lo besa mientras dice en secreto: Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados. Por último, regresa a su lugar a un lado o cerca de la sede.

4 Inmediatamente, lo besa mientras dice en secreto : Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados. O bien, omite el beso, toma el Evangeliario y se dirige en procesión a la sede: ~ si el que preside es un Obispo, el diácono le muestra el libro para que bese el Evangelio que acaba de proclamarse; luego, le entrega el Evangeliario para que dé la bendición a los fieles. ~ si el que preside es un presbítero, el diácono le muestra el libro para que bese el Evangelio que acaba de proclamarse; luego, le entrega el Evangeliario para que lo muestre a la asamblea (en este caso, el presbítero no da la bendición con el libro de los Evangelios). - Por último, el diácono toma el Evangeliario y lo coloca en un lugar digno (puede dejarse en el ambón hasta el final de la Misa. En esto debe tenerse el cuidado de no desdecir la veneración que acaba de realizarse con el Evangeliario, cuidando de no tratarlo como un libro más, sino dándole en toda la celebración la debida reverencia y respeto). Finalmente, todos regresan a sus lugares. mientras dice en secreto: Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados. Por último, regresa a su lugar a un lado o cerca de la sede. Los otros ministros regresan en orden a la sacristía, dejan los objetos litúrgicos y toman su lugar. 8. Por indicación directa del sacerdote, el diácono puede hacer la homilía.

5 9. Finalizada la profesión de fe, al diácono le corresponde proponer desde el ambón las intenciones de la oración universal de los fieles. c. Liturgia eucarística Presentación de dones 10. Si hay procesión de dones, el diácono permanece junto al sacerdote para colaborarle en la recepción de éstos. Una vez que los productos comestibles hayan sido colocados frente al altar (no sobre él; puede buscarse otro lugar adecuado) y se haya recibido el pan y el vino, se procede a preparar el altar. 11. El diácono lleva al altar los dones del pan y del vino, y los dispone para la presentación, que corresponde al sacerdote: el diácono coloca el corporal y el purificador, luego el pan; después, prepara el cáliz vertiendo vino y un poco de agua mientras dice en secreto: Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad (esta preparación del cáliz puede haberla hecho en la credencia) Luego, entrega al sacerdote la patena con el pan. Una vez presentado el pan, el diácono le entrega el cáliz preparado para que presente el vino. Terminada la presentación de los dones, se puede proceder de dos maneras: - Cuando se utiliza el incienso, el diácono recibe la naveta de manos del acólito o monaguillo, y junto con el turiferario se acerca al sacerdote para que éste ponga incienso y lo bendiga. Inmediatamente, el diácono deja la naveta y toma el incensario, lo entrega al sacerdote y le acompaña. Si fuera necesario, puede indicarle el orden para incensar: Primero se inciensan los dones con tres golpes dobles. En segundo lugar, se hace reverencia profunda, se inciensa la cruz con tres golpes dobles y se repite la reverencia (si la cruz no se encuentra detrás o junto al altar, se inciensa cuando se pase frente o cerca de ella). Por último, se inciensa el altar rodeándolo. - Después, el diácono recibe del sacerdote el turíbulo y procede a incensar a los fieles del siguiente modo (antes y después de incensar a cada uno de ellos, se hace reverencia profunda): Primero, inciensa al sacerdote con tres golpes dobles. - Cuando no hay incienso, el diácono puede colaborar vertiendo el agua con la que el sacerdote se lava las manos. Luego, permanece un poco detrás del sacerdote que preside para asistirle en el resto de la celebración.

6 En segundo lugar, inciensa a los concelebrantes con tres golpes dobles (procúrese incensarlos a todos de una sola vez -sean Obispos o presbíteros-; sin embargo, si se encuentran distribuidos a ambos lados del presbiterio, se inciensa primero a los que están a un lado y luego a los que están al otro. No debe colocarse delante del altar para incensarlos a todos, pues esto no permite ver con claridad si se inciensa al altar o a los concelebrantes). Para finalizar, inciensa a la asamblea con tres golpes dobles. - Finalizada la incensación de la asamblea, el diácono entrega el incensario, se dirige hacia el altar y permanece un poco detrás del sacerdote que preside para asistirle en el resto de la celebración. Plegaria eucarística 13. Cuando la celebración es presidida por un Obispo, concluida la oración sobre los dones el diácono le retira el solideo. 14. Durante la Plegaria eucarística, el diácono colabora con el uso del Misal Romano, indicándole al sacerdote las distintas oraciones (para ello, es importante que con anterioridad pregunte al sacerdote el prefacio y la Plegaria eucarística que va a utilizar, para que pueda reconocer los elementos propios y la estructura de ésta). 15. Al iniciarse el relato de la institución ( consagración ), el diácono retira la palia del cáliz y se pone de rodillas (así permanece hasta que finalice este rito). Luego, se levanta, cubre el cáliz con la palia y sigue colaborando con el uso del Misal Romano. 16. En la doxología: Por Cristo, con él y en él, el diácono recibe del sacerdote el cáliz y lo mantiene elevado hasta que la asamblea responda: Amén. Ritos de comunión 17. En el rito de paz, después de que el sacerdote haya hecho la invocación: La paz del Señor esté siempre con ustedes y la asamblea haya respondido, si se va a intercambiar algún gesto de paz, en este momento el diácono hace la invitación tomando alguna de las moniciones del Misal Romano u otras parecidas (recuérdese que, según las particularidades del Rito Romano, la paz es una bendición que nace del sacrificio eucarístico; por lo tanto, evítese utilizar palabras que hagan parecer este gesto como un simple saludo). 18. En la distribución de las especies consagradas, primero comulga el sacerdote que preside. Luego, el diácono recibe del mismo sacerdote la comunión bajo las dos especies (el diácono no comulga por sí solo), y toma el copón para ayudar en la distribución de la Comunión. Si la Comunión se da bajo las dos especies bebiendo directamente la Sangre, el sacerdote entrega el cáliz al diácono, el cual lo ofrece a los que van comulgando; si es

7 sumergiendo la hostia en la Sangre, el diácono toma un copón y -ayudado por un ministro que lleva el cáliz- colabora en la distribución de la Comunión. 19. Finalizada la distribución de la comunión a los fieles, el diácono consume la Sangre del Señor que hubiese quedado en el cáliz. Luego, traslada al Sagrario las hostias que no fueron consumidas, las cuales quedarán como parte de la reserva eucarística. Para esto, puede hacerse ayudar de los acólitos instituidos o -si fuera gran cantidad de copones los que se deben trasladar- también puede hacerse ayudar de los ministros extraordinarios de la comunión; sin olvidar que estos últimos le pueden asistir pero no le deben suplantar. Después, el diácono lleva los vasos sagrados a la credencia y en seguida o después de la Misa, los purifica. En su defecto, puede purificarlos en un extremo del altar. 20. Una vez que ha realizado la purificación de los vasos sagrados empleados en la celebración, o que los ha trasladado a la credencia para purificarlos después de la Misa, el diácono regresa a su lugar, para continuar la celebración. Si el que preside es un Obispo, el diácono antes de regresar a su sitio, le entrega el solideo; de tal manera que éste comprenda que todo está listo para continuar la celebración. 21. Una vez en su lugar al lado del sacerdote, y según las circunstancias (como bien se indicó al inicio), el diácono presenta el libro con la oración después de la Comunión al sacerdote cuando éste se lo indique. d. Ritos de conclusión 22. Terminada la oración después de la Comunión se dan los avisos. Si el que preside es un Obispo, se sienta en la sede y el diácono le entrega la mitra. 23. Cuando se utilice la bendición solemne o la oración sobre el pueblo, después de la aclamación: El Señor esté con ustedes y su respectiva respuesta; el diácono dice a los fieles: Inclinen la cabeza para recibir la bendición. Si el que preside es un Obispo, al iniciar la aclamación: Y la bendición de Dios todopoderoso, el diácono le entrega el báculo. 24. Una vez dada la bendición, el diácono se dirige a la asamblea con la monición de envío (utilizando las aclamaciones del Misal Romano u otras parecidas), con la cual se debe marcar la dimensión misionera de la Iglesia. 25. Luego, se dirige con el sacerdote hacia el altar y lo veneran con un beso y una reverencia profunda. Inmediatamente, se organiza la procesión de envío en el mismo orden que la de entrada (sin embargo, sólo se lleva la cruz procesional).