NOTICIAS DE DIOS PEQUEÑAS HISTORIAS DE SOLIDARIDAD

Transcripción

1 98 NOTICIAS DE DIOS PEQUEÑAS HISTORIAS DE SOLIDARIDAD Testimonios 1. Un hogar abierto a todos 2. Nuestros anillos de plata 3. Pluralismo, diálogo y tolerancia 4. Vivir de utopías 5. Una mirada nueva 6. Sencillamente, enterándonos 7. Mi compromiso militante 8. Ensuciarse las manos o trabajar en el barro 9. Dos años después, mirar y aprender 10. Aprender la solidaridad: la solidez de los débiles 11. La experiencia de solidaridad con nuestros hermanos 12. Nuestro pequeño intento de solidaridad

2 Este cuaderno no tiene más pretensión que narrar pequeñas historias de solidaridad. Historias de hombres y mujeres que han dado su tiempo, sus convicciones, su hacer de una manera sencilla porque han oído el clamor de los débiles. Leer sus narraciones ha sido una experiencia de fe, hay noticias de Dios en este mundo, están escritas con otras claves, a lo mejor tenemos que saberlas descifrar. Hay que agradecer de veras a cada uno de vosotros la experiencia compartida, la sencillez de vuestro caminar, el creeros todos que hacéis muy poco, la gratitud que sentís por tanto recibido en esta historia vuestra, solidaria y siempre acompañada. También hay que pedir disculpas porque los escritos originales de los testimonios han quedado reducidos. Estaban llenos de anécdotas plenas de sentido. Estos cuadernos también son solidarios y tienen que recortar gastos, como tantos hermanos nuestros, que no sólo los recortan, sino que no tienen ni el mínimo. Ellos son los protagonistas de estas historias, vosotros sólo sois los que habéis tenido la suerte de encontrarlos en el camino. Al acabar el cuaderno el lector comprobará que no está ante modelos de santidad, sino ante testimonios evangélicos. La santidad es cosa de Dios y no nuestra. Pero la vida humana está plagada de infinitos testimonios de bondad anónima. Y de éstos, es fácil extraer algunas lecciones como las siguientes: a) La importancia de los demás. En forma de pareja, de movimiento, grupo de matrimonios o de revisión de vida, de los mismos hijos... Los demás pueden sacar a veces lo peor de nosotros, pero son los únicos capaces de sacar lo mejor de nosotros mismos. b) La necesidad de enterarse. Cómo cambiamos? se pregunta uno de los testimonios. Y responde: Simplemente empezamos a enterarnos. Hoy en día no se puede ser cristiano retirándose a un plácido mundo de ignorancia bendita. Lo mínimo que se nos pide es saber en qué mundo estamos. c) Ninguno de los que aquí testifican (a pesar de lo admirable de algunos relatos) se siente superior, o mejor, sino más bien paradójicamente agradecido. El compromiso es gracia, buena noticia ( ev-angelio ) antes que ley. Desde esta triple constatación, puede terminar el lector introduciéndose dentro de esta pequeña nube de testigos y desde ella, encarándose con la Fuente de toda vida y toda libertad, para preguntarle: Señor quieres algo más de mí?. Cristianisme i Justícia 2

3 1. UN HOGAR ABIERTO A TODOS Gloria Pérez y Jordi Riera 1. Inquietud por los más desfavorecidos Podría decir que ya desde joven empecé a sentir una cierta inquietud y preocupación por todas aquellas personas más desfavorecidas. El tema de la solidaridad muy a menudo me preocupaba y esta preocupación me condujo al barrio de St. Roc de Badalona donde, junto a otras personas, iba los domingos a colaborar en un esplai para niños gitanos. Todo esto estaba respaldado por la reflexión de una comunidad CVX que me impulsaba a creer que la fe y el compromiso eran mucho más que reuniones y charlas. Fue en esta comunidad donde conocí a Jordi, mi marido. De esto hace 24 años. Mi desasosiego y espíritu inquieto convergieron con el talante paciente de un hombre esencialmente bueno, quizás no muy arriesgado en su proceder pero sí lleno de una gran coherencia vital. En nuestra andadura como pareja nos ayudó un equipo de matrimonios llevado por un jesuita. Fue una época de aprender a convivir con el otro, de aprender a compaginar el trabajo fuera de casa con las tareas propias del hogar, la llegada de 3 hijos, con los cambios de pañales, las noches en vela. Actualmente tienen 20, 19 y 17 años, ellos han representado, desde el principio, una fuente de riqueza, de constantes reflexiones y preguntas. Mi inquietud, mi hacer abierto y mi preocupación social no podían vivirse como una manía de madre, sino, cada vez más, como un deseo de transmitir y vivir un determinado estilo de familia. Así fue como nos incorporamos al grupo de familias surgido de las colonias de los escolapios de Pineta. El grupo nos implica a todos los que formamos parte de él, es un estilo de vivir, juntos vamos tomando conciencia de la importancia de la solidaridad, nos encontramos con diferentes testimonios que nos espolean y animan a creer que, una vez más, no es suficiente sólo con hablar, sino que es necesario actuar. 2. Una decisión que nos marca Unos buenos amigos del grupo contactaron, hace ya algunos años, con la Fundación Oscobe, que regenta un Centro de Acogida para chicos entre 15 y 18 años que llegan de centros tutelados. Estos chicos proceden de familias desestructuradas o de padres que, por diferentes motivos, no pueden hacerse cargo de ellos. Muchos arrastran graves problemáticas familiares y sobre todo una gran falta de afecto. En este Centro se les enseña un oficio al mismo tiempo que trabajan en unos viveros y en hostelería. Alguno de los chicos va también a la academia para poder obtener el graduado escolar porque muchos de ellos han sufrido el absentismo escolar. Se les enseña a administrarse y ser autónomos. También se les educa en los hábitos de trabajo y de compartir las tareas domésticas. Viven en régimen de centro abierto mientras cumplan con sus obligaciones. A partir de una sugerencia hecha por parte del Centro a estos amigos, pareció interesante que los chicos pudiesen vivir y experimentar aquello que siempre les ha faltado: compartir su tiempo libre con una familia estructurada, al menos, una vez al mes. Estos chicos suelen pasar los fines 3

4 de semana con sus familias (aunque esto no siempre es posible y a veces no es conveniente) o bien en el Centro. Nuestro servicio consiste en acoger a uno de estos chicos dos fines de semana al mes, y durante algún período de vacaciones. Nuestra familia, concretamente, acoge desde el año pasado a dos hermanos de 16 y 17 años. Acostumbran a venir el viernes por la noche y se van el domingo a media tarde. Cuando están ellos normalmente hacemos lo mismo que cualquier otro fin de semana, pero intentando dedicarles más tiempo y hacer actividades que a les puedan gustar. Sobre todo intentamos estar todos más por ellos. 3. Nuestros hijos y nosotros valoramos la vida y las cosas de otro modo Esta incorporación de dos miembros más a nuestra familia nos ha supuesto una reflexión constante. Porqué lo hacemos? Qué esperamos de ello? Este compromiso significa, a menudo, tener que renunciar a la independencia como pareja, sobre todo ahora que los hijos ya son mayores y hacen su propia vida, para estar atentos a los recién llegados y retomar unas funciones de padres que ya habíamos olvidado. A nuestros hijos también les ha supuesto preguntas que les han llevado a valorar positivamente todo aquello a lo que antes no daban importancia: tener unos padres que les quieran, una estabilidad familiar, unos estudios y, al mismo tiempo, han tenido que hacer un esfuerzo para compartir todo lo que tenemos y, a veces, esto no es fácil, sobre todo en los adolescentes. Nuestros hijos teóricamente todos creen que es positivo el acoger a otros, pero en el momento de la práctica, cuando ven que les toca compartir o hacer un esfuerzo para renunciar a alguna cosa, les cuesta, sobre todo al mayor que está ya más acostumbrado a hacer su vida. Con nuestra hija tienen una relación de buenos amigos, se explican cosas, le consultan. Con el más pequeño es con quien más juegan y comparten, pero, al mismo tiempo, también es el más celoso, le disgusta, a veces, que estemos por ellos y que ellos tengan detalles con nosotros. Después de casi un año de experiencia, creemos que todos lo hemos asumido bien. Es necesario un esfuerzo, pero merece la pena cuando ves que ellos están felices, van creciendo, te explican cosas de su familia, te tienen confianza, y intentan superarse. La experiencia nos enriquece a todos. Al poder compartir nuestra familia hemos descubierto cómo ésta podía ser un sacramento de amor, compartido y repartido con impulso renovado hacia aquellos que les falta lo que es fundamental para cualquier chico: un padre y una madre que les quieran de verdad. Quizá esto que hacemos es sólo una gota de agua en el océano, pero es lo que nos sentimos capaces de hacer: compartir lo que tenemos, nuestro hogar, nuestro tiempo, nuestra familia. 4

5 2. NUESTROS ANILLOS DE PLATA Sílvia y Xavier 1. Intentamos ser coherentes Somos un matrimonio del barrio de Gracia de Barcelona, pareja desde hace 16 años y padres de una pequeña familia numerosa de 10, 7 y 4 años. En casa simplemente intentamos no llevar una disociación insultante entre sentir y hacer. Lo que nosotros hemos hecho no es ni extraordinario ni maravilloso, simplemente es un acto de congruencia con aquello que decimos creer: la fe en Jesucristo y en un modelo de sociedad diferente, igualitaria y solidaria. Ser solidarios nos viene ya de pequeños, gracias a la educación recibida de los padres y de los colegios a los que fuimos. También nos influyó la parroquia, el grupo de Tercer Mundo, la coral, la misa joven del domingo al mediodía, las oraciones de Sta. María del Mar los domingos por la noche. Más recientemente hemos tenido nuevas influencias inspiradoras: Taizé, Montserrat, St. Pere de les Puel.les y el Puiggraciós, Mas Blanc Cómo ser solidarios en familia La solidaridad empieza en casa, con uno mismo, con la pareja, los hijos, con los padres mayores... a veces es más fácil ser solidario fuera del hogar que en él. Optamos por los hijos. Esto significa darles nuestro tiempo para estar día a día con ellos, en detrimento de otras actividades: reducir nuestras jornadas laborales para poder llevarlos y recogerlos de la escuela, optar por trabajos que nos permitan compartir con ellos su tiempo, en detrimento de otros con mejores salarios o de otras opciones profesionales. Queremos remarcar el hecho de habernos encontrado el uno al otro como pareja. Creemos que esto ha sido el motor de nuestro estilo de vida común, y esto fue empezar con ventaja, nos consideramos privilegiados en este aspecto. En primer lugar, en el momento de acondicionar nuestra casa, nuestra intención fue amueblarla con sencillez, evitando obras no estrictamente necesarias. Nuestros anillos de compromiso son de plata en vez del oro habitual, como símbolo de austeridad. Las puertas de casa siempre han estado abiertas para todo y todos, intentando tener siempre tiempo para quien nos visitara. En ciertos momentos de nuestra vida, ser austeros fue fácil, al menos para nosotros: teníamos poco dinero y no demasiada ambición al respecto, pero vivíamos tranquilamente, sin sufrir para llegar a fin de mes. El mantenerte sencillo, pobre, solidario, se complica cuando entras en la rueda de la sociedad. Debes optar entre entrar en este tren de vida o no... y, a veces, las tentaciones son fuertes. 5

6 3. Cómo hacerte solidario con el mundo Pensamos que hay que ir dando pasos: Hemos sido Objetores de Conciencia, al servicio militar y fiscales, opciones que son un instrumento transformador de la sociedad. Recién casados estuvimos un breve espacio de tiempo trabajando en Guatemala, como médico y dando clases en una escuela rural. Durante esta experiencia, conocimos a Benjamín, un joven maya tzutuil a quien ayudamos a pagar sus estudios universitarios de magisterio y psicología. Actualmente él continua esta cadena solidaria trabajando como maestro en su pueblo natal. Junto con nuestra pequeña comunidad cristiana estuvimos sosteniendo durante algunos años el Centro Juvenil Mártires del Despertar - Nueva Vida en El Salvador, colaborando con el sueldo de dos liberados. En estos últimos años, hemos iniciado un nuevo compromiso. Un día al mes uno de los dos va a dormir al Sostre de la Barceloneta, un dormitorio para indigentes. Para nosotros tiene el sentido de volver a sus usuarios la dignidad de personas que nuestra sociedad deshumanizadora les ha quitado. No hay duda que es muy arriesgado seguir el camino marcado por Jesús sin que nadie te acompañe, es necesario hacerlo en comunidad. Nosotros hemos tenido la inmensa suerte de estar acompañados desde hace casi veinte años, por una pequeña comunidad de oración, de vida, de compartir, y desde hace cinco años pertenecemos también al movimiento de la ACO (Acción Católica Obrera). Nuestros compañeros, con su apoyo y con sus compromisos, generalmente más valientes y arriesgados que los nuestros, siempre nos han llevado e impulsado por este camino solidario. 6

7 3. PLURALISMO, DIÁLOGO Y TOLERANCIA Enric Vidal y Nuria Gispert 1. Una educación sobria y austera Tenemos 70 y 63 años, hace 41 años que estamos casados, tenemos 3 hijos y 4 nietos. Antes de conocernos, los dos habíamos sido ya educados en el sentido de la solidaridad y el hecho de compartir con los demás. El padre de Nuria, que era médico, visitaba a todos los que se presentaban en su consulta, sin ningún tipo de discriminación. En aquel tiempo no existía la seguridad social y en su sala de espera se podía encontrar, tanto al presidente de la Cámara de Industria y Comercio como a un gitano de la Perona. Si en las visitas a domicilio veía una mala situación económica, además de no cobrar dejaba, con discreción, dinero bajo la almohada para que pudieran comprar la medicación. El padre de Enric era funcionario y una persona honrada. Durante la Guerra Civil el alcalde le nombró representante de la Institución en los almacenes de alimentos que enviaban los cuáqueros. En ese momento que otros aprovecharon para enriquecerse, él proporcionaba comida a personas escondidas, que eran perseguidas por sus creencias religiosas, monjas, sacerdotes, y a otras personas que lo necesitaban. 2. Dar la buena noticia a los pobres Nos casamos muy enamorados el uno del otro, pero también de Dios. Desde entonces hemos ido aprendiendo, poco a poco, a conocernos, a aceptarnos como somos y a tratar a cada hijo como es. En un momento de nuestras vidas fue especialmente importante la lectura de Lc 4,16: Me ha enviado para llevar la buena nueva a los pobres / para proclamar a los cautivos la libertad / y a los ciegos el retorno de la luz / para poner en libertad a los oprimidos / para proclamar el año de gracia del Señor. Este texto de Isaías que Jesús lee y del que hace su programa fue el que nos decidió, a los dos, a tomar una opción política. Decisión difícil en plena dictadura, y tratándose de una opción de izquierdas. Teníamos dos razones, la primera era que solos no podíamos hacer nada, y la segunda que la causa de las injusticias del mundo eran las estructuras opresoras. Enric era médico de una fábrica con miles de trabajadores, y participaba en todas las huelgas para conseguir los derechos negados en aquellos momentos a un colectivo que no era el suyo. Nuria se dedicaba a la agitación política. Recibimos gran cantidad de muestras de solidaridad de monjas y sacerdotes que nos dejaban sus locales para hacer reuniones clandestinas, que escondían a personas buscadas. Todo esto nos hizo quedar aislados de nuestros círculos sociales habituales. Nosotros no pertenecíamos a la élite de intelectuales sino que éramos personas de clase media que vivíamos en un barrio obrero, que luchábamos para que la democracia pudiese llegar y que la libertad 7

8 fuese uno de los ejes importantes de una nueva sociedad. 3. Creer en Jesús comporta defender al más débil Toda esta vida influyó mucho en nuestros hijos. Ellos no iban a colegios selectos o de opciones progresistas. Desde el principio les explicamos los motivos de nuestra lucha, y que el mundo que nos rodeaba no siempre pensaba lo mismo que nosotros. Esto les dio unos valores aprendiendo a defender al débil, a buscar la justicia en las cosas de la vida cotidiana, a ser tolerantes... Nuestro hogar siempre ha estado abierto para todos, pero durante los años de la dictadura todavía más: reuniones, preparación de pintadas, etc. Se produjo un encierro de mujeres de la empresa Motor Ibérica en la parroquia de St. Andreu, entre las que había una mujer mayor, cuyo marido estaba a punto de jubilarse, que tenía miedo. Cuando la policía decidió desalojar, nuestra hija Nuria, que tendría unos 12 años, estaba conmigo en la plaza Orfila esperando la intervención de la policía. De repente pensó en aquella mujer mayor y, no sé cómo, pudo llegar a la parroquia y salir del brazo con la señora diciendo: es mi abuela y veníamos a ver al cura. Quisiera acabar esta parte resaltando el papel y ayuda que representó Cristianos para el Socialismo. Fue una bocanada de aire fresco. Personas como Joan García Nieto y Alfons Comín nos ayudaron a hacer ver que la fe no está reñida con lo que en aquel momento llamabamos revolución. El párroco de St. Pacià, Mn. Xavier Casas, siempre nos animó a ser coherentes. 4. Aunque pierda votos quiero estar al lado de los más débiles Año En el barrio gitano de la Perona los payos que vivían cerca querían que aquella zona desapareciese. La Administración todavía no tenía clara la manera de hacerlo. Los asistentes sociales recomendaron para comenzar el proceso de educación de los gitanos hacer unas cuadras para los animales que tracicionalmente siempre han convivido con ellos. Los vecinos pensaron que esto sería el asentamiento de la Perona y empezaron a producirse violentas manifestaciones en contra. Muchas noches hacíamos guardia los gitanos, las monjas que tenían una guarderia en el barrio y yo, que era concejal de distrito. La situación era tensa y una noche centenares de vecinos querían quemar las barracas. Algunos de ellos, militantes de izquierda, estaban a favor de la quema. Yo tenía la certeza de que, aunque esto me hiciese perder votos, tenía que estar al lado de los más débiles. Aún hoy me encuentro con amigos gitanos de esa época que se sienten orgullosos de aquella solidaridad. 8

9 5. Nuevos compromisos Enric se dedicó a la vida profesional y fue dejando la política activa. Durante estos años su solidaridad ha ido encaminada hacia las personas mayores que viven solas. También ayuda a morir dignamente a enfermos terminales que han sacado de los hospitales y presta su apoyo a sus familias que desconocen cómo enfocar la situación. Nuria se profesionalizó en la política y llegó a cargo electo. Durante quince años ha sido concejal en el Ayuntamiento de Barcelona. En ese tiempo ha intentado promocionar al máximo a las personas que han trabajado con ella, no para la competitividad, sinó para obtener más cultura, más conocimientos. Para poder hacer mejor las cosas, primando los valores de la solidaridad, la justicia, la ternura. Actualmente es directora de Cáritas diocesana de Barcelona, un trabajo que en los últimos años de su vida laboral le permite seguir trabajando en la defensa de los más débiles. Quisieramos decir que, a pesar de los inconvenientes que hemos encontrado en nuestra solidaridad, estamos contentos y creemos que la experiencia de Dios que nosotros queremos transmitir a los demás no es una experiencia cualquiera, que está expresada en la vida de Jesús, que hace una opción por los más débiles y que busca la justicia. 9

10 4.VIVIR DE UTOPÍAS Maria Lluïsa Oliveras, esposa de Alfonso Comín ( ) 1. La injusticia social Cuando nos casamos, decidimos irnos a vivir a Málaga. Fue una opción marcada por toda una historia anterior, historia de cada uno y de los dos. Compartíamos, al conocernos Alfonso y yo, una clara preocupación por la injusticia social, por la situación en la que vivían, y todavía viven, la mayoría de los seres humanos. Cada uno, a su manera, trataba de dar una respuesta. Alfonso participaba en el SUT (Servicio Universitario del Trabajo), con el padre Llanos al frente. Fue precisamente allí donde se conocieron y de allí salió la amistad que los uniría hasta la muerte. Yo colaboraba en un centro social en el Paralelo, un barrio obrero de Barcelona. Queríamos que el mundo fuera diferente, justo y solidario. Aunque entonces la palabra solidaridad apenas se usaba, esto no impedía que se practicara. Casi todo nuestro tiempo estaba cogido por trabajos o reuniones que tenían que ver con esta preocupación y con este intento de transformación del mundo. Por un lado, el trabajo concreto en la base y, por otro, los trabajos de reflexión o acción, como la participación en las Rutas de Pax Christi (rutas internacionales por la paz). Tuvimos también la suerte de pasar un mes con el Abbé Pierre en la banlieu de París, en Los traperos de Emaús. Todo ello iba conformando una manera de entender el compromiso, la solidaridad. A través del libro de René Voillaume En el corazón de las masas, entramos en contacto con la espiritualidad de Charles de Foucauld. Este encuentro marcó definitivamente nuestras vidas. No se trataba de hacer sino de compartir sin esperar resultados aparentes. Al cabo de un tiempo, yo ingresé en la Fraternidad de las Hermanitas de Jesús en el barrio de la Bomba en Madrid, un barrio de chabolas habitado mayoritariamente por emigrantes andaluces. La separación fue dura pero lo había reflexionado mucho, y Alfonso supo ayudarme, a pesar del dolor por la separación, a emprender este nuevo camino. Compartí durante ocho meses la vida con las Hermanitas y con los vecinos del barrio. Fue una etapa de mi vida con la que todavía ahora me siento vinculada. Al cabo de ocho meses, por razones de salud, dejé la Fraternidad de las Hermanitas en Madrid, pero de esta etapa quedaría para siempre la opción por los pobres marcada por el testimonio de las Hermanas y Hermanos de la Fraternidad de Charles de Foucauld. 2. Aprender a vivir Y vuelvo al principio. Pasado un tiempo, ya casi recuperada del todo, Alfonso y yo decidimos casarnos e irnos a vivir al sur. Por qué Málaga? Habíamos hablado algunas veces de irnos al Tercer Mundo. Después de la experiencia de Madrid, el Tercer Mundo estaba muy cerca. En Málaga había una Fraternidad de Hermanitas y de Hermanitos. Este fue el motivo principal de la elección. 10

11 Intentábamos vivir de forma coherente con lo que pensábamos, sin estridencias ni heroísmo. En esto el testimonio de la Fraternidad fue fundamental. Aprendimos a vivir con los demás, abiertos y compartiendo, sabiendo que recibíamos más que dábamos. Eran los años sesenta, en plena represión franquista. Escuchamos, contado por los propios protagonistas, cómo habían vivido la Guerra Civil. Era otro mundo. La roja Málaga, se decía en nuestros ambientes anteriores. Al llegar allí, oímos lo que quizás ya sabíamos: pero qué distinto es cuando una madre te cuenta cómo hicieron subir a su hijo de 17 años en un camión repleto de jóvenes como él, para fusilarlos en plena calle por el único delito de ser sindicalistas. Nada volvió a ser como antes. Había una exigencia urgente de luchar junto con los que estaban comprometidos para conseguir justicia y libertad. La vida en Málaga no fue fácil. La casa estaba vigilada por la policía. Ser ingeniero y no ejercer, ser amigo de los pobres, vivir en un barrio obrero, era sospechoso. 3. Una familia marcada por la solidaridad Tuvimos que regresar a Barcelona. La situación en Málaga llegó a un callejón sin salida, hasta el extremo de que algunos de los amigos que frecuentaban nuestra casa tuvieron problemas laborales y con la policía. Pero lo decisivo fue la salud de mi madre. Estaba muy enferma y queríamos estar cerca de ella. Regresamos con un modo distinto de vivir la vida. Volvíamos con dos hijos. María de tres años y medio, y Pedro de dos. Al cabo de seis meses nacía Elisabet. Pensamos que educar y cuidar de los hijos pasaba por proporcionarles un entorno donde de forma natural entendieran que tener lo esencial y necesario no tiene nada que ver con tener de todo. Nuestros hijos estaban habituados a una casa abierta. En Málaga era sencillo: el barrio y la manera de ser de la gente del Sur lo facilitaban. En Barcelona era más difícil, ni el barrio ni la manera de ser ayudaban. Volvimos otra vez al hacer. La opción era la misma, pero según la situación y las circunstancias, la respuesta puede tener formas diversas. Era el momento del compromiso político concreto como una exigencia de la propia fe, como una manera de vivir la solidaridad. Los dos entramos a militar en Bandera Roja de Catalunya, una organización de estilo extraparlamentario a la izquierda de PSUC. Los hijos crecían. Creo que tuvieron una infancia feliz, a pesar de situaciones difíciles, como la cárcel de su padre. Después de la cárcel, año 71, nació nuestro cuarto hijo, Toni. 4. Cristianos por el socialismo Eran los años en que reclamábamos a la Iglesia libertad de conciencia para la opción política de los cristianos. CPS, Cristianos por el Socialismo junto con otros militantes de Bandera Roja entramos en el PSUC. Alfonso ocupó cargos tanto en la dirección del PSUC como en el PCE. El solía decir que a veces hay que bajar a la arena aunque tengas una escasa vocación de hacer política. En el Partido pedía libertad de conciencia para los militantes que eran cristianos, para que no fueran discriminados por razón de su fe. Desde siempre, su maestro e inspirador fue el filósofo francés Emmanuel Mounier. 11

12 Pensábamos desde el principio, que las opciones que vas tomando a partir del acercamiento a la realidad, de cómo viven y sufren la mayoría de los seres humanos, deben ir conformando de tal modo tu vida que no sea posible la vuelta atrás, que no puedas vivirla como si no pasara nada. Que el conocimiento compromete, que la palabra que pronuncias obliga. Los hijos han crecido en este ambiente. Cada uno ha hecho su propia evolución y van dando respuesta según la opción concreta de cada uno. Pero ciertamente todos comparten los valores de la solidaridad. 12

13 5. UNA MIRADA NUEVA Maite y Jorge Rosell 1. Situaciones que nos marcan Unos pocos datos personales: cincuenta y cinco años, casado, con tres hijas, la mayor ya casada. Químico de profesión, con una pequeña empresa de seis trabajadores, y en la actualidad presidente de la federación de empresas químicas de Aragón. Maite, mi esposa, es también química y profesora de BUP. Nos casamos jóvenes y los primeros años estuvieron dedicados a nuestra vida profesional y al cuidado de nuestras hijas. Eramos cristianos practicantes y poco más. Un día, en el colegio, una religiosa me preguntó mi opinión sobre la socialización del colegio. En los años siguientes entramos en la junta de la APA, empezamos cursos de la escuela de padres, asistimos a convivencias de matrimonios, cursos de teología, pequeños ciclos sobre la Biblia y conferencias sobre fe y cultura. Empezamos a participar en la catequesis de confirmación en el colegio de nuestras hijas Todo ello fueron experiencias gratificantes para Maite y para mí. 2. La hora de la verdad Como miembro del Centro en el que nos formábamos humana y cristianamente, asistí al Sínodo diocesano, y fui uno de los cinco secretarios moderadores. Al cabo de unos años, me plantearon ser director de Cáritas diocesana. Ya me lo habían propuesto unos años antes y por motivos varios no acepté. Ahora habían cambiado las circunstancias y no era tan fácil decir que no. A nivel personal me sentía fundamentalmente obligado por dos motivos: en catequesis, con las chicas y chicos de confirmación, habíamos reflexionado teóricamente sobre la opción por los pobres de Jesús de Nazaret, de los cristianos y de la iglesia; también en catequesis con los chicos y en el grupo de matrimonios habíamos ido descubriendo que la iglesia, aunque no respondiese a nuestras expectativas y necesidades, era algo que todos íbamos construyendo. A la vez tenía bastantes miedos. En Cáritas la responsabilidad última era del director y éste debía responder de la gestión ante el Obispo, la estructura era tremendamente vertical, a la usanza de la vieja iglesia. Suponía mucha dedicación en tiempo, que lógicamente se le quitaba a la familia y al trabajo. 3. A una empresa mayor Me encontré así dirigiendo una empresa mayor que la mía. Y ahí fue donde me encontré de verdad con el pobre, y con la pobreza. 13

14 Aprendí a fijarme en lo que antes no veía. Observé que había mucha gente con problemas de subsistencia y de marginación, con situaciones personales y familiares que rozaban la inhumanidad. Vi que nuestra sociedad, y muchas veces nuestra iglesia, era tremendamente incomprensiva con estas personas. Al ver a muchas mujeres y hombres vivir a tope la solidaridad con marginados concretos, el parado, drogadicto, el niño abandonado, la mujer divorciada y con tres hijos a su cargo, la anciana necesitada de compañía y ternura, comprendí también que la situación inhumana de los excluidos de la sociedad tiene unas causas estructurales. Entendí lo que decía la teología de la liberación y que la fuerza salvadora está en los pobres y en los oprimidos. 4. Contradicciones y dificultades Todo esto lo iba viviendo con contradicciones, pero a la vez con confianza. Para mí ha sido de gran importancia el asumirlo en la pareja con Maite. Dificultades y contradicciones también en el duro mundo empresarial en que vivo. Pronto me di cuenta de la importancia de las relaciones humanas en la empresa y de las grandes dificultades para impregnarlas de comprensión, tolerancia y corresponsabilidad. Aprendí a no ser ingenuo con el sistema, cuando palpé que si le exponía sin tapujos al director del banco mi concepto de empresa me quedaba sin el crédito que la empresa necesitaba. Comprendí la imposibilidad de ser angelical en la competencia con otros en el mercado, pero que había que compaginar la competitividad con la verdad y con la honradez. Mis grandes dudas en este sentido van hoy por el camino de si se puede sobrevivir en medio de los intereses de los grandes, y medianos, grupos económicos y empresariales. 5. Negociar con los políticos Los cinco años vividos en Cáritas me dieron también la oportunidad de tener que trabajar y negociar con los políticos autonómicos y municipales. También ahí conocí a personas sensibles a los problemas de exclusión. La sensibilidad y comprensión de los políticos concretos se diluía también por la fuerza de las estructuras. La fuerza de las decisiones tomadas por el partido, la búsqueda de la rentabilidad en votos, la dificultad para ampliar en un millón de pesetas un proyecto de animación comunitaria cuando se tiraban decenas en un proyecto de imagen empresarial, etc. me demostraban la maldad de las estructuras despersonalizadas y la fuerza de los intereses de los bloques político-económicos. Lo mismo podría decir de los sistemas financieros como las Cajas de ahorro y sus obras sociales. Cuando dejé Cáritas quise continuar vinculado a la dura realidad de exclusión social con una pequeña presencia personal en un programa de acompañamiento a la mujer prostituida. Hace un año lo tuve que dejar para poderme dedicar un poco más a mi padre, enfermo terminal. Aunque él ya ha fallecido, no he vuelto. Mi compromiso con los pobres hoy se concreta, o se limita, a mi pertenencia al patronato de Intermón y a mi cargo de secretario general del Consejo diocesano de pastoral de mi diócesis desde el que también intento hacer una iglesia más sensible y comprometida con los pobres y con la pobreza. 14

15 6. SENCILLAMENTE, ENTERÁNDONOS Pilar H. Gefaell, esposa de José M. Valverde ( ) 1. Raíces tradicionalistas Un poco difícil me va a ser este poner en claro mi vivir en cristiano la solidaridad y compromiso con los parias de la tierra, cuando todavía yo misma estoy queriendo reunir nuestra vida juntos, tratando de recordarlo en tranquilidad como dijo el poeta. José Mª y yo provenimos de familias burguesas, religiosas, de una religiosidad algo convencional y desde luego en la línea del nacionalcatolicismo. Eramos familias que habían ganado la guerra. Los padres Valverde habían recibido con alegría la República del 31, pero pronto se asustaron de lo que esto podría representar de cambio en sus vidas y se alinearon con la derecha conservadora. Mi familia menos típica: mi padre, un ingeniero judio vienés que llega a España el año 1913 para proyectar unas obras de La Canadiense. El joven vienés se enamora de mi madre, madrileña, por casualidad en Lérida, y se queda en España. Mi madre, monárquica; luego, a falta de rey, franquista y con una idea muy clara de quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Mujer de ideas religiosas y políticas firmes, de quiénes eramos los señores y quiénes eran los demás. Como cristiana que era (católica, se decía siempre), era caritativa y había que ayudar a los pobres. Hace unos años, para el día internacional de la mujer, alguien me pidió que hablara de qué hacía una mujer como yo, en unos líos como estos. Me puse a pensar cuándo había yo empezado a tener conciencia política, social, de la justicia. Porque mi primer recuerdo político es del 14 de abril del 31. Mi madre lloraba pobre España, pobre España! y advirtió a la niñera que no nos bajara a jugar a La Castellana porque había mucho jaleo (recuerdo desde nuestras ventanas los camiones con gentes y banderas). También algo me debió marcar, porque lo recuerdo (debía tener yo unos 13 o 14 años), un enfrentamiento con mi madre al defender a una de nuestras criadas a la que mi madre regañaba. Eres injusta le dije. No recuerdo más enfrentamientos. Sólo que, al ir creciendo le discutíamos a mi madre sobre política, la guerra civil y nos metíamos con Franco o los obispos. 2. El comienzo de un cambio José Mª y yo nos conocimos en el medio intelectual madrileño de los años cuarenta y tantos: Dámaso Alonso, su profesor y lanzador poético, Gerardo Diego y Vicente Aleixandre, Pedro Laín y Aranguren. Cómo vamos cambiando poco a poco? Creo que, sencillamente, enterándonos. Había que buscar libros que alguien traía de Francia o los que se publicaban en Sudamérica. José Mª se hizo copias a máquina de J. Maragall, Lorca, Neruda, sacadas de libros del Ateneo. 15

16 3. Nuestro éxodo Nos casamos el año 52 y vivimos primero en Roma; luego la cátedra de Estética en la Universidad de Barcelona. Y aquí empiezan las revueltas universitarias. Ernesto Cardenal ha entrado en la Trapa de Gettsemani (USA) con Thomas Merton que nos manda montañas de papeles subversivos contra la bomba atómica; luego el libro de E. Cardenal sobre Cuba. Cuando echan de la universidad a Aranguren, Tierno etc., José Mª le manda a José Luis una tarjeta, un collage hecho en casa con su foto de catedrático con toga junto a una pizarra dibujada al lado donde está escrito: Nulla aesthetica sine ethica, ergo: Apaga y vámonos. Para José Luis, esta lección magistral. José Mª agosto Y ya embarcados, en todos los sentidos, allá nos vamos con los cinco hijos, niños aún, ilusionados más por el viaje a América que conscientes de lo que podía representar todo aquello para sus padres. En Estados Unidos, la preciosa universidad de Virginia, buenos compañeros de Facultad que nos acogen con toda la elegancia del Sur. Y vuelta a firmar papeles por la igualdad de derechos de los negros, el asesinato de Luther King (el ir de marcha hasta la iglesia del barrio negro y en contra de la guerra del Vietnam del brazo con Javier Solana!). Y José M ª empieza a ponerse nervioso, incómodo a pesar de una vida tan cómoda y resuelta económicamente, y dice que estuve a punto de meterme en el fuego por dejar la sartén: quiero decir que estuve un tiempo entre los yanquis. (Carta a N. Comadira). Y siguiendo la carta-poema a Comadira nos fuimos a la última casa de la última calle de la ciudad final, de cara al Polo Norte. La verdad es que esta nueva emigración a mí me costó. Yo había estado de acuerdo con la dimisión de la cátedra y, aparte del trabajo físico y el lío que representaba irse al otro lado del oceáno con cinco niños uno Willy, un bebé en un capacito, no me fue duro el viaje americano. Ahora, cuando los libros y unas pocas ropas ya están más o menos en su sitio, hay buenos amigos a tu alrededor, Virginia, tan dulce y amable, la marcha a las tundras canadienses me fue dura. Sin embargo, una pequeña reflexión de José Mª me convenció enseguida. Nuestro chico mayor, Juan de la Cruz, había pasado a ser un muchacho de pantalón largo. José Mª me dijo: Crees tú que estaría bien que nuestro hijo fuera a matar vietnamitas bajo la bandera de las barras y estrellas?. Se me pasó rápido la pereza de cargar otra vez con la casa al hombro y subir al norte. Nuestra ciudad final de cara al Polo Norte resultó una buena ciudad, aunque desde la ventana de mi cocina a ese Polo Norte hubiera no sé cuantos miles de millas sin nada entre medio; Y aquí llegaron los primeros amigos canadienses que trabajaban en Latinoamérica (a la sombra o con la ayuda de los jesuitas de Toronto), algún viejo brigadista de nuestra guerra civil, las cartas de E. Cardenal, Allende en Chile. Era tentador organizar un departamento de Literatura en... Esta vez sí que ya dije no. Y debió ser con ayuda del Espíritu Santo porque pronto lloramos por la muerte de Allende y el golpe de otro dictador. 16

17 4. Nuestro compromiso político Y en estos años, ya muy metidos en lo que ha sido nuestro compromiso político, son los hijos quienes también nos empujan y no dan respiro. Antes de ir a los tremendos shopping-centers yo preguntaba a Clara: Qué tengo que boicotear hoy? Las uvas de California, claro, y los productos Del Monte. Ellos toman parte en las campañas con César Chavez (los temporeros chicanos en California), Willy, un pequeñajo, sostenía la pancarta cuando nos manifestábamos delante del super, Sud-Africa, ayudan a los indígenas del Norte en pequeños proyectos, siempre Chile y el trabajo con Amnistía Internacional en favor de los presos políticos. Y muere el dictador al que creíamos inmortal y volvemos sólo con los dos hijos pequeños: Teresa y Willy. Los mayores; Gianni, Mariana y Clara ya son canadienses. Aquí otra vez la cátedra. Y tanta gente a nuestro alrededor enseñándonos todos los días qué es y qué fue la lucha por la justicia. Hemos aprendido de los compañeros y compañeras de la casa de Nicaragua, de la solidaridad, a tener siempre ánimos y esperanza. Hemos tenido en estos años nuestros santos y mártires, cristianos y sin ese nombre, pero que son los benditos que irán a la derecha. Yo, ahora, en espera ( La Espera el segundo libro de José Mª). Y después de escribir estas páginas no me queda más que dar gracias a Dios por todo y por todos. 17

18 7. MI COMPROMISO MILITANTE Xavier Becerra y Mercè Cabrera A los veinte y pocos años, experimento un deseo fuerte y profundo de salir de mí mismo y de mi mundo. Deseo y necesidad, porque mi mundo, mis planteamientos y esquemas, están vacíos, cerrados, encogidos y sin sentido. En este contexto de predisposición al cambio y de apertura, de fracturas y nuevas relaciones, de nuevos ambientes y actividades, tengo la suerte de conocer la JOC. La JOC se convierte, no solamente en una respuesta oportuna y adecuada a aquella situación vital, sino que, más allá de esto, llega a ser el motor de una transformación personal profunda que ha marcado radicalmente mi vida posterior. 1. La militancia Hace veinte años que di el primer paso a la militancia jocista. A lo largo de estos años los compromisos han ido variando. Primero, iniciando a otros jóvenes al movimiento en uno de los barrios más empobrecidos de Badalona. Más tarde, también en Badalona, asumiendo la responsabilidad de la extensión del movimiento. A los 30 años dejé la militancia en la JOC, manteniéndome vinculado con el movimiento todavía unos años más, como conciliario, en Nou Barris. Al dejar la JOC, y tras un tiempo de paréntesis, seguí un proceso de iniciación en la GOAC. Desde hace seis años soy militante de la GOAC en un equipo de Santa Coloma. 2. Una opción concreta: la opción sindical En el año 82 me eligieron para formar parte del comitè de empresa. Al cabo de unos años, vi la necesidad de organizarme en el sindicato. En estos años hemos tenido que afrontar un par de reconversiones, a la vez que hemos ido consolidando el sindicato en la empresa. En el año 90 la dirección del sindicato me propone liberarme para negociar el Convenio Sectorial. No me sentía capacitado y tenía miedo de la reacción de la dirección de la empresa. Finalizada la negociación, se me plantea seguir trabajando en la estructura. No era mi opción inicial pero veía la necesidad de ello y lo acepté. 3. Consecuencias de las opciones El compromiso sindical se realiza en permanente conflicto con el poder empresarial. El compromiso sindical exige ponerte en juego, arriesgar el propio capital que, para un trabajador, es el trabajo, su carrera y promoción profesional y económica. Optar por el sindicalismo, en el contexto sócio-político actual, es, obviamente, muy difícil y complicado. Pero es importante que nos demos cuenta de que, precisamente en este contexto, el movimiento sindical de clase está siendo un referente de izquierdas en Europa. Este hecho nos 18

19 tendría que mostrar la necesidad que tenemos, el conjunto de trabajadores y trabajadoras, de fortalecer el movimiento sindical. 4. Referencias que me ayudan En la estructura sindical el compromiso no tiene techo ni rostro, a veces es ingrato y áspero. Existe el peligro de que el corazón se endurezca o desfallezca. Necesito espacios de gratuidad, de bondad, de paz, de armonía, de silencio, de ternura, de amistad,... para rehacerme, para recuperar la esperanza y la ilusión en un mundo más justo y solidario, para recobrar la fe en la capacidad transformadora de los hombres y de las mujeres. La pareja es un espacio privilegiado de comunicación y comunión profunda, de cariño, de ilusiones y de proyectos que me permite encontrarme, de nuevo, conmigo mismo. El movimiento de la GOAC, la referencia y la amistad de muchos militantes creyentes, el equipo donde comparto y reviso la vida, el Evangelio y la oración, me alimentan y me hacen sensible al viento de la vida. 19

20 8. ENSUCIARSE LAS MANOS O TRABAJAR EN EL BARRO Manuel Marcet Ballber 1. Puede haber solidaridad en una empresa? Esta mañana, un amigo, en una inesperada llamada de teléfono, me ha pedido que intentara explicar la solidaridad vivida en la empresa donde he trabajado durante más de 20 años. Hay solidaridad en una empresa? Puede ésta existir? Se puede crear de alguna forma? Trabajo en una multinacional de capital americano y en un entorno muy competitivo de capitalismo neoliberal. 2. Voy a decir con sencillez lo que pienso: La empresa capitalista no se fundamenta en la solidaridad sino en la competición. Y competir, en un mercado que regula precios y productos, consumidores y caprichos, significa llegar a ganar consiguiendo a su vez que el otro pierda. Está claro que el libre mercado nos aporta algunas ventajas: progreso, crecimiento, autosuperación, atención al consumidor, mejora del producto, política de precios adaptada al entorno, etc. Pero también está claro que el neoliberalismo, dentro de la empresa, nos inculca un espíritu de confrontación y de lucha que no tiene nada que ver con la solidaridad. En la empresa piensas y te hacen pensar más en los resultados que en las personas. No se niega el valor de la persona, pero se subordina éste al valor de los resultados. Es muy difícil elaborar un proyecto neoliberal que entusiasme al personal y lo integre en la empresa. Porque se echa en falta el sentimiento de continuidad, confianza, el sentimiento de encontrarse cercano a quien manda. La integración sólo es posible en el proyecto común, conocido, compartido y amado por todos sus valores. 3. Denuncia de la estructura empresarial Aunque se quiera ser solidario dentro la empresa liberal-capitalista, existen y seguirán existiendo contradicciones, hoy por hoy imposibles de hacer desaparecer. Si se trabaja dentro de una estructura insolidaria uno debe saber de dónde parte y a qué consecuencias se llega: La competencia de mercados que lleva a ganar terreno matando a los demás. La competencia de costes que lleva a la explotación de grandes y pequeños en las retribuciones y salarios que serían dignos. La competencia de los productos que lleva a la producción de ítems que matan en vez de hacer vivir. La competencia de la explotación entre ricos y pobres que conduce a la explotación de los países productores de materias primas. 20