Ortega Peña, intelectual militante

Transcripción

1 Ortega Peña, intelectual militante Eran las 22:15 de la fría noche del 31 de julio de 1974, el taxi que llevaba a Rodolfo Ortega Peña y a Elena Villagra se detuvo en doble fila en la intersección de Carlos Pellegrini y Arenales, en ese instante se cruzó un automóvil verde de cuyo interior descendieron 3 parapoliciales pertenecientes al grupo terrorista AAA. Descargaron una ráfaga de tiros y dieron muerte al por entonces diputado nacional Rodolfo Ortega Peña. A los 38 años, moría uno de los intelectuales más lúcidos del movimiento nacional peronista. La elección del lugar del velatorio - La Federación Gráfica Bonaerense- mostraba uno de los perfiles de Ortega Peña, como defensor de los trabajadores, ligado a las corrientes más combativas del sindicalismo. Como diputado de la nación podía haber recibido exequias en la Honorable Cámara de Diputados, pero en una Argentina golpeada por el accionar paramilitar donde el rol de las instituciones democráticas comenzaba a verse cercada por una violencia política creciente, el entorno de Peña decidió que sea en un sindicato donde se arme la capilla ardiente. Esa misma noche, el secretario general del sindicato, Raimundo Ongaro, decía sobre Ortega Peña: "Él sabía que estaba condenado, que tenía fecha más o menos precisa y todos nosotros somos testigos de su valor, de su actitud de luchar en la búsqueda de una mundo nuevo, sin explotados ni oprimidos". Figuras intelectuales clave de la época se encontraban presentes en el velatorio: Eduardo Luis Duhalde -compañero de Rodolfo de toda la vida- Manuel Gaggero, Norberto Habergger, así como sindicalistas combativos y miembros de las organizaciones político-

2 militares. Junto al ataúd cerrado reposaba una sábana blanca pintada en aerosol que decía "La sangre derramada no será negociada". A pesar de que se había encargado oficialmente desde el Poder Ejecutivo izar la bandera a media asta, el cortejo fúnebre de Ortega Peña fue agitado. El Comisario Alberto Villar, un personaje a quien se lo acusa de haber sido uno de los creadores de la triple A, y quien había sido entrenado por el organismo norteamericano USAID, dedicado a la contra insurgencia, decidió abrir fuego sobre la caravana de automóviles y personas de a pie que acompañaban al féretro. Al llegar a la Chacarita, los peregrinos militantes se enteraron que iban camino a una emboscada, con el cementerio cerrado herméticamente y con la policía pronta para la represión. El asesinato de Ortega Peña, y los acontecimientos ligados a su entierro dan cuenta de cómo el conflicto político se iba enrareciendo, marcando que el período de primavera democrática que había abierto el gobierno de J. Cámpora, llegaba a su fin. La masacre de Ezeiza, donde grupos de la derecha peronista a cargo del coronel Osinde y facciones apañadas por López Rega abrieron fuego contra la multitud que esperaba el regreso de Perón luego del exilio, unos meses atrás, mostraba

3 una dinámica que, definitivamente, había cambiado. Se sumaban a la lista de hechos de violencia el asesinato del secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, y la decisión de la guerrilla del ERP de mantener, aún bajo un gobierno democrático, las acciones contra las fuerzas armadas, como el fallido intento de copamiento del cuartel militar de Azul, en enero de 1974 Esta situación será clave para entender el año 74 y, poco tiempo después, el asesinato de Ortega Peña. El retorno de la acción de la guerrilla en el copamiento del cuartel de Azul tuvo como primera consecuencia política provocar la renuncia del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain, cercano a la juventud peronista y, posteriormente, la modificación del Código Penal, facilitando los medios legales para avanzar contra el accionar de las organizaciones político- militares. Este nuevo cambio de escenario, en medio de un creciente distanciamiento entre la conducción de Juan Domingo Perón y la juventud vinculada a Montoneros, generó que los ochos diputados elegidos en marzo del 73 que provenían de las filas juveniles dieran un paso al costado, entre ellos, el propio Ortega Peña. Para febrero de 1974, las organizaciones de la JP denunciaron que, producto de los ataques que estaban recibiendo unidades básicas de la izquierda peronista, doce militantes habían resultado muertos en menos de una semana. En ese mismo mes, ocurrió lo que se conoció como el Navarrazo, cuando el Coronel Antonio Navarro, en la provincia de Córdoba, apresó al gobernador Obregón Cano, también simpatizante de los sectores juveniles peronistas. Los sectores revolucioanarios del peronismo recibirán un últmo golpe, pocos días antes del asesinato de Ortega Peña, cuando otro gobernador cercano a este espacio sea destituído. Alberto Martínez Baca, gobernador de Mendoza, que había ganado las elecciones en marzo de 1973, fue destituido por la legislatura provincial. Quién fue Ortega Peña? Rodolfo Ortega Peña, quien ya a los 20 años se había recibido de abogado, tenía estudios en economía y filosofía, y había desarrollado numerosas investigaciones sobre la historia argentina. Según su amigo y compañero, Eduardo Luis Duhalde, Peña pertenecía a la estirpe de hombres considerados intelectuales orgánicos, desde este lugar el Pelado -como lo conocían a Peña- se esmeró por demostrar en sus trabajos teóricos la falsa noción de independencia de los intelectuales, como también desnudar la falsa individualidad del erudito.

4 Como buena parte de los intelectuales de la izquierda peronista, sus comienzos militantes comenzaron en el Partido Comunista con el que rápidamente entro en desacuerdo por su concepción de la historia argentina, donde las luchas y construcciones políticas populares suelen ser vistas como formas reaccionarias y atrasadas, según parámetros externos, generalmente europeos.en su giro hacia el movimiento nacional se acercó a la lectura de intelectuales de renombre dentro del campo nacional como eran Raúl Scalabrini Ortiz, Juan José Hernández Arregui, José María Rosa y John W. Cooke. Se vinculó, particularmente con el intento de síntesis del materialismo dialéctico e historia nacional de Rodolfo Puiggrós y la necesidad de encontrar los eslabones que vinculen al peronismo con una lectura de corte materialista. En este sentido, el punto de partida para Peña parte del conocimiento de la situación semicolonial del país, y desde este lugar todo su accionar político apuntó a denunciar la situación de yugo imperialista, así como comprender el rol de acompañante de la oligarquía en este esquema neocolonial. De esta manera, el trabajo intelectual de Ortega Peña se tradujo en un prolífero aporte de corte revisionista de la historia argentina, donde tiene un lugar central el rol jugado por los sectores populares, muchas veces invisibilizados como agentes históricos por las corrientes tradicionales o liberales. Acompañado por Duhalde, Peña cuestionó los principales eslabones de la historiografía clásica. Según su mirada, la visión mitrista de la historia representaba una deformación del pasado que favorecía al relato construido por la oligarquía para mantener dominación cultural, cuya perpetuación era otra expresión de la situación semicolonial en que estaba sumergido el país. Particularmente, rescató las luchas de los caudillos federales del siglo XIX, como un ejemplo temprano de intento por construir un proyecto de país alternativo.

5 Pero Peña era, antes que todo, un militante político. Sin pertenecer a una organización en particular, se lo asoció con el Peronismo de Base, aunque logró generar una referencia en todo el espacio revolucionario de la época, de ahí que en su velorio confluyan las banderas de Montoneros y PRT-ERP, hasta sindicatos como el de Farmacéuticos, dirigido por Jorge Di Pascuale, o el ya mencionado de Gráficos. Inmerso en esta coyuntura, Ortega Peña ejecutó una praxis y teoría política con la pretensión de que fuese un instrumento masivo, que alimentase la potencia revolucionaria popular que observaba a través de sus estudios históricos. Consideraba como una necesidad la construcción de una teoría histórica amplia que integrase otras experiencias de carácter latinoamericano, las cuales tenían las condiciones de posibilidad para construir el socialismo en la Argentina, pero siempre teniendo en cuenta que la liberación no sería posible sin el peronismo. Se trataba de una mirada heterogénea y poco sectaria, que era compartida por muchos otros intelectuales desde mediados de la década del sesenta, quienes intentaban compaginar las ideas de izquierda, socialistas y revolucionarias, con la potencia movimentista del peronismo. Además de sus escritos históricos y políticos, desarrolló una nutrida actividad como abogado de presos políticos a quienes defendía sin distinguir banderías específicas, hecho que agiganto aún más su figura dentro de las organizaciones político-militares. Con la llegada de la dictadura de Juan Carlos Onganía, en 1966, Ortega Peña comenzó a ejercer dicha actividad a partir del aumento de la represión estatal que montó la autodenominada Revolución Argentina, donde tendrían lugar hechos como el Cordobazo o la masacre de Trelew. Dicha situación marcó a toda su generación a tal punto que cuando juró como diputado lo realizó bajo la consigna que surgió luego de que se conociera el fusilamiento de los presos políticos del penal del Sur: "la sangre derramada jamás será negociada".

6 Ortega Peña, asesinado a los 38 años de edad, tuvo más de una vida: fue un hombre erudito, un intelectual comprometido con su tiempo, aportando una mirada histórica contraria a la hegemónica, un abogado defensor de presos políticos y trabajadores, y joven diputado por el Frente Justicialista de Liberación quien, como tantos otros de su generación, apostó por un cambio revolucionario en la patria.