Presentación del libro del Prof. Dr. José A. Rivera: Así habló Sócrates (ensayos en filosofía teológica), por parte del Prof. Dr.

Transcripción

1 Presentación del libro del Prof. Dr. José A. Rivera: Así habló Sócrates (ensayos en filosofía teológica), por parte del Prof. Dr. Rubén Soto Rivera 5 de mayo: Día de las Flores; Fiesta patria en México; Segundo aniversario de la muerte de mamá Jovina, mi Xochitlpilli El libro Así habló Sócrates, de José A. Rivera, alias Pucho (permítaseme por favor referirme de ahora en adelante a éste por su apodo, puesto que si, al ateniense Aristocles, se le conoce casi exclusivamente por su apodo Platón, [a causa de sus anchas espaldas], entonces renombremos, a Rivera, por el apodo con que lo nombramos sus amigos y amigas); Pucho nos remite desde su título al libro de Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra: Un libro para todos y para nadie ( ). Si es verdad que Confucio sentenció que una imagen dice más que mil palabras, entonces permítanme guiarme en mi reseña del libro puchiano, a través del arte de su cubierta frontal. En ésta no sólo aparece una reproducción de un idealizado busto de Sócrates (digo idealizado porque, -según el aristócrata Alcibíades del Simposio de Platón-, Sócrates era feísimo), sino que además dicho busto está esquinado al lado derecho inferior de la imagen cuadrada que fotografía galaxias en un espacio sideral de un cosmos cuasi infinito. Esta representación nos remite ipso facto al poema sinfónico de Richard Strauss quien celebra así la obra filosófico-profética antes mencionada de Nietzsche, cuyo título es su homónimo, es decir: Also Spracht Zarathustra (1896), que es a su vez la música de obertura y clausura de la proto-película de ciencia ficción: 2001: A Space Odyssey, de Stanley Kubrick, basada en la novela homónima (1968), de Arthur C. Clarke. El protagonista nietzscheano del Así habló Zaratustra, es decir, Zaratustra mismo, es el Superhombre anunciado desde sus primeras páginas, pero nunca la bestia rubia que los ideólogos racistas nazis redujeron unilateralmente al constructo político del ario protogermano, sino que es como el propio Zaratustra nietzscheano un profeta- 1

2 filósofo, cuya Voluntad de Poder consiste en el Amor Fati occidental, es decir, en querer que se repita el Nihilismo a que nos ha conducido el dualismo radical judeocristiano de apostar a la veracidad histórica de sus ideas y creencias, o dogmas, bajo la condición de Todo o Nada. No en balde, Nietzsche subtituló su Así habló Zaratustra como: Un libro para todos y para nadie. Es decir: Todo o Nada. Nuestro Pucho comenta al respecto que: La brecha ontológica y epistemológica abierta por el cristianismo influye luego en la metafísica moderna que viene a construirse sobre lo que Zubiri llama el horizonte de la nihilidad (: 104). O, en otras palabras suyas: De hecho, el cristiano ve siempre el mundo contra el fondo de su posible nihilidad, como dice Zubiri (: 109), y nuestro autor reseñado repite. Así Hitler condujo su guerra fascista y murió bajo este santo y seña: Todo o Nada, hasta haberle dado antes órdenes precisas a Albert Speer de que destruyera toda la infraestructura material y económica del pueblo alemán, el cual se había mostrado indigno de sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial, porque fue vencido por los eslavos primera y principalmente y, después, por los aliados. Afortunadamente, Speer lo desobedeció. Pero Hitler no era genuinamente nietzscheano, porque Nietzsche no era antisemita, o antijudío, y su Superhombre como el profeta-filósofo Zaratustra cede ante la última y máxima tentación del ser humano débil, o subhumano, a saber, la COMPASIÓN. Verdadera cultura y delicadeza vienen con la caridad (: 50) i, -asevera el autor del libro que reseñamos-. La compasión nitzscheana es el correlato de la budista (Karuna) y del ágape, o caritas, cristiano. En su Anticristo, Nietzsche, aunque considera tanto al cristianismo y al budismo como religiones nihilistas (juicio en el cual, -según mi humilde opinión-, se equivoca), no obstante alaba el budismo por encima del cristianismo en el sentido de propender a ser menos nihilista que éste. La compasión nietzscheana está saturada no sólo del Domine, miserrere, sino además de la Karuna del Bodhisattva, Santo, o Superhombre budista 2

3 mahayánico ii. Acaso no cabe en tal ideal esta afirmación suya: La expiación del mal es reponsabilidad de toda la humanidad (: 129). El Así habló Sócrates (cap. 4 del homónimo libro) descifra lo crístico substancial, o subyacente, en el Sócrates platónico desde la perspectiva kierkegaardiana de nuestro Pucho puertorriqueño del siglo XXI como individuo único y solo ante la Fe en un Dios Revelado iii, primeramente al pueblo hebreo-judío y posteriormente en la individualidad histórica del nazareno Jesús, hijo de José y María, para el resto de la humanidad, a través del apostolado de Pablo de Tarso, el Apóstol de los Gentiles. Pucho declara en su libro que Sócrates se presenta como un santo, cuando dice que es un regalo de Dios a los atenienses (Apol., 31b [: 37]). Tras dos declaraciones más, agrega que, además de razón, Sócrates poseía lo que hoy llamaríamos Fe (: 37). iv Y estoy de acuerdo con él en este juicio. More philosophico, el libro Así habló Sócrates recoge esos tres motivos: el Zaratustra nietzscheano, el Zaratustra de Strauss, el Zaratustra de Clarke-Kubrick. El ensayo filosófico-teológico de Pucho reubica sincrónicamente la figura de Sócrates en el contexto tanto ateniense como cosmopolita de nuestra astrofísica actual y Tierra globalizada. Me atrevo a retitular el libro (con la venia, -por supuesto-, de su autor), así: 2008: Sócrates cósmico. Según Nietzsche mismo confesó, el título de Así habló Zaratustra no sólo nos refiere al criterio de autoridad del autor inspirado por un dios como Yahvéh, en cuyo nombre hablaban los profetas del Antiguo Testamento, sino además Nietzsche pretendió rehabilitar la figura histórica del persa Zoroastro, o Zaratustra, que reintrodujo y extremó en el mazdeísmo el dualismo radical e irreconciliable entre las fuerzas del Bien, encabezadas por Ahura Mazda (Ormuz), y las fuerzas del Mal, comandadas por Angra Mainyu (Ahriman). v De acuerdo con el zoroastrismo, el mundo es el campo de batalla de estos dos dioses dialmentralmente contrarios y la ética humana de sus creyentes debe 3

4 corresponder a semejante dualismo marcial entre el bien y el mal. Nietzsche pretendió corregir el dualismo zoroastriano que, a través del judaísmo, pasó al cristianismo, resucitando ficticiamente al Zaratustra para que predicara un monismo inmanentista ( homo natura ) en vez de un dualismo trancendente. vi Semejantemente, el Sócrates puchiano es una rehabilitación a posteriori del Sócrates cuasi histórico de Platón, quien lo hizo el protagonista de la mayoría de sus Diálogos, conviertiéndolo en el portavoz de su filosofía, la cual en política era aristocrático-proespartana en una Atenas democrática y rival de Lacedemonia. Según Diógenes Laercio nos informa: Dicen que habiendo Sócrates oído leer el Lisis de Platón, dijo: Oh, qué de falsedades escribe de mí este joven! Ello es cierto que Platón escribió (es decir, -lo que José Ortiz y Sanz quiso comunicar en su traducción es que Platón atribuyó) a Sócrates muchas cosas que éste nunca dijo (3.18). vii Con este caveat en mente, reseñamos que Rivera recrea un diálogo entre Nietzsche y Sócrates, para darle a éste la oportunidad de defenderse contra la impugnación de aquél de que era exclusivamente apolíneo y no dionisíaco. Nos luce que, en la patrística cristificación del Sócrates platónico, Pucho pretende mostrar que el dionisismo del Sócrates nietzscheano se cifra en que ambos, tanto Dionisio como Jesús Nazareno, se renombran metonímicamente con la imagen, o comparación, de la vid, o uva. El Cristo nietzscheano como el del pintor barroco español Velázquez, poetizado por Miguel de Unamuno en su poemario El Cristo de Velázquez, es tanto apolíneo como dionisíaco, porque Apolo nunca se dejaría vejar ni crucificar, pero Dionisio sí como numen del fruto de la vid, el vino, que se aplasta en el lagar con los pies, hasta sacarle el rojo jugo como sangre, pero, antes de esto, cuelga como racimo de uvas así como Jesucristo colgó de una cruz. La patrística cristificación del Sócrates platónico ha contraído a su vez la filosófica socratización platonizante de Jesucristo. Por tanto, éste es tan apolíneo como dionisíaco. De ahí que nuestro filósofo-teólogo Rivera haya 4

5 compuesto un Diálogo imaginario entre Sócrates y el predicador Apolo (cap. 3: 11-19). El Sócrates contra el cual reaccionaba visceralmente Nietzsche era el patrístico, un híbrido, o mestizo, conceptual entre el Sócrates platónico y el Jesús judío bajo el poder histórico del Imperio Romano, cuyo emperador era entonces Tiberio César. Aquí viene al caso el estribillo de un poema famoso que Juan Boria declamaba y que Pucho cita: Y tu abuela a onde ehtá? (: 51). Nuestro amigo Pucho le ha sacado en cara la abuela dionisíaco-judía al Sócrates apolíneo nietzscheano. En los últimos billetes que Nietzsche ya delirente enviaba a amigas o amigos, firmaba Dionisio o el Crucificado, pero nunca Apolo o Sócrates. El puchiano Así habló Sócrates se nos debela cual una corrección del Así habló Zaratustra nietzscheano, o, reexpresado heideggerianamente, es una desocultación de lo no-dicho pero pensado en la figura conceptual nietzscheana de Zaratustra. Rivera le ha devuelto la fealdad proverbial al Sócrates embellecido por la ideología aristocratizante, subyacente en el platonismo del ateniense Aristocles. Pucho ha mostrado que el Sócrates platónico es un dualista radical e irreconciliable como el Zoroastro histórico y, al titular su libro Así habló Sócrates, no sólo invoca la autoridad profética cuasi pitagórica del dixit ipse entre los acusmáticos de la secta itálica, sino que pretende redimir in historicis, a Sócrates, de la figura platónica ultra-dualista especialmente en diálogos como el Teeteto y la República, hacia una refiguración de un Sócrates moderadamente dualista, o dualista en aras de la unidad ulterior del Bien. A propósito de esta tesis, Pucho explica el dilema socrático-platónico: La teoría de que Dios sólo crea bienes y no males responde a que para Platón Dios está sometido a la Forma del Bien -que es más divina que el mismo Demiurgo- y crea el mundo no a partir de la nada, sino a base de un material preexistente que le opone resistencia. El Dios platónico no es omnipotente porque está supeditado a las Formas (aunque hay pasajes que sugieren que Dios crea algunas Formas) y a la materia primordial que él no creó. La fuente del mal no es Dios, sino la materia. Al principio, como se explica en el Timeo, existían las Formas, Dios y la materia. Y Dios copió esas Formas -lo más bello que había- en la materia. Pero la materia es recalcitrante y no recibe dócilmente la Forma. Y de ahí vienen todos los males físicos y morales. Dios no es causa del mal. El trató de hacer el mejor mundo posible, pero no pudo por culpa de la materia (: 91). viii 5

6 Este dualismo radical entre la Materia y las Formas, conjuntamente con el Dios artesano socrático-platónico, es análogo al dualismo zoroastriano-maniqueísta entre Ormuz y Ahriman. El que Nietzsche haya corregido este dualismo radical y absoluto, con un Zaratustra monista tendiente hacia la primacía del Bien, aunque sea como Voluntad de Poder, atemperada del Eterno Retorno de lo Mismo, en la individualidad sobrehumana del último y máximo hombre como profeta-filósofo, contrae que la corrección puchiana de la unilateralidad nietzscheana se pueda reexpresar de este modo: El Sócrates de Platón es al Zoroastro mazdeísta como el Zaratustra de Nietzsche al Sócrates de Pucho. Al respecto, declara nuestro neoescolástico teólogo-filósofo comentado que Sócrates, al confundir el mal físico y el mal moral, y la causalidad eficiente con la forma esencial, concluye que Dios, por ser bueno, no puede ser causa eficiente de todas las cosas buenas y males (: 89). ix En sentido de una teodicea teológica, Rivera argumenta que: Que Dios sea bueno no implica necesariamente que no pueda ser causa eficiente del mal. Dios puede ser causa moralmente intachable del mal. En el cristianismo el mal que Dios no puede obrar es el mal moral o la injusticia, pero Dios sigue siendo el creador de los temporales y los terremotos, por ejemplo. Dios causa hasta los actos pecaminosos, pero sin pecar él mismo; análogamente a como un novelista hace que uno de sus personajes apuñale, por ejemplo, a otro. Obviamente el novelista no es quien apuñala, sino el personaje. El criminal no es el novelista, sino el personaje que agrede, aunque no pase de ser un personaje. El novelista es el autor de la novela, pero no del crimen (: 88-89). El ejemplo aducido por el autor reseñado nos hace recordar la metaficción unamuniana en la nivola Niebla. En este sentido, tanto el Creador hace a la criatura como la criatura hace al Creador como los padres son padre y madre en relación con el hijo o hija, y la hija o hijo son tales en relación con los padres. Mal de su grado, la analogía puchiana entre el Creador Dios y el novelista autor relativiza la diferencia ontológica entre el Creador-autor y la creación-novela, u obra literaria. Pero el último capítulo de su Así habló Sócrates, argumentando que el modelo platónico del Demiurgo, o Artesano divino en el diálogo platónico el Timeo, se ha interpretado como prototipo del Dios creador judeo-cristiano y, por tanto, ha hecho trascendental lo que es trascendente o, 6

7 usando el vocabulario heideggeriano, ha tornado óntico lo que es ontológico, Pucho no está tan satisfecho con la trascendencia que el dogma de la creatio ex nihilo otorga a Yahvéh Dios, y recurre a la diferencia ontológica heideggeriana entre Ser y Ente para reforzar la conceptuación suya de la Trascendencia Absoluta del Dios Creador católico. El Sócrates apolíneo del busto en la cubierta está ladeado a la esquina derecha inferior, es decir, está relegado fuera del centro, ya no es centro del universo, sino una esquina a la diestra de un ángulo recto e inferior. La descentralización puchiana de la figura socrático-platónica en la misma cubiera del libro Así habló Sócrates, corresponde reconceptualmente al anuncio nietzscheano del Superhombre como el Sentido de la Tierra, siendo ése esencialmente un marginado como profeta al fin ( No hay profeta en su propia tierra ). El Sócrates puchiano como el Zaratustra nietzscheano, es radicalmente un profeta sabio con un compromiso insobornable con la JUSTICIA. Entre los pitagóricos, el cuatro era el número de la Justicia y no es casual que la foto de las estrellas y galaxias que luce en la cubierta del libro de Pucho sea cuadrada: JUSTICIA CÓSMICA. Su libro es un poema sinfónico en prosa y conceptos a ÉSTA. En efecto, al lado del bien moral, -afirma Rivera-, todos los demás bienes resultan inesenciales (: 58). Siendo la Justicia, -según el Aristóteles de la Ética nicomaquea, (la cual Pucho ha leído, enseñado y hasta hecho usufructo de ella en su libro anterior, especialmente en su reconcepción del mal absoluto, o radical x ), el compendio de todas las virtudes morales. Puesto que el Dios judeo-cristiano como el Demiurgo platónico del Timeo están exentos de envidia y su creación, o demiurgia, está motivada por la bondad, tal vez el mal radical, o absoluto, del cual nos advierte tanto Pucho se plenifique referencialmente quizás en la envidia. xi El mal existe, pero es contingentemente necesario para que haya bien. La INJUSTICIA es mala, pero no todo lo malo es injusto. Pucho recrea la teodicea 7

8 leibniziana, epitomizándola epigramáticamente en el refrán nuestro que dice: No hay mal que por bien no venga. No obstante, la oposición entre el bien y el mal no es radical, ni mucho menos irreconciliable en los casos particulares. El dualismo extremo e insoluble entre el Bien y el Mal se da in abstractis. Sí, tiene su rol modélico y guía en el plexo mental e ideal de nuestra cultura, pero, a la hora de actuar, siempre se negocia entre lo ideal y lo concreto, de modo tal que lo uno se concretice en la medida de lo posible en lo otro, es decir, considerando la especificidad de la situación en la cual se evoca su parámetro general. El Sócrates puchiano nos parece prudente, discreto, hasta casuista. xii Éste es el aspecto crístico de tal Sócrates ( El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra ). Pero si el Ser corresponde al Bien, si la Nada corresponde al Mal como privación absoluta del Bien, si el Bien y el Mal son irreconciliables entre sí mismos, entonces el Ser y el No-Ser, o Nada, son irreconciliables entre sí mismos. Esta es la formulación más abstracta y general que se pueda tal vez hacer del dualismo radical tanto en ontología como en ética en ciertas filosofías y religiones tanto occidentales como orientales. xiii Mas si es verdad que no hay mal que por bien no venga, es decir, si el Bien se relativiza de tal modo que se concilie con algún mal, o si el Mal se relativiza de tal modo que se concilie con algún bien, entonces sus correlatos ontológicos, a saber, el Ser y la Nada, son de cierto modo reconciliables. Si, in abstractis, Dios es el Ser, o Acto de Ser, mientras que lo que no sea Él es la Nada, o No-Ser, entonces, in concretis, el esencial Acto de Ser de Dios se existencializa en la contingencia de la Nada, y Ésta se esencializa en la necesidad del Ser. xiv Es decir, Dios es el Ente cuyo Acto de Ser implica su existencia. Si la Perfección existe como nos lo muestran las matemáticas, y si Dios es Perfecto, entonces Dios existe. Si la Perfección implica la Infinitud, y si Dios es Perfecto, entonces Dios es Infinito. Si el Infinito implica la existencia, y si Dios es Infinito, entonces Dios implica la existencia. No 8

9 obstante, creo que el autor del libro reseñado disentirá de la consecuencia que extraigo a continuación del argumento ontológico, a saber, que si Dios existe, su existencia es contingente, aunque cuasi infinitamente más duradera que la nuestra y mejor. Si su existencia es exclusivamente necesaria, entonces es un ens rationis como los de las matemáticas. Si es una Persona, o Individuo, entonces su existencia está entre el Ser y la Nada, in abstractis. No su comunísima esencia, sino sus accidentes individualizantes serán los que le servirán de algo al creyente en la existencia de Dios. Mas estos accidentes son objeto de la Fe, no de la Razón. La existencia no se nos ofrece en la esencia, sino al revés. Si hay racionalmente una esencia de Dios, Éste existe, pero no necesariamente, sino contingentemente. Acaso no apuntaba en teología natural, David Hume, a semejante conclusión, al circunscribirse deliberadamente al empirismo como criterio de verdad? O, -según Leibniz-, si Dios es posible, entonces existe, porque la posibilidad es más efectiva que la realidad factual. El argumento de San Anselmo de Canterbury, desaprobado por Santo Tomás de Aquino y retomado por René Descartes, el cual Manuel Kant denonimará el argumento ontológico, redivivus ahora gracias a nuestra reflexión acerca del Así habló Sócrates, de José A. Rivera. Para revindicar el argumento ontológico de la existencia de Dios, hay que desubicarlo del contexto de un dualismo radical entre el Ser y el No-Ser, o Nada. En efecto, el epígrafe del capítulo 7 extraído del Tractatus logico-philosophicus, de Ludwig Wittgenstein, reza: Sobre el sentido del cosmos en el paganismo y en el cristianismo reza así: Lo místico no es cómo es el mundo, sino que exista (: 99). Esta sentencia debe leerse conjuntamente con estas otras dos del mismo tratado de Wittgenstein: Hay sin duda lo inexpresable. Esto se muestra, es lo místico. (6.522), o: De lo que no se puede hablar, hay que callar (7). La existencia no es objeto de demostración discursiva, o lógica, sino de mostración deíctica. De hecho, según Pucho argumenta: Para el cristiano el mundo 9

10 existe como cuestión de hecho, pero pudo y puede no existir, y esto sin que Dios desmerezca en grandeza o bondad (: 102). En la siguiente hoja, leemos: De manera que, ausente el mundo, aún quedaría Dios. Y Dios puede ser siempre -como era en el principio- la totalidad (: 103). Pero, -agregamos-, una existencia inefable e inominada, no mostrada a(l) Sí-Mismo. Para pensar con verosimilitud una metafísica cristiana, hay que partir primeramente de la ética xv, no prima facie de la ontología, para luego, habiendo antes pasado por la retórica y/o poética, arribar finalmente a la ontología. Estos desvíos convencerán al más recalcitrante esencialista de la contingencia se dice de muchas maneras y, por tanto, es más real que la esencia. La fealdad fisiognómica del Sócrates de carne y hueso, ateniense hijo de atenienses pobres, hijo de Sofronisco (un canterero, u mal escultor) y Fenárete (una partera), le queda devuelta a través de su reconceptuación analógica con la figura de Jesucristo, con su prurito de JUSTICIA ( Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados, etc.). Los Padres de la Iglesia apologistas reconceptuaron a Sócrates como un proto-cristo, habiendo realzado los paralelos entre sus enseñanzas y vidas de ambos. Por cierto que Platón y Aristóteles anticipan, - Rivera asegura-, la concepción cristiana de la felicidad como la vida y el gozo de la caridad (: 77). Eusebio de Cesarea, Padre griego de la Iglesia, compuso su Preparación Evangélica, bajo semejante convicción. xvi El Sócrates puchiano corresponde en sentido general al Sócrates que Alcibíades describe en el Banquete platónico, pues era tan feo como el viejo sátiro Sileno representado en unas estatuas que, al abrirse en dos, exhibían en su interior hermosas escenas mitológicas. Este artificio reconceptúa la dualidad en vista de la unidad sugerida por la hermosura, aunque, paradójicamente, la estatuilla sin abrir en dos, esto es, estando unida, figure al feo Sileno. La hermosura interior reúne más comprehensivamente las dos partes en que la estatuilla del Sileno se 10

11 abre dividiéndose en dos partes. xvii Según el apologeta latino Minucio Félix, en su Octaviano, Sócrates era el bufón ateniense ( scurra atticus [38.5]). xviii De acuerdo con Marco Tulio Cicerón, fue un coetáneo suyo, Zenón de Sidón, Coryphaeus Epicureorum (De nat. deor., 1.21), quien llamó a Sócrates así (De nat. deor., I.34.93). xix Acaso no es el Zaratustra nietzscheano un payaso? En una de sus últimas notas, Nietzsche dice refiriéndose a sí mismo: Me han contado que cierto payaso divino ha terminado en estos días los Ditirambos de Dionisios (VIII**, 244). xx Tal es Nietzsche-Zaratustra. El Jesucristo puchiano se trasluce en este Sócrates feo por fuera pero bello por dentro, aunque payaso, o bufón, por haber sido irónico-escéptico. xxi A juicio nuestro, este es el aspecto crístico del Sócrates nietzscheano que Pucho rescata del Así habló Zaratustra, en su Así habló Sócrates. Nietszche, en la cuarta y última parte de su Así habló Zaratustra, compuso un capítulo-canto titulado El más feo de los hombres. Oigámosle unas líneas que evocan el Evangelio de San Mateo 5.10: No estuvo hasta ahora siempre el éxito de parte de los bien perseguidos? Y quien persigue bien, aprende con facilidad a seguir: - pues marcha- detrás! Pero es de su compasión- es de su compasión de lo que yo he huido, buscando refugio en ti. xxii Como su Sócrates, su Jesucristo ya no es el CENTRO, si estar en el CENTRO equivale a cometer el pecado por antonomasia en la filosofía teológica puchiana, a saber, la INJUSTICIA como VOLUNTAD DE PODER en su concreta manifestación de FALOCENTRISMO. Me luce que Pucho reinterpreta el término técnico derridiano de falocentrismo en el sentido político nacional-socialista que los principales ideólogos nazis le confirieron literal, unilateral y neodarwinistamente al concepto nietzscheano de la Voluntad de Poder. El propio profestismo de su teología filosófica ha guiado, a Pucho, a esta reinterpretación de la Voluntad De Poder, o Voluntad Del Más Fuerte, como Juego Del Más Fuerte (citado por él constantemente por las siglas: JDMF ). Para 11

12 comprender mejor la reacepción puchiana del tecnicismo derridiano, permítaseme por favor la siguiente ilustración (y, de paso, pido disculpas por su crudeza): El falocentrismo de ésos se emblematiza en el gesto deshonesto de amagar con meter el falo erecto del más fuerte en el ojo del ano del menos fuerte, o débil. xxiii Gracias a Dios, que Pucho, ajeno al falocentrismo del JDMF, obra el bien y evita el mal doquiera que va (: 48), aunque éste ni siquiera Dios puede evitarlo, siendo su causa inintencional y accidental, sin nunca jamás dejar de ser JUSTO. xxiv Pucho rehabilita tal expresión obsena para recalcar el carácter traumático de violación de la privacidad de la individualidad de la persona víctima de una injusticia. Nuestro autor quiere despertar en nosotros cuasi catárticamente un terror ante la injusticia y una compasión ante quien la padezca. Se propone, -a juicio mío-, reavivar un sentido ético de indignación ante las injusticias, cualesquiera que sean, y cultivar concomitantemente en nosotros la virtud de la magnanimidad. Es decir, que la máxima contribución puchiana en Así habló Sócrates estriba en explicar la existencia del Mal, sin comprometer la reputación teológicodogmática del Dios católico-cristiano de totalmente JUSTO. Mas malear el pan, la tierra y la libertad, transvalorizándolas de valores en mercancías, y tan caras, que sólo la clase rica las disfruten, si no es una injusticia imputable a Dios, al menos sí al juicio de unos particulares quienes, aunque disimulantes no vociferen obscenamente: Caite en ésta, sin embargo el efecto es el mismo: Una injusticia. Mas, en la historia de la filosofía griega antigua, hay dos interpretaciones de la justicia como imposición de la voluntad del más fuerte. Una defendía que la ley era la dominación del aristócrata guerrero sobre el pueblo; la otra, que era la unión de los débiles del pueblo para resistir y combatir al aristócrata guerrero. Esta tesis cuasi democrática era la del sofista Calicles; la otra cuasi espartana, la del sofista Trasímaco de Calcedón. En cuál se ubica la denuncia puchiana del JDMF? No lo especifica pero 12

13 tienen en común que ambas afirmaban que no hay más derecho natural que la fuerza. Quizás a esto reacciona visceralmente nuestro autor reseñado. Si soslayamos el compromiso impostergable de nuestro filósofo-teólogo puertorriqueño reseñado, con el ideal de la JUSTICIA, no podremos comprender su genuino pensamiento en su Así habló Sócrates. Éste es el Tercer Ojo de nuestro profeta en conceptos filosóficoteológicos, cuyo libro reseñamos. El Cristo puchiano está socratizado porque su Sócrates está a su vez cristificado, y el eje de esta reconceptuación radica también en el prurito de JUSTICIA de ambos personajes históricos, teológicos, filosóficos. Es mi opinión personal que, en sentido general, la denuncia de Pucho en su Así habló Sócrates consiste en que hasta la Iglesia se ha aliado con los del JDMF, soslayando su compromiso con la proto-virtud de la JUSTICIA. En efecto, la Iglesia hasta se ha librado ya de la Teología de la Liberación. Culmino mi presentación de Así habló Sócrates, averando que como Nietzsche deconstruye el cristianismo, a base de confrontar a éste con los valores veritativos, epistemológicos y éticos de la Verdad y la Falsedad, que el mismo cristianismo exalta, y como Nietzsche deconstruye además el socialismo, a base de confrontarlo con el valor político y ético de la Justicia, el cual el socialismo mismo proclama con su meta final; semejantemente Pucho, a través de los valores ético-políticos de la honestidad y la Justicia denuncia la arbitrariedad hecha pasar por árbitra, o deconstruye cómo so capa de valores éticos muchos de nuestros líderes tanto políticos, sindicales, civiles, pedagógicos como religiosos, ávidos de ganancias, prestigio y poder, viven parasitariamente y se lucran ad nauseam de la polarización de nuestra sociedad en pares de opuestos irreconciliables, soslayando que hay una virtud intelectual de la prudencia, la cual desde Aristóteles hasta hoy hace posible el concepto entre Sócrates y Cristo, puesto que ambos en su irreductible individualidad histórica participan tanto de lo 13

14 apolíneo como de lo dionisíaco, sin que el primero anule el segundo. Así habló Sócrates. Gracias por su generosa y paciente atención. 14

15 Lectura de mi presentación de Así habló Sócrates, del Prof. Dr. José A. Rivera, en la Universidad del Sagrado Corazón (Santurce [Puerto Rico]), el martes, 5 de mayo de El libro fue impreso en San Juan [Puerto Rico] por Publicaciones Puertorriqueñas, 2008, con 207 pp. i Es ágape o benevolencia, esto es, buena voluntad (: 64). O: Concedemos que a diferencia del eros y la filia, que son emotivos, el ágape es volitivo (: 69). ii Por qué sufre Dios (por ejemplo, en Cristo [2 Corintios 1: 5]? Dios sufre voluntaria, libre y concienzudamente porque dado que los bienes más elevados consisten en una victoria sobre algún mal, entonces, de no existir el mal, el dolor o la tragedia en su vida, ésta no podría manifestarse como perfecta (: 125). iii El Dios cristiano es solitario no porque eche de menos alguna compañía -pues siendo trino ya envuelve una comunidad- sino porque, al no ser parte del cosmos, puede existir sin el cosmos ( 102). O: En el contexto cristiano la ausencia del mundo, aunque no actual, es perfectamente inteligible: como Dios no es parte del cosmos, si éste faltara, no nos toparíamos con el absurdo o la esterilidad de la nada absoluta, como pasa en el paganismo, sino que aún quedaría algo, a saber, el Dios solitario que no es parte del mundo (: 106). iv Todo lo hizo Sócrates por la salud de los atenienses! Un hombre que pudo ser rico y prominente sofista, y sin embargo, se dedicó a servir a los demás hasta la muerte. Y yo os pregunto, cómo se llama esto? Porque este fenómeno tiene nombre; el mismo hoy que hace 2,500 años. Cuando los atenienses ejecutaron a Sócrates no sólo pecaron contra la filosofía, sino contra el cielo, si es verdad que Sócrates era un santo (: 38). v Zaratustra es una figura semilegendaria de la antigua Persia, fundador de una religión que fue la propia de esa zona hasta su conquista por los árabes. Se cree que vivió en el siglo VI antes de nuestra era, y que los elementos más auténticos de su doctrina están contenidos en los himnos del Avesta. Nietzsche mismo ha fijado en una hoja suelta los rasgos elementales de esa figura: Zaratustra, nacido junto al lago de Urmi, en la provincia de Aria, abandonó su patria a los treinta años, marchó a las montañas, y escribió durante los diez años de su soledad el Zend Avesta (Así habló Zaratustra, trad. de Andrés Sánchez Pascual, Madrid: Alianza Editorial, 1987, p. 19). vi Zaratustra creó ese error, el más fatal de todos, la moral; en consecuencia, también él tiene que ser el primero en reconocerlo (Ecce homo, loc. cit. en la Introducción de Así habló Zaratustra, p. 19). vii Vidas de los filósofos más ilustres (Libros I A III), Buenos Aires México: Espasa Calpe Argentina, S. A., (Colección Austral, 879), 2da ed.: 1949, p En mi libro De Parménides a Demonacte: Hilos de una urdimbre textual para una nueva historia de la filosofía (San Juan [Puerto Rico], 1999), ensayo una interpretación marginal de la figura de Sócrates ( El momento en una Vida de Socrates [pp ] y La lira de Sócrates [pp ]). viii Esta prioridad ontológica no es compartida con ningún material, emanación, caos o formas primordiales, como sucede con los demiurgos y las divinidades paganas, ya que el Dios bíblico creó de la nada. La misteriosa creación de la nada -algo imposible para los dioses paganos, si escuchamos a Lucrecio- significa que Dios creó sin servirse de un material preexistente, y con su sola Palabra (Hebreos 11: 3) [: 103]. ix Para Platón Dios no es autor de todas las cosas, sino sólo de las buenas (: 89). O: Dice que Dios es causa primera de todo en el orden del ser, pero el mal no pertenece al orden del ser, sino al orden del no ser por tratarse de una privación del ser. (No sé cuán adecuado sea explicar el mal como privación del bien, pero Carlos Rojas rechaza este experimento escolástico (: 94). x Podríamos decir, en términos generales, que el mal radical no yace tanto en el alma concupiscible, cuanto en el alma irascible (: 24). O: Y claro, lo malo no son ni las chinas ni las botellas como tales, ni los placeres sensuales o espirituales; lo malo es ir al juego del derecho del más fuerte. Ahí ya se está perjudicando su verdadera yoidad personal. Es el mal radical. Participar en dicho juego hace a uno malo, o para participar en él ya hay que ser malo (: 78). xi En esto se parecen el Dios bíblico y el Artesano supremo del Timeo. Este era bueno, nos dice el astrónomo del diálogo, y el que es bueno no puede sentir ninguna clase de envidia (Timeo 29e) [: 91]. O: Mientras más belleza y bondad haya fuera de él, más complacida se verá su naturaleza libre de envidia: Exento de este sentimiento, quiso que todas las cosas fuesen en lo posible lo más parecidas a él mismo Dios quiso, pues, que todo fuera bueno y nada malo en cuanto dependiera de él (Timeo 29e- 30a) [: 92]. xii Mientras no se meta con el prójimo contra la caridad, el rascarse sin cesar y cualesquiera otros vicios que le ocupen no pasan de ser pecadillos relativamente menores (: 24). 15

16 xiii En efecto, Royce niega que el bien se oponga al mal de una manera tan radical e inflexible que lo bueno siempre elimina lo malo en la mayor medida posible. Según el filósofo esta es la manera abstracta y artificial en que nuestra mente a veces concibe la naturaleza del bien y las relaciones entre el bien y el mal. Pero en realidad las estructuras vitales de las cosas asumen formas mucho más complejas (: ). xiv Si el Ser corresponde al Bien, si la Nada corresponde al Mal, pero si el Bien se relativiza de modo que el Bien corresponda con algún mal, si el Mal se relativiza de modo que el Mal corresponda con algún bien, entonces el Ser se relativiza de modo que Éste corresponda con algún mal y, correlativamente, la Nada se relativiza de modo que Ésta corresponda con algún bien. En suma, si el Ser relativizado es y si la Nada relativizada es, entonces Ambos son Relación, o Correspondencias. En efecto, Royce niega que el bien se oponga al mal de una manera tan radical e inflexible que lo bueno siempre elimina lo malo en la mayor medida posible. Según el filósofo esta es la manera abstracta y artificial en que nuestra mente a veces concibe la naturaleza del bien y las relaciones entre el bien y el mal. Pero en realidad las estructuras vitales de las cosas asumen formas mucho más complejas (: ). U: Oigamos, por ejemplo, a Bergson : Cómo oponer la idea de Nada a la de Todo? No se ve que consiste en oponer lo lleno a lo lleno, y que la cuestión de saber <por qué algo existe>, es por tanto una cuestión de sentido, un pseudoproblema planteado en torno a una pseudo-idea? (: 159). xv Así toda la filosofía es como un árbol, y las ramas que salen de este tronco son todas las demás ciencias, que se reducen a tres principales, a saber, la medicina, la mecánica y la moral, es decir, la moral más alta y perfecta, que, presuponiendo un conocimiento completo de las otras ciencias, es el último grado de la sabiduría (René Descartes: Carta del autor al traductor del libro, la cual puede servir aquí de Prefacio [Sobre los principios de la filosofía]). xvi La revelación cristiana no se da en un vacío, sino que emerge sólo contra el telón de fondo de la religión natural y diferenciándose de ésta. Y no anulándola, por cierto, sino perservando todo lo que en ella pueda haber de verdadero. Tener presente esta matriz de la que surge la revelación cristiana no sólo es imprescindible para su comprensión cabal, sino que evita también el surgimiento de pseudo-problemas teológicos y filosóficos que a veces resultan de un enfoque ingenuo y descontextualizado de la revelación (: ). xvii Por tanto, el Sócrates platónico goza de ambas facetas: Y yo no tengo tiempo en absoluto para tales lucubraciones. El motivo, amigo mío, es que no puedo aún conocerme a mí mismo, según prescribe la expresión de Delfos. Y me parece ridículo, ignorando todavía eso, considerar lo que a mí no me atañe. De ahí que, mandando a paseo esas cuestiones, y dando fe a lo que se cree de ellas, no ponga mi atención, como decía hace un momento, en ellas sino en mí mismo, con el fin de descubrir si por ventura soy una fiera con más repliegues y tufos que Tifón, o bien un animal más manso y más sencillo, partícipe por naturaleza de algo divino y sin tufos (Fedro, 229e-230a) xviii El texto en latín reza así: Zeno quidem non eos solum, qui tum erant, Apollodorum, Sillim, ceteros, figebat maledictis, sed Socraten ipsum, parentem philosophiae, Latino verbo utens scurram Atticum fuisse dicebat, Chrysippum numquam nisi Chrysippam vocabat. xix Minucio Félix: Octavio, trad. de Víctor Sanz Santacruz, Madrid Bogotá Buenos Aires México Montevideo Santiago: Ciudad Nueva, 2000, p. 146, n xx Y Zaratustra habló así: Vosotros hombres desesperados! Vosotros hombres extraños! Es, pues, vuestro grito de socorro el que he oído? Y ahora sé también dónde hay que buscar a aquel a quien en vano he buscado hoy: el hombre superior - en mi propia caverna se halla sentado el hombre superior! Mas de qué me admiro! No lo he atraído yo mismo hacia mí con ofrendas de miel y con astutos reclamos de mi felicidad? Sin embargo, me engaño si pienso que sois poco aptos para estar en compañía, que os malhumoráis el corazón unos a otros, vosotros los que dais gritos de socorro, al estar sentados juntos aquí? Tiene que venir antes uno, -uno que os vuelva a hacer reír, un buen payaso alegre, un bailarín y viento y fierabrás, algún viejo necio:- qué os parece? (El saludo [Así habló Zaratustra, 4ta prt., p. 373]). O: Olvidad, pues, el poner cara de atribulados y toda tristeza plebeya! Oh, qué tristes me parecen hoy incluso los payasos de la plebe! Pero este hoy es de la plebe (Del hombre superior, 19 [Op. cit., 4ta prt., p. 394]). O: Y entonces sucedió que Zaratustra, asombrado de tales respuestas de bribones, dio un salto atrás hacia la puerta de su caverna, y, vuelto hacia todos sus huéspedes, gritó con fuerte voz: Oh vosotros todos, vosotros pícaros, payasos! Por qué os desfiguráis y os escondéis delante de mí! Cómo se os agitaba, sin embargo, el corazón a cada uno de vosotros de placer y de maldad por haberos vuelto por fin otra vez como niños pequeños, es decir, piadosos, - por obrar por fin otra vez como niños, es decir, por rezar, juntar las manos y decir Dios mío! (La fiesta del asno, 2 [Op. cit., 4ta prt., p. 419]). xxi La cita completa reza así: Por consiguiente, por mucho que Sócrates, el bufón ateniense, reconozca que nada sabe, aunque se gloriaba del testiminio de un demonio impostor, por mucho que haya reflexionado Arcesilao, así como Carnéades, Pirrón y toda la multitud de los Académicos, aunque 16

17 Simónides hubiera diferido eternamente el juicio, nosotros condenamos la arrogancia de lso filósofos, a quienes hemos conocido como corruptos, adúlteros y tiranos y siempre elocuentes contra sus propios vicios (Minucio Félix: Octavio, pp ). Este es el Sócrates irónico-escéptico que la Iglesia condenó al silencio, habiéndose aliado con el estoicismo en su polémica de éste contra los mesoacadémicos de Arcesilao y novoacadémicos de Carnéades. Cfr. Rubén Soto Rivera: Arcesilao, filósofo kairológico, Gurabo (Puerto Rico): Ediciones Sünétheia, xxii Así habló Zaratustra, 4ta prt., p Sánchez Pascual anota que hay una: Alusión a Evangelio de Mateo, 5, 10: Bienaventurados los perseguidos por razón de justicia, porque de ellos es el reino de los cielos (Op. cit., p. 463, n. 377). xxiii Aunque triunfe económica y socialmente y hasta llegue a amasar grandes riquezas, su mente se vuelve estrecha y perversa porque todo lo mide a base de quién tiene el falo más duro -estándar del JDMF (: 42). xxiv No debo dejar de mencionar in memoriam un luto en la familia del autor del libro reseñado, a saber: Mi primo y su esposa murieron en el último gran terremoto de Méjico. Fue que Dios se los llevó o quelas capas tectónicas de la tierra se acomodan y hacen que tiemble? La respuesta cristiana es: ambas cosas, y gloria y gracias al Señor (: 94). O: En ambos casos nos maravillanos ante el cosmos, pero sólo en el cristianismo tiene sentido dar gracias por él aun cuando el azar siga fungiendo como causa segunda (: 112). 17