i i i i Escrito por M-Salud Monsonís Escribano 4-13

Transcripción

1 i i i i YIYÜ^ClAtí M Uilti. J>iüJ±JE Escrito por M-Salud Monsonís Escribano 4-13

2 fcüüluüü En el siguiente relato, he tratado de reflejar las vivencias de una mujer sencilla y humilde, a la que conozco muy bien, y doy fé de la autenticidad de lo que a continuación se expone, reservándome su identidad, para lo cual he cambiado los nombres de los personajes que aquí aparecen. En éste sencillo relato,podemos ver como unas gentes del pueblo llano, aceptan, sencillamente, con toda naturalidad, todas las adversidades y privaciones que la vida les depara, sin quejarse jamás y sin perder nunca laaalegriba y la fé, luchando día tras día para combatir al hambre y la miseria, y seguir viviendo dando gracias a Dios, por tener salud, amor y trabajo, para ésta mujer es suficiente. Creo que nos dá una lecci<5n a todos aquellos que somos demasiados comodones, que nunca estamos conténdioá con lo que tenemos y cada vez pedimos más y más, sin llegar a tener nunca bastante.

3 í LLegué con la primavera, el 23 de abril de I9I9» día de San Jorge, en un pueblecito de la provincia de Tàledò; se llama Camuñas.Fui la segunda de los cinco hijos que tuvieron mis padres,juan y María. Era la costumbre del lugar poner a los niños el nombre del santo del día que nacían, pero mi madre no quiso que me 1 amase Jorgina, porque en el pueblo ya había una chica con ese nombre y la pobre era retrasada mental,mi madre quería que yo me llamase como ella y decidid que liaría sería mi nombre. Mi hernano Antonioeera tres años mayor que yo mi madre le había dado el pecho hasta los tres años, en cambio al nacer yo no tuvo leche;las vecinas venían y me daban de mamar, hasta ocho mujeres diferentes en un día, por ese motivo cuando crecí y mi madre me reñía por alguna causa, me llamaba hija de veinte leches! y con toda la razón. Fui una niña muy delicada y enfermiza;decían mis mayores que se me transparentaban las orejas. Mi padre trabajaba de jornalero en el campo; por la madrugada iba a recoger leñae para venderla en la panadería de un pueblo vecino.mi madre también ayudaba en el campo cuando llegaba la apoca de la vendimia, de la aceituna o de la rosa del azafrán. Mi hermano mayor, se criaba «en casa de mi abuelo paterno,apolinar; allí vivía mi tía Juana que aún no tenía hijos, en cambio en casa habían muchas bocas que alimentar. Guando mi padre venía, al caer la tarde,aacasa, traía el jornal que solía ser un duro, entonces mi madree podía ir a comprar lo que necesitase.

4 2 Me tocaba ir a mí a casa de mi abuelo; yo decía que aún no había salido del horno, pero ya sabían que la realidad era que no había dinero para ir a comprarla. La casa en donde vivíamos había sido el regalo de bodas de mi abuelo a su hijo; no era demasiado grande, ni tenía muchos muebles, pero era muestra casa. En el patio teníamos muchas rosas y en 1Q.S fiestas, los jóvenes venían a pedir a mi madre una rosa para ofrecérselas a sus novias; mi madre aunque pobre fue siempre espléndida con fodo el mundo, lo daba todo. Recuerdo que cuando era bastante pequeña, se estaba construyendo la carretera general de Madrid a Andalucía; era invierno, algunos obreros iban con toda su familia; dormían al raso. Había una familia de andaluces que se les había puesto uno de los niños enfermos, mi madre les hizo entrar en el establo ya que en la casa no cabían; el niño fue empeorando; el niño fue empeorando; no había medios para curarles y murió la pobre criatura; nunca olvidaré el llanto de aquella madre, que tristeza más grande sufrimos todos! En el patia de la casa, mi pad"re ayudado de la familia, cavó un pozo de agua; cuantos sudores, cuanto trabajo costó aquel pozo.valió la pena trabajar, ya que obtuvimos un agua dulca y fresca como pocos pozos había en el pueblo.

5 3 En la época de la vendimia, mis padres iban a trabajar a otros pueblos donde había más trabajo que en el nuestro; nos llevaban a mi y a mi hermana Lucía, seis años más pequeña, nos colocaban en las aguaderas del burro y así viajábamos. Recuerdo que cuando mi madre se iba por las mañanas a ayudar en el campo, cerraba la casa con llave y como yo era la mayor, quedaba al cuidado de mis hermanos menores, Lárdelo, que murió al año y medio, Lucíay Andrés, el más pequeño.yo tenía miedo del p0- zo, por si alguno se caía dentro, entonces encontré una solución: iba sacando a mis hermanos por la ventana a la calle y allí jugábamos; cuando comprendía que faltaba poco para que mi madre volviese a casa, los volvía a entrara casa, y así cada día. Cuando cumplí seis años me llevaron a la escuela; el primer día me peleé con otra niña, y le di tal mordisco que me arranqué un diente.cuando mi madre vio lo que había pasado, se peleé con la maestra y ya no me volvió a Llevar más a la escuela. Nunca tuve juguetes; lo único que nos pudieron comprar a mi heímana y a mi fueron unos cofrecillos de madera donde guardábamos nuestros hilos y agujas Ya de mayores, nos tocó en una* tómbola de la fiesta mayor del pueblo, un muñeco al que le hacíamos ropa.yo con unos retales le hize un traje de miliciano. ün las navidades, mi abuelo Apolinar nos mandaba a casa una cesta en la que habían patatas,

6 tocino, aceite,... aquello era para nosotros como si nos hubiera tocado la lotería. Una noche de reyes me desperté" y vi como mis padres estaban colocando unos céntimos en cada zapato que habíamos dejado todos los hermanos en el comedor junto a la ventana; yo esperé que mis padres se acostasen, y sigilosamente, me acerqué" a los zapatos y puse toda la calderilla en mis zapatos. A la mañana siguiente, al ver mis padres lo que había hecho, me dieron una paliza y me quedé" sin nada, pues toda la calderilla se la repartieron mis hermanos. A mi lo que más me gustaba era el jamón.cuando a\ín no tenía bastante conocimiento, a veces si me quedaba con hambre, a la hora dé ir a dormir, empezaba a llorar y pedía jamón; mi pobre madre me decía: Pero hija si nò tengo). Pues mata al borrico negro, contesté". Me mandaban a buscar leche de cabra a casa de mi abuelo, y por el camino me la iba bebiendo toda, y cuando llegaba a casa apenas quedaba leche; ya me había ganado la paliza, y encima me entraba cólico por tomar tanta leche sin hervir. POr el hecho de ser la mayor, recibí bastantes palos.todas las responsabilidades recaían sobre mi, y cuando los niños hacíamos alguna trastada, siempre era yo la que cobraba. Como no iba a la escuela, me llevaban al campo a ayudar en lo que fuese, con seis años ya aprendía en las labores de^tierra,; mi abuelo en pago de mi trabajo, me compraba unas alpargatas, en verano siempre íbamos descalzos; yo llevaba los pies heridos, ya que me golpeaba, me pinchaba o me clababa espinas del campo. 4

7 Mi madre descendía de una familia de guardia civiles, Bemardino, su paáre, era capitán, y varios de sus hermanos también pertenecían al cuerpo, éstos gozaban de bastante buena posición. Al morir mi abuelo, mi madre heredé algunas tierras que tuvo que ir vendiendo pai?a poder pagar al médico, sélo le quedé un pedazo de tierra mala que no servía pasra sembrar, que posteriormente también perdería. Anunque no itoa a la escuela, yo quería aprender, y cuando mi madre salía de casa, me dejaba instrucciones sobre todo lo que tenía que hacer, pero cuando me veía sola en casa, me ponía a leer,y a escribir- Cuando mi madre volvía y veía que no había hecho la faena, me daba una zurra, pero así fui aprendiendo a leer y a escrrtoir y los primeros númeroej, cuando crecí, asistí a clases nocturnas, también aprendí a coser. Al volver del trabajo, mi padre pasaba cada tarde por casa del abuelo, allí se reunían los cinco hijos con su- padre que fué centenario, hablaban del trabajo, del tiempo, de 3a familia, etc., A mi padre le gustaban mucho los animales, siempre que encontraba un perro abandonada, se lo traía a casa. En una ocasién trajo a un perro que estaba tan seco que se le contaban todos JLos huesos, debía de haber sido cazador, porque cuando al anochecer lo eneramos al corral, se dedicó a ir cazando pollos y gallinas y a hacer un monten con ellas, y se tendié al lado a esperar, a la mañana siguiente y mi madre vié la matanza que había hechp el perro, le dié tal paliza, que el animal no volvió a cazar nunca más por la cuenta que le traía. El res- 5

8 6 to de la familia estábamos contentos, porque a$rfln íbamos a comer carne durante varios días. Otra vez encontró en una carbonera otro perro que estaba sucísimo, negro como el carbón, en casa le dimos un baño y quedó blanco como la nieve, era precioso, mi madre le puso de nombre ((lennin)) Durante una temporada, mi padre también trabajó en un molino de aceite, por lo que en casa no faltó nunca, había aceite de sobra, por ósto no nos preocupábamos cuandoo avecesmpor accidente, vertíamos alguna tinaja, entonces mi padre,muy enfadado nos dec'ia que algún día nos tendríamos que aacordar de ese aceite que ahora tirábamos, y tuvo mucha razón, jcuantas veces lo echamos a faltar unos años más tarde!. Tanto yo como mis hermanos, solo teníamos un vestido que al llegar la noche nos lo quitábamos, mi madre los lavaba, nosostros nos metíamos a la cama, y las ropas se secaban en la cocina al lado de la lumbre, a la mañana siguiente el vestido ya estaba seco y listo para que nos lo pusiéramos de nuevo, y así cada día. A los once años ya me puse a servir, en lo sucesivo fueron varias casa en la que estuve trabajando, en Villafranca de los Caballeros, en Madrid, en casa hacía falta el dinero y yo entregaba todo lo que ganaba» Mi hermano mayor, había ingresada en la academia militar de Toledo, al poco tiempo estalló la guerra civil. En casa oramos socialistas, mi padre estábaeinscrito a la U.G-oT. % pero ya era mayor y no tomó parte en la guerra, seguía trabajando en el campo, cuando había algún sitio dpnde ir a trabajar, yo volví al pueblo y me quedó en casa.

9 7 Mi hermano Antonio luchó al lado de Dolores Ibárruri, (La Pasionaria), al finalizar la gaerra tuvo que huiraa Francia y estuvo bastante tiempo como desaparecido, no sabíamos nada de él, lo dábamos dábamos por muerto y llevamos luto por él. En el pueblo todos nos conocíamos, al ganar la guerra los nacionales, empezaron las represarlas en contra la gente de izquierdas,. Pelaban al cero a las mujeres, les daban grandes cantidades de aceite de ricino a los hombres, cuando pasábamos por la calle nos llamaban aseáinos, aquello se hizo insoportable, tuvimos que abandonarlo todo, casa, muebles, lo poco que nos quedaba, tuvimos quae huir de nuestra tierra como si hubiésemos hecho algo malo. Vinimos a Barcelona andando, era el mes de agosto de 1.939» de vez en cuando se paraba un camión y nos llevaba unos kilómetros, luego otro y otro, así llegamos a Barcelona, buscamos la casa de mi tío, no lo encontramos, estaba en la cárcel, había sido acusado injustamente y pagó con varios años de cárcel, al salir había perdido dos dedos, P@r fin encontramos una pequeña casa en alquiler a las afueras de la ciudad, en al barrio del Carmelo, sólo teníamos lo puesto, había que trabajar muy duro para poder salir adelante. Lo primero que hicimos fué ir al Tibidabo a por leña» Teníamos un hacha, minpadre ucirtaba la leña y luego bajábamos todos cargados de hacea, aquello era agotador, pues ívamos y veníamos a pié y además aquello estaba prohibido, la leña la vendíamos en una panadería. Un día yo bajaba tan cargada que sólo podía ver el suelo, cuando fui a darme de narices contra un policia que yo no había visto, el encontronazo fué tan fuerte que los dos caímos al suelo, el resultado fué que nos de

10 requisaron el hacha y la lefia. Mi madre se presentó en la comisaría suplicando que nos devolvieran el hacha, les explicó que era nuestro instrumento de trabajo, que no teníamos otro medio de ganarnos el pan, los policías se compadecieron al conocer nuestra situación y nos devolvieron el hacha. Había tan poca comida, y además mala, que amí me salieron unos granos por todo el cuerpo,estuve un ano sin tener la mestruación, no había aceite, cada día bebíamos caldo hecho con cubitos, llegué a aborrecerlos, no habían patatas, sólo boniatos qué comíamos cocidos, el pan, por llamarle de algtma manera, era negro y duro que casi no se podía morder. Posteriormente mi padre pudo colocarse de estibador en el puerto, para carga y descarga de los barcos, aveces traía a casa algiín coco o plátanos verdes, con lo que matábamos el hambre, un día mi padre cayó al agua, no sabía nadar y tuvieron que sacarle los compañeros, se llevó un susto de muerte, al poco tiempo se quedó otra vez sin trabajo, luego se pudo colocar de vigilante de obras, en lo que sería la clínica del Doctor Barraquer, en la calle Muntaner. Un domingo nos llevó a todos a ver la clínica, cuando ya estaba casi terminada, Qué* maravilla!, Ha- ' bía marmol por todas partes, y que grande, nos gustó mucho, aquel sería su último trabajo. Jo entré a trabajar como auxiliar en el hospital Neurológico de Barceloisa, estaba en régimen de interna, trabajaba muy a gusto, allí"aprendíanáaponer inyecciones, entèe otras cosas, hasta que un día visitó un especialista del oído, pues tenía me problemas de audición desde niña, y me dijo que tenían que operarme rápidamente, yo me asustó y me escapé, ya no quise volver más al hospital, entonces me puse a 8

11 servir de nuevo, también trabajé en una emprese de sostura, cosí, planché", volví a servir en casas particulares, yo iba buscando donde podía ganar más dinero, en casa hacía mucha falta. Entre tanto tuvimos noticias de mi hermano Antonio desde Francia, allí estuvo luchando en el ejército francés contra los alemanes en la segunda guerra mundial, fué detenido dos veces por el enemigo y permaneció en campos de concentración, las dos veces pudo escapaé, fué herido en una pierna, quedándole la metralla dentro, lo que sería el motivo de su muerte al paso de los años, Al acabar la guerra, se casó en París con una mujer francesa, y allí vivió hasta su muerte, treinta añcbs más tarde, Mi hermana Lucia, al cumplir los catorce años, entró a trabajar en una fábrica textil en el barrio de la salud, en la cual permaneció hasta el día de su jubilación. Andrés el menor de los hermanóos, era un niño y fué a la escuela, mientras tanto mi madre cuidaba de una niña a cambio de unas monedas. El corazón de mi padre no pudo soportar tantfto sufrimiento y tanta miseria, enfermó y en poco tiempo murió, tenía cincuenta y cuatro años. No teníamos dinero ni para pagar el entierro, así que su cuerpo lo pusieron en la tierra, nisiquiera tuvo una lápida, yo sufrí mucho, pues era mi padre el ser a quién más quería en el mundo, a mi madre no le quedó ni la paga de viuda, no le quedó nada Al poco tiempo se casó mi hermana, y yo era la que tenía que sacar la GELS Si adelante. Por entonces yo tenía veintiocho años y trabajaba en una casa de cepillos y brochas, no tenía descanso, trabajaba todo el día y me llevaba trabajo para hacer en

12 casa, había muchas noches en que no dormía por terminar el trabajo, los domingos salía con amigas, ívamos al baile, al cine, de paseo c El 19 de marzo de 1.948, día de San Josa, fuimos al baile, allí conocí a un joven, enseguida nos gustamos mutuamente, nos fuimos viendo los siguientes domingos, y al final nos hicimos novias. Se llamaba Pedro, era moreno y muy delgada, sietá años ma-yor que yo, era natural de Barcelona, llevava luto en la solapa, me dijo que era por la muerte de su padre A los dos meses de salir, vino un día muy serio a buscarme, me dijo que quería hablarme, nos sentamos y empezó a hablar, _ María tengo algo muy importante que decirte, pero tengo miedo, porque quizás dejes de quererme. - Por favor Pedro empieza ya.- - Verás,me dijo, yo no soy soltero, soy viudo, mi mujer murió hace un año de cáncer, y tengo tres hijos varones de nueve, seis y año y medioo Me quedó de piedra. Estuvimos calladas un momento, y luego le dije» - Pedro, y tá creías que iba a dejarte de querer por ósto, no sea s tonto, yo te quiero y eso no ha de ser un obstáculo para nuestro amor, nos abrazamos. El siguiente domingo conocí a los niños, fuimos a pasar el día al campo, Pedro me había traído varias camisetas rotas, hilo y aguja, y me preguntó si no me importaba repasarlas un poco, allí estuve todo el día cosienáo. Pedro era electricista, trabajaba en una empresa,

13 11 pero no ganaba mucho, debido a la guerra y a la enfermedad de su primera mujer, estaba en una situación muy precaria, se había quedado sin sábanas para la cama, per él trabajaba mucho para poder sacar a sus hijos adelante. Algunos conocidos, le habían aconsejado que internase a los niños, pero él no quiso nunca separarse de sus hijos; yo también pensaba igual que Pedro. Durante un año y medio, trabajamos y ahorramos todo lo que podíamos, queríamos casarnos y poco a poco fuimos comprando ropa para la casa, vajilla, cubiertos, batería de cocina, en fin, todo lo que podíamos. Vivíamos en el pequeño piso de Pedro que era de alquiler, compuesto de dos dormitorios, un comedor- cocina y el retrete, no podíamos cambiar los muebles, no teníamos medios para ellos, así que decidimos que no esperaríamos más para casarnos. Mi familia y amigas intentaron hacerme cambiar de opinión, me decían que estaba loca; yo no hice caso a nadie, estaba decidida y enamorada. El día 26 de diciembre de 1.949, nos casamos. Habíamos celebrado ese día haciendo una comida en el patio de mi casa materna, nuestro hijos comieron tanto ese día, que se pasaron la noche vomitando y con dolor de tripa, debido al atracón que se habían dado, así que la noche de bodas me la pasé atendiendo a los niños y limpiando el suelo de la habitación. Los niños y yo nos adaptamos bastante bien, puse mucha voluntad en aprender todo lo que no sabía, intenté ser una madre para ellos, les quise y me quisieron. Al año y medio tuvimos una niña. Marina, pues nació junto el mar. Yo lo pasé bastante mal, me atendieron unas vecinas ya que el médico ni vino a verme a casa hasta las 24 horas después de haber dado a luz; tuve una gran hemorragia y quedé tan debilitada que pasé dos semanas sin poder levantarme de la cama. Decidí que no iba a tener más hijos, ya que éramos seis en casa.

14 12 En el tiempo que amamantaba a mi hija, también lo hacía con la niña de una vecina que por estar enferma su madre no le podía dar el pecho. El tiempo va pasando y nuestros hijos van creciendo, nos hacemos mayores, la verdad es que no ha sido nada fácil, bueno, supongo que como no lo ha sido para muchas personas de nuestra generación que hayan tenido que vivir una guerra y una posguerra, pero nos hemos esforzado para que nuestros hijos lo tengan más fácil que lo tuvimos nosotros. Que sepan luchar y salir adelante en la vida con ilusión y la esperanza de hacer un mundo mejor para sus hijos.

15 EL CAHORRO. Escrito por M a Salud Monsonís Escribano.

16 PROLOGO Quiero contar la historia de un niño que nació pobre muy pobre, y que nació tan pobre que no tuvo ni madre que lo criara, ni padre que lo cuidara, ni casa que lo cobijara: iba por la vida como un perrito vagabundo, ahora aquí, luego allá, descalzo, desnudo, que pasó hambre y frío, y muchas necesidades, que de muy niño tuvo que ganarse el pan que comía, y que fue explotado por personas que le hacían trabajar como un hombre cuando sólo era un niño. Pero creció y se hizo hombre, y su instinto le llevó a buscar aquello que no había tenido en su infancia: amor, y que por fin encontró. A partir de entonces nunca volvería a estar solo.

17 2 En el mes de mayo de 1.946, en una pequeña aldea situada al norte de la isla de Tenerife, nació el quinto hijo varón de María al que dieron el nombre de Juan. Su casa se resumía a una sola habitación que hacía las veces de cocina, comedor y dormitorio, estaba situada en pleno monte, no tenían agua, ni luz eléctrica, se alumbraban con un candil de petróleo, en realidad eran tantas cosas las que no tenían. María era una mujer joven, buena, soltera, limpia como los chorros del oro y muy trabajadora. Era muy atractiva, rubia de ojos pardos y menuda, cuya única familia era su madre y una hermano casado. María vivía en su casa sola, se ganaba la vida haciendo carbón de leña, pero de vez en cuando solía recibir la visita de un respetable señor casado y con hijos, residente en un pueblo próximo en donde mantenía el orden público, pues pertenecía al cuerpo de la guardia civil. Marúa ya fuese por miedo, por ignorancia, y luego ya por costumbre, que remedio le quedaba más que acceder a los deseos de la autoridad. Este (( señor )), jamás reconoció a sus hijos, ni siquiera colaboró con la madre en la crianza de los niños, que a pesar de su pobreza, eran los niños más limpios que allí habían. Nuestra resignada María, iba a tener su sexto hijo, per el parto se presentaba mal. Después de muchos sufrimientos dio a luz a una niña que murió al poco de nacer; María estaba muy mal, se debilitaba por momentos, pero como estaban lejos del mundo, solamente bajarla de su casa a la aldea ya era difícil, no había carretera, aquello era un camino de cabras, pero habían de darse prisa si querían salvarla. La colocaron en una camilla que habían preparado, entonces ella fue despidiéndose de sus cinco hijos. - Antonio, tú eres el mayor, cuida de tus hermanos, mira que Juan es tan chico. Pedro, Luís, Domingo, un abrazo, sed buenos y obedeced a Antonio. Cuando besó a Juan rompió a llorar y le abrazaba diciéndole: Mi niño, mi niño.

18 3 Aquella sería la última vez que verían a su madre. Los cinco hermos se quedaron llorando. Cuando lograron llegar al pueblo cogieron un taxi, el único que había en la localidad y se dirigieron a la capital, María se desangraba, apenas habían corrido los pocos kilómetros, María murió; al llegar al hospital, después de dar el acta de defunción, la enterraron en el cementerio de Santa Cruz, donde no tuvo ni una lápida que la recordara. Los tres hermanos mayores ya podían valerse por si mismos, tenían 16 años, 14 y 12 respectivamente. Domingo tenía cinco años y se fue a vivir con la abuela, ésta tenía una venta de comida, con lo que iba sacando para vivir. Juan al morir su madre tenía 20 meses, cuanto echaría a faltar a su madre, cuantas lágrimas tendría que derramar; se quedaría viviendo en casa de su tío, y allí fue dondo empezó su calvario. Su tío Luis era una buena persona, pero sin voluntad, padecía de asma; con Juan siempre fue cariñoso. En aquella casa había mucha pobreza, muchas bocas que alimentar y sólo Luís traía dinero a casa. Había muchas tardes en que el tío Luís se metía a la taverna cuando acababa el trabajo, empezaba a tomar vino y acababa ebrio, cuando llegaba a casa ya era de noche y todos estaban acostados, entonces Luís solía traer algo de comer, alguna col, o garbanzos, o un poco de arroz, entonces Antonia su mujer, se levantaba, y después de darle a su marido la gran bronca, se ponía a cocinar, luego se levantaban todos los niños y comían, ya que antes no habían cenado. Antonia no quería a Juan, por cualquier cosa le pegaba, cuando estaban a solas le decía: -Juan, cuando estemos comiendo y yo te de con el pie por debajo de la mesa, quiero que en ese momento dejes de comer, si no lo haces te daré una paliza. De sobras sabía el pequeño Juan que su tía le amenazaba en serio, sabía que ciínpliría su palabra pues ya había tenido ocasión de comprobarlo repetidas veces, así que cuando se sentaban a comer, por regla general se comían casi a diario las papas canarias, después de que Juan comiese la primera patata, recibía el aviso que su tía le enviaba con el pie, y el niño ya no comía más; su tío Luís ignorante

19 4 de lo que ocurría, animaba a su sobrino para que siguiese comiendo, pero el niño respondía que ya no tenía más hambre. Cuanta hambre, cuanta miseria hubo en aquella época, pero el pequeño Juan la sentía más que nadie; estaba comido por las pulgas y las moscas, lleno de granos infectados, se le podían contar todos los huesos, aunque resulte duro de creer, la única ropa que tuvo durante varios años, era una americana negra que había sido de un vecino que había muerto; pues aquella americana le llegaba hasta los pies, la llevaba en invierno y en verano, llegó a tener tanta suciedad encima que hasta perdió su color, las mangas estaban acartonadas, ya que las utilizaba para impiarse los mocos, cuando se la quitaba por la noche, la dejaba de pies en el suelo, y allí se quedaba la americana tiesa. Su cama era un baúl lleno de paja podrida, ya que cada noche Juan la mojaba mientras dormía. Su aspecto era tan lastimoso que cuando iba por la calle, siempre había alguna persona que se apiadaba de él y se lo llevaba a su casa y le daba de comer un poco de gofio amasado con agua. Siempre careció de los alimentos más esenciales para un niño; la leche no la probó hasta que fue mayor, el queso exactamente lo mismo, la fruta sólo la comía cuando la cogía de algún árbol que encontraba yendo por el campo. Su abuela le enviaba de vez en cuando a por pescado que tenía que comprar a los pescadores de un pueblo costero, y que ella vendía en la tienda. Juan iba andando y utilizaba un día entero entre ir y volver, al regreso, su abuela le pagaba el favor dándole un pez que Juan se asaba el mismo, aquello suponía un manjar para él. No sabía lo que era la escuela, su vida transcurría yendo a trabajar al campo y a recoger leña, que a pesar de sus pocos años y de su baja estatura, se cargaba igual que un hombre. Su puede decir, que Juan vivía de milagro, era como si su madre desde el cielo cuidase de él, pues su vida estuvo varias veces en peligro, pero siempre salió adelante. En una ocasión recogiendo leña, se golpeó en un ojo de tal manera, que a

20 5 conseciencia del golpe, perdió la vista del ojo derecho. Le gustaba montar en el caballo de su tío; en una ocasión que iba montado a pelo, galopaba a gran velocidad por la carretera, para sobrepasar la guagua ( autobús ), cuando de repente el caballo, no se por que razón se paró en seco y el niño salió disparado por el aire, golpeándose gravemente y perdiendo el sentido; pero al día siguiente, nuestro pequeño Juan ya estaba corriendo como si no hubiese pasado nada. Otra vez, estando en el monte, empezó a cargar de leña al burro con el que trabajaba cada día; tal vez sería porque le había cargado demasiado, el caso era que el animal no quería andar, Juan empezó a tirar de él, pero no conseguía moverlo, en vista de ésto cogió una bara y le golpeó en el lomo, entonces el animal saltó sobre el muchacho y empezó a patearlo y a morderle. La gente al verlo, corrieron a auxiliar al niño, apartaron al animal, y allí quedó Juan tendido en el suelo medio muerto, con una brecha abierta en la cabeza, debida a un mordisco del animal, por donde perdía mucha sangre. Los vecinos del lugar comentaban que de aquella no saldría, pero Juan tuvo siempre una gran fortaleza física y gracias a los cuidados del médico que le atendió, a los pocos días ya estaba trabajando de nuevo para ganarse el pan que comía. Cuando el muchacho se encontraba a solas, empezaba a pensar en su madre. Le habían hablado de quien fue ella, pero aquello a él no le bastaba, no recordaba como era, ya que cuando ella, murió, ál era muy pequeño y hasta se desesperaba de ganas de querer conocerla, llorando les pedía a los mayores que le hablasen de ella. Por favor, decía, de qué color eran sus ojos?, era guapa?, era buena?, qué hacía?, pero es que nunca se hizo una fotografía para que yo la pudiese ver ahora?, por qué murió?, por que me dejó solo en éste mundo?, si ella estuviese aquí, yo la querría tanto, con ella ya lo tendría todo, pero Dios mío porque soy tan desgraciado, todos los niños tienen a sus padres que les cuidan, yo no tengo a nadie, sólo tengo en nombre con que todos me llama, Cachorro. En cierta ocasión, Juan volvía del monte cargado con su leña, pasaban por

21 6 allí unos guardias civiles y una vecina se acercó a Juan y le dijo muy bajito: - Ves ese guardia de ahí, es tu padre. Juan se quedó quieto mirando a aquel hombre, una gran pena invadió su corazón, recordó a su madre, en lo que la pobre había tenido que pasar por culpa de aquel déspota, y que al final pagó con su vida. Y yo, pensó, por tu culpa estoy aquí, solo sufriendo sin mi madre, maldito seas, y siguió su camino entristecido. Así iba creciendo nuestro pequeño héroe. Antonio el mayor de los hermanos se casó, por este motivo Juan estrenó su primera ropa decente desde hací mucho tiempo, también le compraron unas alpargatas, el chico estaba tan emocionado, que al andar por la calle iba haciendo ruido con los pies, para que todo el mundo se diese cuenta de que iba calzado y vestido. Luego le llevaron a la escuela donde sólo estuvo un curso, lo justo para aprender a leer y a escribir y a conocer los números. También le prepararon para hacer la primera comunión, ese fue un gran día, en la escuela prepararon una gran chocolatada para todos los niños. El único juguete que tuvo Juan, fue una pequeña guitarrita que le habían dado unos Reyes Magos que un año fueron obsequiando a los niños pobres del lugar. Antonio, después de casarse marchó a Venezuela a trabajar, donde permaneció yeinte años; al regresar ya era millonario. Pedro y Luís también se casaron y empezaron a tener hijos, así que Juan además del trabajo que ya. tenía, los convirtieron en niñero. El les daba de comer, les vestía, les lavaba, les paseaba. Pero Juan no estaba conforme con aquella vida, el quería ganar dinero, quería llegar a ser algo en la vida y empezó a trabajar en la construcción y luego en la hostelería. LLegó a trabajar en los mejores hoteles del Puerto de La Cruz; era listo y aprendía rápidamente, pero él había crecido solo y libre como un pájaro, era demasiado independiente, no soportaba que nadie le diese órdenes, por otro lado empezó a sentir deseos de viajar y aprender muchas cosas

22 7 nuevas, su isla se la había quedado demasiado pequeña. Así que un día metió sus cuatro trapos en una vieja maleta de cartón, atada con un cordel, y tomó el barco para la península. Llegó a Málaga, tenía 16 años, a partir de ahora no pararía de ir de un sitio a otro, no tenía que dar explicaciones a nadie, ni nadie se las pedía. Aprendió varios idiomas, asistió a clases nocturnas, trabajó en San Sebatián y Madrid y ganaba bastante dinero, pero así como lo cobraba lo gastaba, no quería privarse de nada, bastante había sufrido hasta entonces, y sin darse cuenta empezó a beber, hasta quedar atrapado en las redes del alcohol. En su deseo de viajar, un día decidió venir a Barcelona, era un mes de febrero de 1.965, llegó con otro chico gallego que había trabajado con él, y por todo capital tenían dos pesetas, compraron castañas en la plaza Urquinaona para matar el hambre, luego empezaron a andar, y muy cerca de allí encontraron trabajo en una cafetería que necesitaba camareros, aquel mismo día empezó a trabajar. Sí, Juan siempre fue un gran trabajador, no descansaba en todo el día, pero al llegar la noche e irse a la pensión a dormir,estaba muy solo, pensaba que no le importaba a nadie, hacía varios años que no sabía nada de sus hermanos, su único refugio era la bebida. Quería olvidarse de su vida, quería olvidar tantas miserias, tantos sufrimientos, el trauma de su infancia que lo había marcado para toda la vida, pero no olvidaba, sino todo lo contrario, había añadido una carga más a su cruz, se había convertido en un alcohólico. El día 2 de octubre de 1.965, se celebraban las fiestas mayores del barrio de la Barceloneta, había música en las calles y se bailaba. Juan vio en un rincón a una chica, se acercó a ella y le pidió para bailar, ella accedió y estuvieron bailando y hablando muy animados. Al regresar a la pensión, Juan estaba contento, pensaba en aquella chica que acababa de conocer y que de pronto él se sentía como otra persona. Se siguieron viendo y se hicieron novios, poco a poco se iban