LA MISA DOMINICAL PASO A PASO (Síntesis del libro de igual título de CPL Barcelona, Dossier 16)

Transcripción

1 LA MISA DOMINICAL PASO A PASO (Síntesis del libro de igual título de CPL Barcelona, Dossier 16) Prenotandos: La Celebración: (Criterios) 1. Dar más calidad a las celebraciones, que sean más significativas. 2. Dar más calidad a la vida cristiana, la personal y la de la comunidad. Unión entre celebración y compromiso. 3. Reconocer que la celebración tiene algo de misterio que viene de arriba y no de nosotros. Acentuar el sentido de fe, además de unos buenos signos. 4. Cada celebración es distinta, según sea el público. Cuidar el estilo de la celebración (cantos gestos, motivaciones...) según sea el publico celebrante. 5. Hay que conjugar repetición y novedad. Aspectos conocidos y siempre los mismos (cantos, perdón, santo, Padre nuestro...) y a la vez las cosas nuevas: la Palabra de Dios es elemento fundamental cambiante, pero también deben cambiar la ambientación del templo, plegaria eucarística, paz. 6. Solemnizar. En pequeños grupos puede haber más informalidad, pero en los grandes hay que poner de relieve los elementos teatrales como gestos y voz del presidente, función de los ministros, voz de los lectores, las pausas, los cantos cuidados, la ambientación del templo y altar, uso del incienso, fracción del pan... Todo esto crea clima. 7. Cada tiempo litúrgico es distinto y esto debe notarse en la celebración. Carteles a la entrada, música ambiental, flores, luces y adornos, imágenes, iconos, cruces y los textos deben subrayar esto y no caer en la tentación de una celebración estándar. 8. El canto es decisivo para el clima. Se canta mal, como sea o el cantor avasalla. Es importante el acompañamiento (órgano u otros instrumentos), tener una pequeña coral que dé calidad y el solista que alterna con el pueblo. En el canto es importante la letra y la música. Esforzarse por aumentar el repertorio. La letra debe acoplarse a lo que se celebra. Conservar algunos cantos gregorianos conocidos y sencillos. Y saber cuándo hay que cantar y cuándo no. Los domingos hay que cantar el diálogo del prefacio (y en algunas solemnidades el prefacio entero), el Santo, la aclamación de la consagración y el por Cristo. Cantar siempre el salmo responsorial. 9. Las pausas. Pequeños espacios que separan un momento de otro. Son: la de la oración colecta, antes de la primera lectura, entre la lectura y monición o entre una lectura y salmo, antes del prefacio, después del Por Cristo y antes del Padre nuestro, antes de la invitación a la comunión, antes de la oración final. 10. Los actores de la celebración. No debe hacerlo todo el sacerdote. Los actores fundamentales son: el presidente, el acólito o acólitos, los lectores, el monitor, el director de cantos (estos dos últimos pueden ser la misma persona), En algunas 1

2 celebraciones puede haber concelebrantes, diáconos, los que intervienen en la procesión de ofrendas... Cada uno debe saber cuál es su tarea y haberla preparado. Y deben vivirlo como servicio bien hecho a la comunidad. 11. Los lugares, los objetos, la preparación. Buena distribución de los espacios, buena megafonía e iluminación, buena distribución de asientos. Hay que diferenciar cuatro lugares: el altar, céntrico y sobrio, el ambón (lugar de la Palabra), la sede digna y visible, y el lugar del monitor y director de cantos que debe ser menos resaltado que el ambón. Y los objetos: un buen leccionario y no una hoja, manteles limpios, tipo de cáliz y copones, vinajeras para vino y agua, asientos de los ministros. ESTRUCTURA DE LA MISA Ritos Iniciales I LITURGIA DE LA PALABRA II LITURGIA DE LA EUCARISTÍA Ritos finales Ritos Iniciales: Son para preparar el paso de la calle a la celebración y crear el clima propio del tiempo litúrgico o de la fiesta que se celebra. Hay que subrayar el elemento que convenga (perdón en cuaresma) y suprimirlo en Navidad o sustituirlo por la aspersión en Pascua, encender los cirios en Adviento. Subrayar la procesión de entrada. Debe notarse que se empieza, con un momento de silencio si ha habido avisos o ensayos, encender las luces, aviso de campana e invitación a ponerse de pie. Que no entre el celebrante mientras se dan avisos o se ensayan cantos. 1. Monición de entrada. Unas palabras dirigidas a la asamblea concreta. Así se establece una comunicación más personal y cordial, ayuda a situarse a la gente que ha llegado de la calle, da el tono concreto del tiempo o de la fiesta. Debe ser cordial y comunicativa, no leyendo sino como hablando a los oyentes. Hay que prepararla y debe ser breve. No debe ser un resumen de la liturgia de la Palabra ni una introducción a las lecturas, sino a una introducción a toda la celebración. 2. Canto de entrada y procesión: El canto debe saberlo bien la asamblea y ser lo suficiente para dar tiempo a la procesión y tener sentido de himno y de marcha y no de meditación. Y debe ser de acuerdo al tiempo litúrgico. A veces se puede hacer la entrada de silencio (cuaresma), pero con actitud de recogida y no con un sentido de no hacer nada. El celebrante y ministros deben entrar con dignidad (a veces puede haber cordialidad), pero no ordenando los papeles o las vestiduras o caminando rápido. Si se hace procesión de entrada que no la haga el celebrante solo. Pueden solemnizar la cruz con cirios, el incienso, el evangeliario o leccionario. 2

3 Al llegar el que preside hace reverencia al Cristo y besa el altar que es signo de Cristo presente en la comunidad. Y luego va a la sede que debe ser un lugar destacado. 3. Saludo: La señal de la cruz y el saludo es el primer contacto con la asamblea. El saludo tiene un carácter ritual con pocas variantes, son fórmulas del NT que expresan el sentido cristiano del encuentro. Se pueden sustituir por otras características semejantes, con alguna frase de sentido más humano. Pero no se debe perder el sentido cristiano. No estaría bien reducirlo a un buenos días o a un simple saludo humano. Debe acompañar el gesto de los brazos, la actitud del cuerpo y la mirada. 4. Acto penitencial. No es un examen de conciencia, sino momento de silencio y reconocimiento de la salvación de Dios. Se inicia con una monición del que preside. Luego un momento de silencio para situarse ante Dios y seguidamente la expresión comunitaria de la penitencia. La forma habitual es Señor, ten piedad que es aclamación a Cristo Salvador y no tanto para pedir perdón. Era el sentido que tenía el antiguo kyrie eleisón. Por ello los motivos deberán empezar más con la fórmula Tú que... que con fórmulas de reconocimientos de faltas. Es bueno cantar el Kyrie eleisón y con músicas sencillas. Las otras fórmulas ( Yo confieso y las frases de la fórmula II) son más adecuadas para las misas sin canto. También se puede cantar algún canto penitencial, sobre todo en cuaresma. En este tiempo se pueden hacer silencios entre las motivaciones y sustituir el Señor ten piedad por un canto más centrado en la Cruz. (En comunidades pequeñas se pueden introducir testimonios que muestren la situación del pecado del mundo. El acto termina con una oración del presidente que resume la petición de perdón de la asamblea). En Pascua es conveniente sustituir el acto penitencial por la aspersión y se hace al comienzo. En Navidad y algunas fiestas determinadas se podrían omitir el acto penitencial y dar más relieve al Gloria, precedido de un momento de silencio. 5. Gloria. Es un himno de alabanza, alegre y festivo; pero hay veces queda desdibujado en muchas celebraciones cuando no se considera su importancia. Lo puede entonar el presidente, el director de canto o toda la asamblea. Lo pueden cantar todos o alternando con un grupo de cantores. Si no se puede cantar, habría que encontrar formas para que no sea un recitado sin gracia: alternar el recitado que puede hacer un buen declamador o la asamblea con una antífona como Gloria, gloria aleluya ; también podría recitarse con música de fondo. En navidad hay que darle todo el relieve (monición, canto, música de fondo...). 6. Colecta. La asamblea ora unida al presidente ( colecta significa reunida ). Hay que decirla de modo relevante. El presidente invita con Oremos que se puede ampliar en pocas palabras según el tono del día. Luego un breve silencio. La conclusión no debe ser Te lo pedimos por... sino Por Nuestro Señor Jesucristo... que no sólo se refiere a la petición sino a una meditación más amplia. Es adecuado cantarla y responder con el Amén cantado. 3

4 I. LITURGIA DE LA PALABRA: Es la primera mesa de la celebración. Recuerda y actualiza la fuerza salvadora de Dios en la historia e invita a acogerla en la vida actual; por tanto, no es el tiempo de lecturas atropelladas ni de dar instrucciones. Las lecturas deben ser bien captadas con espacios de contemplación y la homilía debe ratificar lo que se ha proclamado. 1. Moniciones: Las moniciones tienen el fin de ayudar a captar el sentido de las lecturas. Las hará un monitor o el mismo celebrante, pero no el lector. Se puede hacer una sola para toda la liturgia de la Palabra o bien una para cada caso. No deben ser un resumen de lo que se leerá ni una pequeña homilía y deben ser breves. A veces pueden ayudar a la difícil comprensión de un texto. La monición al salmo debe ayudar a respetar los sentimientos de la oración del salmo. La monición al evangelio se hará siempre antes del aleluya o aclamación cuaresmal. Al empezar el Adviento o la Cuaresma puede ser útil que el presidente haga una breve llamada de atención a las lecturas de ese tiempo, antes de la monición a la primera lectura. 2. Las Lecturas: Las lecturas no las debe hacer el presidente de la celebración sino un lector. Este debe prepararse y leer con intensidad. Una mala costumbre es llamar a leer a lectores espontáneos. Debe todo estar previsto antes de la celebración y los lectores deben haber ensayado su lectura. Hay que variar de lectores, que no siempre sean los mismos. Es bueno tener un grupo preparado y que se turne. Vocalizar y pronunciar bien y dar el sentido del texto. Leer el encabezamiento ( Lectura de la carta del apóstol... ) no decir Primera lectura y tampoco leer la frase en rojo que resume el sentido de la lectura ni los números de capítulo y versículos. Al final, tras una breve pausa y mirando a los oyentes, se dice Palabra de Dios o Palabra del Señor (en el evangelio). 3. Salmo responsorial: Es un canto lírico, de meditación y respuesta a la Palabra de Dios. No debe sustituirse por ningún canto moderno, a no ser que sea el canto del salmo correspondiente o uno que exprese los sentimientos del tiempo litúrgico. La mejor forma es que un cantor cante los versículos y el pueblo responda con la antífona correspondiente. Si no se puede cantar, un salmista proclama las estrofas y el pueblo responde con el canto de la antífona o la proclama. Para cantar, se puede tomar alguna antífona parecida aunque no coincida literalmente con la del leccionario. Si sólo se proclama se podría acompañar de música como fondo suave (órgano, guitarra, percusión). El salmista debe ser distinto del lector. 4. Evangelio: Tiene relieve especial: es recibido con un canto de aclamación, se escucha de pie, es leído por el diácono o sacerdote, se inicia con un saludo, se hace la señal de la cruz, se inciensa el leccionario y al final se besa. El aleluya anterior se canta antes y después del versículo introductorio al evangelio. Si el aleluya tiene un desarrollo musical amplio o algún versículo propio, es mejor no decir el versículo del leccionario; pero lo que no se ha de hacer es leer el versículo sin cantar el aleluya. Durante el canto del aleluya se hace la procesión con velas y se prepara el incienso 4

5 (si se usa). El versículo no debe leerlo el que hizo alguna lectura, sino otro, puede ser quien dirige el canto. En Cuaresma el aleluya se sustituye por otra aclamación a Jesucristo. En las grandes fiestas es aconsejable cantar el diálogo introductorio al evangelio y la aclamación final y hasta se puede repetir el aleluya al final. Y es importante la proclamación del evangelio, más que la misma homilía. 5. Homilía: Es una parte de la celebración eucarística. No debe ser un sermón ni tener más protagonismo que otras partes. Es una proclamación de la fe cristiana y no una comunicación de la fe subjetiva o de las opiniones personales del sacerdote. Debe basarse en los textos bíblicos y a la vez debe tener en cuenta la realidad de la vida humana de los oyentes. Debe comunicar esperanza, el predicador no es un juez sino un servidor. Y debe relacionarse con la eucaristía que se celebra. Debe prepararse y variarse para no ser repetitivos. Se puede partir de algún hecho o ejemplo que tenga que ver con las lecturas. La homilía la dice el presidente. En celebraciones especiales puede hacerla otro sacerdote o diácono. La misa dominical no es el momento de hacer homilías participadas, esto se puede hacer en grupos y en otros momentos. La homilía debe ser breve (8 min.). Al final debería haber unos momentos. 6. Profesión de fe: Es como una adhesión solemne a la Palabra. Hay que conseguir una buena recitación a un ritmo pausado. Hay en el Credo largo y corto (de los Apóstoles). A veces se puede usar la forma de diálogo propuesta para la Vigilia Pascual. Normalmente no se deben usar otras fórmulas que las propuestas. 7. Oración de los fieles: Su orden es: monición del presidente, intenciones y respuesta del pueblo, conclusión del presidente. Las intenciones deben tener siempre estos cuatro apartados: por la iglesia, por los gobernantes y dirigentes públicos, por los pobres y los que sufren y por la comunidad local. Las intenciones deben estar bien redactadas, decirse con énfasis y hacer referencia a las necesidades próximas para los asistentes. No es recomendable que intervengan muchos. No es momento de concientización o de información, ni de reivindicaciones. Ni debe centrarse sólo en los problemas de la comunidad ( que sepamos hacer esto o aquello ). II. LITURGIA EUCARÍSTICA: De lo que es distinto cada domingo pasamos ahora a lo que es igual: el memorial de la muerte y resurrección de Cristo. Tiene dos momentos claves: la plegaria eucarística y la comunión, ambas están precedidas por un momento especial; en una: la preparación de las ofrendas y en otra: la fracción del pan (con el padrenuestro y el gesto de paz). 1. Preparación de las ofrendas: Es un momento de calma para preparar el altar en silencio o con música de fondo o con un canto adecuado. Es un momento más de gestos que de palabras. Todos se sientan, también el presidente mientras los ministros preparan el altar y colocan las ofrendas. Ahora el centro es el altar. Se llevan las ofrendas de pan y de vino. 5

6 Se puede hacer una procesión desde la entrada de la iglesia con el pan y vino. Y no está bien llevar otras ofrendas simbólicas ya que el momento debe ser muy sencillo y destacar el símbolo de la ofrenda del pan y del vino. Se pueden recoger y llevar ofrendas para los pobres (colecta y no sólo para la iglesia ) que puede ser dinero o también otras cosas (se colocarán fuera de la mesa eucarística). No se debe empezar el prefacio antes de que se termine la colecta. Si no hay procesión, las ofrendas se llevan desde la credencia. En el altar se echa el vino en el cáliz, no está bien llevarlo ya preparado. El sacerdote dice la oración respectiva en voz baja. 2. El pan, el vino y los vasos: El pan debe ponerse en cestas y que pueda verse y no en copones que se tapen. La hostia del celebrante es mejor que esté con las de los fieles y no en patena aparte. Las hostias deberían ser más gruesas y es bueno poner varias grandes para destacar el gesto de la fracción del pan. Debería consagrarse el pan suficiente para cada celebración y buscarlo en el sagrario como suplencia o para cambiar la reserva. Destacar la vinajera del vino (mayor y que se vea bien) de la del agua, más pequeña. Cuando hay muchas comuniones, evitar llenar el altar de pequeñas cestas y pequeños cálices. Que sean pocos y más grandes y sólo en la comunión llevar más cestas o cálices para distribuir más rápidamente. El altar debe estar lo más libre posible, en el centro junto al celebrante el misal y no de lado. Las flores y cirios es mejor que estén en un extremo. 3. El lavabo: De hacerlo que se haga de modo significativo, lavando y secando las manos como un gesto de purificación. 4. Silencio, canto y palabras: En la presentación de las ofrendas tenemos las siguientes posibilidades: Primera posibilidad: Hacer la ofrenda en silencio o con música de fondo y el Bendito seas, Señor... se dice en secreto. Esta posibilidad destaca más el reposo de la asamblea y la disposición para lo que se viene. Segunda posibilidad: Es la del canto, se puede escuchar la intervención de alguna coral o cantar toda la asamblea (es menos recomendable y que no sea frecuente pues es tiempo de reposo). Tercera posibilidad: es recitar en voz alta y con respuesta del pueblo, entonces no debe haber canto. No se deben juntar la presentación del pan y el vino a la vez, sino uno después de otro. El sacerdote dice también en secreto oraciones al mezclar el agua y vino y al lavarse las manos. El orad hermanos si hay música o canto, pueden recitarlo en privado el presidente y los ministros. La oración sobre las ofrendas se recita con la asamblea puesta en pie. 5. Prefacio y plegaria eucarística: Es el centro de la celebración, es plegaria de acción de gracias y de consagración. Hay varios modelos y hay que prepararlos bien. En esta parte todo el protagonismo es del presidente que debe pronunciar y actuar con solemnidad. No con un intimismo sino con naturalidad. Las intervenciones de la asamblea deben ser potentes y cantadas en cuanto sea posible. La Plegaria eucarística tiene los siguientes pasos: 6

7 A/ Prefacio: No es prólogo sino la proclamación inicial de los motivos de acción de gracias. Estos (aparte otros motivos según fiestas) se centran siempre en la obra de Jesucristo. Es bueno cantar el diálogo inicial o todo el Prefacio, sobre todo en las fiestas. Elegir Prefacios que tengan que ver con la fiesta o con las lecturas. Si la celebración se da en un grupo pequeño se podrán incluir en el Prefacio motivos más concretos de acción de gracias que se enlazarán con los motivos generales. B/ Santo: Es aclamación de toda la asamblea. Y que tiene su origen en la liturgia celestial de Is 6,1s. La Iglesia del cielo y de la tierra se unen en una sola alabanza. Nunca debería dejar de cantarse ni sustituirse por ningún otro canto. Aquí hay que poner en juego toda la capacidad festiva y musical con instrumentos de percusión. C/ Transición: Paso a la invocación al Espíritu que viene luego. En ella podrían añadirse algunas referencias a los temas claves del día o del tiempo. El tono será menos solemne. D/ Epíclesis: Invocación al Espíritu Santo para que las ofrendas se llenen de fuerza divina y se convierten en Cuerpo y Sangre de Cristo. Se hace con las manos extendidas sobre las ofrendas. E/ Relato de la Cena: La fe cristiana se centra en un acontecimiento: la muerte y resurrección de Cristo. Relato que es memorial y presencia. Del estilo de acción de gracias se pasa al de narración del gesto y las palabras de Jesús que renueva su presencia entre nosotros. hay que arrodillarse en la consagración? Las costumbres son diferentes según los países. La rúbrica no lo manda taxativamente. Lo más importante es la postura uniforme de toda la comunidad. La postura de rodillas parece más piadosa y si se hace por veneración a la eucaristía, habría que estar arrodillado hasta la comunión y esto no lo autorizan las normas del misal. La postura de pie destaca la unidad de postura con todo lo que precede y sigue. Tampoco ahora debe partirse el pan. Se hace después para repartirlo en la comunión. A veces se puede cantar este relato. Es bueno mostrar y mantener un poco en alto el pan y el cáliz durante las palabras del relato, no mucho como si fuera para la aclamación final. El celebrante se arrodilla (a veces hay incienso y campanillas) y los concelebrantes hacen inclinación. También podría hacerla el pueblo. F/ Aclamación: La asamblea aclama el acontecimiento del cual son sacramento el pan y el vino; aclama el misterio pascual y la espera de la segunda venida. No debe sustituirse este canto por otros a no ser que tengan en su letra esos elementos. Usar las diversas respuestas que pone el misal y no sólo la primera. Esta aclamación debería cantarse siempre en domingos y fiestas. G/Memorial o anánmnesis: El presidente recuerda el sentido del sacramento: es memorial de la pasión muerte y resurrección de Cristo. Debe proclamarse solemnemente. 7

8 H/ Ofrenda y segunda epíclesis: La iglesia invoca al Espíritu para que la obra realizada por Cristo continúe en los que celebran su memorial y realicen lo que Jesús realizó. I/ Intercesiones: Recordamos las necesidades de la iglesia y del mundo. Aquí se podría adaptarlas a veces a hechos concretos. El tono debe ser mucho más sencillo. J/ Doxología: Es la aclamación final al Padre, por Jesucristo en la comunión con el Espíritu Santo. La asamblea expresa su adhesión con un sonoro Amén. Debe cantarse en domingos y fiestas y debe ser una respuesta intensa, suficientemente larga y hasta repetida. El celebrante tiene en alto el pan y el vino y no los deja sobre el altar hasta que termine totalmente la aclamación. La aclamación propia de la asamblea es el Amén. 6. La comunión: Toda la celebración conduce a este último momento: el Banquete pascual al que está invitada toda la iglesia. Hay tres ritos Preparatorios (padrenuestro, paz y fracción del pan) que resaltan el anhelo Escatológico del Reino de Dios y la comunión mutua entre los cristianos. A/ Padrenuestro: Antes de empezar, hacer una pausa. Es la plegaria del Señor y de los hijos del Padre. Convierte en petición lo que la eucaristía hace presente. Se introduce con una invitación del presidente, que ha de ser sencilla, con tono de invitación. Puede recoger alguna idea del tiempo o hacer alusión a la comunión. Procurar una buena recitación del Padrenuestro con las pausas necesarias. También se puede recitar con música de fondo. O mejor cantarlo. Y se puede hacer alternando el presidente y la asamblea: el presidente canta una petición y la asamblea responde Amén. Es buena la costumbre de muchos lugares de mantener toda la asamblea las manos levantadas durante el Padrenuestro. A veces se pueden tener las manos cogidas. Al padrenuestro sigue una plegaria (embolismo) que amplía alguna de las peticiones. Y se termina con antigua aclamación ( Tuyo es el reino... ). Si se ha cantado el Padrenuestro conviene cantar esta aclamación. B/ Gesto de la paz: Es un gesto que nos lanza al compromiso de trabajar por la comunión y la reconciliación con los hermanos en un mundo y en una iglesia dividida. Se introduce con una plegaria que se podría variar en determinadas circunstancias haciendo referencia a otras frases de Cristo sobre la paz y la reconciliación. Antes del saludo se puede hacer una breve monición remarcando el sentido especial en algunas circunstancias. El gesto de paz se puede realizar de muchas maneras: una mirada, un darse las manos, un beso...y se puede decir La paz esté contigo o la paz de Cristo ) o no decir nada. El gesto se realizará con los vecinos, pero según el clima de la celebración puede ampliarse a más gente. También es bueno que el presidente baje y dé la paz a algunos (sobre todo novios en su boda, niños en su primera comunión, grupos 8

9 especiales). Hay costumbre de cantar un canto de paz, pero debería cantarse después del gesto y no debe sustituir el Cordero de Dios. C/ Fracción del pan: Debería ser un momento muy expresivo. La eucaristía entre los primeros cristianos se llamaba fracción del pan. La asamblea es una comunidad que participa del mismo alimento que es Jesucristo, pan partido y entregado por nosotros. Se canta mientras el Cordero de Dios. Hay que dar más relieve a este momento. Este gesto no debe hacerse mientras se dan la paz. En este momento se colocan las hostias en las cestas, se trae la reserva del sagrario y suben altar los ministros que van a distribuir la comunión. El rito de poner una partícula del pan en el cáliz es una antigua costumbre de comunión con el obispo: en todas las iglesias, como signo de comunión, se ponía en el cáliz una partícula del pan consagrado por el obispo. Las oraciones del sacerdote son en secreto. D/Comunión: El presidente muestra el cuerpo de Cristo a los fieles, los invita a la fe y proclama la bienaventuranza de los llamados a la mesa. A veces se puede variar, pero no convertirla en un discurso exhortatorio. Comulga el celebrante, da la comunión a los ministros, les entrega las cestas y cálices y van todos a dar la comunión. Habría que eliminar la costumbre de dejar las cestas y el cáliz en el altar y que la gente se acerque a comulgar. La procesión debe ser respetuosa y mientras se cantan cantos de comunión, mejor alternando un solista y coro que un himno masivo y vibrante. Puede haber también silencios. El fiel pone la mano (o una mano sobre otra) y recibe el pan, se separa un poco para dejar al siguiente y ahí mismo comulga. Cada uno responde Amén al ministro que le dice El cuerpo de Cristo. Hay que evitar costumbres raras como agarrar el pan con los dedos o llevárselo hasta la banca. Si se dan las dos especies los fieles se dirigen hacia el ministro que sostiene el cáliz. Este se lo muestra diciendo: "La sangre de Cristo"; el fiel responde "Amén", y bebe. No es recomendable la comunión por intinción pues es poco fiel a los signos de la eucaristía. Hacerla sólo cuando por razones técnicas resulta difícil la otra forma. En caso de intinción debe hacerlo el comulgante no el ministro. Al terminar la comunión se puede dar el pan a los que han de llevarlo a los enfermos una vez terminada la misa. Comunión en la mano o en la boca? Se puede hacer de las dos maneras, pero sería bueno acostumbrar a la gente a que lo haga en la mano, pues es más higiénico y la mano es tan digna como la boca. A nadie se le da la comida en la boca (sólo a los impedidos); es una costumbre que existía antes y que no es cuestión vital. Lo que importa es la actitud interior. Y a los niños que hacen la primera comunión habría que enseñarles ya que la comunión se recibe en la mano. La asamblea se acerca en procesión a la mesa y al presidente de la celebración. Él y sus ayudantes distribuyen el pan y el vino en nombre de Jesucristo. Se acompaña con cantos o música de fondo. Se pueden dejar momentos para la oración personal. Habría que promover la comunión habitual bajo las dos especies al menos los domingos y fiestas. E/ Después de la comunión: Terminada la comunión todos se sientan y hacen un momento de silencio para la oración personal. Puede haber música de fondo. La duración de este momento depende del tipo de asamblea y del ritmo de toda la celebración. No debe ser muy largo. Entretanto el 9

10 ministro retira las cestas y los cálices dejando limpio el altar. En la credencia se purifican, aunque es mejor hacerlo después en la sacristía. Lo que no debe hacerse es purificarlos en el altar. Quitar y limpiar los platos es un acto que se hace discretamente. Ahora también se puede cantar si durante la comunión se ha preferido el silencio y música de fondo. La oración de postcomunión se dice con la asamblea puesta en pie. Puede decirse desde altar pues forma parte de la comunión o también desde la sede para enlazar con los ritos finales. Después de oremos puede haber una pausa en silencio y la invitación puede ampliarse un poco como Oremos dando gracias o Oremos antes de separarnos. Ritos finales: Momento breve y sencillo, pero intenso. El celebrante invoca la bendición de Dios sobre la asamblea que va a dispersarse. Hay que hacerlo con dignidad y cordialidad. No es momento para insistir o resumir las ideas de la celebración. Si se recoge alguna idea será en tono sencillo y breve. A/ Avisos: Antes de la bendición es el momento oportuno para hacer algún aviso. Los hará el presidente de modo sencillo o también el encargado de algún servicio parroquial. B/Bendición: Debe hacerse con lentitud y relieve de modo que la asamblea se sienta enviada a vivir lo que ha celebrado. No es conveniente que el presidente se santigüe como hacen algunos. Hay bendiciones solemnes y oraciones sobre el pueblo que deben aprovecharse y se hace extendiendo las dos manos sobre la asamblea. Son tres invocaciones a las que la asamblea responde Amén y terminan con la forma trinitaria de la bendición. Si se puede, es mejor cantarlas y así la gente sabe mejor cuando responder Amén. Se puede introducir la bendición con una monición de despedida que invite a continuar la fiesta del domingo en la vida. Debe ser sencilla, breve y cordial. C/Despedida: Alguna palabra sencilla, deseo de paz o feliz domingo. O se puede felicitar a los que celebren su santo. D/Canto final: No es necesario cantar. El órgano o una coral podrían acompañar la salida. Pero es costumbre cantar y no está mal, pero debe ser un canto breve con tono de aclamación festiva. Y lo mejor sería cantarlo antes de la palabra de despedida y que lo canten todos. También puede hacerse mientras se retiran el celebrante y los ministros. En la salida una posibilidad es que el celebrante vaya revestido hasta la salida del templo y salude a los asistentes. 10