TEMA 6: AGUSTÍN DE HIPONA ( d.c.)

Transcripción

1 1 TEMA 6: AGUSTÍN DE HIPONA ( d.c.) 1.CRISTIANISMO Y FILOSOFÍA: LA PATRÍSTICA. La Edad Media constituye el período histórico que se extiende desde el siglo V d. de C. hasta el siglo XV, esto es, abarca un período de diez siglos, extendiéndose desde la caída del Imperio Romano (476) hasta la conquista de América (1492). El hecho cultural más relevante tras la crisis del Imperio Romano fue el surgimiento del Cristianismo que se presenta como un religión revelada y ofrecida al mundo por Jesucristo; el cristianismo es un sistema de creencias basada en la fe, que se manifiesta como una doctrina de redención, salvación y amor, no como un sistema filosófico al modo de los sistemas filosóficos que se dieron en Grecia. Filosofía y Cristianismo son dos actitudes diferentes frente a la realidad, la primera se basa en la razón, la segunda en la fe. El texto esencial en el que se fundamenta el Cristianismo es la Biblia, inspirado por el mismo Dios y considerado un libro sagrado denominado también Las Sagradas Escrituras. Desde el punto de vista teológico-filosófico, y en un sentido genérico, la Edad Media se suele clasificar en tres períodos claves: 1) -La Patrística. 2) -La Escolástica. 3)- Crisis de la Escolástica. 1) La patrística (siglos II-VIII). Este término proviene de pater-patris y hace referencia al período en el que los Padres de la Iglesia configuran la denominada filosofía o pensamiento cristiano de base platónica. Algunos de sus representantes son San Justino, Tertuliano Clemente de Alejandría, Orígenes de Alejandría y, sobre todo, la figura más importante, San Agustín. Dos rasgos esenciales caracterizan a la patrística: a) Comprensión y desarrollo del dogma cristiano (conjunto fundamental de creencias que definen al cristianismo). La patrística siente la necesidad

2 2 de comprender y conceptualizar la revelación bíblica. Los padres de la Iglesia realizan esta labor a partir de la controversia con las escuelas filosóficas y contra las herejías que surgen. En suma, la formulación del dogma cristiano no sólo necesitó utilizar la terminología filosófica ya existente sino que propició el desarrollo de la misma y el surgimiento de la Teología frente a la Filosofía. b) -La asimilación de la filosofía de Platón y del neoplatonismo de Plotino. El mismo San Agustín afirma: Nadie se ha acercado tanto a nosotros ; por ejemplo, estos autores piensan que Dios ha creado el mundo de la nada (concepto totalmente ajeno a la filosofía griega) y no a partir de una materia preexistente. Es la creatio ex nihilo. Sin embargo, la interpretación de la creación se hace mediante doctrinas platónicas: Dios crea el mundo tomando como modelo sus propias Ideas; esto supone que la mente divina se identifica con el mundo inteligible de Platón. De igual manera, el hombre es entendido en términos dualistas siendo el alma inmortal aunque se elimina el tema de la preexistencia y de la reencarnación. Aunque asimilen conceptos de la filosofía griega, su actitud hacia ella es bastante negativa, la denominan sabiduría pagana en contraposición a la sabiduría evangélica, desde la que se considera que la única verdad transmitida mediante la fe es Dios. Esta asimilación de la filosofía pagana (griega) plantea unos de los problemas esenciales en la Edad Media: la relación entre la razón y la fe. Los padres de la Iglesia subordinan la razón a la fe afirmando, en este sentido, la Filosofía es una sierva de la Teología. Los textos que se conocían de los filósofos griegos se leen a la luz de la experiencia cristiana. 2. LA TEORÍA DEL CONOCIMIENTO: RAZÓN Y FE La obra escrita de S.Agustín es muy abundante (Confesiones, La ciudad de Dios, Acerca de la vida feliz, Acerca de la inmortalidad del alma, etc) aunque no construye un sistema filosófico, dado que entiende la Filosofía como un continuo aprendizaje cuyo objetivo es la búsqueda de la verdad del Cristianismo (Dios), que nos guía en la práctica del bien para la consecución de la felicidad. Tras su paso por el maniqueísmo, el escepticismo y el neoplatonismo encuentra la verdad en la fe cristiana. Sólo existe una verdad (Dios) a la que se puede acceder por dos caminos: la razón, que nos acerca a Dios parcialmente y la fe que impulsada por la gracia divina nos da a conocer a Dios en su plenitud.

3 3 Contra los escépticos sostiene que podemos tener certeza en el conocimiento y la consigue en la convicción de la propia existencia (Si fallor sum: Si me engaño existo). El hecho de dudar y de equivocarme presupone mi existencia, no podría dudar si no existiera. Esto parece ser el precedente del Cogito ergo sum de Descartes. Además, existe certeza en el principio de no contradicción y las verdades matemáticas. Basándose en Platón distingue dos tipos de conocimientos: -a) C. sensible: es el grado inferior del conocimiento y es producido por el alma cuando los cuerpos u objetos actúan sobre los sentidos. -b) C. racional: es el nivel más alto de conocimiento que consta de dos tipos: 1.racional inferior o ciencia, que tiene por objeto las cosas sensibles y temporales. 2.racional superior o sabiduría, que tiene por objeto las verdades eternas y nos conduce a la contemplación del conocimiento de Dios. Las verdades eternas no son producidas por el alma humana ya que excede a la razón superior, con lo cual se deben a la intervención de Dios mediante lo que se conoce como teoría de la iluminación divina que nos proporciona estas ideas. Para San Agustín, Dios, es el sol que ilumina nuestra alma para que capte las verdades eternas entre las cuales está la verdad de su existencia. Sólo hay una verdad: Dios. La razón y la fe contribuyen a la consecución de ésta: Intellige ut credas, crede ut intelligas (Comprendo para creer, creo para comprender). Nos dice San Agustín: Todo hombre quiere entender; no existe nadie que no lo quiera; pero no todos quieren creer. Me dice alguien: entienda yo y creeré. Le respondo: cree y entenderás. En principio no hay oposición razón y fe. La razón precede a la fe haciendo patente que no es absurdo creer y haciendo inteligible el contenido de la fe, y ésta otorga su fuerza iluminadora a la capacidad de conocer. La razón sola no puede conducirnos a la sabiduría, no es apta para captar la verdad. Para San Agustín la filosofía sólo puede ser cristiana. Si la filosofía es aspiración a la sabiduría y ésta no es sino Dios y su encarnación en Cristo, el territorio de la filosofía pasa a identificarse con la religión cristiana. Esto supone que no tiene sentido el estudio de problemas al margen de las Escrituras una vez que el hombre ha descubierto la Verdad en Dios. Ejercer la filosofía sólo desde la razón es un acto de independencia, de orgullo y de vanidad. La filosofía pagana (la griega) es vicio y pecado en la cultura cristiana de la humildad. El

4 4 programa teológico que inicia S. Agustín hasta el siglo XIII es cree para entender, que retoma más tarde S. Anselmo. 3. DIOS Y LA CREACIÓN Dios ocupa un lugar central en su pensamiento pues se identifica con la verdad y la felicidad que el hombre debe esforzarse por alcanzar. S. Agustín no se preocupa de demostrar la existencia de Dios puesto que es una verdad evidente: es la esencia sin accidente, es el ser mismo pero carente de materia, pura espiritualidad. Dios es la suma perfección, uno y único, eterno e inmutable y de modo misterioso es radicalmente uno y sustancialmente trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En (Éxodo, 3, 74) se nos dice: Yo soy el que soy. S. Agustín parte de la creatio ex nihilo, es decir, Dios crea el mundo de la nada pero su doctrina de la creación se conoce como ejemplarismo, cuya base filosófica es la Teorías de las Ideas de Platón. Ahora bien, si bien Platón establecía tres principios: Materia (eterna), Ideas (Esencia) y Demiurgo (inteligencia ordenadora), S. Agustín considera que las Ideas se encuentran en la Inteligencia Divina, en la mente de Dios a través de las cuales crea las cosas, con lo cual Dios es la fuente del ser de las cosas, de la verdad y de la certeza del conocimiento. Las ideas ejemplares o arquetipos están en Dios y son la base del mundo sensible. Esto implica que el mundo sensible es creado por Dios a imagen y semejanza de su mente inteligible. Además, la creación del mundo es libre por parte de Dios, instantánea y total. El relato bíblico de los seis días es una alegoría dado que todo lo que existe y existirá (la naturaleza) es creada por Dios de modo directo. Asimismo, la creación del mundo es paralela a la creación del tiempo el cual nace o surge con la creación del mundo, como parte de la creación. Esto significa que Dios desde su naturaleza eterna crea el tiempo. Es la contraposición entre la eternidad de Dios y la temporalidad del mundo. Nos dice S. Agustín: Tus años no van ni vienen. Los nuestros vienen y se van. Tus años están todos juntos, porque permanecen. Tus años son un día. Y tu día no es un día cotidiano, sino un hoy. Porque tu hoy no cede al mañana ni sucede al día de ayer. Tu hoy es la eternidad (Confesiones, XI, 1) 4. LA TEORÍA ANTROPOLÓGICA. La antropología agustiniana está fuertemente teñida de platonismo: el ser humano es un compuesto de dos sustancias distintas, cuerpo y alma. El

5 5 hombre, propiamente hablando no es su cuerpo ni tampoco el conjunto de cuerpo y alma, sino el alma : el hombre es un alma racional que se sirve de un cuerpo mortal y terrestre. La realidad más importante es el alma, dentro de la más estricta tradición platónica, concibiendo el cuerpo como un mero instrumento de la misma. El alma es de naturaleza espiritual y, tal como nos la presenta Platón en el Fedón, simple e indivisible. Asume todas las funciones cognoscitivas de las que la más importante será la realizada por la razón superior, ya que tiene como objeto la sabiduría (y es en ella en donde se da la iluminación). Además de las funciones propias de la inteligencia le corresponden también las de la memoria y la voluntad, adquiriendo ésta última un especial protagonismo en su pensamiento, al ser considerada una función superior al entendimiento, de aquí el llamado voluntarismo: somos más voluntad que razón. Además, en tanto que religión de salvación, el cristianismo se plantea el problema de la libertad humana como posibilidad de elección entre el bien y el mal, entre la salvación si se cree y busca a Dios, o condenarse. La experiencia cristiana de la libertad es una experiencia dramática, ya que su libertad está amenazada por la naturaleza humana que lo inclina hacia el mal y por la gracia divina que lo inclina hacia el bien. Ahora bien, la doctrina cristiana del pecado original transmitido a toda la humanidad, parece llevarnos a la conclusión de que el hombre no es casi libre de hacer el bien y la gracia divina de que no es casi libre de hacer el mal. En estrecha relación con la libertad está el origen y naturaleza del mal. No es Dios, en último término, el responsable de la existencia del mal en el mundo (males físicos, desastres naturales, la maldad humana, etc)? En un principio, S. Agustín, acepta la solución de la doctrina del maniqueísmo según la cual el mundo se halla gobernado por dos principios que están en lucha: el bien y el mal. Pero más tarde, acepta la solución de Plotino según la cual el mal no es una realidad positiva sino una privación, una carencia de bien. Al no ser positivo, algo real, no puede ser atribuido a Dios ni tampoco a una causa o principio del mal. Esta explicación, racionalmente insatisfactoria, al intentar conciliar la existencia del mal con la bondad divina, será aceptada por los teólogos cristianos. 5. LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA DE SAN AGUSTÍN : LA CIUDAD DE DIOS. La Ciudad de Dios (cuyo título latino original es De civitate Dei contra paganos, es decir La ciudad de Dios contra los paganos) es una obra de

6 6 Agustín de Hipona que fue escrita durante su vejez y a lo largo de quince años. Es una apología del cristianismo frente al paganismo del mundo clásico. Esta obra se estructura a partir de la contraposición entre la Ciudad de Dios, que representa el Cristianismo, y por tanto la verdad espiritual, y la ciudad pagana, que a su juicio, representa la decadencia y el pecado. El autor estaba conmocionado por la caída de Roma a manos de Alarico I. El desconcierto que provocó la entrada de los bárbaros en Roma, que había sido referente del Cristianismo desde Constantino I y, especialmente, desde Teodosio I, le hizo cuestionarse acerca del hecho de la desaparición de una civilización entera: el mundo pagano de Roma. En La Ciudad de Dios, el autor se interroga sobre los designios misteriosos de la Providencia y trata de descubrir el último sentido de la Historia, en cuanto lucha entre ambas ciudades. De este modo, es el primer autor que se plantea cuál es el sentido de la Historia Universal más allá de los hechos concretos. San Agustín distingue entre dos tipos de ciudades: la ciudad terrenal y la ciudad de Dios. Qué representa cada tipo de ciudad? San Agustín expone que Roma (ciudad terrenal) nunca ha sido protegida por sus dioses, puesto que son falsos. Lo que ha recibido Roma de sus dioses ha sido el vicio y la corrupción del alma y el amor por los bienes terrenales: el pecado, los deseos, los efímeros placeres del cuerpo. En cambio, la ciudad de Dios representa al Dios cristiano, único y verdadero, fuente de la verdadera felicidad fundada en la fe. Su pensamiento teológico, y por tanto, su Filosofía de la Historia, o más bien su Teología de la Historia, sirvió para definir la relación entre Iglesia y Estado, algo que va a caracterizar las relaciones políticas de Europa occidental, en los siglos venideros. El objetivo de San Agustín es que la Iglesia conforme moralmente al Estado, es decir, que aunque convivan en la realidad las dos ciudades, es la Iglesia la que debe imponer los valores morales de carácter religioso al Estado. 6. EL AGUSTINISMO EN LA EDAD MEDIA Durante los siglos siguientes, la filosofía cristiana de S. Agustín dio lugar a un conjunto de tesis que conforman la corriente denominada como Agustinismo. En los últimos siglos de la Edad Media, el agustinismo encontró sus principales seguidores en los filósofos de la orden franciscana. Algunas de las tesis del agustinismo son:

7 7 1. La colaboración de fe y razón en la explicación y esclarecimiento de la verdad cristiana, aunque siempre habrá una subordinación de la razón a la fe. En el siglo XI, San Anselmo, nos dice: Creo para entender. 2. El dualismo platónico en el ámbito de la antropología y el camino de la interiorización del alma que posee un conocimiento de sí misma mejor que de la realidad exterior. 3. La primacía de la voluntad sobre el entendimiento, del querer sobre el conocer. 4. La teoría de la iluminación mediante la cual la razón conoce las verdades universales, inmutables y eternas.