GLORIETA A BÉCQUER. PARQUE MARÍA LUISA.

Transcripción

1 GLORIETA A BÉCQUER. PARQUE MARÍA LUISA. Un hombre de aparentes contradicciones, desde su ideología conservadora salpicada de ideas progresistas y filantrópicas, hasta la alternancia de períodos de máxima actividad y sabia pereza, pasando por un gusto musical que fluctúa entre la ópera y el flamenco. Dividido entre el sueño y la realidad, la mujer ideal y la mujer carnal, la idea y la palabra, la aristocracia y el pueblo, el sentimiento y la razón...luchas que no adopta de forma artificial, como otros poetas de su tiempo. Sus dudas serán siempre auténticas y a través de la palabra tratará de lograr, a veces sin éxito, la síntesis de esos contrarios con una constante siempre, su preocupación social, por lo popular, por el pueblo y sus manifestaciones. Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida desciende por parte de padre de una noble familia de origen flamenco, los Bécquer. Al igual que su padre y su hermano Valeriano, ambos pintores, adopta el apellido de sus antepasados en la firma de sus obras. Al entrar en el Parque por su Avenida principal, la de Isabel la Católica, a unos 50 metros a la derecha encontrarán una calle, la Avenida de Gustavo Adolfo Bécquer.

2 En otoño o invierno, recién amanecido el día o cuando el sol cae, especialmente en días de bruma o niebla cuando una brisa fría hace susurrar las hojas de los árboles, si la presencia de otras personas no ha perturbado la magia del lugar, pueden ser testigos de la leyenda. La Glorieta a Bécquer, realizada por iniciativa de los hermanos Álvarez Quintero (sus principales financieros, donan para ello los derechos de autor de su obra 4La rima eterna5) y proyectada en 1910 por el escultor Lorenzo Coullaut Valera, fue inaugurada el 9 de diciembre de (El próximo diciembre hará 100 años). Un Ciprés de los pantanos originario de la cuenca del río Mississipi plantado entre 1850 y 1870, árbol que puede alcanzar una altura de 45 metros y vivir durante, al menos, 300 años, ocupa el centro. Posteriormente se han realizado diversas reformas, sobre todo de restauración y adaptación al crecimiento del árbol. La glorieta original poseía también anaqueles llenos de libros, Rimas y Leyendas que se podían leer allí mismo. En el centro vemos a Gustavo Adolfo Bécquer sobre una pilastra clásica, envuelto por una capa española plegada sobre el hombro izquierdo a modo de clámide griega.

3 Las tres mujeres representan el amor poseído o pleno, la joven que mira al cielo, el amor perdido, la joven cabizbaja con las flores marchitas en la falda y el amor ilusionado, la joven con mantilla que lleva sus manos al rostro.

4 La figura en bronce de eros-cupido niño. y un impresionante eros-cupido adulto, al que muchos llaman 4el ángel caído5, también en bronce, tumbado en el suelo agonizando, malherido por un puñal clavado en su espalda y un ala rota. Terrible representación de la traición del amor. e

5 El cuerpo de Bécquer no descansa aquí sino en el Panteón de Sevillanos Ilustres del famoso sótano de la Facultad de Bellas Artes junto al de su hermano Valeriano. Famoso escenario de leyenda, de innumerables testimonios de psicofonías, extrañas apariciones y multitud de fenómenos paranormales. Otras historias, otras leyendas. Sin embargo, si existe el alma y ésta quedase ligada de alguna forma a un lugar en la tierra, sin duda, Bécquer, elegiría éste. Un lugar mágico, posiblemente uno de los más visitados del Parque. A día de hoy todavía las gentes depositan flores bajo el busto de Bécquer o en el regazo de la dama de las flores marchitas. En septiembre de 1870 muere Valeriano, Bécquer no puede superarlo. A causa de un enfriamiento invernal su ya precario estado de salud, debido a la tuberculosis que le acompaña desde 1957, se agrava. Muere en Madrid a las 10 de la mañana del 22 de diciembre de Mientras, el sur de España mira al cielo, se está produciendo un fenómeno astronómico extraordinario. un eclipse total de sol. Sus últimas y terribles palabras fueron 4Todo mortal5.

6 Antes de su muerte, notando su cercanía, pidió a su amigo el poeta Augusto Ferrán que quemase sus cartas 4serían mi deshonra5 y que publicasen su obra 4Si es posible, publicad mis versos. Tengo el presentimiento de que muerto seré más y mejor conocido que vivo5. Augusto Ferrán, Ramón Rodríguez Correa y Narciso Campillo, sus amigos de siempre, se pusieron de inmediato a preparar la edición de sus obras completas para ayudar a la familia. De este modo, a finales del mes de julio de 1871 y por el precio de 28 reales, ven la luz los dos tomos de las Obras de Gustavo Adolfo D. Bécquer. Este será el comienzo de la leyenda del poeta romántico que ha llegado hasta nuestros días, pero también de su realidad como iniciador de nuestra mejor poesía contemporánea Muy cerca de allí se encuentra el Palacio de San Telmo. En tiempos del poeta, es un Colegio de Náutica, vestigio del pasado esplendor de Sevilla tras el Descubrimiento de América. Bécquer estudia allí en condición de pobre pero de familia noble. Allí recibe clases de Francisco Rodríguez Zapata, discípulo del gran poeta Alberto Lista. Con sólo 12 años le publican su 4Oda a la muerte de Alberto Lista5 que sorprende por su madurez, contención, perfecta organización y erudición literaria de inspiración clasicista aunque con sus primeros apuntes románticos. Pero puede estar poco tiempo en este colegio, un año después de su ingreso, se suprime el colegio de Náutica. Ese mismo año muere su madre, su padre ya había muerto cuando Bécquer sólo tenía 5 años. Desde ese momento, aunque se hacen cargo de él sus tíos y su madrina, Bécquer y su hermano Valeriano cuidarán siempre el uno del otro, serán inseparables. El palacio de San Telmo es hoy sede de la Presidencia del Gobierno de la Junta de Andalucía, pero originariamente el edificio se construyó como escuela de náutica para la marina, de ahí su denominación, pues San Telmo es el patrón de los marineros y es la figura central de la parte alta de la portada del edificio que aparece junto a San Fernando y San Hermenegildo rodeados de representaciones de temas náuticos sobre la base de columnas toscanas. Sin embargo su máximo esplendor lo alcanzó a mediados del XIX cuando se convirtió en residencia de los Duques de Montpensier. El terreno anexo al palacio abarcaba gran parte de lo que hoy es el Parque María Luisa, donado en 1893 por la Infanta María Luisa Fernanda de Borbón, Duquesa de Montpensier, a la ciudad.