2.1. Evolución política: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba.

Transcripción

1 Evolución política: Conquista, Emirato y Califato de Córdoba. Llegada de los musulmanes El rey visigodo Witiza había nombrado heredero a su hijo, pero al morir, Roderico usurpó el trono, desencadenando una guerra civil entre grupos nobiliarios. El bando witiziano solicitó ayuda a los musulmanes. El gobernador del norte de África, Muza, concibió la posibilidad de extender sus conquistas por la Península. Aprovechando que contaba con el apoyo del bando witiziano y del gobernador de Ceuta, el conde Julián, envió a Tariq con 11 mil hombres a Gibraltar. En la batalla de Guadalete (711), derrotaron al ejército de don Roderico. Al año siguiente, Muza se unió a Tariq en Toledo, junto con un nuevo ejército. En poco tiempo se conquistó casi toda la Península, gracias a la escasa resistencia de la población, que no se sentía identificada con la monarquía anterior. Además, contribuyó el respeto y tolerancia musulmana hacia los cristianos y judíos por ser gentes del Libro. A los que se sometieron voluntariamente (capitulación), se les respetaron sus derechos y tierras a cambio del pago de un tributo (paria), así como su idioma y religión. Emirato dependiente La Península se incorporó al califato de Damasco como una mera provincia, gobernada por un walí (gobernador). Fue el período de reparto de tierras, aunque la adjudicación de las altas tierras de la Meseta a los bereberes fue causa de su descontento, y se produjeron frecuentes enfrentamientos entre estos y sirios y árabes. Su primera capital fue Sevilla, peor pronto pasó a Córdoba. Emirato independiente La dinastía de los Abbasíes llevó a cabo una matanza contra los Omeya, dinastía califal, y trasladó la capital del califato a Bagdad. El único superviviente omeya, Abderramán I, logró llegar a la Península, proclamándose emir independiente, aunque reconocía la supremacía espiritual del califa de Bagdad. Dividió Al Ándalus en 22 coras (provincias). Sus sucesores fueron Hixem I, Alhakam I (sufrió las revueltas de la jornada del foso de Toledo y del arrabal de Córdoba) y Abderramán II (primera ampliación de la mezquita de Córdoba). Califato de Córdoba Abderramán II se autoproclamó califa, estableciendo así el califato de Córdoba y separándose tanto en lo político como en lo religioso del Califato de Bagdad. Fue el momento culminante del poder político musulmán. Alhakam II fue su sucesor, embelleció Córdoba y protegió las artes, llegando a la época de máximo esplendor. Hixem II delegó su poder en Almanzor II, quien convirtió el califato en una auténtica dictadura militar gracias a las victorias de su poderoso ejército. Emprendió numerosas campañas contra los núcleos cristianos del norte, las razias, cuyo objetivo era la destrucción y el pillaje. Tras la muerte de Almanzor en 1002, las turbulencias políticas y las luchas entre bandos rivales acabaron desintegrando el califato en numerosos reinos de taifas.

2 2 2. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: AL ÁNDALUS 2.2. La crisis del siglo XI. Reinos de taifas e imperios norteafricanos Tras la muerte de Almanzor se sucedieron una serie de califas con escaso poder. Las revueltas internas minaron la hegemonía del califato. La falta de autoridad, el creciente poder del ejército, las tendencias revolucionarias del pueblo común, las divisiones étnicas entre árabes y bereberes, o la deficiente integración territorial fueron algunas de las causas de la división de Al Ándalus en 26 reinos llamados de Taifas. Los más débiles fueron desapareciendo y fueron anexionados por los más poderosos. La época de los reinos de Taifas fue un periodo de fuerte crisis política y militar, pero de gran brillantez cultural. Las luchas entre ellos eran frecuentes, así como las alianzas. Los reyes cristianos a veces les ayudan a cambio de recibir parias (tributos), que supondrían una elevada afluencia de oro que beneficiaría el desarrollo de la España cristiana. Una vez rota su unidad, Al Ándalus estuvo a merced de los cristianos del norte, que procedieron a la ocupación paulatina de los territorios que habían estado bajo el poder musulmán. No obstante, en ese proceso hubo momentos de corta duración en los que la unidad andalusí pudo reconstruirse gracias a la invasión almorávide y almohade. Imperio almorávide Tras la conquista cristiana del fundamental enclave estratégico de Toledo, algunos reyes taifas reclamaron el apoyo de los almorávides, pueblo bereber que estaba formando su imperio en el norte de África. Desembarcaron en la Península en el 1086, venciendo a Alfonso VI en Zallaqah (Sagrajas, Badajoz). Regresaron al norte de África, pero volvieron cuatro años después (1090) con la intención de conquistar la Península. El poder de los almorávides no llegó a consolidarse del todo debido a la intolerancia religiosa hacia las minorías judía y mozárabe, el abuso de los gobernadores y el contraste entre su rigor religioso y austeridad y la sociedad andalusí y sus refinadas costumbres. La revuelta popular propició la fragmentación política y un segundo período de reinos de taifas. Imperio Almohade Los almohades fueron los protagonistas de un segundo intento de reunificación de las taifas de Al Ándalus. Habían constituido un nuevo imperio en el norte de África y desde allí, con el objetivo de destruir los últimos resquicios del poder almorávide, cruzaron a la Península Ibérica, donde fueron incorporando a sus dominios los nuevos reinos de taifas postalmorávides (primera conquista: Algeciras, 1146). Tras importantes victorias, como la de Alarcos en 1195, fueron derrotados por una coalición de los reinos cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), lo que supuso la apertura del valle del Guadalquivir a los cristianos y el comienzo del declive almohade, así como la reaparición de los reinos de taifas, que sucumbieron ante los cristianos, salvo el reino de Granada. Reino nazarí de Granada Se formó tras el pago de una elevada paria y el reconocimiento de vasallaje al rey de Castilla por Mohammed I el Alhamar (constructor de la Alhambra). Finalmente, los Reyes Católicos emprendieron una guerra de conquista de diez años de duración que concluyó con la incorporación definitiva de este último reino musulmán de la Península a la Corona de Castilla.

3 La organización económica y social Economía Frente al predominio del mundo rural del periodo visigodo y de la Europa cristiana contemporánea, Al Ándalus experimentó un florecimiento urbano y comercial que inédito desde el periodo romano del Alto Imperio y que la convirtió en el estado más rico de la Europa del siglo X. En las ciudades se desarrolló una rica y variada actividad artesanal que iba desde los textiles hasta los repujados en cuero pasando por el cristal, la orfebrería o la cerámica. La agricultura era la base del sistema económico. Se introdujeron avances tecnológicos que aumentaron la productividad, como el regadío y la generalización del uso de acequias y norias. A los cultivos mediterráneas tradicionales (trigo, vid y olivo), se unieron nuevas especies como el arroz, la caña de azúcar, el algodón, los cítricos y el azafrán. La explotación de la riqueza minera peninsular que venía haciéndose desde tiempos prehistóricos, cobró renovada importancia. Parte de la producción era destinada al abastecimiento del sistema urbano de Al Ándalus, que seguía utilizando las calzadas romanas como principal infraestructura viaria, pero otra parte se dedicaba a un intenso comercio exterior a través del Mediterráneo. Las rutas de comercialización de productos artesanales se complementaron con las del oro procedente de África y las europeas de los esclavos. En el auge comercial cobró gran importancia la unificación monetaria en torno al dinar de oro y el dírhem de plata. Sociedad En Al Ándalus se configura una sociedad compleja, dividida entre dominadores y dominados, con mezclas de componentes religiosos y de raza. Entre los musulmanes que llegaron aparece una clara división, pero también entre los cuatro millones de hispano-visigodos. Clases musulmanas Árabes y sirios: minoría privilegiada que ocupan el más alto escalafón social, poseen las mejores tierras y acceden a los más altos cargos políticos. Bereberes: llegaron formando el grueso de soldados del ejército invasor y, al representar un rango inferior, ocuparon las tierras menos productivas. Esto les llevó a frecuentes conflictos con la aristocracia árabe. Muladíes: hispanos convertidos al islam, mayoritariamente para evitar persecuciones y el pago de mayores impuestos. Clases no musulmanas Judíos: gozaron de una política de tolerancia. Constituían una minoría económicamente muy activa que vivía en las ciudades, dedicados a actividades comerciales y artesanales. Mozárabes: cristianos que seguían viviendo en territorio musulmán, a los que se les permitió conservar sus ritos a cambio de un pago de impuestos más elevados. Cuando se iniciaron las persecuciones a partir del siglo IX emigraron hacia los reinos cristianos del norte peninsular. La sociedad de Al Ándalus conoció un importante crecimiento demográfico, que se calcula en 7 millones durante el califato. La población se asentaba mayoritariamente en ciudades y en las regiones agrícolas de más ricos regadíos.

4 4 2. LA PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: AL ÁNDALUS 2.4. El legado cultural Gracias a su fuerte base económica y a los contactos con el mundo oriental, Al Ándalus fue un estado culturalmente brillante El árabe era la lengua oficial y de prestigio del Islam, usándose tanto en las ceremonias religiosas como en la administración estatal y en la transmisión de saberes, convirtiéndose en el nexo de unión cultural de todos los espacios geográficos por donde se difundía la nueva religión. Muchas palabras de los actuales idiomas peninsulares tienen su raíz en este idioma. La cultura árabe es una mezcla de la helenística y la persa (con aportaciones de la india y china), muy superior a la hispano-goda. Por ejemplo la numeración árabe, que sustituyó a la romana y que hoy seguimos utilizando, es de origen indio. Es muy destacable la labor de Al-Andalus como intermediario cultural, recopilando y asimilando el saber grecorromano para luego difundirlo hacia Europa occidental. Córdoba, con su mezquita y su universidad, se convirtió en un activo centro intelectual. Prueba del alto nivel cultural alcanzado durante el califato es la aparición de importantes figuras en todas las ramas del saber, como los filósofos Averroes y Maimónides, el matemático Moslema o el médico Abulcasim. En medicina, se realizaron operaciones complicadas como cesáreas o cataratas. En teología-filosofía, destacan Ibn Tufail, Avempace, Ibn Hazan (política, derecho, filosofía y literatura) y Averroes (médico que este supo armonizar la religión islámica y la filosofía de Aristóteles), así como los filósofos judíos Avicebrón y Maimónides. Hubo grandes historiadores como Ibn Jaldún (en Historia Universal escribe admirables reflexiones sobre la civilización humana) y Al-Razí. En el campo científico, destacaron el astrónomo Azarquiel (perfeccionó el astrolabio) y Maslama. En cuanto a la literatura, se escribe en árabe clásico y vulgar. En el clásico, Ben Hazam: El collar de la paloma ; los propios emires Abderramán I y II presumían de poetas, al igual que el rey Mutamid de Sevilla. En árabe vulgar, Ben Muafa, que inventó la moaxaja, poema cortesano de 5 estrofas y con un estribillo o jarcha, y Aben Guzmán, que llevó a su máximo desarrollo el zéjel, poema siempre en lengua vulgar. Al Ándalus fue crisol de culturas y el trampolín hacia Europa de todo el saber musulmán. La Escuela de Traductores de Toledo, fue el lugar donde se tradujeron a los tres idiomas (latín, árabe y hebreo) el pensamiento y el saber de la época.

5 La mezquita y el palacio en el arte hispano-musulmán El arte islámico radica en recoger múltiples influencias de culturas anteriores hasta lograr una síntesis que inequívocamente identificamos como arte islámico. La decoración cobra especial relevancia para recubrir unos muros que con frecuencia se hacían con materiales baratos y poco vistosos como el ladrillo. La prohibición coránica de representar figuras humanas o animales en los edificios religiosos orienta la decoración hacia los temas vegetales, geométricos o epigráficos. La mezquita es la manifestación arquitectónica más importante. Consta de dos partes fundamentales: Patio, con una fuente donde hacer las abluciones rituales y la torre o alminar desde donde el muecín llama a la oración Sala de oración (haram), formada por diversas naves donde los creyentes oran mirando al muro final (quibla) orientado hacia la ciudad santa de La Meca. En el muro de la quibla se abre el mihrab, pequeña habitación donde se guarda el libro sagrado de su religión, el Corán. La mezquita de Córdoba es el máximo exponente del arte califal. Se inició su construcción en el mismo siglo VIII por Abderramán II, viéndose ampliada en tres ocasiones sucesivas hasta el siglo X para poder albergar a los fieles de la ciudad en crecimiento. En lo referente a los palacios, no se sigue un modelo establecido como en las mezquitas. La parte exterior tiene aspecto de fortaleza o castillo, dando mayor importancia al interior, sobre el que volcaban el lujo y la decoración. En todo palacio se encuentran dos zonas: zona oficial (salón del trono, salón de embajadores, mezquita...) donde se desarrollaba la vida pública de la corte y zona privada (baños, harén...) donde se desarrollaba la vida privada del emir o califa. En España se conservan restos de palacios del periodo califal, como el de Medina Azahara, en las afueras de Córdoba, y del periodo taifa, como la Aljafería de Zaragoza; pero el palacio más importante y mejor conservado es la Alhambra de Granada. El arte nazarí es el mejor exponente de la riqueza económica y refinada cultura del reino de Granada. La Alhambra de Granada, palacio donde residieron los reyes de la dinastía nazarí, basa su belleza en la gran riqueza decorativa realizada con materiales poco costosos, como yeserías o azulejerías. El arte hispanomusulmán alcanza aquí sus más altas cotas lo imaginación y suntuosidad. El palacio de la Alhambra no presenta un plano regular, en realidad fue un palacio que se fue ampliando durante los siglos XIV y XV, en el que cada nuevo rey de la dinastía nazarí ampliaba incorporando nuevos espacios. Destaca que los diversos espacios del palacio se estructuran en torno a patios, así la vida pública lo hacía en torno al patio de los arrayanes que daba entrada al salón del trono y la vida privada en torno al patio de los leones.