HOMILÍA II DOMINGO DE PASCUA 2016 DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA CICLO C

Transcripción

1 HOMILÍA II DOMINGO DE PASCUA 2016 DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA CICLO C I.- LAS LECTURAS * Los Hechos de los Apóstoles 5, Los Apóstoles realizaban prodigios que eran signos de la presencia de Jesucristo y crecía el número de los creyentes en Jesucristo. * Salmo Responsorial 112: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. *Apocalipsis de San Juan 1,9-11a Jesucristo dice: estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos. El Señor tiene en sus manos las llaves de la muerte y del abismo. *Evangelio según San Juan 20, A los ocho días el Resucitado se presentó en medio de los discípulos a quienes transmite sus poderes, frutos de su victoria pascual. Les da su paz y el Espíritu que vence el mal. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia (Sal. 135,1). Sed misericordiosos como el Padre vuestro es misericordioso (Lc.6,36).

2 II.- SUGERENCIAS PARA LA HOMILÍA 1. Dios Padre tiene entrañas de misericordia «Desde el corazón de la Trinidad, desde la intimidad más profunda del misterio de Dios, brota y corre sin parar el gran río de la misericordia. Esta fuente nunca podrá agotarse, sin importar cuántos sean los que a ella se acerquen» (Papa Francisco, Misericordiae Vultus 25). La misericordia pertenece a la esencia de Dios. Dios tiene entrañas de misericordia y esta misericordia es eterna. Misericordia es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro (MV 2). La misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo (MV 6). Veamos ahora cómo Dios nos muestra su misericordia: A.- Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza por puro amor y misericordia. Dios nos amó desde toda la eternidad, y nosotros somos fruto de ese amor (cf. Ef.1,3-14). Que digamos con San Agustín: soy amado, luego existo. No somos frutos de una evolución mecánica y ciega. No somos pura química. Dios pensó con amor en nosotros desde toda la eternidad. Por eso nos llamó a la existencia. No olvidemos nunca que nuestros nombres están escritos en su corazón. B.- Dios se muestra misericordioso con el ser humano cuando se encuentra con él ya que tiene un corazón misericordioso. En este encuentro Dios nos llama, nos habla, perdona nuestros pecados y nos trata de manera cordial, bondadosa y benévola. Esto es para estar agradecidos y hacer de nuestra vida una continua acción de gracias al Padre por Jesucristo en el Espíritu Santo. Señor! Tu misericordia es eterna!. C.- Como una madre ama con ternura y se dedica con cariño a cuidar a su hijo, al que lleva en el seno, así nos trata y cuida Dios Padre. Si pudiéramos por un momento contemplar el amor entrañable que Dios nos

3 tiene cambiaríamos nosotros y también muchas cosas de nuestra existencia. No somos capaces de imaginarnos el trato de misericordia infinita que Dios nuestro Padre tiene con cada uno de nosotros. Ante un amor y una misericordia tan inmensos y tan grandes sólo debemos decir: que durante todo el tiempo que me quede de vida, yo te diga: Señor, gracias!. Señor, aquí estoy!. Qué quieres que haga? Envíame a donde Tú quieras. No nos dejes solos! D.- Dios nos ha mostrado su misericordia y su amor de una forma suprema y maravillosa en la Encarnación de su Hijo. Recordemos las palabras de San Juan: Tanto amó Dios al mundo, que nos entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca sino que tanga vida eterna (Jm.3,16). El Padre nos ha dado a su propio Hijo porque nos amó. Damos gracias a Dios por el don de su Hijo? 2. Jesús es el rostro visible e histórico de la misericordia del Padre Jesucristo es el rostro visible de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús (MV 1). Toda la vida de Jesús fue un despliegue de misericordia, de ternura, de amor. Jesús es el padre del hijo pródigo que acoge y perdona al hijo pródigo; Jesús es el pastor angustiado que deja las noventa y nueva ovejas en el redil y sale a buscar a la oveja perdida, y no descansa hasta que la encuentra; y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombres y la lleva al redil. Todos sus milagros brotan de su misericordia: los milagros son signos y clamor del Reino de Dios. Podemos decir que su corazón se abría en compasión y misericordia ante aquellas multitudes que vivían como ovejas sin pastor y que tenían hambre y sed. Jesús trataba a la gente con un corazón misericordioso y bondadoso. Y así nos trata ahora a nosotros. Tenemos conciencia de ello? Jesús muestra de manera especial su misericordia muriendo en la cruz por la humanidad. Miremos al Crucificado. La Cruz del Señor es la manifestación del amor y de la misericordia de Dios. En la cruz de Cristo, el Padre nos ama hasta el punto de entregar a su propio Hijo por nosotros (Rm.8,32; Jn.3,16). El Hijo crucificado entrega su vida por nosotros (Jn.15,13). La cruz de Jesús nos revela y manifiesta a un Dios, misericordioso y compasivo, perdonador y reconciliador. El Dios que se revela en la cruz de Jesús no está del lado del dinero ni de la fuerza, sino

4 que está del lado de los pobres, de las víctimas, de los perseguidos, de los excluidos y desechados. Se identifica con los que sufren a causa del hambre, de la tortura, de la violencia, de la guerra. En la cruz de Jesús, Dios ha descendido por amor y misericordia hasta el abismo donde el hombre vive en el abandono, en la soledad, en la tristeza, en la exclusión y está ahí con amor, compasión, misericordia Está ahí con un amor y una misericordia que acoge, comprende, perdona, salva La cruz de Cristo revela el amor y la compasión de Dios. Jesús murió en la cruz por nuestros pecados. Estas son sus palabras inmensas: Padre!, perdónalos porque no saben lo que hacen (Lc.23,34). 3.- La Iglesia prolonga en el mundo la misericordia del Señor La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo. La Iglesia vive un deseo inagotable de brindar misericordia (MV 10). Por eso sigue afirmando el Papa: * La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio (Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 114). * «La Iglesia... sabe que la primera tarea, sobre todo en un momento como el nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a todos en el misterio de la misericordia de Dios, contemplando el rostro de Cristo» (MV 25). * En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y movimientos, en fin, donde quiera que haya cristianos, cualquiera debería poder encontrar un oasis de misericordia (MV 12). A la luz de estas enseñanzas debemos tomar conciencia y comprometernos a colaborar con el don, gracia o ministerio recibido del Espíritu Santo a hacer que nuestras Comunidades Cristianas sean lugares donde se viva, se experimente y se practique la misericordia entrañable. A la luz de estas enseñanzas, los padres han de ayudar a sus hijos a ser misericordiosos, compasivos y a perdonar a quien lo haya ofendido

5 A la luz de estas enseñanzas, hemos de procurar que en nuestro trabajo, en nuestras relaciones humanas seamos portadores de misericordia, de perdón para todos. 4.- El sacramento de la Reconciliación La paz sea con vosotros. Como el Padre me envió, así os envío yo. Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos (Jn.20,21-23). * De nuevo ponemos convencidos en el centro el sacramento de la reconciliación porque nos permite experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia. Será para cada penitente fuente de verdadera paz interior (MV 17). Valoremos este sacramento que es el sacramento de la misericordia de Dios para todos. Recibamos dignamente y con frecuencia este sacramento del amor y del perdón de Dios. No huyamos de él, ni lo olvidemos. Nunca olvidemos que Jesucristo a través del sacerdote nos acoge, nos escucha, nos perdona en este sacramento. * Muchas personas están volviendo a acercarse al sacramento de la Reconciliación y entre ellas muchos jóvenes, quienes en una experiencia semejante suelen encontrar el camino para volver al Señor, para vivir un momento de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida (MV 17). * La misericordia es el corazón del Evangelio! Es la buena nueva de que Dios nos ama, de que ama siempre al pecador y con este amor lo atrae hacia sí y lo invita a la conversión. No olvidemos que, a menudo, a los fieles les cuesta trabajo confesarse, sea por motivos prácticos, sea por la dificultad natural de confesar a otro hombre los pecados propios La confesión no es un tribunal de condena, sino una experiencia de perdón y misericordia! (Discurso a la Penitenciaría Apostólica, 28 marzo 2014). 5.- Llamada a todos. Durante el Jubileo de la Misericordia, todos estamos llamados a redescubrir la hermosura del sacramento de la misericordia, el sacramento de la penitencia, del perdón y de la reconciliación con Dios y con los hermanos, que en los últimos tiempos se ha debilitado un poco, de modo que tenga el lugar que le corresponde en nuestra vida personal y

6 comunitaria, como fuente de gracia y de vida interior, de fidelidad y de santidad. No olvidemos que el sacramento de la Penitencia es el sacramento de la paz y del reencuentro con Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña a este respecto: En su solicitud materna, la Iglesia nos concede la misericordia de Dios que va más allá del simple perdón de nuestros pecados y actúa especialmente en el sacramento de la Reconciliación (n. 2040). En este sacramento del perdón, somos invitados a reconocer y confesar nuestros pecados para que sean perdonados por la misericordia de Dios. La confesión de los pecados ante el sacerdote es un elemento esencial de este sacramento (Catecismo.; n.1424). La acusación personal de los pecados no debe reducirse a una manifestación genérica de la conciencia de sentirnos pecadores. 6.- Los sacerdotes son los ministros de la misericordia. El sacerdote es instrumento para el perdón de los pecados. El servicio que presta como ministro, de parte de Dios, es muy delicado y exige que su corazón esté en paz, que no maltrate a los fieles, sino que sea humilde, benévolo y misericordioso, que sepa sembrar esperanza en los corazones, y sobre todo que sea consciente de que el hermano y la hermana que se acercan al sacramento de la Reconciliación buscan el perdón y lo hacen como tantas personas se acercaban a Jesús para curarse (Audiencia general, 20 noviembre 2013). 7.- Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia. El Papa Francisco nos dice: es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo de despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y de entrar todavía más en el corazón del Evangelio donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina (MV 15). Todo cambia cuando somos misericordiosos. «Misericordia» es algo más que una palabra, es una actitud del corazón que nos lleva a la acción. La misericordia es ternura, compasión, prestar nuestra ayuda, autodonación. La misericordia es expresión del amor de Dios en nosotros. Por eso, Jesús manifestó: «Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia» (Mt 5,7).

7 En el pobre, en efecto, la carne de Cristo se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado (Papa Francisco. Mensaje para la Cuaresma 2016). Un día, cuando Dios nos llame de este mundo, el Señor nos examinará por el amor: Tuve hambre y me distes de comer Si hemos sido fieles, nos dirá: Venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer (Mt.25,35). Santa María, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos Terminamos. Unidos en el Señor. Cáceres. 28 de marzo de Florentino Muñoz Muñoz