Parte III. Fundamentos del método científico

Transcripción

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3 Como hemos visto en los primeros capítulos de la parte II, los intentos de hacer que la ciencia sea más objetiva, es decir, de que tenga una certeza completa, han resultado un fracaso, pues necesariamente la ciencia es conocimiento del hombre y está, por tanto, sujeta a los problemas que pueden acontecerle al conocimiento humano. Para poder elaborar la ciencia, nos apoyamos siempre, necesariamente, en algunos supuestos o afirmaciones que no son ciencia. Por poner una comparación, cuando se edifica una casa, la casa se apoya sobre algo distinto de la casa misma, y sin ese apoyo no habría manera de construirla. Del mismo modo, el edificio de la ciencia se apoya en otros conocimientos, sin los cuales sería imposible trabajar con el método científico. Estas cuestiones que damos por supuestas cuando nos ponemos a elaborar ciencia son los fundamentos del método cientifico, que estudiaremos en los capítulos que siguen. En ocasiones, la reflexión sobre estas cuestiones se denomina metaciencia (del prefijo griego meta que significa más allá, por encima). Mucha de la literatura que recoge hoy las reflexiones filosóficas sobre la naturaleza y sobre el trabajo de los científicos, se denomina globalmente como metaciencia, aunque esto es sólo un nuevo nombre para la filosofía de la ciencia, o para la reflexión que el científico se puede hacer sobre los aspectos no estrictamente científicos de lo que estudia, muchos de los cuales son cuestiones de fundamentación. Aunque habría mucho que decir sobre fundamentos de la ciencia, nos limitaremos a unas cuantas cuestiones que permitan esquivar el problema más acuciante de la ciencia hoy día: el cientifismo. Veremos las cuestiones previas sobre el diálogo humano que tiñen todo lo que se pueda decir después, el concepto de naturaleza, el orden natural, la actividad de los seres vivos, y los grados de ser, para terminar con una breve explicacion sobre la necesidad de integrar las distintas facetas de la realidad. 85

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5 Capítulo 13 La dialéctica Al comienzo de estas lecciones hacíamos mención de la búsqueda de conocimiento por parte del hombre, y el problema que se planteaba con los conocimientos que se presentan como dudosos. Aunque son auténticos conocimientos, no son todo lo fiables que desearíamos de ellos. Para aumentar esta fiabilidad, el hombre siempre ha recurrido al diálogo con otras personas, especialmente las que aprecia como más prudentes o sabias. De este diálogo se puede seguir la luz para las cuestiones oscuras. Partimos de conocimientos dudosos y terminamos con conocimientos ciertos o, al menos, no tan dudosos La dialéctica Este proceso de diálogo para esclarecer la verdad es lo que clásicamente se conoce como dialéctica: el proceso de discusión razonada entre personas expertas en un asunto para intentar aclarar cuestiones que no parecen ni evidentes ni contradictorias, y sobre las que, por tanto, existen dudas. Hoy, sin embargo, en este término se engloba toda capacidad de discusión o diálogo con otras personas. Para clarificar conceptos, explicaremos algunas distinciones con su terminología antigua, aunque hoy probablemente habría que emplear otras palabras. La dialéctica parte de opiniones generalmente admitidas por todos los que participan en el diálogo. En el caso del diálogo para saber cuestiones relativas a una ciencia concreta, se parte de los conocimientos comunes a esa ciencia, es decir, quienes están en condiciones de iniciar ese diálogo son los científicos, pues sólo ellos saben sobre lo que se va a tratar y sobre lo que se duda (en el texto de Aristóteles se dice que son los filósofos pues, en su época, todavía no se habían dividido claramente lo que hoy llamamos ciencias de lo que llamamos humanidades o letras). El simple hecho de que los científicos se intenten poner de acuerdo para averiguar la verdad mediante el diálogo nos revela uno de los fundamentos de la ciencia: tenemos la suposición de que el hombre puede llegar a conocer la realidad, aunque no estemos seguros del grado de certeza con que la podamos conocer. Si no existiera esta convicción, ponerse a hablar para intentar aclarar la verdad sería completamente absurdo: para qué vamos a hablar si no está claro que haya algo real que podamos conocer un poco mejor con nuestra dialéctica? El otro fundamento de la ciencia que se revela con la actividad dialéctica es la dialéctica misma: sin diálogo entre expertos, no se puede alcanzar la verdad con cierta seguridad La retórica La retórica se parece a la dialéctica en que ambas versan sobre cosas que son conocidas por todos los que las hablan, y no pertenecen a ningún campo del saber en particular. Se puede argumentar y razonar o bien dar un convicente discurso sobre cualquier cosa. Argumentar o hablar no se limita a unas mate- 87

6 88 CAPÍTULO 13. LA DIALÉCTICA rias concretas. Puede haber gente con más práctica para hablar o con más habilidad para convencer. Algunos la tienen sin estudios especiales y otros han hecho de esta práctica una técnica muy elaborada. Pero, en esto, la retórica no se diferencia de lo que estamos llamando dialéctica. Las diferencias estriban en su fin y en sus métodos. La dialéctica intenta llegar a la verdad, y para ello intenta convencer aplicando razonamientos. No le interesa tanto el hacer un discurso agradable, sino que el razonamiento esté bien llevado, de modo que pueda convencer porque conquista al oyente por la inteligencia. La retórica, por contra, no pretende persuadir de algo verdadero, sino que considera los medios más persuasivos para cada caso y los pone por obra. Así, mientras que en la dialéctica interesan ante todo las razones y los argumentos, la retórica se dirige a los sentimientos más que a la inteligencia, y su discurso no está dirigido tanto al asunto de que se trata como a la persona que escucha. El ejemplo clásico de discurso dialéctico es el que se puede emplear en un tribunal, en el que interesa conocer los hechos, para poder juzgar sobre ellos. El ejemplo de discurso retórico sería el que se hace en público, intentando convencer de una opinión y no buscando necesariamente llegar a la verdad. El intentar convencer de la retórica, cuando se aplica a difundir ideas erróneas podría llamarse sofística; no aporta razonamientos sólidos, sino que se limita a parecer convincente, apelando, sobre todo, a los sentimientos del oyente. Cuando ese modo de hablar se emplea en el discurso político se llama demagogia. Como es obvio, los jueces cortan ese tipo de discurso en el ámbito forense (juicios), pues lo que interesa allí es saber la verdad, no hacer que otros cambien de opinión estimulando sus sentimientos La demostración La dialéctica tampoco es una demostración. Una demostración parte de cosas sabidas con seguridad para, mediante un razonamiento correcto, llegar a otras cosas que antes no se conocían. La demostración tiene un cierto parecido con la dialéctica, pues razona unas cosas a partir de otras. Sin embargo, la dialéctica no parte de cosas sabidas con seguridad, sino de cosas que se saben pero no con toda seguridad. La argumentación de la dialéctica no es una deducción a partir de cosas sabidas con certeza, sino el examen razonado de las implicaciones de lo que sabemos con cierta duda, para ver si alguna de esas implicaciones es así o no, y poner a prueba ese conocimiento dudoso, que se hace así más seguro Ciencia y diálogo El diálogo entre los que saben es un fundamento del conocimiento científico; así, son frecuentes las reuniones científicas para llegar a un consenso sobre cualquier materia técnica y redactar unas directrices. Sin embargo, el propio diálogo puede ser un obstáculo para el conocimiento científico, pues nada garantiza que, entre los que dialogan, no se empleen argumentos retóricos que convencen por apelar a los sentimientos de los oyentes, pero carecen de fundamento (no son un razonamiento sólido). Podríamos citar como ejemplo bastantes argumentaciones a favor de la eutanasia, que se limitan a plantear lo amargo del trance que está pasando quien pide la muerte, y consigue que el oyente se ponga a favor, mientras omite toda la capacidad de los cuidados paliativos para resolver esas situaciones. O algunas argumentaciones para apoyar medios para luchar contra el cambio climático, que plantean esas soluciones de modo sumario, y convencen sólo subrayando lo grave que es el problema que quieren resolver, sin ver en

7 13.4. CIENCIA Y DIÁLOGO 89 detalle si esas soluciones son las más adecuadas, económicamente viables, etc. En estos terrenos, y en muchos otros, la interacción entre los políticos, que se ven obligados a seguir a la opinión pública, que a su vez está movida por los medios, que a su vez están atados al sensacionalismo, que a su vez es aprovechado por movimientos radicales, que quieren ver legalizadas o financiadas sus ideas, etc., crea un cóctel de argumentos auténticos y retóricos que puede ser muy difícil de desenredar. Por este motivo, es necesario que el científico mantenga despierto su espíritu crítico, para que los argumentos meramente retóricos no le hagan mella, y poder así mantenerse en su camino de búsqueda de la verdad.

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