NUEVO TESTAMENTO VERSIÓN OFICIAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS

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1 NUEVO TESTAMENTO VERSIÓN OFICIAL DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS MADRID 2011

2 ÍNDICE GENERAL Págs. Siglas bíblicas... 6 Evangelios... 7 Mateo... 15/23 Marcos /117 Lucas /175 Juan /279 Hechos de los Apóstoles /353 Corpus paulino Romanos /445 1 Corintios /489 2 Corintios /533 Gálatas /561 Efesios /579 Filipenses /593 Colosenses /605 1 Tesalonicenses /619 2 Tesalonicenses /629 1 Timoteo /639 2 Timoteo Tito Filemón /663 Hebreos /669 Cartas católicas Santiago /699 1 Pedro /713 2 Pedro /729 Cartas de san Juan Juan Juan Juan Judas /757 Apocalipsis /771

3 SIGLAS BÍBLICAS Abd (ías) Ag (eo) Am (ós) Ap (ocalipsis) Bar (uc) Cant (ar) Col (osenses) Cor (intios) [1 Cor] Crón (icas) [1 Crón] Dan (iel) Dt (Deuteronomio) Ecl (Eclesiastés) Eclo (Eclesiástico) Ef (Efesios) Esd (ras) Est (er) Éx (odo) Ez (equiel) Flm (Filemón) Flp (Filipenses) Gál (atas) Gén (esis) Hab (acuc) Hch (Hechos) Heb (reos) Is (aías) Job Jds (Judas) Jdt (Judit) Jer (emías) Jl (Joel) Jn (Juan) Jon (ás) Jos (ué) Jue (ces) Lam (entaciones) Lc (Lucas) Lev (ítico) Mac (abeos) [1 Mac] Mal (aquías) Mc (Marcos) Miq (ueas) Mt (Mateo) Nah (ún) Neh (emías) Núm (eros) Os (eas) Pe (dro) [1 Pe] Prov (erbios) Re (yes) [1 Re] Rom (anos) Rut Sab (iduría) Sal (mos) Sam (uel) [1 Sam] Sant (iago) Sof (onías) Tes (alonicenses) [1 Tes] Tim (oteo) [1 Tim] Tit (o) Tob (ías) Zac (arías)

4 EVANGELIOS INTRODucción Los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento son llamados «evangelios». El sustantivo evangelio significa «buena noticia» y en su forma verbal había sido empleado ya por Isaías (52,7) para anunciar la liberación del pueblo desterrado en Babilonia. El término aparece en labios de Jesús y después en boca de los Apóstoles para designar el anuncio de la llegada del Reinado de Dios, es decir, de la instauración de la soberanía divina en el mundo y en la historia (Mc 1,15). Más tarde fue empleado para designar los escritos que hablaban de Jesús de Nazaret, de su vida, ministerio, pasión y resurrección. La Iglesia reconoció desde un primer momento como canónicos, es decir, inspirados por Dios y normativos, cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Jesús y los evangelios El protagonista del relato de los evangelios es Jesucristo. En ellos se recogen sus palabras y sus obras. Los cuatro evangelios presentan a Jesucristo como el Mesías, el Hijo de Dios y coinciden sustancialmente en los siguientes elementos: la predicación de Juan el Bautista y la referencia al bautismo de Jesús, la enseñanza y los signos realizados en Galilea, el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, y los acontecimientos en Jerusalén: la Cena del Señor, la Pasión y la Resurrección. La temprana agrupación de los cuatro evangelios indica que la Iglesia consideró estos cuatro escritos como la auténtica expresión de su fe en Jesucristo recogida en estas obras de origen apostólico. El Concilio Vaticano II, en la Constitución dogmática Dei Verbum sobre la Divina Revelación, afirma: «Nadie ignora que entre todas las Escrituras, incluso del Nuevo Testamento, los

5 Evangelios 8 evangelios ocupan, con razón, el lugar preeminente, puesto que son el testimonio principal de la vida y doctrina del Verbo encarnado, nuestro Salvador. La Iglesia siempre ha defendido y defiende que los cuatro evangelios tienen origen apostólico. Pues lo que los apóstoles predicaron por mandato de Cristo, luego, bajo la inspiración del Espíritu Santo, ellos y los varones apostólicos nos lo trasmitieron por escrito, siendo fundamento de la fe, es decir, el Evangelio en cuatro redacciones, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan» (DV 18). El documento conciliar destaca a continuación el carácter histórico de los evangelios, señalando además la luz singular que otorgó el acontecimiento pascual a los autores sagrados en orden a la verdadera inteligencia de los acontecimientos: «Los apóstoles ciertamente después de la ascensión del Señor predicaron a sus oyentes lo que él había dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de la verdad» (DV 19). El género literario de los evangelios, en que se unen predicación e historia, se describe de la siguiente manera: «Los autores sagrados escribieron los cuatro evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras o explicándolas de acuerdo con la condición de las Iglesias, reteniendo por fin la forma de proclamación, de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús» (DV 19). De acuerdo con esto, el género literario de los evangelios es único. La distinción entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe encierra en sí misma un planteamiento equívoco, ya que es imposible separar ambos tratamientos. En cualquier caso la Dei Verbum, recogiendo palabras de san Lucas, remite a las fuentes con las siguientes palabras: «Escribieron, pues (los evangelistas), sacándolo ya de su memoria o recuerdos, ya del testimonio de quienes desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra para que conozcamos la verdad de las palabras que nos enseñan (véase Lc 1,2-4)» (DV 19).

6 9 Evangelios Los tres evangelios sinópticos Semejanzas y diferencias Los tres primeros evangelios son llamados «sinópticos», porque presentan un mismo esquema general que es el siguiente: ministerio de Juan el Bautista y bautismo de Jesús, anuncio del reino en Galilea, transfiguración, subida a Jerusalén, muerte y resurrección. Los evangelios de san Mateo y de san Lucas tienen también sendos capítulos dedicados a la infancia de Jesús. Además del esquema general, los evangelios sinópticos coinciden en la presentación de la persona, las palabras y las obras de Jesús, de tal manera que se puede decir, por un lado, que el Evangelio según san Marcos está presente casi en su totalidad en el Evangelio según san Mateo, y, por otro, que los evangelios de san Mateo y de san Lucas tienen en común una serie de episodios y palabras, como el Sermón de la montaña, que suponen un contacto estrechísimo entre ellos. Así ha surgido una teoría que quiere explicar todas estas coincidencias en los tres sinópticos a partir de dos fuentes primitivas, que serían el Evangelio según san Marcos y otra fuente que habría contenido principalmente las palabras de Jesús, como el Sermón de la montaña y algunos episodios como la embajada del Bautista a Jesús. La existencia de esta fuente común a san Mateo y a san Lucas no está confirmada por ningún manuscrito, y no faltan estudiosos para quienes la coincidencia de estos dos evangelistas en el material atribuido a dicha fuente puede tener otras explicaciones. En cualquier caso, la referida hipótesis ha puesto de manifiesto que las coincidencias de ambos evangelistas en detalles muy precisos remiten a una forma de tradición de las palabras y obras de Jesús anterior a ellos. Todo lo cual constituye un argumento a favor de la antigüedad del material evangélico. Naturalmente, además de los materiales atribuidos a cada una de estas dos fuentes, los tres evangelios sinópticos, especialmente san Mateo y san Lucas, tienen un material propio, como las parábolas de la misericordia en san Lucas (cap. 15) o buena parte del Sermón de la montaña en san Mateo (caps. 5-7).

7 Evangelios 10 La catequesis sinóptica La presencia de una serie de episodios y de discursos de Jesús en los tres evangelios sinópticos implica lo que puede llamarse pasajes de la triple tradición, los cuales forman un conjunto impresionante: testimonio del Bautista, bautismo de Jesús, tentaciones, proclamación del reino de Dios en Galilea, vocación de los primeros discípulos, discurso en parábolas, multiplicación de los panes y los peces, profesión de fe de Pedro, anuncios de la pasión y resurrección, transfiguración, discurso escatológico, institución de la Eucaristía en la Última Cena, relatos de la Pasión y Resurrección. Estos episodios de la triple tradición pueden llamarse también la catequesis sinóptica. Cada uno de los evangelios está dirigido a una comunidad cristiana y a un ambiente y un horizonte de misión determinados; así el Evangelio según san Mateo tiene presente el judeocristianismo de Palestina y de Antioquía; el Evangelio según san Marcos tiene ante sí el horizonte del Imperio con su capital Roma, y el Evangelio según san Lucas contempla el mundo de la cultura griega, especialmente en Acaya. El reino de Dios El anuncio del reino de Dios o reino de los cielos es un tema fundamental de la predicación de Jesucristo en los evangelios sinópticos. Así aparece en los sumarios programáticos de san Mateo (4,17); de san Marcos (1,15) y, de alguna manera, en san Lucas (4,41). El reino de los cielos se presenta como recompensa en las Bienaventuranzas (Mt 5,3; Lc 6,20), es objeto de una de las peticiones del Padrenuestro (Mt 6,9; Lc 11,2); es el misterio presente en las parábolas (Mt 13,11; Mc 4,11; Lc 8,10), el ámbito divino al que se entra por la conversión (Mt 18,3; Mc 10,15; Lc 18,17; ver Jn 3,5); ha sido ofrecido, en primer lugar, a los judíos y después a todas las gentes (Mt 21,43; Lc 4,25-27) y tendrá su consumación en el cielo, cuando ocurra la venida del Hijo del hombre (Mt 25,34; Mc 8,38-9,1; Lc 21,31). El reino de los cielos en la predicación de Jesús es la instauración de la soberanía divina mediante el reconocimiento

8 11 Evangelios del Dios que envía a su Hijo para salvar al mundo. De ahí la dimensión cristológica de esta expresión. La expresión reino de Dios hace referencia a la intervención definitiva en la historia de la salvación que es el Evangelio. Por eso se le llama «evangelio del reino» (Mt 4,23; Lc 4,43; ver Mc 1,15). El reino, ya identificado con Jesucristo, es también el tema de la predicación apostólica (Hch 28,20-31). De hecho, san Lucas considera su evangelio de forma explícita como el «primer libro» de una obra más amplia cuyo segundo libro es el conocido como Hechos de los Apóstoles. El Evangelio según san Juan También el Evangelio según san Juan coincide en sus líneas generales con los sinópticos: testimonio del Bautista, vocación de los primeros discípulos, ministerio de Jesús en Galilea (multiplicación de los panes y profesión de fe de Pedro) y en Jerusalén: Última Cena, Pasión y Resurrección. Es también, por consiguiente, un evangelio. Ciertamente presenta características propias, como el Prólogo teológico (Jn 1,1-18), algunos milagros que contienen elementos específicos y, a veces, son desarrollos sobre los relatos sinópticos: bodas de Caná (Jn 2,1-11), curación del paralítico en la piscina Probática de Jerusalén (Jn 5), curación del ciego de nacimiento en Jerusalén (Jn 9) y resurrección de Lázaro en Betania (Jn 11). También las palabras de Jesús adquieren una tonalidad peculiar en el cuarto evangelio; así ocurre en la síntesis sobre el misterio redentor en el diálogo con Nicodemo (3,1-21), el diálogo con la samaritana (4,1-42), los dos discursos de Jn 5 y 6, el discurso del Buen Pastor (10,1-18) y, sobre todo, el discurso de despedida y la oración sacerdotal (Jn 13-17). A este propósito, debemos notar que gran parte de estos discursos son desarrollo de un signo realizado por Jesús, como ocurre con los de Jn 5 y 6; otros contienen materiales, palabras de Jesús, que están presentes en la tradición sinóptica, pero que en san Juan están profundizadas. Estas diferencias se explican por varios factores. Primeramente, por el lugar de origen: la catequesis sinóptica está fundamentalmente ambientada en la tradición palestinense-galilea de las palabras de Jesús; en cambio el

9 Evangelios 12 Evangelio según Juan ha surgido en un ambiente judíojerosolimitano y samaritano, y después ha sido trasplantado al ambiente helenístico de Asia Menor (probablemente Éfeso). En segundo lugar, el Evangelio de san Juan es el fruto de una larga profundización y maduración de las palabras y signos de Jesús; esta profundización responde a la confrontación del mensaje evangélico con los movimientos sincretistas y de los comienzos de la gnosis. El evangelista ha debido tomar posiciones para decidir con palabras de Jesús de la tradición joánica lo esencial cristiano: la fe en Jesucristo, Hijo de Dios (Jn 20,30s) y el amor fraterno (Jn 13,34s). Esto explica asimismo que la expresión «reino de Dios» de la catequesis sinóptica haya sido sustituida en el cuarto evangelio por el término «vida eterna». De hecho «reino de Dios» aparece solamente dos veces (Jn 3,3.5) al mencionar el nacimiento del agua y del Espíritu. En realidad podemos decir que en san Juan el reino de Dios se ha personalizado ya en Jesucristo. En la introducción dedicada al Evangelio según san Juan se expondrá la enseñanza teológica, cristológica, eclesiológica, escatológica y moral (mandamiento del amor) de este evangelio. Aquí nos limitamos a recordar las grandes representaciones de Jesucristo como el Verbo eterno y encarnado (Jn 1,1.14), Cordero de Dios (1,29.36), Esposo (2,1-11; 3,39), nuevo templo (2,14-21), signo de salvación levantado en alto (3,14-17), fuente de agua viva (4,10-14; 7,37-39), palabra de vida (5,24), pan de vida (6,25-58), luz del mundo (8,12), «Yo soy» levantado en alto (8,28), el Hijo que da la libertad (8,31-36), el buen pastor (10,11-18), la resurrección y la vida (15,25), el camino, la verdad y la vida (14,6), la vid verdadera (15,1). Todas estas representaciones son fruto de la profundización joánica en la persona de Jesucristo. De un modo particular la grandiosa visión de Cristo en la segunda parte del evangelio, los discursos de despedida, la oración sacerdotal y los relatos de la Pasión y de la Resurrección están penetrados del resplandor de la Gloria del Resucitado.

10 13 Evangelios Los evangelios y el Antiguo Testamento Los cuatro evangelios remiten al Antiguo Testamento, cada uno de diferente manera. San Mateo ha llenado su obra con citas de cumplimiento; san Marcos comienza la suya citando a Isaías; san Lucas siembra el Evangelio de la infancia con referencias a las promesas mesiánicas del Antiguo Testamento y comienza el sermón de Nazaret citando Is 61. Por su parte, san Juan tiene presente, en el Prólogo, la creación y el éxodo, y cita a Isaías al comienzo y al final de la primera parte del evangelio; menciona las grandes figuras de Abrahán, Jacob y Moisés, instituciones y episodios del Antiguo Testamento como el templo, las fiestas, la serpiente de bronce, el maná, la columna de nube, la vid, etc. Jesús en la cruz proclama todo está cumplido (Jn 19,28-30). En consecuencia, la vida de Jesucristo es para los evangelistas el cumplimiento de las profecías mesiánicas y del designio salvador de Dios, la culminación y perfección de la ley antigua en el mandamiento del amor, y la realización de la vida eterna. Jesús es la plenitud de la revelación de Dios (DV 4).

11 HECHOS DE LOS APÓSTOLES INTRODucción El libro llamado Hechos de los Apóstoles viene en el Nuevo Testamento a continuación de los evangelios. Existe pues una estrecha relación entre los evangelios (proclamación de Jesucristo) y los Hechos que contienen el cumplimiento de la promesa del envío del Espíritu Santo, nacimiento de la Iglesia y su expansión hasta el confín de la tierra. De ahí la importancia de este libro sagrado. San Lucas compuso este escrito como segundo libro de su obra. En el primero narraba la historia de Jesús desde su infancia hasta la Ascensión y en este segundo relata la historia de la Iglesia primitiva desde la ascensión de Jesús hasta la llegada de Pablo a Roma. El libro es, pues, de alguna manera el cumplimiento del mandato misionero que traen los cuatro evangelios (Mt 28,16-20; Mc 16,15s; Lc 24,47; Jn 17,17; 20,21). El mismo libro de los Hechos reitera este mandato misionero al comienzo de la obra: Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra (Hch 1,8). Estructura y contenido Tiene este libro dos grandes partes, dedicadas respectivamente al testimonio de la Iglesia de Jerusalén con los Doce (Hch 1-12) y al testimonio de Pablo hasta el confín de la tierra (Hch 13-28), y en cada una de ellas se descubren a su vez algunas subdivisiones. Primera parte, el testimonio de la Iglesia en Israel con los Doce (1-12): del Evangelio de Jesús al testimonio de sus discípulos (1); el testimonio en Jerusalén: nuevo comienzo en Pentecostés, sección del nombre, los helenistas cristianos

12 HECHOS DE LOS APÓSTOLES 346 (2,1-8,1a); el testimonio fuera de Jerusalén: ciclo de Felipe, conversión de Saulo, actividad de Pedro y conclusión (8-12). Segunda parte, el testimonio hasta el confín de la tierra (13-28): comienzos y dificultades: viaje apostólico de Pablo y Bernabé, Concilio de Jerusalén (13,1-15,35); la gran misión: en Macedonia y Acaya, en Éfeso (15,36-19,22); testimonio de Pablo encadenado (viaje a Jerusalén, prisión y testimonio ante los judíos y las autoridades romanas), viaje de Palestina a Italia y testimonio en Roma (19,23-28,32). Autor, género literario e historicidad La tradición ha atribuido esta obra, junto con el tercer evangelio, a Lucas, presentado en 2 Tim 4,11 junto a Pablo y en Col 4,14 como médico querido del Apóstol. Escrito en el último tercio del siglo i d.c., después del tercer evangelio, el libro de los Hechos está dirigido a cristianos de origen paulino situados en regiones griegas, que por el papel sobresaliente que tiene la comunidad de Éfeso en la obra podría ser muy bien la región que rodeaba a esta ciudad. El autor emplea fuentes, pero las elabora y unifica según su propio estilo y con tanto arte que hoy resulta prácticamente imposible reconstruirlas. La obra fue escrita en griego común (koiné) y ha llegado hasta nosotros en dos tipos de texto, uno llamado «alejandrino», que es la forma que ofrecen corrientemente las traducciones de la Biblia, y otro conocido como «occidental», que aporta en ocasiones variantes antiguas y de interés. Por lo que respecta al valor histórico del libro se trata sin duda de una obra teológica, pero su testimonio es sustancialmente atendible, como han puesto de relieve muchos estudios sobre ella. San Lucas imita fundamentalmente los modelos del Antiguo Testamento, aunque, en Hechos mucho más que en el evangelio, también se detectan influencias de modelos helenistas. En cuanto historia, el evangelista expone los acontecimientos en sus interconexiones mutuas, de forma más explícita que en el evangelio, tanto las de orden natural como las de orden sobrenatural. Estas últimas son las promesas y el plan salvador de Dios, la voluntad de Jesús, la acción del Espíritu Santo, las intervenciones extraordinarias

13 347 HECHOS DE LOS APÓSTOLES de Dios por medio de milagros y ángeles. Hay que destacar la presentación de las diversas circunstancias que explicarán el paso que va desde la predicación dirigida solo a judíos al anuncio de la Palabra también a los gentiles. Teología San Lucas continúa la presentación teológica del camino profético y salvador comenzada en el evangelio, destacando especialmente cómo este camino, programado y dirigido por Dios Padre y recorrido en su ministerio terreno por Jesús, el Hijo de Dios, profeta y salvador, es continuado actualmente por Cristo glorioso a través de su Espíritu y por medio del testimonio profético de la Iglesia. A continuación se indican los grandes temas del libro. El Dios único, creador y salvador del género humano y Dios de la alianza La idea del Dios único y creador es un elemento que se presupone como fundamento en los discursos de Pedro y de Pablo. En el discurso a los atenienses en el Areópago (cap. 17), Pablo pone de relieve las contradicciones del politeísmo y la necesidad de convertirse al único Dios que creó el cielo, la tierra y cuanto existe, que es además el creador del linaje humano (véase 17,24-28) y finalmente ha establecido como juez a Jesucristo, a quien ha resucitado de entre los muertos (17,30s). El Dios creador es el Dios de la alianza, que ha elegido al pueblo de Israel y le ha prometido el envío de un Salvador, promesa que ha cumplido en Jesucristo a quien ha resucitado de entre los muertos. Así lo expresa Pedro en el discurso de Pentecostés (2,22-36), Esteban en su alocución en el Sanedrín (cap. 7), Pablo en el discurso de Antioquía de Pisidia (cap. 13) y en los que pronuncia ante los judíos en Jerusalén (22,14) y ante Agripa en Cesarea (26,6-8). El Dios creador y de la alianza ofrece la salvación a todos los hombres, tanto a los judíos (discursos de Pedro en Pentecostés y de Pablo en Antioquía de Pisidia) como a los gentiles (discurso de Pedro en casa de Cornelio).

14 HECHOS DE LOS APÓSTOLES 348 Cristología Hechos de los Apóstoles, como los demás libros del Nuevo Testamento, concentra lo esencial del mensaje cristiano en dos grandes elementos: el primero, la fe en Cristo, el Mesías, Hijo de Dios, que nos otorga la salvación mediante su muerte redentora y su resurrección; el segundo, el envío del Espíritu Santo, promesa del Padre, por parte del Señor Resucitado. Este envío es la confirmación de la cualidad mesiánica de Jesús, que es el Señor de todos. El que invoca el nombre del Señor se salva (2,18). El título de «Señor» y su poder de salvar constituyen una forma de confesar su divinidad. En su discurso de Pentecostés, Pedro afirma el cumplimiento en Jesús de todas las promesas del Antiguo Testamento, y concluye: Al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías (2,36). Más adelante, el mismo Pedro proclama en su discurso ante el Sanedrín: Bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos (4,12). Cristo es confesado como Hijo de Dios por el eunuco (8,37, texto occidental). En la visión de Esteban, Cristo aparece como el Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios (7,55s). Pablo proclama en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios (9,20). En el discurso de Antioquía de Pisidia, Pablo aplica a Jesucristo lo dicho en Sal 2,7 (Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy). Cristo ha sido constituido por Dios como juez de vivos y muertos (10,42). El Espíritu Santo Hechos describe la acción del Espíritu Santo como guía en la Iglesia naciente. Él sostiene el testimonio de los apóstoles y de Pablo. Él es el creador del pueblo de profetas y el garante del camino. El libro es llamado por algunos autores el «Evangelio del Espíritu Santo». El Espíritu es la promesa del Padre (1,4) y la fuerza para dar testimonio (1,8); ha descendido sobre los apóstoles en Pentecostés (2,1-13). En su discurso de ese día Pedro proclama el cumplimiento de la promesa de derramar el Espíritu sobre toda carne (2,17-21). El Espíritu llena a la comunidad

15 349 HECHOS DE LOS APÓSTOLES (4,31: un pequeño Pentecostés). Entre los siete servidores, Esteban está lleno del Espíritu Santo (6,5). Los convertidos de Samaría reciben el don del Espíritu Santo (8,15.17). La misión a los gentiles es obra de la presencia y guía del Espíritu Santo (10,44-47). Bernabé es un hombre lleno del Espíritu Santo (11,24). La designación de Pablo y Bernabé para la misión apostólica está inspirada por el Espíritu Santo (13,2). Las decisiones del Concilio de Jerusalén están tomadas por el Espíritu Santo y los Apóstoles (15,28). Los creyentes de Éfeso, que habían recibido el bautismo de Juan, son llevados a recibir el don del Espíritu Santo (19,1-7). En el discurso de Pablo a los presbíteros de Mileto, el Apóstol afirma que ha sido el Espíritu Santo el que les ha encargado el ministerio pastoral (20,28). En su viaje a Jerusalén, donde será apresado, el Espíritu le avisa en las Iglesias de la suerte que le espera en Jerusalén (20,23; véase 21,4). El Espíritu Santo habla en la Escritura (1,16). La Iglesia Hechos de los Apóstoles puede ser considerado como el relato del nacimiento y expansión de la Iglesia. La comunidad primitiva formada por los Apóstoles y un grupo de mujeres, con María, la madre de Jesús, y los hermanos de este (1,14) recibe el don del Espíritu Santo en Pentecostés (2,1-13). A partir de este momento el Espíritu los impulsa a dar testimonio de la resurrección de Jesucristo y a proclamar que este es el Salvador de todos los que creen en su Nombre. Así lo hace Pedro en Pentecostés (2,14-36), de modo que una gran multitud cree y recibe el bautismo (2,41). Los creyentes se llaman «hermanos», se reúnen para escuchar las enseñanzas de los Apóstoles, vivir en comunión y compartir la fracción del pan, la oración y los bienes (2,42-45). Pedro y Juan con el resto de los Apóstoles dan testimonio de Jesucristo (caps. 3-4). La institución de los diáconos es un paso adelante en la organización de la Iglesia (6,1-7); más adelante se mencionan los profetas y maestros (13,1) y los presbíteros (15,2). Se habla de la imposición de manos para recibir el Espíritu Santo (8,17) y para enviar a los misioneros a tus tareas apostólicas (13,3).

16 HECHOS DE LOS APÓSTOLES 350 La Iglesia está formada por todos los creyentes, tanto judíos como gentiles. Los hombres y mujeres de ambas procedencias forman un pueblo para su nombre (15,14). Las dos grandes figuras de Pedro y Pablo llenan el libro de los Hechos. Pedro es el protagonista de su primera parte (1-12) y Pablo lo es de la segunda (13-28). Ambos predican lo mismo y realizan milagros similares. La Iglesia es esencialmente misionera y está llamada a dar testimonio de Jesucristo hasta el confín de la tierra (1,8). La labor misionera es el cumplimiento del mandato de Jesús y está impulsada por el Espíritu Santo. En ella, además de los apóstoles, participan Pablo, Bernabé, Marcos, Tito, Timoteo, Silas, Lucas, Lidia, los esposos Áquila y Priscila. El testimonio supremo de la Iglesia y del seguimiento de Cristo es el martirio. En el libro se mencionan el martirio de Esteban (7,55-60) y el de Santiago, el hermano de Juan (12,2). La resurrección y la vida eterna (escatología) En el discurso de Pablo en el Areópago (17,1), el Apóstol habla de la resurrección de Cristo. Aunque su mensaje es recibido con escepticismo e incluso con burlas, el hecho es una prueba de cómo la esperanza cristiana en la resurrección y en la vida eterna pertenece al centro mismo del cristianismo. Al final del discurso en Antioquía de Pisidia san Lucas da cuenta de que creyeron los que estaban destinados a la vida eterna (13,46). Pablo, en el discurso ante el Sanedrín, afirma que es juzgado por predicar la resurrección de los muertos (23,6) y lo mismo afirma ante el procurador romano (24,21) y ante Agripa (26,6-8). Es notable la síntesis que hace san Lucas del coloquio de Pablo ante Félix y su mujer Drusila, que querían informarse acerca de la fe en Cristo Jesús. Al hablarle Pablo de la justicia, el dominio propio y el juicio futuro, Félix quedó aterrorizado (24,25). El hecho de que Jesús sea proclamado Juez de vivos y muertos (10,42) contiene una referencia esencial a la escatología.

17 351 HECHOS DE LOS APÓSTOLES El camino de la salvación El tema de la salvación radical, total y universal aparece en toda la obra, en este caso subrayando el ministerio de la Iglesia que ofrece la salvación de Jesús por su palabra, los sacramentos y la vida comunitaria en fraternidad. La salvación es una y universal. Muchos judíos han quedado fuera de ella, pero se ha debido a su constante rechazo, ya que la Iglesia se ha dirigido a ellos en primer lugar. Por medio de la «teología del camino» san Lucas recuerda que existe una historia de la salvación en la que la Iglesia tiene una misión que realizar. El Señor resucitado la ha constituido pueblo de profetas, testigos suyos a partir de la resurrección, enviados a todas las naciones comenzando desde Jerusalén. La fe que salva es el primer elemento de la conversión dentro del camino de la salvación. Así aparece en el discurso de Pedro en Pentecostés (2,37-41) y en su intervención en el Concilio de Jerusalén, cuando afirma que Dios ha purificado los corazones de los gentiles con la fe (15,9). Pablo, en el discurso de Antioquía de Pisidia, afirma que todo el que cree obtiene la justificación (13,39). Se trata de la fe en Jesucristo Salvador y Señor Resucitado. La conversión implica el abandono de los vicios paganos. El bautismo es el don del Espíritu Santo y la consagración a Dios. Junto a la fe y el bautismo está la escucha de la Palabra. Para indicar el crecimiento de la Iglesia, el libro habla de que la Palabra de Dios crecía y se multiplicaba (véase 6,7; 12,24; 19,29). Lucas destaca la oración y la alegría como características del camino. La comunión de bienes es una de las consecuencias de la fe en Cristo (2,42-45). La paciencia en el sufrimiento es otro elemento fundamental de la vida cristiana; así Pablo anima a los cristianos recordándoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios (14,21).

18 HECHOS DE LOS APÓSTOLES 352 Empleo en la liturgia El libro de los Hechos entró sin dificultades y desde el primer momento en el canon de libros sagrados, y ha sido constantemente empleado en la liturgia. En los actuales leccionarios se proclama especialmente en las segundas lecturas del tiempo de Pascua, tanto los domingos como los días de feria.