LA LEY (IV): EL SÁBADO

Transcripción

1 LA LEY (IV): EL SÁBADO Los Diez Mandamientos en el Antiguo Testamento Al igual que la ley fue dada sólo al pueblo de Israel (Ro. 9:4), no a los gentiles, lo mismo se afirma de los Diez Mandamientos o Decálogo (Dt. 5:2-3; 2 Cr. 6:11). De hecho, al decir Moisés que Dios no había hecho este pacto con los padres de los israelitas, se desmonta un argumento a favor de guardar el sábado que afirma que todos los hombres de la antigüedad, incluyendo los patriarcas, guardaron el sábado. No hay evidencia de tal cosa y este pasaje además lo desmiente. Los Diez Mandamientos ocupaban un lugar central dentro de la ley. Fueron escritos con el dedo de Dios (Ex. 31:18; 32:16; Dt. 9:10) y la expresión distintiva los diez mandamientos se usa tres veces en el Pentateuco (Ex. 34:28; Dt. 4:13; 10:4). Al Decálogo se le llama además testimonio (Ex. 25:16,21). Por ello, a las tablas en que se hallaban escritos se las llamaba las tablas del testimonio (Ex. 31:18; 32:15; 34:29) y al arca donde se guardaron se la llamó el arca del testimonio (Ex. 25:22; 26:33-34). El mismo término testimonio indica que esas tablas eran testigos de los requisitos éticos, morales y de conducta de Dios para con su pueblo. El arca del testimonio es llamada también arca del pacto o de la alianza (Nm. 10:33; Dt. 31:26), y de igual modo las tablas del testimonio se llamaban también las tablas del pacto (Dt. 9:9,11). Debemos entender así que estos mandamientos, que constituían el Testimonio, contenían la esencia del antiguo pacto; eran las palabras del pacto (Ex. 34:28) e incluso el pacto mismo (Dt. 4:13; 2 Cr. 6:11). Los Diez Mandamientos en el Nuevo Testamento La abolición de la antigua ley A veces se dice que lo que quedó abolida en el nuevo pacto fue la ley ceremonial, y no la moral, que es eterna. Esto tiene su parte de verdad, porque es cierto que el núcleo esencial, espiritual, del sistema levítico, permaneció bajo el nuevo pacto (según los principios de la nuez y de la estación). Este núcleo, como ya vimos es la misericordia y el amor, a Dios y al prójimo. Esto siempre ha de permanecer. Pero lo que no es cierto es que exista una división entre ley ceremonial y ley moral, pues la Biblia sólo habla de una sola ley. Que el Decálogo también pertenece a la ley y que por tanto ha sido abolido bajo el nuevo pacto como sistema normativo para el creyente se ve con claridad en tres pasajes del apóstol Pablo. En el primero, Pablo dice que Cristo abolió en su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas (Ef. 2:15). Aquí hay una primera mención a la abolición de los mandamientos de la ley. Pero la ley tenía muchos mandamientos. Estaba Pablo incluyendo también el Decálogo? Más claro es el segundo pasaje. Pablo dice a los creyentes en Roma: habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, [ ] ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra (Ro. 7:4-6). Pablo enseña que el creyente ha sido liberado de la ley de Dios, al haber muerto a ella con Cristo. De qué les es liberado el creyente? De la ley ceremonial sólo? En realidad, Pablo tenía en mente la misma esencia de la ley, el Decálogo, pues a continuación, en representación de toda la ley cita el décimo mandamiento (7:7). 1

2 El tercer pasaje es más claro aún si cabe: Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria (2 Co. 3:7). Cuál fue ese ministerio de muerte que habría de perecer? El ministerio de la ley. Y qué parte de la ley fue grabada con letras en piedras? El Decálogo. Queda una objeción: Acaso no es la ley de Dios eterna y sus mandamientos afirmados eternamente y para siempre (Sal. 111:7-8; 119:152)? Acaso no fue dado el cuarto mandamiento por pacto perpetuo (Ex. 31:16)? Podemos decir lo siguiente: 1. Que la ley fue dada por pacto perpetuo a Israel, no a las demás naciones. 2. Otras ordenanzas de Dios fueron llamadas también perpetuas y o bien han sido abolidas o no aplican al cristiano: la circuncisión (Gn. 17:7), la Pascua (Ex. 12:14), el sacerdocio levítico (Ex. 29:9), el incienso sagrado (Ex. 30:8) o las fiestas (Lv. 23:14,21 ). 3. Que el mismo Dios que promulga un mandamiento puede abrogarlo a causa de su debilidad e ineficacia (He. 7:18), en este caso, el sacerdocio levítico. Por tanto, la vigencia de las ordenanzas de Dios la determina Él mismo, no nosotros. 4. Como veremos en el siguiente apartado, la mayoría de los mandamientos del Decálogo si han continuado en el nuevo pacto, lo que no anula que haya habido un cambio de legislación, como veremos. Los mandamientos del nuevo pacto Concluimos entonces que, puesto que el Decálogo ha sido abolido para el creyente, éste puede matar, hurtar, etc.? No, esa es una conclusión errónea. El cristiano no está bajo la ley, pero no está sin ley, sino bajo la ley de Cristo. El cristiano se rige ahora por la ley del amor y no podrá hacer nada que dañe a Dios o a su prójimo. Aparte de esto, todos los mandamientos, salvo el cuarto, se repiten en las epístolas como vigentes para el cristiano. Pero cuando el creyente cumple alguno de ellos, como no matar o no hurtar, no lo hace obedeciendo la ley del Sinaí, sino la de Cristo. Cuando hay un cambio de legislación en un país, el nuevo código de leyes rige y el anterior es abolido. Si alguna de esas leyes se repite en el nuevo, los ciudadanos han de cumplirlas, no en virtud del código abolido, sino del nuevo vigente. La tabla muestra como todos los mandamientos, excepto el cuarto, se repiten como válidos para el cristiano. Incluimos no sólo mandamientos apostólicos directos, sino también condenas a prácticas inmorales prohibidas por el Decálogo. Notemos que no sólo el Nuevo Testamento no incluye ningún mandamiento directo al cristiano para guardar el día de reposo, sino que a pesar de que hay condenas a los homicidas, fornicarios o avaros, no hay ninguna a los quebrantadores del día de reposo. Claramente, ese mandamiento no se ha mantenido vigente en el nuevo código que rige la vida del cristiano en el nuevo pacto. Mandamiento Citas en el AT Citas en el NT Ex. 20:3; Lv. 19:4; Dt. 5:7 1. No tendrás dioses ajenos delante de mí 2. No te harás imagen Ex. 20:4; 34:17; Lv. 19:4; Dt. 4:15-18; 5:8; 27:15 3. No tomarás el nombre de Ex. 20:7; Lv. 19:12; Dt. Jehová tu Dios en vano 5:11; Is. 56:2ss; 58:13s Mt. 4:10; 6:24; 1 Co. 5:11; 6:9s; 10:7,14; Gá. 5:20; Col. 3:5; 1 Jn. 5:21; Ap. 9:20; 14:7; 21:8; 22:15 Jn. 1:18; 4:24; Hch. 15:20; 17:29s; Ro. 1:23; 1 Ti. 6:16 Mt. 5:33; 6:9; 12:36; Ro. 2:24; 1 Ti. 6:1; Stg. 2:7 2

3 4. Acuérdate del día de Ex. 20:8; 31:14; 35:2; reposo Dt. 5:12 5. Honra a tu padre y a tu Ex. 20:12; Dt. 5:16; 27:16 madre 6. No matarás Ex. 20:13; Lv. 24:17; Dt. 5:17 7. No cometerás adulterio Ex. 20:14; Lv. 20:10; Dt. 5:18 8. No hurtarás Ex. 20:15; Lv. 19:11; Dt. 5:19 9. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio Mt. 15:4; 19:19; Ro. 1:30; Ef. 6:2s; Col. 3:20; 1 Ti. 5:4 Mt. 5:21; 19:18; Ro. 13:9; Stg. 2:11; 1 P. 4:15; 1 Jn. 3:15; Ap. 9:21 Mt. 5:27; 19:18; Lc. 16:18; Ro. 7:3; 13:9; 1 Co. 6:9s,18; Gá. 5:19; He. 13:4; Stg. 2:11 Mt. 19:18; Ro. 13:9; 1 Co. 6:10; Ef. 4:28; 1 P. 4:15; Ap. 9:21 Ex. 20:16; 23:1; Dt. 5:20 Mt. 19:18; Ro. 13:9; Ef. 4:25; Col. 3:9; 1 Ti. 3:11; Tit. 3:2; Ap. 21:8; 22: No codiciarás Ex. 20:17; Dt. 5:21 Lc. 12:15; Ro. 7:7; 13:9; 1 Co. 6:10; Gá. 5:19; Ef. 5:3,5; 1 Ti. 6:10; He. 13:5 El cuarto mandamiento El día de reposo en Israel La base que Dios da a Israel para guardar el Sábado está en el relato de la Creación, donde vemos a Dios descansar y santificar el día séptimo (Gn. 2:2s; Ex. 20:11; 31:16s). Pero además, el día de reposo tenía dos características que lo hacían exclusivo de la nación de Israel: 1. Había de ser un recordatorio de su liberación de Egipto, lo cual vinculaba este mandamiento con Israel y con ninguna otra nación (Dt. 5:15). 2. Al igual que el pacto con Noé tuvo por señal el arco iris (Gn. 9:13) y que el pacto con Abraham tuvo por señal la circuncisión (17:10), el pacto en el Sinaí tuvo al día de reposo como señal entre Dios e Israel (Ex. 31:16s). Era así el símbolo de la fidelidad del pueblo al pacto de Dios. Que para los judíos el guardar el día séptimo era algo nuevo, pues ni sus padres ni los egipcios lo habían guardado, se ve en cómo lo quebrantaron al principio por la costumbre de trabajar en él (Ex. 16:22-30). Los judíos tenían que guardar cada siete días uno. Siete semanas después de la Pascua guardaban el día 50 y tenían fiesta, Pentecostés. Cada año, el séptimo mes era algo especial en Israel: el día primero empezaba la fiesta de las trompetas; el día diez, la fiesta más grande, la expiación; el día 15, las cabañas, etc. Cada siete años, había el año sabático. Cada siete veces siete años, tenían el año del jubileo. Puede decirse que toda la vida nacional del pueblo israelita estaba ligada al número siete. Jesús y el Sábado Los tres años del ministerio terrenal del Señor coinciden con el final del antiguo pacto y el comienzo del nuevo. Fue un periodo de transición en el que la enseñanza de Jesús podría vincularse a un pacto o al otro. Además, debemos notar el hecho de que Jesús, como judío que 3

4 era, estaba bajo la ley y por tanto bajo la obligación de guardar el sábado, al igual que el resto de mandamientos y ordenanzas que la ley prescribía. La primera mención al día de reposo en la vida de Jesús fue cuando entró en la sinagoga de Nazaret y anunció liberación a los afligidos (Lc. 4:16ss). A continuación, Jesús desciende a Capernaum y realiza varias sanaciones en sábado (4:31-41). A partir de entonces, serían varias las ocasiones en que Jesús sanaría en sábado (Lc. 13:10-16; 14:1-6; Jn. 5:1-18; 7:21-24; 9:1-14). Eso provocó varios enfrentamientos con los religiosos de su tiempo, que incluso querían impedir que se sanase en sábado (Lc. 13:14). Consideraban la sanación un trabajo y perseguían a Jesús por quebrantar la ley, pues acostumbraba a sanar el día de reposo (Jn. 5:16-18). Por qué actuaba así Jesús? No debía cumplir en todo la ley y no quebrantarla? Para Jesús, si el sábado recordaba la liberación de Egipto, era el día ideal para liberar a los oprimidos por el pecado, la enfermedad y Satanás (Lc. 13:16). Jesús afeó la hipocresía de los fariseos al quedarse sólo en la superficie del significado del día de reposo. Siendo Jesús Señor del día de reposo (Mt. 12:8) podía enseñar cuál era su verdadero significado: 1. Que fue hecho por causa del hombre y no al revés (Mr. 2:27). 2. Que era lícito hacer el bien en sábado (Mt. 12:12). El Sábado en el libro de los Hechos Hay varias menciones al día de reposo en el libro de Hechos, y todas ellas referidas a reuniones de los judíos en sus sinagogas, a las cuales asistía Pablo para predicarles el Evangelio (13:14,42,44; 16:13; 17:2; 18:4). Sin embargo, la evidencia bíblica muestra que, aunque en un principio los discípulos se reunían todos los días de la semana (2:46), luego toda mención a sus reuniones se centra sólo en el primer día de la semana, el domingo (20:7), pues fue el día en que resucitó Jesús. Acerca de si lo hacían también el sábado no hay ninguna evidencia bíblica. Santiago, líder en la iglesia de Jerusalén, informa de que los judíos eran celosos de la ley y que la mentira que se esparcía acerca de Pablo no era que enseñase a los gentiles a no guardar la ley de Moisés, lo cual era cierto, sino que lo enseñaba a los judíos, lo cual no lo era (21:19-20). El Sábado en las epístolas El Sábado no es un tema que se toque mucho en las epístolas. No hay una sola exhortación a guardarlo, como en cambio sí las hay acerca de los demás mandamientos. Pablo sí confirma que los primeros creyentes se reunían para celebrar su culto el primer día de la semana y no el séptimo (1 Co. 16:2). En cuanto a la conveniencia o no de guardar el Sábado, Pablo hace tres referencias explícitas al tema en tres de sus cartas: Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente (Ro. 14:5-6). Por esta cita está claro que Pablo no consideraba obligatorio para el cristiano guardar el sábado y que lo dejaba a la libertad de cada creyente. El que algunos procuraran imponer guardar un determinado día de la semana al creyente era precisamente a lo que se oponía Pablo, pues atacaba la libertad cristiana (Col. 2:16-17). Los días de fiesta se celebran anualmente; las lunas nueva mensualmente; y los días de reposo 4

5 semanalmente (cp. 1 Cr. 23:31; 2 Cr. 2:4; Ez. 45:17). Para Pablo, todas estas ordenanzas levíticas eran sombra de lo que ha de venir. Del mismo modo, les dice a los Gálatas que guardar el sábado (o cualquier otro día) era volver a ser esclavo de los débiles y pobres rudimentos (Gá. 4:9-11). La sustancia de lo cual aquellos rudimentos no eran sino una sombra es Cristo mismo. La cáscara de la nuez pertenecía al viejo pacto, mientras el corazón se mantenía en el nuevo. En concreto, para el reposo era Cristo quien había traído verdadero descanso. El verdadero reposo Notemos que en contraste con los demás días de la creación, de los cuales se dice que tuvieron tarde y mañana, del séptimo día no se menciona su duración, como si no tuviera fin. Esto significa que la tarea creadora de Dios cesó el sexto día (He. 4:3-4). El clímax de la creación no fue por tanto la creación del hombre, sino ese séptimo día en el que Dios descansó. El Edén era un lugar donde el hombre fue puesto para trabajar, pero era un trabajo agradable y donde también había reposo, pues el hombre disfrutaba de la comunión con Dios. Pero el pecado trastocó este escenario idílico y convirtió el trabajo en algo fatigoso. Sin embargo Dios tenía un reposo preparado como parte de su plan de redención. Este reposo aparece prefigurado de dos maneras: la primera mediante el cuarto mandamiento. La segunda con la tierra de Canaán, el lugar donde Dios prometió reposo a Israel (Dt. 12:9s). Pero este reposo no era el definitivo que Dios tenía preparado (He. 4:8), sino que fue dado para preparar el corazón de Israel, anunciando el verdadero descanso espiritual que prometería dar siglos después Jesús (Mt. 11:28s). Este descanso que Jesús ofrece se puede empezar a disfrutar aquí y ahora, pero aun no es total. Todavía queda un reposo para el pueblo de Dios (He. 4:9). Este reposo que Dios da será total en los nuevos cielos y la nueva tierra. Será entonces cuando el pueblo de Dios podrá trabajar para Él, libre ya de la maldición del pecado sobre el trabajo (Ap. 22:3) y podrá descansar para siempre en un reposo sin fin, del que el séptimo día de la creación era un tipo. Será el Edén restaurado y allí reposaremos de nuestras obras (He. 4:10; Ap. 14:13). Conclusión Lo que hemos aprendido de este estudio es que la instrucción de guardar el día de reposo era una ordenanza propia del antiguo pacto, sin validez bajo el nuevo. Los cristianos no tenemos que guardar el sábado, como hacían los judíos, pero tampoco debemos imponer el domingo como nuevo día de reposo, porque en la Biblia no hay ninguna instrucción acerca de un cambio de día para el creyente. Ni hay mandamiento para que el creyente guarde el sábado, ni lo hay para que lo haga el domingo. Debemos recordar nuevamente aquí que la ley es un bloque completo, del que no podemos sacar unas partes que nos conviene guardar y otras no. Pablo advierte a todo aquel que quisiese guardar sólo un punto de la ley (en ese caso, la circuncisión) que está obligado a guardar toda la ley (Gá. 5:3). Y esto es así porque, como Santiago avisa muy claramente al respecto, cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos (Stg. 2:1). Por tanto, si alguien quisiera guardar el Sábado (o imponerlo a otros para que lo guarden), debería escuchar las advertencias apostólicas y guardar toda la ley, lo cual sería lo mismo que caer de la gracia (Gá. 5:4). 5

6 Finalizaremos este estudio diciendo que de este cuarto mandamiento el creyente debe sacar dos enseñanzas principales. La primera ya la hemos visto: queda un reposo para el pueblo de Dios. Pero añadamos que la experiencia de los israelitas en el desierto ha de ser una advertencia para no confiarnos y quedar también excluidos de ese reposo final de Dios, por lo que debemos probarnos si realmente hemos creído con fe mientras aun haya un hoy (He. 3:7-15). En segundo lugar, el creyente ya no debe hacer diferencias entre días para el Señor y días para él, pues debe reconocer que como su Señor, todos los días han de ser para Dios. No pensemos por tanto que guardando un día para el Señor a la semana, el resto queda para nuestra entera disposición y disfrute, sin que tengamos que dar cuenta de lo que hagamos en ellos a Dios. Como administradores suyos debemos usar todo el tiempo del que disponemos para la gloria de Dios (Ef. 5:16). Dios descansó de crear el día séptimo pero no dejó de trabajar, pues no dejó de salvar ni de hacer el bien, como tampoco Cristo lo hizo durante todo su ministerio (Jn. 5:17). Nosotros igualmente no dejemos pues de trabajar para Dios mientras tanto dure el día (Jn. 9:4). Bibliografía BIGG, Derek. En busca de la verdad. Barcelona, Andamio, FERNÁNDEZ Suárez, Domingo. El cristiano y la ley. Cuba, La aurora, Madrid, de 30 Noviembre,