LA ÉTICA DE KANT 1.Kant y la Ilustración: autónoma heteronomía universal 2. La crítica de Kant a las éticas precedentes (materiales): materiales

Transcripción

1 LA ÉTICA DE KANT 1.Kant y la Ilustración: Kant puede ser considerado como el máximo representante de la Ilustración, no sólo alemana, sino europea, pues él mejor que nadie supo sintetizar su espíritu en una pequeña obra llamada Qué es la Ilustración? (1874). En ella afirma: La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. ( ) Sapere aude! Ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la Ilustración. De acuerdo con este espíritu ilustrado, Kant quiso formular una ética autónoma. Autonomía, que es lo mismo que libertad, significa la capacidad para actuar de acuerdo con lo que la razón nos dicta, con independencia de cualquier factor ajeno a ella: la autoridad social o religiosa, o bien los impulsos, motivaciones o inclinaciones sensibles. Por tanto, alguien libre no es quien no tiene normas sino quien obedece a las normas que dicta su propia razón: esta sería la persona autónoma. Lo contrario de la autonomía es la heteronomía. La persona cuyos actos son heterónomos no es libre, pues actúa no según lo que se razón le dice, sino según lo que dicta la sociedad, la religión o sus propios impulsos o inclinaciones sensibles (siempre y cuando todos estos dictados sean contrarios a lo que la razón dictamina). Kant pensaba, además, que sólo una ética fundada en la razón podría ser universal, pues la razón es lo que todos los seres humanos compartimos. La idea de una ética universal procupó tanto a Kant que le llevó a defender, en una obra llamada La paz perpetua, la existencia de una federación que se ocupara de conseguir la coexistencia pacífica entre las distintas naciones. Con ello, Kant estaba pensando en un precedente de lo que es la actual ONU. Todo esto es muy importante porque sólo si admitimos que hay una razón común a todos los seres humanos y que puede haber una ética fundada en esa razón común, válida para todos, será posible resolver los problemas por vía pacífica y racional, mediante el diálogo. La negación de esto supone admitir que la única vía para solucionar los conflictos es la de la fuerza, la violencia y, por tanto, la ley del más fuerte. 2. La crítica de Kant a las éticas precedentes (materiales): Por todo ello, la ética de Kant es distinta a todas las éticas precedentes, a las que el filósofo llamó éticas materiales. Las llama así porque son éticas con contenido. Son éticas con contenido porque señalan una jerarquía de bienes, de cosas buenas para el hombre y en esa jerarquía establecen un

2 bien supremo: la felicidad (entendida como placer, como autorrealización, etc.). Además, son éticas con contenido porque nos dicen cómo debemos actuar, qué debemos hacer para alcanzar esos bienes; en definitiva, nos dicen cómo hemos de vivir para ser felices (por ello, las hemos llamado éticas de la felicidad). La ética de Kant no nos dice nada de esto porque es una ética formal, es decir, sin contenido. ÉTICAS MATERIALES ÉTICA FORMAL -(Éticas con contenido) - (Ética sin contenido) - Bien Supremo: felicidad - Bien supremo: buena voluntad - Sus imperativos son hipotéticos: - Su imperativo es categórico: no son universales, ni necesarios. es universal y necesario. - Éticas heterónomas (su fundamento - Ética autónoma (su fundamento no se halla en la razón) se halla en la razón) Las éticas materiales, puesto que son éticas que proponen un bien supremo para el hombre, la felicidad, establecen unos imperativos que Kant denomina imperativos hipotéticos. Un imperativo hipotético es un imperativo que tiene la forma de un condicional: si quieres A, haz B. El defecto que presentan para Kant estos imperativos es que son medios para conseguir un fin y, por tanto, su validez está condicionada a la aceptación de dicho fin, por lo que no son imperativos universales ni necesarios (porque qué pasa si yo no quiero ese fin, si yo no quiero A?). Por el contrario, el imperativo categórico categórico de la ética kantiana no está condicionado a nada, su validez es universal y necesaria (y recordemos que el objetivo de Kant es formular una ética universal). Sin embargo, el defecto más grave que veía Kant en las éticas precedentes, es que todas ellas son heterónomas, es decir, su fundamento no está en la razón, sino en algo ajeno a ella, como puede ser la inclinación que todos los seres humanos tenemos a ser felices. Por ello, la ética que Kant propone es una ética autónoma, es decir, fundada en la razón, porque sólo una ética así puede ser una ética universal. 3. EL concepto de buena voluntad : Para Kant, todo lo que las éticas precedentes, o éticas materiales, han considerado bueno (el placer, la

3 inteligencia, las virtudes del carácter, como la valentía, la felicidad ) no puede ser considerado bueno sin restricciones, incondicionalmente, de forma absoluta. Lo único en el mundo que para Kant puede ser considerado bueno sin restricciones, de forma absoluta e incondicional es la buena voluntad. Kant aclara este concepto acudiendo a la noción de deber. Por ello, realiza una clasificación de acciones en función de su relación con el deber: a/ Acciones contrarias al deber: como agredir a alguien, mentir, incumplir una promesa Éstas acciones son claramente inmorales. b/ Acciones conformes al deber, aunque los móviles de la accion sean impulsos o inclinaciones sensibles más o menos egoistas: ejemplo del comerciante que actúa correctamente, movido por el egoismo o el de alguien que ayuda a los demás por simpatía, porque le da pena. Estas acciones son correctas, pero son meramente legales, no son propiamente acciones morales. c/ Acciones por deber, es decir, aquellas que se hacen por respeto al deber, sin ninguna otra consideración más o menos egoista. Estas son las acciones propiamente morales para Kant. Por tanto, la buena voluntad consiste en actuar no sólo conforme al deber aunque los móviles de la acción sean inclinaciones sensibles( las acciones conforme al deber serían correctas, pero nos moveríamos sólo en el ámbito de la legalidad), sino en realizar lo que es justo sólo porque es moralmente correcto y, por tanto, se actúa por respeto al deber mismo sin ninguna otra considereción (este sería el ámbito de la moralidad). Con todo ello, Kant está situando la clave de la moralidad en la interioridad del ser humano, porque sólo uno mismo puede llegar a saber cuál ha sido el móvil de su acción, cual fue su intención cuando hizo lo que hizo. Por ello, a la ética de Kant se la llama también ética de las intenciones. 4. Las formulaciones del imperativo categórico: El deber es la expresión de la ley moral que se nos aparece siempre en forma de imperativo, es decir, de mandato. Este imperativo ya hemos dicho que es un imperativo categórico. La primera formulación del imperativo categórico tiene un carácter totalmente formal y dice así: Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal. Lo que Kant nos está diciendo es que hagamos lo que hagamos, pensemos primero si nos gustaría que todos hiciesen lo mismo. Este imperativo es formal porque no nos señala concretamente qué es lo que debemos hacer (recordemos que formal significa vacío de

4 contenido ), sino hagamos lo que hagamos, cuál es la forma que deben adoptar nuestras máximas: la universalidad propia de una ley. Algunos autores han criticado el carácter excesivamente formal de la ética kantiana, ya que no prescribe nada concreto, ni considera nada concreto como bueno o malo y, por ello mismo sería una ética peligrosa, porque qué ocurriría en el caso de un terrorista que mata por deber y que no tiene ningún problema en universalizar la máxima de su acción o en el caso de un nihilista que no tuviese problema en universalizar el asesinato? [leer el texto de Hospers] Sin embargo, las críticas que le han hecho a Kant son infundadas, como veremos. Las críticas que se le han hecho a Kant son infundadas, primero, porque tanto en los casos señalados en el texto de Hospers, como en el caso del nihilista, se trataría de comportamientos irracionales que caerían fuera de la ética de Kant. Además, y lo que es más importante, estas críticas al carácter formal de la ética kantiana no se sostienen porque olvidan la segunda formulación del imperativo categórico, que es la formulación fundamental y dice así: Obra de tal modo que uses tu humanidad tanto en tu persona como en la persona de otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solamente como un medio. Esta segunda formulación tiene también un carácter formal, porque no nos dice tampoco qué es lo que debemos hacer concretamente; sin embargo, es menos formal que la primera formulación porque en ella aparece la consideración del ser humano como fin en sí mismo y no sólo como un medio. Hay, según esta formulación, algo en el mundo, los seres humanos, que tiene valor absoluto y no sólo valor como medio. Los otros seres, las cosas, por ejemplo, unas tijeras, tienen un valor para nosotros como medios, de modo que cuando, por ejemplo, unas tijeras ya no sirven, las tiramos. Los seres humanos también valemos como medios, pero Kant afirma que además tenemos, en tanto que seres racionales, un valor absoluto y, por tanto, el ser humano no debe ser tratado sólo como un objeto, sino como un fin en si mismo. El ser humano es digno de respeto, posee dignidad y no solamente precio. Esta segunda formulación se considera fundamental porque es el fundamento de la primera formulación ya que lo único que puede determinar a un hombre a obrar de tal manera que las máximas de su acción sean concebibles como leyes universales es la representación de sí mismo y de los demás como fines en si mismos y no sólo como medios; de otro modo, nada me impediría, si trato al otro como un simple medio, utilizarle, manipularle, mentirle, etc. aunque no me guste que lo hagan

5 conmigo. 5. Kant y los Derechos Humanos: La razón por la cual los seres humanos poseen un valor absoluto, la razón de su dignidad, está en la capacidad que tenemos de darnos normas autopropuestas racionalmente, es decir, radica en la autonomía de la voluntad. El reconocimiento de la dignidad intrínseca de todo ser humano, independientemente de la raza, el sexo, nacionalidad, creencias, etc., está en la base de todas las declaraciones de derechos humanos, en las que se reconoce que todos los hombres nacemos libres e iguales en dignidad y derechos.