Cuestión nº 4: Modernismo y 98

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1 Cuestión nº 4: Modernismo y 98 I - EL MODERNISMO El modernismo es una actitud artística y movimiento literario emparentado con los del resto de Europa: art nouveau, modern style, secession, etc. El Modernismo se inicia en Hispanoamérica, alentado por la figura fundamental de Rubén Darío. Se considera la variante hispánica del simbolismo y el parnasianismo franceses. Características generales del Modernismo: - Empleo preferente del verso, libertad estrófica. - Gusto por el impresionismo, lo esotérico y el subjetivismo. - Sensualismo. Gusto por lo formal en detrimento de lo conceptual - Su ideal es la belleza. Lenguaje retórico y artificioso. - Recreación de mundos paganos, la antigüedad clásica. Evasión. En su proceso de formación influyeron decisivamente dos movimientos artísticos de origen francés. El Parnasianismo (retorno de temas mitológicos y antigüedad greco-latina) y el Simbolismo (atribución de significados subjetivos a colores, formas, seres, etc.) El auge del modernismo fue breve y puede considerarse acabado hacia 1915, pero su importancia fue decisiva para la evolución de la poesía española pues supuso una renovación total. El modernismo fue, sobre todo, un movimiento poético, aunque también se cultivó la novela, el cuento y el teatro. En cuanto a los temas se distinguen dos líneas principales, la que trata de asuntos del pasado o exóticos y la que da lugar a la expresión de la intimidad del poeta y en ambos es perceptible la huella del Romanticismo. La primera, la línea escapista es la más representativa, los ámbitos en que se refugia el poeta modernista en busca de la belleza son lugares exóticos y épocas antiguas. Se construyen palacios, jardines, pagodas, como si fueran decorados por los que desfilan caballeros, princesas, guerreros legendarios, cisnes, ninfas y centauros. No hay límite geográfico, Japón o París, Chile o Grecia tienen cabida en el poema si permite la ambientación de algo hermoso. El erotismo y las conductas amorales aparecen con frecuencia, como muestra del espíritu rebelde y antiburgués que late en el fondo de la actitud modernista. La línea intimista trasluce el malestar del poeta con lo que le rodea. El amor y el mundo son vistos con ojos melancólicos. Hay un deseo de plenitud que resulta irrealizable. En los poemas esta nostalgia y desasosiego se enmarcan en paisajes otoñales o despoblados, jardines crepusculares (el atardecer), de clara raíz romántica. Los poetas modernistas explotan todas las posibilidades del idioma en buscar la hermosura. El color es fundamental y la adjetivación cromática recorre todas las gamas. El poeta modernista se sirve de un léxico muy rico (neologismos, cultismo, etc.) para crear sonoridad. La musicalidad del verso es otro instrumento que se acomoda a los temas y palabras. Se encuentran al frente de las composiciones. El sentido musical viene dado por la habilidad en el uso de la métrica. Los modernistas se inclinan por el alejandrino, dodecasílabo o eneasílabo, poco usadas hasta entonces. Los cuidados esquemas acentuales proporcionan el ritmo musical al poema. 1

2 En España se puede considerar como propulsor del movimiento a Salvador Rueda. Pero las figuras más importantes de la poesía modernista son, además del nicaragüense Rubén Darío, Antonio Machado, y Juan Ramón Jiménez. Aunque ambos evolucionarán alejándose del modernismo. En estos dos autores y algún otro como Manuel Machado (Alma, 1900) y Eduardo Marquina, la poesía adquiere un tono más intimista y se expresa con modos más cercanos al simbolismo. En cuanto a la narrativa y al teatro hemos de destacar las Sonatas de Valle Inclán, y en la corriente denominada teatro político la obra de Eduardo Marquina, Las hijas del Cid. II - LA GENERACIÓN DEL 98 La Generación del 98 es un heterogéneo grupo de escritores que se planteó una reflexión histórica sobre España, de la misma manera que otros países lo hicieron. Conserva aspectos modernistas significativos (como la renovación del lenguaje, la descripción impresionista, la evocación nostálgica y la idealización del paisaje); también reacciona contra el estilo vulgar del Realismo. No obstante, recoge la herencia del Naturalismo (sobre todo Baroja) en la línea del movimiento llamado Regeneracionismo: Parten de la rebeldía y el inconformismo. Muestran, en política, desconfianza hacia un pueblo que no consideran formado desde postulados, en sus comienzos, de izquierda radical. Su visión de España se concreta en el paisaje de Castilla, que se convierte en eje de su vertebración del país por un lado, y en el símbolo subjetivo que encierra el alma española. a) La nómina de escritores la forman los integrantes del llamado grupo de los tres, Azorín, Baroja y Maeztu, a los que se añade Unamuno. En 1905 siguen ya caminos individuales. Por su actitud marcadamente regeneracionista y progresista y su protagonismo en la vida política y cultural, se suele incluir a Ramón Mª del Valle-Inclán y a Antonio Machado en la nómina del grupo del 98. Su literatura se caracteriza por el subjetivismo, una sintaxis sincopada, impresionista, por el influjo del expresionismo, la recuperación de un léxico terruñero, patrio, la palabra ajustada y propia, la incorporación definitiva del tema de España como problema o como simple contemplación y la preocupación, sobre todo en la segunda etapa de estros escritores, por los problemas existenciales y religiosos. b) Etapas y temas. La juventud del 98 La ruptura con el realismo del XIX va unida a las inquietudes modernistas y a la crisis de fin de siglo. En 1902, destacables por su novedad artística, se publican cuatro novelas fundamentales: La voluntad de Azorín, Amor y pedagogía de Unamuno, Camino de perfección de Baroja y Sonata de otoño de Valle: las cuatro representan la ruptura con la novela realista. Se caracterizan por: El subjetivismo: ya no es la reproducción de la realidad, sino su reflejo en el individuo y los procesos que desencadena en la conciencia. La realidad se "tiñe" de sensibilidad personal. Una clara preocupación artística: Los cuatro autores afrontan el relato como arte, con el propósito de renovar el estilo y las técnicas de la novela. La madurez del 98 Hacia 1910, cada autor ha desarrollado una fuerte personalidad, y su estética y sus ideas políticas son muy diferentes. Se configura en estos años lo que se ha llamado "mentalidad del 98": notas comunes a todos ellos en mayor o menor medida son: 2

3 Entronque con las corrientes irracionalistas europeas (Nietzsche, Schopenhauer, Kierkegaard ). Puede hablarse, en este sentido de neorromanticismo. La preocupación existencial. (Unamuno: San Manuel Bueno, mártir) en la línea de la literatura renovadora europea (Kafka, Proust, Joyce, los escritores católicos franceses ). Clásicos interrogantes sobre el sentido de la vida, el destino del hombre, etc. El tema de España. Se trata desde un punto de vista totalmente subjetivo, pues proyectan sobre la realidad española los anhelos y angustias íntimos. Si en su juventud lo trataron en el terreno económico y social, en esta segunda etapa lo tratan en el plano de los valores, las ideas y las creencias: una respuesta abstracta y filosófica a los problemas concretos y prácticos de la situación de España. c) Estilo. Repudiaron el prosaísmo de la generación anterior, realismo y naturalismo. Presentan novedades estilísticas: voluntad de ir a las ideas, al fondo; voluntad, pues, conceptual. Sobriedad, voluntad antirretórica. Gusto por las palabras tradicionales y terruñeras. Azorín hablaba del deber de "ensanchar el idioma"; se rescata el léxico de los pueblos o palabras clásicas. El subjetivismo provoca un acentuado lirismo que desvela el sentir personal de los autores. Fijan el ensayo moderno; renuevan profundamente la novela, que se abre a las vanguardias, expresionismo, impresionismo, novela de ideas, de sensaciones, de pinceladas emocionales; su teatro es apenas renovador, si exceptuamos a Valle. III - AUTORES Y OBRAS MÁS IMPORTANTES DEL MODERISMO Y LA GENERACIÓN DEL 98 Rubén Darío ( ) Tras unos primeros balbuceos de corte romántico, escribe su primer libro modernista en 1888: Azul, mezcla de prosa y verso. Le sigue Prosas profanas (1896), de tema amoroso. En Cantos de vida y esperanza (1905) se atenúan los rasgos modernistas, dirigiéndose hacia una mayor reflexión existencial, cívica y patriótica en el ámbito hispánico ("A Roosevelt"), afirmando lo hispánico sobre lo anglosajón proveniente de los EE.UU. Antonio Machado ( ) Desde unos inicios modernistas, como Valle, donde destaca su poemario Soledades (1903), Soledades, Galerías y Otros poemas (1907) obra intimista donde el simbolismo (paisaje, fuente, tarde, viaje, noria, etc.) sustenta la concepción de su poesía, Machado evoluciona ideológicamente, pero también desde un punto de vista estético a una obra de mayor compromiso social y político. Campos de Castilla (1912) significa un hito importante en su poesía y en la española en general, y donde Machado abandona el simbolismo derivando hacia un tono más reflexivo sobre una nueva España, la historia y su propia intimidad. También cultivó el ensayo, donde destacamos Juan de Mairena (1936) 3

4 Juan Ramón Jiménez ( ) Juan Ramón abre el camino para una nueva forma de entender la poesía, desnuda de cualquier sentimentalismo e imperfección. Renovó el panorama poético de principios de siglo y se convirtió más adelante en el maestro de la generación del 27. Su trayectoria poética se suele dividir en tres etapas: sensitiva, intelectual y suficiente o verdadera. Solo la primera es modernista. - Sensitiva (hasta 1916) En esta etapa, marcada por la influencia de Bécquer, el simbolismo y el modernismo de Rubén Darío, predominan las descripciones del paisaje como reflejo del alma del poeta, los parques otoñales y los jardines al atardecer, los sentimientos vagos, la melancolía, la tristeza, la música. Pertenecen a esta etapa: Arias tristes (1903) y La soledad sonora (1911) - Intelectual ( ) El mar es el motivo central: simboliza la vida, la soledad, el gozo, el eterno tiempo presente. Etapa de depuración poética en la que suprime la musicalidad y el adorno modernista para centrarse en lo puro y esencial. Destacamos Diario de un poeta recién casado (1916) y Piedra y Cielo (1917). - Suficiente o Verdadera ( ) Durante el exilio, Juan Ramón se repliega sobre sí mismo en busca de la belleza y la perfección. Su ansia de trascendencia lo lleva a identificarse con dios. Destacamos Animal de fondo y Dios deseado y deseante ( ). Miguel de Unamuno ( ) Su obra pervive por los temas que trató: la angustia existencial y religiosa, la búsqueda de un sentido a la vida, con un estilo lleno de paradojas, contradicciones y dudas y el problema de España. Sus ideas filosóficas las expuso en una dilatada obra ensayística, de la que señalamos algunos títulos: En torno al casticismo (1895), Vida de don Quijote y Sancho (1905), Del sentimiento trágico de la vida (1912) y La agonía del cristianismo (1925). En poesía destaca su estremecedor poema Cristo de Velázquez. En teatro, las dudas y conflictos del alma humana, en La esfinge y en Fedra o El otro. Sus novelas son tan innovadoras que él mismo las llamaba "nivolas"; recogen igualmente las preocupaciones, temas y obsesiones del pensador Unamuno. Destacan Paz en la guerra (1897) sobre las guerras carlistas, Amor y pedagogía (1902), caricatura de un modelo de educación, Niebla (1914), sin duda su mejor novela, de carácter genuinamente existencial sobre la identidad del ser humano. De 1930 es San Manuel Bueno, mártir. Pío Baroja ( ) Hombre de talante solitario y amargado. Él mismo se incluye entre quienes están enfermos por tener más sensibilidad de la necesaria. Es pesimista sobre el hombre y el mundo, aunque puede sentir ternura por los desvalidos o marginados. Sus novelas muestran un pesimismo existencial y un absoluto escepticismo religioso (se confesaba "dogmatófago"). Para Baroja, el mundo carece de sentido, la vida es absurda y no alberga ninguna confianza en el hombre: "Por instinto y por experiencia, creo que el hombre es un animal dañino, envidioso, cruel, pérfido, lleno de malas pasiones, sobre todo de egoísmos y vanidades" (Memorias). Hay por ello cierto hastío vital en muchos de sus personajes, desazón existencial, donde se observa la huella que le dejó la lectura de Schopenhauer, (en algunos momentos de El árbol de la ciencia (1911) se citan casi textualmente algunos párrafos del filósofo.) Su ideología política está basada en el mismo escepticismo. En su juventud tuvo contactos con el movimiento anarquista, y todavía en 1917 afirmaba que siempre había sido un liberal radical, individualista y anarquista. Su estilo es antirretórico, en la línea de todo el 98, claro, preciso, rápido de lo que resulta una prosa viva, precisa, rápida. El tono general de su obra es "agrio", adjetivo que Baroja consideraba exacto. Tiene preferencia por la frase corta, el párrafo breve, y destacan las descripciones, pinturas rápidas, hechas de pinceladas escuetas, impresionistas. Maestro del diálogo por su verismo. 4

5 Sus novelas más importantes (fue un autor prolífico: más de sesenta novelas, agrupadas muchas de ellas en trilogías) son: La casa de Aizgorri, (1900), El mayorazgo (1903) y Zalacaín el aventurero (1909), trilogía llamada Tierra vasca; La vida fantástica, compuesta por Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox (1901), Camino de Perfección (1902) y Paradox, rey (1906); La busca (1904) de la trilogía La lucha por la vida; El árbol de la ciencia (1911) de la llamada La raza; César o nada (1910) de Las ciudades; Las inquietudes de Shanti Andía (1911) de El mar. Entre 1913 y 1935, Baroja escribió una larga serie narrativa de 22 novelas bajo el título de Memorias de un hombre de acción cuyo protagonista es Eugenio de Avinareta, antepasado del autor, personaje lleno de audacia, de vida y de energía. José Martínez Ruiz, Azorín ( ) Su obra se encuentra más cerca del ensayo que de la novela. Su estilo, como el de Baroja, se caracteriza por su precisión, sencillez, el alejamiento de la retórica, el impresionismo, la frase corta, y un elevado tono lírico. Sus primeras novelas, La voluntad (1902), Antonio Azorín (1903) y Confesiones de un pequeño filósofo (1904) están protagonizadas por el mismo personaje, Antonio Azorín, alter-ego del escritor y que refleja el conflicto tan del 98 entre vitalismo y pasividad, entre acción e inacción. En sus ensayos, Los pueblos, La ruta de don Quijote describe la realidad de los últimos años del siglo XIX y recrea la historia de España. Castilla (obra que puede ser considerada como un extenso poema en prosa), muestra un exquisito gusto por la historia de nuestra literatura, y presenta temas como el paso del tiempo, la visión de España, así como preocupaciones de carácter religioso y existencial. Azorín se acercó tardíamente al teatro con poca fortuna dentro de una línea irreal y simbólica. Destacan Angelina (1930) y Lo invisible (1928), trilogía sobre el sentimiento de angustia ante la muerte. Ramiro de Maeztu ( ) Se dio a conocer con Hacia otra España (1899). El primer Maeztu es un socialista radical que sigue la senda del Regeneracionismo. En 1920, con La crisis del humanismo, ha optado por un pensamiento conservador. Le siguen Don Quijote, don Juan y la Celestina (1926) que encarna, respectivamente, el amor, el poder y la verdad, como versión de los atributos divinos. En Defensa de la Hispanidad realiza un encendido elogio de lo hispánico y de la labor humanista de España en América. Ramón María del Valle-Inclán ( ) Ramón Valle Peña nació en Vilanova de Arousa y murió en Santiago de Compostela. Figura inconfundible en la España de la época, por su excentricidad bohemia y su aspecto con melenas largas, "barbas de chivo", capa, chambergo y chalina o poncho mejicano, oculta un violento inconformismo y una entrega rigurosa al trabajo de escritor en permanente persecución de nuevas formas. Pedro Salinas lo denominó hijo pródigo del 98. Su primera etapa es la de un modernista cuyo mundo literario es su Galicia natal, sus brumas y su toque romántico. Es la época de sus Sonatas ( ) cuatro novelas tituladas con los nombres de las estaciones del año y que tienen como protagonista al Marqués de Bradomín, personaje que entronca con el dandismo, el decadentismo y que él define como "feo, católico y sentimental". De 1926 es Tirano banderas, obra deudora de su esperpento teatral y ambientada en Hispanoamérica. Con El Ruedo Ibérico el último Valle se dedicó a novelar la España de Isabel II, la Restauración y la República: La corte de los milagros (1927) y Viva mi dueño (1928). Tras las Sonatas de sus comienzos modernistas inicia una producción dramática de inmenso interés con sus Comedias bárbaras: Águila de Blasón (1907) y Romance de lobos (1908), a las que se unirá tardíamente Cara de Plata (1920): personajes extraños, violentos o tarados con pasiones de fuerza alucinante presididos por don Juan de Montenegro, hidalgo tiránico y arrebatado. Le siguen La cabeza del dragón, Voces de gesta y El embrujado, escritas entre 1909 y

6 En esta fecha capital publica cuatro obras dramáticas decisivas: Farsa italiana de la enamorada del rey, mezcla de fábula sentimental y caricatura, con personajes que son grotescas marionetas; Farsa y Licencia de la reina castiza, deformación despiadada de la corte de Isabel II; Divinas palabras, donde recrea un mundo sórdido y violento en el que las deformidades morales y sociales se presentan con un lenguaje brutal y que anuncia ya el esperpento; Luces de bohemia es la primera obra a la que Valle llama esperpento. Con esta palabra designa a aquellas obras suyas en las que lo burlesco y lo trágico se mezclan, con una estética que pretende ser "una superación del dolor y la risa". En Luces de bohemia definirá el esperpento: "Los héroes clásicos han ido a pasearse al callejón del gato, (...) Los héroes clásicos, reflejados en los espejos cóncavos, dan el esperpento. (...) Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la miserable vida de España". Distorsión y deformación, pues, de la realidad es la base del esperpento. 6