LA ORACIÓN DEL PADRE NUESTRO

Transcripción

1 LA ORACIÓN DEL PADRE NUESTRO Pienso que todos estaríamos de acuerdo en afirmar que la oración del Padre nuestro registrada en Mateo 6:9-13 y en Lucas 11:2-4, es la oración más conocida y más utilizada por el pueblo cristiano en general. Sin embargo, tenemos que decir también que esta oración ha sido habitualmente interpretada y utilizada de una manera incorrecta. Por lo general, la persona que ora el Padre Nuestro, lo hace repitiéndolo una y otra vez, de una manera mecánica y en completa contradicción al mandamiento del Señor quien dijo: Cuando oren no usen vanas repeticiones (Mateo 6:7). Así que lo primero que debemos aclarar, es que cuando el Señor nos dio este modelo de oración no tenía en mente a una persona repitiéndola siete, veintiuna o cuarenta veces, sin reflexionar en su contenido. Notemos que Él no dijo: Oren siempre con estas mismas palabras, sino: Oren de esta manera. El Padre Nuestro es un modelo, y como tal nos presenta una estructura cuidadosamente ordenada de las principales áreas que debemos cubrir en nuestra oración. En él están contemplados los aspectos concernientes a nuestra relación con Dios, y nuestra vida en general. También es conveniente aclarar, que en este modelo de oración no se encuentra todo lo que deberíamos conocer acerca de lo que es una correcta vida de oración. En Mateo 6:5-8 por ejemplo, en la enseñanza previa al Padre Nuestro, se nos presentan algunos principios importantes: - No debemos ser hipócritas en nuestra oración.

2 - No debemos orar con la intención de impresionar o llamar la atención de los demás. - Debemos orar de manera personal y en el secreto con Dios y - No debemos utilizar vanas repeticiones, como dijimos anteriormente. Vamos a estudiar detenidamente la oración modelo que el Señor nos dio, pidiéndole a Él que nos dé la sabiduría necesaria para asimilar su verdad y ponerla en práctica en nuestra vida cotidiana. En el Padre Nuestro, el Señor destaca siete elementos fundamentales que debemos tener en cuenta si hemos de orar correctamente, no solo cuando sigamos este modelo, sino en cualquier oración que elevemos al Señor. Los siete elementos de los que hablamos son los siguientes: 1. Confianza 2. Reverencia 3. Sometimiento 4. Dependencia 5. Perdón 6. Humildad 7. Adoración. Consideremos cada uno de estos aspectos: 1) CONFIANZA. Padre Nuestro, que estás en los cielos. En primer lugar se nos dice a quien debemos dirigir nuestra oración. Esto es, a Dios el Padre! No a los ángeles, ni a los santos o algún ser querido ya fallecido. La oración debe ser dirigida a nuestro Padre en los cielos.

3 Esto equivale a reconocer su grandeza y su autoridad sobre nuestras vidas. Por otro lado, el Señor Jesucristo nos enseña que al orar no debemos ver a nuestro Dios como un ser distante y extraño. Debemos acercarnos a Él con la confianza con la que un niño se acerca a un Padre que le ama. El escritor a los Hebreos nos invita: Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia. (Hebreos 4:16). Uno de los propósitos principales de la venida del Señor Jesucristo a la tierra, fue revelar a Dios como nuestro Padre que nos ama y desea tener una relación personal con cada uno de sus hijos. Sin embargo, nadie puede orar a su Padre, cuando aún no ha recibido la naturaleza de un hijo de Dios. Muchos piensan equivocadamente que todos somos hijos de Dios por el simple hecho de que Él fue quien nos creó. Es cierto que todos somos creación de Dios, pero de acuerdo con la Biblia, solamente pueden ser considerados hijos de Dios aquellos que han puesto toda su confianza en la persona y la obra de Jesucristo, reconociéndolo como su Salvador personal y el Señor de sus vidas. El creyente es un hijo de Dios por adopción. La Biblia dice en Juan 1:12: Pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les concedió el poder de convertirse en hijos de Dios (La Biblia al día). También la epístola a los Gálatas declara: Ahora somos hijos de Dios por la fe en Jesucristo (Gálatas 3:26 La Biblia al día).

4 Tal vez el mayor obstáculo que puede impedirle a una persona el llegar a conocer a Dios como Padre, es el concepto distorsionado de paternidad que haya recibido en su propio hogar. Hay padres duros, indiferentes, autoritarios, borrachos, etc. Incluso hay quienes fueron abandonados y tuvieron que crecer sin un padre. Pero Dios no es como los padres humanos imperfectos. El es un padre perfecto. Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro padre que está en los cielos es perfecto dice Mateo 5:48. Tenemos un Padre perfecto, porque nos ama, nos protege, nos perdona, nos restaura, nos corrige, etc. Es decir, ejerce de manera equilibrada y perfecta el amor y la autoridad. Finalmente, también es importante destacar la forma plural en la que encontramos esta frase inicial: Padre Nuestro. Al decir nuestro, reconocemos que otros tienen el mismo derecho y acceso a Dios que tenemos nosotros. Por lo tanto son nuestros hermanos en la fe. De manera que cuando oremos, debemos hacerlo en la consciencia de que somos parte de una gran familia: La familia de Dios. La paternidad de Dios es la base para la fraternidad humana. Ahora consideremos la segunda parte de esta sección: que estás en los cielos. Dios está en todas partes. Los cielos de los cielos no le pueden contener, como lo expresa 1 Reyes 8:27. Sin embargo, Él estableció en los cielos su trono (Salmo

5 103:19). Por lo tanto, al enseñarnos a orar de esta manera el Señor nos estaba guiando a reconocer la grandeza, la soberanía y la gloria de Dios. Reconocer que nuestro Dios está en los cielos es algo que produce una enorme confianza en nuestro interior. Significa que sus caminos son más altos que nuestros caminos y que Él está en control de absolutamente todo lo que pasa en nuestras vidas y en el mundo en general. Nuestro Dios reina! 2) REVERENCIA. Santificado sea tu nombre. Esta es una expresión de reverencia que nos ayuda a evitar una confianza excesiva. Podemos acercarnos con confianza ante su trono. Pero debemos tener cuidado de no olvidar nunca que es un trono! En él está sentado el rey del universo en gloria y majestad. Por ser nuestro Padre, nos acercamos a Dios confiadamente. Pero por ser celestial y estar sentado en su trono en los cielos, nos acercamos a Él reverentemente, santificando su nombre. El amor está presente, pero la santidad también. El nombre del Señor es Santo y no debe ser usado en vano. Lamentablemente en la actualidad hay personas que no reconocen esta verdad y se dirigen a Él de manera irreverente e irrespetuosa. Algunos usan términos como chuchito, el de arriba, o.. el duro, entre otros. Necesitamos entender que esto está muy lejos del tipo de actitud que Dios espera de aquellos que se acercan a Él en oración. Es importante aclarar también que cuando hablamos de santificar el nombre de Dios, no nos referimos a un nombre propio, sino a su carácter y su naturaleza tal como son revelados en Las Escrituras.

6 Una forma de santificar el nombre de Dios en la oración es traer a la memoria Sus nombres revelados en la Biblia, y reflexionando sobre el significado que estos tienen para nuestras vidas. 3) SOMETIMIENTO. Venga tu reino. Hágase tu voluntad. La comunión que algunas personas tienen con Dios, está limitada a presentarse delante de Él con un largo listado de peticiones personales. Pero el Señor Jesucristo nos enseñó que nuestra oración debería estar enfocada primeramente en el establecimiento del reino de Dios y el cumplimiento de su voluntad. Necesitamos aprender a hacer de la causa de Dios la primera prioridad en nuestras vidas. Primero sus intereses no los nuestros. Esta es una realidad en el cielo, y debería funcionar de la misma manera aquí en la tierra. El reino de Dios llegó a nosotros en la persona de Jesucristo (Mateo 3:2), y continúa llegando y estableciéndose en la medida en que más y más personas se someten a su autoridad. Debemos orar para que el reino de Dios se establezca en nosotros de manera personal, en nuestra familia, en nuestro barrio, nuestra ciudad, nuestro país y en el mundo en general. Esta es la parte de la oración en la que intercedemos por la salvación de todos aquellos a quienes amamos. Ahora, una deducción lógica, es que en el momento en que oramos por el establecimiento del reino de Dios, automáticamente estamos asumiendo nuestra propia condición como súbditos del reino y como tales, debemos presentarnos ante nuestro rey cada día, sometiéndonos a

7 su soberanía y prometiéndole obediencia en el cumplimiento de su voluntad. De manera que si oramos para que Él reine y nos gobierne, también deberíamos orar para que nosotros nos dejemos gobernar en todo por Él. Hágase tu voluntad es una expresión que solo puede surgir de la boca de quienes reconocen la omnisciencia de Dios. Él todo lo sabe y por eso podemos confiar en que su voluntad siempre es lo mejor. Nuestra oración nunca se debe convertir en un intento por forzar la voluntad de Dios hacia nuestros deseos e intereses personales. Debe ser siempre un intento de someter nuestra voluntad a la de Dios. Toda oración debe estar ante todo sometida a los planes, los propósitos y la gloria de Dios. Esta fue una constante en la vida de Cristo (Juan 12:28) y es el propósito principal de la vida del hombre (Isaías 43:7). Las secciones tratadas anteriormente ponen en primer lugar los intereses de Dios. Una vez que hayamos cubierto estos aspectos prioritarios en la oración, estaremos listos para presentar nuestras propias necesidades delante del Padre. 4) DEPENDENCIA. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Esta sección del Padre Nuestro nos guía a reconocer que Dios es la fuente absoluta de provisión para todas las áreas de necesidad que tiene el ser humano. Esto incluye tanto el aspecto físico, como el aspecto espiritual.

8 El término pan, es usado en la Biblia para referirse a la comida en general (Ver Génesis 3:19), y es un símbolo de la provisión de Dios para su pueblo. El maná que Dios le dio a Israel en el desierto, es el ejemplo por excelencia del pan como provisión de Dios. Recordemos que las instrucciones dadas por el Señor para aquella ocasión, indicaban que los israelitas debían recoger suficiente maná para cada día, y no almacenar sobrantes. El propósito de esto era que aprendieran a depender de Dios para la provisión de cada día. De la misma manera, el creyente debe orar por el pan de cada día. No hay mejor manera de evitar la ansiedad del mañana, que encomendando nuestras necesidades a Dios hoy. Además, este es un medio divino para librarnos de los peligros de la riqueza y la pobreza (Ver Proverbios 30:8-9). Aprendamos entonces a no pasar un solo día sin oración, como no podemos pasarlo sin alimento. Notemos también que se nos enseña a orar por el pan nuestro. Esto nos recuerda nuevamente, que no debemos ser egoístas en nuestra oración. El creyente no debe pensar solamente en su provisión y su bienestar, sino también en el bienestar de su prójimo, alimentando en su corazón siempre la disposición a compartir con otros los favores recibidos por la gracia de Dios. Por otro lado, la vida humana no se sustenta solo del pan físico. Necesita también la provisión espiritual de la Palabra de Dios. No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios, declaró el Señor Jesucristo en su confrontación al enemigo en el desierto (Ver Mateo 4:4).

9 Sin embargo, en este aspecto espiritual no es suficiente orar pidiendo el pan. Necesitamos aprender a acudir a la palabra de Dios para estudiarla, meditar en ella y ponerla en práctica en nuestra vida cotidiana. No es correcto orar por el pan de la Palabra de Dios, cuando no tenemos el hábito de acudir a ella para buscar la dirección divina. 5) PERDÓN. y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Aquí encontramos otra de las necesidades permanentes del ser humano: La necesidad del perdón de Dios. Ninguna oración estaría completa sin este elemento. Las deudas mencionadas aquí, son traducidas en Lucas 11:4 como pecados. De manera que el contexto nos está hablando de nuestras deudas espirituales. El ser humano está en deuda con Dios porque permanentemente esta quebrantado sus mandamientos. Además, es importante notar que están ligados entre sí el recibir perdón de Dios, con nuestra disposición de perdonar también a otros. Como el apóstol Pablo le escribió a los Colosenses: Un corazón benigno siempre es perdonador. No guarda ningún rencor. Así como el Señor nos perdonó, estamos nosotros en el deber de perdonar a quienes nos han causado alguna ofensa o algún mal. Y esto es algo por lo que debemos orar a diario (Ver Colosenses 3:13).

10 6) HUMILDAD. No nos metas en tentación. Líbranos del mal. De acuerdo con la Biblia, Dios no tienta a nadie (Santiago 1:13), pero si puede permitir que su pueblo sea puesto a prueba como ocurrió en el caso de Pedro y los discípulos. Leemos en Lucas 22:31-32: Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Los discípulos fueron zarandeados porque Dios así lo permitió. En este aspecto de la oración, lo que hacemos es expresar nuestra incapacidad de resistir las tentaciones o las pruebas en nuestras propias fuerzas. Estamos hablando de una rendición en las manos divinas reconociendo nuestra total dependencia en Él. Es una confesión consciente de nuestra fragilidad humana y nuestras debilidades personales. El creyente debe expresar permanentemente el deseo sincero de evitar los peligros del pecado. En la segunda parte de esta sección oramos diciendo: Líbranos del mal. Este es un clamor por protección en todas las áreas. Oramos para que mediante el poder de Dios, seamos guardados de las maquinaciones del diablo, del poder del pecado, de la muerte, y en general, de todo aquello que pueda inducirnos a pecar, a ofender a Dios o a apartarnos de su propósito para nuestras vidas. Como es bien sabido, es mejor la medicina preventiva que la correctiva, y al Señor le agrada que sus hijos oremos con anticipación para no fallarle en el momento de la tentación o la prueba.

11 7) ADORACIÓN. Tuyo es el reino, y el poder y la gloria. La conclusión del Padre Nuestro nos presenta un eco de 1 Crónicas 29:11: Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. Vemos aquí una invitación a la alabanza y la gratitud. La oración de alabanza es la más sublime de todas, porque en ella exaltamos a Dios y le damos gloria, no por lo que hace solamente, sino principalmente por quién Él es. Porque lo merece!. Toda oración debe comenzar y terminar en Dios. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén (Apocalipsis 7:12b). Para terminar quiero guiarle a reflexionar en lo siguiente: Se ha dado cuenta usted de que el Padre Nuestro es una oración que solamente puede hacer suya un verdadero discípulo de Cristo? Justamente fue a sus discípulos a quienes la enseñó. Solo quien ha reconocido a Cristo como su Salvador y Señor puede pronunciarla de una manera genuina. Lo cual me lleva a plantearle una importante pregunta: Es Jesucristo el Señor de su vida? Ha creído en Él y en su obra redentora por la humanidad?

12 Le ha entregado a Él su corazón y su vida? Conoce, guarda y pone por obra sus enseñanzas registradas en la Biblia? Si no es así, no hay forma de que pueda orar de la manera correcta. La Palabra de Dios dice: pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír (Isaías 59:2). Dios no escucha la oración de alguien que no está dispuesto a apartarse del pecado y de la maldad. Yo le animo para que le entregue total y definitivamente su corazón a Cristo. Pídale perdón por sus pecados y reconózcale como su Señor y Salvador. Pídale que le enseñe a orar, y aplique los aspectos contenidos en este importante modelo de oración.