SIENDO ADÁN, EL PADRE DE TODOS LOS HOMBRES:

Transcripción

1 Bosquejo #13 ADÁN Y CRISTO MUERTE Y JUSTIFICACIÓN 5:12-21 Hemos entrado ahora en la tercera sección dentro del Capítulo 5 donde encontraremos un contraste precioso entre las dos cabezas de la humanidad: ADÁN y CRISTO, en quienes encontramos la razón del por qué del pecado, y por ende, de la muerte; así como la manifestación de la gracia de Dios en el postrer Adán cuando reinó la muerte para todos. Analizamos y comprendimos en los dos mensajes anteriores, cómo el creyente justificado recibe las bendiciones por Dios prometidas; así cómo hemos recibido la mayor manifestación de la gracia de Dios al ser reconciliados con él, por nuestro Señor Jesucristo; lo cual nos lleva a gloriarnos en Dios por su obra grandiosa de justificación a favor de nosotros. Aquí hemos de salir del ámbito personal, para introducirnos en el ámbito universal, con la frase POR TANTO, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así pasó la muerte a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. SIENDO ADÁN, EL PADRE DE TODOS LOS HOMBRES: Adán cayó en pecado por un acto de desobediencia, y en él cayó toda la raza humana, haciendo herederos a todos los hombres de: La naturaleza pecadora; La muerte (reinado de muerte); La condenación, como pago de nuestra culpabilidad ante Dios. Recordemos esto antes de continuar: Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Más lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo (1 Co. 15:45-47). Ahora bien, Dios habría de proveer a Cristo como un remedio para salvarnos de la condenación que recibimos por Adán. El apóstol Pablo en esta porción hace un verdadero contraste de términos entre estos dos personajes, ADÁN y CRISTO, los cuales estudiaremos así: I. ADÁN Y CRISTO FRENTE AL PECADO, LA MUERTE Y LA LEY II. ADÁN Y CRISTO FRENTE A LA OFENSA Y EL DON III. ADÁN Y CRISTO FRENTE A LA CONDENACIÓN Y A LA JUSTIFICACIÓN

2 Iglesia de Convertidos a Cristo 2 Veamos el primer contraste. I. ADÁN Y CRISTO: FRENTE AL PECADO, LA MUERTE Y LA LEY (Ro. 5:12-14) A. EL PECADO (v. 12) 1. El texto estudiado trae de inmediato el planteamiento sobre el pecado y la causa por la cual entró en el mundo y declara lo siguiente: Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Como podemos ver en este verso, el pecado estuvo fuera del mundo hasta que el hombre lo introdujo en él. 2. Dice el texto que fue Adán el que introdujo el pecado en el mundo, (Gn. 3) aunque entendemos que fue Eva la que pecó primero, de todas manera se puede estar hablando aquí en forma genérica, pero la realidad es que ella salió de Adán, él era la cabeza y el responsable de ella y más aún cuando él accedió a pecar igual que ella. De esta misma manera nosotros estamos en sus lomos, tomando y sufriendo por la consecuencia del pecado. 3. Por el pecado entró al mundo la muerte, que fue la consecuencia de la transgresión cometida, ya que Dios había dicho: Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás (Gn. 2:17). El pecado fue parte de Adán y de sus descendientes, ya que en la misma condición en que éste quedó ante Dios por causa del pecado, es en la que nos encontramos nosotros por ser de su simiente. B. LA MUERTE (v. 12) 1. Como pudimos ver en el texto citado en el punto anterior, la muerte es la consecuencia del pecado, que comienza a reinar desde que éste entra en el mundo por Adán. El mismo se enseñoreó sobre todos los hombres y su consecuencia es evidente en el fruto producido por éste a través de la historia de la humanidad.

3 Iglesia de Convertidos a Cristo 3 2. La segunda parte del texto nos declara que la muerte pasó a todos los hombres por cuanto todos pecaron, dándonos la idea de que realmente heredamos esta simiente, por el hecho de que es herencia recibida por ser hijos de Adán, así como heredamos la concupiscencia que también nos lleva a pecar y ser reos de muerte como lo fue Adán. 3. En este pasaje se utilizan tres términos para describir el pecado: Amartía: Se plantea como una disposición predominante en el hombre que le impide actuar como ser hecho a la imagen y semejanza de Dios. (Ro. 5:12, 13, 20, 21 = pecado). Paraptöma: Caída o resultado de un tropiezo que aleja al hombre de Dios. Es también sinónimo de ofensa. (Ro. 5:15, 16, 17, 18, 20 = delito). Parabasis: Es traspasar voluntariamente la raya trazada por la ley de Dios. (Ro. 5:14 = transgresión, rebelión, infracción) Por esto la muerte reinó en todos los hombres. La muerte reinó aún antes de que la ley de Moisés fuera dada, de esta manera, aunque algunos no pecaron como Adán, la amartía los llevó al pecado y por ende, a la muerte. C. LA LEY (vv. 13, 14) 1. El apóstol Pablo lo que quiere decirnos es, que la presencia de la ley imparte un carácter especial al pecado, declarando lo que para Dios es pecado. Por esto ningún hombre puede decir que el pecado no existe o que no está de acuerdo con lo que Dios declara que es pecado. Dios lo declaró y así es. 2. El hombre, en su perversión, insiste en hacer lo que la ley prohibe. Y más aún trata de llamar a lo malo bueno y a lo bueno malo, procurando por todos los medios de distorsionar la ley de Dios y todo cuanto él ha declarado con respecto al pecado y a sus consecuencias, queriendo con esto cauterizar su conciencia. 3. La ley declara que cuando el hombre viola el mandato divino, él queda bajo el juicio de Dios. Y aunque la ley no existió hasta Moisés, en Adán todos mueren, ya que Adán es figura (tipo) del que había de venir (Cristo) ya no para muerte, sino para

4 Iglesia de Convertidos a Cristo 4 redención, justificación y salvación. En el cual seríamos vivificados aquellos que creeríamos depositando nuestra fe en él y en su obra en la cruz. 1. No hay otra reacción en el hombre perdonado, justificado y reconciliado que la de dar gracias a Dios todos los días de su vida, por esta gran obra de gracia y de amor que ha hecho él para con nosotros pecadores, los que estábamos condenados al más vil y cruel de los infiernos, pero que ahora por Cristo somos libres y perdonados. Ahora bien, pasemos a analizar el segundo punto... II. ADÁN Y CRISTO: FRENTE A LA OFENSA Y EL DON (Ro. 5:15-17) A. ADÁN DELINQUIÓ (v. 15) 1. El texto dice: Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. La palabra utilizada aquí como transgresión es Paraptöma, la que nos indica que el que cometió un delito, cayó, se alejó de Dios y por este delito, murieron los muchos. 2. El delito cometido por Adán, le llevó a separarse de Dios y a no atender esa necesidad que antes tenía en el huerto de tener comunión con Dios y gozarse en ella, sino que por el contrario, llevó a todos sus descendientes, en su naturaleza, a buscar el delito y a alejarse de Dios. Ej. Caín y todos los que somos pecadores. 3. Por medio de este delito, la comunión entre Dios y Adán se rompió, asimismo habría de suceder con la relación de Dios con los hombres en todos los tiempos. Pero la gran bendición de Dios fue, que cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, en los cuales anduvimos conforme a los dictámenes de Satanás, por su pura gracia y soberana voluntad, nos dio vida (Ef. 2:1).

5 Iglesia de Convertidos a Cristo 5 B. CRISTO, DON DE DIOS (vv. 15b, 16) 1. Dios hizo esto proveyendo a su Hijo Jesucristo para perdón de nuestros pecados y a esto le llamamos el DON DE DIOS. Abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. 2. Se establece aquí que por medio de la gracia de Jesucristo, recibimos ese don de Dios, que el hombre no buscaba, ni esperaba y que de ninguna manera podía comprender, más sin embargo Dios lo dio para que nosotros tuviésemos la bendición de gustar la comunión con él. 3. Jesucristo es y será el único don, reconocido por Dios, para poder absorber la transgresión de Adán, por medio de la cual vino la condenación de todos. Nadie más podrá contrarrestar el daño que el delito o transgresión de Adán tuvo para con la justicia de Dios y por tanto para la separación de Dios de la raza humana. C. EL DON ES MAYOR QUE EL QUE PECÓ (v. 17) 1. Porque el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación. Pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 2. Esto nos anima a pensar que Dios ha abundado en su gracia y en su don para contrarrestar el pecado cometido por Adán, para que de esta manera su ofrecimiento fuese mayor que la transgresión y en la medida de su justicia toda transgresión quedase cubierta. 3. Por esto entendemos la superioridad de Jesucristo sobre Adán y sobre todos los hombres. De tal manera que nadie, absolutamente nadie podrá cubrir en justicia el pecado cometido por Adán para poder obtener la vida eterna.

6 Iglesia de Convertidos a Cristo 6 Contraste de las consecuencias III. ADÁN Y CRISTO: FRENTE A LA CONDENACIÓN Y A LA JUSTIFICACIÓN (Ro. 5:18-21) A. TRANSGRESIÓN Y JUSTICIA (v. 18) 1. De acuerdo al texto vemos un paralelismo en contraste de ambos personajes, de tal forma que nos enseñan la manera en que Dios proveyó la salida para cubrir el pecado cometido, trayendo por una vía justa la salvación de todo aquel que estaba en condenación. 2. En el (v. 18) se nos plantea que por medio de la transgresión o delito cometido por Adán en el huerto del Edén, vino la condenación de todos los hombres, pero Dios entendiendo el mal producido, entregó a su Hijo Unigénito para ejercer justicia y de esta manera traer justificación de vida a los que habrían de creer. 3. De esta manera valoramos el contraste planteado aquí, donde vemos que uno cometió transgresión, pero otro, mucho mayor ejerció justicia para salvar y para justificar a todo aquel que es de la fe de Jesús. B. DESOBEDIENCIA Y OBEDIENCIA (v. 19) 1. La desobediencia de Adán fue evidente y dañina para su relación con Dios, ya que Dios habiéndose preocupado, en su amor, dio de antemano a Adán todas las reglas por medio de las cuales él podía ser feliz, sin embargo, Adán no obedeció. 2. Esta desobediencia de Adán fue la causa de su separación de Dios, fue la razón que llevó a Dios a tomar la decisión de separarlo del lugar que había preparado para su disfrute y desarrollo. Todo cayó por medio de esta desobediencia. 3. Sin embargo, el apóstol Pablo presenta la bendición que ha significado la obediencia de Jesucristo, la manera en que por medio de esta obediencia ha permitido que los injustos por Adán ahora puedan ser justos por Cristo, en la medida en que obedezcan como él obedeció.

7 Iglesia de Convertidos a Cristo 7 C. MUERTE Y VIDA ETERNA (vv. 20, 21) 1. Para concluir, encontramos que Dios introdujo la ley, inclusive desde el huerto del Edén, para que el pecado abundase, pero sabiendo que desde el momento en que se evidenciara el pecado, él iba a ejercer el acto de amor más grande conocido por la humanidad para que sobreabundase la gracia. 2. Como vemos, el propósito de Dios se cumplió, de tal manera que cuando el pecado reinó para muerte, de esta misma manera la gracia reinó por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro. 3. Es ciertamente, maravilloso, ver la manera en que Dios permite esta provisión para todos los hombres que en Adán estamos condenados. Por esto nos resta, darle gracias a Dios por su obra en Jesucristo para salvación y vida eterna de aquellos que hemos creído. Que esto nos sirva como motivación para vivir en Santificación. CONCLUSIÓN Y APLICACIÓN: Entendemos, al finalizar esta sección, que el paréntesis presentado tiene como objetivo preparar nuestros corazones a la doctrina de la santificación presentada a continuación por el apóstol Pablo. Pero no tenemos más nada que decir, sino solamente que debemos obedecer y agradecer, por medio de nuestra santificación, la obra de amor que Dios ha hecho en Jesucristo a favor nuestro.