Domingo II de Adviento. Ciclo A (Mt 3, 1-12)

Transcripción

1 1 Domingo II de Adviento. Ciclo A (Mt 3, 1-12) 1.- ORACIÓN PARA ANTES DE MEDITAR LA PALABRA Enséñame Señor a preparar el camino para recibirte en mi corazón. Que busque siempre la conversión para poder profundizar en tu Palabra. Y que en el desierto de mi vida encuentre tu mano poderosa que me libera de la tentación y del enemigo. 2.- TÉXTO BÍBLICO En aquellos días llegó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, diciendo: Convertíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Porque éste es aquel a quien se refirió el profeta Isaías, diciendo: VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO: "PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR, HACED DERECHAS SUS SENDAS." Y él, Juan, tenía un vestido de pelo de camello y un cinto de cuero a la cintura; y su comida era de langostas y miel silvestre. Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región alrededor del Jordán; y confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán. Pero cuando vio que muchos de los fariseos y saduceos venían para el bautismo, les dijo: Camada de víboras! Quién os enseñó a huir de la ira que vendrá? Por tanto, dad frutos dignos de conversión; y no presumáis que podéis deciros a vosotros mismos: "Tenemos a Abraham por padre", porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. Y el hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Yo a la verdad os bautizo con agua para la conversión, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; Él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. El bieldo está en su mano y limpiará completamente su era; y recogerá su trigo en el granero, pero quemará la paja en fuego inextinguible. 3.- COMENTARIO EXEGÉTICO La tradición evangélica presenta a Juan el Bautista como el precursor de Jesús. El texto establece algunos paralelismos entre Juan y Jesús, por ejemplo el imperativo a la conversión (Mt 4, 17) y el dicho todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego (Mt 7, 17).

2 2 En este segundo domingo de Adviento se presenta la figura de Juan el Bautista, como el último profeta que anuncia la venida eminente de uno que es más fuerte que él. Al detenernos en la figura de Juan el Bautista la mirada se concentra en la proximidad del Mesías. La voz del profeta El texto comienza con una indicación temporal en aquellos días, lo que sugiere que el evangelista no ve ninguna ruptura entre los relatos de la infancia y la aparición, una generación después del Bautista, sino que enlaza ambas cosas. La expresión en aquellos días es una muestra de la estrecha conexión que establece Mateo entre Juan y Jesús. Luego da una indicación geográfica: en el desierto de Judea. El desierto es uno de los lugares preferidos para la manifestación de Dios. Jesús, antes de comenzar su ministerio, se retiró al desierto para iniciar su lucha contra el mal. En el desierto Dios manifiesta su poder contra las fuerzas hostiles al hombre. La cercanía en el tiempo con Jesús y el desierto es la ambientación propicia para la predicación del Bautista. El evangelista, además de esta ubicación tempo-espacial, nos ofrece una interpretación teológica: el Bautista es enviado a todo el pueblo de Israel, ya que Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán acuden a él en el desierto. En primer lugar se resalta el contenido de la predicación y en segundo momento el rito del bautismo. Juan hace un llamamiento a la conversión de carácter imperativo, ya que el reino de los cielos está próximo. El contenido profético de este mensaje hace que Juan difiera radicalmente de sus predecesores veterotestamentarios. Su mensaje coincide literalmente con el de Jesús en Mt 4, 17 y es transmitido más tarde por los discípulos, es decir, por la Iglesia (Mt 10, 7). La similitud del mensaje entre Juan y Jesús hace que aparezcan estrechamente relacionados. La cercanía de este reino impulsa al pueblo que se ha congregado en el desierto a tomar una determinación: la conversión. No se puede recibir el reinado de Dios con un estilo de vida que desdiga de Dios como la autoridad soberana. Tampoco se trata de instaurar el reinado de Dios con la propia conversión, sino de crear las condiciones posibles para que el Señor pueda ejercer su soberanía sobre aquellos que esperan en Él.

3 3 Mateo ve en el texto de Is 40, 3 un doble paralelismo: el desierto, lugar donde Juan desarrolla su actividad y la conversión como el contenido de esa voz. Juan el Bautista es la voz que clama en el desierto anunciando la necesidad de preparar los caminos y de enderezar las sendas para que el Señor pueda transitar por ellos sin dificultad hacia el interior del corazón: a aquél que allane el camino, Yahvé le revelará su gloria y él la verá (Is 40, 5). Preparar un pueblo bien dispuesto es la posibilidad de recibir a Dios y de contemplar su gloria. Mateo, para completar la figura profética de Juan, describe su estilo de vida. Mateo identifica explícitamente a Juan con Elías (Mt 11, 14; 17, 12), y por la vestimenta vestido de pelo y un cinto de cuero parece que hace alusión expresa a la indumentaria de Elías en 2Re 1, 8. El estilo de vida es la de un asceta a diferencia de Jesús que come y bebe (Mt 11, 18-19). Este estilo de vida se condice con su anuncio de conversión y de juicio inminente. El pueblo acude a Juan Desde el momento en que la gente de Jerusalén, de toda la Judea y de toda la región alrededor del Jordán se acercaran a Juan para escuchar su predicación y recibir el bautismo en las aguas del Jordán, confesando los pecados en señal de arrepentimiento, es un signo muy positivo de que Dios estaba actuando a través de él. Mucha de la gente que acudió a Juan es la que luego va a ir en busca de Jesús. Este pueblo que escucha el último llamado a la conversión, antes de la venida del Mesías, es el que está en condiciones de recibirlo. Mateo establece una diferencia entre este pueblo que escucha y recibe el bautismo de aquellos que se acercan pero no manifiestan una clara señal de conversión. Pero muchos de los que se acercaban a Juan a recibir el bautismo eran fariseos y saduceos. Por esta razón,él los trata de raza de víboras. Esta misma expresión Jesús la va a usar dos veces, contra los fariseos (Mt 12, 34) y en su serie de lamentaciones para con los fariseos y escribas (Mt 23, 33). Juan no cree en la sinceridad de la conversión de los jefes religiosos, por eso es violento en su juicio contra ellos: quién les enseño a huir de la ira que vendrá? Aquí la predicación de Juan adquiere un nuevo matiz: de juicio. Ya no es el pueblo que acude en masa a Juan el que se hace merecedor de estas palabras. Los fariseos y

4 4 los saduceos tienen que dar muestras claras de frutos dignos de conversión. No basta que ellos digan somos hijos de Abraham para escabullirse del juicio. El sólo hecho de ser hijos de Abraham no da ninguna garantía para escapar del juicio. Dios puede sacar hijos de Abraham de las piedras. Si Dios puede hacer hijos de las piedras, con más razón puede castigar a aquellos que se dicen hijos y se vuelven duros como la piedra. El juicio consiste en lo siguiente: el árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Estas mismas palabras Jesús se las va a repetir a la multitud en el sermón de la montaña (Mt 7 19). De hecho, los más endurecidos a la buena nueva de Jesús, fueron los jefes religiosos. Estas palabras de juicio tan duras sólo encontrarán su aplicación en aquellos que, habiendo escuchado la voz del profeta, se resistieron a su sincera conversión. Jesús el anunciado Juan se dirige a toda la multitud que se había acercado y en primera persona les dice que su bautismo es de agua y para la conversión y que la misma, no tiene otro objetivo más que preparar el camino de uno que es más poderoso que él, a quien no se digna ni siquiera a quitarle las sandalias. Juan, con este anuncio se refiere a Jesús, el Hijo del hombre, el cual traerá un bautismo en Espíritu Santo y en fuego. Jesús es el Mesías portador del Espíritu Santo y Él es el único que puede transmitir este Espíritu. Este Espíritu, Jesús lo va a transmitir a través de sus enseñanzas y poder curativo. La referencia al fuego sólo la trae Mateo. De las distintas funciones que cumple el fuego, una de ellas es la purificación. Esta característica purificadora del fuego de separar la escoria del oro, hace referencia al juicio. El Hijo del hombre viene para un juicio, en el cual van a quedar descubiertos para siempre los que son de Él y los que no lo son. Jesús trae un bautismo en el cual derrama su Espíritu para llevar adelante su misión salvadora. Al mismo tiempo es un bautismo en el fuego, en el cual quedarán separados aquellos que lo reciben como el más poderoso, de aquellos que lo rechacen. Esta idea sobre el juicio se redondea en el último versículo. El más poderoso tomará el bieldo y con él limpiará su cosecha, recogerá el grano y lo que no sirve irá al fuego que no acaba. Esto que parece muy duro tiene una finalidad aleccionadora: con la venida de este que es más poderoso no se puede ser indiferente y menos aún tomar

5 5 partido en contra, ya que Él tiene la fuerza necesaria para salvar o perder. Si los oyentes de Juan el Bautista asienten a este mensaje, tendrán la posibilidad de escapar de un juicio condenatorio y de participar de las primicias del Espíritu, que trae el que pronto se va a hacer presente.