"Presentación Del Libro De Isidoro Vegh -las Letras Del Análisis. qué Lee Un Psicoanalista?-"

Transcripción

1 "Presentación Del Libro De Isidoro Vegh -las Letras Del Análisis. qué Lee Un Psicoanalista?-" (*) Escuela Freudiana De Buenos Aires Patricia Leyack Celebro ante todo en Isidoro Vegh a un analista lector. El de letra es no sólo un concepto central en mi clínica y en esto me reconozco deudora de su transmisión-, es además el significante de mi propia entrada en la Escuela Freudiana de Buenos Aires. La primera actividad en la que participé ni bien entré a la Escuela fue en unas Jornadas de verano. Presenté en ellas un texto sobre psicosomáticas, elaborado en base al concepto lacaniano de holofrase. En esa ocasión recibí los incitantes comentarios de muchos analistas de la Escuela basados, a su vez, en el concepto de letra. Esos comentarios me causaron enormemente. Digamos que los sucesivos pasos míos en la Escuela estuvieron guiados por el enigma que la letra me suscitaba. La primera reverberación en mí de este concepto es explicable por mi proveniencia, que es el campo de las letras y de la filosofía. Pero el interés que este concepto me suscitó trasciende esa proveniencia. Es un interés inmerso en el campo del psicoanálisis, un interés teórico clínico. Y cuando digo que Isidoro Vegh es un analista lector y lo celebro, celebro que haya sabido leer este interés mío en la letra como mi causa. Mi agradecimiento a él por esta invitación no es entonces formal. Este es un libro necesario porque toca un asunto central en la dirección de la cura: de lo que se entienda por letra dependerá lo que se escuche, es decir, lo que se lea en la clínica. Es además un libro que tiene una lógica constructiva impecable. Esa lógica traza líneas de demarcación y distribución en las complejidades de su tema. Así, desde el vamos, queda por fuera de este libro, es decir por fuera de las letras del análisis, título del libro por lo demás, el psicoanálisis del sentido, el psicoanálisis del significado, el psicoanálisis de la comprensión. Lo que queda por dentro es un recorrido minucioso por el texto lacaniano para ir extrayendo del mismo la construcción del concepto de letra. Y lo que queda por dentro también es una fuerte polémica con una lectura de Lacan divergente a la del autor, principalmente a partir de L insu. Dos columnas, me parece, sostienen el trayecto de Vegh por la obra de Lacan para establecer qué es letra. Entender por un lado al inconsciente estructurado como un lenguaje que produce - Página 1 de 5 -

2 escritos a ser leídos y desplegar, por el otro, qué nos quiere decir Lacan cuando asevera que entre analista y analizante sólo se intercambian letras. Es así que nos conduce hacia las letras de la estructura, hacia las letras que escriben al sujeto del inconsciente, hacia la diferencia entre significante y letra, hacia la noción de inconsciente congruente con la de letra: el inconsciente como producción, como escritos a ser leídos en medio del decir, hacia la noción de lalangue como soporte conceptual de la idea de pliegues del texto, pliegues donde Isidoro nos indica el lugar para la lectura de la letra. En todo este recorrido va mechando luminosas lecturas clínicas. Se ocupa luego de las otras letras: las que el analista escribe para sostener su función, que pueden incluir las que formalizan diversas escrituras desde los matemas hasta el nudo. Son las letras que hacen a la transmisión pública, en seminarios, en escritos, letras que Isidoro ubica en el espacio topológico de la episteme y a las que diferencia de las letras de la escena del análisis, que ubica en el espacio topológico de la doxa, espacio de un decir que no puede agotar las razones de la verdad que soporta. En ese sentido, anuncia, se distancia de Freud porque el analista no teoriza, -así lo dice- la experiencia del inconsciente, sino enlazada a lo Imaginario y a lo Real. En qué reside la diferencia?, se pregunta. En el hecho -cito- de que el dispositivo analítico incita a un discurso escrito por el analizante con letras que se muestran como imagen, o se velan como sentido, y memoran un goce perdido o fijado. Esta es la idea de letra que Isidoro Vegh sostiene fuertemente, letra como litoral, la que dibuja el borde del agujero en el saber. Como todos los libros de Vegh armados en base a seminarios dictados en la Escuela Freudiana de Buenos Aires, también en éste hay un invitado. Se trata, en este caso, de Alba Flesler, quien eficazmente aborda, en el capítulo cinco, estos dos espacios de la letra en la función del analista. La parte final del libro está dedicada a desplegar el valor de la letra en nuestra cultura occidental. En ella nos conduce con sus preguntas a un procedimiento de lectura de los textos fundacionales, tanto los freudianos, Tótem y tabú y el Moisés, como la Biblia. De su lectura va desglosando la cuestión del padre y el avance que en ella hace Lacan, a ser leído en el plural: los Nombres del Padre. Dije que éste era un texto necesario, digo ahora por qué es también un texto polémico. La polémica se va a jugar fundamentalmente en el cuarto capítulo, y los términos de la misma ya están dichos en el propio título: L unbewüsst / L une-bévue. Isidoro juega sus cartas en este capítulo y da sus razones. No se trata para él de oponer l une-bévue a lo inconsciente. Con l une-bévue, nos dice, se acentúa que todo se juega en la superficie del discurso. Su disputa teórica es con aquellos colegas que hacen una equivalencia entre l une-bévue y la homofonía. Él muestra en distintos momentos de su libro cómo entiende a la homofonía como uno más, pero no el único, de los lugares donde el texto se pliega y es posible leer la letra. Isidoro llama lectura a la letra a la lectura de los pliegues del texto y pliegues tomado tanto en un sentido intuitivo como del que proviene de la Teoría de las Catástrofes en matemáticas. L une-bévue sostiene Isidoro en su polémica- también se manifiesta en el chiste y el fallido, - Página 2 de 5 -

3 en las imágenes aparentes del sueño, en las repeticiones del discurso, finalmente, en todas las formaciones del inconsciente donde, cito,: los tropos y las figuras de la palabra y del saber inconsciente se realizan como letra. Si el sueño es para Freud una realización de deseos, Isidoro agrega se trata de un deseo escrito, un deseo que se realizó como letra. Parecía imagen pero se descubre siendo letra. L une-bévue, apunta Isidoro, es un concepto al cual Lacan arriba después de haber desarrollado otros previos y necesarios. El de discurso, el de lazo social, el de lalangue y el de sustancia gozante. L une-bévue -nos dice- acentúa la dimensión de la escritura, lo real de la letra. La homofonía, efectivamente, la descubre en la palabra, en el equívoco de la ortografía. Qué es la homofonía? El rébus de la palabra que deshace la representación al descubrirla como letra escrita por la palabra. L une-bévue reenvía al inconsciente en tanto suspende el sentido, cuando el efecto de sentido -y Lacan se refiere a éste apuntando siempre a lo Realdescubre lo real que la imagen velaba. Y agrega la lógica del inconsciente lacaniano no reenvía a una profundidad fundada en la oposición endo/ecto. Se escribe como Banda de Moebius en una superficie unilátera que muestra la distancia y la conjunción de consciente e inconsciente como anverso y reverso variables en el decir. L une-bévue si entiendo su posición- es para Isidoro una manera de aludir al inconsciente acentuando el carácter de escritura toda vez que se lea en el decir una letra que será tal porque aloja el saber y bordea el goce. La suya no es una lectura de Lacan contra Lacan, sino de Lacan con Lacan y de Lacan con Freud. Y también de Lacan y Freud con las letras de las ideas filosóficas que los habitan. Me ocuparé de este tema un poco más adelante. Isidoro está en contra de las oposiciones excluyentes: si hay homofonía no hay homonimia, o si estamos en el nudo prescriben los matemas, o la segunda tópica freudiana invalida la primera. En todo caso, nos indica cómo los escritos posteriores permiten articular los nuevos acentos, en el goce, en el objeto, pero no desecha los anteriores. Él va armando su idea de letra plegando, haciendo jugar unas con otras las distintas precisiones que sobre la letra va haciendo Lacan en su obra. Isidoro va escribiendo su letra sobre estas precisiones de Lacan, poniendo en acto, en su libro, lo que es el trabajo del texto, en este caso, del texto lacaniano. Así, es mi lectura, van quedando homologados en el libro el S1, en tanto trazo del sujeto, el inconsciente como producción y la letra. A lo que apunta Isidoro Vegh con este libro -lo digo nuevamente- es a extractar el armado lógico del concepto y para ello procede como si su piedra de Rosetta estuviera dispersa por las letras que nos legara Lacan y él la fuera desentrañando sin desechar lo anterior o primero en favor de lo segundo o posterior, sino tomando todos los hilos que en la obra de Lacan van tejiendo la materia de un concepto. Vegh tiene la virtud de extraer simplicidad del discurso por momentos abigarrado, crecientemente disgresivo, de Lacan. Simplicidad que subrayo como elogio. Su lectura ordena lo que está disperso por la obra. Es una simplicidad la suya que, por supuesto, se adquiere luego de muchas vueltas, y que proviene, como decía al comienzo, de ajustarse a una lógica - Página 3 de 5 -

4 que traza líneas de demarcación en las complejidades de la teoría. Isidoro nos conduce a los lugares precisos en el texto lacaniano donde titilan, para quien sabe mirar, los apoyos para su transmisión. Queda claro en este recorrido que Isidoro hace por los textos de Lacan que no se trata en lo inconsciente de una ontología, que no es sin la lectura en transferencia, la que lee de otro modo, la que lee el Otro miente. Al seguirlo en el trayecto en zigzag que hace por las letras lacanianas y arribar con él a una definición nos produce, por momentos, un efecto equivalente al de interpretación. Porque las suyas no son definiciones académicas, son, en sentido estricto, lecturas. Vean, por ejemplo, ésta que resulta del plegado del Seminario XI con el XVII y el XXI. Así lo leemos: el inconsciente como no realizado es el saber inconsciente. Cuando de ahí retorna como S1, es inconsciente como producción. Este inconsciente como producción es el lugar de la eficacia de un agujero. Podemos cerrar el libro sintiendo que hemos ganado algo, que hemos avanzado, que por hoy basta. Nos produce la íntima sensación de que se ha cumplido un tiempo lógico. En paralelo con ese estilo de lectura en ida y vuelta que emprende Isidoro por la obra de Lacan fui extrayendo del libro, para compartir con ustedes, distintas aproximaciones a la letra y su lectura. Leer a la letra, nos dice en el primer capítulo, es producir el texto, apuntar a la significancia, a lo que se genera como producto del trabajo del texto. Y trabajar el texto, producirlo como texto, es hacer del trazo asiento material del significante, para lo cual el analista debe pagar un precio: borrar la huella, no quedarse en el sentido, atravesar el semblante, permitiendo que de allí surjan significantes. Ir contra sentido. El decir del analista es corte, dice más adelante, el analista participa de la escritura, y si así procede, es ésta su manera de hacer poesía, de acercar al sujeto a su verdad. También en la escena -nos recuerda Vegh- el analista escribe letras, interviene, así lo entiendo, desde la lógica del nudo, viendo cada vez desde qué cuerda operar, operación que es a veces sin palabra pero no sin lectura. La letra introduce lo ilegible por-no-gráfico, el goce. La letra es borde de lo real, si no, es banal. Su figura retórica mayor podría ser la alusión: una letra que indica lo que se le escapa. La letra es lo que desliza del cuerpo cuando la pulsión empuja. Si el inconsciente es del orden de lo no realizado, cuando irrumpe y quiebra el sentido común, ahí se realiza como letra que retorna y es leída. Leer, nos recuerda Isidoro, es leer la relación entre enunciado y enunciación, es apuntar al equívoco, es tener presente que el sustrato de toda manifestación del inconsciente es el lenguaje en tanto lalangue, es decir movido por el goce. La operación de lectura en transferencia implica entonces estar atentos al lugar donde es posible producir el corte. A lo largo de todo el libro el autor da a ver una postura clínica de una ética invariable: considerar a la letra un retorno de lo reprimido que se da a leer como efecto liberador de la represión secundaria en tanto el decir y las formaciones son del sujeto y traen su trazo liberador. Así por ejemplo, la lectura del síntoma obsesivo en el Hombre de las Ratas, - Página 4 de 5 -

5 resaltando siempre el rasgo del sujeto: su anhelo de poner en evidencia, con su síntoma, un pago que no le corresponde. O la del jeroglífico que el inconsciente del mismo escribe en la escena real e Isidoro lee como letra del sujeto: entre él y su dama hay una piedra en el camino. Y hay también en este libro algo que es verdaderamente para agradecerle a Isidoro y es que nos muestra cómo esa novedad, esa revolución que implicó Freud, está emparentada con investigaciones filosóficas que preceden al pensamiento freudiano. Digamos así: que lo habitan al propio Freud. Berkeley, por ejemplo, y el requisito de la existencia del sujeto de la percepción para que exista lo percibible. Hume y la idea del yo como una ilusión constituida por sensaciones, sus imágenes e ideas asociadas. Y también nos muestra cómo Lacan se nutre de distintos pensadores, por ejemplo de Wittgenstein, de quien adopta el concepto de mostración. Echo de menos que no esté señalado en este texto porque algo hay que echar de menos- que no es sin Heidegger que Lacan puede ubicar al significante en tanto aparato de goce. Heidegger había dicho: el ser acontece en el lenguaje. Y si bien Lacan en Aún dirá que él se distingue del lenguaje del ser, para él se trata del sujeto, y si hablamos de ser es en tanto referencia al goce, no es, me parece, sin este pasaje por Heidegger que Lacan construye su camino hacia la letra. Isidoro se mueve cómodamente por los distintos esquemas y cartas freudianas, por los distintos matemas y escrituras lacanianos, poniendo en contacto unos con otros, haciéndolos trabajar unos con otros, iluminando unos con la riqueza que sabe extraer de otros, poniendo en acto en su transmisión un verdadero trabajo de lectura, que hace estallar el tiempo cronológico de las distintas escrituras de Freud y de Lacan en favor de una lectura lógica de las mismas que expande su potencial operativo. El de Isidoro Vegh es un abordaje de la teoría lacano-freudiana -lo digo así-, en un vuelo rasante, que extrae de acá y de allá lo necesario para su transmisión. Es así que en este extenso y minucioso acto de lectura en que consiste este libro, Vegh da cuerpo a la frase con la que concluye el mismo: Freud sabía que la posibilidad de continuar tenía que ver con la letra. Isidoro Vegh también.. - Página 5 de 5 -